Muchos líderes en el sistema de iglesia deberían saber que mantienen a “su” membresía como rehén, por medio de la rigidez de sus sistemas de creencias y normas gubernamentales, y que además, rehúsan dejarla libre. Enseñan y predican la iglesia, obras de iglesia y membresía de iglesia, como “el camino”. Necesitan el compromiso de parte de su membresía para edificar un reino para ellos mismos.
Las personas se quedan atrapadas en esos lugares. Los que dirigen las iglesias nos invitan a quedarnos quietos en su lugar para siempre, y nos culpan de ir de sitio en sitio. Los que permanecen en esos lugares, reciben el mismo maná viejo y lleno de gusanos. El crecimiento espiritual es mínimo, si es que lo hay. Cualquier crecimiento que alguien pueda experimentar es probablemente experimentado fuera de ese lugar, y a pesar de ese lugar.
Capítulo 10
Las Marcas (características) de los Fariseos (Nicolaítas)
Aquellos ministros que son golpeados
con la necesidad de preeminencia, poder, riquezas y dominio, han abrazado las
enseñanzas falsas de los Nicolaítas y probablemente
perpetúen tanto las enseñanzas como los hechos de los Nicolaítas. Tienen las mismas marcas que
caracterizaron a los fariseos de los días de Jesús.
En
Mateo 23:33, Jesús llamó a los fariseos “serpientes”
y “generación de víboras”. La palabra
griega para “generación” también se traduce como “descendencia”. Aquí, Jesús
está llamando a los fariseos serpientes y descendientes de
serpientes. Él continúa en el versículo 33, “¿Cómo escapareis de la condenación del infierno?” La Biblia identifica a Satanás
como una serpiente. Génesis 3:1-5; Apocalipsis 12:9; 20:2. La asociación entre Satanás y
los fariseos es indiscutible. ¿Por qué razón llamó Jesús a los fariseos,
serpientes? ¿Qué objeción tenía en contra de ellos? Después de todo, eran gente
devotamente piadosa y celosa en el cumplimiento de la ley.
La
mordaz letanía de desgracias pronunciada por Jesús en Mateo 23 define algo de
lo que eran las marcas detestables de los fariseos. Aunque las diferencias
entre algunas de estas marcas de los fariseos son pequeñas, son distinciones
importantes qué hacer—no tanto para juzgar a los demás, sino para juzgar al
fariseo que hay en todos nosotros.
USO ABUSIVO DE LA AUTORIDAD
Jesús
detestaba la forma en que los fariseos mal usaban y abusaban de la autoridad.
Jesús dijo a la multitud y a Sus discípulos, “En la cátedra de Moisés se sientas los escribas y los fariseos.” Mateo 23:1-2. Los fariseos asumían la posición de autoridad sobre las vidas de las
personas. Se consideraban a sí mismos expertos en la ley. Por tanto, presumían de poder decir a todo el mundo
como tenían que vivir.
La
actitud Nicolaíta de hoy se aprecia en ese aire de importancia del que quiere
sentarse en la cabecera de la mesa, ser elegido en posiciones de autoridad, o
ser contratado para algún oficio de prestigio. Los Nicolaítas son típicamente políticos en posiciones
muy altas de preeminencia y autoridad dentro de los sistemas de iglesia. Se adulan a sí
mismos y también buscan la adulación de los demás. Aún más, se
saltan los martillos autoritarios de los presidentes y subastadores para
designar a alguien entre ellos como su cabeza. Solo Jesús es la cabeza de Su
cuerpo, la ekklesía. 1ª Cor. 11:3; Efes. 1:22, 5:23; Col. 1:18.
HIPOCRESÍA
Jesús
detestaba la hipocresía de los Fariseos. “Así
que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo. Más no hagáis
conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen” Mateo 23:3.
La
hipocresía es pretender algo por fuera que no existe por dentro. Es la
pretensión de virtudes, principios o creencias que no son genuinos. Jesús dijo
que los fariseos eran como sepulcros blanqueados, que parecen hermosos por
fuera, pero que dentro están llenos de huesos de cadáveres y de inmundicia.
