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lunes, 17 de septiembre de 2012

HEREDAR LA GRACIA: La vida cristiana no es solo una vida de sufrimiento (E.V. Génesis, Witness Lee)



ESTUDIO-VIDA DE GÉNESIS

MENSAJE SESENTA Y TRES

HEREDAR LA GRACIA

...
El Nuevo Testamento afirma en cuanto a la experiencia de vida, que Abraham, Isaac y Jacob no deben ser considerados tres individuos separados, sino aspectos de la experiencia de vida de una persona completa. Abraham representa el aspecto del llamamiento, de vivir por la fe en Dios y en comunión con El. Isaac representa el aspecto de heredar la gracia y disfrutar la herencia de la gracia. Jacob representa el aspecto de ser elegido, de ser disciplinado por el Señor, y de ser transformado en príncipe de Dios. En la experiencia de vida, vemos el aspecto del deleite, la gracia. La mayoría de nosotros ha oído mensajes en los que se nos dice que la vida cristiana debe ser una vida de sufrimiento, de llevar la cruz y de gemir en oraciones. ¿No ha oído usted mensajes en los cuales se dice que éste no es el tiempo de disfrutar, sino de sufrir y de llevar la cruz, y que nuestro deleite empezará cuando vuelva el Señor? No digo que eso sea erróneo, pero sí afirmo que es sólo un aspecto de la vida cristiana. Existe otro aspecto: el aspecto del deleite.

En el sentido bíblico y en nuestra experiencia, la gracia significa disfrute. La gracia es el disfrute que tenemos en la vida cristiana. Nuestra vida cristiana presenta tres aspectos: el aspecto de Abraham, el de Isaac y el de Jacob. En el aspecto de Abraham, no tenemos mucho disfrute. Abraham fue bendecido y engrandecido, pero no tuvo mucho disfrute. El perdió a su padre, y Lot se le convirtió en un problema. Eliezer, en quién confiaba, fue rechazado, e Ismael, el hijo que engendró con su concubina por su propio esfuerzo, fue echado. Después de que nació de Isaac, Dios le exigió a Abraham que lo ofreciera como holocausto. Poco después de recuperar a Isaac, Abraham perdió a su querida esposa. En toda su vida, podemos ver el aspecto del despojo. La Biblia no muestra que Abraham haya sufrido mucho, pero lo perdió casi todo. ¿Es eso la totalidad de la vida cristiana? Si tal es el caso, entonces la vida cristiana es solamente una vida de pérdidas. Las pérdidas constituyen un aspecto de la vida cristiana. Romanos 5:2 no dice: “Tenemos acceso a esta pérdida en la cual estamos firmes”. Lo que dice es: “Hemos obtenido acceso por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes”. Dios no tiene ninguna intención de mantenernos en la pérdida. Su intención es introducirnos en la gracia, en el disfrute.

Dios desea conducirnos a disfrutar la gracia, pero algo estorba esta gracia: el yo. Nosotros mismos constituimos el obstáculo. Cristo vino, y con El la gracia, y nosotros hemos sido introducidos en la gracia en la cual estamos firmes; no obstante, usted y yo constituimos el estorbo más grande para esta gracia. Por lo tanto, antes de que podamos tener la experiencia de Isaac, necesitamos a Abraham, quien representa el primer aspecto de la experiencia de vida. La vida de Abraham revela que si deseamos disfrutar de la gracia de Dios y deleitarnos plenamente en las riquezas de Dios, debemos ser quebrantados, circuncidados y aniquilados. Si Abraham no hubiera sido circuncidado, Isaac jamás habría nacido. Isaac nació después de que Abraham fue circuncidado. Después de la circuncisión de Abraham en Génesis 17, Dios le dijo que Isaac nacería (17:19). Finalmente, en el capítulo veintiuno, nació Isaac. Este vino con la visitación de Dios; nació por la visitación de Dios, la cual corresponde al nacimiento de Isaac. Dios visitó a Sara, y esa visita se convirtió en el nacimiento de Isaac. Esta es la gracia.

Dios vino para ser disfrutado por los que El llamó. Sin embargo, si queremos tener ese disfrute, el yo debe desaparecer. Cuando el yo desaparece, viene Isaac. Eso significa que viene la gracia. No es fácil perder el yo. Nosotros debemos ser despojados para que el yo desaparezca. ¿Está usted dispuesto a perder su yo? No creo que nadie esté dispuesto a perder su ego. No obstante, debemos perdernos a nosotros mismos antes de que pueda venir la gracia. Perder el yo significa estar dispuesto a quedar mal. Cuando guardamos las apariencias, perdemos la gracia. Si queremos recibir gracia, debemos estar dispuestos a quedar mal. Hermanos, frente a su esposa en su vida diaria, deben estar preparados para perder. Si ustedes hacen eso, la gracia vendrá. Después de la circuncisión de Abraham, vino Isaac. Este es el principio. Nuestro ego debe irse, y la gracia vendrá. Primero debemos ser Abraham, y luego convertirnos en Isaac.

