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domingo, 16 de septiembre de 2012

¿CÓMO NOS APROPIAMOS DE SU RESURRECCIÓN Y VIDA NUEVA? (D. Wilkerson)



FRIDAY, AUGUST 10, 2012
NUESTRA CRISIS ANTE LA CRUZ
by David Wilkerson
[May 19, 1931 – April 27, 2011]
¿Cómo obtenemos la victoria de Jesús en nuestras vidas? ¿Cómo nos apropiamos de Su resurrección y vida nueva?

Primero, déjeme preguntarle: ¿Cómo sabe usted que es salvo? Por supuesto, es por fe. El conocimiento de nuestra salvación viene únicamente por fe en la Palabra de Dios. De la misma manera, nosotros debemos tomar la cruz, abrazarla y recibir victoria por fe en el poder existente en la sangre derramada por Jesús (*). Nosotros debemos admitir, “Dios, yo no tengo poder. Yo no cuento con la habilidad para librarme o para crucificarme a mí mismo, o ningún poder sobre el pecado. Rindo todos mis propios esfuerzos para morir al pecado”.

Por fe, nosotros “en Cristo” - debemos disfrutar de los todos los beneficios que Él ha alcanzado. Usted observa cómo desde el mismo momento en que nacimos de nuevo, nosotros hemos estado en Cristo, y esto significa que nosotros entramos en todo aquéllo que le sucedió a Él. Esto incluye Sus victorias así como Su crucifixión. Si nosotros estamos de acuerdo con la Palabra de Dios acerca de que nuestros pecados son malvados en exceso, entonces debemos estar de acuerdo con las buenas cosas que la cruz ofrece. Éstas son nuestras, porque Jesús las obtuvo para nosotros.

La Palabra de Dios dice que una vez que nosotros abrazamos la Cruz somos crucificados en Cristo y resucitados con Él en una nueva vida. ¡Somos hechos libres! Podemos ofrecer nuestros cuerpos al servicio del Señor y ofrecer nuestros miembros como instrumentos de rectitud.

En ciertos momentos usted puede tropezar debido a incredulidad, pero usted puede agarrarse de la verdad que dice que al final la victoria es suya porque usted clamó, “Señor, yo voy a confiar en Ti hasta que la victoria llegue”.

Yo le agradezco a Dios por la Cruz de Cristo y le agradezco por Sus crisis. Por experiencia sé que la mejor “predicación sobre gracia” en el mundo es el predicar sobre la Cruz. ¿Ha traído usted su crisis ante la Cruz? ¿Qué tal sobre aquélla atadura de la cual usted desea ser liberado?

Hay liberación para usted hoy, pero ésta no vendrá hasta que usted se postre delante de Jesús y traiga su crisis frente a Su Cruz. Ahí usted deberá estar de acuerdo con Su palabra: “Yo no puedo continuar más en mi pecado, no por una hora más. ¡Dios, te lo traigo a ti hoy!"

(*) Claramente esto es así, pero añadimos desde este blog, que esta fe solo viene cuando vemos (revelación) que ya morimos con Cristo cuando él murió. Debemos pues orar, no por la liberación del pecado o de la carne, sino porque nuestros ojos sean abiertos a dicho hecho histórico objetivo. Esta revelación hará posible nuestra apropiación subjetiva del mismo. Dios, en Su tiempo, nos abrirá los ojos y ¡VEREMOS!

viernes, 7 de septiembre de 2012

QUEBRANTADO en Peniel. (E.V. Génesis, Witness Lee)


...hay momentos en los cuales el Señor nos hace pasar por dificultades. 
Al principio, no nos damos cuenta de que el Señor está presente. Pensamos que nuestro cónyuge, o un anciano, nos mortificanFinalmente, nos damos cuenta de que no se trata de nuestro cónyuge ni de un anciano, sino que es Dios quien obra en nosotros.


Esto nos da la respuesta a la primera pregunta acerca de la lucha que el Señor, en forma de hombre, libró con Jacob. Dios no nos quebranta visiblemente apareciéndosenos como el Dios de gloria. Cuando Dios nos azota, al principio pensamos que alguien pelea con nosotros...

A veces sí nos damos cuenta, pero nos rehusamos a reconocerlo. Si lo admitiéramos, indudablemente dejaríamos de luchar en el acto. Por consiguiente, nos esforzamos considerablemente por no dejarnos someter, y hacemos todo lo posible por subyugar al contrario, sin darnos cuenta de que en la mayoría de los casos en realidad estamos luchando con el Señor...

ESTUDIO-VIDA DE GÉNESIS

MENSAJE SETENTA Y CINCO

QUEBRANTADO

C. Quebrantado


Génesis 32:22-32 relata una experiencia crucial en la vida de Jacob, el escogido de Dios. Esta es verdaderamente una porción extraordinaria de la Palabra santa. Es única, y no hay ningún otro pasaje similar en la Biblia. No obstante, por falta de experiencia, la mayoría de los cristianos no han prestado la debida atención a este pasaje de la Escritura. Por la misericordia del Señor, en este mensaje, examinaremos esta experiencia vital en la vida de Jacob y recibiremos ayuda de ella.

En este capítulo, la experiencia de Jacob es muy práctica, personal e íntima. ¿Qué puede ser más íntimo que luchar con alguien por lo menos durante media noche? El Señor luchó en forma de hombre con Jacob “hasta que rayaba el alba” (v. 24). Yahweh Dios jamás lucharía con un desconocido ni con un pecador incrédulo. Observe que el versículo no dice que el hombre “vino” para luchar con Jacob; dice que “mientras Jacob permanecía allí solo, meditando en su problema, el Señor vino y luchó con él”. ¡No!, dice simplemente: “Luchó con él un varón”, lo cual indica que el varón ya estaba allí y que no necesitaba venir. Esto revela que el Señor había estado con Jacob todo el tiempo.

¿Por qué empezó el Señor a luchar repentinamente con Jacob? Sin duda debe de haber una razón. La razón era el trasfondo de Jacob. Cuando Jacob regresó a la tierra de su padre, tuvo dos problemas: a Labán en la retaguardia, y a Esaú en la vanguardia. Había sido liberado de la mano usurpadora de Labán, y ahora sentía desesperación ante la perspectiva de enfrentarse a su hermano Esaú. La lucha se produjo en ese momento. Los mensajeros de Jacob habían regresado para informarle que Esaú venía a su encuentro con cuatrocientos hombres. Cuando Jacob oyó esto, quedó aterrorizado. Pensaba que si Esaú venía a recibirlo, no necesitaba traer consigo cuatrocientos hombres. Le parecía que Esaú era como el capitán que va al mando de un ejército. Indudablemente, Jacob pensaba que Esaú venía a matarle. Al creer eso, Jacob se vio obligado a orar. Después de hacer una excelente oración, dividió en nueve manadas el presente de ganado que envió a Esaú. Sin embargo, no tenía paz, porque su problema seguía frente a él. Por consiguiente, como lo afirman los versículos 22 y 23: “Se levantó aquella noche, y tomó sus dos mujeres, y sus dos siervas, y sus once hijos, y pasó el vado de Jaboc. Los tomó, pues, e hizo pasar el arroyo a ellos y a todo lo que tenía”. Después de hacer esto, se quedó solo, probablemente considerando la situación y preguntándose qué iba a hacer en caso de que Esaú le atacara. La carga de Jacob era pesada, y su situación era grave; de modo que estaba desesperado.

La Biblia no indica que Jacob oraba cuando estaba solo. Uno ora en muchas ocasiones en que no tiene problemas, pero cuando tiene muchos problemas, no ora. Cuanto más preocupado esté uno, menos ora. Uno simplemente no puede orar porque el problema es difícil y la situación grave. ¿Por qué? Porque no ha sido derribado. Por muy grave que sea el problema, usted no ha sido derribado. Por una parte, al igual que Jacob no podemos seguir adelante, pero por otra, no oramos, sino que permanecemos allí y reflexionamos acerca de la situación, preguntándonos qué hacer.

