...¿Entonces, quiénes fueron los Nicolaítas? Fueron líderes dentro la comunidad cristiana, que eran falsos profetas “de la misma manera” como lo fue “Balaam” Eran ministros en medio de la asamblea de los-llamados-fuera, que eran motivados por la avaricia y el auto-engrandecimiento:la necesidad de crecer en poder, posición, riquezas y dominio. Se las arreglaron para exaltarse a sí mismos en posiciones de liderazgo por encima de los “comunes” llamados-fuera....
Capítulo 9 – Los Nicolaítas
¿Nicolaítas?
¿Quiénes fueron los Nicolaítas? Sólo son mencionados dos veces en la Escritura
y ambas veces, en contienda. La primera mención de ambas aparece en Apocalipsis
2:6. Jesús glorificado dijo al viejo
apóstol Juan que escribiera al ángel (mensajero) de los llamados fuera de
Éfeso. En esta carta, Jesús alabó a los efesios por sus obras, su trabajo, su
paciencia, y por el hecho de no poder soportar a los malos. Además, habían
probado a los que se decían ser apóstoles pero no lo eran, y los habían hallado
mentirosos. Sin embargo, el Señor les amonestó severamente por haber dejado el
primer amor. Quizá tenían todas las doctrinas correctas y estaban haciendo las
buenas obras de un cristiano, pero estaban mostrando mas afecto por las cosas del evangelio que por la
persona de la que habla el evangelio. Lo que fuera que estaban haciendo
los efesios que les había causado abandonar el primer amor, era lo
suficientemente severo para que el Señor les llamara al arrepentimiento. Si no
se arrepentían, El
quitaría su candelero de ellos. Quitaría el poder, presencia y la luz de su
Santo Espíritu. Después el Señor les alabó diciendo, “Pero tienes esto, que aborreces las obras de los Nicolaítas, las cuales Yo también aborrezco”.
La
única otra referencia a los Nicolaítas está en Apocalipsis 2:15. Los
llamados-fuera de Pérgamo estaban entre los que sostenían la doctrina
(enseñanza) de los Nicolaítas. Respecto de ellos, Jesús dijo, “Tienes a los que retienen la doctrina de
los Nicolaítas, la que Yo aborrezco.” El aborrecía lo que ellos enseñaban.
Por
estas dos referencias, sabemos que el Señor odiaba sus “obras” y sus
“doctrinas” (enseñanzas). Parece que solo nos queda especular sobre quienes
eran, cuales eran sus obras y que enseñaban. Pero no es así. La evidencia de lo
que hacían y enseñaban se revela en la Escritura. Sabemos quienes eran por lo que hacían y enseñaban. A
través de esto, sabemos quienes son en las iglesias
hoy.
EL NOMBRE DE LOS NICOLAÍTAS
La
primera pista en cuanto a quienes eran podemos encontrarla en como se llamaban—Nicolaítas.
La palabra Nicolaíta procede de dos palabras griegas: nike y laios. Nike
significa “conquistar”, “someter”,
“vencer”, y laos se refiere a un cuerpo de personas, personas comunes.
Nikos es el equivalente a nike y ha sido traducido como “victoria”. Cuando ambos se combinan,
estos dos términos se traducen como “conquistador” (o el que somete) de
la gente común.
Estos
conquistadores de personas estaban entre la asamblea de los llamados-fuera en
Éfeso y Pérgamo. Obviamente tenían una influencia grande entre los santos.
(Algunos
expertos dicen que eran seguidores de Nicolás, uno de los diáconos en Hechos
6:5. Especulan que Nicolás cayó en error y apartó a algunos creyentes de la fe.
Esto es imposible de documentar.)
Su
nombre representa quienes fueron los Nicolaítas y lo que enseñaban. Eran los que se colocaban a si mismos por encima de la
gente “común”, como teniendo alguna autoridad sobre ellos y enseñándoles
que ésta era la forma en que se suponía que tenían que ser la cosas. Creo que este fue el comienzo del sistema del clero que se hizo vigente en el
sistema de la iglesia
histórico-institucional.
