(Ver original sin resaltados en:https://skydrive.live.com/view.aspx?cid=9566CD74E62AB812&resid=9566CD74E62AB812%21962&app=Word)
Para los que no conocen a este escriba-vigilante del Movimiento de la Lluvia Tardía, un verdadero hijo de Isacar (1º Cr. 12:32), diremos que Clayton fue uno de los quince padres fundadores de la Confraternidad Internacional de los Hombres de Negocio del Evangelio Completo y su primer vicepresidente y director. Entre sus íntimos amigos se contaban el fundador DEMOS SHAKARIAN, WILLIAM BRANHAM, DAVID DUPLESSIS, ORAL ROBERTS, PAT ROBERTSON, HAROL BRENDESEN, HENRY KRAUSE y HANS SCHNABEL, entre otros. Digo esto para que ustedes sepan que este transcendental mensaje está escrito por el quizás más destacado observador del Atrio Intermedio (o de Pentecostés), cuyos presagios proféticos dados por el Espíritu en los años sesenta se han hecho y están haciéndose tristemente realidad, debido al caso omiso y la obstinación de los grandes líderes que, aún habiendo sido advertidos por este instrumento de Dios, continuaron construyendo sus propios reinos a expensas del verdadero orden de Dios, y prefirieron RENOVAR los ODRES VIEJOS que atender el llamado del Señor a SALIR DE EN MEDIO DE ELLOS PARA NO SER PARTÍCIPES DE SUS PECADOS NI RECIBIR PARTE DE SUS PLAGAS y, santificados así, dar a luz al HIJO VARÓN que traería el Reino.
Pensamos que conocer sus escritos es de capital importancia para entender el "kairos" en cuanto a las cosas de Dios en lo religioso, político y económico de los últimos sesenta años y en la actualidad; así como la incestuosa estrategia secreta de la Gran Ramera Católica Romana para adueñarse de la palestra de pentecostés, y convertirla en el Falso Profeta (con sus dos cuernos ecuménico y carismático) que diera vida (hiciera resurgir) la imagen de la Bestia (el Sacro Imperio Romano), encabezada por el Papa como anticristo; empeño grande, sibilino y oculto, pero conseguido con calificación cum laude.
(Véanse las entradas de este blog Maestros del Engaño I y II en: http://txemarmesto.blogspot.com.es/2011/12/el-titulo-ya-no-hagamos-parte-del-falso.html y http://txemarmesto.blogspot.com.es/2012/01/ii-maestros-del-engano-por-clayt.html)
(Véanse las entradas de este blog Maestros del Engaño I y II en: http://txemarmesto.blogspot.com.es/2011/12/el-titulo-ya-no-hagamos-parte-del-falso.html y http://txemarmesto.blogspot.com.es/2012/01/ii-maestros-del-engano-por-clayt.html)
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Thy Kingdom Come Ministries
12100 Marion Lane, suite 6104,
Minnetonka, Minnesota 55305
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MÁS ALLÁ DEL PENTECOSTÉS, Clayton Sonmore
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MÁS ALLÁ DEL PENTECOSTÉS, Clayton Sonmore
MÁS ALLÁ DEL PENTECOSTÉS, Clayton Sonmore
Tabla del
Contenido
Introducción…………………………………………………………………………. 3
- La Confraternidad de los de Corazón Hambriento……………………………………4
- La
Edificación de «un reino» vs. El Reino ……………………………………………..8
- ¡Cómo
Han Caído los Valientes! ............................................................................. 11
- ¿Es
Realmente la Democracia El Camino de Dio…………………………………...12
- El
Debido Orden de Dios……………………………………………………………….14
- El
Orden del Hombre ………………..………………………………………………….16
- La Vida
en el Espíritu ……………….…………………………………………………..19
- La
Unión Con El Padre ………………...……………………………………………… 20
- Las
Tres Entradas …………………………...………………………………………… 22
- La
Fiesta de los Tabernáculos………………………………………………………… 23
- El
Lugar Santísimo ………………………….…………………………………………
26
- Una Voz
a «La Entrada del Templo»……………………………..…………………… 29
- Subir Más
Alto ………………………………………………………..…………………. 34
- Para
Que Él Pueda Tener la Preminencia …..………………………..………………. 35
- Este
Evangelio del Reino…………………………………………..…………………… 40
«Tú
hijo de hombre, MUESTRA A LA CASA de Israel ESTA CASA [como Dios quiere dar a
entender que sea la Casa que el hombre ha construido como substituto de la Casa
verdadera], y AVERGÜÉNCENSE de sus pecados; y entiendan su diseño. Si se
avergonzaren de todo lo que han hecho. Hazles entender la [verdadera]/ figura
de la Casa...; Y DESCRÍBELA DELANTE DE SUS OJOS, para que guarden toda su
forma, y todas sus reglas, y las pongan por obra».
(Ezequiel 43:10,11).
INTRODUCCIÓN
Esta
presentación se hace como resultado de mucho sufrimiento y desazón del alma por
ver preservada la verdad que no tiene precio y por recuperar el amor ágape y
con el fin de destruir el sectarismo. Más aún, deseo ver que los inestimables
hermanos de la fe se muevan a más elevadas alturas, al igual que las
confraternidades, las iglesias, los organismos, los grupos de oración, etc.,
que se hayan identificado esencialmente a sí mismos con la «efusión del
Espíritu Santo» del Señor del fin de los tiempos, para que se muevan a iguales
y más elevadas alturas.
Parece
que hubiera una tendencia predominante en todos nosotros, tanto individual como
colectivamente, producida por el júbilo de la nueva dimensión a la cual hemos
sido llevados, olvidándonos de que aquello que fue un nuevo orden en el «ayer»
del pasado es, con frecuencia, un orden viejo en el «hoy» de la actualidad.
Dios
quiere llevarnos a una revelación progresiva de Sí Mismo, y de lo que nosotros
somos en El.
Reconozco
parcialmente la culpa en los demás, sólo por el hecho de que ahora estoy
empezando a ver la culpa en mí mismo. He visto la falsedad en muchas actividades
y en muchos grupos, solamente porque Dios me ha hecho comprender las falsas
tendencias de algunas de las actividades de cuya creación he sido responsable.
La
elaboración de la parte substancial de esta presentación ocurrió el 5 de marzo
de 1964, y las palabras vinieron bajo circunstancias muy extrañas. Me
encontraba en Texas, asistiendo a unas reuniones, cuando me acometió una rara
«dolencia,» y estuve terriblemente enfermo durante veinticuatro horas, excepto
cuando me ponía a escribir. Cuando empecé a escuchar la voz del Espíritu Santo,
las palabras de este escrito, para sorpresa mía, empezaron a brotar de mi pluma
bajo Su dirección. En la misma forma en que la terrible enfermedad me dejaba
cuando tomaba la pluma para escribir, así también me abandonó inmediata y
completamente cuando terminé el último párrafo. En el acto, me levanté de la
cama, me vestí y conduje durante todo el camino de regreso a Minneapolis sin
detenerme, como no fuera para aprovisionarme de combustible.
No
pretendo que el contenido de esta presentación de la revelación progresiva de
Dios para Su Iglesia del fin de los tiempos, haya empezado tan siquiera a
agotar el tema de lo que Dios está haciendo o está diciendo en la hora actual.
Ni tampoco pretendo decir que ella esté exenta por completo de las ideas del
hombre. Por favor, amadísimos míos, acepten el grano y desechen la paja. No
esperamos que los demás vivan una revelación prestada; pero sí que ustedes oren
por estas cuestiones antes de eliminarlas de su consideración.
Algunos
fragmentos de este escrito no son producto de las palabras pergeñadas por el
Espíritu Santo por el único intermedio de mi persona, sino mediante otros vasos
probados también en el fuego, son hermanos preciosos de la misma fe y del mismo
entendimiento. Los tratos íntimos de Dios me han hecho saber que las palabras
que han escrito estos hombres no fueron las palabras de las obras del hombre,
sino las del Espíritu Santo, y que ninguna palabra que yo pudiera escribir
sobre el asunto, podría describir tan adecuadamente la congoja de mi corazón, o
revelar lo que el Espíritu está diciendo sobre el tema.
En
lugar de llamar la atención sobre el hombre, agregando nombres y citas, yo le
daré toda la gloria a El, al verdadero autor.
Confiamos
en que las ideas del siguiente escrito sean escalones preciosos para ayudar a
«llevar a muchos hijos a la gloria,» cuando convengamos conjuntamente en ser
«seguidores del Camino Viviente,» y responder al llamamiento de la hora actual
de Dios para «Subir Más Alto.»
CLAYTON SONMORE Marzo 14 de 1964
CAPITULO UNO
LA
CONFRATERNIDAD DE LOS DE CORAZÓN HAMBRIENTO
He
visto con mis propios ojos muchas sanidades físicas maravillosas, incluso de
aquellos cuyos ojos ciegos fueron abiertos, pero jamás he visto ningún milagro
comparable al que presencié en una asamblea del Espíritu Santo a principios de
los años 50. Simplemente, el milagro fue un poderoso movimiento de «amor y
confianza» entre una multitud de hermanos. Creo que no haya habido, ni antes ni
después, reciprocidad igual en ninguna otra parte en nuestro siglo. Sólo
podríamos decir: «Mirad, cómo se aman unos a otros.» Este fue un verdadero
«bautismo de Amor.» Hermanos, hemos perdido esta cualidad fundamental, incluso
en las agrupaciones llenas del Espíritu. ¿Qué ha ocurrido?
Como
una planta nueva y tierna, como un gorrión recién nacido, incapaz de volar por
sí mismo, debemos permanecer juntos. Temerosos y temblando, a pesar de
las aparentemente desesperanzadoras perspectivas del futuro. Debemos
arrepentir-nos de nuestras imperfecciones, reconociendo nuestra necesidad y
luchando de nuevo, encarecidamente, por la restauración de aquello que se
perdió. Pensándolo bien, no sólo por lo que se perdió sino - mucho más - por la
prometida promesa bíblica de la doble porción del fin de los tiempos.
La
«ekklesia» (de los llamados a ser separados hacia El) que están luchando
denodadamente por algo más alto, no es muy numerosa. Ellos apenas son un
puñado. Ellos reconocen que, de acuerdo con las apreciaciones normales del hombre,
parece que no tengan las cualidades básicas para enseñar en las clases
de la escuela dominical y - mucho menos - para sacar de Egipto a un pueblo
perdido, a una humanidad atrofiada espiritualmente, y llevarlo - a través del
desierto - a la Tierra Prometida.
Aunque
parezca que la mayoría de los cristianos (no me atrevo a llamarlos creyentes)
están combatiendo a este movimiento, no debemos inclinarnos por más tiempo a su
llamamiento a la medio-cridad. Estamos separados por miles de kilómetros, por
muros denominacionales, por doctrinas, por diferencias de culto, y así
sucesivamente. Todavía podemos y debemos tener amor y confianza mutuos que nos
pongan por encima de nuestras diferencias y nos permitan ver en los ámbitos del
Espíritu mucho más allá del velo de nuestra carne, llevándonos a una nueva
revelación de Jesús, de Su Amor, y de Sus propósitos eternos para los suyos.
También,
hermanos, no podemos separar el «Amor» de la «Con-fianza.» Debemos detenernos
lo suficiente para darnos cuenta de que la Confianza ha llegado a ser,
ciertamente, una esquiva y casi perdida cualidad, perdida con frecuencia -
incluso - entre aquellos que son reclutados para formar parte del ejército de
Dios del fin de los tiempos.
Toda
consideración debe ser contrapesada cuidadosamente, con el bien entendido de
que miles de almas pueden pender de la balanza de tal decisión. Ninguna
decisión debe tomarse apresuradamente, ni sin una completa unidad de criterio.
Debemos movernos en el Espíritu. El asunto esencial debe ser el de «prefiriéndoos
con honra los unos a los otros,» debiendo eliminarse las maniobras políticas.
Incluso, no podemos dar crédito a los informes de las maniobras detrás de
bambalinas, porque debemos tener «confianza.» Debemos tener lo que podría
llamarse el «amor puro de un alma pura.»
En
el primer mensaje a las iglesias, Dios muestra Su desagrado porque ellas
abandonaron su primer amor (Apocalipsis 2:4). El nombre nunca está vacío de
amor, bien se trate de una clase inferior de amor sensual, tipo filadelfia, o de
un amor ágape del Espíritu. Éfeso dejó uno de estos amores para abrazar
el otro.
Ellos
no perdieron su primer amor, lo abandonaron. Dios les dijo que todavía podían
regresar a él, pero que si no lo hacían así, entonces les sería quitado su
puesto (como candelero).
Sin
embargo, se les alababa por su odio contra los hechos de los nicolaítas, pues
también Cristo los aborrecía. La palabra nicolaíta viene de la palabra
griega «nikao» (que significa conquistar) y «laos» (el pueblo). Su
aborrecimiento estaba enfocado sobre aquellos hechos que conquistaban al pueblo y
buscaban llevarlo a la esclavitud. Esta revelación que vino al apóstol
Juan en el año 96 D.C., se refería a un peligro manifiesto de esa época: la aparición de personas en el
liderazgo que ataban a la iglesia de Dios, apartándola del ámbito del Espíritu,
para llevarla al ámbito de lo anímico y de lo sensual. También causa
asombro que el objeto de aborrecimiento en Éfeso, se convertiría después en una
doctrina bien recibida en Pérgamo (Apocalipsis 2:15). La necesidad y el apremio
habían llevado al pueblo a buscar la seguridad. Cuando Cristo deja de ser el punto focal de nuestra
seguridad, empezamos a perder nuestro amor ágape y nos volvemos hacia la
seguridad inferior de la hermandad y de su amor filadelfia. Por sí solo, el
amor filadelfia únicamente puede llevar a la esclavitud, y debe estar
impregnado por la forma más elevada del amor, por el amor ágape. Este amor
ágape sólo puede ser experimentado cuando Jesús es el centro y el epicentro de
todas las cosas. El amor inferior debe estar controlado e influenciado
por el amor más grande.
Pero,
con muchísima frecuencia, el pueblo de Dios que ha entrado en el lugar de Su
presencia, se vuelve negligente en su andar, y abandona el lugar de la
fragancia celestial, de las experiencias del óleo de la unción fresca del mutuo
entremezclamiento y del compartir en Su amor ágape. Esa experiencia bendita de
ser uno, uno en El, es prontamente remplazada por una inferior. La presión
siempre viene del exterior. Los
hermanos empiezan pronto a buscar refugio y seguridad en la confraternidad o en
la actividad que han establecido. Y después, cuando la seguridad en El solo, es
substituida por la confraternidad y por la seguridad de los grupos, el amor
vertical (el amor ágape) llega a unirse con el amor horizontal (el amor fileo),
o es substituido por éste, hasta que sólo queda una sombra de lo que Dios
pretendía.
Dios
está haciendo una cosa nueva, y las puertas del infierno no prevalecerán contra
la Iglesia que Él está estableciendo. Esta es una Iglesia no hecha por
manos, carente de organización, y no usada como cuerpo colectivo para ejercer
presión y para producir temor en aquellos que no están dispuestos a someterse.
Creo firmemente que esta Iglesia universal - integrada por aquellos que están
dispuestos a «andar el camino» en el «Camino Viviente» - lo coronarán Rey a El,
entrando así en la verdad del camino victorioso. Otra vez estamos viendo un pueblo que empieza a ser
poseído por aquello que Jesús tenía, y a lo cual Él se refirió cuando dijo: «Nadie tiene mayor amor que este,
que uno ponga su vida por sus amigos.» Y esta confraternidad en El
producirá, automáticamente, la superabundancia de aquellos que se adherirán a
la Palabra: «Un mandamiento nuevo os doy: QUE OS AMÉIS
UÑOS A OTROS; como yo os he amado, que también os améis los unos a los otros.»
«En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos
con los otros.»
«Unos a otros.» En griego la palabra «a» quiere decir que este amor «no
pide nada a cambio.»
Jesús se dio a Sí Mismo, aunque nosotros lo rechazamos. Él nos amó y murió por
nosotros, aunque nosotros despreciamos ese amor. Él nos amó y murió por
nosotros, aunque no hubiéramos hecho nada por merecer ese amor.
Si no comprendemos esto, el
espíritu de filadelfia de la buena reputación y de la estimación mutua empieza
a enfocar nuestra atención de los unos hacia los otros, en lugar de enfocarla
sobre Cristo. Donde
esté nuestro corazón, allí estará nuestro tesoro. Empezamos a atesorar lo que Él tiene para nosotros,
poniéndolo por encima a El Mismo. Pronto caemos bajo la esclavitud de aquello
que hemos buscado atesorar para nuestra protección y seguridad. Después, nos
convertimos en un diente del engranaje de la máquina de filadelfia. ¡Oh, la
sutileza de todo esto!
En cada iglesia y en cada era, trátese de Éfeso, de Esmirna,
de Pérgamo o de la Laodicea de hoy día, Cristo ha dispuesto que Él tendrá una compañía de
vencedores. Ellos vencerán todo espíritu o situación contrarios que se
presenten. Ellos están viviendo en la realidad de que el amor más grande
vence el inferior. ¡El suyo es el verdadero amor ágape! Ahora, ellos
pueden amar, aun cuando se les habla en contra. Ellos pueden comprender, aun
cuando sean mal comprendidos. Ellos pueden bendecir, aunque se les maldiga.
Ellos saben cómo vencer el mal con el bien.
¡Oh,
Dios, haznos sabios ante los sutiles engaños de Satanás, y haznos conocer nuestras
flaquezas humanas! ¡A Ti, y sólo a Ti, podemos aferramos para que Tú, con Tu
gran providencia, lleves plenamente a cabo Tus propósitos eternos para la hora
presente! ¡Que humildemente seamos el pueblo en el cual Tú encuentres deleite!
¿Puede
ser posible que el grupo en el que nosotros siempre hemos sido tan felices al
presentarnos como una confraternidad y no como una denominación, haya perdido el espíritu de la
confraternidad, y que ahora éste haya sido remplazado por el espíritu de la
denominación (o de la dominación)? ¿Vamos a tener cada vez más y más
control centralizado, con su acompañamiento de temores o del «póngase en fila,
o de lo contrario....» En realidad, cada vez más y más personas están siendo
dominadas por unos pocos, porque a la gente no le gusta tomar decisiones
personales, con su secuela de responsabilidad personal. El espíritu de la
época es el del rápido amoldamiento de toda la humanidad a la centralización y
a la conformidad del pensamiento, así como a la centralización del control.
Alguien dijo: «Dios siempre
empieza con un Hombre, y se vale de él para comenzar un Movimiento. Invariable
y finalmente, cuando éste pierde su sencillez y su fe y su amor infantiles, se
convierte en una Máquina, y después en un Monumento; y, como Sansón, no se da
cuenta de que la Unción ha empezado a declinar”.
En
todas las épocas se ha dicho que los pasos de la declinación
espiritual de los grupos ha seguido siempre este ciclo: (1) Revelación; (2) Inspiración;
(3) Evangelización; (4) Organización; (5) Educación, y (6) Estancamiento, cosa
que ocurre - por lo general - en menos de una generación.
En
2 Corintios 11:3, Pablo afirma: «Mas temo que como la serpiente
engaño a Eva con su astucia, sean corrompidos así vuestros sentidos en alguna
manera, y caigan de la simplicidad que es en el Cristo.»
En
su libro: «Poder Mediante la Oración,» E.M. Bounds ha escrito:
«Constantemente nos encontramos en tensión, si
no nos esforzamos por idear nuevos métodos, nuevos planes, nuevas
organizaciones para hacer avanzar a la Iglesia y para asegurar la propagación y
la eficacia del Evangelio. Esta tendencia del momento actual tiene la
propensión a perder de vista al hombre o de sumergirlo en el plan o en la
organización. El plan de Dios es hacer que el hombre llegue a más, poniéndolo
por encima de cualquier otra cosa. Los hombres son el método de Dios.
La Iglesia está buscando métodos mejores, Dios está buscando hombres mejores. El
Espíritu Santo no fluye mediante los métodos, sino por medio de los hombres. Él
no llega a la maquinaria, sino a los hombres, a los hombres de oración....»
En
último análisis, debemos respetar el derecho de todo individuo a
ser «guiado por el Espíritu.» Sin embargo, el Señor dice que «a
libertad habéis sido llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión
a la carne, sino servíos por la caridad los unos a los otros.» Jesús antes de ser
El Que Manda, fue el Siervo de todos, sin mandar ni guiar jamás por la fuerza,
sino guiando siempre con amor.
Dios
nos tiene en cuenta como individuos y como organismos de participación
voluntaria para que hagamos parte de la «Compañía de las Primicias» y para que ayudemos a muchos,
con el fin de que ellos lleguen a ser «Hijos Vencedores» que se manifiesten en vida y en poder en
estos últimos días.
Esta «Compañía de José» será una compañía de vencedores con talento divino, perseguidos y
perdonadores que, siendo maltratados y malentendidos, sirvan de alimento tanto
para sus hermanos como para los egipcios. A
pesar de todas las persecuciones, ellos permanecerán firmes y llegarán a
proclamar las verdades de Dios con un poder tan grande del Espíritu, como el
mundo no lo ha visto jamás. Sí, la «casa
postrera será mayor que la primera.»
Nuestro
clamor debe ser: ¡Oh, Dios, «restituye lo que comieron la oruga y la
langosta»! Siento que el Señor nos está
diciendo: «Pero
tengo contra ti que has dejado tu primer amor. Por lo cual ten memoria de dónde
has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; si no, vendré presto a ti,
y quitaré tu candelero de su lugar, si no te enmendares.»
Leonard
Ravenhill escribe:
«Según
el pecado de Sodoma, así es su juicio. La iniquidad de Sodoma fue la soberbia,
la abundancia de pan y la abundancia de ocio. ¡Necesitamos profetas para este
día de perdición! Ni Gedeón, ni ningún otro se ven en dificultades por tener
visiones. Sin embargo, deje usted que Gedeón salga sin ser visto a medianoche y
tale la arboleda de Baal; y luego, que el Infierno desate toda su furia.»
«Que
Juan el Bautista llame Víboras a los sacerdotes y escarnezca el adulterio de
Herodes, y firma así su propia sentencia a muerte.»
Hermanos
míos, los diversos tratos de Dios para conmigo me han llevado a poner ante
ustedes, a cualquier precio, lo que yo siento que es la verdad de Dios, antes
de ver que mis hermanos, los hermanos a quienes amo, tropiecen en este
movimiento del fin de los tiempos y caigan en la autosatisfacción en medio del
desierto, todo porque -
por temor - Ninguna Voz Clamó por el Arrepentimiento.
Muchas
organizaciones y denominaciones - incluso los pentecostales - han crecido
partiendo de cero, hasta llegar a los cientos de miles de fieles en los últimos
cincuenta años. Han gastado cientos de millones de dólares en edificios; y, con
mucha frecuencia, han
tenido - esencialmente - poca o ninguna comprensión de la voz y de la
conducción de Dios en este movimiento
del fin de los tiempos. En realidad, usted encuentra que todos ellos
carecen, con harta frecuencia, del entendimiento espiritual, de tal modo que persiguen el
nuevo avivamiento de la misma manera en que ellos fueron perseguidos en tiempos
pasados.
Además,
y también por causa del
quebrantamiento del amor, la soberbia
- la principal iniquidad de Sodoma - ha crecido en nuestras filas. Me
pregunto si no hemos sido culpables de la superabundancia de satisfacción o -
quizás - pensando como grupo, o cada uno de nosotros como individuo, que somos
ciertamente los especialísimos de Dios y, también, el don más grande para la
Iglesia. El rápido
crecimiento de las actividades ha traído consigo la «prosperidad numérica» sin
la «pobreza de espíritu.» Creo que Dios quiere que nosotros no sintamos
satisfacción con estas estadísticas, porque las estadísticas no pueden ser la
calificación para el éxito espiritual. No debemos medir nuestros éxitos, ni
permitir que ellos sean un termómetro para ver si estamos o no estamos
moviéndonos en Dios.
Para
oír la voz de Dios y para saber cómo está guiando El este movimiento del fin de
los tiempos, debemos pedirle a Dios el entendimiento y la sabiduría
espirituales.
Nuestro
clamor debe ser: «Oh, Dios, no permitas que perdamos el nuevo vino
del Espíritu que Tú estás derramando sobre toda carne que lo reciba.» No debemos medir nuestro éxito
espiritual por nuestras realizaciones temporales.
Nuestra
oración debe ser: «Señor, haz que tengamos el Espíritu de la
revelación y el temor total de Dios con el fin de que califiquemos para ser el
diminuto remanente simbolizado por Josué y por Caleb.» Tomados de entre cerca de
2.000.000 de adultos que - por el pecado y el fracaso fueron destinados para
recibir el premio de consolación de Dios - sólo estos dos no estuvieron
satisfechos con esto, pues
querían tener nada menos que el premio mayor de Dios: Su perfecta voluntad.
Dios
está llamando al arrepentimiento. Dios nos está exigiendo, como individuos y
como confraternidades, que nos apartemos a nuestros cubículos de oración y le pidamos al Señor que nos
perdone por nuestros débiles esfuerzos para ponerlo a El en Su puesto legítimo.
Que Él nos perdone por nuestra falta de amor sin disimulo, por nuestra falta de
oración, ¡por nuestra falta en hacer de Él el centro y lo máximo en todo!
Con cuánta frecuencia hemos exaltado la carne con el empleo de términos como
«admirable» y «grandioso.» Hemos ensalzado al «gran» hombre, haciendo exclusión
del pequeño.
Me
doy cuenta, cada vez más, de que muchas de nuestras decisiones se toman
precipitadamente, pensando en cómo seremos recibidos por determinados
individuos, grupos, iglesias u organizaciones.