No le resultó fácil a Abraham perder su yo. En realidad, Dios le obligó a perderse a sí mismo. Cuando Dios llamó a Abraham, no dijo: “Abraham, debes perderte a ti mismo y entonces Yo vendré para ser tu gracia y tu deleite”. No, cuando Dios le llamó, El prometió bendecirle. La bendición del Antiguo Testamento corresponde en cierto modo a la gracia del Nuevo Testamento. ¿Cuál es la diferencia entre la bendición y la gracia? Aquello que Dios nos da gratuitamente es una bendición. Pero cuando esta bendición es forjada en nuestro ser, ella se convierte en gracia. Dios prometió a Abraham que le bendeciría. Cuando la bendición fue forjada en Abraham, ésta se convirtió en gracia. El ego de Abraham y su hombre natural constituyeron el mayor estorbo para la bendición de Dios y obligó a Dios a despojarle.

Sucede lo mismo en nuestra experiencia. Todos fuimos llamados, y Dios nos bendijo en Cristo (Ef. 1:3). No obstante, después de ser llamados, seguimos enfrascados en nosotros mismos, y tratamos de recibir la bendición de Dios por nuestro propio esfuerzo. Cuando yo era joven, me di cuenta de que mi carne no era buena. Cuando me dijeron que la carne fue clavada en la cruz, me alegré mucho. Entonces empecé a tratar de poner la carne en la cruz por mi propio esfuerzo. No obstante, al hacerlo por mi propio esfuerzo, entorpecí la gracia de Dios. La crucifixión de la carne ya se había realizado; no necesitaba valerme de mis esfuerzos. No obstante, yo, mi ego, estaba intentando poner mi carne en la cruz. Este yo era el mayor obstáculo para la gracia de Dios. Me separaba de la gracia. Si examinamos nuestra experiencia pasada, veremos que después de oír las buenas nuevas, a menudo procurábamos obtener por nuestra cuenta las cosas que oíamos en las buenas nuevas. Nuestros propios esfuerzos han sido un estorbo para la gracia de Dios. Por esta razón, Dios se ve obligado a quebrantarnos.
...

El asunto de la gracia ha sido escondido, oculto y velado en el transcurso de los años. ¿Qué es la gracia? La gracia es algo de Dios forjado en nuestro ser, que obra en nosotros y por nosotros. No es nada exterior. La gracia es Dios en Cristo, forjado en nuestro ser para vivir, obrar y actuar por nosotros. Leamos lo que dice Pablo en 1 Corintios 15:10: “Por la gracia de Dios soy lo que soy; y Su gracia para conmigo no ha sido en vano, antes he trabajado mucho más que todos ellos; pero no yo sino la gracia de Dios conmigo. Este es un pensamiento muy profundo. Pablo no dijo: “Por la gracia de Dios tengo lo que tengo. Tengo un buen automóvil, un buen trabajo y una buena esposa por la gracia de Dios”. Ni siquiera dijo: “Por la gracia de Dios hago lo que hago”. No se trata de actuar, de tener ni de laborar, sino de ser. Por lo tanto, Pablo dice: “Por la gracia de Dios soy lo que soy”. Eso significa que la gracia misma de Dios había sido forjada en su ser, y había hecho de él esa clase de persona. En Gálatas 2:20 Pablo dice: “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”. Si unimos este versículo con 1 Corintios 15:10, vemos que la gracia no es más que Cristo vivo en nosotros. Ya no soy yo, sino la gracia de Dios, no yo, sino Cristo. La gracia no está fuera de nosotros ni a nuestro lado. Es una persona divina, Dios mismo en Cristo, forjado en nosotros para ser el constituyente de nuestro ser. Por la falta de revelación, los cristianos no han entendido correctamente la gracia y la han interpretado de manera errónea, pensando que es algo que está fuera de ellos. Pero la gracia no es más que el Dios Triuno forjado en nosotros para constituir nuestro ser y para vivir, obrar y actuar en nosotros a fin de que así podamos decir: “Soy lo que soy por la gracia de Dios. Y no yo, sino la gracia de Dios”.

