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domingo, 20 de febrero de 2011

REACCIÓN EN CADENA (de vida) EN LOS ÁMBITOS ESPIRITUALES, George H. Warnock




Tremendo libro de "George H. Warnock", sin un ápice de desperdicio.

Doy gracias a Dios por este "hijo de Isacar" entendido en los tiempos y que sabe lo que la Iglesia tiene que hacer en nuestros días, y cuyos dichos debemos seguir (1º Cr 12:32). También alabo a Dios porque lo que dice es una confirmación completísima al mensaje de este blog, de la revelación de "Finisterre al Borde del Jordán", esbozada en el artículo "Cómo comenzará el Último Gran Avivamiento".

!Que nuestro amoroso Padre inicie pronto esa reacción en cadena, ese terremoto espiritual que conmoverá los cimientos de cielo y tierra!



Enlace para lectura o descarga:
https://drive.google.com/file/d/0B3J8IdHJ_36NYjE3OWI5NlQ4dDg/view?usp=sharing

lunes, 14 de febrero de 2011

AYUNAN PORQUE NO TIENEN LA PRESENCIA DEL NOVIO, Witness Lee




(Estudio-Vida de Mateo)

V. AYUNAN PORQUE NO TIENEN LA PRESENCIA DEL NOVIO

A. Los discípulos de Juan y los fariseos

Como un libro de doctrinas, Mateo nos presenta otro caso en los versículos del 14 al 17 del capítulo nueve: el de los que ayunaban por no contar con la presencia del Novio. El versículo 14 dice: “Entonces se le acercaron los discípulos de Juan, diciendo: ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos mucho, y Tus discípulos no ayunan?” Los versículos del 10 al 13 relatan la manera en que el Señor respondió a la pregunta de los fariseos, quienes permanecían en la religión antigua. Más adelante, en los versículos del 14 al 17 el Señor se encuentra con el problema de los discípulos de Juan, quienes se encontraban en la nueva religión. Juan el Bautista había abandonado la religión antigua y comenzado su ministerio en el desierto, fuera de la religión. Sin embargo, al poco tiempo, los discípulos de Juan formaron una religión nueva que impedía que los hombres disfrutaran a Cristo, tal como lo habían hecho los fariseos con la religión antigua. El ministerio de Juan el Bautista hacía que los hombres conocieran a Cristo, a fin de que El llegara a ser el Redentor, la vida y el todo de ellos. No obstante, algunos de los discípulos de Juan se desviaron de la meta, que era Cristo, y se aferraron a algunas de las prácticas de Juan, transformándolas en una religión. Ser religioso significa hacer algo para Dios, pero sin Cristo. Todo lo que hagamos sin la presencia de Cristo es meramente religioso, aun cuando se trate de algo bíblico y ortodoxo. Tanto los discípulos de Juan, quienes pertenecían a la nueva religión, como los fariseos, que pertenecían a la antigua, ayunaban mucho, pero lo hacían sin Cristo. Ellos carecían de la presencia de Cristo, el Novio, y por eso hicieron del ayuno un formalismo religioso. Mientras tanto, censuraban a los discípulos de Cristo, quienes no ayunaban pero tenían a Cristo consigo y vivían en Su presencia.

Juan el Bautista nació sacerdote, pero pronto abandonó por completo todo lo relacionado con la religión. Sin embargo, antes de cumplir tres años en prisión, sus discípulos ya habían formado una nueva religión. El propósito de tener una religión es adorar a Dios, servirle y realizar ciertas prácticas para agradarle, pero sin la presencia de Cristo. La religión es cualquier cosa que usted haga para Dios, sin la presencia del Espíritu y sin Cristo. Los fariseos llevaban a cabo un gran número de obras para Dios, pero Cristo no estaba en ellas. Servían grandemente a Dios sin contar con el Espíritu. De la misma manera, los discípulos de Juan el Bautista practicaban el ayuno sin Cristo y sin el Espíritu, a pesar de que lo hacían para Dios. De esta manera ellos formaron otra religión. Por lo tanto, en el versículo 14 encontramos la antigua religión de los fariseos, y la nueva religión de los discípulos de Juan.

¡Qué fácil es formar una religión! No piense que se puede librar de la religión simplemente por abandonar un método y adoptar uno nuevo. No importa si el método es nuevo o viejo, en tanto que no tenga a Cristo, ni al Espíritu, será una religión. Un método puede ser simplemente una religión nueva. Recordemos que la religión es hacer obras para agradar a Dios, sin Cristo y sin el Espíritu.

A los fariseos, que se creían justos y pertenecían a la religión antigua, les molestó que Cristo fuera amigo de los recaudadores de impuestos y los pecadores, personas que ellos condenaban (v. 11). Ellos también condenaron al Señor por cenar con los pecadores. A los discípulos de Juan, los cuales ayunaban y pertenecían a la religión nueva, les molestó que Cristo y Sus discípulos cenaran (v. 14), y los condenaron por no ayunar. La situación es similar hoy en día. Los religiosos nos condenan por todo. ¿Qué debemos entonces hacer? Debemos quedarnos con el Médico.

B. No ayunar por estar con el Novio

En el caso de la nueva religión, el Señor no sólo es el Médico, sino también el Novio. En el versículo 15, el Señor Jesús les dijo: “¿Acaso pueden los compañeros del novio tener luto mientras el novio está con ellos? Pero vendrán días cuando el novio les será quitado, entonces ayunarán”. Los médicos así como los novios son personas agradables. Aprecio la sabiduría del Señor. En el caso de los fariseos, El se identificó como un médico. Pero en el caso de los discípulos de Juan, se compara a Sí mismo con un novio en las bodas. El Señor pregunta si los compañeros del novio pueden tener luto mientras el novio está con ellos. Estar con el novio es motivo de regocijo. Pero cuando el Novio les sea quitado, entonces ayunarán.

La expresión “los compañeros del novio” se refiere a los discípulos del Señor. En el período de transición del ministerio del Señor en la tierra, Sus discípulos eran los compañeros del Novio; más tarde ellos serán la novia (Jn. 3:29; Ap. 19:7). El Novio les fue quitado a los compañeros del Novio cuando el Salvador real fue tomado de entre los discípulos al cielo (Hch. 1:11). Después de eso, ellos ayunaron (Hch. 13:2-3; 14:23).

El Salvador real, al dirigirse a los fariseos, que eran disidentes y justos en su propia opinión, y pertenecían a la religión antigua, indicó que El era un médico que había venido para sanar a los enfermos (v. 12). Al dirigirse a los discípulos de Juan, que eran disidentes, ayunaban y pertenecían a la religión nueva, el Señor se reveló como el Novio que había venido para tomar a la novia. Juan el Bautista había dicho a sus discípulos que Cristo era el Novio que había venido para tomar a la novia (Jn. 3:25-29). En este pasaje, Cristo, el Salvador real, les recuerda esto a algunos de ellos. El Salvador real primeramente sanó a Sus seguidores, y luego hizo de ellos los compañeros del Novio. Al final, El los hará Su novia. Ellos debían asirse de El, no sólo como a un médico para recuperar la salud, sino también como a un novio para tener el gozo de vivir en Su presencia. Ellos estaban en una boda gozosa con El, y no en un funeral triste sin El. ¿Cómo, pues, podrían ayunar y no festejar delante de El? Esta pregunta disidente que provino de los discípulos de Juan indicaba que algunos de ellos habían caído en una religión nueva y que también habían rechazado al Salvador real.

