Velo del templo rasgado, tipo de la circuncisión del corazón: Cuando el velo del alma se rasga, el espíritu tiene paso libre para fluir. |
ESTUDIO-VIDA DE GÉNESIS
MENSAJE CUARENTA Y
SIETE
CONOCER LA GRACIA
PARA CUMPLIR EL PROPOSITO DE DIOS:
LA CIRCUNCISION CONFIRMA EL PACTO DE DIOS
4) El pacto de Dios confirmado
(Nota: Las anotaciones en letra azul son del blog)
...
d) El pacto
confirmado con la circuncisión
Si queremos que Dios nos sea añadido y se
amplíe, debemos ser circuncidados.
El pacto que Dios hizo con
Abraham en Génesis 15 fue confirmado en Génesis 17 con la circuncisión. No era necesario que Dios lo confirmara
nuevamente, pues ya lo había confirmado una vez, pero el pacto tenía que ser
confirmado por parte de Abraham.
Dios fue fiel a Su pacto,
pero Abraham no lo fue porque había usado su fuerza natural para producir a
Ismael. Puesto que Abraham usó su energía natural con Agar para producir
a Ismael, lo cual causó un problema, Dios confirmó Su pacto al mandar
que Abraham fuese circuncidado (17:9-11,13).
En el Nuevo Testamento
encontramos el significado de la circuncisión. Ser
circuncidado espiritualmente equivale a despojarse de la carne, del ego y del
hombre viejo. En Colosenses 2:11-12 dice: “En Él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano,
al despojaros del cuerpo carnal, en la circuncisión de Cristo; sepultados
juntamente con Él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados juntamente
con Él, mediante la fe de la operación de Dios, quien le levantó de los
muertos”. La circuncisión se relaciona con despojarse de la carne, el viejo
hombre; no se trata de eliminar el pecado. En realidad, la circuncisión no tiene nada que ver con eliminar el pecado; se trata
de ser crucificado y sepultado juntamente con Cristo. La circuncisión
significa aniquilar el ego y matar la carne. Abraham usó su carne en Génesis 16, pero en Génesis 17 Dios quería
cortar de raíz su carne. En Génesis 16 él había usado la energía de
su fuerza natural, pero en Génesis 17 su fuerza debía ser erradicada.
En esto consiste la circuncisión.
Tenemos el mismo
problema ahora. Mientras permanezca nuestra fuerza natural, Dios
difícilmente podrá intervenir y ser nuestro todo y cumplir Su propósito.
Dios desea entrar en nosotros para ser nuestro todo, pero nuestra carne,
nuestro ser y nuestra fuerza naturales, nuestro viejo hombre y el viejo yo,
impiden que Dios sea nuestro todo. Este ego, el viejo hombre, debe
ser aniquilado. Debe ser circuncidado, es decir, crucificado.
Quiero darle la buena noticia de que nuestro
viejo hombre ya fue crucificado
(Ro. 6:6). En el caso de Abraham, él había de ser crucificado, pero
en el nuestro, ya fuimos crucificados. Todos debemos ver
eso, reconocerlo, y aceptarlo por la fe. Por la fe podemos declarar
que nuestra carne, nuestro hombre natural con su fuerza, ya fue crucificado: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y
ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Gá. 2:20). Todos debemos vivir con
la consciencia de que el viejo hombre, el ego, ya fue crucificado. Si declaramos eso y vivimos conforme a ello, entonces el Dios de resurrección podrá entrar en nosotros, ser
nuestro todo y llevar a cabo Su economía.
La circuncisión es una señal, un sello, de la
justificación por la fe
(Ro. 4:11). No obstante,
muchos cristianos descuidan esta señal. Tal vez entiendan y declaren que
fueron justificados por la fe, pero después de ser justificados por la fe, carecen de la señal del aniquilamiento del
ego. ¿Cómo puede usted mostrar que ya Dios lo justificó? Usted debe llevar
una vida en la cual el ego es aniquilado. Debe
mostrar que ya no vive por sus propios esfuerzos sino
por Cristo. Entonces su vida demostrará que usted fue justificado.