A todos nosotros se nos ha enseñado a tener un buen comportamiento y a amarnos unos a otros. Como resultado, tratamos de comportarnos correctamente y de amar a los demás. No obstante, no importa si amamos a otros o no, pues Dios jamás aceptará nuestro amor. Abraham logró engendrar a Ismael, pero Dios lo rechazó. Dios parecía decir: “No, Abraham, eso no es lo que Yo quiero. Deseo algo que sea forjado en ti y expresado por medio de ti. Has producido a Ismael sin Mi visitación. Yo estaba en los cielos y tú en la tierra engendrando a Ismael. Puesto que él no tiene nada que ver conmigo ni con Mi visitación, jamás lo reconoceré. Un día visitaré a Sara, y Mi visitación producirá a Isaac; sólo le reconoceré a él”. Si amamos a los demás con nuestro propio esfuerzo, Dios jamás reconocerá este amor, pues no procede de Su visitación. Dios desea visitarnos, entrar en nosotros, vivir por nosotros e inclusive amar a los demás por nosotros. El sólo reconocerá esta clase de amor. El amor de usted es un Ismael; pero el amor por la visitación de Dios es un Isaac. El hecho de que usted sea humilde u orgulloso, perverso o justo no tiene ningún valor. Dios no reconoce nada que proceda de usted fuera de la visitación de El. Lo que no procede de la gracia no es reconocido ni estimado por Dios. Todos debemos decir: “Oh Señor, no haré nada sin Tu visitación. Señor, si Tú no me visitas ni haces nada por medio de mí, yo no haré nada. Ni aborreceré ni amaré. No seré orgulloso ni humilde. Quiero estar en blanco. Señor, sin Tu visitación no soy nada”. La visitación de Dios es la gracia práctica. Cuando amo a los demás y soy humilde por la visitación de Dios, y no por mi propio esfuerzo, estoy en el disfrute de la gracia.

Como ya vimos, Dios desea forjarse en un hombre corporativo para tener una expresión corporativa. Este es el concepto fundamental de la revelación divina de la Biblia. Este es el propósito eterno de Dios. Dios llamó a Abraham con el propósito de forjarse en él, pero Abraham tenía un fuerte yo. Este ego natural constituyó el mayor obstáculo para el propósito de Dios. Sucede lo mismo con nosotros hoy en día. El propósito de Dios consiste en forjarse en nosotros para ser nuestra vida y nuestro vivir, pero nuestro ego natural sigue siendo un estorbo. Por lo tanto, Dios debe quebrantarnos y cortarnos para poder entrar en nosotros y ser el todo para nosotros. Dios no necesita que amemos a los demás ni que seamos humildes para que la sociedad mejore. Si Dios deseara una sociedad mejor, sólo tendría que decir: “Mejor sociedad”, y ésta se producirá. El llama las cosas que no son como si fuesen (Ro. 4:17) y no necesita nuestra ayuda. Dios desea forjarse en nosotros para ser nuestra humildad y nuestro todo. El desea que digamos: “Señor, no soy nada y no haré nada. Sólo me abro a Ti para que entres y hagas Tu hogar en mí, vivas en mí y hagas todo por mí. Señor, vive en mí, y yo disfrutaré Tu vivir. Cada vez que obres en mí, yo diré: ‘Alabado seas Señor. ¡Esto es maravilloso!’ Yo no soy el que actúa, sino el que disfruta, el que aprecia todo lo que haces por mí’ ”.

Hoy en día, Dios desea quebrantar a Abraham para que surja Isaac. El desea romper nuestro ser natural a fin de que podamos experimentarlo plenamente en Cristo, quién se forja en nosotros para ser nuestro deleite.

He experimentado la vida matrimonial por casi cincuenta años; he experimentado mucho disfrute y mucho sufrimiento. Antes de casarme, amaba sinceramente al Señor, y le decía frecuentemente cuánto le amaba. Después de casarme, acudía al Señor y le decía, como expresión de lealtad: “Señor, por el amor que te tengo, quiero ser el mejor marido”. A la larga, fracasé. Acudí al Señor y confesé todos mis fracasos. Después de experimentar la unción, fui consolado e intenté nuevamente ser el mejor marido. Pero volví a fracasar, y esa experiencia de altibajos se repitió continuamente. Más adelante, hasta di un mensaje en el cual dije: “La vida cristiana tiene muchas noches y días. No se desaliente jamás por causa de sus fracasos. Sólo espere algunas horas y la mañana vendrá”. Durante muchos años, pasé días y noches, noches y días. Un día recibí la revelación y dije: “Necio, ¿quién te pidió hacer eso? Cristo está aquí esperando ser tu gracia. Tú debes decir: ‘Señor no soy nada ni puedo hacer nada, y aun si pudiera hacer algo, Tú no lo aceptarías. Ven Señor, y haz Tu obra y sé el mejor marido en mi lugar. Esto te corresponde a Ti, no a mí. Tú me exiges, te devuelvo lo que me pides y te pido que Tú lo cumplas. Señor sé el mejor marido, y yo te alabaré por eso’ ”. Cada vez que oré de esta manera, el Señor siempre hizo lo mejor. Esta es la gracia.
...