Paul
Fleming, el fundador de la Misión Nuevas Tribus, dijo que antes de que él fuera
llamado a casa para estar con el Señor, lo único que temía más que
cualquier otra cosa era que la Misión Nuevas Tribus - que fue
combatida enconadamente, tanto por las organizaciones como por los individuos -
fuera aceptada y reconocida por los hombres.
Dijo que su deseo era ser aprobado por Dios, así nunca oyera o tuviera el
aplauso de los hombres. Jesús dijo: «Porque lo que los hombres tienen
por sublime, delante de Dios es abominación.»
Por la creciente carencia de
«Amor y Verdad» nos encontramos, año tras año, con el hecho de que cada vez
mayores fuerzas extrañas al «Movimiento del Espíritu del fin de los tiempos,»
se abren paso por entre nuestras desgreñadas filas, y capitalizan nuestra falta de «confianza»
entre unos y otros.
Hace
algunos años, Dios me habló claramente por boca de varios testigos: «Escribe
la visión y declárala en tablas, para que corra (para que se lance a la acción)
el que leyere en ella.» El
también dejó en claro que: «Aunque la visión tardará aún por un tiempo...
espérala, que sin duda vendrá.» De
algún modo, siento que éste es el día y que con este escrito se está
cumpliendo, por lo menos, la primera parte de esta «visión.»
Ya
sea en Minneapolis, en San Luis, en Londres o en el Congo, la Iglesia ha fallado, y la
rebeldía contra el galanteo y los requerimientos de Dios es tan evidente, que
la Iglesia - tal como la conocemos hoy - está espiritualmente agobiada por la
pobreza. Aunque todavía tenga cantidades de personas, está muerta
espiritualmente. Si ocurriera una persecución internacional a la Iglesia
que conocemos actualmente, los pocos que permanecerían, sólo darían lugar - con
seguridad - al comentario: «
¿Es que queda algo de fe?» ¿Por qué?
Es
obvio que nuestro sistema político en los Estados Unidos ha fallado y, aunque
nuestro país ha regalado millones de millones por todo el mundo, somos - sin
embargo - los más odiados
por nuestros beneficiarios. ¿Por qué?
Nuestro
sistema eclesiástico también ha fallado. Sin excluir el grupo denominacional
que conozco - aunque se hayan derramado muchos millones de millones en sus
iglesias y en sus misiones y en sus diversas actividades - la bancarrota
espiritual prevalece en la mayoría de todos los niveles. El rápido incremento hacia el
casi total aniquilamiento espiritual pende sobre nosotros. ¿Por qué?
Capítulo Dos
LA EDIFICACIÓN DE «un reino»
Versus
LA EDIFICACIÓN DEL REINO
El principal denominador común para el fracaso de
los órdenes, tanto político como eclesiástico, es el mismo. Los hombres están edificando «un reino,» en lugar
de edificar EL REINO. Dios le ha prometido
a Su pueblo «todas las cosas» espirituales, materiales y temporales,
pero sólo a Él debe dársele toda la gloria. El poder de Satanás
fue quebrantado en el Calvario, y el poder de Satanás también puede ser quebrantado completamente en nuestra vida.
Los
edificadores de reinos
continuarán congregando gran número de fieles, pero jamás llegarán a ser el
organismo que sea la «Compañía de Josué.» que está
señalada como el ministerio del fin de los tiempos, la que
llevará al camino para entrar en la tierra prometida.
¿Estamos dispuestos a pagar el precio?
A menos
que recibamos una nueva visitación de una Fe que mueva montañas; de una humildad que nos haga luchar por el lugar más bajo, en lugar de hacerlo por el más
elevado, y de un «amor sin fingimiento» que realmente «prefiera los unos a los
otros,» seguiremos
apartándonos de la unción divina y del llamamiento que -quizás
- vinieron a nosotros hace años. ¿Estamos también nosotros edificando
un reino o, en realidad, muchos reinos? La edificación de reinos
parece ser la maldición número uno de la Iglesia.
Esto no es algo difícil de comprender, porque la naturaleza humana
es hoy día la misma que fue en los días de Sodoma, cuando «La Soberbia de la Vida»
fue uno de los tres pecados por los cuales Dios
tuvo que pronunciar el juicio, con el fin de poner de manifiesto la
pureza.
La
edificación de un reino, en lugar de edificar El Reino, es una extraña tentación que casi ha
destruido la verdadera confraternidad en el Espíritu Santo. La soberbia de la vida - la destructora de la verdadera
humildad - es algo terrible. Ella asoma continuamente su
horrible cabeza, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.
La iglesia primitiva estaba asediada por este mismo defecto antes de que
estuviera llena con el Espíritu Santo, y fuera quebrantada
completamente por la Roca, para ser llevada así al abandono total
de todos los derechos. Pedro, Santiago y Juan también lucharon
y contendieron en cuanto a cuál de ellos sería el hombre más
alto en el pilar totémico.
Tan claro como lo fue en aquel tiempo, y como lo es
hoy, así de claro es hoy día que son pocos los que contienden
por el lugar más bajo, por el camino bajo - el camino de los
«quebrantados y contritos.» Sin embargo, ellos tenían la excusa de
que no habían sido llenos por el Espíritu. Creo que nuestra
experiencia en el Espíritu Santo, incluyéndome a mí, está con más
frecuencia en él tenía que en
él tiene.
Lo que está ocurriendo podría
llamarse mejor el Culto a la Personalidad.
Esta situación también tiene en sí algunas peculiaridades insidiosas,
porque muchos sienten que
no ocupan un sitio de auto-exultación
por encima de los demás, donde se elogie al hombre y se les ponga ante el público como si ellos
fueran los así llamados «grandes»
o «admirables» del pueblo de Dios, y todo esto, con la exclusión de los
«pequeños y preciosos» en el pueblo de Dios. El rápido
incremento del Culto a la Personalidad debe afligir ciertamente
el corazón del Maestro. La Palabra nos dice que nosotros sólo somos pecadores
salvados por la gracia, y que toda nuestra justicia
es como trapo de inmundicia. Creo
que esto aflige el corazón
de Dios, y que el juicio caerá pronto sobre aquellos que sigan practicando o contribuyendo
de algún modo a este terrible «Culto.» No
corresponde al plan de Dios la focalización en cualquier individuo
u organismo, sin que haya una centralización en El. «Y yo,
si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo.»
Parece que nos empeñamos cada vez
más en buscar el favor de alguien o de algo, con el fin de
conseguir la aceptación. El comprometer nuestras convicciones
no tiene cabida en la ministración de «este evangelio del reino.»
El Señor afirmó: «No he venido para traer paz, sino espada.»
Siempre habrá paz entre los hermanos «andando en el Espíritu.» Sin
embargo, según las Escrituras, cuando una parte de la familia de
fe se abstiene de lo mejor de Dios, habrá una división.
La mayor parte de la gente es introvertida por
naturaleza, pero muchos se convierten en conspicuos extrovertidos en
Dios. Hacer callar a estos
ministerios individuales y tratar de que se sometan a un molde proveniente del
centro general de operaciones, no es de acuerdo con las
Escrituras.
Creo que nuestros ministerios individuales pueden
dar la impresión de apartarse los unos de los otros, como los
radios de una rueda. Si todos estamos anclados en el cubo de la rueda del amor, no habrá confusión,
aunque así pueda parecerle al extraño; e, incluso, a nosotros mismos nos
parece, a veces, que todo es confusión y desesperanza.
«Entonces Jesús
dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y
sígame. Porque cualquiera que
quisiere salvar su vida, la perderá, y cualquiera que perdiere su vida por causa de mí, la hallará.»
Quizás, aquí esté nuestra mayor falla como individuos y como cuerpos
colectivos.
¿Estamos
tomando verdaderamente esta cruz, y lo estamos siguiendo a El sin temor ni favor? ¿Estamos dispuestos a perder nuestras vidas por El, o estamos listos a acomodar nuestras convicciones
para conseguir el aplauso de los hombres, con el fin de aumentar nuestro crecimiento numérico, o
para lograr el favor de los
grupos o de las denominaciones? Si vamos a aceptar esta premisa
del compromiso y no estamos dispuestos a perder nuestra vida,
nuestra reputación nuestra confraternidad, nuestro organismo
u organización, sino que tratamos de salvarlos, los perderemos con
seguridad.
Podemos tomar la decisión de
entrar en la tierra prometida y de luchar contra los gigantes, o tomar el
camino fácil de la carne y andar errantes por el desierto.
Por cualquier camino podemos crecer numéricamente, pero sólo hay un camino
perfecto de Dios, en tanto que lo otro representa la voluntad permisiva
de Dios.
A causa
de la premisa de la congregación de los hombres, (1) prescindiendo de la
denominación, y porque las personas que entran en estas reuniones están (2)
desesperados por Dios, y porque (3) Dios honra Su Palabra dondequiera que ella se predica, nos parece con frecuencia que tenemos
un maravilloso movimiento del Espíritu, a despecho del egocentrismo del hombre y de la variada delincuencia espiritual. Pero, debemos dejar de creer que por el crecimiento numérico y
por las bendiciones en las reuniones o de las actividades, estamos
automáticamente en el centro de la perfecta voluntad de Dios.
Él quiere que no nos solacemos en las estadísticas
numéricas, porque ellas no son la calificación del éxito espiritual.
No debemos medir nuestros logros por las estadísticas o
permitir que éstas sean el termómetro para ver si nos estamos moviendo
en lo mejor de Dios. El rápido crecimiento de las actividades
ha traído la «prosperidad numérica,» pero también ha traído
la «muerte espiritual.»
Con tan
escaso tiempo y con una mancomunidad tan grande de fuerzas como las que hay en el Gran Ejército
de Dios, sería una tragedia si se
pretendiera encerrar a todo el mundo en un corral, centralizando el control en
cualquier cuartel general específico. Aun
entonces, la mayor parte de las decisiones deberían ser tomadas
por empleados contratados. No, hermanos, en tanto que confiemos en Dios para que los hombres
tengan sabiduría, también debemos
quitar los muros, y darle a todo el mundo una licencia franca para que ellos se
muevan como el Espíritu los guíe.
Incluso si esto da lugar a posibles excesos o
desviaciones, me siento contento de moverme en libertad como el
Espíritu guía, previniendo de que esta libertad no se emplee como
licencia o como excusa, sino que quiero responder solamente a
Dios y a la palabra ungida (cuando ella es ungida) en nuestros
hermanos, con sumisión y humildad, que es el
único camino para reclutar las personas necesarias para «trastornar el mundo»
rápidamente y ahora.
Pablo tiene una respuesta para nosotros cuando
repite: «Todavía, hermanos, os ruego por el nombre del Señor
nuestro, Jesús, el Cristo, que habléis
todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros disensiones, antes seáis
perfectos, unidos en un mismo entendimiento
y en un mismo parecer. Porque me ha sido declarado de vosotros, hermanos míos, por los que son de Cloe,
que hay entre vosotros
contiendas; quiero decir que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; pues yo de Apolos; y yo de
Cefas; y yo del Cristo. ¿Está
dividido el Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿O habéis sido bautizados en el nombre de
Pablo?» Pablo
no pide que todos o que todo esté centralizado en él mismo, ni niega el llamamiento y el
liderazgo divinos de Apolos o de Cefas. Esencialmente, él quiere que el pueblo siga
a Dios, según los dictados
de la propia y divina guía de ellos, pero con «amor, sin fingimiento» para todos, porque «Cristo
no está dividido.»
Mucha gente pregunta sobre la confusión y sobre la
falta de amor y de confianza que existe, incluso, en nuestros
círculos de pentecostés. ¿Por qué hay tal confusión? ¿Cómo es posible que el enemigo se introduzca en la
escena y la domine de tal manera con el «culto a la personalidad» y con «la
edificación de reinos» en tantos
casos? Señor, ayuda a descubrir en esta disertación
algunos de los encubiertos «porqués».
Todos nosotros, los que fuimos verdaderamente
bautizados en el «Espíritu Santo y
en Fuego» podemos mirar retrospectivamente a los
primeros días (que eran considerablemente mejores) de esta dimensión,
anhelando la humildad y la
sencillez sin paralelo que estaban desprovistas del ambicioso complejo del «culto a la personalidad» y del “espíritu de la edificación
de reinos” que ahora prevalecen. Algunos serán lo suficientemente
honestos para admitir
que nosotros, como un todo, hemos perdido esa cualidad fundamental.
Bien sea que seamos ricos o pobres, educados o no, creo
que una de las grandes evidencias para el escéptico, sea que esta experiencia
no descansa ni en la sabiduría ni en el poder humanos, sino
que - por el contrario - descansa en el poder divino.
Pablo,
un hombre de gran inteligencia y educación, y que antes había disfrutado de un lugar
destacado en el sistema religioso de su época, dijo: «Dios no ha escogido al sabio y al poderoso,
humanamente hablando,
sino que Dios ha escogido a los simples del mundo, para avergonzar al
poderoso, y Dios ha escogido a los humildes, y a los desechables
y a los don nadie con el fin de aniquilar lo que tiene algún valor, para
que toda la humanidad pueda ser humilde
en la presencia de Dios» (1ª Corintios 1:25, según la traducción
de Berkeley). Esto
fue porque Pablo había dejado a un lado
sus dotes naturales, con el fin de preferir la «unción que pudre el yugo» para que él pudiera conseguir la sencillez
que aborrece el espíritu de la «edificación de reinos.» ¿Como hizo la iglesia primitiva para hacerse famosa con la frase «Mirad,
como se aman los unos a los otros» ¿Cómo pudieron ellos «trastornar el mundo»? Creo que fue porque casi todos los de
la iglesia primitiva, como Pablo conocían
la realidad de la vida crucificada, del caminar en el Espíritu,
exento de la «edificación de reinos»
y del «culto a la personalidad,» dejando lugar así solamente para Él.
Capítulo Tres
« ¡COMO HAN CAÍDO LOS VALIENTES EN MEDIO DEL CAMPO DE
BATALLA!»
«Y dijo Samuel:
Siendo pequeño en tus propios ojos, ¿no has sido hecho cabeza a las tribus de Israel, y el SEÑOR te
ha ungido por rey sobre Israel?» (1
Samuel 15:17).
Todo tiene su causa, y hay una razón fundamental
para el levantamiento y para la caída de muchos de los ungidos del
Señor. «Así que, el que piensa estar firme, mire que no
caiga» (1 Corintios 10:12). «Porque no tenemos
un sumo sacerdote que no se pueda compadecer de nuestras flaquezas; mas fue tentado en todo
según nuestra semejanza, PERO
SIN PECADO. Lleguémonos, pues, confiadamente al trono de Su gracia, para alcanzar
misericordia, y hallar gracia para
la ayuda oportuna» (Hebreos 4:15,16).
Al principio, cuando los hombres acceden a los
puestos de servicio, ellos se acercan al trono de Dios para suplicar
misericordia y gracia. Dios tiene en cuenta estos seres humildes
por medio de la sangre y del sacrificio de Jesucristo y les concede el perdón y
la bendición. «Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú,
oh Dios» (Salmo
51:17). «Cercano está el SEÑOR a los quebrantados de corazón; y a los molidos de espíritu salvará» (Salmo
34:18). «Porque los ojos del SEÑOR
contemplan toda la tierra, para corroborar a los que tienen corazón perfecto
para con él» (2 Crónicas 16:9).
La gracia de Dios es Su inmerecido favor hacia el
hombre, para aquel en el cual Su misericordia puede tomar
igualmente la forma de juicio o de corrección, si nosotros estamos
abiertos para recibirla. La gracia de Dios es el poder de Dios
para hacer por nosotros aquello que comprendemos que no podemos hacer por
nosotros mismos, si creemos verdaderamente que Dios puede y
quiere cambiarnos a Su propia imagen. Si nosotros queremos acatar el llamamiento
de Su trompeta, todavía
hay tiempo para el juicio con misericordia. Un hombre - pequeño en
sus propios ojos - que suplica misericordia,
es ciertamente tierra fértil para los dones de la gracia y de la
misericordia de Dios.
Muchos son los caídos entre los ungidos del Señor
que, después de haber obedecido y de haber recibido la bendición de Dios,
convierten a Jesucristo en un ídolo, antes que seguir
permitiéndole que Él sea su solo y único Señor. Ellos prefieren
idolatrar a Jesús, cantando Sus alabanzas, ayunando y haciendo
sacrificios a Su nombre, antes que
obedecerle e identificarse con El en un puesto de humildad y de servicio
para la humanidad.
Dios también tiene normas y leyes que rigen el éxito de Su
administración de Su Reino. Con el fin de proteger Su propio y santo nombre, Él debe corregir, regañar, degradar
o hacer cuanto sea necesario para la
corrección apropiada. Dios es el primero y el último. El no
tolerará que nadie lo ponga en segundo lugar. Él es el
Soberano, y exige fidelidad absoluta. Bien se ha dicho que Jesús es el Señor de todo, o no lo es.
Así como los paganos tienen gran variedad de clases
y de tipos de dioses, así también algunos cristianos tienen dioses extraños que, tal vez,
han puesto inadvertidamente antes del Dios del cielo. Por influencia de Satanás, ellos han
caído entonces de sus puestos de servicio.
Algunos
siervos de Dios, poderosos en hechos y en la palabra, han sido engañados por Satanás al preferir y proteger su imagen pública, en lugar de estar
entregados por completo y a cualquier precio
a la verdad. Satanás, con su sutileza, les susurra en sus oídos: «Si perdéis
vuestra imagen pública, ¿cómo podréis servir exitosamente
a Dios?» Ante este asalto, ellos caen, sin darse cuenta de que si tienen
una buena imagen pública se lo deben a Dios,
y que el único camino para protegerla y conservarla es el de permanecer fiel a Aquel que se las dio. Ellos
creen que esa imagen debe ser
protegida y conservada a cualquier precio. Sin embargo, esto no puede conseguirse, porque Dios aborrece
todas las formas de idolatría y, por
tanto, busca la destrucción de todas las imágenes.
«Porque no te
inclinarás a dios ajeno, que el SEÑOR, cuyo nombre es Celoso, Dios celoso es»
(Éxodo 34:14). Jesús, como verdadero
y típico siervo de Dios, rechazó el honor del hombre y no
se tomó para sí el crédito. «Sin
embargo se anonadó a sí mismo, tomando forma de
siervo, hecho semejante a los hombres» (Filipenses 2:7). Jesús
dijo: «Gloria de los
hombres no recibo» (Juan 5:41). Sería maravilloso
si los ungidos del Señor pudieran comprender que el sistema honorífico del hombre,
edificado sobre la reputación, es detestable
a los ojos de Dios, «...porque
no es lo que el hombre ve. Porque el hombre ve
lo que está delante de sus ojos, mas el SEÑOR ve el corazón» (1 Samuel 16:7).
Si estas cosas de Dios pudieran ser comprendidas
realmente por los ungidos del Señor, sería muy fácil vivir «amando la caridad de la hermandad los unos
con los otros; prefiriéndoos con
honra los unos a los otros» (Romanos 12:10). ¡Oh, que
los ungidos de Dios puedan conocer que hay una ley
inalterable que
rige el éxito y el fracaso, el levantamiento y la caída de los ungidos del
Señor. «Porque
cualquiera que se ensalza, será humillado;
y el que se humilla, será ensalzado» (Lucas 14:11).
Con razón que estén cayendo tantos ungidos de Dios.
Parece que muchos de ellos están disponiendo su caída al
seguir la fórmula de humillarse, exaltándose a sí mismos, antes que
seguir la fórmula del adelanto, honrando y prefiriendo a sus
hermanos por encima de ellos mismos.
La fórmula de Balaam no sólo es practicada por los
individuos, sino también por ciertas organizaciones, que actúan como
una especie de sindicato espiritual para controlar y administrar la propiedad de Dios
para su propio provecho. Los códigos de la ética han sido formulados para remplazar el llamamiento
individual de Dios. El mercado negro espiritual con el
privilegio y el monopolio de las zonas geográficas, es una práctica común
de la jerarquía eclesiástica.
«Porque no tenemos
lucha contra sangre y carne; sino contra principados, contra potestades, contra señores del
mundo, gobernadores de estas
tinieblas, contra milicias espirituales en los cielos» (Efesios 6:12). Los
miembros individuales de la iglesia substituta de Satanás están pidiendo puestos con base en lo
que ellos puedan recibir, antes que con base en lo que ellos puedan dar.
El espíritu organizacional no es nuevo en modo
alguno. De hecho, él mostró su horrible cabeza en los tiempos en que
Cristo andaba en la tierra. «Entonces
respondiendo Juan, dijo: Maestro, hemos visto
a uno que echaba fuera demonios en tu nombre; y se lo prohibimos, porque no te sigue con nosotros. Jesús le dijo: No se lo prohibáis, porque el que no es contra
nosotros, por nosotros es» (Lucas
9:49,50).
¡Cómo sufrimos cuando el ídolo de nuestra reputación
es atacada! Clamamos a Dios pidiendo
ayuda, creyendo que se trata de un ataque del enemigo, no sabiendo que está en
manos del alfarero hacer pedazos lo que se
daña. Dios había pretendido que la vasija reflejase la imagen de Su Hijo Jesús, pero en lugar de eso, ella reflejó la imagen de Adán. Por tanto, tuvo que
romperla y rehacer la imagen de Su Hijo querido. «Porque a los que antes conoció, también
les señaló desde antes el camino para que fuesen hechos conformes a la imagen
de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos» (Romanos 8:29).
No desmayen ustedes, los que están soportando el ataque a los pequeños dioses de sus imágenes personales o
públicas. Por delante
hay una gran liberación y una entrada en
Su reposo cuando, de
una vez por todas, aquellas pequeñas imágenes - aquellos pequeños dioses
personales de este mundo actual - hayan sido aplastados y despedazados sin que
sea posible su restauración.
Así continua el ciclo del levantamiento y de la
caída de los ungidos del Señor. Apartémonos de nuestra auto-promoción y de la aceptación del honor que sólo le es debido a
Jesucristo. Dejémonos de aceptar la alabanza de los hombres, y
traslademos todo el honor y toda
la gloria a Aquel que es digno de todo. Suspendamos
nuestras propias obras y dejémonos de convertir en
mercancía las cosas
de Dios. Arrepintámonos de nuestra
iniquidad en los lugares altos y regresemos a nuestro primer amor, porque El perdona y absuelve abundantemente.
Él nos convertirá, una vez más, en vasos
dignos para uso del Maestro. «Y el vaso que él
hacía de barro se quebró en la
mano del alfarero; y tomó y lo hizo otro vaso, según que al alfarero pareció mejor hacerlo» (Jeremías
18:4).
Capítulo Cuatro
¿ES REALMENTE LA DEMOCRACIA EL CAMINO DE DIOS?
A causa de nuestra obvia carencia del poder del Pentecostés del Nuevo Testamento, ¿hay en nuestras filas un
eslabón perdido más importante para nuestra deficiencia que los hechos
presentados hasta ahora en este escrito?
Algo vital ha sido removido de nosotros como cuerpos colectivos. Hemos llegado a ser como Sansón
que, a causa de su pecado y de su compromiso, perdió la «Unción» y «no sabía que el Espíritu Santo se había apartado de
él.»
Sí, creo que hay un eslabón perdido y tiene su
asidero, tanto como cualquier otro, en el hecho de que nosotros - como un cuerpo de creyentes - casi hemos llegado a olvidar nuestras bases
iniciales de funcionamiento
como una Teocracia en la cual los puestos y los «gobiernos» funcionaron mediante el orden
Divino. En total y beligerante desafío a las
Escrituras, el hombre de hoy ha hecho el cambio por la Democracia (la
elección y el gobierno mediante la mayoría) como el modo
predominante de gobierno y de determinar la voluntad de Dios en
todo asunto.
Hay tanto lavamiento de cerebro en el mundo (del
que nosotros no deberíamos ser) con respecto a los méritos de la
democracia, que aun el pueblo de Dios - casi en su totalidad - se
engaña al creer en la democracia como el modelo ordenado por Dios. En nuestro propio y así
llamado Estado democrático o gobierno Federal, es casi imposible que el hombre escogido por Dios sea elegido o aun que
sea candidato, excepto por una casi inexistente intervención Divina.
Declaro sin reservas que la
Democracia (el gobierno por el hombre) no es de Dios. La Palabra también confirma que
solamente la Teocracia
(el gobierno por Dios) y los principios teocráticos son de Dios, y que la Democracia y los
principios democráticos son de la Carne.
Las últimas palabras de Jesús antes de la ascensión
fueron instrucciones para los discípulos: «Mas vosotros asentad en la ciudad de Jerusalén hasta que seáis investidos de
potencia de lo alto» (Lucas 24:49). Aun con tal exhortación, el
único hecho o acción entre la ascensión y la efusión del Espíritu, fue un
pecado, al ignorar este mandamiento de «esperar al Espíritu Santo» antes de hacer
cualquier cosa. Este simple acto de
desobediencia fue el deseo carnal de los discípulos de
escoger a Matías para remplazar a Judas por medio de la democracia. Que ellos sólo hubieran esperado, obedeciendo el mandato del Señor,
habría sido subsecuente a la «unción»
en el Aposento Alto, y en el horario de Dios y a la manera de Dios, en la más
alta voluntad de Dios, y/o en la hora de Dios.
Sin embargo, Matías podría haber sido
el escogido de Dios, pero estoy seguro de que este nombramiento
habría sido por los medios teocráticos (el nombramiento por Dios). El echar suertes fue un modelo del Antiguo Testamento, pero jamás
leemos sobre este procedimiento después del
Aposento Alto. Es significativo, por lo menos, que jamás se
hubiera hecho de nuevo en la Palabra ninguna mención a Matías después
de su nombramiento.
