TRADUCTOR-TRANSLATE

sábado, 7 de mayo de 2011

LA META DE DIOS PARA NOSOTROS ES PAZ Y DESCANSO by David Wilkerson

THURSDAY, MAY 5, 2011
by David Wilkerson
La meta fundamental que Dios tiene para con todos sus hijos es una vida abundante. Él nunca tuvo la intención de que nosotros viviéramos enfocados en nuestros pecados y fracasos. La buena noticia es que servimos a un Dios de amor absoluto –un Dios de misericordias el cual desea llevar a Sus amados hijos a un lugar superior a todas sus angustias. Pero nosotros no podemos tomar nuestro lugar, sentados con Cristo en los lugares celestiales, hasta que nos identifiquemos totalmente con Su muerte y resurrección.

No puede haber una brecha hacia una vida ascendida sin haber experimentado primero la muerte en la Cruz. El Espíritu Santo ha puesto dentro de nosotros el conocimiento de que no podemos vivir verdaderamente hasta que muramos por completo. Pareciera que tenemos entendimiento acerca de nuestra cita con la muerte, un destino que tiene que ver con la cruz de Cristo.

Observe dónde nos encontramos actualmente, nuestros temores, vacíos, soledad, fracasos, y cómo estamos cediendo al pecado. Considere cuán poco realmente poseemos de la paz que el Señor nos prometió. Nos hemos quedado muy lejos de lo que un cristiano victorioso debiera ser. Sin embargo, sabemos que la Palabra de Dios habla claramente de victoria, paz y liberación del dominio del pecado. Hemos visto algunos cristianos que han podido lograr entrar a esa hermosa vida de seguridad y quisiéramos preguntarles: ¿Cómo pudo usted llegar a esa victoria? Y luego nos preguntamos cómo podemos nosotros lograrlo.

El Espíritu Santo debe traernos a la cruz y hacernos enfrentar (experimentar) la realidad de morir al mundo y al pecado. El momento en que comencemos a buscar al Señor diligentemente con un deseo de someternos a su señorío en todas las cosas, entonces seremos atraídos irresistiblemente por el Espíritu. Seremos llevados hasta el final de nosotros mismos, despojados, debilitados, y sin confianza en nuestra carne.

Yo estoy convencido que el Espíritu Santo está trayendo a Su Iglesia de vuelta a las gloriosas verdades de identificarse con la vida de Cristo en muerte, resurrección y ascensión.

La muerte puede ser muy aterradora, especialmente si usted no puede ver la gloria al otro lado de ella. Pero Cristo nos asegura de Su amor perpetuo a pesar de nuestros fracasos, y nos da la paz y el gozo de su vida de resucitada.

ESTAD QUIETOS Y CONOCED, David Wilkerson.

FRIDAY, MAY 6, 2011
Después que la Palabra nos dice que Dios es El que hace cesar las guerras, esto es añadido: “Estad quietos y conoced que yo soy Dios…” (Salmo 46:10).

La palabra Hebrea para “quietos” es raphah, la cual significa cesar, dejar tranquilo, volverse débil, impotente. Viene de la palabra raíz rapha la cual significa reparar y ser hecho completo por las manos de un médico.

Cuán consistente es la Palabra de Dios. Él hace cesar las guerras y hasta que Él termine Su trabajo, debemos de cesar nuestros esfuerzos de auto justicia, confiarle todo en Sus manos, confesar nuestras debilidades y flaquezas, y confiar nuestro futuro y restauración en las manos de Cristo, nuestro Gran Médico.

Amado creyente, ¿está usted siendo desgarrado por su conflicto interior? Satanás puede zarandearlo, pero él no puede herirlo ni destruirlo. Más bien usted está siendo despojado con el propósito de prepararlo para recibir una revelación más profunda de la Cruz y de esta manera, poder estar listo para ofrecer un mayor servicio a Dios.

Usted es como Pedro, el cual fue despojado de todo antes de ir al Pentecostés. Mire a este gran hombre de Dios caminando sin rumbo en las colinas de Jerusalén –completamente abatido. Pedro caminó sobre las aguas una vez y ayudó a alimentar milagrosamente a multitudes. Él experimentó la actual gloria de Dios y fue un siervo usado, bendecido, prominente, y amado de Cristo. Pero él pecó gravemente, fallándole al Señor como pocos lo han hecho,y después, lloró y se afligió pensando que había perdido su salvación y su ministerio.

“¿Qué está mal dentro de mí?”, debió de haberse preguntado una y otra vez. “¿Por qué no tuve poder o fuerzas cuando fui tentado? ¿Por qué no tuve la reserva moral -la voluntad para resistir al enemigo? ¿Por qué tuve que ser yo el que fallara? ¿Cómo puede un hombre de Dios hacerle tan horrenda cosa a su Señor? ¿Cómo pude haberles predicado a otros cuando yo no tengo poder en medio de mi crisis?”

Dios no causó la caída de Pedro, pero un gran bien vino como resultado de la misma. Era parte del proceso de despojo que tenía que pasar este hombre de Dios – permitir que se revelara lo que estaba arraigado profundamente en su hombre interior. Sólo el fracaso podría exponer su orgullo y auto suficiencia. El fracaso abatió a Pedro y le reveló su necesidad de depender absolutamente en su Señor para todo, incluso para su pureza y rectitud.

¡Es cuando atravesamos por la sombra de la cruz que soportamos nuestras tentaciones y fracasos más grandes, para luego salir a la resurrección!