1) Nace por gracia

Después de que la fuerza natural de Abraham y sus propios esfuerzos fueron eliminados por Dios, nació Isaac (17:15-19; 18:10-4; 21:1-7). Esto implica que Isaac nació por la gracia, la cual es representada por Sara (Gá. 4:24-28, 31). El relato de Génesis afirma que eso sucedió en “el tiempo de la vida” (18:10, 14). Cuando cesa el esfuerzo de la vida natural, llega el tiempo de la Vida. En el tiempo de la vida nace algo en gracia. La gracia está relacionada con la vida, y la vida acompaña a la gracia. Por lo tanto, la gracia es llamada “la gracia de la vida” (1 P. 3:7).

2) Criado en gracia

Isaac fue criado en gracia (21:8). En su historia vemos que él no hizo nada. El nació y fue criado. No digo que creció, sino que fue criado. Así como un campesino cultiva manzanas en su huerto, Dios cultivó a Isaac como un árbol en Su huerto. Isaac fue criado por Dios en gracia.

En 2 Pedro 3:18 se nos habla de crecer en la gracia. Esto indica que crecer significa alimentarse y recibir el riego como lo revela Pedro en 1 Pedro 2:2, y Pablo en 1 Corintios 3:2 y 6. Crecer en la gracia significa crecer en el disfrute de todo lo que Cristo es para nosotros como nuestra comida espiritual y nuestra agua de vida. Todas las riquezas de lo que Cristo es para nosotros son necesarias para nuestro crecimiento en vida. Cuanto más disfrutamos las riquezas de Cristo (Ef. 3:8), más crecemos en vida (Ef. 4:15).

3) Es heredero en la gracia

Isaac también llegó a ser heredero en la gracia (21:9-12). Todo lo que su padre tenía le fue dado a él, pues Abraham dio todas sus riquezas a este único heredero. Del mismo modo, no debemos hallar ningún disfrute en nosotros mismos. La herencia sólo debemos disfrutarla en la gracia.

4) Obedece en gracia

Isaac también obedeció en gracia (22:5-10). Al leer Génesis 22 anteriormente, no podía entender cómo Isaac, un joven, podía haber sido tan obediente. Finalmente, descubrí que él era obediente porque estaba saturado de la gracia. El estaba totalmente sumergido en la gracia, y obedecía en gracia. Esta obediencia trajo la provisión de Dios. Ocurre lo mismo en nuestro caso en la actualidad. Cuando obedecemos en gracia, recibimos la provisión de Dios.

La gracia de Dios es poderosa, pues nos permite sobrellevarlo todo. Pablo le dijo a Timoteo que se fortaleciera en la gracia que es en Cristo Jesús (2 Ti .2:1). La gracia puede inclusive reinar sobre todas las cosas (Ro. 5:21). No debemos caer de la gracia (Gá. 5:4), sino ser confirmados por ella (He. 13:9). Cuanto más sobrellevamos en la gracia, mayor provisión de gracia recibimos.

5) Lo hereda todo del padre

Isaac heredó todas las cosas de su padre (24:36; 25:5). Llegó a ser el heredero de las riquezas del padre por la gracia y no por su esfuerzo ... Dios nos llamó y nos bendijo con todas las bendiciones espirituales en Cristo (Ef. 1:3). En Cristo nos puso en la gracia para que seamos herederos de la gracia, y heredemos todas las riquezas de la plenitud divina como nuestro disfrute. Nuestra vida cristiana debe ser como la de Isaac, quien no hizo nada por su cuenta, sino que heredó y disfrutó todo lo que tenía su padre. Al heredar la gracia, debemos dejar de usar los esfuerzos de nuestra vida natural y mantenernos abiertos y disponibles para disfrutar de la gracia.

6) Hereda la promesa dada a su padre

... Abraham recibió esta promesa, e Isaac la heredó. Pero nosotros hoy tenemos el cumplimiento. Ahora disfrutamos al Dios Triuno como nuestra gracia. Al disfrutar de la gracia, el Reino de Dios se manifestará, y Dios en Cristo será plenamente expresado por la eternidad.