La pregunta de los discípulos de Juan parecía estar relacionada con la doctrina. Pero el Señor no respondió con una doctrina, sino con una persona, la persona más agradable: el Novio. Los religiosos siempre se preocupan por la doctrina, preguntando: “¿Por qué?” Pero Cristo sólo se ocupa de Su persona. El vivir y andar de Sus seguidores debe ser gobernado y dirigido solamente por Su persona y Su presencia, y no por ninguna doctrina.

Sería ridículo que alguien ayunara en una boda. Además, ayunar mientras otros disfrutan la fiesta de boda sería un insulto para el novio. Aquí vemos la sabiduría del Señor. El no discutió con ellos, pero ciertamente condenó a los religiosos. Parece como si el Señor dijera: “Vosotros los religiosos os habéis desviado. ¿No comprendéis que Yo soy el Novio y que todos Mis discípulos son los compañeros del Novio? Ellos no deben estar ayunando, sino disfrutando un banquete conmigo”. Sin estos dos casos, el Señor Jesús nunca podría haber sido revelado como el Médico y el Novio. Debemos agradecer al Señor por los fariseos y por los discípulos de Juan. Deberíamos además agradecerle por todas las religiones, ya que sin las ocasiones proporcionadas por la religión, el Señor no podría haberse revelado en tantos aspectos diferentes. Hoy en día sucede lo mismo.



ESTUDIO VIDA DE MATEO

MENSAJE VEINTIOCHO

LA CONTINUACION DEL MINISTERIO DEL REY

(4)

Este mensaje es una continuación del mensaje anterior sobre Mateo 9:9-17.

C. No se pone remiendo de tela nueva en vestido viejo

En Mateo 9:16 el Señor continúa con algo aun más fino, más dulce y más íntimo; El dice: “Nadie pone un remiendo de paño no abatanado en un vestido nuevo; porque lo añadido tira del vestido, y se hace peor la rotura”. La palabra griega ágnaphos se traduce “no abatanado”; está formada por a, que significa no, y por gnapto, que se refiere a cardar o peinar la lana; así que significa no cardado, no tratado al vapor ni lavado, burdo, no abatanado, no procesado. El paño no abatanado representa a Cristo desde Su encarnación hasta Su crucifixión, como un remiendo de paño nuevo, no tratado ni acabado; mientras que el vestido nuevo en Lucas 5:36 representa a Cristo como manto nuevo después de que fue “tratado” en Su crucifixión. (La palabra griega que se traduce “nuevo” en Lucas 5:36 es kainós, la misma palabra que aparece en la expresión “odres nuevos” en Mateo 9:17). Cristo fue primero el paño no abatanado que servía para hacer un vestido nuevo, y luego, por medio de Su muerte y resurrección, fue hecho un vestido nuevo que nos cubre como nuestra justicia delante de Dios, a fin de que seamos justificados por Dios y aceptables a El (Lc. 15:22; Gá. 3:27; 1 Co. 1:30; Fil. 3:9). Un remiendo de paño no abatanado, cosido en un vestido viejo, tira del vestido debido a que se encoge, y hace peor la rotura. Coser un remiendo así en un vestido viejo, significa imitar lo que hizo Cristo en Su vivir humano en la tierra. Esto es lo que tratan de hacer los modernistas de hoy. Sólo imitan las acciones humanas de Jesús para mejorar su conducta; no creen que el Jesús crucificado sea su Redentor ni que el Cristo resucitado sea su justicia para así ser justificados por Dios y aceptos delante de El. Su imitación del vivir humano de Cristo “tira” del “vestido viejo” de ellos, el cual es la conducta producida por su vieja vida natural. Los ciudadanos del reino no hacen esto; ellos toman al Cristo crucificado y resucitado como el vestido nuevo que los cubre como justicia delante de Dios.

El vestido viejo en el versículo 16 representa la buena conducta, las buenas acciones y las prácticas religiosas producidas por la vieja vida natural del hombre. El Señor Jesús fue muy sabio. En el versículo 16 no dijo: “Vosotros los discípulos de Juan debéis daros cuenta de que vuestros vestidos están rotos y llenos de agujeros. Vuestro ayuno es en realidad como cortar un pedazo de tela no abatanada y utilizarlo para remendar los agujeros de vuestra ropa”. En vez de decirles esto directamente, el Señor indicó a los discípulos de Juan que su vestido no era perfecto. Les señaló que sus vestiduras tenían agujeros y que por medio del ayuno ellos intentaban remendar dichas roturas. Ningún hombre podría expresarse así como lo hizo el Señor Jesús en el versículo 16. Sus palabras sabias están llenas de significado, amonestación, revelación e instrucción. El Señor estaba diciendo a los discípulos de Juan: “¿Por qué me preguntáis acerca del ayuno? Vuestro ayuno es una manera de remendar vuestros vestidos rotos. Al ayunar, demostráis que estáis conscientes de que tenéis agujeros en vuestras vestiduras, los cuales necesitan ser remendados. Juan, vuestro maestro, os guió a Mí, y ahora procuráis utilizarme para remendar esos agujeros. Esto significa que estáis cortando un trozo de Mi tela no abatanada para remendar las roturas de vuestra ropa. Pero Mi tela está llena del poder que encoge; por eso, no debéis zurcir ningún pedazo de él en vuestra vieja y rota vestidura; si lo hace, la rotura se hará más grande”.

La narración de Lucas 5:36 es un poco diferente de la de Mateo 9:16. El versículo 36 dice: “Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo y lo pone en un vestido viejo”. Debemos notar que Mateo dice “tela” y Lucas dice “vestidura”. El Señor Jesús se compara a Sí mismo con un pedazo de tela no abatanada. Esto indica lo que El era en el lapso entre Su encarnación y Su crucifixión. Durante este período, El era tela sin encoger, tela nueva que nunca había sido abatanada o tratada. A través de Su muerte y resurrección esta tela nueva fue tratada y hecha un vestido nuevo. El Señor quería darse a nosotros, no como una pieza de tela no abatanada, sino como un vestido terminado y completo que podríamos ponernos como nuestra justicia para ser justificados ante Dios. Después de Su muerte y resurrección El fue hecho el vestido terminado para que lo usemos y así asistir a Su boda. Así que, El no es únicamente el Novio, sino también nuestro vestido de bodas, el cual nos califica para asistir a Su fiesta de bodas.