Mat. 23:27. Él les llamó hipócritas. “Así también vosotros por fuera, a la verdad, os
mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e
iniquidad.” Mat. 23:28. De nuevo les acusó diciendo; “¡Ay de vosotros, escribas y
fariseos hipócritas!” Mat. 23:14. Lo que decían respecto de guardar la ley de Moisés era
correcto, pero su fracaso en hacer lo
que esperaban que otros hicieran, no era correcto.
Así sucede en “EL Ministerio” hoy. Los que están tras los
púlpitos pueden clamar para que todo el mundo a su alrededor sea puro
sexualmente, mientras que pretendiendo serlo ellos mismos, no lo son. Pueden
predicar en contra del tabaco, la bebida, la blasfemia y el baile, pretendiendo
ellos mismos ser santos, aunque no lo son.
Pueden llamar a qué
otros confiesen sus pecados, pero ellos esconderán los suyos propios por temor
de lo que los demás puedan pensar. Pueden
condenar a los políticos por hacer el mal, aunque ellos continúen haciendo lo que es más abominable para
Dios—practicar sus manipulaciones (brujería) sobre “su” pueblo.
El
clima completo de la iglesia está
cubierto de hipocresía. La iglesia debería ser el lugar al que podemos ir y
sentirnos lo suficientemente seguros de ser nosotros mismos, pero no lo
es. Nos ponemos nuestras máscaras y nos escondemos detrás de
nuestras sonrisas de domingo por la mañana, el tiempo suficiente para cumplir
nuestras obligaciones con Dios, sentirnos bien de hacerlo, e ir a la
cafetería antes de que los metodistas dejen salir. La iglesia del domingo por
la mañana tiene muy poco que ver con como vivimos el resto de la semana.
EL LEGALISMO
Jesús
detestaba el legalismo mezquino de los Fariseos. “Atan cargas pesadas y
difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombres de los hombres; pero ellos, ni con un dedo quieren
moverlas.” Mat. 23:4. Jesús detestaba su dureza sobre el pueblo y como
imponían sus leyes sobre el resto.
Los legalistas en las iglesias siguen atando a las personas a
sistemas y órdenes de iglesia, edificios
de iglesia, servicios y rituales de iglesia, ofrendas de iglesia, y obras de iglesia—cosas que no tienen nada que ver con Jesús o el Reino de
Dios. La gente se siente culpable y poco espiritual si no van
a la iglesia.
Guardar
el sábado era en sí una cuestión tal entre Jesús y los fariseos. Algunos
legalistas siguen insistiendo en el tema de guardar el sábado de acuerdo con la
forma en que ellos piensan que tiene que ser guardado. Quieren hacer del
domingo (algunas veces llamado erróneamente “sabbath”), el día de reposo,
aunque para ellos diste mucho de ser un día de reposo—más bien un día muy
importante de obras de iglesia.
No
guardamos el Sabbath yendo a la iglesia el domingo o echando la siesta todo el
domingo. Guardamos la ley de Dios entrando en Jesús por la fe. Jesús es nuestro
reposo del Sabbath.
Heb. 4. Él es nuestra justicia. Jesús no está buscando a un pueblo que guarde el Sabbath.
Está buscando un pueblo que se mantenga santo (separado). Guardar el Sabbath no
es la forma de mantenernos santos.
La santidad es la obra del Espíritu
Santo en nosotros, separándonos del amor del mundo. La santidad es un cambio de
naturaleza desde dentro como resultado de la obra de Dios en nosotros. No es lo
que hacemos externamente, sino quienes somos por dentro, lo que importa a Dios. Somos tan falsos como los fariseos si
pensamos que nuestra justicia pudiera de algún modo depender de lo que hacemos
externamente—las ropas que llevamos, nuestra forma de peinarnos, la comida que
comemos o dejamos de comer, la forma en que adoramos, o vamos a la iglesia. Vivimos, nos
movemos y tenemos nuestro ser en Jesús cada momento de cada día
(ver el capítulo sobre el Legalismo).
BUSCADORES DE RECONOCIMIENTO
Jesús
detestaba el deseo de los fariseos de reconocimiento y como perseguían la
admiración por ellos mismos. “Antes, hacen todas sus obras para ser vistos de los hombres. Pues ensanchan sus
filacterías, y extienden los flecos de sus mantos”. Mat.