LAS TRES ‘ESES’ DE LA PAZ: SILENCIO, SOLEDAD Y SOSIEGO

Mas Yahweh está en su santo templo; calle delante de él toda la tierra.
(Habacuc 2:20)




El SILENCIO interior de quien confía en la FIDELIDAD de Dios, es la ORACIÓN de mayor olor grato (Sal.37:7).

La SOLEDAD de quien se apoya solo en Dios, es la única FE que Le agrada (Heb. 11:6).

El SOSIEGO (quietud) expectante de quien espera en su OMNIPOTENCIA, es la más sublime ADORACIÓN (Sal. 46:10).

viernes, 14 de septiembre de 2012

EL EVANGELIO DEL REINO PROCLAMADO POR LA COMPAÑÍA DE VENCEDORES (Más Allá del Pentecostés, por Clayton Sonmore)


Continuando con esta clase de abominación en el Lugar Santo, muchos agregan a esto la predicación de una versión de la tercera fiesta (la Fiesta de los Tabernáculos) que también ha sido leudada por el hombre.   En lugar de reconocer la necesidad de detenerse y de empezar otra vez, según la perfecta voluntad de Dios, ellos tratan de acomodar su versión de la tercera fiesta por encima de las pervertidas primera y segunda fiestas, dando como resultado dificultades incontables.



Capítulo Quince

ESTE EVANGELIO DEL REINO

(Agregado en abril de 1997)

Demos una mirada más atenta a este «Evangelio Eterno» o «Evan­gelio del Reino,» que será vivido y predicado por una compañía de vencedores ante todos los moradores de la tierra. Vencedores en cuya boca no hay engaño y que son sin culpa delante del trono de Dios. Este es el mensaje que Dios da a conocer en ellos y por medio de ellos.

6.        Y oí uno que hablaba desde la Casa...
7.        Y me dijo: Hijo de hombre, este es el lugar de mi asiento [o autoridad], y el lugar de las plantas de mis pies [de aquellos a quienes he enviado verdade­ramente], en el cual habitaré entre los hijos de Israel para siempre; y nunca más contaminará la Casa de Israel [aquellos que son llamados por mi nombre] mi santo nombre, ni ellos ni sus reyes [su autogobierno], con sus fornicaciones [el uso pro­miscuo de mi nombre, de mis dones y de la revela­ción para edificar sus propios reinos], y con los cuerpos muertos de sus reyes [las obras muertas y las abominaciones del yo] en sus altares [en los reinos que ellos han erigido donde llaman al pueblo a rendir culto en mi nombre, pero según sus propios
caminos].
8. Poniendo ellos su umbral junto a mi umbral [ellos hacen que el pueblo crea que está entrando en mi Reino cuando, en realidad, está entrando en el reino hecho por el hombre], y su poste junto a mi poste [los postes o las columnas de Dios se llaman Jaquín (Él establecerá) y Boaz (sólo en Él hay fortaleza); los postes del hombre se llaman «noso­tros estableceremos» y «en nosotros está la fortale­za» (ver 2 Crónicas 3:17)], y una pared entre mí y ellos [hay una pared insuperable entre estas dos posiciones], contaminaron mi Santo Nombre con sus abominaciones que hicieron [valiéndose de los dones de poder y de revelación de Dios, de una manera tan promiscua, según sus caprichos, ¡que ello ha traído gran deshonra a Su nombre, incluso ante los paganos!], y yo los consumí en mi furor.
9. Ahora echarán lejos de mí su fornicación [nadie puede servir a dos señores], y los cuerpos muertos de sus reyes [las obras muertas de sus abominacio­nes egoístas], y habitaré en medio de ellos para siempre [observe que este versículo es condicio­nal].
10. Tú, hijo de hombre,  MUESTRA A LA CASA [profanada que el hombre ha edificado en mi nom­bre, dándole el nombre de mi Iglesia] de Israel [el Israel espiritual] ESTA CASA [verdadera y sin man­cha], y avergüéncense de sus pecados, y entiendan su diseño [que es Jesús, el Cristo, como único SEÑOR].
11. Si se avergonzaren de todo lo que han hecho, hazles entender la figura de la Casa [cómo une Dios a Su verdadero pueblo], y su diseño [el propó­sito de Dios para la humanidad], y sus salidas y sus entradas [la libertad verdadera y la liberación al morir a sí mismo y de vivir en Cristo], y todas sus figuras [todo lo que tiene que morir en nosotros para que verdaderamente podamos ser libres en Cristo], y todas sus descripciones [la manera en que Dios hace las cosas], y todas sus pinturas [todas las facetas acerca de andar en la gloriosa herencia de los hijos de Dios], y todas sus leyes [la Ley del Espíritu de Vida (Romanos 8:2) y la Ley de la Libertad (Santiago 1:25; 2:12)]; y descríbelo delante de sus ojos, para que guarden toda su forma [para que ellos puedan amoldarse según Jesús, el Cristo], y todas sus reglas [para que ellos puedan aprender Sus caminos] y las pongan por obra.
(Ezequiel 43:6-11).