Desde
ese día hasta el día de hoy, los procedimientos democráticos han sido el factor
determinante en la mayoría de las organizaciones y de los organismos. Por no ser bíblica, la
democracia siempre producirá - tarde o temprano - el
«hombre escogido por el hombre» y el «plan
del hombre,» antes que el «Hombre escogido por Dios» y que el «Plan de Dios,»
en todas las sociedades donde se practique la democracia antes
que la Teocracia.
Es evidente, con mucha frecuencia, que en cualquier
grupo o cuerpo espiritual, hay dos clases de personas: la mayoría menos espiritual, y la
minoría espiritual; esta última, clama en intercesión
por algo más alto; y la primera, que es la que se opone, persigue
- a menudo - a la minoría. Trátese de un grupo pequeño de personas o de una
denominación completa, la mayoría menos espiritual elige, usualmente, sus
contrapartes menos espirituales, en tanto que éstos - a su vez -
ponen aun a sus contrapartes menos espirituales en más altas
posiciones ejecutivas. Finalmente,
la mayoría
consigue - usualmente - al «hombre escogido por el hombre» para el liderazgo,
en lugar del «hombre escogido por Dios» y, una vez más, el «plan del hombre» en lugar del «plan de Dios.»
La Teocracia (el gobierno por la guía Divina
de Dios mediante los hombres) es la única norma viable
de Dios. Esto no viene por votación
de dieciséis a quince, con un sistema de mayoría impositiva, que
después trata de interponer a Dios de alguna manera en la acción
mayoritaria.
Solamente hay un «así dice el Señor,» y creo que hay un pueblo dentro del pueblo que ya tiene suficiente de esa cualidad del enclenque, del don nadie, del
que es como un niño que puede recibir y que está recibiendo la Palabra del Señor de Su propia Boca. Éstos son un pueblo que está dispuesto a pagar el precio del mal
entendimiento y de la persecución por parte de la mayoría menos
espiritual.
«Ministrando pues
éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra
para la cual los he llamado.»
No sabemos exactamente de qué manera ha hecho Dios
que ellos oigan Su Palabra, o conozcan Su voluntad en cuanto al
puesto de Dios dentro del cuerpo. Pero podemos estar seguros de
que no fue mediante una elección democrática, impuesta por la mayoría.
Sin embargo, sabemos ciertamente que «El es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos,»
y que «El no hace
acepción de personas» y que, así como El habló para los «Suyos» en tiempos
pretéritos, así también
Él lo está haciendo hoy a los «Suyos.»
EL NUMERO 3 EN LAS
ESCRITURAS
(Como signo de plenitud)
3 es la primera cifra «geométrica.» 2 líneas rectas
no encierran ni completan nada. Las 3 dimensiones: LONGITUD, ANCHO y
ALTURA son necesarias para formar un sólido. Así, el 3 significa lo que es
sólido, real, substancial, completo e íntegro...
3 grandes divisiones
completan el tiempo: PASADO, PRESENTE y
FUTURO.
3
cosas completan la esencia de la capacidad humana: PENSAMIENTO, PALABRA y OBRA.
3
son las fiestas anuales de Israel: PASCUA, PENTECOSTÉS y LOS TABERNÁCULOS.
3
son los atrios del Tabernáculo: ATRIO EXTERIOR, LUGAR SANTO y LUGARSANTÍSIMO.
3 cosas están en el Arca: LA VARA, EL MANÁ y LA LEY.
3 son las medidas iguales de 10 codos cada una (el cubo) del LUGAR
SANTÍSIMO. En el
TERCER día de la creación, la tierra fue separada de las aguas (la
resurrección). Al TERCER día Jesús se levantó de la muerte. En la TERCERA hora del día
Él fue crucificado, y hubo tinieblas durante 3 horas.
3 fueron las personas levantadas de la muerte por Jesús.
3
años en la búsqueda del fruto testimonian el completo y absoluto fracaso de
Israel (Lucas
13:7).
Por 3 veces Él dijo:
«ESCRITO ESTA.»
Por 3 veces una voz habló
desde el cielo dando testimonio de El: Mateo 3:17 - Mateo
17:5-Juan 12:28.
3 idiomas escritos sobre la cruz, muestran el
absoluto rechazo que el hombre hizo de Él.
Por 3 ministerios Él fue levantado de entre Sus
hermanos: Profeta, Sacerdote y Rey (Deuteronomio 17:5; 18:3-5,15).
3 fueron las revelaciones como Pastor: el BUEN
PASTOR (en la muerte, Juan 10:11), el GRAN PASTOR (en la resurrección, Hebreos 13:20),
el PRINCIPE DE LOS PASTORES (en la Gloria, 1 Pedro 5:4).
3 apariciones de Hebreos 9 que muestran que Su obra
no estará terminada hasta cuando El aparezca de nuevo.
3 días de viaje separan a Israel de Egipto (el
mundo). La separación completa (Éxodo 5:3).
3 cosas trajeron los espías: UVAS, HIGOS y GRANADAS.
Por 3 veces se separaron las aguas del Jordán
(Josué 3:16; 2 Reyes 2:8,14).
3 días de búsqueda le toma a Elías la culminación
del testimonio que él no había podido encontrar (2 Reyes 2:17).
3 son las divisiones que completan el canon del
Antiguo Testamento: LEY, PROFETAS, SALMOS (Lucas 24:44).
El 3 señala la culminación de los tratos de Dios
con determinadas personas: SEM, CAM, JAFET;
ABRAHAM, ISAAC, JACOB; SAÚL, DAVID, SALOMÓN; NOÉ, DANIEL, JOB;
SADRAC, MESAC, ABED-NEGO; PEDRO, SANTIAGO, JUAN.
3 son los dones de la gracia: FE, ESPERANZA y
CARIDAD (repetidos cinco veces).
La TRIPLE naturaleza del hombre completo: ESPÍRITU, ALMA y CUERPO.
La TRIPLE naturaleza de la tentación:
CONCUPISCENCIA DE LA CARNE, CONCUPISCENCIA DE LOS OJOS y SOBERBIA DE LA VIDA (1 Juan
2:16).
La TRIPLE corrupción de la Palabra de Dios:
QUITÁNDOLA, AGREGÁNDOLA y CAMBIÁNDOLA.
3 son los grandes enemigos del hombre: el MUNDO, el
DEMONIO y la CARNE.
3 son los hombres que aparecen en el Monte de la
Transfiguración [«Y después de
seis días...» (Marcos 9:2)].
Capítulo Cinco
EL DEBIDO ORDEN DE DIOS
Dios
tiene un orden para Su Iglesia que está centrado en Cristo. La Biblia está llena de relatos que
muestran que Dios juzga ciertamente a Su
pueblo cuando
éste escoge su propio culto religioso y el gobierno de la Iglesia, apartándose del
modelo según las Sagradas Escrituras.
El empezó en el Monte Sinaí, y tuvo que dar muerte a los
danzantes desnudos que adoraban en torno del becerro de oro, como
una advertencia para Israel. Incluso, los dos hijos de Aarón que
fueron entre los sacerdotes principales, murieron bajo el juicio, cuando
pusieron un fuego extraño sobre el Altar Santo.
Hay
muchos otros ejemplos; pero, probablemente, uno de los más notables,
ocurrió cuando David decidió traer el Arca Sagrada del Pacto
de Dios a Jerusalén. El no hizo caso del debido orden de Dios para
llevarla sobre los hombros de los sacerdotes consagrados. En lugar de eso, hizo
un hermoso carro, hecho según el modelo de un carro idólatra, y lo empleó para
el transporte del Arca. Cuando uno de los sacerdotes, Uza, cayó
muerto, David detuvo la procesión, teniendo que
llevarla después según el DEBIDO ORDEN DE DIOS (2º Sam. 6)
.
En el capítulo 16 de Números, leemos que uno de los
principales levitas, llamado Coré, se rebeló contra el debido
orden de Dios. El intentó liderar una rebelión contra el plan ordenado por
Dios. La tierra se abrió y se lo tragó. Si nosotros
acatáramos hoy día a la Palabra de Dios, Dios revelaría Su orden y Su
culto, y uniría Su Cuerpo, la Iglesia. Pero los ambiciosos líderes espirituales, habiendo filtrado estas sagradas Palabras
de la doctrina bíblica por medio de sus mentes carnales, han dado origen a una Babilonia de credos y de tradiciones eclesiásticas, que
han dividido por completo al Cuerpo
de Cristo en multitud de miles de fragmentos.
«Dios es Espíritu;
y los que le adoran, en Espíritu y en VERDAD es necesario que adoren» (Juan 4:24).
La restauración de la verdad de Dios, una nueva profundidad en la dedicación, y el regreso a la Verdadera
adoración por
todos los individuos aspirantes que de sean andar en la voluntad de Dios y
en el orden Divino, son el esencial y obligado punto de partida
fundamental, si va a cumplirse el plan de Dios para Su orden
para la Iglesia del Nuevo Testamento. El Señor no aceptará una ofrenda imperfecta.
Los sacrificios vivos eran
examinados en las gradas del templo, y eran rechazados si tenían tachas.
Esta es
la razón principal por la cual el cristiano promedio y, en consecuencia, la Iglesia,
soportan la maldición de las
oraciones no respondidas. No podremos pensar en el Señor haciendo oraciones no
respondidas, ni al apóstol Pablo tampoco.
Los grandes sistemas religiosos de hoy - con sus
gobiernos altamente centralizados bajo el liderazgo humano y
la adoración según las «tradiciones de
los ancianos» y siguiendo los «mandamientos
de los hombres,» sólo están edificando sobre andamiajes que
no figuran en la heliografía de Dios. Ellos están edificando grandes casas de madera, de heno y de
hojarasca, comparadas por nuestro
Señor en Mateo 7:26 con la «casa edificada sobre la arena,» por lo que serán destruidas.
En los capítulos del 8 al 11 de
Ezequiel, Dios revela por qué fue destruido el Templo
Santo y por qué fue llevada la nación al cautiverio
de Babilonia. Ellos PROFANARON LAS CUATRO COSAS SAGRADAS DE
DIOS, en las cuales estaba centrado Su orden Divino. Israel había profanado la santa Casa de Dios, como lo está haciendo hoy la
iglesia laodiceana; después se llegó a la profanación
del sacerdocio; más adelante fue profanada la PALABRA DE DIOS; y, como remate de todo, fueron profanados los laicos o los adoradores. Con cada profanación
subsecuente, Dios
levantó Su gloria.
Todavía
hoy, Dios tiene el mismo ORDEN DIVINO de GOBIERNO y DISCIPLINA para Su Iglesia,
del mismo modo que Él lo tuvo en la iglesia apostólica del siglo
primero. El primer modelo nacional se encuentra
prefigurado en la adoración del Tabernáculo en Israel, mientras
ellos estaban en el desierto. En el capítulo 25 del Éxodo, el
estudio de este diseño planeado empieza así: «Conforme a todo lo que yo te
muestre, la semejanza del
tabernáculo, y la semejanza de todos sus vasos
(el mobiliario) así lo haréis.»
Tiempo después, la adoración del Templo de Israel presentaba de
nuevo el mismo diseño prefigurado, para que lo siguiera la Iglesia
del Nuevo Pacto. Este diseño perfecto también se encuentra en el
ministerio de la Vida de nuestro Señor Jesús.
Cuando
se estudian los cuatro Evangelios, es evidente que El dividió Su vida en CINCO
ministerios. El MINISTRO como el APÓSTOL principal, como el PROFETA principal, como el EVANGE-LISTA principal, como el PASTOR
principal, y como el MAESTRO principal.
El no hizo nada por fuera de estos cinco oficios ministeriales, y siempre ejerció uno o más
de los nueve dones espirituales
de 1 Corintios 12:8-10. El mismo diseño se establece en
las Escrituras por las revelaciones del apóstol Pablo, quien también
los practicó en sus viajes evangelizadores. En la ascensión,
nuestro Señor dio Sus CINCO MINISTERIOS a la Iglesia del Nuevo
Testamento, para la perfección del Cuerpo (Efesios 4:12).
Examinemos los contrastes entre la primitiva
iglesia apostólica del Nuevo Pacto de los días de Pablo, y esta misma
Iglesia, vista en el continuado y actual ministerio moderno del día de
hoy. Por simple comparación, se puede ver la gran diferencia entre el ORDEN DE DIOS y el ORDEN DEL HOMBRE.
En el siglo primero, la Iglesia que nació en el Calvario fue
establecida en el orden planificado de Dios en
Pentecostés, y el Espíritu Santo empezó a manifestar dones y ministerios
en ella.
En aquellos días, todos eran hombres y mujeres
llenos del Espíritu que únicamente confiaban en el liderazgo de Dios,
en tanto que nuestros grandes líderes espirituales confían más
en la sabiduría humana y en los intelectos adiestrados. En aquellos días, los evangelistas
salían fortalecidos con las herramientas de Dios para edificar
Su Iglesia; en tanto que hoy enviamos hombres y mujeres entrenados
e instruidos en la disciplina de la iglesia denominacional.
En el siglo primero, no existían grandes
instituciones educativas u organizaciones que los
guiaran y los financiaran. Disponían de muy
pocos medios financieros y de pocas facilidades de comunicación
y de transporte de los cuales depender; en tanto que hoy, aunque nuestros
jóvenes salen con todas estas cosas materiales,
ellos dan muestras de que tienen pocos dones y ministerios espirituales.
La iglesia del siglo primero casi conquistó el Imperio Romano, en tanto que hoy
hacemos pocos avances contra las fuerzas
del mal.
Viendo entonces la necesidad de que regresemos al
DEBIDO ORDEN DE DIOS, para dar de nuevo el poderoso
testimonio de una Iglesia militante que avance contra las puertas del
Infierno, debemos examinar más ampliamente la iglesia del siglo
primero. En aquellos días, cada
iglesia o cada cuerpo local eran libres y soberanos, aunque
eran parte integrante de un gran «cuerpo» u organismo de Dios. El gobierno de la Iglesia,
implementado al modo teocrático, funcionaba dentro del Orden Bíblico Divino.
La disciplina de la Iglesia se practicaba según la
Palabra. El quíntuple ministerio estaba en hernoso funcionamiento,
pues «ni el ojo puede
decir a la mano: No te
necesito.» Ellos conocían la verdad de «ahora vosotros sois el cuerpo de Cristo.»
Nadie parecía estar contendiendo por puestos elevados, sino que
todos - como siervos de todos -contendían por el Debido Orden de
Dios.
Pablo bosquejó para los colosenses las formas de fe
y disciplina que eran necesarias, antes de que ellos pudieran
encontrar el «camino» y el «diseño.» Y
ellos ponían la más cuidadosa atención a la
ministración apostólica que él les daba, revelándoles «el misterio
escondido desde los siglos y edades, y que ahora ha sido manifestado a los santos... amonestando a
todo hombre, y enseñando en toda
sabiduría, para hacer a todo hombre PERFECTO en el Cristo Jesús... en el cual están escondidos todos los tesoros de sabiduría y conocimiento.»
Pablo añadiría para ellos: «Mirad que ninguno os engañe por filosofías y vanas sutilezas,
según las tradiciones de los
hombres, conforme a los elementos del mundo, y no según el Cristo, porque en él habita toda
plenitud de divinidad corporalmente, y en él estáis completos, el cual es la cabeza de todo principado y potestad.»
En su primera epístola, Juan escribió:
«No améis al mundo,
ni las cosas que están en
el mundo; si alguno ama al mundo, la caridad del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el
mundo que es concupiscencia de la carne, y
concupiscencia de los ojos, y la soberbia
de la vida, no es del Padre, mas es del mundo. Y el mundo pasa [pronto], y su concupiscencia; mas el que
hace la voluntad de Dios, permanece
para siempre... Más vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas... Y la unción
que vosotros habéis recibido de él, mora en vosotros; y no tenéis necesidad que
ninguno os enseñe; mas como la unción
misma os enseña todas las cosas, y es
verdadera, y no es mentira, así como os ha enseñado, perseverad en él... Muy amados, ahora somos hijos de Dios, y
aún no es manifestado lo que hemos
de ser; pero sabemos que si él apareciere [en nosotros], seremos semejantes a él, porque le veremos como él es »
Capítulo Seis
EL ORDEN DEL HOMBRE
Adoctrinamiento,
luego Aislamiento, Después Denominación, más adelante Dominación
¡Cuánta congoja causará al corazón del Maestro ver
hoy día la Iglesia que se formó en el siglo primero dividida
por tantas diferencias doctrinales, y opiniones, y métodos en
donde el tema central es - con tanta frecuencia - el crecimiento
numérico, antes que la prosperidad espiritual! No creo que pueda enfatizar lo suficiente
el hecho de que, en las Escrituras, no se asocia ningún otro nombre
con la Iglesia, con la única excepción de la localización. La división de la Iglesia en tiempos del Nuevo Testamento se basó
únicamente en las diferencias de la localización.
Al hacer referencia a las diversas iglesias,
ustedes nunca leerán en Pablo ni en ninguno de los demás
escritores del Nuevo Testamento, que ellos
se vieran obligados a referirse a la iglesia de zutano o de mengano,
sino que solamente hacían referencia a la iglesia en Éfeso,
a la iglesia en Galacia, a la iglesia en Filipos, a la iglesia en Roma.
Pablo sólo reconoció una Iglesia, la Iglesia
universal, no dividida por el hombre. No existía duda en cuanto a
la delimitación de los muchos lugares individuales de reunión, pero
ningún cisma o división se tenía corno pertinente con el plan de
Dios.
Espiritualmente, la Iglesia de Dios es una sola;
por tanto, no puede ser dividida, aunque sus miembros estén físicamente
dispersos por toda la tierra. Por tanto, ellos no pueden vivir en
un mismo lugar, siendo esencial - sin embargo - que haya una congregación
física de creyentes. No es suficiente conque ellos estén
presentes en el Espíritu, también deben estar presentes en la
carne. Una iglesia local [la ekklesia] está integrada por todos los
llamados, con el fin de que se reúnan en un lugar para la adoración,
para la oración, para la confraternidad y para el ministerio.
La
limitación física de un lugar
de reunión lo suficientemente grande para albergar a todos los de la iglesia
(de todos los llamados a salir del mundo y de los sistemas del hombre), es el único fundamento para la
integración de una
iglesia separada. Tal
división es, sin embargo, solamente externa. En
realidad, la Iglesia o cuerpo de Cristo no puede ser dividida
y, por tanto, aun cuando
la Palabra de Dios se refiera a las diferentes asambleas de Su pueblo, variando
el nombre de los lugares, sigue
siendo todavía «La Iglesia» en cada
uno de esos lugares.
¿Qué es entonces una iglesia del Nuevo Testamento?
No es un edificio, ni un sitio de evangelización, ni un
centro de predicación, ni una misión, ni una obra, ni una organización, ni
un sistema, ni una denominación, ni una secta. Es la congregación
para la adoración, para la oración, para la confraternidad,
para la edificación de todo el pueblo de Dios en un lugar determinado y que,
en pequeña escala, debe manifestar lo que la Iglesia
en su totalidad manifestaría.
Ellos son el cuerpo de Cristo en esa localidad, por
lo cual tienen que aprender cómo ponerse bajo la jefatura
del Señor, cómo manifestar la unidad entre todos los miembros,
y cómo guardarse cuidadosamente contra cualquier cisma o
división. ¿Hay alguna razón para la división
basada en doctrinas que están más allá de las verdades fundamentales de la eficacia de la sangre y de la suficiencia
de aquella sangre para limpiar del pecado, si estamos dispuestos a arrepentimos de nuestro propio
camino y a poner nuestra
fe en nuestro Señor Jesucristo como en nuestro único Amo y Señor?
Nosotros - la totalidad de la Iglesia mundial, así
como la iglesia de cada ciudad o aldea del mundo - tenemos el privilegio de
compartir la
creencia en la totalidad de la Biblia, inspirada verbalmente, como nuestra última autoridad en
todos los asuntos de la fe y de la práctica; en nuestra creencia en un Dios único, en un Ser único que existe eternamente y que se
manifiesta en tres personas; en un Cristo único, Dios y hombre, nacido de una virgen, y que vendrá de nuevo; en una triple y única salvación para el espíritu, para el alma y
para el cuerpo, dada
sobre el principio de la gracia, y recibida mediante el arrepentimiento y la fe, por nuestra identificación con la muerte y con la
resurrección de Jesucristo, y que llegará el día para la resurrección total de
toda la humanidad, de algunos
para la vida eterna, y de otros para condenación eterna.
No, no creo que haya fundamento para la separación
de los «llamados a fuera» de Dios, por causa de las
diferencias doctrinales por fuera de las verdades fundamentales ya mencionadas.
La palabra griega que en Gálatas 5:20 se traduce «herejías,» no da a
entender necesariamente la idea de error, sino más bien la de división en el terreno de la
doctrina. La nueva versión Interlinear traduce
esta palabra como «sectas,» en tanto
que Darby, en su nueva versión, la traduce por «escuelas de opinión.» La idea global es que no se refiere a diferencias entre la verdad y el error, sino a la división admitida,
basada en la doctrina. Nuestra enseñanza puede ser correcta o
incorrecta, pero si hacemos de ella un motivo de división,
entonces somos culpables de la herejía de que aquí se habla.
Dios prohíbe cualquier división
sobre doctrinas aparte de las mencionadas verdades
fundamentales, claramente reveladas en las Escrituras.
Algunos creen que el arrebatamiento ocurrirá antes de la tribulación; otros,
que ocurrirá después de la tribulación. Algunos
creen que todos los santos entrarán en el Reino; otros, que solamente
una parte de ellos entrará en el Reino. Algunos creen que
el bautismo es por inmersión; otros, que es por aspersión. Y una
y otra vez, estas diversas opiniones doctrinales acarrean - a menudo
- una separación entre los hijos de Dios.
Aunque
algunos pueden
estar en lo correcto, y otros pueden estar equivocados, Dios no autoriza ninguna división por
causa de diferencias tales como creencias o por asuntos distintos a las verdades fundamentales de la fe. Si un
grupo de creyentes - en su celo por determinadas doctrinas
según la Palabra de Dios - rompe la confraternidad con sus
hermanos, ellos pueden tener una enseñanza más bíblica, pero creo
que se pondrían por fuera de la voluntad de Dios, si se negaran a
la confraternidad con otros que sean verdaderos creyentes en el mismo
Señor y Maestro y que den
claras muestras del fruto del Espíritu.
Si deseamos mantener una posición según las
Escrituras, entonces debemos ver que las iglesias de
las que hacemos parte sólo representan localidades, no doctrinas. Si
nuestra iglesia no está separada de los otros hijos de Dios sólo en el
terreno de la localidad, sino que - por el contrario - lo está por la
propagación de alguna doctrina en particular, y permite que la doctrina
nos separe de los demás hermanos de la fe, entonces nos hemos
convertido en una secta, y somos culpables de herejía, sin importar
cuánto de nuestra enseñanza pueda ser fiel a la Palabra de Dios. El propósito de Dios para una iglesia, es que ella represente
a los hijos de Dios en una localidad,
y no solamente una verdad específica allí.
Entonces, una iglesia de Dios en cualquier sitio donde se
encuentre, y en el orden más elevado, comprende a todos
los verdaderos hijos de Dios en dicha localidad, y no solamente a
aquellos que sostengan las mismas posiciones doctrinales.
En vista de que nuestro Señor Jesús, el Cristo,
fundó solamente una Iglesia, esa Iglesia - siendo Su propio cuerpo -
somos nosotros los que representamos la existencia de tal Iglesia
verdadera, y nada más. Simplemente, no podemos reconocer las muchas y
diversas distinciones y separaciones hechas por el hombre,
que se han movido lenta y furtivamente en la cristiandad a
través de las edades. Por tanto, si un hombre conoce a Cristo, y
es su siervo, entonces - prescindiendo del hecho de que esté o no
esté dentro de nuestro círculo - él es uno con nosotros, y
nosotros no podemos ser de otro modo que uno con él. Dios se está
moviendo por el mundo entero hacia un completo y total
retorno de corazón a la sencillez y a la realidad del Nuevo
Testamento en cada fase, tanto en la doctrina como en la
práctica.
Debemos estar buscando constantemente
la confraternidad. Pero no queremos decir con esto que busquemos -
mecánicamente - la unidad, pues esto sólo crearía otra
denominación; sin embargo, creo que Dios nos está llevando a
una verdadera Unidad Espiritual del Espíritu Santo, a un humilde reconocimiento
de las maravillas del cuerpo de Cristo, con el acompañamiento
de una avidez por la confraternidad en la oración y en el
compartir de la luz que tenemos.
Un grupo puede dar énfasis al orden divino y a los
métodos; otro grupo puede enfatizar la enseñanza de la Biblia;
alguno más enfatizará los dones sobrenaturales del Espíritu; otro más lo hará con
el quíntuple ministerio; algún otro lo hará con el evangelismo intensivo
o con el establecimiento de iglesias típicas del Nuevo Testamento,
y así sucesivamente. Puede que ustedes y yo creamos personalmente
que uno de estos grupos es más completo y más prominente
que los demás. Sin embargo, cuando el Señor termine Su
obra, todos ellos estarán mucho más completos de lo que podríamos imaginar
ahora. Siendo esto así, nos importa andar humildemente
ante el Señor, en lugar de aislarnos, por no decir nada de
idolatrar un segmento
incompleto de todo el pensamiento de Dios.
Debemos aprender a unirnos más estrechamente, para que podamos
-no al final, sino ahora - mezclarnos conjuntamente en un
verdadero todo, y llegar - de este modo - a ser parte del designio sublime
de Dios para Su movimiento del último día.
Hermanos, no nos engañemos. Aislarse al fin y al cabo es de nominalizarse,
por encima de todo lo que podamos proclamar al contrario.