¿Por qué el Señor Jesús, después de decirnos que El es el Novio, habló de la nueva tela, del nuevo vestido? Debemos echar una mirada más profunda para discernir lo que significa esto. El Señor nos dice que el Novio está con nosotros. Pero mírese a sí mismo ¿merece usted Su presencia? ¿piensa que su verdadera condición a los ojos de Dios es merecedora de la presencia del Novio? Todos debemos contestar que no. Todo lo que nosotros tenemos y todo lo que somos no es digno de la presencia del Señor. Para disfrutar de Su presencia necesitamos cumplir ciertos requisitos. Necesitamos estar en cierta situación y en cierta condición. Lo que somos por naturaleza, lo que podemos hacer y lo que tenemos, no nos capacita para estar en la presencia del Novio. El Novio es Cristo, y Cristo es Dios mismo. Supongamos que Dios se le aparece hoy. ¿Podría usted quedarse indiferente? El es el Dios santo y justo, y tal persona es el Novio. Recuerde la historia del hijo pródigo presentada en Lucas 15, quien regresó a su casa. Sin duda alguna, el padre lo amaba profundamente; no obstante, la condición del hijo era totalmente inadecuada ante la presencia de su padre. Por lo tanto, el padre ordenó inmediatamente a sus siervos que tomaran la mejor túnica y lo vistieran para que pudiera estar en su presencia. Nuestro Novio es Dios mismo. ¿Cómo podemos nosotros, unos pobres pecadores, disfrutar de la presencia del Rey celestial? Debemos recordar el contexto de los versículos de Mateo 9, donde el Señor Jesús estaba comiendo con recaudadores de impuestos y pecadores. Nosotros somos “recaudadores de impuestos” y pecadores. No tenemos derecho alguno; necesitamos vestirnos apropiadamente para poder sentarnos en la presencia del Señor. Esta es la razón por la que el Señor, después de que habló de Sí mismo como el Novio, nos dijo que necesitamos ser vestidos con una nueva vestidura. Cuando nos ponemos la nueva vestidura, somos dignos de Su presencia. Cuando el hijo pródigo fue vestido con la mejor túnica, pudo de inmediato presentarse ante su honorable padre. El mejor vestido lo permitió disfrutar de la presencia del padre. Nosotros los pecadores y los “recaudadores de impuestos”, necesitamos ser vestidos con una nueva vestidura para poder ser merecedores de la presencia del Novio.

No me agrada presentar sólo enseñanzas y doctrinas, prefiero la práctica y la experiencia. Permítame comprobar con usted: “Puesto que Cristo resucitó y llegó a ser el vestido nuevo, ¿cómo podemos vestirnos de El? Gálatas 3:27 dice: “Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos”. Debemos vestirnos de Cristo, y la manera de hacerlo es bautizarnos en El. Por lo tanto, debemos ver de qué forma somos bautizados en Cristo. Hemos visto que después de Su resurrección Cristo llegó a ser una nueva vestidura, pero la Biblia también nos dice que después de resucitar, el Señor fue hecho el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). Si Cristo no fuera el Espíritu, ¿cómo podríamos ser bautizados en El? Al ser crucificado, sepultado y resucitado, Cristo fue hecho un pneúma vivificante, un aliento dador de vida, el aire viviente. Puesto que El es aliento, le es muy fácil entrar en nosotros, y debido a que El es aire, nos es muy fácil entrar en El. El Cristo resucitado fue hecho un Espíritu vivificante y todo-inclusivo. En este Espíritu está todo lo que Cristo es y todo lo que El ha realizado. Este Espíritu todo-inclusivo es el mismo Cristo todo-inclusivo, y este Cristo como el Espíritu es nuestra vestidura nueva; de aquí que, aun el vestido es el Espíritu. Nosotros fuimos bautizados en Cristo, quien es el Espíritu. Es así como nos vestimos de Cristo. El es el pneúma, el Espíritu todo-inclusivo. Cuando somos bautizados en El, nos vestimos de El. Inmediatamente El como el Espíritu llega a ser nuestra ropa, nuestra cubierta; de esta manera somos hechos aptos [para disfrutar de la presencia del Padre]. Por lo tanto, la nueva vestidura con que nos cubrimos es Cristo mismo como el Espíritu todo-inclusivo.

Este es el significado de lo dicho por el Señor en 28:19: “Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. La realidad del nombre está en el Espíritu. Bautizar a los hombres en el nombre significa bautizarlos en el Espíritu, quien es Cristo como el pneúma todo-inclusivo. Cristo se encarnó, vivió sobre la tierra, fue crucificado, realizó la redención y resucitó. Después de que todo fue concluido, llegó a ser el pneúma todo-inclusivo en resurrección. En este pneúma están incluidas la encarnación, la crucifixión y la redención. Su resurrección, el poder de Su resurrección y la vida de esta resurrección también están incluidos en este pneúma. Cuando somos bautizados en El, somos bautizados en este pneúma, y al ser bautizados en El, nos vestimos de El. Debemos tomar a Cristo como la vestidura nueva, y esta vestidura es el Espíritu todo-inclusivo. Cristo ya no es la tela no tratada; ahora es el vestido terminado, en el cual tenemos redención, el poder de la resurrección y todos los demás elementos de la Persona divina. Este nuevo vestido no es más un simple pedazo de tela, sino el pneúma divino, el Espíritu todo-inclusivo, que incluye la encarnación de Cristo, Su crucifixión, Su obra redentora, Su resurrección y el poder de Su resurrección. Ahora El es la vestidura terminada que podemos tomar como nuestro vestido. ¡Aleluya, podemos vestirnos de este Cristo!

D. No se echa vino nuevo en odres viejos

Mateo 9:17 dice: “Ni echan vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se revientan, y el vino se derrama, y los odres se estropean; sino que echan el vino nuevo en odres nuevos, y así ambos se conservan”. La palabra griega, neós, que aquí se traduce “nuevo”, significa “nuevo con respecto al tiempo, reciente, recién adquirido”. Aquí el vino nuevo representa a Cristo como la vida nueva, lleno de vigor, que estimula a la gente. El vino nuevo es la vida de Cristo que alegra al hombre. La vida divina está comparada con el vino que posee la fuerza estimulante. Cuando recibimos Su vida, ésta trabaja dentro de nosotros durante todo el día para animarnos. Este vino nuevo nos fortalece, nos da energía y nos alegra. El Salvador real no sólo es el Novio de los ciudadanos del reino, a quien ellos han de disfrutar, sino también su vestido nuevo, que los viste adecuadamente para que asistan a la boda. Además, El es su vida nueva que los estimula interiormente a fin de que le disfruten como su Novio. El, como su Rey celestial, es el Novio, el disfrute de los ciudadanos del reino, y Su reino celestial es la fiesta de bodas (22:2), donde ellos le disfrutarán. Para disfrutarlo como el Novio en la fiesta del reino, ellos lo necesitan exteriormente como su nuevo vestido e interiormente como su vino nuevo.

Consideremos de nuevo el ejemplo del hijo pródigo. Después de ser vestido con la mejor túnica, el hijo pródigo pudo todavía decir: “Oh padre, la mejor túnica te satisface a ti, pero no a mí. Yo aún tengo hambre y necesito ser satisfecho”. Por eso, de inmediato el padre ordenó al siervo que sacrificara el becerro engordado y dijo: “Comamos y alegrémonos”. Con esto vemos que la provisión del padre no es sólo externa sino también interna. Por consiguiente, después de que el Señor habló acerca del nuevo vestido, procedió a hablar del vino nuevo, el cual es una provisión que no ha de satisfacer la necesidad externa, sino la interior. Requerimos algo para cubrirnos, pero también necesitamos algo que nos satisfaga. Exteriormente somos bastante pobres e interiormente estamos muy vacíos. Por causa del Padre necesitamos la túnica sobre nosotros, y para nuestra satisfacción necesitamos recibir el vino en nuestro interior. Necesitamos ambos, el nuevo vestido y el nuevo vino. El Señor es nuestra nueva vestidura y también el vino nuevo. El es nuestra cubierta y nuestro contenido. No sólo nos hace aptos, sino que también nos satisface. Por tanto, El nos capacita así como nos satisface; es la provisión que satisface nuestra necesidad externa así como nuestra hambre y sed interiores.