23:5. (Las filacterías eran pequeñas cajas de cuero que los fariseos sujetaban
de sus frentes, conteniendo citas de los primeros cinco libros de la Biblia).
Los Nicolaítas en muchas tradiciones de
iglesia hoy están seducidos por sus
propias ansias de auto-importancia,
llevando collares clericales, vestimentas, ropajes con tiras académicas en las
mangas, y otras cosas semejantes para
diferenciarse del “laicado”. Al cardenal en la
iglesia católico-romana, se le dirige como “Su Eminencia” (de él), o “Su
Eminencia” (de Ud.). Tal
veneración de hombres es un insulto a Dios. Jesús llamó a Sus discípulos
hacia Sí, y les dijo como diría hoy, “Si alguno desea ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de
todos.” Marcos 9:35.
PREEMINENCIA
Jesús detestaba el deseo exagerado de estar por encima de los demás
de los fariseos. “Y aman los primeros asientos en las cenas (círculos internos), y
las primeras sillas en las sinagogas” (sentados en la plataforma). Mat. 23:6.
La
preeminencia es ese deseo de auto-importancia en los Nicolaítas del
día de hoy que les hace querer
ser los jefes en el sistema. Quieren estar sentados en la plataforma sobre
sillas de obispos, haciendo diferencias entre ellos y la gente. Los pastores dan a otros pastores
posiciones de preeminencia porque la aman para ellos mismos.
Es
ese aire de auto-importancia lo que les hace
relamerse en sus planes, programas, métodos, organizaciones, proyectos de
construcción, heredades, tradiciones, estadísticas y doctrinas para que puedan
ser honrados y reconocidos.
Es ese aire de engreimiento en ellos mismos,
para dibujar tablas organizativas, con ellos en la parte superior de la
pirámide.
Es ese aire de auto-importancia dentro de ellos que quiere la iglesia
más grande y los mejores sueldos. No escatiman políticas para conseguirlos.
Es
ese aire de auto-importancia
dentro de ellos que les
lleva a “sermonizar” y ser muy elocuentes desde sus púlpitos para poder ser
altamente estimados por los hombres.
Es
ese aire de
auto-importancia dentro de ellos que les lleva a
querer adquirir conocimiento, escribir libros de su propio intelecto, y
conseguir grandes cosas para poder ser aclamados por los hombres. Se
aferran a su profesionalismo educado sobre las cabezas del “laicado”, haciéndose pasar por una de esas autoridades indiscutibles en asuntos
bíblicos y eclesiásticos. Esta es la tiranía del clero.
Es
ese aire de
auto-importancia dentro de ellos que les lleva a
centrarse en los aspectos externos, en lugar de los internos. Están preocupados con la
construcción de un reino para el yo,
en lugar de construir el Reino de Dios.
Edifican sistemas de iglesias más que
a la gente. Y lo peor, aún, confunden el uno con el otro.
Es
ese aire de
engreimiento dentro de ellos que les empuja a preparar sus maletas y correr cuando los
lobos de la disensión mordisquean los talones del rebaño. Son asalariados.
Es
ese aire de engreimiento
en ellos que les hace
olvidar lo que son, es decir, ovejas, bajo la vara del Buen Pastor. Ese orgullo
y altivez les hacen pensar más altamente de ellos mismos de lo que deberían.
BÚSQUEDA DE POSICIÓN
Jesús detestaba su deseo de posición. Amaban las “salutaciones en las plazas y que los hombres los llamen: Rabí,
Rabí.”. Jesús continuó exhortándoles diciendo, “Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque Uno es vuestro
Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro
a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos.
Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo”. Mateo
23:7-10.
La
actitud Nicolaíta del día presente se ve en ese aire de engreimiento dentro de los que los quieren
ser llamados Papa, Su Eminencia, Cardenal, Obispo, Padre, Reverendo, Señor
Reverendo, Pastor y Ministro, con “M” mayúscula. La competición por el reconocimiento es tan fiera hoy que muchas
personas del clero quieren ser llamadas doctores. Algunos han
obtenido doctorados o titulaciones honoríficas, pero otros han comprado títulos
falsos. Se ponen estos títulos unos a otros dentro del sistema.