Las verdades relativas a la vida del cuerpo colectivo de Dios
que están siendo suministradas en esta hora, dejan muy en claro
que toda la Iglesia estructurada apropiada y conjuntamente, y
funcionando como un gran todo interrelacionado, participará de esa
plenitud por la cual todos nosotros suspiramos. Nuestra presentación y nuestro mensaje
pueden parecer insólitos, y un tanto
revolucionarios; pero creo, sin embargo, que cualquier investigador honrado descubrirá pronto que tenemos
buenas razones para nuestra
posición.
Miles de hombres de los primeros días, honrados
por Dios y probados por el tiempo - tanto dentro como fuera
de las personalidades de la Biblia - fueron tenidos por no convencionales.
Hablo de hombres como Abraham, Moisés, Elías, Pablo,
Lutero, Wesley, Livingston, Huss, Tyndale y multitud de otros.
Estos fueron hombres que
se sometieron a la obra de Dios y a la «revelación progresiva de
la Verdad» de sus días. Ellos lucharon contra la corriente del statu quo, de la
tradición, de los intereses creados, del sectarismo, del denominacionalismo dogmático y de todas las otras fuerzas acumuladas que
se oponen a la reforma y al verdadero
avance espiritual.
Confío en que usted no malentenderá ni interpretará
erróneamente que nosotros estamos contra todo - no lo permita
Dios. He orado para que Dios me libre de un mero
ministerio negativo que sólo pueda criticar la obra que está siendo hecha por
todos los que no están
completamente de acuerdo conmigo, y encontrarle fallas.
No estamos en contra de ninguno cuyo corazón sea recto
para con Dios.
El
deseo profundo de nuestro corazón es que, por
encima de la consigna bíblica para «arrancar y para echar a perder» que tiene que ver
con cualquier ministerio de reforma, nuestra voz siempre sea un positivo testimonio de
edificación para la Iglesia (de los llamados a salir afuera), con el fin de que ella suba más alto.
Dios está sacudiendo todo lo que
pueda ser sacudido. No temamos a este sacudimiento. Lo que es Espíritu y Vida no
puede ser sacudido, porque solamente Babilonia caerá ante la verdad. Si nuestra obra tiene mucho de
Babilonia, habrá un derrumbamiento, pero cuando se desvanezca el polvo, los que son Suyos todavía estarán allí.
Entonces, y sólo entonces, seremos verdaderamente libres
para edificar lo que es recto. Oh, mis amados, estén seguros de que el sacudimiento de Dios, como el grande y terrible desierto del
Israel antiguo, sólo pretende «a la
postre hacerles bien.»
Sí, creo que Dios está empezando ahora a revitalizar a un pueblo, incluso a un pueblo de entre un
pueblo. Ellos perseverarán sin reservas,
y sin temor ni compromiso, por todas éstas y por muchas más
verdades preciosas que Dios está revelando para Su Cuerpo del Último
Día. Estos se negarán a seguir el modelo tradicional del orden
del hombre que es - con frecuencia - primero adoctrinar, luego aislar, después
denominar y, más adelante, dominar. A muchos
les parece que esta deficiencia y esta progresiva decadencia
espirituales, son tan severas en las actividades y en las iglesias no
denominacionales, como en los círculos denominacionales.
Para
mí, el espíritu denominacional es, esencialmente, un espíritu de aislamiento en torno a una personalidad o a una agrupación, unido a un aislamiento en torno a una verdad y que, a pesar de lo maravillosa
que ella pueda ser, sigue siendo un segmento incompleto de todo el pensamiento de
Dios. «Mas ahora, Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos por sí en el
cuerpo, como quiso. Que si todos
fueran un miembro, ¿dónde estuviera el cuerpo? Pero ahora muchos miembros son a la verdad,
empero un cuerpo... Antes,
los miembros del cuerpo que parecen más flacos, son mucho más necesarios...
para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se
interesen los unos por los otros.»
Así como estas preciosas verdades, y las libertades correspondientes, cambian nuestras vidas, nuestras motivaciones y nuestros caminos,
siento que empezará un tremendo
despertar en el gran campamento evangélico cuando ellos vean que este
cambio tiene lugar y
que sus «corazones arden dentro de ellos.» Ellos no podrán resistirse a tal amor, a
tal unción, y se encontrarán diciendo: «Jamás lo vimos antes de ese modo.»
Sí, este es el «Evangelio Completo» y es para un pueblo que Dios quiere
convertir en un «Hombre Completo.»
Otra vez, el Libertador de Sion está clamando: «Levántate [de la
depresión y de la postración en cuyas circunstancias has permanecido,
¡levántate a una nueva vida!], resplandece
[resplandece con la gloria del Señor] que viene tu lumbre, y la gloria del SEÑOR ha nacido sobre ti. Que he aquí, que tinieblas
cubrirán la tierra, y oscuridad los
pueblos; y sobre ti nacerá el SEÑOR, y sobre ti (o en ti)
será vista su gloria.
Y andarán los gentiles a tu
lumbre, y los reyes al
resplandor de tu nacimiento. Alza tus ojos en derredor, y mira, todos éstos se han juntado, vinieron a
ti; tus hijos vendrán de lejos, y tus hijas
sobre el lado serán criadas. Entonces verás, y resplandecerás; y se maravillará
[en la gloriosa liberación] y ensanchará tu corazón, que se haya vuelto a
ti la multitud del mar, que la fortaleza
de los gentiles haya venido a ti [con sus tesoros] (Isaías
60:1-5).
Capitulo Siete
LA VIDA EN EL ESPÍRITU
No
podemos escapar a la necesidad que
tenemos de un nuevo encuentro con «aquel
Jesús coronado de gloria y de honra, que es hecho
un poco menor que los ángeles por pasión de muerte, para que por la gracia de
Dios gustase la muerte por todos.» «Porque convenía que aquel por amor del cual son todas las
cosas, y por el cual son todas las
cosas, habiendo de traer en su gloria a muchos hijos, perfeccionase por
aflicciones al autor de la salud de ellos.» «El que santifica y los que son santificados, de uno
son todos; por lo cual no se
avergüenza de llamarlos hermanos... hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento
del Hijo de Dios, a un varón
perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.»
El hombre y la maquinaria del
hombre ya no pueden controlar lo que está ocurriendo en la hora presente. Dios
está soplando sobre un número creciente de los que
están inhalando el hálito fresco de la vida en el
Espíritu.
Regados por todas partes hay personas y pequeños
grupos, provenientes de diversos estratos, que están entrando
en la confraternidad del camino viviente. Ellos están descubriendo
el glorioso secreto de una unión vital con el Señor. Una vez ellos vivieron de sus experiencias pasadas, pero ahora conocen el júbilo de la comunión
diaria con El. ¡Qué
diferencia la que ha
producido esto en la perspectiva y en el ministerio de aquellos
que entran en las profundidades de La Vida del Fluir en el Espíritu.
Hay un indecible gemido dentro de
mi corazón por compartir con aquellos que acaban de entrar en esta
dimensión. Siento que apenas estoy
empezando a entrar en esto, y que apenas estoy empezando a
darme cuenta de lo que veo ciertamente, de lo que veo como si lo hiciera
a través de un vidrio obscuro. Pero, ¡LO SE, LO SE por la fe, que
pronto veré «cara a cara»
lo que «ahora conozco en
parte; mas entonces conoceré
como soy conocido.»! Muchos están encontrando
este camino viviente, y están disfrutando de una clase de vida y de una perspectiva
completamente nuevas.
Ellos están empezando
a ser llevados a la plenitud de Dios. Están empezando a ser llevados a la gloria por la
Cabeza Eterna, y están empezando a
encontrar algo de
lo que la Iglesia ha carecido durante tanto tiempo: un
lugar para andar en el Espíritu, un lugar para andar en la luz, un lugar exento
de las propias ambiciones y de los propios deseos.
Este es
un lugar donde ellos pueden decir verdaderamente: «No se haga mi voluntad, oh Dios mío, sino la tuya.» Ellos están empezando a darse cuenta de que
no pueden vivir de las bendiciones de
ayer, porque las bendiciones de ayer pertenecen ahora al orden viejo. Ni tampoco pueden vivir
anticipadamente de las bendiciones
de mañana, porque el camino del Espíritu
excluye el pasado o el futuro, y nos lleva Ahora a lo
Eterno.
Ahora es «el día de
salvación.» Ahora
somos «hijos de Dios, y aun no es manifestado lo que
hemos de ser....» Pablo
pudo decir: «Con Cristo estoy juntamente
crucificado, y vivo, no ya yo, sino vive el Cristo en mí; y lo que ahora
vivo en la carne, lo vivo por la fe del Hijo de Dios... (Teniendo) promesa de esta
vida presente, y de la venidera.»
«Por lo cual es
necesario que tanto con más diligencia guardemos las cosas que hemos oído, para que no nos
escurramos. Porque si la palabra dicha por el ministerio de los ángeles fue
firme, y toda rebelión y
desobediencia recibió justa paga de su galardón, ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una
Salvación tan grande?»
Sí,
Dios tiene la Salvación completa
para el hombre completo. Nuestro
Dios se preocupa por el hombre COMPLETO: cuerpo, alma y espíritu, y Él ha prometido atender a todas las
necesidades, tanto materiales como temporales, según
Sus riquezas en Gloria. «Todas
las cosas sujetaste debajo de Sus pies; porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada
dejó que no sea sujeto a él.»
Jesús dejó a Sus discípulos con estas palabras: «Os es necesario que yo me vaya, porque si yo no me fuere, el
Consolador no vendría a vosotros; mas si me
fuere, os lo enviaré. Y cuando él viniere redargüirá al mundo de pecado, y de justicia y de
juicio.... Cuando viniere aquel Espíritu de Verdad, él os
guiará a toda la verdad; porque no hablará
de sí mismo, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que han de venir. El me clarificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.»
Sí, «al Espíritu de
Verdad, al cual el mundo no puede recibir,
porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis; porque está con
vosotros, y será en vosotros.» Y
tenemos la promesa de que «todo lo que tiene
el Padre, mío es»
porque «todas mis cosas
son tus cosas, y tus cosas son mis cosas.»
Además, Cristo dijo: «Si estuviereis en mí, y mis palabras estuvieren en vosotros, todo lo que quisiereis pediréis, y os será hecho
[creado]» Sí, y también: «Aquel [el Espíritu Santo] os enseñará
todas las cosas, y os recordará todas las cosas que os he dicho.»
Hermanos míos, ¡este Consolador ha llegado! ¡Él
está aquí! Él quiere guiarlos a ustedes, querido hermano, querida hermana; Él quiere guiarme a mí y a todos
nosotros, los que estamos dispuestos a pagar el precio de entrada al «nuevo día» de Dios, en la gloriosa Vida en el Espíritu... ¡en ese
lugar de unión total con el Padre y con el Hijo!
Capítulo Ocho
LA UNION CON EL PADRE
Es imperativo que comprendamos el concepto de Dios
en cuanto a la plena estatura, y sólo podemos comprender esto cuando nos
movemos hasta Su punto de vista, porque es únicamente entonces cuando podemos
comprender la gloria de Su herencia en aquellos santos que alcanzan esta
posición. Cuando atendemos a la sabiduría y al entendimiento y al poder en los
cuales se movió la iglesia primitiva, ellos tenían algo que nosotros hemos
perdido, porque aquellos
hombres «trastornaron el mundo» sin ninguna
de las miles de herramientas que hoy tenemos.
Los apóstoles Pedro y Juan vivieron ambos en el
punto de vista de Dios, y compartieron el deseo del corazón del Padre de mover
a Su pueblo de la niñez a la edad
viril de la juventud y, finalmente,
a la paternidad.
En esta condición de padre espiritual, oímos a Juan
cuando exhorta en el capítulo segundo de su primera epístola: «Os escribo a vosotros,
hijitos;» más adelante dice: «Os escribo a vosotros,
jóvenes;» y, posteriormente: «Os escribo a vosotros,
padres.» Juan vio a los creyentes en
estos diferentes grados de madurez, y supo que el Padre eterno
sólo podría estar satisfecho cuando ellos fueran llevados a la estatura de la
paternidad espiritual, como copartícipes con El de Su Vida, de Su Naturaleza,
de Su Propósito y de Su Visión.
El también
vio que el solo transcurrir del tiempo o
la adquisición de mayor conocimiento y experiencia no eran garantía de
desarrollo espiritual. Debía haber un cambio
en las actitudes y en los conceptos. Así, Juan escribe para explicar que los hijitos están conscientes
principalmente de que Dios es su Padre, y de que sus pecados les son
perdonados. En este primer grado del crecimiento, es bastante natural
regocijarse con lo que se ha recibido y con lo que se espera de un Padre
amoroso.
En su actitud, en su propósito y en su concepto, los hijitos se
concentran en torno a la bendición y a la salvación, buscando mover a
Dios en una órbita alrededor de su pequeño centro. ¡Cuan
lejos
están ellos de la plena estatura del Padre!
Cuando
Juan escribe para aquellos que han madurado hasta alcanzar la
virilidad de la juventud, y en cuyo grado de crecimiento predominan
dos cosas: «que la palabra de Dios mora en vosotros, y que habéis vencido al maligno.» Este es un avance significativo,
pues ya no son bebés que
necesitan de la leche, ahora son
jóvenes que requieren de la carne de la
Palabra. Por experiencia, ellos han pasado de la defensiva a la
ofensiva; en lugar de salir corriendo, ahora están venciendo - parcialmente - al maligno. Sin embargo, siendo jóvenes, es muy fácil que
se ocupen en HACER, en lugar de SER.
Como
remate, Juan describe a aquellos que han llegado a ser padres espirituales. En este grado más elevado de la
estatura, despertamos - de
pronto - a algo bastante maravilloso. Como niños, lo reconocimos a El como nuestro Padre en una relación que comenzaba. Como jóvenes,
lo honramos a El como nuestro Padre en una relación de mando. Ahora, como padres, somos uno con El en su Paternidad, mediante una íntima
identificación. Parecería que existiera una
transferencia de Su anhelante corazón de Padre a nuestro corazón. Llegamos a
compartir una unión con Su Espíritu, con Su Propósito, con Su
Deseo, con Su Visión y con Su Dedicación.
De pronto, nos sentimos subyugados por el hecho de que Su Paternidad es el factor determinante en todas las
cosas. Puesto que Él está primero que
todo y por encima y más allá de todo lo demás, y porque también somos
llamados a ser padres en Él, nos encontramos siendo copartícipes en el gran tema central
del universo. Sí, Dios en este grado del crecimiento nos ha forzado a una plena
comprensión más completa de Sí Mismo.
Como niños, estábamos esencial y
continuamente ocupados por lo que
podíamos conseguir, con un llamamiento y una
dedicación obnubilantes por alcanzar el cielo, y por llevar también allí a los
demás. Como jóvenes, nos vemos
enfrentados al hecho de poner cada faceta de
nuestra vida bajo Su autoridad y mando; sin embargo, en este concepto,
solamente lo hemos visto a Él como «un Dios de acción.» En el campo de acción
de Su maravillosa actividad, llegamos a vernos embargados por lo que
podremos hacer por Él. Se espera entonces que nosotros también estemos ocupados con el HACER, ya que nuestro concepto
primario de Dios, en este segundo grado de la estatura, se refiere al Dios
que está haciendo. Esto no satisfará nunca a Dios, porque Él debe presionarnos
más allá del mero plano de la actividad, para que veamos quién es Él y lo que Él ha sido desde
la fundación del mundo.
Cuando avanzamos hacia el
concepto de Dios más pleno para la Iglesia, nuestra mente finita se confunde al
darse cuenta de que Dios no ha hecho nada
para llegar a ser el Padre, porque el Señor siempre ha sido el Hijo eterno. Así que no es Su HACER, sino que - por
el contrario - es Su SER lo que se superpone a todo lo demás. De este modo, como padres espirituales, estamos llamados a ser una manifestación de Él. No sólo somos instrumentos en Sus manos, pues al trabajar para Él, le estamos
permitiendo a Él que viva y se
manifieste a Sí Mismo por medio de nosotros, siguiendo los tres grados de la madurez: (1) niños, (2)
jóvenes y (3) padres.
Reconocemos
esta misma posición de trino y uno en el Eterno que fue desde la fundación del mundo: (1) el Hijo, (2) el Espíritu
Santo, y (3)
el Padre, en Su ministerio de (1) Jesús, (2) el Cristo, y (3) el Señor. Los títulos son
significativos: Jesús significa el Salvador; Cristo significa el que Unge o el Ungido; y
Señor significa Rey o Amo. (Ver cuadro del Tabernáculo en
la página 56).
En la primera etapa del
crecimiento, en el grado de niños, nos preocupamos por nosotros mismos; en
este grado de interesarnos en lo que podemos conseguir, hemos llegado a
conocerlo a El como el Salvador. Esto está caracterizado por la
posición fundamental o evangélica.
Luego, avanzamos en la senda de la vida, llegando a conocer a Cristo, al Ungido o al
que Unge - cuando estamos llenos del
Espíritu Santo. En
esta posición intermedia llegamos a preocuparnos por el HACER.
Así es en muchos grupos que han conocido el bautismo
en el Espíritu, puesto que al estar llenos con el Espíritu, se han preocupado por hacer,
hacer y hacer; por planear, planear y planear, encontrándose tan preocupados por
sus planes, y por sus coros,
y por sus actividades, y por sus diversos programas legalistas, que - raras veces - deja lugar
para sencillamente SER lo que Él quiere que seamos.
Por favor, hermanos, no
confundamos esta vida de Ser con una vida de no Hacer nada, porque un
hombre o una mujer que haya entrado por las puertas de la
«Vida en el Espíritu» será alguien apasionado por las almas, alguien que andará por las
calles y no verá a las personas
como tales, sino que las verá como almas vivientes. El o ella se afanarán y se fatigarán
por esa iglesia en apuros, muerta o agonizante, o por
cualquier actividad espiritual que alguna vez anduviera en la luz, pero que ahora «ha
perdido su primer amor.» Ellos verán a aquellas personas
que adoran allí, como algo precioso a los ojos del Señor. Habrá acción, pero ahora el
único que dirige es el Espíritu Santo, de tal
forma que ya nadie actuará con las energías de la carne. Ya no tendrán la obligación de
probar su vitalidad
espiritual ante sí mismos o ante Dios. Ya no habrá un testimonio que sea prematuro o
tardío, o que falta la fundamentación basada en la intercesión. En lugar de eso,
ahora vemos un testimonio,
o una actividad, o una iglesia, o una confraternidad, o un hombre o una mujer
que mueven montañas, que sólo deifican a Dios y a Sus propósitos, que cambian
las ciudades y que cambian la historia.También hay aquellos que entran en esta dimensión bajo tal
compasión y tal intercesión, que el peso de tal ministerio resulta casi demasiado grande para ser
llevado por cuerpos físicos comunes y corrientes. Estos son un pueblo que ha encontrado que, por un tiempo, todas sus actividades
se han dedicado a la oración, y que Dios ha cerrado sus bocas para el testimonio vocinglero. Sin embargo, la palabra de Dios «no volverá
vacía» a Él,
ni tampoco lo harán tales ministerios de intercesión sometidos de ese modo al Espíritu.
Casi
invariablemente, aquellos que se mueven en el despertar espiritual de este día, encuentran que esta
transición está acompañada
por la misma experiencia que tuvieron los hijos de Israel en su paso por el Jordán (el símbolo de la muerte)
hacia la tercera dimensión
(la tierra prometida). (Ver página 56). El ministerio simbolizado
por Moisés y la «Peregrinación por el Desierto» terminaron
para ellos.
Ellos
han llegado a la orilla de las aguas del Jordán
en donde está la exigencia congruente de Dios: «Santificaos, porque el SEÑOR hará mañana entre vosotros
maravillas.... Cuando hayáis entrado hasta el borde del agua del
Jordán, pararéis en el Jordán» Este «pararéis»
conlleva, sin duda, la exigencia de la muerte
a la carne en el Jordán. Hermanos y hermanas: El mañana de Dios está cerca. Él ha preparador «la Compañía de Josué» que prevalecerá sin temor a los gigantes que se
encuentren por delante, ni de
los perseguidores que vengan detrás. Esta compañía está tomando posiciones
para las órdenes de marcha.
Es
necesario que nosotros clarifiquemos nuevamente esta dimensión de «ser.» No es un lugar de
solaz, sino de reposo en Él. Aunque la dimensión más amplia de la «Vida en el Espíritu» de Dios empieza con una crisis, es seguida por un proceso. Lo mismo ocurre también con las otras dos
etapas: la salvación y el bautismo del Espíritu. Muchos, probablemente la mayoría de los creyentes en su revelación progresiva, entran
en la crisis, pero jamás continúan con el proceso. Esta detención, quedándonos cortos del «supremo llamamiento de Dios en el Cristo Jesús,» es uno
de los más grandes males que sobrevienen en la iglesia cristiana. El designio sublime de Dios para Sus hijos es el de que
progresen continuamente hacia lo alto, desde el día de nuestra cruz hasta el día de
nuestra corona.
Hay un tiempo
de morir a la carne (no
a la carne sino al mundo, nada más recibir el bautismo en el Espíritu Santo es
que tenemos el poder para salir del mundo y del), donde
el buscador se mueve desde
la Pascua (la Salvación) hasta Pentecostés. También existe un adecuado y más riguroso tratamiento por parte del Espíritu durante este tiempo de morir a sí mismo (a la carne, al viejo hombre. El
poder del espíritu Santo viene para llevarnos al “hoyo” y vencer completamente
al pecado y al mundo) y de moverse desde Pentecostés
a esta «Vida en el Espíritu;» ¡sí, a una vida MAS ALLÁ DEL PENTECOSTÉS!
Debemos «empeñarnos por entrar
en este reposo,» para encontrar como resultado «un descanso de nuestras obras.» Al llegar a esto, nos encontraremos
permaneciendo en el lugar donde estuvo Josué cuando se hallaba a orillas del
Jordán y oyó la
Palabra del Señor: «Pararéis
en el Jordán.»
El
Señor le dijo a Moisés que se detuviese
para que subiera al monte durante
cuarenta días, con el fin de que El pudiera hablarle allí «cara
a cara» con
relación a «Su Orden Debido» y a las consecuentes exigencias de la necesidad
del arrepentimiento para el pueblo. Ustedes sabrán, seguramente, que el pueblo de la congregación estaba ocupado en HACER antes que
en SER, y que en su consiguiente descontento por la aparente
inactividad, se llegarían hasta Aarón para decirle: «Haznos
dioses que vayan delante de nosotros, porque a
este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no
sabemos que le haya acontecido.» Entonces el SEÑOR le dijo a Moisés en el monte, al término de los
cuarenta días: «Anda, desciende, porque tu pueblo
que sacaste de la tierra de Egipto se ha corrompido.
Pronto se han apartado del camino que yo les mandé; se han
hecho un becerro de fundición, y lo han adorado.... Dijo más el
SEÑOR a Moisés:... por cierto es pueblo de dura cerviz. Ahora, pues,
déjame para que se encienda mi ira en ellos.» Pero Dios, en Su misericordia y por la intervención y la
intercesión de Moisés, dejó una vía de escape por medio del arrepentimiento.
Moisés se puso a
la puerta del campamento, y dijo: «¿Quién
está por el SEÑOR? Júntese conmigo.» Dios
dio muerte ese día a todos los desobedientes. Después «Moisés
tomó el tabernáculo y lo levantó lejos, fuera del
campamento.... Y cualquiera que buscaba al SEÑOR, salía
al Tabernáculo de Reunión que estaba fuera del campamento.» Del mismo modo, hoy tiene que
haber lugar para esa experiencia del
Jordán de buscar Su rostro y Su voluntad; y Su voluntad y Su plan serán conocidos
invariablemente por aquellos que «pararen en el Jordán.»
Además
de la Palabra del Señor a Moisés en el monte para que se detuviera, encontramos incontables relatos en la Palabra para
que nos detengamos, tales como la palabra que le fue dada a
Josué, a Jeremías,
a Ezequiel] (encerrado en su casa), a Pablo (durante dos años) (no dos años, 10 años de las soledades de la Cilicia, hasta que Bernabé
fue enviado a buscarlo) y a
Jesús (durante cuarenta días). Esta es una necesarísima transición por la muerte del HACER al SER, y la
necesitamos todos. Amados
hermanos, ¿qué pasa con ustedes?
Sé, desde luego, que ellos - los «escribas, y los fariseos, y los hipócritas» los perseguirán, y que
ni siquiera tratarán de comprender lo que ocurre. Pero ellos tampoco comprendieron
a Jesús. Jesús
nos dijo ciertamente que: «El jamás nos desampararía, ni nos dejaría.»
Mateo 5:11,12 nos dice: «Bienaventurados
sois cuando os vituperen y os persigan, y se dijere toda clase
de mal de vosotros por mi causa, mintiendo. Gózaos y alegraos, porque
vuestro galardón es grande en los cielos; que así
persiguieron a los profetas que estuvieron antes que vosotros.»
Ustedes
o yo jamás comprenderemos esta
insuperable «Vida en el Espíritu.» este
precioso camino que nos mueve MAS ALLÁ DEL PENTECOSTÉS en esta Unión con el Padre, sin el aplastamiento y el quebramiento
que provienen de los más amados e íntimos allegados de
ustedes. Por
favor, hermanos, no evadan ustedes esta confrontación
de ser mal entendidos, pues Dios tampoco nos ha llamado para una vida de
constante justificación. Él es nuestro justificador.
Capítulo Nueve
LAS TRES ENTRADAS
Existe una dimensión más amplia para esta posición
triunitaria, una en la que debemos coronarlo a Él como nuestro único Rey. Y
creo que toda la creación: pecadores y santos por igual, están gimiendo con
dolores de parto, esperando la manifestación de esta «Compañía del Hijo Varón», de este
«Hijo de muchos miembros.» Este cuerpo con dolores de parto
no estará satisfecho con el mero conocimiento de
verlo a El como Jesús - el Salvador -, o como el Cristo - el que Unge
-, sino que quiere y va a
verlo y a conocerlo como el único Amo y Señor, el Rey absoluto de sus vidas.