Mientras Jacob consideraba la manera de enfrentarse a su problema, sorpresivamente un hombre se puso a luchar con él. Repito que el versículo no nos dice que el hombre vino y peleó con él. El texto dice simplemente: “Y luchó con él un varón”. Cuando leemos este pasaje, nos damos cuenta inmediatamente de que este hombre era el Señor. Sin embargo, al principio de la lucha, Jacob no se dio cuenta de que el hombre era Dios. El pudo haber pensado que la persona que lo atacaba era uno de los cuatrocientos hombres de Esaú. Cuando aquel varón empezó a luchar con Jacob, éste no estuvo dispuesto a perder. Quizá Jacob se haya dicho: “Este hombre ha venido para capturarme, pero no lo dejaré”.
Al llegar a este punto, debemos hacernos cuatro preguntas

Primera, ¿por qué luchó el Señor como hombre con Jacob? ¿Qué necesidad había de hacerlo? Cuando el Señor se apareció a Abraham, se presentó como el Dios de gloria. Sin embargo, aquí no vemos que el Señor se haya aparecido a Jacob, sino que como hombre luchó contra él. 


Segunda, ¿por qué no pudo el Señor, siendo todopoderoso, prevalecer contra Jacob, un pequeño hombre? 

Tercera, ¿por qué esperó el Señor tanto para tocar el encaje del muslo de Jacob? ¿Por qué no lo hizo desde el principio? El Señor debe de haber luchado con Jacob por lo menos seis horas, empezando quizás a la media noche hasta el alba. ¿Por qué permitió el Señor que esta lucha se extendiera tanto? 

cuarto, ¿por qué se negó el Señor a decirle Su nombre a Jacob? En muchas otras ocasiones, el Señor reveló Su nombre a la gente. Pero aquí, después de que Jacob le pidiera revelar Su nombre, no se lo quiso decir, y se lo ocultó. 

No pretendo dar una respuesta completa a todas estas preguntas, pero podemos, mediante nuestra experiencia, hallar por lo menos una respuesta parcial.


En este pasaje de la Palabra, no vemos ninguna aparición del Dios de gloria, y tampoco tenemos una visitación del Señor. A Abraham el Señor se le apareció primeramente como el Dios de gloria (Hch. 7:2); más adelante, en Génesis 18, el Señor le visitó y comió con él. Pero esta experiencia de Jacob no era ni una aparición de Dios ni una visitación del Señor; fue una especie de disciplina. Cuando usted fue salvo, el Señor se le apareció, y desde entonces usted ha recibido visitaciones agradables del Señor. No obstante, aparte de la aparición del Señor en el momento de nuestra salvación y de Su visitación en momentos de comunión, hay momentos en los cuales el Señor nos hace pasar por dificultades. Al principio, no nos damos cuenta de que el Señor está presente. Pensamos que nuestro cónyuge, o un anciano, nos mortificanFinalmente, nos damos cuenta de que no se trata de nuestro cónyuge ni de un anciano, sino que es Dios quien obra en nosotros.

Esto nos da la respuesta a la primera pregunta acerca de la lucha que el Señor, en forma de hombre, libró con Jacob. Dios no nos quebranta visiblemente apareciéndosenos como el Dios de gloria. Cuando Dios nos azota, al principio pensamos que alguien pelea con nosotros. Muchas veces la lucha dura mucho tiempo. En el caso de Jacob, es posible que la lucha haya durado unas seis horas, pero en nuestro caso, pueden ser seis semanas, seis meses o seis años. Hermanas, ¿cuanto tiempo han luchado ustedes con su marido? Quizá ustedes luchan con él todos los días. Se dan cuenta de que como cristianas, no puede haber ni separación ni divorcio. Sin embargo, se sienten ciertamente libres de alegar con él. Quizá usted piense dentro de sí: “Qué desgracia haberme casado con este hombre. No puedo divorciarme de él, pero por lo menos puedo discutir con él”. Algunas esposas han estado luchando con su marido durante mucho tiempo. Por supuesto, pasa lo mismo con nosotros los maridos, pues nosotros también luchamos con nuestras esposas. En el caso de muchos de nosotros, la vida matrimonial ha sido una vida de lucha. Quizás pensemos que luchamos con nuestro cónyuge, pero en realidad, el oponente no es nuestro cónyuge ni el anciano ni las circunstancias, sino el Señor mismo. En nuestra experiencia, nos damos cuenta finalmente de que el Señor está ahí. Por ejemplo, una hermana puede al final decir: “No es mi marido el que lucha conmigo, sino el Señor”.

Si entendemos la respuesta a la primera pregunta, podremos contestar las otras tres. Al aparecérsenos el Señor para traernos salvación, se nos revela como el Señor de gloria, pero al quebrantarnos, se mantiene escondido. Cuando pasamos por dificultades, pensamos que éstas provienen de una persona o alguna situación; no se nos ocurre que vengan del Señor. Pero cuando venga una situación adversadebemos percatarnos de que el Señor está allí. No le pregunte Su nombre. Con frecuencia, las hermanas me han preguntado: “Hermano Lee, ¿por qué el Señor me dio este marido?” Y algunos hermanos me han dicho: “Hermano Lee, ¿acaso no conoce el Señor todas las cosas? Si tal es el caso, ¿por qué no hace nada con mi esposa?” La respuesta a esto es que el Señor está obrando en secreto. Por la experiencia de Jacob, podemos conocer el nombre del que está luchando con nosotros. Para una hermana, el nombre del Señor podría ser “marido”, y para un hermano, “esposa”. En algunos casos, el nombre del Señor podría ser “un anciano complicado”. Si somos francos, muchos de nosotros reconoceremos que tenemos interrogantes acerca de nuestro matrimonio. Muchos han preguntado: “¿Por qué?” Otro podría preguntar: “Entre todas las hermanas jóvenes de la iglesia, ¿por qué tuve que casarme con ésta?” Cuando somos probados, al principio no reconocemos que se trata de una acción del Señor. A veces sí nos damos cuenta, pero nos rehusamos a reconocerlo. Si lo admitiéramos, indudablemente dejaríamos de luchar en el acto. Por consiguiente, nos esforzamos considerablemente por no dejarnos someter, y hacemos todo lo posible por subyugar al contrario, sin darnos cuenta de que en la mayoría de los casos en realidad estamos luchando con el Señor.

Consideremos ahora la segunda y la tercera preguntas. Si el Señor nos sometiera inmediatamente, ¿cómo podríamos ser expuestos? Algunos dirán: “He orado por mi esposa durante años. ¿Por qué el Señor no me contesta? ¿Por qué ella no cambia?” La razón es que usted debe quedar expuesto. El Señor luchó con Jacob para exponer lo natural que éste era. Esto requirió por lo menos media noche. Nosotros también debemos pasar por un largo período de problemas. Muchos de nosotros seguimos luchando. El Señor intenta someterle a usted, pero usted lucha para controlar las circunstancias. Quizá el Señor use a su esposa para someterle a usted, pero usted ejerce su fuerza para vencerla. Por consiguiente, la pelea continúa. Espero que en este mensaje, la luz brille sobre usted, y usted diga: “Oh ahora veo que he peleado durante años. Ahora entiendo que el propósito de esto era exponer lo natural que soy. El problema no es mi esposa, sino mi fuerza natural. Sigo siendo un hombre natural”.

¿Qué había de malo en la lucha entre Jacob y el Señor? ¡Nada! La razón por la cual el Señor luchó con Jacob fue simplemente que éste todavía era muy natural. Aquí lo que estaba sucediendo no se relacionaba con nada pecaminoso, sino con la vida natural, con el hombre natural. Se requiere mucho tiempo para exponer nuestra vida natural. Necesitamos un período extenso de lucha antes de que eso pueda producirse. Mediante este período de lucha, nuestra naturalidad, igual que la de Jacob, queda plenamente expuesta. Al leer los capítulos treinta y uno, treinta y dos y treinta y tres, vemos cuán natural era Jacob. El había sido quebrantado y había sufrido mucho, pero en el capítulo treinta y dos seguía siendo natural. El no confiaba en el Señor, y era totalmente incapaz de expresar al Señor. Era natural, y su expresión estaba llena de sí mismo.

