No estoy diciendo, “regresemos a Pentecostés”. Estoy diciendo, “¡AVANCEMOS!” (G.H.Warnock) |
¿Quiénes
sois?
George
H. Warnock
Este libro rezuma tanta unción que lo leímos de un tirón. Es la palabra que necesitamos, que España, Europa y el Mundo anhelan. Solo esto llevará la iglesia a morar por experiencia en los Lugares Celestiales, para vencer en el Día del Señor.
Una vez más damos las gracias a Carlos Jiménez Cortés (Ekleto) por estar atalayando el horizonte y darnos cuenta de sus avistamientos.
Una vez más damos las gracias a Carlos Jiménez Cortés (Ekleto) por estar atalayando el horizonte y darnos cuenta de sus avistamientos.
Los comentarios parentéticos en letra pequeña de color azul no son del autor, sino del blog.
Los que prefieran el texto sin los resaltados pueden descargarlo lo directamente en el enlace:
"Porque no tenemos lucha contra
sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los
gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de
maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios,
para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar
firmes" (Efesios 6:12, 13)
Contenidos
Introducción
Capítulo
1 – Los ejércitos del Cielo
Capítulo
2 – El Día del Señor
Capítulo
3 – La Batalla es del Señor
Capítulo
4 – El Secreto de nuestra victoria
Capítulo
5 – Discerniendo el Bien y el Mal
Capítulo
6 – Penetrando en los Lugares Celestiales
Capítulo
7 – La Sabiduría de la Cruz
Primera
Impresión, 1985
Quinta
Impresión (Ampliada) Agosto, 1995 (Colombia, Sudamérica)
¿Quiénes sois? – George Warnock
Capítulo 1 – Los ejércitos del Cielo
“Entonces vi el cielo abierto; y he aquí
un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con
justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza
muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo.
Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS.
Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le
seguían en caballos blancos. De su boca sale una espada aguda, para herir con
ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del
vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. En su vestidura y en su muslo
tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.” (Apoc. 19:11-16).
En
este día de temor y ansiedad, de inquietud entre las naciones, ¡Qué confianza
produce poder mirar en las Escrituras y recibir una visión de los planes de guerra
de Dios y saber que el Comandante en jefe de los ejércitos de los Cielos, está
a punto de irrumpir en la escena de la depravación y futilidad humanas,
montando sobre un caballo blanco de justicia y poder, y llevando a Sus
ejércitos a la batalla y a la victoria totales!
Qué
confianza saber en esta hora en que los corazones de los hombres les fallan por
temor, en que reyes y gobernadores y presidentes de naciones se frustran en sus
intentos por resolver las crisis de las armas nucleares y por establecer un
fundamento para la paz… saber que hay Uno que ha conquistado, y que por el
decreto de Dios se sienta ahora mismo a la diestra del poder y de la autoridad
de Dios, gobernando y reinando “en medio de Sus enemigos”… pero que simplemente
espera el programa de tiempo de Dios, y la señal del trono por parte del eterno
Jehová Dios, para cargar en la batalla contra el Enemigo, y poner fin al
reinado del mal.
Y también saber que nosotros, si somos
tenidos por “fieles y verdaderos”, seremos parte de ese ejército que seguirá al
Hijo de Dios al salir Él a la batalla en el Gran Día del Dios Todopoderoso.
Esta es la gente que no solo profesa tener FE y VERDAD; sino que la fidelidad y
la veracidad han sido forjadas en su propio ser, al haber aprendido la
obediencia por medio las cosas que han sufrido y habiendo seguido al Señor en
todos Sus caminos.
La
Iglesia de Jesucristo fue destinada y equipada con el escudo de Dios para ser
una Iglesia de guerra. No estamos negando que no haya luchado una valiente
guerra con las fuerzas del mal a lo largo de su larga historia, pero con
demasiada frecuencia, ha sufrido derrota, bien porque no conocía la estrategia
del Enemigo, o porque no se confinó a sí misma en esas armas espirituales que
Dios le había dado para la batalla y para la eventual victoria. No obstante, en
medio y a través de todo ello, Dios no ha abandonado la declaración de Su Hijo:
“Edificaré Mi iglesia y las puertas del
Hades no prevalecerán en contra de ella” (Mateo 16:18).