Este «Hijo de muchos miembros» que alaba Al Señor
(al Santo Nombre de Dios), al alcanzar la madurez, ¡no
solamente podrá ministrar al cuerpo, o al alma, sino también al espíritu
interior de toda la humanidad que esté clamando a su Hacedor!
«Tres veces en el
año me celebraréis fiesta» (Éxodo 23:14). La primera
era la Fiesta de la Pascua, que era un recordatorio para tener
presente la redención, de la cual depende toda bendición. Simbólicamente,
ella representa a Jesús, nuestro Sacrificio Pascual.
La segunda gran fiesta es la Fiesta de Pentecostés, y tiene su contraparte
en nuestras vidas cuando estamos llenos del Espíritu. Como la tercera - en este orden -
encontramos la Fiesta de los Tabernáculos, una ordenanza profética que
significa la futura congregación
del Israel dispersado durante largo tiempo. ¡Alabad a Dios, al Señor de la Gloria,
que está a punto de llevarnos a tal congregación aun en el
día de hoy!
Vemos estas tres fases como
correspondientes a las tres divisiones del Tabernáculo.
La entrada al atrio exterior
está simbolizada por la Fiesta de la Pascua. En el atrio exterior era donde la
congregación venía a oír la Palabra del Señor y a rendir
culto de adoración. (Ver cuadro del Tabernáculo en la página 56). Aquí vemos a Jesús como Salvador. Aquí
vemos el extenso y fundamental campamento evangélico que está
interesado esencial mente
en lo que ellos RECIBEN,
permaneciendo con frecuencia tan cerca del borde de la línea como
les sea posible vivir, pero confiando todavía en lograrlo. Temo que ese día
habrá muchos desengaños trágicos.
Después, llegamos a la entrada que está simbolizada
por la Fiesta de Pentecostés, representada por Cristo
- el que Unge. Este es el lugar
donde ha estado nuestro gran cuerpo de
los bautizados en el Espíritu
durante casi dos mil años. Ellos (nosotros) están cumpliendo un propósito,
aun cuando ellos, como un todo, están preocupados
esencialmente por los meros negocios secundarios del HACER. A la congregación en pleno no se le permitía entrar
en este atrio intermedio, el Lugar Santo.
Sólo a los levitas, que tenían una unción especial para ministrar al
pueblo, se les permitía entrar al Lugar Santo.
Hermanos y hermanas, ¡todavía hay más! ¡Aleluya! Cuando se atraviesa el Lugar Santo, el
lugar de la santificación y de la preparación, los tales encuentran delante de
ellos otra entrada, simbolizada por la Fiesta de los
Tabernáculos, que conduce al Lugar Santísimo. Esta es la fiesta que está MAS
ALLÁ DEL PENTECOSTÉS,
sí, más allá de la Fiesta de Pentecostés.
Esta grande y última fiesta es símbolo de la
reagrupación y del arrepentimiento de Israel, anunciando la gran efusión final
del Espíritu Santo y del Fuego.
Observen en su calendario el prolongado intervalo entre el Día de Pentecostés
y el Día de los Tabernáculos (casi dos mil años), empleado en la actual
dispensación, en la obra pentecostal del Espíritu Santo.
Sí, ha sido un día largo, muy largo,
un día difícil tanto en los dos mil años del calendario pentecostal,
como en nuestro personal calendario pentecostal. Pero
es: «(El) que
te sustentó con maná (la
provisión milagrosa) en el desierto (del campamento pentecostal), comida
que tus padres (evangélicos sin estar llenos del
Espíritu) no habían conocido, afligiéndote y probándote,
para a la postre hacerte bien.» «A la postre»
quiere decir orden altísimo, (del último día de la visitación de Dios), un orden que está MAS
ALLÁ DEL PENTECOSTÉS.
Que Dios nos ayude, a ustedes y a mí,
para que no pasemos por alto el «orden altísimo» del plan eterno
y último de Dios para la consumación de esta era POR MEDIO DE SUS
HIJOS.
Capítulo Diez
LA FIESTA DE LOS
TABERNÁCULOS
La mayoría de los cristianos están de acuerdo en
que la venida del Señor está cercana, en que nos estamos aproximando
al final de esta era y a la conclusión de esta dispensación. Además, hay un aumento
del conocimiento entre el pueblo de Dios de que antes que llegue
el grande y notable día del Señor, Dios va a derramar Su Espíritu sobre toda
carne. Muchos están esperando una nueva efusión pentecostal; pero, ¿es ésta la
«plenitud» que escoltará a una «Compañía de Vencedores» al final de los tiempos,
según proclaman las Escrituras?
En el
Antiguo Testamento había tres fiestas
principales que les fueron
ordenadas a los hijos de Israel (Deuteronomio 16:16). Estas eran ocasiones para la
congregación y para hacer los sacrificios para el Señor. La primera de estas fiestas
era la Fiesta de la Pascua, que simbolizaba la redención.
La
segunda, era la Fiesta de las Primicias o de Pentecostés y que, por supuesto, simbolizaba a Pentecostés, la efusión del Espíritu Santo. La tercera, era la Fiesta de los Tabernáculos, que simbolizaba la «plenitud» y que se celebraba en la época de la
cosecha, de la recolección final del
grano y del fruto: el trigo, el vino y el
aceite.
Bajo la dispensación de la ley, el pueblo tenía que
traer ofrendas al Señor en cada una de estas fiestas; pero en el
cumplimiento, bajo la gracia, de los símbolos en la Era de la Iglesia,
¡cada «fiesta» también es un tiempo para recibir del Señor!
No
por medida...
Antes de que la Iglesia pudiera celebrar su Pascua
debía aprovisionarse de un Cordero... ¡y qué Cordero el que Dios
proveyó en gracia para Su Iglesia! ¡He aquí el Cordero de Dios, Su Hijo unigénito!
Este Cordero ofreció de una vez para siempre un sólo sacrificio
por los pecados. Con una sola ofrenda hizo consumados para
siempre a los santificados. (Hebreos 10:12-14).
Después de que hubo terminado esa gran fiesta de la
última Pascua, Jesús se mostró vivo mediante muchas pruebas
infalibles durante cuarenta días. Luego, ante los propios ojos de Sus
discípulos, que contemplaban fijamente hacia lo alto, El los dejó,
ascendiendo al cielo.
Los días fueron transcurriendo, acercándolos cada
vez más a la fiesta tradicional de Pentecostés, cincuenta
días después de la Pascua. Y llegó, por fin, y esta vez era especial, había llegado el día de Pentecostés en plenitud. La Iglesia iba a
celebrar el cumplimiento de la segunda fiesta.
De
nuevo, Dios proveyó: primero, un Cordero perfecto; ahora, una efusión del Espíritu Santo. Y
todos ellos fueron llenos del Espíritu Santo. Lo trágico es que en la congregación general de la Iglesia de hoy,
sean tan pocos los que hayan celebrado por experiencia personal esta fiesta
provista por Dios. El símbolo manifiesto: «Te alegrarás delante del SEÑOR tu Dios» (Deuteronomio
16:11). Gracias a Dios por la alegría del Señor cuando participamos
de las primicias del Espíritu, provistas por la gracia de Dios
mediante el conocimiento de El, de Jesús, como el Cristo (el que
unge).
En el símbolo del Antiguo Testamento tenían que
tomarse dos panes hechos de flor de harina cocidos con levadura: éstas eran las primicias para el Señor (Levítico 23:17). En el cumplimiento del símbolo se veía a menudo
(y se ve todavía), la manifestación de la levadura
de malicia y de maldad; pero esto no inválida, en modo alguno, la significación de la
fiesta... sino la plenitud.
Ahora
veamos la tercera fiesta, que es la
esencia de este mensaje. Como un pueblo estuvo preparado para Pentecostés,
asimismo es necesario
que lo esté para los Tabernáculos,
la fiesta de la «plenitud,» la fiesta de la «cosecha,» de la última cosecha de
esta era, de la manifestación del Espíritu Santo «no
por medida, sino a plenitud.»
Cristo murió en la plenitud de los tiempos; y
cuando el día de Pentecostés llegó a su plenitud, fue derramado el
Espíritu Santo. Así también esta fiesta debe tener su elemento del
tiempo propicio. No
puede ser celebrada hasta cuando llegue la época de la plenitud de la cosecha. Pero nosotros ya estamos de acuerdo en que nos aproximamos al final de esta era;
y Jesús dijo que la siega es el fin del
mundo (Mateo 13:39).
Ya que
este día se acerca, necesitamos una visión amplia para que no nos contentemos con menos de
lo mejor de Dios, y
permanezcamos
en «Pentecostés» cuando la visión es
para la «Plenitud.» Sí, estemos
alerta, no sea que limitemos la grandeza de la salvación de Dios. Que cuando el horario de Dios diga: los
«Tabernáculos,» nos encontremos
entre los preparados de Dios cuya fe alcance hasta la plenitud de nuestra herencia en
Cristo.
Si observamos el cuadro del Antiguo Testamento,
veremos que esta última fiesta estaba precedida por el Día de la Expiación, el único día del año en que el
sumo sacerdote entraba solo al «lugar santísimo»
bajo la luz o el dosel de la gloria de Dios. Allí, él hacía expiación para que fuera limpiado todo lo
concerniente a los pecados del pueblo. Limpiados de ese
modo, ellos estaban ahora listos para
participar en la última fiesta. (Ver Levítico 23:27; también;
Levítico 16:29-34).
Bajo el nuevo pacto, el Sumo Sacerdote de nuestra
profesión de fe ha entrado en el lugar santísimo, no hecho de
manos, en el mismo cielo. Allí, Él está intercediendo por un pueblo que será santificado completamente: cuerpo, alma y espíritu,
mediante la identificación en la sangre de una expiación ya hecha en el Calvario. Es un pueblo plenamente
identificado con Cristo en Su muerte. De esta manera un pueblo, limpiado por medio de la
expiación por la sangre, está preparado para ser copartícipe de esta última fiesta de la Iglesia, y para ser copartícipe de ella.
¡Ocurrió lo imposible!..
Dios ha hecho plena provisión para esto. «Cristo
es ofrecido una vez para agotar los pecados
de muchos; la segunda
vez se manifestará para salud a los que sin pecado le esperan... porque nada perfeccionó la ley, sino la
introducción de una mejor esperanza (por la cual nos acercamos a Dios.)» En la fiesta de los
Tabernáculos no se hace mención de la levadura,
como
tampoco se la menciona con relación a la fiesta de la Pascua. No hay injusticia, ni levadura en el
Cordero de Dios (la Pascua); no habrá levadura en aquellos que
participen en la Fiesta de la Plenitud.
EL TABERNÁCULO
«Pero (llegó
el tiempo señalado) en que estando ya presente Cristo, el Mesías, apareció como Sumo Sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos
(humanas)» (Hebreos
9:11, amplificado).
ATRIO EXTERIOR
Lugar
para oír el Evangelio del Señor Jesús,
el Cristo
Conocer al Señor Jesús el Cristo como Salvador.
Jesús significa Salvador
HIJO
CAMINO
LO BUENO
LA PASCUA
CONGREGACIÓN
Lugar
de SACRIFICIO
EGIPTO
LA
LUZ NATURAL
LECHE
HIJITOS
LA HOJA
CONSEGUIR
LA
SALVACIÓN
LOS LLAMADOS
La Sangre del Cordero
Bautismo en AGUA ARREPENTIMIENTO
FE
SALIR
Carne (crucificar la carne)(¿?)
(CARNE- Morir al pecado
y al mundo)
Los 32.000
30
VECES
"A
FIN DE CONOCERLE
|
LUGAR SANTO
Sólo para aquellos bautizados en el Espíritu Santo y en el Fuego
Conocer al Señor Jesús Cristo significa el que unge
ESPÍRITU
SANTO
VERDAD
LO ACEPTABLE
PENTECOSTÉS
LEVITAS
Lugar de ORDENANZAS
DESIERTO
EL
CANDELERO
PAN
JÓVENES
EL
TALLO
HACER
LLENO DEL ESPÍRITU
LOS
ELEGIDOS
La Palabra del testimonio
Bautismo en el ESPÍRITU REFRIGERIO
ESPERANZA
ENTRAR
Alma
(la muerte a sí mismo)(¿?)
(ALMA: Morir al yo, carne, viejo hombre)
Los 10.000
60
VECES
EN EL PODER DE SU
RESURRECCIÓN
|
LUGAR SANTÍSIMO
El
lugar en Dios de Vivir en unión con el
Padre
Conocer al Señor Jesús el
Cristo como ÚNICO AMO Y SEÑOR. (Único Amo)
PADRE
VIDA
LO
PERFECTO
TABERNÁCULOS
HIJOS DE SADOC
Lugar de SU PRESENCIA
TIERRA PROMETIDA
LA GLORIA SHEKINAH
LA VIANDA FUERTE
PADRES (I Juan 2: 12)
LA ESPIGA (semilla)
SER
EL
HIJO VARÓN
LOS
FIELES (Ap. 17:14)
No
amar sus vidas hasta la muerte (al yo)
HASTA LA MUERTE
(Ap.l2:11)
RESTAURACIÓN (He. 3:19)
AMOR
SUBIR
Espíritu (abatir al acusador) (¿?)
(Espíritu: Sacrificio vivo; ya no vivo yo)
Los 300 de Gedeón
100
VECES
Y EN LA PARTICIPACIÓN
DE SUS PADECIMIENTOS,
LLEGANDO A SER SEMEJANTES A ÉL."
|
(Los Tabernáculos), pero la fiesta de Pentecostés será
cocida «con levadura» (Levítico 23:17). Esta fiesta tiene
levadura dentro de sí, como
una señal para los que participan, de que ella no es un fin en sí misma sino solamente un
escalón transitorio, para algo mucho más grande: tener nuestra morada
(Tabernáculo) con Él en plenitud.
En general, en la Iglesia algunos prefieren
permanecer en la Pascua, y otros pueden permanecer en Pentecostés;
pero para mí, Dios permita que mi preferencia y mi parte sean la Plenitud. Para Israel, los Tabernáculos
significaba que se recogería toda la cosecha y la labor habría terminado. «El que ha entrado en
Su reposo, también él ha reposado de sus
obras...» Para
mí, esto es el trigo, y el vino, y el aceite, y
una oportunidad de gran regocijo.
Entonces,
¿qué podemos buscar, qué podemos esperar al final de esta era? No un regreso a la medida
pentecostal, tan maravillosa como
ella fue, pues fue la medida de las primicias; porque en la Iglesia de los últimos días va a haber la
evidencia de una medida mucho más grande.
Indudablemente, Pablo tenía en
mente esta Fiesta de los Tabernáculos cuando escribió en Efesios
4:13: «Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo
de Dios, a un [varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de
Cristo.» (Aquí no hay lugar para la división; tampoco
lo hay para una “unidad”-organizada, sino para la unión
como un organismo viviente). No con «levadura de malicia y de maldad»
sino, por el contrario, a un hombre perfecto (el hombre colectivo), a la
plenitud de Cristo. ¿No llama Él a la Iglesia, que es Su
cuerpo, «la
plenitud de Aquel que todo
lo llena en todo»?
¿Ustedes dicen: ¡Imposible!? Por
supuesto que
es imposible. Esta es la razón por la cual el Dios de toda gracia va, una
vez más, ¡a visitar a Su pueblo!
Dios proveyó el Cordero Pascual, y sucedió lo imposible: Una Virgen
concibió, y nació el Cristo. Él vivió una vida sin pecado, murió
y se levantó de nuevo, y proveyó una eterna y magnífica redención.
En Pentecostés sucedió
de nuevo lo imposible: un estruendo del Cielo, y el Espíritu Santo fue dado
con medida, y los hombres empezaron
a moverse en el ámbito Divino, gustando los poderes del
mundo por venir, pues lo sobrenatural se hizo evidente, y el mundo
fue trastornado en una generación... y sucederá de nuevo!
¿Entonces
qué hay de la última fiesta? ¿Vamos a esperar algo menos que lo imposible? ¡Aquel que
ministró las «primicias,» ministrará la «plenitud»! Mi corazón está
contemplando algo bueno,
y veo en visión a la congregación de todas las cosas en uno en Cristo; la visión de una
compañía de personas llenas de toda la plenitud de Dios, que obran continuamente en
el plano Divino. Veo la Cabeza manifestándose a Sí
Misma por medio de cada miembro del cuerpo, revelando Su misma naturaleza y
manifestando la
revelación de los hijos de Dios. Este va
a ser un pueblo sin mancha ni arruga, que
manifestará en plenitud todos los dones del Espíritu y que revelará en sus vidas todo
el fruto del Espíritu Santo.
Esto debe ser todo de Dios, pues es la razón por la
cual el Dios de toda gracia va a visitar con plenitud Divina a la Iglesia, y la
gloria de Dios va a descansar sobre el pueblo de Su
elección. Él va a derramar Su Espíritu
sobre toda carne: hijos, hijas, jóvenes, ancianos, siervos, criadas;
habrá profecía, visiones, sueños, señales en la tierra y en el
cielo... todo esto antes del grande y memorable día del
Señor. Y todo aquel que invocare el nombre del Señor será salvo....
Esta visitación cumplirá los propósitos
finales de Dios para esta generación y para esta dispensación. Simbólicamente, en este tiempo de los
Tabernáculos, el pueblo de Dios se albergaba en cabañas provisionales.
Seamos también un pueblo no apegado a este mundo, sino
preparado para moverse,
poniéndose en marcha en los propósitos finales de la intención de Dios para Sus
HIJOS, más
allá del Pentecostés.
Capítulo Once
EL LUGAR SANTÍSIMO
Permítasenos examinar la puerta del lugar que
Ezequiel describe tan bellamente en el capítulo 44. A diferencia de
los demás profetas del exilio, cuyos ministerios fueron especialmente
para Judá o para el reino de las diez tribus de Israel, Ezequiel es
la voz del SEÑOR para toda la casa de Israel.
Hablando de una manera general, el propósito
del ministerio de Ezequiel
en Babilonia fue el de poner de presente, ante
la generación nacida en el exilio, no solamente los pecados de la
nación, que habían
hecho caer tan bajo a Israel, sino también sostener la fe de los exiliados
mediante la predicación de la
restauración nacional. Ciertamente, cualquier exégeta de la Biblia
reconocería que Ezequiel no fue solamente para nosotros el narrador de
un libro histórico de algo que ocurrió hace 2.500 años. Este libro nos muestra un cuadro tremendo de la Iglesia de
hoy día, y de la obra de Dios del fin de los tiempos
para Su «hijo varón» del Apocalipsis. Este “hijo varón” ha llegado
a conocer a Dios (1) como Jesús (el,
Salvador); (2) como el Cristo (que unge con el Espíritu Santo), y (3) como único Señor.
Esta “compañía del hijo varón” no
está satisfecha por estar en el atrio con solo la
congregación, sino que está decidida a ser uno de los pocos sacerdotes levitas
de Dios al que le sea permitido entrar en el Lugar Santo.
Además El hijo
varón representa un pueblo que no estará satisfecho solamente
con las Fiestas de la Pascua y de Pentecostés, sino que su espíritu
interior clamará también por participar en la Fiesta de los Tabernáculos. Este pueblo no estará satisfecho sólo con la experiencia
del atrio exterior ni con la del atrio intermedio, sino que ellos
se empecinarán hasta que hayan pasado del todo por el Lugar Santo y
entren en el Lugar Santísimo. Ellos no permanecerán como
los «niños,» poniendo su énfasis en lo que pueden recibir. Tampoco podrán estar satisfechos por permanecer como los
«jóvenes,» con el simple deseo de saberlo que pueden hacer. Este es un pueblo que
se moverá en la Paternidad, ocupado
y preocupado las 24 horas del día en ser lo que Dios quiere que ellos sean.
Por medio de la revelación, Juan vio a este pueblo,
y dijo: «Conozco tus
obras: He aquí, he dejado la puerta abierta delante de ti, y ninguno la puede cerrar; porque tienes
algo de potencia, y has guardado mi
Palabra, y no has negado mi Nombre.... Porque has guardado la Palabra de mi paciencia, yo te guardaré
de la hora de la tentación, que
ha de venir en todo el universo mundo, para probar a los que moran en la tierra.» «He aquí, que yo
vengo presto; retén lo que tienes,
para que ninguno tome tu corona. Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca
más saldrá fuera; y escribiré
sobre él el Nombre de mi Dios, y el nombre de la Ciudad de mi Dios, que es la nueva Jerusalén, la
cual ha descendido del cielo con mi
Dios, y mi Nombre nuevo. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.»
En el capítulo 44, Ezequiel habla sobre aquellos a
los que se les permitirá entrar al Lugar Santísimo en «el tiempo
señalado,» «al final de los tiempos.»
A éstos se les permitirá ministrar no solamente
para la casa y para el pueblo, sino también son aquellos que
«estarán calificados para
ministrar ante El, y para estar delante de El y ofrecerle la grosura y la sangre.»
En Ezequiel 44:4-16, leemos: «Y me llevó hacia la puerta del norte por
delante de la casa, y miré, y he aquí la Gloria del SEÑOR había llenado la Casa del SEÑOR; y caí sobre mi
rostro. Y me dijo el SEÑOR: Hijo de
hombre, pon tu corazón y mira con tus ojos y oye con tus oídos todo lo que yo hablo contigo sobre todas las ordenanzas de la Casa del SEÑOR, y de todas
sus leyes; y pon tu corazón a las
entradas de la Casa, y a todas las salidas del Santuario.»
«Y dirás a la rebelde, a la Casa
de Israel: Así dijo el SEÑOR Dios: Basta ya de todas
vuestras abominaciones, oh Casa de Israel. De haber vosotros traído extranjeros,
incircuncisos de corazón e incircuncisos
de carne, para estar en mi Santuario, para contaminar mi Casa; de haber ofrecido mi
pan, la grosura y la sangre; e invalidaron mi pacto por todas vuestras
abominaciones; y no guardasteis
el ordenamiento de mis santificaciones, sino que pusisteis extranjeros como guardas de las
ordenanzas en mi Santuario.»
«Así dijo el SEÑOR Dios: Ningún hijo de extranjero, incircunciso de corazón e incircunciso de
carne, entrará en mi Santuario, de todos
los hijos de extranjeros que están entre los hijos de Israel. Y los levitas que
se apartaron lejos de mí cuando Israel erró, el cual se
desvió de mí en pos de sus ídolos, llevarán su iniquidad.
Y serán ministros en mi Santuario, porteros a las puertas
de la Casa, y sirvientes en la Casa;
ellos matarán el holocausto y la víctima del pueblo, y ellos estarán delante de
ellos para sirvientes.
Por cuanto les
sirvieron delante de sus ídolos, y fueron a la Casa de Israel por tropezadero
de maldad; por tanto, yo alcé mi mano acerca de ellos, dijo
el SEÑOR Dios, que llevarán su iniquidad. No se acercarán a mí para servirme
como sacerdotes, ni se llegarán a ninguna de mis santificaciones;
a mis cosas santísimas; sino que llevarán su vergüenza,
y sus abominaciones que hicieron. Los pondré, pues, por
guardas encargados de la custodia de la casa para todo servicio. y
para todo lo que en ella haya de hacerse.» Las palabras servicio y hacerse
se identifican prontamente con el párrafo siguiente, que es
una dimensión que tiene, esencialmente, su función principal en una
mera actividad horizontal.
«Mas los sacerdotes levitas, hijos de Sadoc, que
guardaron el ordenamiento de mi Santuario, cuando los hijos de
Israel se desviaron de mí, ellos se acercarán a mí para
ministrarme, y delante de mí estarán para ofrecerme la grosura y la
sangre, dijo el SEÑOR Dios. Ellos entrarán en mi Santuario, y ellos se
acercarán a mi mesa para ministrarme, y
guardarán mi ordenamiento.»
4. Y me llevó hacia la puerta del norte por
delante de la casa; y miré, y he aquí la gloria de Jehová había llenado la casa
de Jehová; y me postré sobre mi rostro.
5. Y me dijo Jehová: Hijo de hombre, pon
atención, y mira con tus ojos, y oye con tus oídos todo lo que yo hablo contigo
sobre todas las ordenanzas de la casa de Jehová, y todas sus leyes; y pon
atención a las entradas de la casa, y a todas las salidas del santuario.
6. Y
dirás a los rebeldes, a la casa de Israel: Así ha dicho Jehová el Señor: Basta
ya de todas vuestras abominaciones, oh casa de Israel;
7. de traer extranjeros, incircuncisos de corazón e incircuncisos de
carne, para estar en mi santuario y para contaminar mí casa; de ofrecer mi pan,
la grosura y la sangre, y de invalidar mi pacto con todas vuestras
abominaciones.
8. Pues no habéis guardado lo establecido
acerca de mis cosas santas, sino que habéis
puesto extranjeros como guardas de las ordenanzas en mi santuario.
9. Así ha dicho Jehová el Señor: Ningún hijo de extranjero, incircunciso de
corazón e incircunciso de carne, entrará en mi santuario, de todos los
hijos de extranjeros que están entre los hijos de Israel.
10. Y
los levitas que se apartaron de mí cuando Israel se alejó de mí, yéndose tras
sus ídolos, llevarán su iniquidad.
11. Y servirán en mi santuario como porteros a las puertas de la casa y sirvientes en la casa; ellos matarán
el holocausto y la víctima para el pueblo, y estarán ante él para servirle.
12. Por
cuanto les sirvieron delante de sus ídolos, y fueron a la casa de Israel por
tropezadero de maldad; por tanto, he alzado mi mano y jurado, dice Jehová el
Señor, que ellos llevarán su iniquidad.