En cierto momento de la lucha, el Señor tocó el encaje del muslo de Jacob. El versículo 25 declara: “Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras luchaba con él”. El Señor tocó el tendón del muslo de Jacob, que es la parte más fuerteEl Señor no tenía la intención de someter a Jacob, sino de exponerle. Después de exponer su vida natural, tocó su muslo. Inmediatamente se descoyuntó éste, y Jacob quedó cojo. Dice el versículo 31 que Jacob “cojeaba de su cadera”.

Después de que el muslo de Jacob fue descoyuntado, pudo haber pensado dentro de sí: “Este luchador es más fuerte que yo. Él no me ha dado muerte, pero indudablemente me ha debilitado”. Al darse cuenta Jacob de que su rival era más fuerte que él, le pidió que le bendijera (v. 26). Dudo que aun en ese momento Jacob se haya dado cuenta de que este luchador era Dios. El luchador le dijo a Jacob después de tocarle: “Déjame, porque raya el alba” (v. 26). Pero Jacob le contestó: “No te dejaré, si no me bendices”. Después de esas palabras, el Señor le preguntó a Jacob cuál era su nombre (v. 27). El Señor ya conocía el nombre de Jacob. Entonces ¿por qué le hizo esta pregunta? Para hacer que Jacob tomara consciencia de quién era él, y obligarle a reconocer que él era Jacob, el suplantador (manipulador). Después de que Jacob le dijo su nombre al luchador, éste le dijo: “No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido” (v. 28). El nombre Israel significa “uno que lucha con Dios”. Muchos cristianos saben que Israel significa “príncipe de Dios”, pero, según los mejores diccionarios y traducciones, tal significado es secundario. El primer significado del nombre Israel es “uno que lucha con Dios” (también significa "soberanía de Dios, el que está bajo el gobierno de Dios o de acuerdo con Dios". ¡Príncipe de Dios porque gobierna con Dios o bajo Dios!; alguien que ha reconocido y aceptado Su soberanía y se ha rendido, dejando de luchar contra las circunstancias y permitiendo que Dios gobierne usando esas circunstancias para transformarle, para cambiarle a él. Esta nos parece a nosotros la significación principal del nombre Israel).

Al oír Jacob que su nombre había sido cambiado por Israel, uno que lucha con Dios, entendió inmediatamente que el oponente era Dios. Quizá haya pensado: “Oh, El es Dios, y me ha llamado el luchador contra Dios”. Entonces Jacob le dijo: “Declárame ahora tu nombre” (v. 29). El Señor contestó: “¿Por qué me preguntas por mi nombre?” (v. 29). El Señor no le dijo Su nombre a Jacob. En nuestra experiencia, el Señor nos quebranta siempre en secreto. El Señor no reveló Su nombre a Jacob, pero sí le bendijo. Después de bendecir a Jacob, el relato no dice que el Señor le haya dejado. El Señor había estado con él todo el tiempo, y aun después de la lucha seguía allí. El Señor no vino ni se fue; simplemente luchó con Jacob. Esta fue la experiencia de Jacob en el Antiguo Testamento, mas nuestra experiencia es aún más vívida. El Señor jamás nos abandonará. Cuando debamos ser disciplinados, Él nos proporcionará el azote que necesitemos.

El versículo 30 dice: “Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma”Después de recibir la bendición del Señor, Jacob vio claramente que el luchador era Dios, y llamó a ese lugar Peniel, que significa “la faz (rostro) de Dios”.

Después de examinar la experiencia que tuvo Jacob en este capítulo, podemos pensar que él fue transformado por ella. Pero en realidad, no hubo ninguna transformación, pues el capítulo treinta y tres revela que Jacob seguía siendo Jacob. No hubo ningún cambio en su manera de vivir. El seguía planeando, dividiendo y haciendo lo posible por enfrentar la situación (maquinando). No se produjo ningún cambio en su manera de actuar, pero sí hubo un cambio evidente en su vida: su vida misma había sido tocada. Después de su experiencia en Peniel, él cojeaba (rengueaba). Tanto antes como después de haber sido tocado por el Señor, él podía hacer cualquier cosa, pero después de ser tocado por el Señor, todo lo que hacía lo hacía cojeando.

Entre nosotros los cristianos existen dos tipos de personas fracasadas y débiles: las que cojean y las que no cojean. Por ejemplo, podemos perder nuestra calma, sea que cojeemos o no. Puedo enojarme con un hermano, pero en esa acción, otros observarán que cojeo. Si uno no hace nada, los demás no sabrán que cojea. No obstante, cuanto más actuaba Jacob, más quedaba expuesta su cojera. Sin embargo, permítame decir que no debemos intentar imitar a un cojo. La imitación nunca produce resultados.

Quienes estamos en las iglesias del recobro del Señor somos escogidos de Dios. Estamos en Su mano, en Su camino, y yo tengo la plena certeza de que también estamos bajo Su disciplina. Independientemente de que usted se dé cuenta o no, que lo reconozca o no, usted se encuentra bajo la mano del Señor. Tarde o temprano sentirá que ha sido tocado por Él. Cuando llegue el momentosabrá que es cojo y que nunca volverá a ser el mismo. Usted puede seguir teniendo sus debilidades, pero no será el mismo. Si todavía puede seguir siendo el mismo, eso indica que no ha experimentado el toque del Señor.

En el caso de Jacob, el toque del Señor se produjo una vez y para siempre; no obstante, en nosotros se pueden producir varios golpes. De todos modos, el principio es el mismo. Muchos de nosotros podemos testificar que desde el día que empezamos a amar al Señor y particularmente desde que llegamos a la vida de iglesia y empezamos a seguir al Señor en Su recobro, hemos tenido que pasar por circunstancias que han tocado lo profundo de nuestro ser. Estábamos luchando continuamente. Durante mucho tiempo no nos dimos cuenta de que el Señor nos estaba disciplinando. Un día, el Señor nos tocó repentinamente, y quedamos cojos. Desde entonces, no somos los mismos. Quizá seguíamos siendo naturales o débiles, pero no éramos los mismos.

No se imagine que con un solo golpe, su vida entera cambiará y usted será totalmente transformado. ¡No! En el caso de Jacob, el golpe se produjo en el capítulo treinta y dos, pero la madurez no se manifestó claramente antes del capítulo cuarenta y siete. Del capítulo veintiséis al treinta y dos, encontramos muchos fracasos, errores y equivocaciones. Después de que Dios le tocó, en el capítulo treinta y tres, él no cambió mucho aparentemente; pero en realidad, en vida, él sí sufrió un gran cambio. Antes del capítulo treinta y dos, Jacob era natural, y nunca había sido tocado por el Señor. Pero después del capítulo treinta y dos, todo lo que hacía, lo hacía cojeando. De ahí en adelante, la impresión que él daba a la gente era bastante diferente. Cuando se inclinó ante Esaú, todavía era natural, pero su cojera evidenciaba que había sido tocado por el Señor. ¿Notó usted alguna vez que cuando Jacob fue al encuentro de Esaú y se inclinó ante él, iba cojeando? Esaú no vio a un Jacob sano (entero), sino a una persona lisiada. Aquí vemos que no hubo ninguna variación en su manera de vivir, pero sí se había producido un cambio en su vida. Lo que el Señor tocó no fue su conducta, sino su fuerza interior natural. El tendón del muslo de Jacob había sido tocado.

Son pocos los cristianos que entienden cuán importante es la experiencia de Jacob en esta porción de la Palabra. La mayoría dedica su atención al pecado exterior, a las acciones erróneas, a la mundanalidad, sin pensar jamás que su vida natural, su fuerza natural, debe ser quebrantada. No obstante, el Señor no se preocupa solamente por cambiar nuestra conducta, sino que desea mucho más tocar nuestra vida natural. No importa si usted se disgusta con su esposa o no, si su vida natural no ha sido tocada, usted sigue siendo natural. A los ojos de Dios no hay mucha diferencia entre enojarse con la esposa y mantener la calma. Si usted pierde la calma, sigue siendo usted, y si controla sus instintos, sigue siendo usted. Pero cuando Jacob fue tocado, aunque seguía siendo el mismo externamente, en su interior la vida natural había sido quebrantada. Por supuesto, desde el punto de vista humano, me gusta ver que los hermanos y las hermanas cambien de actitud hacia su cónyuge. Pero en lo profundo de mi ser, no valoro mucho ese cambio externo si su ser interior sigue igual. Cuando nos portamos mal, le resulta difícil al Señor forjarse en nosotros. Y cuando somos buenos, el caso es el mismo. De hecho, puede resultarle más difícil al Señor forjarse en nosotros cuando somos tan buenos. No se trata de cambiar externamente ni de mejorar, sino de ser tocados internamente. El tendón de uno, su fuerza natural interna, debe ser tocada por el Señor. Todos necesitamos ser tocados así.

