Definición de manipular según el
Diccionario de la Real Academia española de la Lengua:
Intervenir con medios hábiles y, a veces, arteros, en la política, en el mercado, en la información, etc., con distorsión de la verdad o la justicia, y al servicio de intereses particulares.
Definición de suplantar según el
Diccionario de la Real Academia española de la Lengua:
La definición de suplantador o manipulador por avezado experto en el tema:
Dícese de aquel que se vale de cualquier tipo de artimaña para conseguir que los demás hagan siempre lo que el quiere; es decir, para salirse siempre con la suya.
Desde el primer día hasta el último, la mano de Dios estuvo sobre Jacob. ¡Cuánto debemos agradecer y alabar al Señor! El nos escogió y nos predestinó, y ahora nos encontramos bajo Su mano soberana para ser quebrantados día tras día.
Dios nos azota por medio de toda clase de personas y circunstancias.
Al leer la historia de Jacob, he visto claramente la mano quebrantadora de Dios. Después de entender eso, me di cuenta de que todo lo que sucede entre los demás y yo, constituye una disciplina para mí. Los ancianos, los hermanos, las hermanas, mi esposa y mis hijos no tienen la culpa de lo que sucede. Todo está bajo la mano soberana de Dios como quebrantamiento para beneficio mío. Los necesito a todos ellos. Quizá mañana necesite otro tipo de quebranto. El Señor sabe qué clase de esposa, madre, hijos, suegros y nietos necesitamos. Nada sucede al azar. Todo ha sido preparado y sucede conforme al plan y al itinerario de Dios. Nada ocurre ni demasiado tarde ni demasiado temprano. Todo sucede a su debido tiempo. Finalmente, diremos:
“Padre, gracias por Tu mano soberana. Gracias por Tus azotes, por Tu arreglo, y por todo lo que has hecho. Ahora sé que todo ha sido arreglado por Tu soberanía. No soy más que un Jacob escogido bajo Tu mano”.
ESTUDIO-VIDA DE GENESIS
MENSAJE SESENTA Y
SIETE
BAJO LA MANO DE DIOS
(1)
El libro de Génesis contiene
las biografías de nueve personas importantes: Adán, Abel, Enós, Enoc, Noé,
Abraham, Isaac, Jacob y José. El relato más largo es el de la vida de Jacob, pues ocupa casi la mitad
del libro de Génesis. ¿Por qué el libro de Génesis dedica tantas páginas
a esta persona? Si usted lee detenidamente dicho libro, verá que el relato de
Jacob, a diferencia del de Abraham, presenta muchos detalles. La biografía de
Enoc ocupa menos de medio capítulo, y la de Enós solamente unos versículos. Noé
fue una persona importante, pero Génesis no le dedica muchas páginas. La razón por la cual el relato
de Jacob es tan extenso radica en que en
la experiencia de vida no hay nada que tome más tiempo que la transformación.
Fuimos llamados en un instante, salvados en un momento y perdonados y
regenerados en menos de un minuto. Pero la transformación requiere toda una
vida. Desde el día en que fuimos salvos, hemos estado en el proceso de
transformación.
En Abraham vemos el
llamado de Dios y la justificación. En Isaac vemos a una persona que siempre
disfruta la gracia de Dios. Parece que Isaac no quería saber nada, ni usar nada
de sí mismo. Cuando Jacob lo engañó, él sabía que algo no encajaba, pues dijo: “La voz es la voz de Jacob, pero las manos,
las manos de Esaú” (27:22). Si yo hubiese estado en el lugar de Isaac,
habría estudiado el asunto muy detenidamente antes de bendecir a alguien. Isaac
tenía la duda y no sabía si se trataba de Esaú. El conocía las voces de sus
hijos y oyó claramente la voz de Jacob, pero no discernió quién era (27:23).
Eso indica que a Isaac no le gustaba ejercer su discernimiento. El no era
perezoso para comer, pero sí para discernir. El libro de Génesis no dedica
mucho espacio a Isaac.
b. Fue quebrantado
En Jacob no vemos el llamado de Dios ni la justificación,
y tampoco el disfrute de la gracia. Vemos, eso sí, cómo fue quebrantado por Dios
(25:19—32:21). Inclusive cuando Jacob estaba en el vientre de su madre, Dios lo
tocó. Durante toda la vida, él estuvo constantemente bajo la mano disciplinaria
de Dios. Lo que Dios hacía con él lo transformaba. Jacob nació como
suplantador, uno que se ase del calcañar. Pero Dios deseaba tener un príncipe.