Las
derrotas del pasado (y ha habido muchas), no alteran los propósitos de Dios;
porque en la sabiduría de la Cruz, Dios aún tomará todas las maquinaciones del
Maligno, cuya intención es destruir al pueblo de Dios, y las entrelazará con
Sus propios propósitos para
que el Enemigo sea atrapado en sus propias maquinaciones y caiga en el mismo
mal que él pensaba traer sobre los escogidos de Dios.
La victoria final de Sansón
La
historia de Sansón toma un significado hermoso para aquellos de nosotros que
vivimos en los últimos días. Ahora
mismo casi nos avergüenza admitir que somos parte de la “Iglesia”, cuando nos
vemos a nosotros mismos como Sansón: atados por los sistemas del mundo de los
Filisteos, moliendo el trigo para los enemigos de Dios, y tan ciegos en nuestro
corazón, que pensamos que tenemos victoria y triunfo en medio de todo ello.
Pero un día—y pensamos que
está comenzando a suceder—los cabellos de la cabeza de Sansón crecerán de
nuevo, y su fortaleza será renovada. Estamos comenzando a reconocer que Dios quiere que seamos
un pueblo distinto y separado en la tierra, “en el mundo, pero no de él”.
Estamos comenzando a darnos cuenta de que nuestro llamamiento es celestial, que
nuestra batalla está en los lugares celestiales.
Un día, cuando
el corazón de Sansón comenzaba a volverse hacia Dios-en su debilidad, en su
ceguera y en su esclavitud—llega al lugar donde está preparado para poner su
vida si es que de ese modo él puede ser vengado de los Filisteos y traer
liberación al pueblo de Dios. “Dejadme morir con los
Filisteos”, clamó él, al inclinarse sobre los pilares en la Casa de Dagón,
y destruir las hordas de los Filisteos en un golpe masivo. El resultado es que mató a un
número mayor con su muerte que el total de los hombres que mató a lo largo de
toda su vida—con todo lo espectaculares y dramáticas que hubieran sido
sus actividades en sus años previos.
Amados,
vamos a ver el verdadero significado de todo esto cuando la Iglesia de Jesucristo comience a darse cuenta
de la grandeza de su esclavitud:
Cuando descubra que ha sido cegada en su entendimiento, y que ni siquiera sabía que era una
herramienta dispuesta del sistema del mundo. Cuando se dé
cuenta de que ha estado moliendo maíz para los Filisteos, pensando en medio de
todo ello que estaba trabajando para Dios.
Cuando su
voto nazareo de separación para el
Señor sea renovado y su cabello de gloria sea restaurado.
Cuando se
dé cuenta repentinamente de haber sido
un hazmerreír del mundo, y no su amigo…
Cuando se
dé cuenta de que ha sido guiada por un
muchacho de los Filisteos, y no por la mano de Dios.
Y
cuando esté finalmente preparada para poner su vida, y de ser
así, poder conocer el poder del Cristo
resucitado obrando en ella.
“Porque nosotros que vivimos, siempre
estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de
Jesús se manifieste en nuestra carne mortal.” (2ª Cor. 4:11).
Amados,
Dios está preparando un ejército que salga en el Día del SEÑOR para poner
final al reinado del Mal y librar al pueblo de Dios de su opresor. No están siendo reclutados por tener
capacidades políticas o militares o por saber como involucrarse en programas
humanos; sino porque como el Sansón de antaño, han descubierto la locura y la futilidad de todo esto, y
están ahora preparados para aprender el arte de la guerra, cuyas únicas armas
son ESPIRITUALES Y CELESTIALES, “y
poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas” (2ª Cor. 2:4).
Y
vamos a descubrir, al avanzar en este mensaje, que si no estamos vestidos con
nuestra armadura espiritual, e involucrados en la batalla en el Espíritu de
Dios en los lugares celestiales, no conoceremos otra cosa que la derrota aquí,
en los ámbitos terrenales.