Al seguir a Jacob, podemos ser tocados repetidas veces, pues en nuestro caso el golpe quizá no se produzca de una sola vez por todas. Después de luchar durante cierto tiempo, tendremos la profunda convicción de que hemos sido tocados. El Señor siempre nos toca en una parte crítica. Cuando Él toca una parte específica, quedamos cojos y ya no volvemos a ser los mismos interiormente. De ahí en adelante, cojeamos y ya no somos totalmente sanos (enteros).

Existen muchísimas clases de personas entre los millares de santos que hay en la vida de iglesia: inteligentes, sabios, astutos, orgullosos, arrogantes. Según la religión, el camino correcto es cambiar nuestro comportamiento exterior. No obstante, el camino de Dios, el camino de vida, es distinto. Dios no le dijo a Jacob: “Jacob, he peleado contigo, te he tocado, he cambiado tu nombre, y te he dado Mi bendición. De ahora en adelante, no debes usar tu astucia ni tu fuerza natural para enfrentar a tu hermano Esaú. Deja de ser astuto. Confía en Mí y déjame hacerme cargo de este asunto”. La Biblia no dice eso. Todo lo que vemos es el relato del toque que recibió Jacob. El Señor tocó su muslo (algo en su mecánica interna fue cambiado)cambió su nombre y le dio Su bendición; esto fue todo. No le dio ningún sermón, ni ninguna instrucción. Todo lo que hizo Jacob después de eso, por ejemplo, dividir a los suyos en tres grupos, era decisión suya. Muchas veces después de que el Señor nos toca, no nos dice qué debemos hacer, sino que nos deja en libertad, y nos permite hacer lo que nos parezca. Si examinamos nuestra experiencia, veremos que las cosas son así.

A los que cuidan de los demás, y particularmente a los ancianos, les gusta instruir a la gente. En ocasiones dicen: “Hermano, estás equivocado. Ahora que el Señor te ha bendecido, no debes seguir tratando así a tu esposa. Indudablemente, por causa de la gloria del Señor, debes cambiar”. Las hermanas comprometidas en el cuidado de los demás quizá le digan a otra: “Hermana, deja de discutir con tu marido. No debes hacer esto ni aquello”. Este es nuestro método, pero no es el método del Señor. Después de que el Señor hirió el muslo de Jacob y le bendijo, no le dejó ninguna instrucción. No le dijo ni una sola palabra. Después de que Jacob recibió aquel golpe, seguía valiéndose por sí mismo. El parecía decir a los suyos: “Quédense atrás. Déjenme ir adelante para ver a mi hermano Esaú”. Sin embargo, cuando se aproximó a su hermano, lo hizo cojeando. ¡Qué diferencia entre nuestro concepto natural y los caminos de Dios! ¡Qué diferencia entre la práctica religiosa y el toque del Señor!

No quisiera oír que se les dé instrucciones a ustedes; preferiría ver que el Señor tocara a muchos de ustedes uno por uno. A menudo las hermanas han acudido a mí para quejarse de su marido. No obstante, mientras acusan a su marido delante de mí, me alegro porque en sus acusaciones observo que cojean. Quizá algunos días antes, hubieran venido a mí sin ningún rasguño. Pero ahora se puede ver claramente la cojera, pese a que siguen quejándose de sus maridos y acusándolos. No reprendo a estas queridas hermanas, pues estoy contento de ver que han sido tocadas. Ser quebrantado es mejor que cualquier tipo de instrucciónEl toque del Señor en nuestra vida natural es mucho mejor que cien mensajes. Esto es lo que necesitamos hoy.

Dice el versículo 31: “Y cuando había pasado Peniel, le salió el sol; y cojeaba de su cadera”Después de haber sido tocado, le salió el sol (amaneció la aurora del nuevo día, la vida de resurrección). Estaba lisiado, pero en la luz. En el recobro del Señor, todo aquel que tiene luz debe ser una persona lisiada (débil). Bajo la luz nadie es totalmente sano o fuerte; todo aquel que se encuentra bajo la luz del resplandor celestial es cojo. En la noche oscura, Jacob era fuerte y todos sus miembros estaban sanos. No obstante, después de haber sido tocado, salió el sol sobre él y quedó lleno de luz. El estaba bajo el resplandor de la luz celestial; aún así, era un hombre lisiado. Muchos de nosotros tenemos esta clase de experiencia porque estamos verdaderamente en la mano del Señor y seguimos Su camino.



domingo, 5 de agosto de 2012

EL POZO DE ISMAEL MATA, EL POZO DE ISAAC VIVIFICA (E.V. Génesis, Witness Lee)

Por consiguiente, este pasaje de la Palabra revela que si estamos en el desierto de nuestra alma y bebemos agua del pozo que sustentaba a Ismael, llegaremos a ser un arquero que usa el arco para matar la vida a fin de construir  nuestro propio reino, y  no un sembrador que cultiva la vida para la edificación del reino de Dios.

Pozo y Tamarisco en Beerseba

ESTUDIO-VIDA DE GÉNESIS

MENSAJE CINCUENTA Y SEIS

VIVIR EN COMUNIÓN CON DIOS:
EL NACIMIENTO Y CRECIMIENTO DE ISAAC

e) Dos pozos de agua: dos fuentes de vida

En la primera sección de este capítulo, vemos dos simientes, dos clases de personas, y dos vidas. No obstante, sin la segunda sección no podemos ver ni la fuente ni el resultado de su vivir. En la segunda sección, descubrimos dos pozos de agua: uno destinado a Ismael (vs. 14-21) y el otro a Isaac (vs. 22-34). La Biblia no desperdicia ninguna palabra; por eso, este relato de dos pozos para dos clases de vida debe ser muy significativo y lleno de significado espiritual.

(1) El pozo para Ismael

(a) En el desierto cerca de Egipto

El pozo para Ismael, la fuente de su vivir, estaba en el desierto cerca de Egipto (vs. 19-21; 25:12,18). En la Biblia el desierto siempre representa un lugar rechazado por Dios. Dios nunca aprueba el desierto. Mientras estamos en el desierto, somos rechazados por Dios. El mejor ejemplo de eso es la peregrinación de los hijos de Israel por el desierto. En la tipología el desierto también es nuestra alma (carne). Si vivimos en nuestra alma, estamos vagando por el desierto, el cual Dios rechaza. El desierto donde se hallaba el pozo de Ismael quedaba cerca de Egipto. De ahí él podía ir fácilmente a Egipto. Esto significa que cuando estamos en nuestra alma, en nuestro ser natural, estamos vagando en el desierto y podemos caer fácilmente en el mundo.

(b) Hizo de Ismael un arquero

La fuente del vivir de Ismael hizo de él un arquero (v. 20). La diferencia entre un arquero y un sembrador es que el sembrador cultiva la vida y el arquero la mata. El arquero es un cazador salvaje como Nimrod en 10:8-12, uno que mata en el desierto. Esta sección de la Palabra también usa la expresión “tiro de arco” para describir la distancia entre el lugar donde estaba sentada Agar y el sitio donde ella había dejado a su hijo (vs. 15-16). Por consiguiente, este pasaje de la Palabra revela que si estamos en el desierto de nuestra alma y bebemos agua del pozo que sustentaba a Ismael, llegaremos a ser un arquero que usa el arco para matar la vida a fin de construir nuestro propio reino, y no un sembrador que cultiva la vida para la edificación del reino de Dios.