El
clero se refiere a personas que son ordenadas para el servicio religioso tales
como ministros, sacerdotes y rabinos. La palabra clerical se usa a veces en
relación hacia la persona del clérigo. El Clericalismo es la “influencia
política o el poder del clero, o una política o principios que favorecen esto:
generalmente un término despectivo” {16}. El sistema del clero en las iglesias aboga por la elevación de los
ministros “profesionales” por encima de los creyentes comunes.
ASOCIADOS CON BALAAM
La
segunda pista en cuanto quienes fueron los Nicolaítas la encontramos en la asociación de su nombre con
Balaam. En Apocalipsis 2:15, la
traducción inglesa King James dice: “Y así tenéis también a los que retienen la
doctrina de los Nicolaítas.” La Palabra “también” procede de la palabra griega kai,
que puede ser traducida por “y”, “también”, o “Incluso”, dependiendo del
contexto en el que sea usado. El texto griego tiene en adición a kai, la palabra omoios, que significa, “de igual manera”. Algunas de las traducción
no usaron omoios y perdieron un
aspecto importante de interpretación. La New American Standard lo mantuvo y lo
tradujo así: “De la misma manera”. “Así, también
tenéis entre vosotros de la misma manera
a los que retienen las enseñanzas de los Nicolaítas”.
Preguntamos,
“de la misma manera”, ¿De la misma manera que quién? La
respuesta a esa pregunta la encontramos en los versículos anteriores. En Apocalipsis
2:14-15, el Señor dijo “Pero tengo unas pocas cosas contra ti; que
tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a
poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer cosas sacrificadas a los
ídolos, y a cometer fornicación. Y también tienes ahí a los que retienen la
doctrina de los Nicolaítas, la que yo aborrezco.” Por tanto, sugiero que esta referencia a
Balaam es el antecedente de la frase “De
la misma manera”. “La doctrina de
Balaam” (v.14) y “la doctrina de los Nicolaítas” (v.15)
se refieren a la misma cosa o cosas.
Por
tanto, si “la doctrina de Balaam” es
a lo que se refiere la frase “de la misma
manera”, entonces es
necesario investigar más sobre Balaam para poder saber más sobre los Nicolaítas.
DÍ, HAZ Y SÉ
Sin
embargo, primero que nada, consideremos las tres virtudes de los
verdaderos ministros de Dios: dirán lo
que Dios diga, harán lo que Dios
hagan, y serán lo que Dios quiere que
sean. No pueden hacer ninguna otra cosa. Son diferentes de Balaam en
el Antiguo Testamento, tal y como menciona Números 22-24. Balaam no podía ser lo que no
era.
Balac
era Rey de los Moabitas en el tiempo en que los Israelitas tenían levantadas
sus tiendas en la tierra de Moab. Balac tenía temor de lo que los Israelitas
pudieran hacer a su pueblo porque había visto que habían golpeado a los Amonitas,
y que habían tomado sus ciudades. Así, envió mensajeros para contratar a Balaam
con el fin de que viniera y pronunciara una maldición contra estos Israelitas
que habían salido de Egipto. Balaam no era un profeta Israelita.
Balaam
fue engañado por el precio que le ofrecieron, pero advirtió a Balac que estaba
sujeto a decir las palabras que Dios pusiera en su boca. Balaam hizo eso
exactamente. Pronunció
cuatro profecías favoreciendo a Israel y una en oposición a Balac. ¿Por qué
entonces, fue Balaam mencionado con tanto desprecio tanto en el Antiguo como en
el Nuevo Testamento?
Recuerda,
se necesitan tres virtudes para ser un verdadero ministro de Dios: decir lo que Dios dice que digamos, hacer lo que Dios dice que hagamos y ser lo que Dios quiere que seamos.
Balaam se quedó terriblemente corto en
cuanto a la tercera virtud de ser.
Por medio de esto, podemos saber.
EL ASUNTO EN PEOR
Más
adelante, en Números 31, leemos cuando Dios dijo a Moisés que se vengara de los
Madianitas por los Hijos de Israel. Había enviado a sus capitanes y guerreros
de cada tribu y los sacerdotes con los vasos santos y las trompetas de alarma.
Mataron a cada varón de Madián y a sus reyes.
Quemaron las ciudades y tomaron del botín, pero capturaron a las mujeres y las trajeron con ellos.
