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jueves, 13 de septiembre de 2012

SUBIR MÁS ALTO, HASTA LA ESTATURA DE LA PLENITUD (Más Allá de Pentecostés, por Clay Sonmore)


Sí, éste es un ministerio colectivo del remanente de un lado al otro del mundo, a quienes el Señor sostiene y levantará, además, para que «toquen la trompeta en Sion,» con el fin de edificar Su Iglesia según Su diseño celestial, y para procla­mar Su propia gloria eterna y Su honor. Dios está llamando para este hombre colectivo y, por medio de él, a «Subir más alto.»


Capítulo Trece

SUBIR MAS ALTO

Dios ha estado hablando sobre algo que viene pronto, sobre una divina y poderosa visitación apostólica del Espíritu Santo, centra­da en Sí Mismo. Sentimos que Sus hijos van a manifestarse pronto y ser emblanquecidos. El clamor de Su pueblo está centrado no sólo en conocerlo como Cristo, sino que está empezando a centrar­se en conocerlo como el Señor.

Será sobre nosotros el cumplimien­to de lo que fue profetizado por el profeta Joel, en el sentido de que - en los últimos tiempos - El derramará Su Espíritu sobre toda carne. Sabemos que «sin santidad nadie verá a Dios,» y ciertamen­te, sin esta santidad, nadie tendrá parte en el ministerio de los últimos tiempos. Sentimos que Dios nos está llevando, cada vez más cerca, a un lugar de completa purificación. La carne debe morir y, en su lugar, debe quedar un cuerpo lavado y blanqueado, un pueblo «sin mancha ni arruga.» Este pueblo habrá perdido su propia voluntad, porque ellos habrán entregado esa parte de su naturaleza a Aquel quien es la vida eterna. Este cuerpo, entonces, ya no ejercerá derechos, porque ellos no tienen ninguno, pues todos los derechos han sido puestos en la cruz, y revestidos en Aquel que se preocupa más por nosotros, por nuestra alegría, por nuestra paz, por nuestras necesidades, por nuestros rasgos de personalidad, que nosotros mismos.

Además, Dios ha hablado recientemente con relación a moverse en niveles más altos que nunca antes. Este autor sabe bien que, desde antes, hay un significativo número de personas del pueblo de Dios que no sólo individual, sino colectivamente, se están moviendo, en todas las circunstancias de la vida, en un campo del Espíritu inspirado verdaderamente por Dios.

Si vamos a contribuir en algo en esta visitación venidera, sentimos que Dios quiere que todos y cada uno de nosotros y, especialmente, aquellos que están en el liderazgo, sean ungidos por Dios y señalados por Dios. Sobretodo, este cuerpo debe reflejar la perfecta y divina voluntad de Dios en todo lo que se haga, en todo lo que se diga y en todo lo que se lleve a cabo.

Creo que esta Compañía de Josué es un hombre colectivo, como un Juan el Bautista, o un Moisés, o un Josué, o un Ezequiel, o un Pedro, o un Pablo de muchos miembros que están clamando a todo el Israel de Cristo que, en el desierto de la derrota, de la confusión y del error, están hambrientos y sedientos por todo lo de Dios. Este cuerpo, bajo la unción del Espíritu, está de parto en la batalla por dar a luz tal cumplimiento.

Sí, éste es un ministerio colectivo del remanente de un lado al otro del mundo, a quienes el Señor sostiene y levantará, además, para que «toquen la trompeta en Sion,» con el fin de edificar Su Iglesia según Su diseño celestial, y para procla­mar Su propia gloria eterna y Su honor. Dios está llamando para este hombre colectivo y, por medio de él, a «Subir más alto.»

Este hombre colectivo, que apenas está empezando a llegar a «la estatura de la plenitud» en Cristo Jesús, está ahora llegando al cumplimiento de la verdad descrita en Efesios 3:21: «A él sea gloria en la Iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos.»



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