(c) Conduce a la unión con Egipto

La fuente de vida de Ismael hizo que éste se uniera finalmente con Egipto, es decir, con el mundo (v. 21). Cuando Agar tomó una esposa para Ismael, la trajo de Egipto, de su propia fuente. Ella era egipcia y, por tanto, quería tener una nuera egipcia. Al tomar esposa de la tierra de Egipto para Ismael, Agar lo selló con las cosas de Egipto. En todo esto, vemos que hay un manantial, una fuente de vida, que puede hacer de uno un cazador salvaje que mata la vida y que lo puede unir a uno con el mundo.

(2) El pozo para Isaac

Alabado sea el Señor porque hay otro manantial: el pozo de agua para Isaac (vs. 22-34). Muchos versículos hablan de esta fuente positiva. Leamos Salmos 36:8: “Tú los abrevarás del torrente [o manantial] de tus delicias”. Al Señor le gusta abrevarnos de la fuente de Sus delicias. En Juan 4:14 el Señor Jesús dijo: “Mas el que beba del agua que Yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que Yo le daré será en él un manantial de agua que salte para vida eterna”. Esto significa que Dios mismo será nuestra vida. En Juan 7:37 y 38, el Señor Jesús también habló de beber: “Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba. El que cree en Mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva”. Además, en 1 Corintios 12:13, el apóstol Pablo dice que a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu, es decir, de un solo manantial. Inclusive, el último capítulo de la Biblia habla de beber: “Y el Espíritu y la novia dicen: Ven... Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Ap. 22:17). Este manantial divino debe ser la fuente de nuestro vivir.

Aunque Cristo haya sido producido y haya crecido en la vida de iglesia, aún así debemos recordar que existen dos fuentes o dos clases de vida. ¿Qué clase de vida lleva usted, la de Ismael o la de Isaac? No es suficiente decir que tiene el vivir de Isaac. Debe examinar la clase de agua que bebe día tras día. ¿Bebe usted del pozo de Ismael? Si tal es el caso, ese manantial hará de usted un Ismael y le hará caer en el mundo. ¿Bebe usted del pozo de Isaac, el manantial que representa el pozo divino, el pozo de Cristo, el pozo del Espíritu? Si es así, el agua divina que brota de esa fuente cumplirá muchísimas cosas.

(a) En Beerseba cerca de la tierra de los filisteos

El pozo destinado a Isaac estaba en Beerseba, cerca del país de los filisteos (vs. 25-32). Este manantial, a diferencia del de Ismael, no estaba cerca de Egipto sino en la frontera de la tierra de los filisteos y de la buena tierra de Canaán. Beerseba estaba en la tierra de los filisteos y más tarde llegó a ser el extremo sur de la Tierra Santa. Cuando la Biblia describe la geografía de la Tierra Santa, usa la frase “desde Dan hasta Beerseba” (1 S. 3:20), porque la distancia entre Dan, en el extremo norte, y Beerseba, en el sur, abarca toda la tierra de Canaán. En la Biblia, la tierra de los filisteos reviste un significado particular. No es un lugar que rechaza totalmente a Dios; es un sitio que acepta a Dios pero trata las cosas de Dios conforme a la perspicacia humana, y no según la economía de Dios. Considere por ejemplo la manera en que los filisteos obraron con el arca (1 S. 6:1-9). No la rechazaron; la recibieron, pero la trataron de manera natural conforme a su habilidad. Del mismo modo, en Génesis 20 y 21, vemos que Abimelec, el rey de los filisteos, no rechazó a Dios sino que lo aceptó en una forma astuta. Abraham tomó a Dios conforme a Su economía, mientras que Abimelec lo tomó conforme a la astucia humana. Esto es lo que significa la tierra de los filisteos.

(b) Por siete corderas: la redención completa de Cristo

La fuente de Isaac era un pozo redimido (vs. 28-30). Este pozo, que Abraham había excavado, se había perdido, pues los siervos de Abimelec lo habían tomado por la fuerza (v. 25). Entonces Abraham lo redimió pagando por él siete corderas. En tipología, estas corderas son la redención completa de Cristo, lo cual indica que el agua viva y divina fue redimida, comprada nuevamente, por la plena redención de Cristo. Hoy en día, mientras todo el linaje humano vive por una fuente exenta de redención, nosotros vivimos por una fuente redimida. El agua viva que bebemos ahora no es natural; fue redimida al costo de la obra redentora de Cristo.

(c) Por un pacto: el Nuevo Pacto

La fuente de Isaac también necesitaba un pacto (vs. 31-32). Este pacto es la semilla del Nuevo Pacto. Nuestra agua viva ahora no es solamente agua redimida sino también agua del pacto. Ismael bebió del agua silvestre, agua que no tenía redención ni pacto. Sin embargo, toda el agua que Isaac bebió era agua redimida, el agua del pacto. Puesto que hemos empezado a conocer a Cristo, la fuente de nuestro vivir también ha sido el agua redimida, el agua del pacto.

(d) Para plantar

En Beerseba Abraham plantó un árbol tamarisco (v. 33). Un árbol tamarisco es una especie de sauce de hojas finas, que generalmente crece cerca del agua, y da la impresión del fluir de las riquezas de vida. El hecho de que Abraham haya plantado un árbol tamarisco después de hacer el pacto por el pozo de Beerseba, indica que el agua que él bebía fluía profusamente. El Señor Jesús dijo que todo aquel que creyera en El, de su interior correrían ríos de agua viva.

Hoy en día, la vida de iglesia se encuentra cerca del pozo de Beerseba. Cuando usted beba de este pozo y viva por él, será como un árbol tamarisco por el cual fluyen las riquezas de vida. Cuando la gente acuda a usted, nunca hallará sequía sino que será refrescada por el agua de la vida. Beerseba, que significa “pozo del juramento”, es el lugar donde debería estar la Iglesia. La Iglesia debe estar en el pozo del juramento con un pacto, y también debe estar llena de árboles tamariscos. Todos debemos ser un árbol tamarisco. Si usted mira a las ramas de dicho árbol, ellas le recordarán el fluir de las riquezas de vida. ¡Alabado sea el Señor porque hay verdaderos árboles tamariscos en las iglesias locales!

Aquí, en Beerseba, tenemos la siembra, pero con Ismael en el desierto hay vida agreste. Muchos grupos cristianos son como un desierto. Sólo convierten a la gente en personas agrestes. Sin embargo, la vida apropiada de iglesia siembra a la gente. ¿Ha sido usted sembrado? Cuando usted es plantado, deja de ser agreste.

En esta sección de la Palabra, vemos claramente que existen dos fuentes de vida. Una es la fuente natural en el desierto de nuestra alma, y la otra es la fuente redimida en el jardín de nuestro espíritu. En Beerseba, Abraham contendía por el pozo que había sido tomado por la fuerza. Ahora nosotros también debemos luchar por el pozo divino para que lo tengamos tanto para la vida cristiana como para la verdadera vida de iglesia.

viernes, 3 de agosto de 2012

¡¡¡ACORDAOS DE LA MUJER DE LOT!!! (Las Tinieblas de Afuera, lugar de vergüenza para creyentes tibios) (E.V. Génesis, Witness Lee)














NOTA: 
Dada la transcendencia del mensaje, sobrio y solemne para el momento actual
nos hemos decidido por su transcripción íntegra.

El concepto fundamental de este mensaje se resume en que 
una persona salva y genuina enfrenta la posibilidad de quedar avergonzada.
Los creyentes que, al igual que la gente mundana, viven en el mundo y buscan preservar su alma, la vida de su alma, serán avergonzados como la esposa de Lot, y perderán su alma cuando vuelva el Señor (Lc. 17:28-33). 
La mayoría de los creyentes están en esta categoría
Son creyentes, pero viven como la gente mundana, yendo de compras y vistiéndose como lo hace la gente del mundo. Puesto que ellos viven y andan como la gente del mundo, 
no hay ninguna diferencia entre ellos y la gente mundana.
Hoy en día, así como los contemporáneos de Noé y los de Lot, muchos cristianos están embotados y confusos, pues han perdido el sentido de las cosas de Dios. Incluso algunos enseñan que los creyentes pueden ser arrebatados mientras juegan fútbolPero la Palabra santa enseña que cuando el Señor vuelva, El no tomará a ningún santo que siga participando en las diversiones mundanas.