13. No se acercarán a mí para servirme como
sacerdotes, ni se acercarán a ninguna de mis cosas santas, a mis cosas
santísimas, sino que llevarán su vergüenza y las abominaciones que hicieron.
14. Les pondré, pues, por guardas
encargados de la custodia de la casa, para todo el servicio de ella, y para
todo lo que en ella haya de hacerse.
15. Mas los sacerdotes levitas hijos de Sadoc, que
guardaron el ordenamiento del santuario cuando los hijos de Israel se apartaron
de mí, ellos se acercarán para
ministrar ante mí, y delante de mí estarán para ofrecerme la grosura y la
sangre, dice Jehová el Señor.
16. Ellos entrarán en mi santuario, y se acercarán a mi mesa para
servirme, y guardarán mis ordenanzas.
Qué
triste es ver, en el sistema de la
iglesia babilónica de hoy, que una gran parte de los sacerdotes,
de los ungidos, se han desviado en pos
de otros ídolos, [ahora
nosotros, los bautizados (ungidos) por el Espíritu, somos los sacerdotes] y han permitido mucha inmundicia en medio de nosotros y en nuestro
culto.
Aunque Dios les permitiera ministrar en ese día a
la casa y para el pueblo a los que están en el atrio intermedio, y se
los esté permitiendo hoy, debe hacérseles
saber que, porque ministraron delante de sus ídolos,
esto hizo que la casa de Israel cayera en la iniquidad, y que la mano
de Dios se alzará contra ellos. Por causa de los que aprobaron tal
compromiso, no les será permitido en ese día oficiar como
sacerdotes en el Lugar Santísimo, en el
Santo de los Santos. Sin embargo, alabado sea Dios por el reino de sacerdotes que son de los hijos de Sadoc, que han
decidido de nuevo en el día de hoy no seguir el mal camino, sino que han seguido en pos de Él, y le han ministrado a El en
el Lugar Santísimo. Ellos han afirmado «su vocación y elección.» Ellos, y sólo ellos, «entrarán en el santuario y se acercarán a Su mesa para ministrarle a
El.»
En la cueva de Adulam, David
representa al pueblo que hoy está suspirando por la bebida
espiritual. Aunque él se encontraba interceptado
y cercado por los que impedían el paso por el camino que
llevaba al pozo - al pozo de Belén -, sin embargo, tres hombres esforzados
se arriesgaron a todo, incluso a perder sus vidas, para conseguir
esa agua para David. ¡Qué gloriosa simbología! El pozo de agua pura de Belén representa ese «río
resplandeciente como cristal»
(Apocalipsis 22:1), que un día, casi 1.000 años después del profético deseo de David, fluiría
del costado abierto del Galileo, del único que nos llamaría «amigos.»
Esos tres hombres esforzados
representan a los «hijos» que Dios está llevando hoy a la
madurez. Estos
son aquellos que se están levantando
con gran unción y con gran fe, y que se están abriendo paso valientemente por entre las
filas del enemigo, arriesgándolo todo - sin miedo - con el fin de traer la bebida espiritual para los que tienen sed.
¡Cómo se regocija mi corazón por aquellos que no tuvieron
miedo, que estuvieron dispuestos a correr el riesgo; por aquellos
que, de algún modo, como Jesús que «no ganó renombre,» no
les importó lo que alguien pensara o dijera! Ellos se dieron cuenta
de que había algo, más valioso que el oro, que manaba de ese pozo
de Belén. Ellos pudieron ver, por el Espíritu, que había un río de
vida que manaba del costado abierto del Crucificado que iba a nacer en Belén.
Aquí había algo para ver, para participar en ello, algo que no iba a estar
disponible para el ojo o para el gusto del observador casual. Esto daba Nueva
Vida, aun más abundante. Esto era algo que no sólo daba la sanidad Divina, sino que daba también la salud Divina. Estoy feliz de que ellos pudieran ver a Aquel
que fue, que es y que será por todas las incontables edades de la eternidad; a
Aquel a quien vio Moisés en la zarza que ardía, el día
en que él también respondió: «¡Heme aquí!»
Qué
maravilloso sería que hubiera de aquellos que hoy día están dispuestos a ocultarse en la caverna, los
que están dispuestos a separarse de Saúl y de todas las
deficiencias de éste, los que están dispuestos a continuar en
medio de la persecución y del mal entendimiento.
Hermano mío, hermana mía: «No tenemos lucha
contra sangre o carne;
sino contra principados, contra potestades.» Toda la
creación está gimiendo con dolores de parto: el ateo, el proxeneta,
el borracho, el drogadicto, todos están «gimiendo con dolores de parto.»
También
la Iglesia: los pentecostales, los evangélicos, los liberales, los católicos, están
«gimiendo con dolores de parto,» esperando la manifestación de los hijos de Dios; esperando, deseando y
anhelando vehementemente que aquellos gigantes se abran paso por entre las líneas enemigas,
arriesgándolo todo, con el fin
de poder traer algo más, algo mejor, algo más alto, algo que está Más Allá del Pentecostés,
para un pueblo que está sediento, hambriento,
desnutrido. ¿Estarían ustedes dispuestos a pagar el precio
para ser uno de aquellos que, en los últimos días, estarán simbolizados por los
tres valientes de David?
El
mensaje de la condición filial, y el apremio por entrar al «Lugar Santísimo,» es un camino solitario de la obediencia que acarreará para
muchos la separación. Estos
hijos deben ser llevados de gloria en gloria, hasta cuando ellos hayan tenido la comprensión. Así como la cabeza es pequeña
en comparación con todo el cuerpo humano, así también la Compañía del Hijo será
pequeña en comparación con todo el cuerpo de
Cristo. Pero
será un grupo que estará dispuesto a
pagar el precio de la crucifixión de la carne, con el fin de entrar en la «cabeza»
que es El, «cada uno en su debido orden».
Lo que Dios está haciendo ahora es una obra de «primicias,» una obra
preparatoria para la gran promesa dispensacional de que, en la plenitud de los
tiempos, ella será consumada con Su
«entrada repentina de Él, en Su Templo.»
Este será el hecho culminante para el tiempo de la humanidad. Dios entrará en Sus hijos y los llevará a «Su gloria.»
En la adoración en el templo había una progresiva
aproximación a Dios: (1) el Atrio Exterior; (2) el Lugar Santo, y
(3) el Lugar Santísimo. El primer atrio representa el lugar del sacrificio. El segundo
atrio es el lugar de las ordenanzas y de
las ceremonias, donde ministraban los sacerdotes. El tercero, es el
lugar de Su Presencia, en el
cual sólo entraba el sumo sacerdote. Por medio de la
condición filial, Dios está llevando a
Sus escogidos al ministerio del
Sumo Sacerdocio del cual Jesús fue el precursor. Él
fue y es «el primogénito entre muchos hijos» llevados a la gloria.
Dios está llevando un pueblo más allá del
velo de la «carne.» El sacrificio era necesario, y las ordenanzas
cumplieron un propósito. Pero ahora, Él está llevando a Sus
escogidos - porque muchos son los llamados y pocos los
escogidos - para que lleguen a un franco y completo cara a cara
con el velo (con la carne).
Cuando Cristo, el Señor, entre en nosotros, del mismo modo en que
Él entró en el cuerpo de Jesús - el Hijo del Hombre -, Su
ministerio de Sumo Sacerdote se identificará con nosotros, y nosotros
con Él, y el velo de nuestra carne se
romperá de arriba abajo para que podamos entrar. Muchos se detienen en el altar, y siempre
están haciendo sacrificios. Otros se contentan con el lugar de los mandamientos
y de las ordenanzas, y
con lo que sigue a esto. Pero habrá una “compañía del sumo
sacerdocio” que entrará más allá, ¿quiere usted ser parte de ella?
Capítulo Doce
UNA VOZ A «LA ENTRADA DEL TEMPLO»
«Como en los días
del Hijo del Hombre,» así es hoy día, pues son muy pocos los que están dispuestos a reconocer sus deficiencias y, mucho menos, a entrar por la puerta del arrepentimiento.
Viviendo, como lo estamos, en los últimos
momentos de la era de la Iglesia, y dándonos cuenta de
la atroz situación en que se encuentra el mundo, reconocemos
la ineficacia de la dividida e impotente Iglesia para hacer
frente a la necesidad universal.
Dios, sin embargo, está
levantando un profeta de muchos miembros que está dispuesto a
anunciar Su Voz, y el Señor está diciendo de nuevo como en Jeremías
1:10: «Mira
que te he puesto en este día sobre gentiles y sobre reinos, para arrancar y para destruir,
y para echar a perder y para derribar, y para edificar y para
plantar.» Jeremías y los demás profetas han clamado contra los sistemas decadentes y contra la tibieza
del pueblo. Él fue ordenado para ser profeta,
y no dijo apologéticamente: «en mi opinión,» sino: «Así dice el
SEÑOR.»
Los que rechazan el mensaje del arrepentimiento de
la «Voz que clama en el desierto,»
no se dan cuenta de que Él es tanto el Señor de la
misericordia, como el Señor del juicio [que significa corrección].
El preguntó: ¿Quién dicen los hombres que soy yo? La respuesta
fue: «Unos, Juan el
Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías.»
Ciertamente, el pueblo,
al asociar a Jesús con estos tres profetas, se daba cuenta de que Su
mensaje era un mensaje de corrección.
La crítica actual juzga
brutalmente al profeta de muchos miembros, acusándolo de no tener corazón y de
no saber perdonar, pues carece de amor. No comprenden que Su voz,
clamando como Jesús y Jeremías,
diga: “Mirad, y ved si hay dolor como mi dolor,» y también: «¡Oh, si mi
cabeza se tornase aguas, y mis ojos, fuentes de aguas, para que llore día y
noche los muertos de la hija de mi pueblo!»
La “compañía de Jeremías” que Dios tiene
en el día de hoy, está
contemplando la corrupción del mundo y de la Iglesia, y está de nuevo en intercesión, en pena
y en angustia, y en tristeza y en dolores de parto, suplicando junto con el pueblo y por él y - como Jeremías - está diciendo esas
palabras con amor a «la entrada del Templo.»
La
compañía profética de hoy día será tildada, con frecuencia, de «más santa que tú,» y de ser «súper espiritual,» pero Dios está haciendo una obra en esta «voz» que hará que ellos experimenten lo que Isaías hizo cuando exclamó: «
¡Ay de mí!, que soy muerto; que siendo hombre inmundo de labios, y habitando en
medio de pueblo
que tiene labios inmundos....» Isaías estaba dispuesto a identificarse con los
pecados del pueblo y a arrepentirse,
porque comprendía como la «voz de muchos miembros» de hoy día, que también debía darse cuenta de que «todas
nuestras
justicias (son) como trapo de inmundicia.»
De nuevo, un carbón encendido ha sido tomado del
altar por los serafines. La
confesión completa del profeta, el arrepentimiento del pecado y el conocimiento de
su necesidad ante Dios, es todo lo que se requiere para calificarlo a él, o a cualquier otro, para ser limpio de pecado. Dios no hace acepción de personas, y está preparando una esposa sin
mancha ni arruga que pagará el precio total.
¿Cuál es este precio? El que se encuentra en el Camino del
Calvario hacia la cruz, para llegar también, por medio
de ella, al camino de la santidad, que
está al otro lado. El
costo del mal entendimiento y del desgarramiento de la carne por los amigos que no están dispuestos
a someterse a Su camino (el
camino de la Potestad) será, automáticamente, el precio, del mismo modo que lo
fue para Jesús.
El privilegio de andar con Él por
este camino, un camino de soledad, será sólo para aquellos
que han tenido una salida espiritual de todo lo que es Babilonia.
Este
camino de la muerte no es el que se pone al abrigo de los muros de la seguridad de cualquier
sistema, o iglesia, o cuerpo colectivo. Hebreos 13:10 (amplificado) dice de este desgarramiento de nuestra
carne, hecho generalmente con mucha persecución y mal entendimiento: «Porque tenemos un altar, del cual no
tienen facultad de comer los que
sirven y adoran en el Tabernáculo. Porque los cuerpos de aquellos animales, la sangre de los cuales es metida por el pecado en el Santuario por
el Príncipe, son quemados fuera del campamento. Por lo cual
también Jesús, para santificar al pueblo por
su propia sangre, padeció y murió fuera de la puerta, y
los separó como santos para Dios. Salgamos, pues, de todo lo que nos
impida y de todo lo que se nos oponga para unirnos a Él, fuera del campamento, en el
Calvario llevando el desprecio y la
injuria y el vituperio junto con Él.» Oh,
hermanos, «oigan lo que el Espíritu
dice a las iglesias.» Oh, que podamos (1) «conocerle, y (2) el poder de Su resurrección,
y (3) la participación de Sus
padecimientos, llegando a ser semejantes
a Él en Su muerte.»
De nuevo, hay tres posiciones en la cruz: (1) la posición de «conocerle.» que es disfrutada por el gran campamento
evangélico. Son muchos menos los que
tienen el bautismo en el Espíritu Santo, y
han entrado (2) a la vida del «poder de Su resurrección.» Sin embargo, Dios está llevando a la vida (a
Su Vida, a una vida en el
Espíritu) de (3) la «participación
de Sus padecimientos.» a un pueblo «sin
mancha ni arruga,» que
está «fuera del
campamento» de la aceptación general, y que va a ser «conocido como Él es conocido.» Estos llevarán
con gusto Su vituperio para que ellos puedan tener «el conocimiento de
Cristo Jesús como el Señor... olvidando
ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndose a lo que está delante [más allá del Pentecostés],
prosiguiendo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo
Jesús. Así que, todos
los que son perfectos, esto mismo sientan.»
«Pero las cosas que
para mí eran ganancia, las he apreciado como pérdida por amor del Cristo. Y ciertamente, aun
aprecio todas las cosas como pérdida
por el eminente conocimiento del (1) Cristo, (2) Jesús, (3) mi Señor, por amor del cual lo he
perdido todo, y lo tengo por estiércol, para ganar al
Cristo.»
De nuevo, hermanos, «oigan lo que el Espíritu dice a las iglesias.»
Podemos oír la circundante «nube de testigos»
que daban testimonio de esta Verdad, diciendo: «Despojémonos de todo peso y desechemos todo impedimento - toda carga innecesaria - y del pecado que tan
fácil, artera y diestramente nos asedia y nos enreda, y corramos con
perseverante paciencia y con constante y activa persistencia la carrera señalada que tenemos por delante, puestos los
ojos en Jesús.» (Amplificado).
Lo que fue hecho aquel día cruel, no fue derrota;
fue victoria, la más grandiosa victoria. Fue
el amor en su más alta expresión. Incluso, en el día de hoy, Jesús,
como Señor, y los que han entrado en Su
Potestad, están fuera del campamento de la organizada, sistematizada
y, con frecuencia, cruel religión legislativa (denominacional,
o no). Por esto,
no queremos dar a entender, necesariamente, una salida física, sino que, por lo menos, lo más seguro es que esto sea una salida por medio
de una transformación espiritual. Nos encontramos en la Babilonia
espiritual, pero no tenemos que ser participantes de ella. Del mismo modo, «estamos
en este mundo,
pero no somos de este mundo.»
Amadísimos míos, no tomen esto como un llamamiento general para que abandonen su iglesia local o su actividad
espiritual, a las cuales ustedes han
llegado a estar ligados. Cualquiera
que me conoce, sabe que durante años, y hasta el día de hoy, he
creído que Dios hará que ustedes permanezcan justamente donde
están, hasta que pidan su renuncia o, al menos,
hasta que Dios levantara el peso de esa actividad y los sacara de allí.Quizás ese grupo o esa iglesia no marchan como debería, pero Dios ama a las personas de ese grupo, tanto como Él lo
hace con ustedes o conmigo. A menos que el ministerio de ustedes allí
sea terminado, siento que la
iglesia o la confraternidad de ustedes y su pueblo, podría ser un campo propicio en el que Dios está buscando a un «hombre que
hiciese vallado y que se pusiere en la brecha.» Pero esto significaría, ciertamente, un
verdadero «permanecer en la brecha,» y ustedes saben que esto quiere decir morir. Invariablemente, la carne de ustedes clamará por una
reubicación física, y pueden encontrar que
no se les permite salir físicamente, sólo para satisfacer el deseo de la carne. De la
misma manera la persona llamada por Dios a una reubicación física no podrá
quedar sola para satisfacer el deseo de la carne de estar cómoda. Una persona podría seguir siendo parte de un grupo con espíritu denominacional,
o de un grupo que tuviese un espíritu de dominación y, sin embargo, estar por
encima de la esclavitud y del espíritu de ellos. También,
una persona podría estar físicamente por fuera de tal actividad y, sin
embargo, estar atada por el espíritu de la esclavitud. Como yo lo veo, se trata de una ascensión espiritual, y
Dios puede que
lleve, o no, a una dislocación física.
Querido hermano, querida hermana, debo arrancarles
esa falsa sensación de seguridad que se ha apoderado de
ustedes al igual que de la inmensa mayoría de aquellos que insisten en que ellos han tenido una salida espiritual, aunque no hayan
tenido una reubicación física. ¿Ha oído usted realmente, y obedecido la Palabra del Señor: «Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis
participantes de sus pecados,
y que no recibáis de sus plagas»? Están también aquellos, aunque
muy pocos, que han oído y obedecido esta Palabra, ya sea que él o ella hayan
tenido una salida espiritual y física, ya sea que esto haya sido limitado por
Dios a sólo una salida espiritual (o de subir más alto). Sin tener en cuenta cuál de las
dos posiciones ya nombradas haya sido seguida, creo
que todos los que escogieron este camino conocerán el sufrimiento y el rechazo espiritual o físico (y eso a manos de aquellos que han quedado atrás). Sí,
en todos los casos, los que están luchando por aquello que está «Más
Allá del Pentecostés» serán «aves
de muchos colores», y conocerán el sufrimiento y el rechazo y el mal
entendimiento, que fueron el dudoso placer
de nuestro Señor cuando Él se enfrentó, sin tregua, contra la maquinaria espiritual de Sus días. Por favor lean, en
todo el capítulo 23 de Mateo, lo que Jesús tenía que decir. Este capítulo termina con el clamor del Hijo de la
Gloria: «¡ Jerusalén, Jerusalén,
que matas a los profetas, y apedreas a los que son enviados a ti! ¡Cuántas
veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus pollos
debajo de las alas, y no quisiste! He aquí vuestra Casa os es dejada
desierta.» Y Jesús salió y se alejó del Templo.
i
En este
tiempo, Jesús todavía estaba físicamente ligado al templo, pero, ¿quién insinuaría que Él estaba por fuera de
la voluntad de Dios o que, por temor, El
falló al pronunciar la Palabra del Padre o que, de algún modo, Él era un compromisario? Tampoco estaba padeciendo ninguno de los delirios de grandeza de
la maquinaria que se estaba aprovechando del templo. «Salgamos, pues, a él,
fuera del campamento (fuera del camino popular, del
camino de la carne),
llevando su vituperio» (Hebreos 13:13).
El misterio de Babilonia la Grande, la Madre de
las Rameras es, y siempre lo ha sido, llegar al pueblo de Dios para hacer una falsa alianza y someter a sus aliados a alguien
distinto de Él solo. Creo, con buenas razones bíblicas, que la
Madre de las Rameras tiene sus raíces en Roma. ¿Cuántos de nosotros hemos creído que ella ha
criado hijas rameras?
El misterio de Babilonia ha seducido a los llamados
a ser separados solamente a Dios, y los ha llevado a un país remoto, lejos de
la casa del PADRE, pero el Señor está haciendo una «Cosa Nueva» y está
diciendo; «Yo les silbaré y
los juntaré, porque yo los he redimido y los sembraré entre los pueblos. Y [el pueblo]
pasará por el mar con tribulación
(los tiempos de la tribulación están sobre nosotros) y los fortificaré en el
SEÑOR, y en su nombre caminarán, dice el SEÑOR.»
Sí, Él
los está llamando, está llamando a los hijos pródigos que están lejos de la casa del PADRE
para que no se comprometan más con las hijas rameras, sino que se levanten y salgan dejando atrás a las
pocilgas de los cerdos. Ya no
se alimentará Su pueblo con los desperdicios de la teología humana y con los métodos religiosos, sino que serán guiados y alimentados en forma
divina.
Que yo
pueda detenerme para decirles que este toque claro de trompeta, no
es un llamamiento a una insurrección general, en algún grado, contra las
personalidades, más de lo que fueron los llamamientos
de Juan el Bautista y de Jeremías, sino que es un llamamiento al arrepentimiento, un escudriñamiento del alma. Esto es para el pastor o el laico; para los
sistemas denominacionales, o no
denominacionales, organizados o no organizados, con el fin de que
dejen libres a los cautivos, y a sí mismo para sacarlos de la lid
política espiritual, de la presión de la fuerza y de la crueldad, como lo leemos en Jeremías 23 y en Ezequiel 34.
«Donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad»
(2 Corintios 3:17). ¡Pastores y laicos, sean liberados, sean
libres! Sin embargo, «no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino
servíos por amor los unos a los otros.»
Y la
palabra del Señor está viniendo al profeta de muchos miembros, y está diciendo de nuevo:
«Hijo de hombre, mientras la
casa de Israel moraba en su tierra, la contaminó con sus caminos y con sus obras; como inmundicia de menstruosa
(la Iglesia) fue su camino delante de
mí.... Les esparcí por las naciones... (Hasta) cuando sea santificado en vosotros delante de sus
ojos... y os traerá a
vuestro país. Esparciré sobre
vosotros agua limpia (de una raíz en desuso que significa ser completo, madurado, en la edad plena), y seréis limpiados de todas vuestras
inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y
pondré Espíritu nuevo
dentro de vosotros... os (limpiaré) de todas vuestras iniquidades... y las ruinas serán redificadas... y (plantaré) lo
que estaba desolado.... Yo el SEÑOR he hablado, y lo haré... En los últimos días consideraréis esto perfectamente.» Y de nuevo, Él dice: «A ruina, a
ruina, a ruina lo reduciré, y esto no será más, hasta que venga aquel cuyo es
el derecho, y yo se lo entregaré.»
Creo
firmemente en la congregación de los
santos de casa en casa, pasando por entre las barreras
tradicionales, denominacionales, doctrinales y de otra clase. También creo
firmemente que Dios tiene y está levantando
muchos de los quíntuples ministerios entre estos preciosos grupos,
llenos del Espíritu.
Aquí estamos empezando a ver un «fluir
de vida nueva,» una sumisión de los unos a los
otros, una eclosión del «orden
divino,» y una liberación en el Espíritu, porque aquellos que tienen autoridad han
llegado a conocer, por el Espíritu, la cualidad del sometimiento de Jesús. Ellos ya no están contendiendo por
la posición más prominente, sino que están
listos para un espontáneo reconocimiento de que «El mismo constituyó a unos apóstoles; a otros, profetas;
a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del
ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos
lleguemos a la unidad (ya no a todas estas
divisiones hechas por el hombre) de la fe
y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto. Antes siguiendo
la verdad en caridad (ya sin temor ni favoritismo) crezcamos en todo en aquel que es la
cabeza, el Cristo; del cual, todo el cuerpo compuesto y bien ligado entre sí
por todas las junturas de su alimento, que
recibe según la operación de cada miembro.» Este es el verdadero ministerio
del cuerpo de Cristo.
Jeremías,
Isaías y el precursor de Jesús, Juan el Bautista, estuvieron en contra de la mediocridad, y
con sus diagnosis de la decadencia espiritual
de la nación y de su creciente apostasía, no había por delante nada distinto al juicio
Divino sobre la nación y sobre la Iglesia.
Mientras Babel estaba siendo
edificada, y mientras los hombres decían: «Hagámonos un nombre, por si
fuéramos esparcidos,» Dios
estaba buscando un hombre que oyera Su voz. Dios descendió y confundió su lengua para que ellos no pudieran entenderse los unos a los otros. Pero, ahora, estamos viviendo en el
tiempo de la destrucción
de la gran torre de Babel. «Dios devolverá al pueblo una lengua pura, y habrá paz.»
Dios encontró a un hombre que
oiría Su voz y que pagaría el precio. El mensaje no era nada
fácil; dejar a su familia, a sus amigos, todo aquello por lo que había
trabajado, por todo lo que había atesorado en este mundo; dejar atrás la
oportunidad de mayores ganancias en los agradables
alrededores de Babilonia, para estar dispuesto a perder
su buena reputación, a ser mal comprendido y a ser vituperados. ¿A dónde lo llevaría este
llamamiento? Él no lo sabía. Él contaba
conque Dios se lo diría. En caso contrario, toda esperanza estaría perdida.
¿Quién respondió al llamamiento? El fiel Abraham. Los demás andarían
parte del camino, se detendrían y edificarían una ciudad y le darían un nombre, pero Abraham ya había visto
una ciudad más grande, y él no podría
olvidar esa gloriosa visión. Tampoco tendría que
ponerle un nombre, pues Dios ya se lo había puesto. Algunos de los
que fueron con él no habían recibido este llamamiento de lo alto. A Lot sólo le gustaba la prosperidad que representaba estar con el «tío Abraham.» Existen los compañeros de viaje que sólo hacen parte de la cabalgata, mientras ella sea una cabalgata agradable.
Les gusta el mensaje, les gusta sentir la unción del Espíritu, disfrutan de la libertad de culto, pero no son los llamados, y deben ser separados. A Abraham no le gustaba la idea de perder a
Lot en esa tierra extraña, con tantos enemigos, y con tan poca gente en su
grupo, pues todos los amigos contaban. Pero
Dios dijo que Lot tenía que irse, pues él no había sido llamado. Estoy
seguro de que Lot se habría disgustado mucho al pensar que alguien
pudiera decir que él no había sido llamado. Después de todo,
hay que tener en cuenta cuan lejos había llegado él en este asunto. Él había
salido de Ur y de Babilonia, ¿no era así? ¿No se había detenido en Harán con Taré?