Moisés
y los demás salieron a recibir al ejército que regresaba, y vieron lo que
habían hecho. Moisés se
enfadó con los oficiales y les preguntó porque habían salvado a las mujeres.
Parecía que era una cosa muy noble de hacer, ¿verdad? Moisés explicó su ira en el versículo 16: “He
aquí, por consejo de Balaam ellas fueron causa de que los hijos de Israel
prevaricasen contra Jehová en lo tocante a Baal-Peor, por lo que hubo mortandad
en la congregación de Jehová.”
¿Qué
es lo que pasó en Peor y qué tuvo Balaam que ver con ello? ¡Aparentemente todo!
Vemos en Números 25 que Israel fornicó con las hijas de Moab: ”Invitaron al pueblo a los sacrificios de
sus dioses: y el pueblo comió y se inclinó ante sus dioses. E Israel se unió a
Baal-peor y la ira de Jehová se encendió contra Israel”. Números 25:2-3. Recuerda, Dios dejó muy claro
que los israelitas no debían mezclarse con el pueblo de la tierra. Deut.
7:1-6.
No
se hace ninguna referencia a Balaam en Números 25, pero Números 31:6 nos informa que este “pecado” en Peor
fue causado por el consejo de Balaam. En Números 22-24 leemos como Balac
ofreció dinero y prestigio a Balaam para que pronunciara una maldición contra
los israelitas. Balaam no iba a perder una oportunidad como esa para obtener
fortuna y preeminencia.
Balaam debía conocer la prohibición que
Dios había establecido, tal y como aparece en Deuteronomio 7 y la usó para
derrotar a los israelitas. “Enseñó a
Balac a poner piedra de tropiezo a los hijos de Israel, a comer cosas
sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación:”
Apocalipsis 2:13. Con otras palabras, Balaam aconsejó a Balac a engañar a los hijos e hijas de
Israel a mezclarse con los hijos e hijas de Moab. De esta forma,
Balaam no tenía que pronunciar la maldición, sino que se aseguró de que Israel
cayera por sí misma bajo maldición. Eso es exactamente lo que hizo
Israel. Cometieron
fornicación y trajeron la maldición de una plaga sobre ellos mismos que mató a
veinticuatro mil de los suyos. Números 25:9.
Balaam
cobró su dinero de sangre y se preparó para vivir lujosamente entre los reyes
de Madián. Sin embargo, su vida no duró mucho después de ese episodio. Números
31:8 nos dice que murió a espada cuando Israel se vengó de los Madianitas. Era un falso profeta. Estaba
sujeto a decir lo que Dios quería que dijera. Incluso fue obligado por su asno a hacer lo que Dios quería,
pero no estaba en él ser quien Dios quería que fuera (su carácter no era lo que debía ser para un profeta). Era
avaricioso y buscó para si mismo poder, posición, riquezas y dominio. Se puso a
sí mismo por encima de los asuntos de Dios y de su pueblo. Nosotros somos muy parecidos a
Balaam cuando pedimos a Dios que bendiga nuestra carne en lugar de negarla para
obedecer a Dios.
EL NOMBRE Y LA REPUTACIÓN DE BALAAM
Otra
conexión entre Balaam y los Nicolaítas está grabada en su nombre. El nombre de Balaam es la combinación de dos palabras
del hebreo, beli, y haam. Beli significa “conquistador” y haam
significa “el pueblo”. Si las unes, obtenemos “conquistador de pueblos”. Por tanto, el
nombre de Balaam se traduce igual que “Nicolaíta”. ¿No es esta una
evidencia suficientemente fuerte de que la referencia a Balaam es el
antecedente de la frase “de la misma manera”?
Balaam también aparece mencionado en 2ª
Pedro 2:15 en el contexto de los falsos
maestros. Los falsos maestros eran los que “han dejado el camino recto, y se han
extraviado siguiendo el camino de
Balaam, hijo de Peor, el cual amó el premio de la maldad.”
También
es mencionado con
desprecio en Judas versículo 11: ”¡Ay
de ellos!”, escribe Judas, “porque han seguido el camino de Caín, y se
lanzaron por lucro en el error de Balaam.”