En el versículo 17 el Señor dijo que no debemos echar vino nuevo en odres viejos. Los odres viejos representan las prácticas religiosas, como por ejemplo el ayuno que guardaban los fariseos, quienes pertenecían a la religión antigua, así como los discípulos de Juan, que pertenecían a la religión nueva. Todas las religiones son odres viejos. El vino nuevo echado en odres viejos revienta los odres con el poder de su fermentación. Echar vino nuevo en odres viejos es poner a Cristo, la vida estimulante, en cualquier clase de religión. Esto es lo que los llamados fundamentalistas y los pentecostales practican hoy en día, o sea, tratan de circunscribir a Cristo en sus varias formas de rituales, formalidades y prácticas religiosas. Los ciudadanos del reino nunca deben hacer esto. Ellos deben echar el vino nuevo en odres nuevos.

El vino nuevo requiere un odre, un recipiente. Debido a que el vino nuevo está saturado con el poder fermentador, si usted lo echa en un odre viejo, el poder fermentador del vino nuevo reventará el odre viejo. Toda práctica religiosa es un odre viejo. En este versículo Cristo parece estar diciendo a los fariseos y a los discípulos de Juan: “El ayuno es un odre viejo. No tratéis de echar el vino nuevo de Mi vida en el odre de vuestras viejas prácticas religiosas. El vino “reventará” vuestras prácticas religiosas. El nuevo vino de Mi vida requiere un odre nuevo.

Sin duda, algunos han recibido el vino nuevo, pero han intentado vaciar este vino en un odre viejo. He observado esta clase de insensatez desde hace más de cuarenta años. Muchos se han acercado a la iglesia local y han probado el vino nuevo. Ellos han exclamado: “Esto es realmente maravilloso, es exactamente lo que ‘mi iglesia’ necesita”. Entonces ellos tratan de llevar este vino nuevo a ese viejo odre. ¿Sabe usted lo que sucedió? El viejo odre se reventó y el vino nuevo se derramó. Sin embargo, si usted echa el vino nuevo en un odre nuevo, ambos se preservarán.

Hemos visto que el vino nuevo pertenece al odre nuevo. No obstante, hoy en día, el llamado movimiento carismático ha sido vertido en el viejo odre del catolicismo. Inclusive algunas iglesias católicas tienen misas carismáticas. Los asuntos carismáticos se están mezclándose con tales misas y con la adoración a María. ¡Qué confusión! Esto no es otra cosa que la levadura mezclada con la harina fina (13:33). En otras palabras, es el vino nuevo puesto en un odre viejo. Estoy preocupado porque este vino haya dejado de ser el vino nuevo, pues parece no tener el poder fermentador. Si lo tuviera, el viejo odre se reventaría. Si el movimiento carismático fuera el vino nuevo genuino, lleno del poder fermentador, reventaría el viejo odre del catolicismo.

E. El vino nuevo se echa en odres nuevos

En el versículo 17 el Señor también dijo: “Echan el vino nuevo en odres nuevos, y así ambos se conservan”. La palabra griega, kainós, que aquí se traduce “nuevos”, significa “nuevo en cuanto a naturaleza, cualidad o forma; no estrenado ni usado”; por lo tanto, nuevo o fresco. Los odres nuevos representan la vida de iglesia, practicada por las iglesias locales, como el recipiente del vino nuevo, el cual es Cristo mismo como la vida que alegra a la gente. Las personas que pertenecen al reino son edificadas como la iglesia (16:18), y la iglesia es expresada por medio de las iglesias locales, en las cuales se encuentran los ciudadanos del reino (18:15-20). Estas son personas regeneradas, que constituyen el Cuerpo de Cristo y llegan a ser la iglesia (Ro. 12:5; Ef. 1:22-23). El Cuerpo de Cristo, Su plenitud, también es llamado “el Cristo” (1 Co. 12:12) en referencia al Cristo corporativo. El Cristo individual es el vino nuevo, la vida interior estimulante; y el Cristo corporativo es el odre nuevo, el recipiente exterior que contiene dicho vino. Para los ciudadanos del reino, lo importante es la vida de iglesia, donde Cristo es el contenido, y no el ayuno ni ninguna otra práctica religiosa. Cristo no vino para establecer una religión terrenal llena de rituales, sino para establecer un reino celestial de vida. El no establece tal reino con prácticas religiosas y muertas, sino consigo mis- mismo, la persona viviente, como el Salvador, el Médico, el Novio, el paño no abatanado, y el vino nuevo que trae un disfrute pleno a Sus seguidores, a fin de que lo disfruten a El en plenitud, con el propósito de que ellos sean el odre nuevo que lo contenga y de que lleguen a ser los constituyentes de Su reino.

Vemos entonces que el nuevo odre es la vida de iglesia, y la iglesia es en realidad el agrandamiento de Cristo. El Cristo individual es nuestro vino interior. La iglesia es el Cristo corporativo, el agrandamiento del Cristo individual. El Cristo corporativo es el odre, el recipiente que contiene al Cristo individual como nuestro vino. Jamás consideremos a la iglesia como una religión; la iglesia es una entidad corporativa llena de Cristo, porque es Su agrandamiento.

Cristo no es únicamente nuestra vestidura nueva y nuestro vino nuevo, sino que también, al ser agrandado, es nuestro odre nuevo cuyo fin es contener el vino nuevo. El nos capacita exteriormente y nos satisface interiormente. Además, de una manera corporativa, El es la iglesia, el Cuerpo (1 Co. 12:12), un vaso capaz de preservar el vino nuevo. Cristo lo es todo: el Novio, el vestido nuevo, el vino nuevo y también el vaso corporativo que contiene lo que disfrutamos de El. El significado de este pasaje es muy profundo.

Es necesario que veamos algo más acerca de Cristo como el nuevo odre. En 1 Corintios 12:12 se dice: “Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también el Cristo”. En este versículo leemos que no sólo se trata de que los miembros concertados sean el Cuerpo, sino que este Cuerpo sea Cristo mismo. Nosotros siempre hemos considerado a Cristo como la Cabeza; pero, ¿hemos llegado a entender, al menos un poquito, que Cristo es también el Cuerpo? En cuanto a la práctica, ¿en qué sentido es Cristo el Cuerpo? El es el Cuerpo, porque el Cuerpo está compuesto de muchos miembros quienes están llenos de Cristo. Cristo está en usted, Cristo está en mí, y Cristo está en cada uno de nosotros. Todos nosotros tenemos a Cristo en nuestro interior. En el primer capítulo de 1 Corintios, Pablo dice que Cristo no está dividido. El Cristo que está en usted es uno con el Cristo que está en mí, y el Cristo que está en nosotros es uno con el Cristo que vive en todos los cristianos. Por lo tanto, Cristo es el Cuerpo compuesto de muchos miembros que están llenos de El. Este es el nuevo odre, el cual es la vida de la iglesia que contiene a Cristo como nuestro vino.

Sin el odre, ¿cómo podríamos guardar el vino? No piense que usted, un solo individuo, es el vaso. No, usted sólo es una parte del vaso. ¿Cómo puede un vaso contener agua si está en pedazos? Es imposible. No debemos considerarnos personas importantes; somos nadie. Unicamente somos miembros pequeños del Cuerpo. Es verdad que cierta cantidad de sangre está en mi dedo meñique, pero este pequeño dedo es sólo un miembro de mi cuerpo. Si lo cortara del cuerpo, la sangre que fluye en ese dedo inmediatamente cesaría, pues en lugar de contener la sangre, el dedo la perdería. El día que usted deje la vida de iglesia, empezará a perder a Cristo; el vino nuevo comienza a perderse. Nada excepto la vida de iglesia puede contener al Cristo que disfrutamos. Nunca considere que la iglesia sea un asunto insignificante.