El pueblo de Dios es culpable por edificar la casa del Señor a su propio modo. Ellos son culpables por predicar una «primera fiesta,» o evangelio del «atrio exterior» de la «creencia fácil,» que promete seguridad y confianza a cambio del conocimiento de los hechos históricos y de un conocimiento intelectual de la doctrina, en lugar de la predicación del arrepentimiento por seguir nuestro propio camino, y la fe en Jesús, el Cristo como  SEÑOR para cambiar, purificar y perfeccionar, y para consumarnos, con el fin de que podamos seguir verdaderamente SU camino.

El bautismo en el Espíritu Santo, o la «Fiesta de Pentecostés,» se predica entonces a aquellos que han eludido la cruz y todo lo que ella representa, dando como resultado el uso de los dones, de la unción, del poder, y de la revelación del Espíritu Santo, para la promoción de los reinos del hombre, en lugar del verdadero propósito para el cual fueron dados ellos, que es el de perfeccionarnos y librarnos de la esclavitud del yo y de la esclavitud de los sistemas del hombre, que han sido erigidos en nombre de Dios.

Continuando con esta clase de abominación en el Lugar Santo, muchos agregan a esto la predicación de una versión de la tercera fiesta (la Fiesta de los Tabernáculos) que también ha sido leudada por el hombre.   En lugar de reconocer la necesidad de detenerse y de empezar otra vez, según la perfecta voluntad de Dios, ellos tratan de acomodar su versión de la tercera fiesta por encima de las pervertidas primera y segunda fiestas, dando como resultado dificultades incontables.

Pero en medio de toda la confusión, generada por las diversas manifestaciones del yo en todas sus múltiples facetas, Dios todavía sigue obrando con constancia en el Tabernáculo de David (Amos 9:11; Hechos 15), perfeccionando y labrando cada piedra individual que pagará el precio de la sumisión a Sus tratos íntimos, oyendo y obedeciendo Su suave y tenue voz. La obediencia a esta voz resulta costosa. Ella hará que muchos sean «heridos en casa de sus amigos.» Eventualmente, hará que todos los que oyen y obedecen esta voz mueran a sí mismos, si es que no nos apartamos del fuego de Sus tratos.

5. Oíd palabra del SEÑOR, los que tembláis a su palabra: Vuestros hermanos, los que os aborrecen, y os niegan por causa de mi nombre, dijeron: Glorifíquese al SEÑOR. Más él se manifestará a vuestra alegría, y ellos serán confundidos.
6. Voz de alboroto se oye de la ciudad  [de la religión], voz del Templo [del juicio que empieza en la casa de Dios]; voz del SEÑOR que da el pago a sus enemigos.
7. Antes que estuviese de parto, dio a luz; antes que le viniesen dolores dio a luz hijo [un vencedor colectivo]
8. ¿Quién oyó cosa semejante? ¿Quién vio cosa tal? ¿Dará a luz la tierra en un día? ¿Nacerá toda una nación de una vez?   ¿Que Sion estuvo de parto, y dará a luz  juntamente sus hijos?
9 ¿Yo, que hago dar a luz, no estaré de parto? dijo el SEÑOR. ¿Yo, que hago engendrar, seré deteni­do? dice el Dios tuyo.
10.          Alegraos con Jerusalén [con la Jerusalén de arriba, que es la madre de todos], y gozaos con ella, todos los que la amáis; llenaos con ella de gozo, todos los que os enlutáis por ella.
11.          Para que maméis y os saciéis de los pechos de sus consolaciones, para que ordeñéis, y os delei­téis con el resplandor de su gloria.
12.          Porque así dice el SEÑOR: He aquí que yo extiendo sobre ella paz, como un río; y la gloria de los gentiles como un arroyo que sale de madre; y mamaréis, y sobre el lado seréis traídos, y sobre las rodillas seréis regalados.
13.          Como el varón a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros, y sobre Jerusalén tomaréis consuelo.
14. Y veréis y se alegrará vuestro corazón; y vuestros huesos reverdecerán como la hierba; y la mano del SEÑOR para con sus siervos será cono­cida, y se airará contra sus enemigos.