Pero él no tenía espíritu para mirar a lo
alto, el espíritu de ser. El
ansiaba la prosperidad, ansiaba hacer
ganancias en la tierra, expandirse.
Los ojos de Abraham estaban en las montañas, y se
encontraba aquí, después de haber sido
separado de aquellos que no tenían el llamamiento de lo alto que Dios le permitió ver como su herencia. «Mira (Abraham) desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur,
y al oriente y al occidente. Porque
toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia.»
Abraham
«a honra, prefiriéndoos los unos a los otros» le dio a Lot la primera opción de la tierra, y
Lot, egoístamente, escogió la más verde y, al parecer, la mejor tierra. Pero la Palabra confirma que mientras Lot recibía la verdura,
Abraham recibía la gloria. Sin embargo, y en conclusión, Abraham
recibió como adición a la gloria «todas estas cosas [que] te serán añadidas.» Sí,
hay mucho más para los que creen.
'
En las fangosas orillas del Jordán, a pie descalzo y vestido con extrañas vestiduras, estaba el hijo de un
sacerdote del templo. Como
descendiente de Zacarías, Juan podía haber entrado al círculo
íntimo de aquellos que ejercían el elevado oficio del Sacerdocio del Templo. Pero Jerusalén había llegado
en un alto grado de pecado y de perfidia, y
la gloria del Templo era obra del hombre.
Mientras Jerusalén se vanagloriaba de sus logros y hacía alarde de su belleza y
de su poder - producto del hombre -, Dios estaba llaman do a alguien para que saliera fuera de las murallas, e instara
a subir a un lugar más alto en el Espíritu. Dios había abandonado el orden viejo, pero ellos no lo sabían. No había nadie a quien seguir, nadie que les mostrara el camino.
Este fue un liderazgo del Espíritu y
por el Espíritu. Él no podía seguir a su
padre, no obstante lo mucho que lo amaba, porque Zacarías estaba atrapado
en el orden viejo. Soportando su reproche, Juan salió fuera de las puertas, sin
importarle lo que los demás pudieran pensar
de él, oyendo solamente la voz de Aquel que le hablaba desde el cielo.
La puerta de la bendición
espiritual que se abrió en Pentecostés, jamás
se cerró de nuevo aunque, aparentemente, la Iglesia entró en un período de gran oscuridad. Los hombres luchaban
por aumentar la parte material de la Iglesia. Se hizo un gran esfuerzo
por avanzar más, pero muy poco por
ascender. Como resultado de esto, la oscuridad. Se hizo más densa. Cosas
atroces, que ni siquiera pueden calificarse
como edificantes, tuvieron lugar en los cuarteles generales de la
organización terrenal en Roma. Entonces, un
día, Dios descendió en medio de esta confusión y escogió a un sacerdote, y le habló a su corazón. El oyó y creyó, y el
31 de octubre de 1517, inscribió para siempre su nombre en la historia, cuando fijó sus 95 tesis en la puerta de
su iglesia en Wittenberg. Dios se valió del valor de un hombre para ayudar a abrir la puerta con
el fin de que la humanidad del mundo entero saliera de la oscuridad de la
religión de Roma, y entrara en un nuevo día en el Espíritu. Martín
Lulero tuvo un buen comienzo al lograr resultados en el ámbito donde él se encontraba. Él podía haber invertido su tiempo en seguir adelante, pero oyó el llamamiento
Divino. Cuando él empezó el ascenso en Dios, alborotó a todos los demonios del Infierno contra él. Los líderes religiosos de su
tiempo querían darle muerte,
destruirlo. ¿Por qué? Simplemente porque en ellos prevalecía el amor al statu quo y odiaban a
aquellos que instaban al ascenso
en Dios por las grandes alturas del Espíritu.
Lo cierto era que las organizaciones terrenales estimulan, casi siempre, el seguir adelante con sus programas
horizontales, en tanto que desestimulan y combaten cualquier esfuerzo
por el ascenso. Observe la historia, y verá que esto es verdad. Esta es la verdadera
naturaleza de los sistemas eclesiásticos, y parece que no cambian.
Finalmente, Dios destruirá todo esto con el resplandor de Su gloria. A veces, parecen ablandarse y pueden, incluso,
tener un avivamiento ocasional. Sin embargo, la maquinaria es inamovible y
no tiene corazón. Los que incitan a nuevas dimensiones en el Espíritu, deben estar libres para moverse como el
Espíritu determine. Este es el «Camino del Espíritu.»
Ahora hemos llegado al comienzo de este siglo. Aquí
encontramos las iglesias del momento, revividas de algún modo de cuando en cuando,
pero haciendo todavía lo posible por expandirse en el ámbito de la salvación por la fe. Regados por acá y por allá por la faz del globo hay pequeños grupos de santos, o de
individuos, que se afanan por un movimiento más grande del Espíritu.
En Topeka, Kansas, a principios
de 1900, un predicador metodista llamado Charles Parham se
separó del campo evangélico para buscar a Dios. Los demás no podían comprender
sus actos. «¿Dónde
está su preocupación por las almas, hermano Parham?» Con un
ministerio evangélico tan poderoso como el que él tenía, y en una
ciudad bastante grande, él podía haber seguido ganando almas
para Jesús, pero ¿dónde se encontraba? En una casa grande de Topeka
con un grupo de santos que estaban convencidos de que no
tenían todo lo que Dios tenía para ellos, y que también estaban convencidos
de que era tiempo de que la iglesia se moviera y entrara en un ámbito más grande
en el Espíritu. Así empezaron el ascenso
para Dios. ¡Ellos se encontraron con tremendos
poderes de las tinieblas que se les oponían encarnizadamente a cada paso! No obstante, siguieron avanzando en Dios. Después,
el 31 de diciembre de 1900, en una embadurnada reunión en Nueva York,
una mujer fue llena con el Espíritu y empezó a hablar en otras lenguas. La gente de la casa siguiente a la casa grande, no supo nada de lo ocurrido en esta
ocasión trascendental, y les importó poco; pero se estaba abriendo una puerta para la Iglesia del
fin de los tiempos y para el bautismo glorioso con el Espíritu Santo y el fuego. Con
este humilde comienzo, empezaron a suceder cosas por todo el mundo.
El avivamiento hizo eclosión en 1902 en un gran movimiento del Espíritu en Gales. Evan
Roberts y otros fueron arrebatados en un glorioso huracán de fuerza
espiritual y en un diluvio de lluvia espiritual. En 1904 en Los Ángeles, Frank Bartleman y otros más estaban
luchando denodadamente en el Espíritu por un poderoso movimiento para esa
ciudad. Ellos fueron escarnecidos y
rechazados por aquellos que sólo tenían ojos
para la expansión y el adelanto en el
ámbito de la salvación por la fe.
Ellos fueron de una iglesia a otra buscando
la confraternidad del Espíritu, pero parecía que todo lo que ellos podían hacer era esforzarse y gemir en
su espíritu por un ascenso en Dios. Y fueron echados fuera.
Dios estaba oyendo a aquellos que a Él clamaban y
descendió en el pequeño grupo del hermano Charles Parham, donde
éste estaba predicando en Houston, Texas, y llamó al predicador nazareno de raza
negra para que fuera a Los Ángeles. Él fue llevando un mensaje
nuevo en el Espíritu, una experiencia nueva en Dios. Fue rechazado por las formas de religión
existentes allí, pero Dios abrió la puerta en un viejo edificio de la
Calle Azuza. Fue de aquí de donde
empezaron a fluir poderosos ríos de poder y de bendición hasta los más apartados
rincones de la tierra. Alguien se había atrevido a oír, a creer, a obedecer y a
esforzarse por algo más grande. Los pioneros
de Dios se estaban moviendo.
Desde
este momento en adelante hubo un
poderoso avance para el Evangelio. Las iglesias, las ciudades y
las naciones fueron sacudidas
por la fuerza poderosa de Dios, manifestada por medio de Sus humildes siervos. Incontables
miles de almas fueron arrastradas al Reino en esta gran cosecha. Las iglesias pentecostales brotaron por todas
partes en el
país, a despecho de la violenta y encarnizada oposición hecha por los sistemas religiosos.
Esta es la norma. Un nuevo ascenso en el Espíritu siempre produce
un alcance mayor jamás visto bajo el orden
viejo del hombre. Veamos el ejemplo de la
iglesia primitiva.
Después
de pocos años de glorioso avivamiento en los primeros años del siglo, el hombre empezó
a adueñarse de ello. Las organizaciones
empezaron a afirmarse, y se crearon las denominaciones, y las juntas de autoridad empezaron a afianzarse en Pentecostés, para
que ahora tuviéramos la capacidad de expandirnos, según decían ellos. Era necesario conseguir fondos para un
servicio misionero más eficiente - y ellos hicieron la expansión. Pero el
ascenso estaba casi detenido. El avivamiento pentecostal llegó a dividirse en muchas facciones. Las
iglesias y los predicadores se combatían unos a otros, mientras el
mundo y el diablo miraban y se reían.
Ahora
es el momento para abrir otra brecha. Hay hombres y mujeres gimiendo en el Espíritu por el último gran movimiento del Espíritu, profetizado
para el fin de los tiempos. Ahora se está llevando a cabo una obra grande
de intercesión, invisible para el hombre que está admirando sus hermosos
sistemas y haciendo alarde de las inmensas
ganancias que ha conseguido, en tanto que muchos están clamando para que «llueva en el tiempo de la lluvia tardía.»
Capítulo Trece
SUBIR MAS ALTO
Dios ha estado hablando sobre algo que viene pronto, sobre una divina
y poderosa visitación apostólica del Espíritu Santo, centrada
en Sí Mismo. Sentimos que Sus
hijos van a manifestarse pronto y ser emblanquecidos. El clamor de Su
pueblo está centrado no sólo en conocerlo
como Cristo, sino que está empezando a centrarse en conocerlo como el Señor.
Será sobre nosotros el cumplimiento de lo
que fue profetizado por el profeta Joel, en el sentido de que - en los últimos tiempos - El derramará Su Espíritu
sobre toda carne. Sabemos que «sin
santidad nadie verá a Dios,» y
ciertamente, sin esta santidad, nadie tendrá parte en el
ministerio de los últimos tiempos. Sentimos que Dios nos está llevando, cada vez más cerca, a
un lugar de completa purificación. La
carne debe morir y, en su lugar, debe quedar un cuerpo lavado y
blanqueado, un pueblo «sin
mancha ni arruga.» Este pueblo habrá perdido su propia
voluntad, porque ellos habrán entregado
esa parte de su naturaleza a Aquel quien es la vida eterna. Este cuerpo, entonces, ya no ejercerá derechos, porque
ellos no tienen ninguno, pues todos los derechos han sido puestos en la
cruz, y revestidos en Aquel que
se preocupa más por nosotros, por nuestra
alegría, por nuestra paz, por nuestras necesidades, por nuestros rasgos
de personalidad, que nosotros mismos.
Además,
Dios ha hablado recientemente con relación a moverse en niveles más altos que nunca antes.
Este autor sabe bien que, desde antes, hay un significativo número de personas
del pueblo de Dios que no sólo individual, sino colectivamente, se
están moviendo, en todas las circunstancias de la vida, en un campo del Espíritu inspirado verdaderamente por Dios.
Si vamos a contribuir en algo en
esta visitación venidera, sentimos que Dios quiere que todos y cada uno de nosotros y, especialmente, aquellos que
están en el liderazgo, sean ungidos por Dios y señalados por Dios.
Sobretodo, este cuerpo debe reflejar la perfecta y divina
voluntad de Dios en todo lo que se haga, en todo lo que se diga y en
todo lo que se lleve a cabo.
Creo
que esta Compañía de Josué es
un hombre colectivo, como un Juan el Bautista, o un Moisés, o
un Josué, o un Ezequiel, o un Pedro, o un Pablo de muchos miembros que están clamando a todo el Israel de Cristo que, en el desierto de
la derrota, de la confusión y del error,
están hambrientos y sedientos por todo lo de Dios. Este cuerpo, bajo la unción del
Espíritu, está de parto en la batalla por dar a luz tal cumplimiento.
Sí,
éste es un ministerio colectivo del remanente de un
lado al otro del mundo, a quienes el
Señor sostiene y levantará, además, para que «toquen
la trompeta en Sion,» con el fin de
edificar Su Iglesia según Su diseño celestial, y para proclamar Su propia gloria eterna y Su
honor. Dios
está llamando para este hombre colectivo y, por
medio de él, a «Subir más alto.»
Este
hombre colectivo, que apenas está empezando a llegar a «la estatura
de la plenitud» en Cristo Jesús, está ahora llegando al cumplimiento de la verdad descrita en Efesios 3:21: «A él sea gloria en
la Iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos.»
Capítulo Catorce
PARA QUE EL PUEDA TENER LA PREEMINENCIA
Muchas cosas se han discutido y presentado en este
escrito, y creo que cada una de ellas es vital para la «madurez
espiritual» y para «subir más alto.» Pero todas
estas promesas deben ser «en Él.» Colosenses 1:16-18 dice: «Porque en él
fueron creadas todas las cosas.... Y él es
antes de todas las cosas, y todas las cosas consisten por él; y él es la cabeza del cuerpo de la Iglesia,
principio y primogénito de entre los
muertos, para que en todo tenga el primado.»
Moisés oró, no por las cosas o por las
experiencias, sino solamente dijo: «Te ruego que me muestres ahora tu camino, para que te conozca...» Si nuestros corazones son
justos, si la integridad y la honradez surgen automáticamente antes que la prominencia, la popularidad o cualquier otra cosa, Él nos dará de
Sus «caminos» para que conociéndolo
a Él, podamos tener Su Gracia y Su
Paz. 2 Pedro 1:2 dice: «Gracia y paz os sean multiplicadas en el conocimiento de Dios, y de nuestro Señor Jesús.»
La peregrinación de Israel por el desierto está
llena de ejemplos de lo
que ocurre cuando Cristo y Su voluntad se dejan a un lado y se remplazan por algo distinto, aunque esto sea bueno.
Porque cuando alguien recogía más maná del que necesitaba,
éste criaba gusanos y olía mal; así, algunos ponen hoy la
preminencia sobre cosas distintas a Él, hasta que ellos también
huelen mal.
Cuando Coré,
por iniciativa propia, trató de poner el ministerio del Señor por
encima de la voluntad de Dios, cayó por hacerlo así. Del mismo modo, muchos tratan hoy de exaltar sus
ministerios, edificando -por sí
mismos - pequeños reinos, sin
compartir la jefatura.
El cuadro principal es el tabernáculo y su
mobiliario. El mobiliario puede
significar las cosas que nos llevan a la
plenitud de Cristo. El altar puede
significar el discipulado; la mesa, la pura doctrina, etc.
Significativamente,
todas estas cosas eran como escalones
que conducían al Arca, donde «yo apareceré en la nube sobre
la cubierta» (Levítico 16:2). Además, Mateo
4:4 dice: «No con solo el pan vivirá el hombre, mas con toda palabra que
sale por la boca de Dios.»
Sí, Él debe ser el rey
supremo: «Cristo
en nosotros, la esperanza
de Gloria.»
Los tratos personales de Dios, un testimonio
interior y un llamamiento para subir más alto, además de una casi
compulsiva revolución en mucho de lo que integra mi mundo, me llevaron
a un estado de proporciones catastróficas el año pasado.
Este ha sido un cambio de una vida de mucha actividad a
otra de estar solo con Él; de pasar de una amplia actividad nacional a otra limitada a unos pocos.
Aunque este camino me ha resultado extraño, Dios me ha llevado,
sin embargo, por un hermoso sendero durante este tiempo, y
me lo ha confirmado por medio de muchas experiencias preciosas.
Hace
cinco meses, Dios me hizo ver muy claramente, y lo confirmó por boca de varios testigos, que «me encerrara en mi casa,» para buscar
Su rostro y Su voluntad en tales asuntos. Entré
en mi casa con amargura y con espíritu aturdido. En mi
encierro clamaba: « ¡Ay de mí!, que
soy muerto; porque soy hombre inmundo de labios, y habito en medio de pueblo
que tiene labios inmundos.» Sin embargo, de algún modo, me doy cuenta en ese
encierro de que todavía estoy acunado en las manos de la justicia y
de la misericordia del Señor, que me están siendo restituidas. Veo que el arrepentimiento y la purificación
deben ser completos, antes de que yo tenga la capacidad para
tener Su «entendimiento» y, mucho más, para andar en el orden
Divino.
Durante los días de esos meses de arrepentimiento y
purificación, vi esa esperanzadora visión momentánea de la luz.
Cuando llegó la restauración y encontré algo nuevo, el Hijo
jamás se había mostrado tan resplandeciente. Durante las dos
últimas semanas, Dios me dio algo completamente diferente de mí
mismo en un nuevo bautismo de amor
y, poco a poco, me he dado cuenta de que
he
padecido (un sufrimiento necesario) en mi espíritu cuando empezó la lucha, porque me he resistido a hablar de
estas verdades sin temor ni licencia del hombre, tal
como Dios me ha guiado para que les hable a mis hermanos de tiempos pasados.
Siento que lo sabía
desde antes, pero que ahora conozco realmente la tristeza y la
alegría que acompañaron a Jesús cuando Él «padeció fuera de la puerta» (Hebreos 13:12). Siento que ahora he presentado la Verdad de
Dios, y confío en que ello haya sido con Su Amor Ágape.
Algo
queda muy claro cuando estudiamos el poder de la santa iglesia primitiva. Es una
característica que no existe ahora en la Iglesia actual. Esta cualidad es el amor de los unos a los otros.
Leemos que la iglesia primitiva «perseveraba unánime cada día.» Ellos
elevaban unánimes su voz a Dios, y tenían cuidado de andar unánimes
para el movimiento del Espíritu Santo. Su amor era tan grande que, incluso, vendían mucho de lo que
poseían y tenían todas
las cosas en común. Vemos que aun cuando la distancia entre los grupos era grande, prevalecía
ese mismo amor.
Para un
pueblo unido como ese, cualquier cosa
que el hombre pudiera añadir se reconocería rápidamente como un sustituto. La Iglesia universal (el cuerpo de
Cristo) se compone solamente de aquellos que lo coronan a
El como Rey y conocen la realidad del camino victorioso al lado
de su Salvador. Ellos están siendo formados
a Su imagen, congregados en verdadero amor, y poseídos por
el amor que Jesús manifestó: «Nadie tiene mayor
amor que este, que ponga
alguno su alma por sus amigos» (Juan 15:13). Esta profundidad
de la confraternidad en Cristo produce un pueblo que tiene apego a la Palabra: «Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis los unos a los otros... En esto
conocerán todos que sois mis discípulos, si
tuviereis amor los unos con los otros» (Juan
13:34,35).
Esto quiere decir: «Ama a otro,» no «ama a alguien a causa de otro.»
La expresión «a causa de» implicaría un amor mutuo a la manera
del que envía. Jesús se
dio completamente a Sí Mismo, aun cuando
nosotros lo rechazábamos. Él
nos amó y murió por nosotros
aunque dimos la espalda a Su amor.
Él nos amó y murió por
nosotros, aun cuando nosotros no hemos
hecho nada por merecer Su amor. Esto no es un «os amaré, si vosotros me amáis.» Es un amor de «los
unos a los otros» que no exige a cambio ninguna retribución.
Cuando
el pueblo de Dios se congregue de nuevo en un vínculo común de amor y de unidad poniendo a un lado a todas las
cosas que subsisten
entre nosotros y nuestro Señor, entonces
y sólo entonces, tendremos de nuevo un gran movimiento de Su Espíritu.
Entonces veremos
una demostración del poder de
esta grande y santa Iglesia. Señales y prodigios serán la
regla antes que la excepción. Grandes multitudes aclamarán a Dios por la salvación, y multitudes
adicionales
de cristianos dejarán a un lado los cuidados y las concupiscencias de este mundo y pondrán
sus manos en la mano lacerada de su Salvador. Siento con todo mi corazón que Dios está empezando a unir a Su Iglesia en estos últimos
días. Él
está abriendo los ojos de Su pueblo para que ellos se den cuenta de que, posiblemente, los más grandes obstáculos que persisten en el camino del gran
renacimiento son el yo y la falta de amor. Juan 13:34-35
es el grito de nuestro corazón para Su pueblo: «Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos
a otros, como yo os he amado... En esto conocerán todos que sois mis discípulos,
si tuviereis amor los unos con los otros.» Nuestro Señor nos dice: «Este
es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he
amado.» Más
adelante, el afirmará de nuevo: «Esto os mando: Que os améis
los unos a los otros.»
En la oración de intercesión del Señor, poco antes de Su crucifixión, leemos lo referente a Su deseo de que nosotros seamos uno; y observe cómo El
repite a menudo la frase «una cosa.» «Padre santo,
a los que me has dado, guárdalos en tu nombre para que sean uno,
así como nosotros.... Mas no ruego solamente por ellos, sino también por los que han de creer en mí por la
palabra de ellos, para que todos
sean una cosa; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean una cosa en nosotros;
para que el mundo crea que tú me
enviaste. Y yo, la claridad que me diste les he dado; para que sean una cosa, como también nosotros somos
una cosa. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en una
cosa: y que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado, como
también a mí me has amado.»
Oh, amigos, seamos una cosa en Cristo.
Hagamos a un lado todo obstáculo, y renovemos el propósito original de
nuestra meta con el fin de hacer todo cuanto podamos para hacer que
esta unidad se haga realidad. Seamos perfectos en Uno, para que el
mundo pueda conocer que Él es el Cristo viviente, y que Él sí habita dentro de
estos templos de barro. «En esto conocerán todos que sois mis
discípulos, si tuvieseis amor los unos con los otros.»
«Mas si andamos en
luz, como él está en luz, tenemos comunión con él, entre nosotros, y la sangre
de Jesús, el Cristo, su Hijo nos limpia
de todo pecado.» ¿Qué dice la Palabra acerca del pueblo que tiene
esta comunión? Dice que si Cristo ha
limpiado sus pecados, entonces
ellos andarán en la luz, así como Él está en la luz. Si nosotros andamos en esta luz,
entonces también tendremos confraternidad los unos con los otros. El mandamiento de Dios para nosotros es que tengamos amor sin hipocresía.
El
clamor de la hora es tener unidad de
corazón y de espíritu. Las Escrituras dicen: «Procurad con diligencia que seáis hallados
de él sin mácula, y sin
reprensión, en paz.» «Velad pues, orando a todo tiempo, que seáis tenidos por dignos de evitar todas
estas cosas que han de venir, y de
estar en pie delante del Hijo del hombre.» Temo
por nuestra iglesia y por nuestro pueblo del día de hoy. Pero sé que Dios
está oyendo el grito del corazón de los muchos que están haciendo
un llamamiento para la restauración de ese amor que ha sido destruido, y que El
responderá a ese grito.
Dios le habló a Ezequiel: «Y tú, hijo de hombre, he aquí que pondrán sobre ti cuerdas, y con ellas te
ligarán y no saldrás entre ellos... para que
no los reprendas, porque son casa rebelde. Más cuando yo te hubiere hablado, abriré tu boca, y les dirás: Así dijo el Señor DIOS: El que oye, oiga; y el que cesa,
cese; porque casa rebelde son. Y si
tú amonestares al impío, y él no se convirtiere de su impiedad y de su mal camino, él morirá por su
maldad, y tú habrás librado tu alma.»
De nuevo dice el Señor: «El que oye, oiga; y el que cesa, cese.»
Elías, en sus días, vio que Israel está siendo
madurado en el pecado. Él vio el juicio que se posaba sobre los líderes y
sobre los sistemas que se habían apoderado de los corazones y de las mentes del pueblo, y lo habían esclavizado. El dirigió su
mensaje a los líderes de la nación, y
clamó: «¿Hasta cuándo
claudicaréis vosotros entre dos pensamientos?
Si el SEÑOR es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él.» Permanecer indeciso
no es la mejor defensa. Así como los neutralistas han
inclinado, en muchos ejemplos históricos, la balanza
en favor del enemigo, del mismo modo hacen los neutralistas espirituales,
al inclinar la balanza en favor del enemigo de sus almas
en esta batalla espiritual. Creo que muchos están siendo pesados y hallados faltos.
Otro
día, clamó otro profeta: «¿No os conmueve a cuantos pasáis por
el camino? Mirad, y ved si hay dolor como mi dolor que me ha venido.» Amos clamó:
«Prepárate para venir al
encuentro de tu Dios. ¿No
será el día del SEÑOR tinieblas, y no luz....?» Joel está clamando desde el pasado: «Porque
grande es el día del SEÑOR, y muy terrible; ¿y quién lo podrá sufrir?». Ha llegado el momento para una intervención Divina en la vida decadente
de la Iglesia. Las circunstancias y
la apostasía son de tal magnitud, que la misericordia de Dios pide tal intervención para que se
instituya la justicia.
En el
pasado, Elías fue enviado con un
mensaje del Señor. Ese mensaje
no venía con palabras suaves ni con fluidas galanterías, sino con una
atronadora acusación de los individuos, de la iglesia y de la
nación. Israel había llegado a un punto donde nada menos que el
despertar espiritual podría hacer evitar el juicio. Elías clamó contra las fuerzas de la apostasía y de la
rebeldía espiritual. Él se encontraba muy solo en el lugar de la responsabilidad Divina. Aun cuando había cien profetas ocultos en una
caverna, y siete mil israelitas que no habían doblado sus rodillas ante Baal, ellos tenían mucho
cuidado de no identificarse hasta cuando supieran qué camino seguiría la multitud.