¿Cómo pudo ese suplantador llegar a ser un príncipe de Dios? Sólo por la
transformación. Resulta fácil cambiar un edificio material, pero es difícil
transformar a un suplantador en un príncipe de Dios. Eso no puede hacerse de un
día para otro; requiere toda una vida. Puesto que Jacob representa el aspecto
de la transformación, su biografía es muy extensa.
En Génesis 25:19-34;
27:1-46; 28:1-5 vemos cuatro personas: Jacob, Esaú, Isaac y Rebeca; cada una de
ellas es distinta de las demás. Aunque Jacob y Esaú eran gemelos, diferían
diametralmente el uno del otro. “Esaú fue
diestro en la caza, hombre del campo; pero Jacob era varón quieto, que habitaba
en tiendas” (25:27). Jacob era sosegado, persona
sutil y hábil,
y Esaú era agreste, tosco y fuerte. Mientras Jacob y Esaú peleaban en el
vientre de su madre, Esaú ganó por ser más fuerte. Mientras Jacob luchaba por
salir primero, Esaú parecía decir: “¿Qué
estás haciendo? Déjame salir primero”. Jacob era astuto, mientras que Esaú era fuerte
físicamente. Cuando Esaú se enteró de que Jacob lo había engañado,
amenazó con matarlo. Esaú parecía decir: “Jacob,
tú me has suplantado; mi mente no puede vencer la tuya, pero un día te mataré”.
En eso vemos que Jacob y Esaú eran totalmente diferentes.
Isaac y Rebeca también eran diferentes el uno del otro.
Rebeca era inteligente, ingeniosa, hábil y capaz de manipular a toda la familia. Ella
desarrolló la misma habilidad que Jacob y dirigía a su esposo. Isaac era totalmente manipulado
por Rebeca. Como resultado de esta manipulación, tanto Esaú como Isaac fueron
suplantados. No
sólo fueron suplantados por Jacob, sino también por Rebeca. Cuando Isaac mandó
a Jacob lejos, quizá haya pensado que tal acción era idea suya. Pero en
realidad, fue idea de Rebeca. Después de que ella dijera algunas palabras a
Isaac, éste mandó a Jacob lejos, a casa de Labán (28:1-5). Rebeca manipuló
a Isaac en este asunto.
Lo que hicieron Isaac,
Rebeca y Esaú redundó en el bien de Jacob. Dios usó a estas tres personas para
transformar a Jacob. En
eso vemos que todas las cosas obran para el bien de los que son llamados por
Dios (Ro. 8:28). Más adelante, veremos que Labán y también las esposas
de Jacob, sus siervas, sus hijos y sus hijas fueron usados por Dios para
transformar a Jacob. Toda circunstancia, situación y
persona que encontramos en la vida de Jacob fue usada para transformar al
suplantador en un príncipe de Dios.
No hay otro relato que
nos hable de la transformación como lo hace la historia de Jacob. Este había
sido escogido y predestinado. El propósito de Dios para con este escogido era
transformarlo en príncipe Suyo. A Dios no le gusta transformar a la gente buena, sencilla, justa,
honesta y noble. El prefiere transformar a los suplantadores como Jacob. ¿Qué
clase de persona es usted? ¿Es usted bueno, justo y honesto o es un Jacob? Todos nosotros, incluyendo a las hermanas,
somos Jacob. ¿No ha suplantado usted a otras personas? Hermanas,
ustedes probablemente han suplantado a su madre, a su marido y a sus hijos.
Algunos suegros han suplantado a sus yernos, y algunos tíos a sus sobrinos. No
piensen que ustedes son buenos. Yo no me considero tan bueno como Abraham e Isaac.
No, creo que sea como Jacob.
El hecho de saber que somos Jacob debe alentarnos. No digan: “Oh soy tan malo y tan vil. No soy una
persona noble”. Si usted es así, alabe al Señor. Usted es la persona
adecuada para recibir la misericordia y la gracia de Dios.