Hacen política respecto de posiciones de autoridad y anhelan ser contratados
por la congregación más grande dentro de su alcance.
Las personas inseguras en el ministerio
obtienen sus golpes (anhelos) estando en el ministerio. Ahí pueden ganar poder,
posición, reconocimiento, seguridad, ingresos financieros y un sentido de
significado. Los creyentes maduros
encuentran que solo Jesús es su todo en todos.
En
el Reino de Dios no existe ese posicionamiento “hacia arriba” o “hacia abajo”.
Jesús dejó muy claro que los
verdaderos líderes son los siervos. Los verdaderos líderes no se exaltan a sí
mismos.
REBELIÓN Y TERQUEDAD
Jesús detestaba la rebelión y terquedad de los fariseos. “Más ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos
hipócritas! Porque cerráis el Reino de los Cielos delante de los hombres, pues
ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando.” Mat. 23:13.
Muchos de los fariseos tuvieron que
haber sabido por su conocimiento concienzudo de las Escrituras que Jesús era el
Mesías. Existían demasiadas
coincidencias entre las profecías del Antiguo Testamento y los eventos de la
vida de Jesús, para que fueran ignorados. ¡Lo sabían! Pero no querían creer
(Lee Juan 9:39-41). Se habían comprometido con el
sistema del mundo para poder ganar poder, posición, riquezas y dominio. Aunque muchos fariseos creyeron
y se volvieron a Jesús, la mayoría no lo hicieron. Los que no creyeron
endurecieron sus corazones contra la verdad. Rehusaron entrar e igualmente
estorbaron a otros para que no entraran.
Muchos
líderes en el sistema de iglesia deberían
saber que mantienen a “su” membresía como rehén, por medio de la rigidez de sus sistemas de
creencias y normas gubernamentales, y que además, rehúsan dejarla libre. Enseñan y predican la iglesia, obras de iglesia y membresía de iglesia, como “el camino”.
Necesitan el compromiso de parte de su membresía para edificar un reino para
ellos mismos.
Las
personas se quedan atrapadas en esos lugares. Los que
dirigen las iglesias nos invitan a quedarnos quietos en su lugar para siempre,
y nos culpan de ir de sitio en sitio. Los que permanecen en esos lugares, reciben el mismo
maná viejo y lleno de gusanos. El crecimiento espiritual es mínimo, si es que
lo hay. Cualquier crecimiento que alguien pueda experimentar es probablemente
experimentado fuera de ese lugar, y a pesar de ese lugar.
El
crecimiento espiritual, es en realidad, un viaje espiritual. Es un viaje que
responde al llamado de Jesús, “ven y sígueme”.
“Pero Señor, déjame que vaya y primero
entierre a mi padre”. A eso, Él sigue respondiendo: “Que los muertos entierren a sus muertos” Lucas 9:59-60. Si te encuentras en un lugar muerto, levántate y sigue el Camino,
Jesús. Jesús es el Camino, no un lugar. Si hemos de seguir a Jesús, no debemos quedarnos
atrapados en un lugar. La iglesia, tal y como la conocemos hoy, es
un control policial a Jesús.
DEVORANDO A LOS DEMÁS
Jesús detestaba la forma en que los
fariseos se aprovechaban de las viudas.
“¡Ay de vosotros, escribas y
fariseos, hipócritas! Porque devoráis las casas de las viudas y como pretexto
hacéis largas oraciones; por esto recibiréis mayor condenación.” Mat. 23:14.
Los fariseos son tomadores, no dadores, aunque pretenden
estar dando algo a cambio de las ofrendas y donaciones.
Esta práctica ocurre cada día en la
así llamada televisión y radio
“cristianas”. Los tele-evangelistas hacen grandes
promesas a sus televidentes potencialmente desplumables, que envían sus
contribuciones. “Envíame una donación de $ 50 y te enviaré esta unción desde
Israel”. La basura de “Jesús” que ofrecen es ridícula. Pulseras,
estudios bíblicos especiales, libros, paños de sanidad. Algunos prometen orar
por ti o enviarte un libro si les envías una donación ¿Qué pasa si no lo haces?