Estos tres testigos del Nuevo
Testamento testifican contra Balaam de forma muy
severa, sin exagerar nada. Cada
uno de ellos habla de avaricia. Los Nicolaítas hacen que el pueblo de Dios cometa fornicación
espiritual al unirlos a sus idolátricos sistemas de iglesia.
AUTO-ENGRANDECIMIENTO
Habiendo
mirado a la persona de Balaam y quien era este hombre, regresamos a la pregunta
original: ¿Entonces,
quiénes fueron los Nicolaítas? Fueron líderes dentro la comunidad cristiana,
que eran falsos profetas “de la misma manera” como lo fue
“Balaam” Eran
ministros en medio de la asamblea de los-llamados-fuera, que eran motivados por la avaricia y el
auto-engrandecimiento:la necesidad de crecer en poder, posición, riquezas y
dominio. Se las arreglaron para exaltarse a sí mismos en posiciones
de liderazgo por encima de los “comunes” llamados-fuera.
El
Nuevo Testamento menciona a Diótrefes, que poseía el espíritu Nicolaíta. El fin
del primer siglo después de Cristo se acercaba, y el anciano apóstol Juan
escribió su tercera epístola. Escribió al amado Gallo y mencionó su dolor por
causa de alguien llamado Diótrefes. Por la carta, parece que Diótrefes se había
colocado en un lugar poco común de autoridad en medio de la asamblea de los
llamados-fuera. Amaba tener preeminencia entre ellos. 3ª Juan 1:9. No solo
rehusó dar la bienvenida al apóstol Juan y a los otros hermanos, sino que quitó
de la asamblea a los que se atrevieron a darles la bienvenida. 3ª Juan 1:10-11.
El deseo de preeminencia es característico del espíritu Nicolaíta.
Los Nicolaítas son aquellos que buscan levantarse por encima del así llamado
laicado. Digo “así llamado” porque no se hacen distinciones tales en el Nuevo
Testamento entre el clero profesional y el laicado. Tales
distinciones son un insulto a la doctrina del sacerdocio de todos los creyentes.
El ejercicio clerical de tal autoridad sobre los llamados-fuera surgió por toda la cristiandad
poco después del fin del primer siglo. Esta referencia a Diótrefes en 3ª
de Juan es una clara evidencia de que ya había enraizado. Los Nicolaítas son como cabras,
les gustan los lugares altos.
EL NICOLAÍTA EN MÍ
Yo
crecí en el cristianismo institucional. El espíritu Nicolaíta (clero) se
programó en mí desde mi niñez, por parte de todos aquellos que ya lo tenían
programado en sí. Es
generacional. Era lo único
que yo había visto o conocido. No había forma de saber que el ministerio
pudiera ser algo diferente de lo que mi experiencia y educación me había
enseñado. Así, continué el curso normal del ministerio que se esperaba de mí.
Yo respondí al llamado al ministerio
cuando tenía unos doce años de edad, inscribiéndome en la escuela denominacional,
donde sería entrenado para el ministerio, inmediatamente después de dejar el instituto. Años después acabé un Master en Divinidad en
este seminario.
Había
tomado el curso normal de las clases de Biblia y religión que entrenaban para
perpetuar el sistema en el que me encontraba. Había sido
entrenado por el sistema del clero para ser uno de ellos. Fui contratado por
los ancianos de la iglesia local para
ser su pastor. Era el administrador general y para todo lo práctico, era el
profesional contratado para llevar el trabajo de la iglesia.
Después de doce años detrás del
púlpito, me aparté de Dios y dejé el ministerio. Después de mi conversión, años más tarde, Dios me inmovilizó en
lo que yo llamo mi experiencia del desierto. Duró muchos años. Dios me puso en
la escuela de su Espíritu Santo. Era un tiempo de aprendizaje de la palabra de Dios para
mí mismo, de recibir revelaciones, y de ser purgado de muchas manchas y
arrugas.
Un
día concreto en mi viaje por el desierto, estaba orando con el Señor cuando vi
en mi mente una imagen de miniatura de un hombre que se encontraba en lo alto
de un acantilado con los brazos cruzados, el pecho erguido, la cabeza hacia
atrás, lleno de arrogancia y orgullo. Después de mirar otra vez, dije, “¡Señor, se parece a mí!”