Dios no escogió a la
gente buena. Si nosotros hubiéramos escogido, probablemente todos habríamos
elegido a Esaú en vez de a Jacob. En comparación, Esaú era mejor que Jacob. El
nunca engañó ni suplantó a nadie. No obstante, Dios no escogió a Esaú, sino a
Jacob. Todos los que Dios
escogió son traviesos. Si usted es bueno, entonces no debe de haber sido
escogido por Dios. Abraham es el ejemplo de alguien que es justificado por la fe, pero Jacob es el ejemplo de uno que es escogido. ¿Ha sido usted escogido?
Entonces debe ser un Jacob, porque Dios sólo escoge a Jacob. Dios es
Dios, y nosotros debemos adorarlo como tal. El escogió soberanamente a Jacob,
al que era suplantador.
1) Nació en segundo lugar
Dios dispuso
soberanamente las circunstancias relacionadas con la vida de Jacob. Cuando Jacob y Esaú se
encontraban en el vientre de su madre, luchaban para ver quién nacería primero
(25:22-26). Jacob era astuto y parecía pensar así: “Ambos estamos en el vientre, el que salga primero será el mayor y
tendrá la primogenitura. No debo perder la primogenitura”. Por tanto, Jacob
empezó a luchar. Por la soberanía de Dios, Jacob tenía una mente hábil, pero no
tenía mucha fuerza física; mientras que Esaú no era tan inteligente, pero era
físicamente más fuerte y, en consecuencia, venció a su hermano y no le permitió
nacer primero. Aunque Esaú fue engañado por la mente hábil de Jacob, éste fue
vencido por la fuerza de aquél. Si Jacob hubiera tenido mucha inteligencia y
una gran fuerza física, Esaú no habría podido hacer nada, y Jacob habría tenido
todo lo que hubiera querido. Pero Dios fue muy sabio y parecía decir: “Jacob, te dejaré tener una mente aguda,
pero no te daré mucha fuerza física. Tu hermano quizá sea torpe, pero lo haré
más fuerte que tú. Tú tendrás una mente hábil, y él tendrá un cuerpo fuerte”. Por
lo tanto, aun antes de nacer, Jacob fue vencido por Esaú, y nació en segundo
lugar.
Pese a que Jacob fue vencido, no quiso admitirlo y tomó
por el calcañar a Esaú (25:26), lo cual indica que se rehusó a aceptar la derrota.
Lo mismo sucede en nuestro caso. A menudo somos vencidos por nuestro Esaú, pero
no lo reconocemos y seguimos asidos de su calcañar. A veces las hermanas son vencidas por sus esposos,
pero se rehúsan a reconocer su derrota, y toman el calcañar del esposo. En
otras ocasiones, los maridos son vencidos por sus esposas, y son ellos los que
se asen del calcañar de ellas. Es posible que hoy mismo usted haya tenido esta
experiencia. Todos somos Jacob. Dios nos escogió, y nos encontramos
debajo de Su mano quebrantadora.
Permítanme
compartirles algo de mi propia experiencia. He estado en muchas iglesias
locales. En todas las iglesias, los ancianos pensaban que yo los
estaba disciplinando, pero yo sentía que yo estaba
recibiendo la disciplina de parte de ellos. En los primeros dos o tres
lugares, yo no estaba seguro, pero me di cuenta más adelante de que la mano de
Dios me estaba tocando. Llegué a entender que uno de los
ancianos era mi Esaú, otro era mi Isaac, y que otro era mi Rebeca, y que yo era
su Jacob. Yo los necesitaba a todos ellos. Dios jamás
se equivoca. Todos los colaboradores, ancianos y hermanas responsables
que Dios me ha dado, siempre han sido lo opuesto de mí. Por ejemplo,
cuando prefería tener a una persona cuidadosa, Dios no me la dio. Sin embargo,
toda situación de ésas ha sido provechosa para mí. Cada incidente ha ayudado a
transformarme un poco más. Cuando
me sucedieron ciertas cosas, no estuve contento con todos mis queridos Isaac,
Rebeca y Esaú. No obstante, en lo profundo de mi corazón, pude decir: “Te alabo Señor. Estoy agradecido por todas
las personas y por todas las cosas”.