Debemos también entender que el odre no es sólo el recipiente del vino, sino también el medio por el cual bebemos de este vino. Muchos de nosotros podemos testificar que siempre que asistimos a una reunión de la iglesia, descubrimos que ése es verdaderamente el lugar donde podemos beber a Cristo. Es ahí donde bebemos al Señor como nunca antes. La vida de iglesia no es meramente un recipiente, sino un vaso del que podemos beber. Necesitamos a Cristo como el vestido nuevo, como el vino nuevo y también lo necesitamos en una manera corporativa como el odre nuevo. Necesitamos la vida de iglesia. No nos interesa la religión, las formas ni los ritos; nos interesa sólo el Cristo que está en usted y el Cristo que está en mí. Este es el nuevo odre.

Ahora, me gustaría decir una palabra para los jóvenes. Los jóvenes podrían decir: “Mientras estemos con los mayores, estaremos en la religión. Pero si nos apartamos de ellos, no seremos más religiosos”. Este es un concepto erróneo. Todo depende de que en realidad la iglesia sea o no el agrandamiento de Cristo. No tiene nada que ver con la edad. Aun si todos los bebés se reúnen, es posible que permanezcan en la religión por no tener a Cristo como su contenido. Si los miembros mayores están llenos de Cristo y saturados de El, entonces son la iglesia, no importa de qué edad sean. Recordemos que la religión consiste en hacer algo para Dios sin Cristo. Pero la iglesia es Cristo agrandado, o sea, el agrandamiento de Cristo; y el odre nuevo es Cristo agrandado en una expresión corporativa. Esto es la iglesia. La iglesia no es algo para Dios pero sin Cristo y sin el Espíritu; al contrario, la iglesia es el agrandamiento de Cristo y está llena de El, inclusivo Cristo es el mismo elemento que la constituye. No importa cuál sea nuestra edad, debemos estar llenos de Cristo. Entonces, cuando nos reunamos, seremos la expresión local de la iglesia, y ésta es el odre. No importa cuánto poder fermentador haya en la vida divina de Cristo, nunca podrá reventar la iglesia.

Actualmente hay cuatro clases de cristianos. Los primeros son llamados cristianos pero en verdad no lo son, sino que son modernistas, los llamados cristianos modernistas. Ellos sólo toman a Cristo como el nuevo vestido, y dicen: “Mira cómo vivió Jesús: El estaba tan lleno de amor y sacrificio; debemos imitarlo y seguirlo”. Pero hacer esto es sólo cortar un pedazo de tela nueva para remendar un vestido viejo. Los modernistas tratan de tomar la tela no encogida del vivir humano del Señor y utilizarla para remendar los agujeros en su conducta. Pero esta tela no tratada se encoge y tira del vestido haciendo las roturas más grandes. Los modernistas no creen que Cristo murió por sus pecados en la cruz, no creen que Cristo es Dios ni creen en Su resurrección. Ellos únicamente creen que deben imitar el vivir humano de Jesús.

La segunda clase de cristianos son los fundamentalistas. Ellos creen que Cristo es Dios, que Cristo es su Redentor, quien murió en la cruz por los pecados y que resucitó. Los cristianos fundamentales reciben y aceptan al Cristo resucitado como su justicia. Toman a Cristo, no como una pieza de tela nueva, sino como el vestido terminado, pero conocen poco de la vida interior, del vino interior. Ellos se cubren de Cristo como su vestido exterior, pero no beben de El como el vino interior.

La tercera clase de cristianos pueden ser llamados los cristianos de la vida interior. Ellos no sólo se visten de Cristo como su nueva vestidura, sino que también lo conocen como su vida interior. De hecho, ellos dan mucho énfasis a la vida interior. Los cristianos de la vida interior han progresado más que los dos grupos anteriores, pero a pesar de este mejoramiento, les falta algo, a saber: el odre, la vida de iglesia.

La cuarta clase son los cristianos que viven en la vida práctica de iglesia. Ellos no son modernistas, tampoco son meramente fundamentalistas, ni son los que practican la vida interior. Ellos viven en la vida de iglesia porque tienen el odre nuevo.

En los últimos días el Señor está recobrando no sólo el vestido nuevo, pues lo recobró por medio de Martín Lutero en el asunto de la justificación por fe. Tampoco el Señor está recobrando únicamente la vida interior, porque lo recobró por medio de algunos hermanos, tales como Madame Guyón, William Law, Andrew Murray y Jessie Penn Lewis. Agradecemos al Señor por todos estos asuntos que han sido recobrados. Por lo tanto, al final de esta era, el Señor se encuentra recobrando el último y más grande asunto, la vida de iglesia. Aquellos que disfrutan la vida de iglesia ponen en práctica la vida de iglesia. Entre ellos, el vestido nuevo, el vino nuevo y el odre nuevo son hechos ya recobrados. Tenemos a Cristo de una manera corporativa como la vida de iglesia. El Señor no se detuvo en el vestido nuevo ni en el vino nuevo, sino que continuó, del Novio a la tela nueva, de la tela nueva al vestido nuevo, del vestido nuevo al vino nuevo y del vino nuevo al odre nuevo. Después del odre, la iglesia, no hay nada más. La iglesia es la meta final de Dios. Cuando llegamos a la iglesia, llegamos a la máxima consumación del propósito de Dios. Así que, después del odre, el Señor no mencionó nada más.

¡Alabado sea el Señor porque El es nuestro Médico! Después de que El nos sana, llega a ser nuestro Novio. El es también nuestro vestido, el cual nos capacita, y nuestro vino nuevo, el cual nos estimula. Mientras veo los rostros de los hermanos y hermanas en las reuniones, puedo ver que han sido estimulados por el vino nuevo. ¡Cuánto alabamos al Señor porque este vino nuevo se encuentra en Su agrandamiento, el nuevo odre! ¡Cristo es todo para nosotros! Necesitamos conocer a nuestro Señor hasta tal grado. El no es sólo nuestro Rey, nuestro Salvador y nuestra vida; El es también nuestro Médico y este querido Médico es nuestro Novio amado. Además, el Novio llega a ser nuestra vestidura, nuestro vino nuevo y finalmente el odre. Ahora estamos en el odre, en la vida de iglesia, disfrutándole de tal manera. ¡Aleluya por Cristo y la iglesia!

lunes, 7 de febrero de 2011

EL CORAZÓN DIVISIVO, por Carlos Jiménez Cortés.



EL CORAZÓN DIVISIVO




No sé como empezar para poder expresar lo que Dios me mostró una bendita mañana. No fue algo gratuito ya que largos años de disciplina han sido necesarios para quebrantar mi corazón orgulloso y altanero; pero gloria a Dios por su divina perseverancia, Él no cesará hasta circuncidar todos los corazones que ama, aunque sean tan divisivos como el mío.

Aquella mañana al despertar vino a mí un versículo que todos conocemos pero que jamás había visto, o por lo menos nunca lo había visto tan claramente. Sonaba en mi cabeza y lo podía deletrear con mis ojos, era como una pantalla en mi mente: "NADA HAGÁIS POR CONTIENDA NI VANAGLORIA, ANTES BIEN CON HUMILDAD, ESTIMANDO CADA UNO A LOS DEMÁS COMO SUPERIORES A TI MISMO, NO MIRANDO CADA UNO POR LO SUYO PROPIO, SINO CADA CUAL TAMBIÉN POR LO DE LOS OTROS" (Fil 2:3-4)

Pude ver claramente la intención de Pablo al escribir no solo este versículo sino toda su carta a los de Filipos.