(Isaías 66:5-14).

A MODO DE CONCLUSIÓN
,
Mayo de 1997
Amados míos:

En esta forma resumida, Más Allá del Pentecostés fue escrito el 5 de marzo de 1964, durante un período de gran intercesión que duró 13 horas, y lo que ahora están leyendo ustedes está repetido casi al pie de la letra. Su forma inicial fue la de una presentación objetiva y muy directa, dirigida a una organización particular y a su junta directiva.

Durante nueve años, desde el 27 de junio de 1956, esta organización había empezado un recorrido descendente, pasando de ser un organismo viviente en las manos de Dios, a ser una simple organización que se valía de las herramientas del hombre para hacer funcionar una maquinaria hecha por el hombre.

Antes de que yo hubiera hecho mecanografiar este trabajo, el Señor me hizo saber que yo lo leería de cabo a rabo y que eliminaría el saludo y toda referencia personal o colectiva, cambiando la desti­nación a una organización determinada, por otra dirigida a todo el cuerpo de Cristo (que no es un conjunto tan compacto). El resultado es el librito que ustedes están leyendo ahora.

Además, el Señor lo aclaró para que yo le diera una forma muy directa, pero mucho más resumida a este tratado (que se convirtió en una carta de ocho páginas).

Yo enviaría después tanto este tratado, que publicaría en un librito parecido a éste, junto con la carta de ocho páginas que, entre otras cosas, contendría brevemen­te las circunstancias que dieron origen a esta presentación.
Inme­diatamente, hice imprimir 500 libritos, de contenido casi idéntico a éste que ustedes acaban de leer, publicados bajo el título que me dio el Señor: Más Allá del Pentecostés; luego, envié los dos escritos a cada uno de los 72 directores de la mencionada organi­zación.

Once años antes, yo había sido uno de los veinte padres fundadores de esa misma organización. Durante todos esos años fui un director de esa organización cristiana internacional y, en la mayor parte de ese tiempo, también fui vicepresidente. Sólo mi carta reformada, conservaba los dos últimos párrafos de mi escrito del 5 de marzo que contenían mi renuncia como funcionario y director de ese cuerpo. Durante un año más, seguí siendo presidente del capítulo más grande en nuestra nación.

En tanto que el contenido y la directiva fueron bien aceptados, como palabra del Señor, por los círculos oficiales de esa organiza­ción, el paso del tiempo demostró pronto que la gran mayoría de ellos, mientras aceptaban en TEORÍA la directiva de este tratado -Más Allá del Pentecostés -, sólo una minoría estaba dispuesta a ponerla en PRACTICA de nuevo, como lo hizo a principios de los años 50.

Nueve meses después, me sentí desanimado por dos razones: (1) mis amigos más cercanos en esa organización y a quienes yo quería mucho, se mostraban renuentes a poner en PRACTICA estos princi­pios, ya practicados antes durante doce años, o se veían imposibi­litados para hacerlo así; y (2) el hecho de que el Señor no me hubiera dado una directiva confirmada sobre cuándo y cómo publicar la copia provisional del librito en edición definitiva, en forma de libro, tal como yo sentía que había sido instruido para hacerlo el 6 de marzo de 1964. Así, guardé durante un tiempo, (un tiempo breve según lo creía yo,) este manuscrito en un baúl de mi desván.

Poco tiempo después me encontré con que el Señor cambió la dirección del ministerio en que yo me había movido hasta enton­ces, tanto en contenido como en una dimensión espiritual más alta. En septiembre de 1966 encontré que el Señor me abría sobrenaturalmente la puerta para un amplio ministerio en Colom­bia, Sur América.
Durante los dos meses siguientes, el Señor me abrió las puertas en ese país, con el fin de que pudiera ministrar a algunos de los verdaderos intercesores de aquella nación. Igual­mente, se me abrieron de par en par las puertas de algunos de los más altos niveles de los líderes políticos de aquella nación.

De nuevo, en 1968, reconocí con mirada retrospectiva el extingui­do desaliento con el Señor, por haberme traído otra vez a experi­mentar dos años de andar en esa «Nueva Jerusalén, que es la madre de todos nosotros,» sólo para encontrar que el Señor me estaba dando, en grandes cantidades, la «palabra de conocimiento,» pero muy poco de la «palabra de sabiduría,» para saber qué hacer con el conocimiento.