No fue ninguna
casualidad que Jacob naciera de Isaac y de Rebeca, y que Esaú fuese su hermano.
Todo eso fue dispuesto por el Padre para la transformación de Jacob. Desde que
Jacob estaba en el vientre de su madre, era necesario que alguien fuese
físicamente más fuerte que él. Decimos a menudo que los gemelos son iguales. No
obstante, si Jacob y Esaú hubieran sido idénticos, Jacob jamás habría sido
tocado. Jacob era un hombre quieto y siempre usaba su mente, mientras que Esaú
era un cazador que usaba su fuerza física. Por consiguiente, Esaú era
exactamente lo que Jacob necesitaba.
No se queje de su vida
matrimonial, pues su cónyuge es la mejor persona para usted. De cien personas casadas, es probable que ningún marido afirme estar
satisfecho con su esposa, y probablemente ninguna esposa diga que está
satisfecha con su marido. Antes de casarnos, todos soñábamos con la vida
matrimonial. Pero nuestro matrimonio vino a ser todo lo contrario. No obstante,
quienquiera que sea nuestro cónyuge, él o ella es el don de Dios para nosotros
y es exactamente la persona que necesitamos. En toda mi vida jamás he
visto una persona cuyo segundo matrimonio, después de un divorcio, haya resultado
mejor que el primero. Sé de algunas personas que se han casado cuatro veces, y
han dicho que cada matrimonio resultó peor que el anterior. El matrimonio de los escogidos de Dios se encuentra bajo Su soberanía.
Rebeca fue traída a Isaac, y fue su esposa. Independientemente de lo buena o
mala que fuese, ella fue el destino de Isaac. El no tenía alternativa. Yo he tenido mucha experiencia
en la vida espiritual, en la vida humana y en la vida matrimonial, y puedo
darles este consejo: no se guíen por sus preferencias.
Si usted se basa en su preferencia, sufrirá.
2) Obligado a abandonar a su amorosa madre
y el hogar del padre
Consideren el cuadro
de la experiencia de Jacob. El no escogió a Esaú como hermano, ni a Isaac y
Rebeca como padres. El padre, la madre y el hermano correspondían exactamente a
la necesidad de Jacob. Como ya vimos, cuando Jacob se encontraba en el vientre
de su madre, luchaba y estaba bajo el toque de la mano soberana de Dios. Desde el principio de su vida,
Jacob fue vencido. Este fue el comienzo de su transformación.
El padre de Jacob era
una persona que disfrutaba y que no ejercía mucho discernimiento. Era una
persona sencilla, y disfrutaba de la gracia todo el día. No le gustaba pensar,
considerar las cosas ni actuar mucho. No le agradaba mucho estar activo.
Mientras él meditaba en el campo, Rebeca vino a él. Isaac simplemente
disfrutaba. A él no le importaba si el cielo estaba claro o nublado. Mientras
pudiera comer y disfrutar, estaba satisfecho. Cuando Jacob vino a él haciéndose
pasar por Esaú, Isaac no ejerció su discernimiento. Cuando a Rebeca le preocupó
la posibilidad de que Jacob se casara con una de las hijas de Het (27:46),
Isaac lo llamó, le encargó que no tomara esposa de las hijas de Canaán y lo
mandó a Labán, hermano de su madre. La sencillez de Isaac redundó en el
beneficio de Jacob. Si
Isaac no hubiera sido tan simple y hubiera ejercido más control, le habría
resultado difícil a Jacob obtener la primogenitura y recibir la bendición.
Ya hicimos notar que
Rebeca era lo opuesto de Isaac. Ella reflexionaba mucho. Es posible que haya
mantenido su mente ocupada día y noche con la idea de conseguir la
primogenitura para Jacob. Puede ser que haya observado continuamente la manera
en que Isaac trataba a Esaú. Si
ella no prestaba atención, ¿cómo, entonces, habría podido escuchar la
conversación que Isaac tuvo con Esaú acerca de la bendición? (27:1-5).
Después de escuchar esta conversación, ella llamó inmediatamente a Jacob y le
dijo lo que debía hacer (27:6-13). Jacob consiguió la primogenitura y recibió
la bendición debido a que Isaac y Rebeca eran muy diferentes entre sí.