Sabía
que estaba viendo un “espíritu” de preeminencia. Sabía que ahí estaba el espíritu Nicolaíta que se había
implantado en mí desde mi temprana niñez. Este es ese espíritu de auto-engrandecimiento del clero. En
cuanto lo vi, renuncié a ello y pedí al Señor que lo quitara de mí. Esto ha
tardado varios años en suceder.
EL LEVANTAMIENTO DE LOS OBISPOS
El
espíritu Nicolaíta es engañoso y mortífero. Esta profundamente atrincherado en
la mayoría de los hombres y mujeres que han sido entrenados y nutridos para
ministrar en el sistema de la iglesia.
Las personalidades Nicolaítas han gobernado en las iglesias desde el primer siglo DC.
A pesar de estas excepciones como
Diótrefes, la simplicidad parecía caracterizar la vida de los así
los-llamados-fuera que conocemos en el Nuevo Testamento, hasta después de la
muerte de Juan. Poco se sabe sobre las actividades de
los-llamados-fuera durante los pocos años entre la muerte de Juan y el cambio
de siglo.
Cuando las páginas de la historia de la
iglesia comenzaron a pasar en el comienzo del siglo segundo, algo
interesante había ocurrido. Algunos llevaban el título de obispo, como
Policarpo de Esmirna, Clemente de Roma, Ignacio de Antioquia, Polybo de Troya,
y Onésimo de Éfeso. Estos fueron hombres
piadosos, defensores de la fe, algunos de los cuales se convirtieron en
mártires por Jesús, pero fueron de cualquier modo, atrapados bajo el poder y
posición del obispado.
Justo
González apunta en su Historia del
Cristianismo, que Jacobo, el hermano de Jesús, recibió erróneamente el
título de obispo de Jerusalén por parte de los líderes de la iglesia, años mas tarde.
{17} González explica
que “el énfasis en la autoridad de los obispos y en la sucesión apostólica, fue
parte de la respuesta de la iglesia ante el desafío de herejías a finales del
Siglo II y principios del Siglo III. Al convertirse la iglesia en
principalmente gentil, el peligro de estas herejías era mayor, y en
consecuencia, llevó a un énfasis mayor en la autoridad episcopal (obispado)”. {18}
A finales del S.III y comienzos del
S.IV, con el movimiento monástico, los obispos vivían en grandes ciudades y
disfrutaban de gran poder y prestigio. Además, el
obispado se había convertido en un oficio que cumplir más que en un llamamiento
de Dios a un hombre. Cuentan la historia de un hombre llamado Martín, nacido en
el 335 DC, que vivió la vida monástica y fue elegido para el oficio de obispo
de Tours por demanda popular. González escribió: “Cuando el obispado de Tours
quedó vacante, el populacho quería elegir a Martín para esa posición. La
historia cuenta que algunos de los obispos presentes en la elección se
opusieron de tal forma a esa idea, argumentando que Martín era insólitamente
sucio, vestido con trapos, y desaliñado,
y que su elección dañaría el prestigio del oficio del obispo”. {19}
Esta historia nos cuenta que el obispado de Tours se
había convertido en una posición u oficio para el que los hombres podían ser
elegidos. Lo que una vez fue el llamado de Dios sobre hombres en
particular, se había convertido en una institución de hombres.
Muchas
iglesias de la tradición Presbiteriana han escogido a hombres, mujeres y
jóvenes como ancianos para cumplir ciertas posiciones durante períodos
listados. ¿Dónde está esto
en la Biblia?
De acuerdo con los antecedentes del
Nuevo Testamento, los ancianos eran nombrados en cada ciudad y existían en
pluralidad. Nadie recibía esa responsabilidad solo. Los ancianos no eran llamados
obispos ni pastores. Eran ancianos que pastoreaban el rebaño de Dios en medio
del cual el Espíritu Santo los había hecho supervisores (que es la
palabra griega episcopous, también traducida “obispo”).Hechos 20:20. Los términos anciano, pastor y supervisor se refieren a la misma
persona. El
anciano tiene que ver con quienes eran. El pastor tiene que ver con lo que hacían.
El supervisor tiene que ver con como hacían lo que hacían. Un anciano es alguien que es
llamado por Dios a desarrollar una
función en el cuerpo de Cristo y jamás pretendió ser una posición, oficio,
título o institución en el Reino de Dios.