Lo primero que se me dio a entender fue quienes eran los filipenses para Pablo y para explicarlo tengo que argumentar Fil 1:1, en el que vemos un encabezamiento diferente a las otras cartas, ya que con la excepción de las dirigidas a los tesalonicenses y la nota personal a Filemón, Pablo empieza todas sus cartas presentándose como "apóstol", presentando sus credenciales que le confieren a él el derecho a escribir y a sus destinatarios el de prestar atención; pero no lo hace con los filipenses, no hacía falta, sabía que sus cartas serían recibidas con expectación, respeto y mucho cariño. De todas las iglesias era la de Filipos la que estaba más en su corazón (vs.7 y 8 y 4:1: "hermanos míos amados y deseados, gozo y corona mía en el Señor"). Les escribe no como un "apóstol", sino como un amigo a sus amigos. Pablo se enorgullecía de no haber aceptado ayuda de ningún hombre o iglesia sino de los filipenses por lo que es fácil deducir que quizás Pablo les diera su enseñanza más sublime, no porque los amara más, sino por la estrecha confianza que tenía con ellos; habían sufrido persecuciones y cárceles (1:7) y a buen seguro que Pablo tuvo tiempo de enseñarles todas las doctrinas cuando estuvo con ellos y quizás por eso este libro no es doctrinal. De todas las cartas de Pablo podemos hacer doctrina pero de ésta no; ésta es una carta de vida, es más, es una carta de amor.

El énfasis en Filipenses es la UNANIMIDAD, pero no como la entendemos la mayoría de los hombres, quienes piensan en una unanimidad establecida conforme a un patrón que todos han de seguir a pies juntillas. Pero esa no es la clase de unanimidad a la que son llamados quienes somos de Cristo Jesús. Podemos leer y aprender todos lo mismo, nos podemos vestir todos igual, peinarnos igual, calzarnos igual, hablar igualito; pero eso no es UNIFORMIDAD y además, si es impuesta, se convierte en UNIFORMIDAD GUBERNAMENTAL, pero nunca unanimidad cristiana en el Espíritu.

El pensamiento central en esta carta es "aunque estoy en cadenas no estoy preso, pero vosotros no estando en cadenas si estáis presos": presos del "YO"; y dedica toda la carta para mostrarles el camino de la liberación.

El camino comienza cuando uno aprende a apreciar el incalculable valor que tiene para todo cristiano el grupo de hermanos que Dios le ha preparado para su edificación en el cuerpo de Cristo. Este es el jardín de Dios y en él hay pequeñas matas, pequeños arbustos, hay pinos, álamos, acacias y también altísimos cipreses y cedros; pero todos son los unos para los otros; unos renuevan la tierra, otros dan sombra, otros fruto, otros madera, otros reciben la luz primero..., pero todo es para todos.

Es por esto que Pablo dice que consideremos cada uno a los demás como superiores a uno mismo (2:3); los intereses de los demás, del cuerpo, han de ser para todos más importantes que los propios; en esto es en lo que tenemos que ser unánimes; siendo así todos seríamos saciados, todos daríamos y recibiríamos de los demás.

"Haya en vosotros este mismo sentir como lo hubo en Cristo Jesús el cual siendo en forma de Dios no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo..." (2:5-7) Aquí tenemos el sentir en el cual hemos de ser unánimes: todos hemos de despojarnos de nuestros intereses y mirar por los de los demás; así no habrá diferencias ni divisiones porque "el amor no busca lo suyo"; así, y solo así, se puede edificar el cuerpo de Cristo; fuera de esta actitud no puede haber edificación, porque si todos buscan lo suyo propio, si nos pasamos la vida luchando con "nuestros pecadillos", buscando un nivel de santidad que cada vez se hace más lejano, si sufrimos por que escasea el dinero, si nos ofendemos por cualquier cosita, si oramos pidiendo bendición y protección, si escudriñamos las Escrituras para saber más que los demás, si oramos para ser vistos, si nos preocupamos por el vestir, el comer, el parecer..., entonces somos hipócritas presumidos, preocupados en aparentar lo que no somos. Antes nos importaba el estar guapos, parecer ricos y anhelábamos el respeto y el reconocimiento de todos; y si ahora en la iglesia nos seguimos comportando igual, solo habremos cambiado el escenario, porque tendremos todo lo de antes, pero además queriendo parecer espirituales; y lo raro de todo esto es que no nos damos cuenta y estamos envueltos en todo lo que nos hace daño, viviendo en un mar de dudas, zarandeados de aquí para allá sin llegar a ningún sitio, peleando y juzgándolo todo, siendo juzgados y ofendidos por aquellos con quienes deberíamos ser uno, buscando cualquier fallo para sobresalir de los demás; nos basta una ropa fea, una nariz larga, una palabra mal dicha, un desconocimiento doctrinal, un mal gesto, una falta de atención..., cualquier cosita es suficiente para juzgar, oponernos y mostrar nuestra diferencia; este es el corazón del viejo hombre,"EL CORAZÓN DIVISIVO" y aquí no cabe la UNANIMIDAD. Por eso es tan necesaria la circuncisión del corazón, donde todo lo del "YO", del "ME" y del "MI", donde todo lo propio sea arrancado de este pobre corazón.

Veamos los ejemplos de Pablo: en el capitulo I nos dice que no sabe que elegir, si partir con el Señor, lo cual es mucho mejor, o quedar aquí por causa del cuerpo. Él hacía un contraste entre sus intereses y los de los demás y su corazón siempre se decidía por los de los demás. En el capitulo II nos dice que Cristo se despojó de sí mismo por amor a nosotros y además que le imitemos como él a Cristo; pero ¿en qué quiere Pablo que le imitemos?, está claro que es en esto, en despojarse de uno mismo y mirar a los demás como superiores a nosotros mismos. Pablo no miró por sus intereses y tampoco Cristo, ahora nos toca a nosotros seguir el ejemplo.

"Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor porque Dios es el que produce en vosotros el querer como el hacer por su buena voluntad" (12-13). Aquí la palabra salvación no conlleva la idea de la salvación eterna, sino la idea de "liberación", y la liberación está en salir de la esfera del "YO" y aprender a oír la Voz interior, la cual produce el querer y da la gracia para el hacer. Pero ¿por qué con temor y temblor? Porque siempre tememos a lo desconocido; si algo nos resulta familiar es porque es nuestro y no es de Dios; y si es de Dios, como no vamos a temblar, pudiendo tan fácilmente contaminar algo tan puro, con nuestras humanas bocas o manos.

!Oh, Señor Jesús! !Cuanto gozo y que fluir de vida hay, al abrirnos a esta maravillosa circuncisión cardiaca!

Siguiendo en el capítulo II observad lo que dice de Timoteo (v. 20): "pues a ninguno tengo del mismo ánimo, y que tan sinceramente se interese por vosotros". Y en el 21: "porque todos buscan lo suyo propio no lo que es de Cristo"; esa es la posición correcta para ser enviados, cuando estamos sinceramente interesados por los demás y no andamos en lo nuestro ("buscad primero el reino y lo demás os será añadido"). En esta posición ya no veremos las diferencias del hermano, solo veremos lo maravillosamente iguales que somos, que nuestras necesidades nos son recíprocas y que nos necesitamos los unos a los otros para poder llegar, con un aprobado, al Tribunal de Cristo. !Ooohhh qué rico, cuando el velo se cae, cuando la circuncisión obra en poder! !Gloria, honra y alabanza sean dadas a Dios y a nuestro Señor Jesucristo por siempre, por su grande misericordia para con nosotros los que le pertenecemos!