Pero...descendió fuego y
empezó a llover (hermosa dualidad de símbolos de
que Dios tiene pronto acopio), en el momento
en que UN HOMBRE solo, Elías, se encontraba
agobiado por la necesidad de que el pueblo de Dios volviera verdaderamente
a Él.
Ezequiel
también está clamando: «Arrojarán su
plata en las calles, y su oro será desechado; ni su plata ni su oro podrán
librarlos en el día del furor del
SEÑOR.»
Juan
habla de este día en Apocalipsis 6:16,17: «Y decían a los montes y a las piedras: Caed sobre nosotros, y
escondednos de la cara de aquel que
está sentado en el trono, y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira
es venido, ¿y quién podrá estar delante de
él?» El Señor dice en Proverbios
1:24-28: «Por cuanto llamé, y no quisisteis oír; extendí mi mano, y no hubo
quien escuchase; antes desechasteis
todo consejo mío, y no quisisteis mi reprensión; también yo me reiré en vuestra calamidad, y me burlaré cuando os
viniere lo que teméis; cuando viniere como una destrucción lo que teméis,
y vuestra calamidad llegare como un torbellino; cuando sobre vosotros viniere tribulación y angustia. Entonces me llamarán, y
no responderé; me buscarán de mañana, y no me hallarán.»
Ciertamente, el cumplimiento de
estas profecías tiene que ver con el día que está muy cerca delante de nosotros.
¿Podría ser posible que estas palabras fueran escritas solamente para los que no pertenecen
a ninguna iglesia? Creo que no. Esto nos incumbe a cada uno de nosotros; pues, como se dice en Joel 1:13-15: «Ceñíos
y lamentad, sacerdotes; aullad ministros del altar; venid, dormid en cilicio
ministros de mi Dios, porque quitado es de la Casa de vuestro
Dios el presente y la libación. Pregonad ayuno, llamad a
congregación; congregad a los ancianos y a todos los moradores de la
tierra en la Casa del SEÑOR vuestro Dios, y clamad al SEÑOR. ¡Ay
del día! Porque cercano está el día del SEÑOR, y vendrá como destrucción hecha por
el Todopoderoso.»
Dios me ha hecho conocer ahora, y como nunca antes,
que Él tiene una controversia con la Iglesia, y también conmigo. Nosotros también hemos
tenido a menudo la forma, pero hemos desconocido Su
poder y Su preminencia. Amos 9
nos dice: «Vi al Señor que estaba sobre el altar.» Él me hizo saber que este juicio y purificación vendrán pronto.
La posición del Señor (Adonaí) es significativa. «Adonaí»
significa cabeza soberana, controlador, amo y dueño. El altar significa propiamente misericordia,
porque es el lugar donde se hace un sacrificio substitutivo; pero cuando el
altar y el sacrificio son profanados, el altar se convierte en un lugar de juicio.
Asimismo, que yo pueda rechazar cualquier elación (¿?) sobre mis propias aspiraciones de justicia, Dios me ha hecho comprender, la necesidad que hay en mi propia vida para una restauración del altar y del
sacrificio. Él está haciendo esto
ahora al llevarme a Isaías 6: «Vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y
sublime, y sus faldas llenaban el templo.
Y encima de él estaban serafines... y el uno al otro daba voces, diciendo:
Santo, Santo, Santo, el SEÑOR de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria.»
Y como Isaías clamó, llorando por este día, yo también tengo que decir: «¡Ay de mí, que soy muerto! Que siendo hombre inmundo de labios, y hablando en medio de pueblo que tiene labios
inmundos, han visto mis ojos al Rey,
el SEÑOR de los Ejércitos.» No fue el reconocimiento que hizo Isaías de
su pecado lo único que lo hizo
llorar por su lamentable estado, sino que fue porque él vio al Señor, al Señor de los Ejércitos, sentado en un
trono alto y sublime, y allí, en presencia de ese ÚNICO, él reconoció
su necesidad, y prometió la confesión pública y el arrepentimiento. ¡Oh, que nosotros, como cuerpo, podamos llegar pronto a un
estado semejante! Pero Él también
ha prometido que si nosotros confesamos al igual que renegamos de esta
impureza, El enviaría a Su serafín para que tome un carbón encendido del altar y lo ponga en nuestra boca con el fin de purificarnos de nuestra iniquidad y
quitar nuestro pecado.
Dios está limpiando
verdaderamente a un pueblo que ha clamado por la purificación y por
la rectitud. Será solamente después de tal arrepentimiento cuando podremos oír la voz del Señor desde esta tercera y alta dimensión, diciéndonos: «¿A
quién enviaré, y quién irá por nosotros?» Y ojalá que nosotros respondamos como lo
hizo Isaías: «¡Heme aquí, envíame a mí!»
Ciertamente, nosotros estamos al
borde de esta última visitación, de una singular y Divina y Apostólica y
Poderosa Visitación del Espíritu Santo. Se está elevando el clamor de
Su pueblo para estar centrados en Cristo. Lo que fue profetizado por el profeta
Joel está sobre nosotros: «...después de esto, derramaré mi
Espíritu sobre toda carne.»
Sin Su santidad, ningún hombre
verá a Dios y, ciertamente, nadie tendrá parte en ese ministerio
del último día. Dios
está llevándonos siempre
más cerca al lugar de la purificación
completa. La carne debe morir y, en su lugar, debe
quedar un cuerpo «lavado y blanqueado,» un pueblo sin mancha ni arruga. Este
pueblo no tendrá voluntad, porque habrá sometido esa parte de su propia
naturaleza a su Amo y Señor. Este
cuerpo, entonces, ya no ejercerá derechos, porque no los tiene, al haberle dado a El todos los derechos. La consecuencia automática de
tal sometimiento incondicional, es una vida que fluye en el Espíritu, una vida de andar en Él, una vida de ganancia de todo lo que se
perdió en el primer Adán.
La efusión del Espíritu en el
pueblo denominacional de nuestros días, no es
el fin de la historia. «Porque he aquí,
Cristo, el primogénito entre muchos hermanos, está
diciendo: He aquí mi siervo, me reclinaré
sobre él; escogido mío, en quien mi alma torna contentamiento; puse mi Espíritu sobre él, dará juicio (corrección) a
los gentiles... Yo, el SEÑOR, te llamé en justicia, y por tu mano te tendré; te guardaré y te pondré por alianza del
pueblo, por luz de los gentiles (de los incircuncisos); para que abras
los ojos de los ciegos; para que saques de
la cárcel a los presos, y de casas de prisión
a los asentados en tinieblas. Yo soy el SEÑOR. Este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi
alabanza a esculturas. Las cosas
primeras he aquí vinieron, y yo anuncio nuevas cosas, antes que salgan a
luz, yo os las haré notorias.»
«No os acordéis de las
cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He aquí que yo hago
cosa nueva; presto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez pondré
camino en el desierto, y ríos en la soledad.»
«Cantad al SEÑOR
un nuevo cántico, su alabanza desde el fin de la tierra; los que descendéis del
mar [de gente], y cuanto hay en él, las islas
y los moradores de ellas.»
«El SEÑOR saldrá
como gigante, y como hombre de guerra despertará celo; gritará, voceará, y se esforzará sobre
sus enemigos. Desde el siglo he
callado, he tenido silencio, y me he detenido; daré voces, como mujer que está de parto; asolaré y devoraré
juntamente. Tornaré en
soledad montes y collados; haré secar toda su hierba; los ríos tornaré en islas, y secaré los estanques. Y guiaré a los ciegos por camino, que nunca supieron, les haré
pisar por las sendas que nunca
conocieron; delante de ellos tornaré las tinieblas en luz, y los rodeos
en llanura. Estas cosas les haré, y nunca los desampararé.»
« Serán tornados
atrás, y serán avergonzados de vergüenza, los que confían en la escultura; y
dicen al vaciadizo: Vosotros sois nuestros dioses.»
«Oh sordos, oíd; y ciegos, mirad
para ver. ¿Quién es ciego, sino mi siervo? ¿Quién tan sordo, como mi
mensajero, a quién envío? ¿Quién es ciego
como el perfecto, y ciego como el siervo del SEÑOR, que ve muchas cosas y no advierte, que abre los oídos y no oye? El SEÑOR celoso por su justicia, magnificará
la ley y la engrandecerá. Por tanto
éste es pueblo saqueado y hollado; todos ellos han de ser enlazados en
cavernas, y escondidos en cárceles. Serán
puestos a despojo, y no habrá quien los libre; serán hollados, y no habrá quien
diga: RESTITUID.»
« ¿Quién de
vosotros oirá esto? ¿Advertirá y considerará respecto al porvenir?»
«Y una voz de
muchas aguas clamó del pasado, del presente y del futuro, y dijo: ¿Quién irá, y quién
Restituirá? Y vi incontable multitud de salvadores que subían al Monte Sion para juzgar al monte de Esaú (que significa hacedores o creadores de lo propio); porque el reino será
del SEÑOR.» Y de nuevo oí la Voz que clamaba:
¿Quién
irá y quién RESTITUIRÁ?
Y vi a este salvador de muchos
miembros con paso PERFECTO y con UNA voz que clama:
«SI, SEÑOR,
ENVÍAME A MI.»
Sí, Señor, levántame a ese
ámbito más alto
Más Allá del Pentecostés.
Capítulo Quince
ESTE EVANGELIO DEL REINO
(Agregado en abril de 1997)
Demos una mirada más atenta a este «Evangelio Eterno» o «Evangelio del Reino,» que
será vivido y predicado por una compañía
de vencedores ante todos los moradores
de la tierra. Vencedores en cuya boca no hay engaño y que son sin culpa
delante del trono de Dios. Este es el mensaje que Dios da a conocer en
ellos y por medio de ellos.
6.
Y oí uno que hablaba desde la Casa...
7.
Y me dijo: Hijo de hombre, este es el lugar de
mi asiento [o autoridad], y el lugar de las plantas
de mis pies [de aquellos a quienes he enviado verdaderamente], en el cual habitaré entre los hijos de Israel
para siempre; y nunca más contaminará la Casa de
Israel [aquellos que son llamados por mi nombre]
mi santo nombre, ni ellos ni sus reyes [su
autogobierno], con sus fornicaciones [el uso promiscuo
de mi nombre, de mis dones y de la revelación para edificar sus propios reinos], y
con los cuerpos muertos de sus reyes [las obras muertas y las abominaciones del yo]
en sus altares [en los reinos
que ellos han erigido donde llaman al pueblo a rendir culto en mi nombre, pero según sus propios
caminos].
caminos].
8. Poniendo
ellos su umbral junto a mi umbral [ellos hacen que el pueblo crea que está
entrando en mi Reino cuando, en
realidad, está entrando en el reino hecho
por el hombre], y su poste junto a mi poste [los postes
o las columnas de Dios se llaman Jaquín (Él establecerá) y Boaz (sólo en Él hay fortaleza); los postes del hombre se llaman «nosotros estableceremos» y «en nosotros está la fortaleza» (ver 2 Crónicas 3:17)],
y una pared entre mí y ellos [hay
una pared insuperable entre estas dos posiciones], contaminaron mi Santo
Nombre con sus abominaciones que hicieron [valiéndose de los dones de poder y de
revelación de Dios, de una manera tan promiscua,
según sus caprichos, ¡que ello ha traído
gran deshonra a Su nombre, incluso ante los paganos!], y
yo los consumí en mi furor.
9. Ahora
echarán lejos de mí su fornicación [nadie puede
servir a dos señores], y los cuerpos muertos de sus reyes [las
obras muertas de sus abominaciones egoístas], y habitaré en medio de
ellos para siempre [observe que este versículo es condicional].
10. Tú, hijo de hombre, MUESTRA A LA CASA [profanada que el hombre ha edificado en mi
nombre,
dándole el nombre de mi Iglesia] de
Israel [el Israel espiritual] ESTA CASA [verdadera y sin mancha], y
avergüéncense de sus pecados, y entiendan su
diseño [que es Jesús, el
Cristo, como único SEÑOR].
11. Si se avergonzaren
de todo lo que han hecho, hazles entender la figura de la Casa [cómo une Dios a Su verdadero pueblo], y
su diseño [el propósito de Dios para la humanidad],
y sus salidas y sus entradas [la libertad verdadera y la liberación al morir a sí mismo y de vivir en Cristo], y todas sus figuras [todo lo que tiene que morir en nosotros para que verdaderamente podamos
ser libres en Cristo], y todas sus descripciones [la manera en que Dios hace las cosas], y todas sus pinturas [todas las facetas acerca de andar en la
gloriosa herencia
de los hijos de Dios], y todas sus leyes [la Ley del Espíritu de Vida (Romanos 8:2) y la Ley de la Libertad
(Santiago 1:25; 2:12)]; y descríbelo delante de
sus ojos, para que guarden toda su forma [para que ellos puedan amoldarse según
Jesús, el Cristo], y todas sus reglas [para que ellos puedan aprender Sus caminos] y las pongan por obra.
(Ezequiel 43:6-11).
El pueblo de Dios es culpable por edificar la casa
del Señor a su propio modo. Ellos son culpables por
predicar una «primera fiesta,»
o evangelio del «atrio exterior» de la «creencia fácil,» que promete seguridad y confianza a
cambio del conocimiento de los hechos históricos y de un conocimiento intelectual de la doctrina, en
lugar de la predicación del arrepentimiento por seguir nuestro propio
camino, y la fe en Jesús, el Cristo como SEÑOR para cambiar, purificar y perfeccionar, y para
consumarnos, con el fin de que podamos seguir
verdaderamente SU camino.
El bautismo en el
Espíritu Santo, o la «Fiesta de Pentecostés,» se predica entonces a aquellos que han eludido la cruz y todo
lo que ella representa, dando como
resultado el uso de los dones, de la unción, del poder, y de la revelación del Espíritu Santo, para la promoción de los reinos del hombre, en lugar del verdadero
propósito para el cual fueron dados
ellos, que es el de perfeccionarnos y librarnos de la esclavitud del yo y de la esclavitud de los
sistemas del hombre, que han sido
erigidos en nombre de Dios.
Continuando
con esta clase
de abominación en el Lugar Santo, muchos agregan a esto la predicación de una versión de la
tercera fiesta (la Fiesta de los Tabernáculos) que también ha sido leudada por el hombre. En lugar de reconocer la necesidad de detenerse y de empezar otra vez, según la perfecta voluntad de Dios, ellos tratan de acomodar su versión de la tercera fiesta por
encima de las pervertidas primera y segunda
fiestas, dando como resultado dificultades incontables.
Pero en medio de toda la confusión, generada por las diversas manifestaciones del yo en todas sus múltiples
facetas, Dios todavía sigue obrando
con constancia en el Tabernáculo de David (Amos 9:11; Hechos 15), perfeccionando
y labrando cada piedra individual que pagará el precio de la sumisión
a Sus tratos íntimos, oyendo y obedeciendo
Su suave y tenue voz. La obediencia a esta voz resulta costosa. Ella hará que muchos sean «heridos en casa de sus amigos.» Eventualmente, hará que todos los
que oyen y obedecen esta voz mueran a sí mismos, si
es que no nos apartamos del fuego de Sus tratos.
5. Oíd
palabra del SEÑOR, los que tembláis
a su palabra: Vuestros hermanos, los
que os aborrecen, y os niegan por causa de mi nombre, dijeron: Glorifíquese
al SEÑOR. Más él se manifestará a
vuestra alegría, y ellos serán confundidos.
6. Voz de alboroto
se oye de la ciudad [de la religión], voz del Templo [del juicio que empieza en la casa de Dios];
voz del SEÑOR que da el pago a
sus enemigos.
7. Antes que
estuviese de parto, dio a luz; antes que le viniesen dolores dio a luz hijo
[un vencedor colectivo]
8.
¿Quién oyó cosa semejante? ¿Quién vio cosa tal?
¿Dará a luz la tierra en un día? ¿Nacerá toda una
nación de una vez? ¿Que Sion estuvo de parto, y dará a luz juntamente sus
hijos?
9
¿Yo, que hago dar a luz, no estaré de parto? dijo el SEÑOR. ¿Yo, que hago engendrar, seré detenido? dice el Dios tuyo.
10.
Alegraos con Jerusalén [con
la Jerusalén de arriba, que es la madre de todos], y gozaos con ella, todos los que la amáis; llenaos con ella de
gozo, todos los que os enlutáis por ella.
11.
Para que maméis y os saciéis de los pechos de sus consolaciones, para que ordeñéis, y os deleitéis con el resplandor de su gloria.
12.
Porque así dice el SEÑOR: He aquí que yo extiendo sobre ella paz, como un río; y la gloria de los gentiles como un arroyo que sale de madre; y mamaréis, y sobre el lado seréis traídos, y sobre las rodillas seréis regalados.
13.
Como el varón a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros, y sobre Jerusalén tomaréis consuelo.
14. Y veréis y se alegrará vuestro corazón; y vuestros huesos reverdecerán como la hierba; y la mano del SEÑOR para con sus siervos será conocida, y se airará contra sus enemigos.
(Isaías 66:5-14).
A MODO DE CONCLUSIÓN
,
Mayo de 1997
Amados
míos:
En esta forma resumida, Más Allá
del Pentecostés fue escrito el 5 de
marzo de 1964, durante un período de gran intercesión que duró 13 horas, y lo
que ahora están leyendo ustedes está repetido casi al pie
de la letra. Su forma inicial fue la de una presentación objetiva y
muy directa, dirigida a una organización particular y a su junta directiva.
Durante nueve años, desde el 27 de junio de 1956,
esta organización había empezado un recorrido descendente, pasando de
ser un organismo viviente en las manos de Dios, a ser una simple organización
que se valía de las herramientas del hombre para hacer funcionar una maquinaria
hecha por el hombre.
Antes de que yo hubiera hecho mecanografiar este
trabajo, el Señor me hizo saber que yo lo leería de cabo a rabo y que
eliminaría el saludo y toda referencia personal o colectiva,
cambiando la destinación a una organización determinada, por otra dirigida a
todo el cuerpo de Cristo (que no es un conjunto tan
compacto). El resultado es el librito que ustedes están leyendo
ahora.
Además, el Señor lo aclaró para que yo le diera una
forma muy directa, pero mucho más resumida a este tratado
(que se convirtió en una carta de ocho páginas).
Yo enviaría después tanto este tratado,
que publicaría en un librito parecido a éste, junto con la carta
de ocho páginas que, entre otras cosas, contendría brevemente
las circunstancias que dieron origen a esta presentación.
Inmediatamente, hice imprimir 500 libritos, de
contenido casi idéntico a éste que ustedes acaban de leer, publicados bajo
el título que me dio el Señor: Más Allá
del Pentecostés; luego, envié los dos escritos
a cada uno de los 72 directores de la mencionada organización.
Once años antes, yo había sido uno de los veinte
padres fundadores de esa misma organización. Durante todos esos años fui un
director de esa organización cristiana internacional y, en
la mayor parte de ese tiempo, también fui vicepresidente. Sólo mi
carta reformada, conservaba los dos últimos párrafos de mi escrito del 5 de
marzo que contenían mi renuncia como funcionario y
director de ese cuerpo. Durante un año más, seguí siendo presidente
del capítulo más grande en nuestra nación.
En tanto que el contenido y la directiva fueron
bien aceptados, como palabra del Señor, por los círculos oficiales
de esa organización, el paso del tiempo demostró pronto que la gran mayoría de ellos, mientras aceptaban en TEORÍA la directiva
de este tratado -Más Allá del Pentecostés -,
sólo
una minoría estaba dispuesta a ponerla en
PRACTICA de nuevo, como lo hizo a principios de los años 50.
Nueve meses después, me sentí desanimado por dos razones: (1) mis amigos más cercanos en esa organización y a quienes
yo quería mucho, se mostraban
renuentes a poner en PRACTICA estos principios, ya practicados antes durante doce años, o se veían imposibilitados
para hacerlo así; y (2) el hecho de que el Señor no me hubiera dado una directiva confirmada sobre cuándo y cómo publicar
la copia provisional del librito en edición definitiva, en forma de libro, tal como yo sentía que había sido
instruido para hacerlo el 6 de marzo
de 1964. Así, guardé durante un tiempo, (un tiempo breve según lo creía yo,) este manuscrito en un baúl de mi
desván.
Poco tiempo después me encontré con que el Señor
cambió la dirección del ministerio en que yo me había movido
hasta entonces, tanto en contenido como en una dimensión
espiritual más alta. En septiembre de 1966 encontré que el Señor me
abría sobrenaturalmente la puerta para un amplio
ministerio en Colombia, Sur América.
Durante los dos meses siguientes, el Señor me abrió
las puertas en ese país, con el fin de que pudiera ministrar a algunos de los verdaderos
intercesores de aquella nación. Igualmente,
se me abrieron de par en par las puertas de algunos de los más altos
niveles de los líderes políticos de aquella nación.
De nuevo, en 1968, reconocí con mirada
retrospectiva el extinguido desaliento con el Señor, por haberme traído otra
vez a experimentar dos años de andar en esa «Nueva Jerusalén, que
es la madre de
todos nosotros,» sólo para encontrar que el Señor me estaba dando,
en grandes cantidades, la «palabra de conocimiento,» pero muy
poco de la «palabra de sabiduría,» para saber qué hacer con el conocimiento.
Encontré una paz mediocre mientras seguía la nube de
día, y el fuego de noche, en el desierto del hacer, en contraposición
con el ser, durante once años más (desde 1968 hasta 1979). El
27 de octubre de 1979, el Espíritu del Señor vino a mí en forma similar
a lo ocurrido el 5 de marzo de 1964 y, durante nueve semanas, hasta el 31 de
diciembre, a duras penas salí de mi dormitorio. Durante este período escribí el libro Nadie se Atreve a Llamarlo Engaño, acompañado
de mucho dolor, de problemas y de intercesión.
El 3 de enero de 1980, tres días después de esas nueve
semanas de mezcla de pena y de gloria, me encontré, después de 13 años y, de nuevo,
mediante la intervención Divina, en un avión
con rumbo a Colombia, Sur América. Durante los primeros tres meses de 1980, el Señor abrió otra vez,
sobrenaturalmente, muchas puertas grandes en ese país, tanto en la arena
espiritual, como en la arena política. Pero
la mayor parte de mi tiempo lo pasé en
la privacidad de un dispuesto y adecuado cubículo de oración (como en las ya mencionadas nueve semanas en mi
casa), donde me encontré de nuevo
escribiendo y en intercesión de noche y de día.
Cuando salí de Colombia, tenía en mis manos un
nuevo manuscrito, al que el Señor le había dado el título .Los
Maestros del Engaño. En tanto que el tema principal del anterior manuscrito, Nadie se Atreve a Llamarlo Engaño es,
fundamentalmente, el producto de la mucha experiencia que este
autor ha tenido y de la mucha búsqueda que ha llevado a cabo en
lo referente al engaño religioso dentro de la Iglesia, Los Maestros
del Engaño abarcan la otra cara de la
misma moneda, que este escritor ha estudiado e investigado durante
décadas, en lo referente al engaño político en el mundo entero.
En las Escrituras, tras años de estudio y de confianza
en Dios para la «sabiduría» y el «entendimiento,»
siento que hemos descubierto muchas directivas engañosas y conspiratorias, hacia las cuales se está deslizando rápidamente el mundo
político y económico, en donde la
iglesia (liberal, fundamentalista, evangélica, pentecostal y carismática) parece haber perdido casi completamente su vista y su oído mientras que ellos
conducen, locamente, para recibir a
toda carrera casi todo lo que el espíritu del día del Anticristo y del
Falso Profeta emplean en su actuación de «yo también,»
dentro de la así llamada Iglesia.
Cuando finalicé mi período de escritura, a fines de
marzo de 1980 en Colombia, el Señor me hizo saber que yo iba a
volver a casa para rescatar de mi desván las 96 páginas del tratado que ustedes
están leyendo ahora, porque el Señor iba a agrandarlo, por medio de mi pluma, en un volumen
más grande (del tamaño de los dos volúmenes que yo acababa de escribir en los cinco meses anteriores).
La
palabra adicional del Señor fue la de que
preparara en seguida estos tres manuscritos
para su publicación definitiva, cada uno bajo su título individual, pero que los tres iban a formar
«parte de una serie» bajo el título
general de
Muestra la Casa a los de la Casa (Ezequiel 13:10-11).
En la actualidad, mayo de 1997, sólo Más Allá del Pentecostés (volumen
1 de nuestra serie) y Nadie se Atreve a Llamarlo Engaño (el
volumen 2) han sido publicados en inglés. En español, se han publicado
el primero y el segundo, así como un libro fenomenal de George
Warnock, Gloria en Lugar de Cenizas. Desde
1993 hasta 1997, nuestros volúmenes han sido pedidos, verbalmente y por correo, desde todos los estados de nuestra nación,
así como de 70 países diferentes.
Deseamos tener estos libros disponibles para los lectores de este librito,
si ustedes así lo desean.
Todas las solicitudes pueden dirigirse al Apartado
Aéreo 95.300, Santafé de Bogotá, Colombia, o a E-Mail rsm05001@inter.net.co.
Este autor cree firmemente en que la unción no se
da para ganancia personal. En cualquier forma en que unge el Señor, incluso la de
escribir, es para beneficio del Cuerpo de Cristo, no para lucro personal por
encima de las necesidades normales de la vida. Yo pido: «Señor, ayúdame a
ser un vaso de honor cuando me convierto en el conducto y en el tesorero de una pequeña parte
de Tu almacén.»
Confío en que la lectura de este librito que
ustedes acaban de leer, y los que puedan recibir en el futuro,
no sean solamente una bendición, sino por medio de ellos el Señor podrá iluminar aun
más el «entendimiento» de ustedes.
De
ustedes en Él, Clayton
Sonmore.
www.campamento42.blogspot.com
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