¿Estarán todavía dispuestos a orar por ti y a enviarte un libro? Estos trucos
promocionales son usados para aumentar su información y su base de apoyo.
Kathleen
era la viuda de un hombre benevolente. Después de su muerte se sintió obligada
a continuar su nivel de generosidad aunque no podía permitírselo. Conociendo su
vulnerabilidad, el presidente de un seminario la persuadió a dar una
contribución extraordinaria a su institución. Era apuntarse un tanto. Ella era
una creyente devota y asumía que con su contribución, estaba haciendo avanzar
la causa de Cristo. Poco sabía que esta escuela estaba corrompiendo la fe de
hombres y mujeres jóvenes con su currículo anticristiano y liberal. El devoró
su casa.
En
lugar de devorar las casas de las
viudas, deberíamos establecer nuestro corazón en devorar a Jesús. Jesús dijo: “De cierto, de cierto os digo: Si no coméis
la carne del Hijo de Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El
que come mi carne y bebe mi sangre, en Mí permanece y Yo en él.” Juan 6:53,56.
Sólo Él tiene palabras de vida eterna. Juan 6:67-68
HACIENDO PROSELITISMO
Jesús detestaba como los fariseos
ganaban prosélitos para el Judaísmo. “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos
hipócritas! Porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito (convertido
al Judaísmo), y una vez hecho, le hacéis dos veces mas hijo de infierno que
vosotros”. Mat. 23:15.
Un
prosélito es una persona que se ha convertido de su religión, fe, secta o
grupo, a la del que le está ganando como prosélito. Los fariseos no
hacían a nadie un favor por convertirlos al Judaísmo. En lugar de llevar a
otros a la fe y relación con Yahvé (Dios), les llevaban a sus observancias de
tradiciones, días y rituales; Por tanto, daban a entender, “Este es el camino, andad por él”. Al
hacer esto, colocaban a los demás bajo la servidumbre de la ley. Su motivación no era otra cosa
que aumentar su propia esfera de influencia.
Como
con los fariseos en los tiempos de Jesús, los Nicolaítas de hoy día
llevan a sus convertidos a creer que su salvación está asegurada mediante la
asociación con su forma de religión. Al hacer esto, predican a “otro Jesús” y
hacen a sus convertidos dos veces mas hijos del infierno que ellos mismos.
Jesús vino a hacer libres a los hombres. Atar a los demás a nuestras prácticas
religiosas es una ofensa para Él. Hemos de unir a las personas a
Jesús para hacerlas libres. “Si el Hijo
os libertare, seréis verdaderamente libres”. Juan 8:36
SANTURRONERÍA
Jesús detestaba la santurronería esnob de los fariseos. “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos,
hipócritas! Porque diezmáis la
menta, el eneldo y el comino y dejáis lo más importante de la ley, la justicia,
la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello.”
Mateo 23:23. Guardaban la letra de la
ley diezmando la “menta, el comino y el eneldo”, pero sin saber nada del
espíritu de la ley: “juicio, misericordia y fe”. Pensaban que guardando la letra de la ley, obtendrían la
justicia por las obras del Yo.
La santurronería es pensar que
nuestra justicia tiene algo que ver con lo bien que lo hacemos todo.
Sugiere que podemos apaciguar a Dios siendo buenos o haciendo buenas obras,
mediante el cumplimiento de la ley, o cosas absurdas como cumplir nuestras
obligaciones del domingo por la mañana. Los fariseos
guardaban la ley para ser salvos por la ley. Pablo declaró expresamente que “la letra mata, pero el Espíritu vivifica”.
2ª Cor. 3:6. Conocían la ley, pero no el Espíritu de la ley.
Los
santurrones pueden ser legalistas, arrogantes, altivos, religiosos, devotos,
odiosos, estrictos, juiciosos, críticos, ásperos, siempre aconsejando, viles,
peligrosos, y faltos de misericordia, compasión, amabilidad y generosidad. En contraste, el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad,
bondad, fe, mansedumbre y templanza. Gál. 5:22-23.
Nuestra
justicia no es la justicia de Dios. “Nuestra”.