Este
“oficio” antibíblico del obispo fue el semillero en el que el sistema
jerárquico del clero se enraizó y floreció con el ascenso eventual de la
iglesia católico-romana. El
poder del oficio del obispo era tal que la simonía se convirtió en un asunto de
iglesia. La simonía es la compra y la venta de posiciones
eclesiásticas (de iglesia).
Asimismo,
se sabe que los nobles, los reyes y los emperadores nombraban e investían a
obispos y abades para tener el control político de la iglesia.
La
veneración que reciben los papas, cardenales, obispos y sacerdotes tiene que
ser repugnante para el Espíritu Santo; especialmente que el Papa, un hombre,
sea llamado Santo Padre. La palabra cardenal, cuando se usa como adjetivo,
significa de “extrema importancia, primordial”.
{20}
Jesús
exhortó a Sus seguidores respecto de esta necesidad de veneración: “Pero vosotros no queráis que nadie os llame
Rabí; porque uno es vuestro maestro, el Cristo, Y todos vosotros hermanos. Y no
llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno es vuestro Padre, el que
está en los cielos. Ni seáis llamados maestros, porque uno es vuestro Maestro,
el Cristo. El que es el mayor de vosotros
sea vuestro siervo. Porque el se enaltece será humillado, y el que se
humilla, será enaltecido.” Mat. 23:8-12.
A
pesar de la Reforma y de otros despertares espirituales, la influencia del
sistema del clero abunda en cada denominación e iglesia independiente. Cualquiera que desafíe la posición exaltada de alguien como “Pastor” (o
cualquiera que sea el título que tengan), estará usando palabras de guerra al
máximo.
Sin
embargo, declaro con valentía que los Nicolaítas hoy son los que
promocionan el sistema del clero, que separa a los así llamados ministros “profesionales”, del así llamado laicado. Son los que buscan crecimiento
en poder, posición, riquezas, y dominio y generalmente a expensas de los
santos. Este “sistema del clero” es la obra del espíritu de ramera en las iglesias.
COMEN A LAS OVEJAS
Los
Nicolaítas son esos pastores de Ezequiel 34 en contra de los cuales Dios
profetizó porque se alimentaban cuando debían haber alimentado al rebaño.
Comían la grasa y se
vestían con la lana, mataban a las que estaban bien alimentadas, no fortalecían
a la enferma, ni sanaban a las que estaban enfermas, no vendaban a la
perniquebrada, ni traían a las que se habían apartado, ni buscaban a las
perdidas, gobernaban sobre las que tenían, con fuerza y con crueldad. Sus
rebaños estaban dispersados y se habían convertido en presa para todas las
bestias del campo.
El
Señor estaba en contra de esos pastores. El dijo que reclamaría Su rebaño
de sus manos y que les haría dejar de alimentar al rebaño. No podrían seguir
alimentándose del rebaño porque El prometía librar a sus ovejas de sus bocas.
Sus ovejas no serían nunca más carne para ellos. Ezequiel 34:2-5,10.
Dennis
Lowen afirma, “Balaam hizo un gran daño aconsejando a Balac que engañara a los
Israelitas a través de la fornicación, para que finalmente sirvieran a dioses
ajenos. Los Nicolaítas modernos exigen el mismo efecto final que cuando casaban
al Pueblo de Dios a un dios ajeno—a otro Jesús.” Los Nicolaítas se aprovechan
de las ovejas por ganancia. Comen a las ovejas para
engordarse ellos mismos.
Sin
embargo, vienen días cuando Dios mismo quitará a estas ovejas de los falsos
pastores. Buscará a Sus ovejas, y las buscará Él mismo. Alimentará,
cuidará, dirigirá y las sanará Él mismo. Ezequiel 34:11-16.
Los Nicolaítas de hoy tienen las
mismas marcas (características) de los
fariseos que vivían en los días de Jesús.
los nicolaitas son aquellos que tienen jerarquias dentro de la iglesia, padre,sacerdote,cura,arsobispo,obispo,cardenal,papa,esa es la doctrina de los nicolaitas
ResponderEliminarGracias por su aporte Pancho.
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