En el capítulo III refuerza el énfasis y llama perros a los que buscan lo suyo propio, a los cuales les dice que su Dios es su vientre y que en lo que se glorían es una vergüenza para un cristiano. En el capítulo sigue con la misma idea, pero razona desde el otro lado. Les dice ¿qué es lo que tanto amáis, que es a lo que tanto os aferráis, dónde está vuestro corazón? ¿En la carne? "Mirad", dice Pablo, "si yo tuviera que gloriarme en la carne seguro que os superaría a todos; pero una vez que vi la vida, la vida compartida, la vida del cuerpo, y el suministro de la cabeza, que opera en sus miembros los cuales sois vosotros, me di cuenta de que todo esto es basura; solo un poquito del suministro de vida de la cabeza, vale infinitamente más que todo aquello que tanto amáis; pero yo (sigue diciendo Pablo) no me conformo con un poquito, sino que dejándolo todo atrás, sigo adelante hasta llegar a ser semejante a Él en su muerte, donde le humillaron, le hicieron todo tipo de vejaciones y le mataron de la manera mas indigna y dolorosa que el hombre puede imaginar; pero Él no abrió su boca". Tal es el poder de la vida que Dios nos regala, vida que sobrepuja todos estos acontecimientos, que pudimos ver en la cruz. Así que sigamos y nada ni nadie nos estorbará para alcanzar el supremo llamamiento en Cristo Jesús. Por eso os digo: !regocijaos!, porque tenéis algo que nada en este mundo lo puede apagar, nada nos puede apartar del amor de Cristo, por eso !regocijaos!

Os ruego me perdonéis por mi falta de teología, no soy ni pretendo ser maestro ni enseñar nada a nadie, solo deseo compartir el gozo que me ha supuesto ver esto, y lo he expresado como el Espíritu me lo ha dado a entender; pero seguramente el sabor del vaso de barro se note "un poquito bastante"; apelo a vuestra longanimidad.

Gracias hermanos, os amo mucho a todos los santos.



sábado, 5 de febrero de 2011

REQUISITO PARA ENTRAR AL REINO DE LOS CIELOS: Correr en el estadio, pero sin salir de los límites de tu calle.

El requisito para entrar en el reino de los cielos
(Tomado del Estudio Vida de Mateo, Mensaje XXIV, por Witness Lee)

1. No meramente por invocar al Señor, sino por hacer la voluntad del Padre celestial

El versículo 21 dice: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de Mi Padre que está en los cielos”. Esto no se refiere a la realidad del reino de los cielos ahora, sino a la manifestación del reino por venir en el futuro. Para entrar en el reino de los cielos necesitamos hacer dos cosas: invocar al Señor y hacer la voluntad del Padre celestial. Invocar al Señor basta para ser salvos (Ro. 10:13), pero para entrar en el reino de los cielos necesitamos hacer la voluntad del Padre celestial. Por lo tanto, no todo el que dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos; sólo entrarán aquellos que invocan al Señor y hacen la voluntad del Padre celestial.

Entrar en el reino de los cielos requiere que hagamos la voluntad del Padre celestial, y obviamente difiere de entrar en el reino de Dios por medio de la regeneración (Jn. 3:3,5). La entrada a éste se obtiene naciendo de la vida divina; la entrada a aquél se obtiene viviendo esa vida.

En el versículo 21 el Señor no dice: “vuestro Padre”, sino “Mi Padre”. Aquí parece que el Señor está diciendo: “Yo, el Hijo del hombre y el Hijo de Dios, he hecho la voluntad de Mi Padre. Vosotros también sois hijos de Dios y hermanos Míos. Por lo tanto, tenéis que ser Mis compañeros y tomar el mismo camino que Yo tomo. Ahora vosotros no debéis hacer la voluntad de vuestro Padre, sino la de Mi Padre. Vosotros sois Mis hermanos, Mis compañeros y Mis socios. Vosotros y Yo estamos andando por el mismo camino y haciendo la misma voluntad. Vosotros estáis viviendo como Yo en conformidad con la voluntad de Mi Padre”. En la última sección de la constitución, ya no se trata de lo negativo, es decir, de nuestro mal genio, concupiscencia, ego, carne y ansiedad. Es un asunto absolutamente positivo: el de hacer la voluntad del Padre que está en los cielos. El pueblo del reino no tiene la intención de hacer nada que no sea la voluntad del Padre. No estamos aquí meramente para vencer nuestro mal genio, ni nuestra lujuria, ego o carne, ni para ser buenos y compasivos con otros; estamos aquí para llevar a cabo la voluntad del Padre celestial, y a fin de hacerla, tenemos que andar por el camino angosto. En las enseñanzas de los filósofos mundanos no se encuentran la vida divina, la naturaleza divina, ni el camino angosto; pero aquí la constitución del reino de los cielos da por resultado la voluntad del Padre celestial. Esto significa que nosotros tenemos un Padre celestial y que somos hijos del Padre. Sin embargo, en la última sección de la constitución no sólo se trata la vida, sino también la voluntad del Padre. Nuestro Padre tiene una voluntad que cumplir, y nosotros podemos llevarla a cabo solamente por medio de Su vida. Necesitamos vivir en la vida del Padre celestial y también por medio de esa vida con miras a cumplir la voluntad del Padre.

En la constitución del reino de los cielos no podemos ver cuál es la verdadera voluntad del Padre. Sin embargo, sí está claramente revelada en el capítulo dieciséis. La voluntad del Padre es edificar a la iglesia sobre el Hijo como la roca. Esto se desarrolla plenamente en los Hechos, en las epístolas y en el libro de Apocalipsis. El Nuevo Testamento revela que la voluntad divina y eterna de Dios es edificar la iglesia.

2. Muchos profetizan, echan fuera demonios y hacen obras poderosas en el nombre del Señor, mas no conforme a la voluntad del Padre celestial

El versículo 22 dice: “Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en Tu nombre, y en Tu nombre echamos fuera demonios, y en Tu nombre hicimos muchas obras poderosas?” Las palabras “aquel día” se refieren al día del tribunal de Cristo (1 Co. 3:13, 4:5; 2 Co. 5:10). En el día del tribunal, cuando todos los creyentes se presenten ante el tribunal de Cristo, muchos le dirán al Señor que ellos han profetizado, echado fuera demonios y hecho obras poderosas en Su nombre, mas serán rechazados por el Señor.

3. El Señor no los aprueba, sino los considera como hacedores de iniquidad

El versículo 23 dice: “Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de Mí, hacedores de iniquidad”. Aquí la palabra “conocer” significa “aprobar”. La misma palabra griega en Romanos 7:15 es traducida “allow” [admito] en la versión King James. En este versículo Pablo dice: “Porque lo que hago, no lo admito”. El Señor nunca aprobó a aquellos que profetizaban, echaban fuera demonios y hacían muchas obras poderosas en Su nombre, pero no en conformidad con la voluntad del Padre celestial (v. 21). El Señor no negó que ellos hicieron esas cosas, pero El consideró esas cosas como iniquidad, como cosas ilícitas, ya que no fueron hechas conforme a la voluntad del Padre celestial. No fueron hechas de acuerdo con la voluntad divina. Parece que el Señor decía: “En Mi nombre vosotros profetizasteis, echasteis demonios e hicisteis muchas obras poderosas, pero Yo nunca consentí en que lo hicisteis. Nunca os aprobé porque vosotros hicisteis esas cosas de una manera ilícita: en vosotros mismos, en vuestro propio deseo y conforme a vuestro propósito, y no de acuerdo con la voluntad de Mi Padre”. Así que, aquellos que hacen tales cosas, aun en el nombre del Señor, no entrarán en el reino de los cielos, sino estarán apartados del Señor, esto es, serán excluidos de la manifestación del reino en la era venidera.