Llevar una vida crucificada en la resurrección de Cristo es una señal de
nuestra justificación. Supongamos que yo, una persona salva y justificada por
Dios, sigo viviendo, actuando y laborando por mí mismo, haciendo todo por mis esfuerzos. En ese caso, a
cualquiera le costará trabajo reconocer que soy una persona justificada. Quizás
la gente hasta dude que yo sea salvo. Pero si llevo una vida crucificada, despojándome de mí mismo y tomando a Cristo como mi vida, nadie
podrá dudar de que fui justificado por la fe. Todos dirán: “¡Alabado sea el
Señor! Sin lugar a dudas, este hermano fue justificado por Dios”. La vida en la
cual el ego es aniquilado constituye una señal y un sello de nuestra
justificación.
La confirmación del
pacto con la circuncisión estaba relacionada con la simiente y la Tierra, las
cuales cumplen el propósito de Dios (17:2-8). Si queremos cumplir el propósito
eterno de Dios, que consiste en que el hombre lo exprese y lo represente,
debemos tener a Cristo como nuestra simiente y como nuestra tierra. Si queremos tener a Cristo como la simiente y la tierra para cumplir el
propósito de Dios, debemos ser circuncidados y llevar una vida crucificada.
La circuncisión sirve para cumplir el propósito de Dios. Cuando la carne, el
ego, y el viejo hombre han sido aniquilados, la puerta queda abierta para que Dios entre y produzca a Isaac (Cristo
formado en nosotros).
Entre los judíos, la
circuncisión siempre se administraba en el octavo día
(17:12). El octavo día era el primer día de una
nueva semana y denotaba un nuevo inicio,
un nuevo comienzo en resurrección. Cuando llevamos una vida
crucificada, tenemos un nuevo comienzo en resurrección. Cuando rechazamos y nos
negamos a nuestro ego y llevamos una vida crucificada, tenemos inmediatamente
un nuevo comienzo en resurrección. Quizás usted esté casado desde hace muchos
años, pero si hoy empieza a llevar una vida crucificada, tendrá un nuevo
comienzo en resurrección en su matrimonio, y éste será renovado. La circuncisión siempre viene al octavo día. En otras palabras, cuando
llevamos una vida crucificada, estamos en resurrección.
Todos los
incircuncisos están excluidos de este pacto. En Génesis 17:14, Dios le dijo a Abraham: “Y el varón incircunciso, el que no hubiere
circuncidado la carne de su prepucio, aquella persona será cortada de su
pueblo; ha violado mi pacto”. Esto también es válido ahora. Si no llevamos una vida crucificada, estamos despojados de Cristo, de la
vida de iglesia, y de la suministración de la ubre divina. Cuando no
estamos dispuestos a ser circuncidados, no podemos cumplir el propósito eterno
de Dios. Ahora el deleite
que tenemos de Dios, nuestro vivir por Cristo, y nuestra práctica de la vida de
iglesia dependen de una sola cosa: la
circuncisión, es decir, llevar una vida crucificada.
e) La promesa del
nacimiento de Isaac
En Génesis 17:15-21
vemos la promesa del nacimiento de Isaac más claramente que nunca. Sabemos que
esta promesa es más específica porque se menciona el nombre Isaac, y porque su
madre fue designada. En los capítulos anteriores, Dios dijo que le daría a
Abraham una simiente y que Abraham la produciría, pero Dios no
mencionó que la simiente habría de venir de Sara. Tampoco dijo que la simiente
se llamaría Isaac.
Sin embargo, en estos versículos vemos que Dios prometió claramente que la
simiente sería Isaac y que éste nacería de Sara.
(1) Después de que
Abraham había envejecido
y estaba como muerto, y Sara ya no podía tener hijos
La promesa del
nacimiento de la simiente fue confirmada claramente cuando Abraham envejeció y
cuando Sara ya no podía tener hijos. Es posible que Abraham le haya dicho a
Sara: “Sara, tengo cien años de edad y tú
noventa. Me estoy muriendo y tu matriz se ha cerrado. Ya no somos nada y no podemos hacer nada”. Es maravilloso
convertirse en nada, pues entonces el Todopoderoso que tiene ubre puede venir y
hacerlo todo por nosotros. Quisiera tener cien años de edad y no ser
nada. El hecho de no ser nada le proporciona al Todopoderoso, al que todo lo
suministra, la mejor oportunidad de alimentarme y abastecerme con todo lo que a
Él le plazca. A veces a
Dios le gustaría darme una nueva porción de leche, pero yo digo: “No, todavía
tengo otra posibilidad, tengo algo de energía, algo de fuerza”. Todos
debemos ser como una persona de cien años de edad. Pero no intenten actuar como
si ya tuviesen cien años de edad. Después de leer este mensaje, que le exhorta
a tener cien años de edad y a no ser nada, usted quizás haga como si tuviese
cien años. Pero no puede algo reducirse a nada de la noche a la mañana. El
Señor sabe lo que todavía tenemos. No obstante, el principio es éste: todos debemos ser
nada para que el Todopoderoso que todo lo provee venga y sea nuestro todo con Su ubre abastecedora,
a fin de proporcionarnos lo que necesitemos.