Esaú era una persona
descuidada. En cuanto a la primogenitura, él parecía decir: “Jacob, ¿quieres la primogenitura? Para mí
no significa mucho. Si me das algo de comer, te la daré”. Vemos, pues, que
Esaú era tosco y descuidado. El
padre sencillo, la madre ingeniosa y el hermano tosco y descuidado provocaron
el sufrimiento y el quebrantamiento de Jacob.
Después de que Jacob
se apoderó de la primogenitura (25:27-34) y de la bendición del padre
(27:5-29), Esaú lo aborreció y abrigó la intención de matarlo (27:41). Cuando
Rebeca se enteró, le dijo a Jacob que fuese a casa de su hermano Labán hasta
que la ira de Esaú desapareciera (27:32-45). Después de decirle eso a Jacob,
ella manipuló
al padre para que mandase lejos a Jacob. Esto condujo a Jacob al pozo de la transformación.
A Jacob le resultó difícil abandonar a su amorosa madre y
el hogar de su padre, pero se vio obligado a escapar (27:42—28:5). El no tenía
alternativa. Se vio obligado a irse a un país extraño. Más adelante veremos que cuando
Jacob estaba en la casa de Labán, se
hallaba en el horno. Labán, Lea, Raquel, las siervas y todos los hijos,
fueron utilizados para consumir como fuego a Jacob por todos lados. Jacob sufrió en todas partes y en todo
aspecto. Dios lo puso en una situación tal que pudo ser transformado.
Cuando leemos Génesis
25, 27 y 28, vemos que la mano soberana de Dios reposaba sobre Jacob para
transformarlo. No obstante, en aquel entonces, Jacob no se daba
cuenta de que estaba bajo la obra transformadora de Dios. El sólo
conocía lo tosco que era su hermano y su ira, la inteligencia de su madre, y la
sencillez de su padre. En realidad, él se encontraba
bajo los azotes de Dios día tras día. Ningún día fue desperdiciado. Cada persona con que él se encontraba y todo lo que le sucedía eran parte del
quebrantamiento. Indudablemente Jacob representa el aspecto de
transformación en nuestra vida espiritual. Si queremos saber lo que es la
transformación, debemos leer la historia de Jacob varias veces.
Al leer la historia de
Jacob, he visto claramente la mano quebrantadora de Dios.
Después de entender eso, me di cuenta de que todo lo
que sucede entre los demás y yo, constituye una disciplina para mí.
Los ancianos, los
hermanos, las hermanas, mi esposa y mis hijos no tienen la culpa de lo que sucede. Todo está bajo la mano soberana de Dios como quebrantamiento para
beneficio mío. Los necesito a todos ellos. Quizá mañana necesite
otro tipo de quebranto. El Señor sabe qué
clase de esposa, madre, hijos, suegros y nietos necesitamos. Nada sucede al
azar. Todo ha
sido preparado y sucede conforme al plan y al itinerario de Dios. Nada ocurre ni
demasiado tarde ni demasiado temprano. Todo sucede a su
debido tiempo. Finalmente, diremos: “Padre, gracias por Tu mano soberana. Gracias por Tus azotes, por Tu
arreglo, y por todo lo que has hecho. Ahora sé que todo ha sido arreglado por
Tu soberanía. No soy más que un Jacob escogido bajo Tu mano”.
¿Piensa usted que a
Jacob le agradaba ir a la casa de Labán? No, él fue obligado a ir. El no fue
enviado allí por su padre ni por su madre, sino por la mano soberana de Dios.
Efectivamente, Jacob fue elegido por Dios, y Dios planeó darle la
primogenitura. No obstante, Dios sabía que Su escogido necesitaba mucha
transformación. Por consiguiente, el asunto no era solamente la primogenitura
ni la bendición, sino también la transformación. Desde el primer día hasta el último, la mano de Dios
estuvo sobre Jacob. ¡Cuánto debemos
agradecer y alabar al Señor! El nos escogió y nos predestinó, y ahora nos
encontramos bajo Su mano soberana para ser quebrantados día tras día.