Vemos aquí en la palabra del Señor que ciertas obras pueden hacerse en el nombre del Señor, pero no de acuerdo con la voluntad de Dios. ¿Está usted haciendo esta clase de obra, o está usted haciendo la voluntad de Dios? Hemos hablado mucho acerca de ir a las universidades pero, ¿vamos ahí a hacer cierta obra, o a hacer la voluntad del Padre celestial? Hermanos y hermanas jóvenes, ¿cómo contestarían esta pregunta? ¿Van a las universidades a hacer la voluntad del Padre celestial? Tenemos que estar seguros en todo lo que hacemos, que estamos haciendo la voluntad del Padre celestial. De otro modo, el Señor Jesús nos llamará “hacedores de iniquidad”. Incluso profetizar en el nombre del Señor, y no conforme a la voluntad del Padre, es un tipo de iniquidad. Por otro lado, echar fuera demonios en el nombre del Señor y hacer obras poderosas en Su nombre, y no conforme a la voluntad de Dios, son también considerados, ante los ojos del Rey celestial, como iniquidad, como obras ilícitas.

Los corredores en cualquier carrera deben correr en los carriles apropiados. Aunque usted pueda correr más aprisa que los demás, su correr no será reconocido si usted corre fuera de las líneas de su carril. Por el contrario, ese tipo de correr será considerado algo ilegal. Usted tiene que correr la carrera entre las dos líneas, es decir, tiene que correr por el camino angosto. Hoy la obra de muchos obreros cristianos no está restringida por las líneas celestiales. A sus propios ojos, ellos han hecho bastante en el nombre del Señor y para el Señor. No obstante, a los ojos del Señor su obra es una clase de transgresión, una violación de las líneas celestiales. Así que, su obra es ilícita. En Mateo 7:21-23 lo dicho por el Señor es serio y sirve de advertencia para todos nosotros a fin de que no nos preocupemos solamente por profetizar, por echar fuera demonios ni por obras poderosas; tenemos que prestar atención a las líneas celestiales. Si usted traspasa las líneas como corredor en la carrera celestial, será descalificado. En el recobro del Señor éstas son líneas que limitan, y tenemos que ser limitados en nuestro correr. Si corremos entre las líneas, y no fuera de ellas, seremos aprobados por el Señor.

Vuelvo a decir que la consumación de la constitución del reino de los cielos consiste en que seamos introducidos por la puerta estrecha y puestos en el camino angosto. Ahora estamos corriendo en este camino angosto. No debemos ocuparnos de profetizar, de echar fuera demonios, o de obras poderosas. Al contrario, debemos ocuparnos solamente de hacer la voluntad de nuestro Padre celestial. Tal vez se pregunte usted cómo podemos conocer la voluntad del Padre. Podemos conocerla debido a que en nosotros está la vida y naturaleza del Padre. La naturaleza del Padre siempre nos dirá “sí” o “no”. Si usted está corriendo de acuerdo con la naturaleza divina y dentro de las líneas restrictivas, la naturaleza divina dirá: “Sí, vas bien; sigue adelante”. Pero si usted no está corriendo en conformidad con la naturaleza divina o si se sale de las líneas, la naturaleza divina dirá: “No sigas por ese camino”. No es necesario que alguien le diga qué hacer, porque dentro de usted se halla la naturaleza divina, la cual lo regula y lo restringe. Esta naturaleza nos dice dónde estamos. Debido a que un corredor en una carrera puede ver las líneas, él no necesita que alguien le diga si está dentro de los límites o no. Del mismo modo, en nuestro interior tenemos las limitaciones que nos imponen la vida y la naturaleza divinas, y podemos distinguir dónde estamos. Conforme a la naturaleza divina dentro de nosotros, no podemos usar música rock en nuestras reuniones. Aun si usted prueba varios métodos mundanos, la naturaleza divina no estará de acuerdo con ninguno de ellos y le indicará que usted está sobrepasando los límites. Todos aquellos que integran el pueblo del reino, o sea todos aquellos que han sido regenerados por el Padre, tienen Su vida y Su naturaleza dentro de ellos. La vida y la naturaleza del Padre nos dicen si estamos en el camino angosto o no. Corramos la carrera conforme a la naturaleza del Padre.

miércoles, 2 de febrero de 2011

¿RECOMPENSA DE MIL AÑOS O DISCIPLINA?, Witness Lee





La recompensa de mil años


~~~~~ Versículos de la Biblia ~~~~~


1 Corintios 3:13-15 La obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego es revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego mismo la probará. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno es consumida, él sufrirá pérdida, pero él mismo será salvo, aunque así como pasado por fuego.

Apocalipsis 20:6 Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con Él mil años.

~~~~~ Palabras del ministerio ~~~~~

No debemos seguir las enseñanzas almibaradas que comúnmente predominan entre los cristianos de hoy, las cuales nos dicen que si creemos en el Señor Jesús no tendremos ningún problema. Sin duda, la salvación del Señor es eterna, completa y perfecta. Una vez que somos salvos, lo somos eternamente. En cuanto a la salvación eterna no tendremos ningún problema. Sin embargo, en la economía de Dios hay una inserción a Su salvación eterna y perfecta, y esta inserción es el período de mil años del Reino venidero como recompensa a los creyentes fieles. Dios, en Su sabiduría, insertó este período dispensacional de mil años a fin de animar a Sus hijos a que disfruten a Cristo fielmente hoy. Él quiere que disfrutemos fielmente las riquezas que Él nos preparó en Cristo.

Ya que nuestro Padre sabe que Sus hijos son “traviesos” e infieles al disfrutar a Cristo, Él hizo que parte de Su plena salvación fuera un incentivo y una recompensa. La recompensa del reino milenario en la era venidera debe ser un incentivo que nos anime, nos advierta y nos recuerde que debemos seguir disfrutando a Cristo hoy y que nuestro comportamiento debe concordar con este disfrute. De lo contrario, seremos disciplinados. Esto no quiere decir que pereceremos, ni que nos perderemos para siempre. Puesto que fuimos salvos eternamente, nunca pereceremos. Sin embargo, algunos hijos de Dios tendrán que ser disciplinados durante la era venidera. Los hijos que son disciplinados por el Padre en la era venidera no dejarán de ser hijos pero necesitarán ser castigados. Este asunto de la disciplina limitada a una dispensación que Dios ejercerá sobre Sus hijos se enseña claramente en el Nuevo Testamento. (c) 2010 Living Stream Ministry.

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Los versículos del Nuevo Testamento son tomados de la Versión Recobro del Nuevo Testamento y los versículos del Antiguo Testamento, de la versión Reina Valera 1960. Las "Palabras del ministerio" provienen del Estudio-vida de Lucas, escrito por Witness Lee, capítulo 33. Ambos son publicados por Living Stream Ministry, Anaheim, CA.

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