ESTUDIO-VIDA DE GENESIS

MENSAJE CINCUENTA Y TRES

VIVIR EN COMUNION CON DIOS:
UNA COLUMNA DE SAL

(http://www.librosdelministerio.org/books.cfm?id=3D06CB09)


El mensaje anterior estaba relacionado con Lot, un justo derrotado. En este mensaje llegamos a la mujer de Lot, que se volvió una columna de sal (19:26). Génesis 19 probablemente es el único pasaje que habla de una columna de sal en la historia humana, y debemos considerar eso con mucha atención. Esta columna de sal no fue creada por Dios. Es muy significativo ver que en las duras palabras que el Señor Jesús pronunció en Lucas 17, El les dijo a quienes le preguntaba acerca de la venida del reino: “Acordaos de la mujer de Lot” (Lc. 17:32). En cierto sentido, el Señor parecía decir a Sus discípulos: “No habléis del reino. Más bien, debéis reconocer cómo será la era cuando venga. Será semejante a los días de Noé y a los días de Lot. Ambas épocas prefiguran los días de Mi venida”. Por consiguiente, en las palabras duras, solemnes y sobrias del Señor, se mencionan tres eras: la era de Noé, la de Lot y la del regreso del Señor.

Cuando hablamos de Noé en mensajes anteriores en este estudio-vida, hicimos notar que él vivía en una era confusa, y que la gente de su era estaba confundida, embotada y aturdida por sus apetitos y placeres perversos. No obstante, en Lucas 17:27, al referirse a los días de Noé, el Señor mencionó el matrimonio; pero cuando habló de los días de Lot, no mencionó el matrimonio, porque en Sodoma el matrimonio se había deteriorado totalmente, y la gente se complacía en sus apetitos sodomitas. En Lucas 17:28 y 30 el Señor dijo: “Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban... así será el día en que el Hijo del Hombre sea revelado”. Después de decir esto e inmediatamente antes de exhortarnos a recordar la esposa de Lot, el Señor dijo: “En aquel día, el que esté en la azotea, y sus bienes en casa, no descienda a tomarlos; y el que en el campo, asimismo no vuelva a las cosas que dejó atrás” (Lc. 17:31). En Palestina las casas tenían techos planos. El Señor estaba diciendo en otras palabras: “Si estáis en la terraza de vuestra casa cuando Yo vuelva, no descendáis para tomar vuestras posesiones. Si lo hacéis, os quedaréis. Si trabajáis en el campo, no regreséis a casa. Debéis olvidaros de todo, excepto de Mí. Inmediatamente después de estas palabras, el Señor dijo: “Acordaos de la mujer de Lot”.
Hoy en día, así como los contemporáneos de Noé y los de Lot, muchos cristianos están embotados y confusos, pues han perdido el sentido de las cosas de Dios. Incluso algunos enseñan que los creyentes pueden ser arrebatados mientras juegan fútbol. Pero la Palabra santa enseña que cuando el Señor vuelva, El no tomará a ningún santo que siga participando en las diversiones mundanas. Los cristianos somos la labranza de Dios, la cual crece con Cristo como la simiente de vida (Mt. 13:3-8, 18-23). Ningún cristiano maduro en vida sigue participando en los esparcimientos mundanos. El Señor no cosechará en el campo a los cristianos que siguen participando en las diversiones mundanas, puesto que no han madurado y todavía están verdes y crudos. Los cristianos confusos de hoy deben escuchar esta sobria palabra.

4) Una columna de sal

Encontramos el relato de la esposa de Lot, la cual se convirtió en columna de sal, en la sección sobre vivir en comunión con Dios. Esta sección de Génesis abarca los capítulos del dieciocho al veinticuatro y es el relato de una vida en comunión con Dios, pero incluye el relato oscuro de un salvo derrotado, de su esposa y sus dos hijas. Lot tenía más hijas además de las dos que aquí se mencionan, pero cuando los ángeles llegaron a Sodoma, no pudieron encontrar a las demás. Dice en Génesis 19:15: “Y al rayar el alba, los ángeles daban prisa a Lot, diciendo: levántate, toma tu mujer, y tus dos hijas que se hallan aquí, para que no perezcas en el castigo de la ciudad”. Los ángeles parecían decir: “Lot, sólo pudimos encontrar a dos de tus descendientes. Dios nos mandó para rescatarte a ti y a toda tu familia, pero sólo encontramos a éstas. Nuestra misión es destruir la ciudad. Ahora tú, tu esposa y tus hijas deben escapar”. El versículo siguiente dice que Lot se demoraba. El original nos muestra que no sólo Lot se demoraba, sino que vacilaba, sin intención de abandonar la ciudad. Su vacilación condujo a los ángeles a asir de su mano, y de la mano de su mujer, y de las manos de las dos hijas, según la misericordia de Jehová para con él; y lo sacaron y lo pusieron fuera de la ciudad. Cuando los ángeles sacaron a estos cuatro de la ciudad, dijeron: “Escapa por tu vida; no mires tras ti” (v. 17). Pero el versículo 26 dice que “la mujer de Lot miró atrás, a espaldas de él, y se volvió columna de sal” (heb.). La esposa de Lot fue salva, pues fue librada de la ciudad y se salvó de la destrucción, pero a  pesar de ser salva, se convirtió en columna de sal. Es evidente que no es bueno convertirse en columna de sal; al contrario, es una vergüenza.
Como he dicho repetidas veces, el libro de Génesis contiene las semillas de casi todas las verdades divinas. La columna de sal mencionada en Génesis 19:26 también puede ser considerada como una semilla. El desarrollo de ésta se halla en Lucas 17:32, donde el Señor nos exhorta a recordar la esposa de Lot, y en 1 Juan 2:28, donde vemos que podemos ser avergonzados cuando aparezca el Señor. La cosecha se encuentra en Apocalipsis 16:15, donde el Señor dice: “He aquí, Yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza. El Señor vendrá como ladrón, sin previo aviso. Si en aquel tiempo nuestra desnudez queda expuesta, seremos avergonzados. Por consiguiente, la semilla de ser avergonzado se siembra en Génesis 19, se desarrolla en Lucas 17 y 1 Juan 2, y se cosecha en Apocalipsis 16. En este mensaje tengo la carga de que ustedes reciban una vívida impresión de que el libro de Génesis no tiene solamente la semilla de Abraham, sino también de Lot y de su esposa, que se convirtió en una columna de sal, una señal de vergüenza.
El concepto fundamental de este mensaje se resume en que una persona salva y genuina enfrenta la posibilidad de quedar avergonzada. No hagan caso a las enseñanzas confusas de esta era. En el cristianismo actual, muchas enseñanzas aturden a la gente, y los que absorben estas enseñanzas ni son sobrios en su mente ni viven en su espíritu. En este mensaje debemos oír una palabra seria de parte del Señor, una palabra que modere nuestra mente y vivifique nuestro espíritu.