“Suya”. ¡¿Ves la diferencia?! Su justicia puede ser nuestra sólo por la fe en Cristo, pero nuestros
intentos de justicia jamás pueden ser los suyos. Jesús es la
Justicia de Dios. Sólo Él cumplió la ley y los profetas. Mateo 5:7. Fil.3:9 nos recuerda que hemos
de ser hallados en Cristo, no teniendo nuestra propia justicia, que es por la
ley, sino la que es por la fe en Cristo.
Somos
la justicia de Dios en Cristo. 2ª Cor.5:21. No dice que “seremos”, “deberíamos
ser” o “casi somos”, dice que “somos”. Tiene que ver con ser y no con hacer. Somos porque Jesús nos ha hecho ser
quienes somos en ÉL a través de Su propia obra terminada en la cruz.
No hay nada en el hombre caído y de pecado que tenga el potencial para lograr
salvarse a sí mismo o para hacerle ser lo suficientemente bueno para que Dios
ponga su sello de aprobación sobre él.
HOMICIDIO
Jesús detestaba los corazones asesinos de los fariseos:
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque edificáis los
sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos y decís: ‘Si
hubiéramos vivido en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus
cómplices en la sangre de los profetas,así que dais testimonio contra vosotros
mismos, de que sois hijos de aquellos que mataron a los profetas”. Mateo 23:29-31. Por otra
parte, Jesús predijo que matarían y crucificarían a algunos de los profetas,
sabios y escribas que El enviaría. “Y de
ellos, a unos mataréis y crucificaréis,
y a otros azotaréis en vuestras sinagogas, y
perseguiréis de ciudad en
ciudad; para que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado
sobre la tierra.” Mat. 23:34-35.
Jesús
dijo a los judíos incrédulos en Juan 8:44:
“Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre
queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en
la verdad porque no hay verdad en él”. Si Jesús dijo que el diablo era
homicida y que los judíos incrédulos eran sus hijos, la implicación era que
ellos, eran también homicidas. Jesús ya había afirmado previamente que ellos
buscaban matarle. Juan 8:31.
Si pudieran, los fariseos no arrepentidos
en el sistema de la iglesia hoy,
matarían a todos aquellos que amenazaran destronarlos de sus diminutos imperios. Es la cizaña que ha crecido entre el trigo.
En Mateo 13:24-30, Jesús dijo que sería exactamente así.
Los
Nicolaítas hoy matan espiritualmente a las ovejas de Dios cuando las usan para
su sórdida ganancia personal.
Yo
fui a un seminario en mi juventud en el ministerio. Me enseñaron que los milagros no eran reales y que
mucho de lo que decía el Antiguo Testamento, eran meros mitos. Me enseñaron la religión, pero
la religión no tenía vida. Era joven, fácilmente impresionable y no
estaba bien fundamentado en la palabra y en el Espíritu. En lugar de ser
edificado en la fe, caí en bancarrota espiritual. Finalmente me convertí en un
ateo profeso hasta mi conversión radical años más tarde.
Las
Escrituras nos exhortan a apartarnos de aquellos que tienen apariencia de
piedad, pero niegan su poder. 2ª Tim. 3:5.
Estos Nicolaítas del presente,
que llevan las marcas de los fariseos, son los porteros de la Babilonia
espiritual. Babilonia es la Gran Madre de las Rameras.
Apocalipsis 17:5. Su
otro nombre es Jezabel. Ella es la titiritera detrás del escenario y que mueve
los hilos de los Nicolaítas en las iglesias
hoy.
Estoy de acuerdo, la salvación es por fe, pero esa fe produce frutos y la necesidad de guardar los mandamientos del Eterno son un fruto del Espíritu, por lo tanto querer reposar y tener un encuentro especial con El en el día que santificó debería ser una necesidad.
ResponderEliminarMuchas gracias Karin, "por sus frutos los conoceréis".
ResponderEliminarSolo ama el que entra y vive en la gracia, eso es entrar en Su reposo: "No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley" (Romanos 13:8).
Ver http://txemarmesto.blogspot.com.es/2012/07/sabado-o-domingo.html
Bendiciones en Cristo.