(2) No por la
fuerza natural de Abraham
sino por la visitación de Dios
Después de que Abraham y Sara llegaron
a ser nada,
Dios prometió que Isaac de nacería de Sara (17:16, 19, 21). Esto significa que
el nacimiento de Isaac no fue el resultado de la energía de Abraham y Sara,
sino de la visitación de Dios llena de gracia. En Génesis 18:10, 14 vemos
claramente que el nacimiento de Isaac se debió a que Dios había
vuelto a Abraham en el tiempo de la vida. Su visitación a Abraham, llena de
gracia, incluía la nutrición y el suministro que le proporcionaba de todo lo
que Él era. Dios tenía que ser la ubre que suministraba la leche que
Abraham necesitaba para producir a Isaac. Isaac no fue producido por ningún
elemento del ser natural de Abraham; fue producido por el suministro completo
de Dios, que brota de la ubre divina.
(3) Ismael, la
simiente producida por la carne,
es rechazado por Dios
Ismael, la simiente
producida por la carne, fue rechazado por Dios (17:18; 21:10). Todo lo que hagamos con nuestra capacidad o con nuestro ego natural será
rechazado por Dios. Es
probable que usted haga buenas cosas y guarde la Ley, pero será rechazado por
Dios. Todo lo que vivamos, hagamos u obremos por nuestro yo y por el hombre
natural será completamente rechazado. Pocos cristianos entienden que aun su bondad natural es rechazada por
Dios. Todo lo que hagamos por nuestro ego, nuestra fuerza natural, nuestra
capacidad natural, o nuestro hombre natural, por muy bueno que sea, será
rechazado por Dios.
(4) Isaac, la
simiente producida
por la gracia de Dios,
confirmado para cumplir el propósito de Dios
Sólo Isaac, la
simiente producida por la gracia de Dios, por la suministración de la ubre
divina, fue confirmado para cumplir el propósito eterno de Dios (17:19, 21;
21:12; Ro. 9:7-9). Dios sólo honrará lo que procede
de Él porque sólo la simiente producida por Él mediante el suministro de Su
gracia puede cumplir Su propósito. Esto significa que Dios sólo
honrará a Cristo, y no lo que salga de nuestro ego, de nuestro hombre natural.
Sólo el Cristo
que experimentamos de la ubre divina como nuestro suministro de
gracia puede cumplir el propósito de Dios. Sólo este Cristo será confirmado como la verdadera
simiente que cumple el propósito de Dios. Nuestro Ismael fue rechazado, pero
nuestro Isaac, es decir, Cristo, ha sido y será confirmado en la economía de
Dios.
Ahora
podemos ver lo que es la gracia. La gracia significa
que Dios nos trasmite algún elemento Suyo para ser nuestro suministro, y que este suministro se
convierte en el elemento mismo por el cual producimos a Isaac a fin de cumplir
el propósito eterno de Dios. Después de ser llamado Abraham, aprendió a vivir por la fe en Dios en lo relacionado con su subsistencia.
Luego, a partir de Génesis 15, Dios empezó a adiestrarlo en el conocimiento de la gracia para cumplir Su
propósito. Vimos eso claramente en los capítulos quince, dieciséis y
diecisiete. Nuestro ego, nuestra
carne, nuestra fuerza natural, nuestro hombre natural, y nuestro viejo hombre
deben ser llevados a su fin para que tomemos a Dios como nuestro suministro y
para que algo (Alguien: Cristo) del ser de Dios se forje en nosotros (hijitos míos por los que
vuelvo a sufrir dolores de parto hasta que Cristo sea formado en vosotros –Gál. 4:19) con la finalidad de ser el elemento que produzca a Isaac a fin de que
así se cumpla la promesa de Dios. En esto consiste la gracia.
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