a) La mujer de Lot

Como ya dijimos, no cabe la menor duda de que la esposa de Lot fue salva de la destrucción. Este hecho se revela tan claramente que nadie lo refuta. Sin embargo, como vimos, ella miró atrás, a espaldas de su marido, y se convirtió en una columna de sal. El hecho de que caminaba detrás de su esposo indica que ella tenía aún menos ganas que su marido de abandonar a Sodoma y que no estaba contenta de seguirlo ni de abandonar la ciudad. Si ella se hubiera alegrado de huir de Sodoma, habría caminado al lado de su esposo. Aun antes de mirar atrás y convertirse en una columna de sal, ya estaba detrás de su marido. Aprovecho este incidente para dirigirme a las esposas. Cuando se trata de cometer un pecado, es bueno que una mujer esté renuente a seguir a su marido, pero en cuanto a las cosas de Dios, no es bueno que ella se demore en seguirlo. En lo pertinente a las cosas de Dios, lo mejor que puede hacer una esposa es estar de acuerdo con su marido y acompañarlo. Esposas, en las cosas de Dios, no se queden atrás de sus maridos. Si lo hacen, podrían sufrir y convertirse en una columna de sal como le ocurrió a la esposa de Lot. Esta es una advertencia para todos nosotros.
El hecho de que la esposa de Lot se convirtiera en una columna de sal significa que ella había perdido su función y, por ende, llegó a ser una señal de vergüenza. La sal es muy útil cuando se ha pulverizado. Cuanto más fino sea el grano de sal, más útil es. Pero nadie usa la sal en forma de estatua o columna. El Señor Jesús dijo que nosotros los salvos y regenerados somos la sal de la tierra (Mt. 5:13). Nuestra función consiste en matar a los microbios de este mundo corrupto. No obstante, si llegamos a ser insípidos (Lc. 14:34), entonces igual que la esposa de Lot, habremos perdido nuestra función. La esposa de Lot, por ser miembro del pueblo de Dios, debía haber estado llena del sabor salado y capaz de matar los microbios de la corrupción a su alrededor, pero ella perdió su sabor y su función. Ella fue una señal de vergüenza.
Al escribir el libro de Génesis, el Espíritu de Dios no quiso dar el nombre de la mujer de Lot. El nombre de la esposa de Abraham, Sara, se menciona muchas veces, pero no se menciona el nombre de la mujer de Lot, pues no merece ser recordado. Esta pobre santa andaba rezagada con relación a su marido y miró atrás hacia la ciudad de Sodoma. Quizás haya mirado atrás pensando en sus hijos, su casa y demás pertenencias. Todas sus pertenencias habían quedado allí en Sodoma. Sus intereses, su corazón, sus deseos y su alma seguían allí, pese a que su cuerpo había sido sacado de esa ciudad. En consecuencia, por haber mirado atrás hacia ese lugar, el Señor la transformó en una columna de sal como advertencia y ejemplo para todos nosotros.
En Lucas 17 el Señor usó la esposa de Lot como advertencia para Sus discípulos. No obstante, son pocos los cristianos que toman en cuenta esta advertencia en su vida diaria. No obstante, debemos prestar atención a esa advertencia: la persona verdaderamente salva enfrenta la posibilidad de ser avergonzada cuando el Señor aparezca. Indudablemente no quiero convertirme en una columna de sal. ¿Y usted? Convertirse en una columna de sal no es ninguna gloria; es una vergüenza. ¡Qué vergüenza ver a un creyente convertido en una inerte columna de sal, al aire libre donde sólo experimenta sufrimiento!

b) La gente que no sigue al Señor incondicionalmente

En Lucas 14:25-33 se nos exhorta a ser incondicionales al seguir al Señor. Debemos seguir al Señor sin reserva alguna. La Biblia nos enseña a amar a los demás, pero aquí Lucas 14:26, unas palabras santas que salen de la boca del Señor Jesús, dice: “Si alguno viene a Mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun la vida de su alma, no puede ser Mi discípulo. Nadie puede seguir al Señor como es debido si no es incondicional. Nuestros padres, esposas, hijos, hermanos, hermanas y nuestra propia vida anímica deben pasar a un segundo plano. El Señor mismo debe ocupar el primer lugar y debemos seguirle de manera incondicional. Cuando el Señor habla de aborrecer a nuestros parientes por causa de El, no habla de odio en sí sino de aborrecerlos con amor.
En esta porción de la Palabra, proferida por el Señor mismo, vemos que debemos seguirle sin ninguna reserva. No se trata de adorar a Dios los domingos, ni de tener un estudio bíblico en casa de la manera que nos plazca. Un estudio bíblico puede ser una especie de entretenimiento o pasatiempo. A los ojos de Dios, un estudio bíblico en el hogar quizás no difiera de un juego de baloncesto. Usted juega con el “balón bíblico” en este estudio de la Biblia, y la sala de su casa es el campo de juego. Uno no es incondicional al seguir al Señor. No estoy bromeando; hablo en serio. No digo eso solamente a los demás sino a mí mismo. El Señor puede atestiguar que mientras yo preparaba este mensaje, El me preguntó: “¿Y qué de ti? Te he dado la comisión de dar este mensaje, pero ¿me sigues tú incondicionalmente?”. Que el Señor tenga misericordia de mí para que no predique a los demás y yo mismo venga a ser descalificado. Que El tenga misericordia de todos Sus queridos santos. ¡Cuánto necesitamos una palabra sobria para salir de la confusión! Si creemos Juan 3:16, también debemos creer Lucas 14:26-35. Se han predicado muchos mensajes sobre Juan 3:16 y se han publicado muchos folletos al respecto, pero ¿dónde están los mensajes y los folletos acerca de Lucas 14:26-35? En el recobro del Señor, no debemos esconder del pueblo de Dios ninguna verdad.
Los que no siguen sin reservas al Señor se vuelven inútiles. Díganme, ¿cuántos cristianos ahora son verdaderamente útiles en las manos del Señor para la realización de la economía de Dios? Los cristianos, en su gran mayoría, se han hecho inútiles en cuanto a la economía de Dios. Son como sal desabrida (Lc. 14:34)Estos cristianos no sólo son desabridos, sino que no son útiles “ni para la tierra ni para el estercolero”; deben ser arrojados fuera, como lo indica Lucas 14:35. Esta tierra es el campo que produce cosas para Dios a fin de que El cumpla Su propósito. El estercolero del universo es el lago de fuego, donde se amontonará toda la suciedad. Lucas 14:35 se refiere principalmente a la era venidera del reino. En la era del reino tendremos la tierra, donde se cumple el propósito de Dios, y también tendremos el lago de fuego, el estercolero. El cristianismo siempre dice que hay solamente dos lugares: el cielo y el infierno. Sin embargo, en este versículo el Señor Jesús habla de un tercer lugar, cuando afirma que la sal desabrida, inútil para la tierra o para el estercolero, es arrojada. ¿Dónde estaba la columna de sal en que se convirtió la esposa de Lot? ¿Estaba en los cielos o en Sodoma? En ninguno de los dos lugares, sino en un tercer sitio. Al leer repetidas veces el Evangelio de Lucas, ¿ha visto usted en alguna ocasión que en este capítulo hay tres lugares? ¿Dónde estará usted: en la tierra, en el estercolero o arrojado al tercer lugar?
En Mateo 25:30 el Señor dijo que el servidor inútil sería arrojado a las tinieblas de afuera. Las tinieblas de afuera deben de ser también ese tercer lugar. La Biblia no dice lo que será eso ni dónde se halla, pero sí dice que si uno es un servidor perezoso, no será útil para la tierra cuando vuelva el Señor por no haber sido de ningún provecho, ni servirá para el estercolero porque ya fue salvo. Entonces ¿adónde irá uno? Al tercer lugar, un sitio que se encuentra fuera del reino glorioso y del lago de fuego. Son pocos los cristianos que alguna vez han visto en la Biblia que hay un tercer lugar preparado para los salvos derrotados. Esto debe hacernos volver a la sobriedad. Debemos ser impresionados profundamente por el hecho de que en la plena revelación que da la Palabra divina acerca del hombre existen tres lugares: un lugar de salvación, un lugar de perdición y un lugar de vergüenza. ¿Dónde estaba la esposa de Lot? Ella fue salva, pero se hallaba en el tercer lugar, el lugar de vergüenza. Esto es lo que enseña el Señor Jesús en el Evangelio de Lucas. No intente refutar esto.

c) Los creyentes que viven en el mundo
como la gente mundana y procuran salvar su alma