Encontré una paz mediocre mientras seguía la nube de día, y el fuego de noche, en el desierto del hacer, en contraposición con el ser, durante once años más (desde 1968 hasta 1979). El 27 de octubre de 1979, el Espíritu del Señor vino a mí en forma similar a lo ocurrido el 5 de marzo de 1964 y, durante nueve semanas, hasta el 31 de diciembre, a duras penas salí de mi dormitorio. Durante este período escribí el libro Nadie se Atreve a Llamarlo Engaño, acompañado de mucho dolor, de problemas y de intercesión.

El 3 de enero de 1980, tres días después de esas nueve semanas de mezcla de pena y de gloria, me encontré, después de 13 años y, de nuevo, mediante la intervención Divina, en un avión con rumbo a Colombia, Sur América. Durante los primeros tres meses de 1980, el Señor abrió otra vez, sobrenaturalmente, muchas puertas grandes en ese país, tanto en la arena espiritual, como en la arena política. Pero la mayor parte de mi tiempo lo pasé en la privacidad de un dispuesto y adecuado cubículo de oración (como en las ya mencionadas nueve semanas en mi casa), donde me encontré de nuevo escribiendo y en intercesión de noche y de día.

Cuando salí de Colombia, tenía en mis manos un nuevo manuscri­to, al que el Señor le había dado el título .Los Maestros del Engaño. En tanto que el tema principal del anterior manuscrito, Nadie se Atreve a Llamarlo Engaño es, fundamentalmente, el producto de la mucha experiencia que este autor ha tenido y de la mucha búsqueda que ha llevado a cabo en lo referente al engaño religioso dentro de la Iglesia, Los Maestros del Engaño abarcan la otra cara de la misma moneda, que este escritor ha estudiado e investigado durante décadas, en lo referente al engaño político en el mundo entero.

En las Escrituras, tras años de estudio y de confianza en Dios para la «sabiduría» y el «entendimiento,» siento que hemos descubierto muchas directivas engañosas y conspiratorias, hacia las cuales se está deslizando rápidamente el mundo político y económico, en donde la iglesia (liberal, fundamentalista, evangé­lica, pentecostal y carismática) parece haber perdido casi comple­tamente su vista y su oído mientras que ellos conducen, locamente, para recibir a toda carrera casi todo lo que el espíritu del día del Anticristo y del Falso Profeta emplean en su actuación de «yo también,» dentro de la así llamada Iglesia.

Cuando finalicé mi período de escritura, a fines de marzo de 1980 en Colombia, el Señor me hizo saber que yo iba a volver a casa para rescatar de mi desván las 96 páginas del tratado que ustedes están leyendo ahora, porque el Señor iba a agrandarlo, por medio de mi pluma, en un volumen más grande (del tamaño de los dos volúmenes que yo acababa de escribir en los cinco meses anteriores).

La palabra adicional del Señor fue la de que preparara en seguida estos tres manuscritos para su publicación definitiva, cada uno bajo su título individual, pero que los tres iban a formar «parte de una serie» bajo el título general de Muestra la Casa a los de la Casa (Ezequiel 13:10-11).

En la actualidad, mayo de 1997, sólo Más Allá del Pentecostés (volumen 1 de nuestra serie) y Nadie se Atreve a Llamarlo Engaño (el volumen 2) han sido publicados en inglés. En español, se han publicado el primero y el segundo, así como un libro fenomenal de George Warnock, Gloria en Lugar de Cenizas. Desde 1993 hasta 1997, nuestros volúmenes han sido pedidos, verbalmente y por correo, desde todos los estados de nuestra nación, así como de 70 países diferentes.
Deseamos tener estos libros disponibles para los lectores de este librito, si ustedes así lo desean.

Todas las solicitudes pueden dirigirse al Apartado Aéreo 95.300, Santafé de Bogotá, Colombia, o a E-Mail rsm05001@inter.net.co.

Este autor cree firmemente en que la unción no se da para ganancia personal. En cualquier forma en que unge el Señor, incluso la de escribir, es para beneficio del Cuerpo de Cristo, no para lucro personal por encima de las necesidades normales de la vida. Yo pido: «Señor, ayúdame a ser un vaso de honor cuando me convierto en el conducto y en el tesorero de una pequeña parte de Tu almacén.»

Confío en que la lectura de este librito que ustedes acaban de leer, y los que puedan recibir en el futuro, no sean solamente una bendición, sino por medio de ellos el Señor podrá iluminar aun más el «entendimiento» de ustedes.

De ustedes en Él, Clayton Sonmore.

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