Dios nos azota por medio de toda clase de personas y
circunstancias. Hace tiempo un hermano me dijo: “En mi vida todas las personas fueron puestas a mi alrededor por obra
de Dios, excepto mi esposa”. Le dije: “Hermano,
tu esposa fue la primera persona que Dios preparó para ti”. Sin excepción
alguna, todas las personas que se cruzan en nuestra vida son usadas por Dios
para transformarnos.
3) La soberanía de Dios
al cumplir el propósito de su elección
Ahora debemos
considerar la soberanía de Dios, la cual El usa para
cumplir el propósito por el cual nos eligió. Primero debemos ver que Esaú menospreció la primogenitura y la vendió (25:30-34). La primogenitura,
la cual Dios desea dar a Su pueblo escogido, incluye tres cosas: expresar
a Dios, representarlo y participar de Su reino. Todos fuimos
escogidos para expresar a Dios en Su imagen, representarlo con Su dominio y
participar de Su reino. El
reino práctico de Dios hoy en día está en la
vida de iglesia. Por
nuestro segundo nacimiento, todos obtuvimos la primogenitura para
expresar a Dios en Su imagen, representarlo a El en Su dominio, y participar de
Su reino tanto en la iglesia ahora como en el reino en el futuro. Toda persona
regenerada tiene la primogenitura.
Esaú menospreció su primogenitura debido a su amor por los placeres físicos, es decir, su amor por el
mundo, y los deleites mundanos
(He. 12:16-17). El que vende la primogenitura no debe culpar al que la compra.
Jacob fue astuto al comprarla, pero Esaú estuvo dispuesto a venderla. El trato
no se habría podido concluir unilateralmente. Igual que Esaú, muchos
cristianos regenerados han rechazado su primogenitura, amando los deleites
mundanos, y no se preocupan por lo preciosa que es la primogenitura de Dios. La
mayoría de los cristianos de hoy son así. No se preocupan por
expresar a Dios, por representarlo ni por estar en el reino de Dios en la vida
de iglesia. Por consiguiente, cuando venga el reino, no tendrán
parte en él. En su vida actual, han vendido su primogenitura. Por
disfrutar de las cosas físicas han descuidado y menospreciado su primogenitura.
Si se hubieran preocupado por la expresión de Dios, por Su representación y
reino, habrían quedado en la vida apropiada de iglesia, la cual es el reino de
Dios hoy en día.
Le damos muchas gracias al Señor porque en medio de la
degradación actual, El nos ha introducido en la vida de iglesia, donde estamos
en el reino de Dios y donde, en la práctica, expresamos y representamos a Dios.
En el reino práctico de Dios disfrutamos de nuestra primogenitura. No estamos satisfechos con
nada que nos impida expresar a Dios ni que no nos deje representarlo.
Rechazamos todo lo que nos aleje de la vida apropiada de iglesia. Si usted es
un cristiano que no practica la expresión de Dios ni lo representa en Su reino
práctico hoy, entonces usted es probablemente una persona que menosprecia su
primogenitura. ¡Tenga cuidado! Ninguno de nosotros debe menospreciar su
primogenitura, abandonándola por algún deleite físico. Por el contrario,
debemos menospreciar todas las cosas del mundo actual. No hay nada más precioso
que nuestra primogenitura. No hay nada más valioso que expresar a Dios,
representarlo a El y participar de Su reino. Si permanecemos en
la vida de iglesia y disfrutamos de nuestra primogenitura, seremos partícipes
del reino venidero en donde expresaremos a Dios y lo representaremos para el
cumplimiento de Su propósito. Esta es nuestra primogenitura. Ojalá
que todos nosotros seamos los Jacob de hoy, y no los Esaú de hoy. Debemos
alabar al Señor por Su elección, y agradecerle por Su transformación. En todo
caso, debemos valorar nuestra primogenitura y respetarla.
Dios fue soberano en
el hecho de que Esaú menospreciara y vendiera su primogenitura, en el hecho de
que Rebeca fuese hábil en su amor parcializado, y en la ceguera de Isaac cuando
impartió bendiciones. Todo lo que Esaú, Rebeca e Isaac
fueron y todo lo que hicieron redundó en el bien de Jacob, y permitió que Dios
cumpliese soberanamente el propósito de Su elección. ¡Alabado sea Dios por Su
soberanía! Le agradecemos al Señor por quebrantarnos en todas las situaciones.
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