Los creyentes que, al igual que la gente mundana, viven en el mundo y buscan preservar su alma, la vida de su alma, serán avergonzados como la esposa de Lot, y perderán su alma cuando vuelva el Señor (Lc. 17:28-33). La mayoría de los creyentes están en esta categoría. Son creyentes, pero viven como la gente mundana, yendo de compras y vistiéndose como lo hace la gente del mundo. Puesto que ellos viven y andan como la gente del mundo, no hay ninguna diferencia entre ellos y la gente mundana.
Salvar al alma significa rehusarse a sufrir por el Señor. Los cristianos que salvan su alma están apegados a sus placeres. Dicen: “¿Qué hay de malo en asistir a eventos deportivos? Eso no es pecaminoso”. Tal vez no sea pecaminoso, pero es mundano. No estoy diciendo que los cristianos no deben hacer ningún ejercicio físico para conservar la salud. Indudablemente lo necesitamos. Sin embargo, cuando un ejercicio se convierte en deporte o en entretenimiento, llega a ser mundano. Si usted lo disfruta y lo encuentra placentero, eso significa que está salvando su alma. Tener un disfrute psicológico y mundano equivale a salvar el alma.
Este no es el tiempo en que nosotros los cristianos debemos tener placeres o deleites psicológicos y mundanos; es tiempo de sufrir en nuestra alma, en nuestra parte psicológica. Si podemos procurarnos el sustento, eso es suficiente. No debemos buscar placeres psicológicos ni mundanos. Desde la segunda guerra mundial, ¿quién ha dado una palabra tan sobria? Durante los últimos treinta y un años he observado, pero no he oído una palabra sobria ni una amonestación, que advierta a los cristianos que no estamos en esta tierra para buscar deleites psicológicos y mundanos, y que debemos sufrir la pérdida de toda clase de entretenimiento y diversión. El placer hallado en oír cierta música en casa puede ser una manera de preservar su alma. Muchos cristianos no pueden vencer sus programas de televisión. Ver televisión puede constituir una forma de preservar el alma. No soy ni religioso ni legalista, pero sí digo que hoy no es el tiempo en que debemos tener diversiones psicológicas ni mundanas; es el tiempo en que debemos sufrir en nuestra alma. El sufrimiento del alma conduce a la salvación de la misma. Si usted no está dispuesto a sufrir para salvar su alma, será puesto en vergüenza como le sucedió a la esposa de Lot y perderá su alma cuando vuelva el Señor.
Es un error enseñar que todos los cristianos serán arrebatados al mismo tiempo cuando vuelva el Señor. Esta enseñanza crea confusión en el sentir espiritual del pueblo del Señor. En Lucas 17:34 y 35 el Señor dijo: “En aquella noche estarán dos en una cama; el uno será tomado, y el otro será dejado”. Usted podría argumentar, diciendo: “El que fue tomado es un creyente, y el que fue dejado es un incrédulo”. Pero ésa es su propia interpretación. Ambos son idénticos, pues hacen las mismas cosas en el mismo lugar, pero el Señor sólo conoce a aquel que está entregado verdaderamente a El. Si usted lee el contexto de Lucas 17:22-37, verá que esta palabra no estaba dirigida a los incrédulos sino a los discípulos del Señor. El les dijo esto con respecto al tiempo de Su venida. En los versículos 34 y 35, los “dos” se refieren a dos discípulos del Señor, de los cuales uno será tomado y el otro dejado. Indudablemente el que sea tomado no será como la esposa de Lot. El discípulo que sea dejado será semejante a la esposa de Lot. Esta es una palabra sobria.

d) Los hijos de Dios
que no permanecen en el Señor
como lo enseña la unción

Los hijos de Dios que no permanecen en el Señor como lo enseña la unción serán avergonzados cuando vuelva el Señor (1 Jn. 2:27-28). Quienes estamos en el recobro del Señor sabemos lo que es la enseñanza interior de la unción interna. Sin embargo, ¿permanecemos en el Señor conforme a la enseñanza de la unción viva dentro de nosotros? En 1 Juan 2:27 y 28 se nos exhorta a permanecer en el Señor conforme a la unción. Por ejemplo, si usted está a punto de ir de compras y la unción le dice que no debe, ¿dirá usted: “Amén, Señor”? Si tal es el caso, está bien. Pero si dice: “Señor, no voy a comprar nada malo”, el Señor podría contestar: “No me importa lo que vayas a comprar. Simplemente no vayas”. Deberíamos limitarnos a contestar: “Amén, Señor, permanezco simplemente en Ti conforme a la enseñanza de Tu unción interna”. Todos debemos permanecer en el Señor de esta manera.
Si no permanecemos en el Señor conforme a la unción, nos alejaremos de El avergonzados (1 Jn. 2:28). Una cosa es sentir vergüenza, y otra es ser avergonzado. Este versículo no dice que sentiremos vergüenza, sino que seremos avergonzados. Observe que el griego no dice “delante de El” sino “alejados de El”. Aquí la preposición griega es apo, que significa “lejos”. Si permanecemos en el Señor conforme a la unción, tendremos confianza, seguridad, denuedo y paz cuando El vuelva, y no nos alejaremos de El. En el sentido literal, la expresión griega traducida “en Su venida” equivale a “en Su presencia”. La voz griega que se traduce presencia es parousia, cuyo significado incluye la venida. Podemos tener Su venida sin Su presencia. Por ejemplo, el presidente de los Estados Unidos podría venir a Anaheim una noche, pero tal vez muy poca gente entre en su presencia, es decir, en su parusía. El Señor Jesús vendrá, pero ¿será usted digno de Su presencia? Si usted vive de manera mundana, amando al mundo y poniendo al Señor al último lugar en su vida, ¿cómo podría ser introducido en Su presencia cuando El venga? Debemos permanecer en el Señor conforme a la unción interior para tener confianza, denuedo y seguridad delante de El, en Su presencia, cuando El aparezca y no alejarnos de El avergonzados.
El Señor, en Su aparición, disciplinará a Sus creyentes. Si Sus creyentes lo siguen ahora y permanecen en El conforme a la unción interior, tendrán paz, denuedo, seguridad y confianza, y serán introducidos en Su parusía, Su presencia. Si ahora no permanecen en El, cuando El aparezca se alejarán de El avergonzados. Alejarse de El avergonzados significa ser puestos en ese tercer sitio, el lugar que no es ni la labranza, donde se cumple el propósito de Dios, ni el estercolero, que es el lago de fuego. Es el lugar de vergüenza fuera de Su presencia. Un creyente avergonzado y que se aleja de El no está condenado. Sigue siendo salvo, pero debe ser avergonzado. El hecho de ser avergonzado lo disciplinará, lo cual constituirá el castigo que el soberano Señor infligirá sobre Sus creyentes derrotados. Este asunto es bastante claro y muy grave.

e) Los creyentes que descuidan el regreso del Señor
y no llevan una vida apropiada

Los creyentes que no prestan atención al regreso del Señor y no llevan una vida apropiada serán puestos en vergüenza (Ap. 16:15). En Apocalipsis 16:15, el Señor nos exhorta a guardar nuestras ropas. En la Biblia el vestido siempre representa nuestro andar y nuestro vivir. Debemos tener un andar limpio, y nuestro vestido espiritual debe ser puro, blanco y aprobado por Dios. Debemos velar esperando el regreso del Señor y tener puros nuestros vestidos. Si llevamos una vida limpia, no estaremos desnudos cuando El venga, y los hombres no verán nuestra vergüenza. Este versículo también dice que el Señor vendrá como ladrón. El no vendrá como un visitante que anuncia Su llegada con mucha anticipación. El ladrón viene cuando menos lo imaginemos. Me han dicho que a menudo los ladrones vienen sobre las tres o cuatro de la madrugada, cuando la gente duerme profundamente. Debemos ser sobrios y velar. De lo contrario, el Señor vendrá como ladrón y nuestra desnudez quedará expuesta. Una vez más, esto nos dice que una persona salva puede ser avergonzada cuando vuelva el Señor.

f) El pueblo de Dios que no vive ni anda
conforme a la economía de Dios

El pueblo de Dios que no vive ni anda conforme a Su camino, es decir, conforme a Su economía, no cumplirá Su propósito y será avergonzado. Como ya vimos, éste es el significado de la columna de sal. No tome esto simplemente como un estudio bíblico, sino como una advertencia para todos nosotros. Ni aun quienes estamos en el recobro del Señor podemos permitirnos vivir licenciosamente ni ser indiferentes. Debemos ser sobrios y tener en cuenta que la situación es bastante grave. Debemos llevar una vida y un andar que cumplan el propósito de Dios. Entonces, cuando el Señor aparezca, estaremos en Su parusía y no seremos arrojados a ese tercer lugar, el lugar de vergüenza.

Véase también:
Cristianos adictos al entretenimiento de Jhon Piper: 
http://www.youtube.com/watch?v=AV0gZr5lfUA&feature=player_embedded