Capítulo 2 – El Día del Señor
Generalmente
las enseñanzas sobre la venida del Señor están asociadas con doctrinas sobre la
gran tribulación, controversias sobre si Él vendrá antes, durante o después de
la tribulación. La tribulación parece ser el asunto principal. ¿Perdemos o no
el enfoque de todo el asunto? Lo que está claro en las Escrituras es que la tribulación coincide con
el Día del Señor. Es un tiempo de gran conflicto y oscuridad, si, pero es el
amanecer del nuevo día de Dios—algo que el pueblo de Dios a menudo
ignora. Pablo nos dice:
“La noche está avanzada, y se acerca el
día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la
luz.” (Romanos 13:12).
¿No queda claro a partir de esto que el
Día del Señor ha de ser deseado más que la noche en la que ahora vivimos? ¿Quién querría perderse la luz del nuevo
día de Dios? Especialmente cuando Él nos dice claramente que Él ha provisto
para nosotros la “armadura de la luz”. Si, claro, habrá oscuridad en el mundo a nuestro
alrededor en ese día. Pero no se llama “La noche del Señor”. ¡Es el DÍA de
Dios! Sólo esto debería hacer que el pueblo de Dios se parase y considerara en
su corazón. “Ahora bien… ¿Por qué razón querría yo perderme ese DÍA al
que todos los profetas se referían, y que es mencionado frecuentemente en el
Nuevo Testamento como la esperanza del pueblo de Dios?
“Porque vosotros sabéis perfectamente que
el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche” (1ª Tes. 5:2). Pero no debemos quedarnos ahí. “Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os
sorprenda como ladrón. Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos
del día; no somos de la noche ni de las tinieblas. Por tanto, no durmamos como
los demás, sino velemos y seamos sobrios. Pues los que duermen, de noche
duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan. Pero nosotros, que
somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de
amor, y con la esperanza de salvación como yelmo. Porque no nos ha puesto Dios
para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo”
(v.4-9). ¿No queda claro por este pasaje que no tenemos una
cita con la ira de Dios, por causa de la armadura que nos ponemos, el escudo de
la fe y del amor, y el yelmo de la salvación? ¿Por estar equipados
completamente con la armadura de Dios y no porque él nos arrebate de la
batalla?
Fíjate
en la vestidura de la batalla del pueblo de Dios en el Día del SEÑOR. Es la “armadura de luz”, “el escudo de la fe y del
amor; y por yelmo, la esperanza de la salvación.” ¡DIOS HA PROVISTO ARMADURA PARA SU PUEBLO—NO ALAS!
Y si sabemos estas cosas, Dios nos ayude a ponernos “toda la armadura de Dios”.
Dios quiere un pueblo preparado para la batalla, y la armadura que Él
provee es totalmente suficiente para nosotros para “estar firmes en el día malo.” (Lee Efesios 6:10-18).
Este
es un Día de mezclas. El Día del SEÑOR tratará con esta horrible corrupción que
abunda en la tierra y especialmente con la MEZCLA que ha caracterizado al
pueblo de Dios. Con frecuencia somos contaminados con la corrupción del
mundo porque habitamos en medio mismo de ello, y no siempre somos conscientes
del efecto que está teniendo en nuestras mentes y espíritus. Jesús nos advirtió
que por causa de la abundancia de la iniquidad a nuestro alrededor, el amor de
muchos se “enfriaría”.
Es fácil deslizarse en el camino del
mundo sin darse cuenta de que el mundo y sus sistemas son los enemigos de Dios “y
el que es amigo del mundo, es enemigo de Dios” (Santiago 4:4).
Necesitamos
orar que Dios nos muestre tal exhibición y peso de Su gloria en medio de
nosotros para que podamos reprobar al mundo de pecado, como deberíamos estar
haciendo. No quiero decir con esto que sea a través de mucho hablar y de
apuntar con dedo acusador: Me refiero con esto a vivir expresando la vida de Cristo en el mundo,
que el mundo sea confrontado con el ojo de Dios, que todo lo ve, y sepa que es
Dios mismo quién los está reprobando “de
pecado, de justicia y de juicio” (Juan 16:8). Sin esta manifestación de Su
gloria, ¡Qué desvalidos estamos! Y así, lo mejor que sabemos hacer es conseguir
que los legisladores se pongan de nuestra parte, y tratar de cortar las
pequeñas ramitas y brotes de degradación que siguen creciendo del árbol
corrupto de nuestra sociedad. Pero a menos que el árbol sea cortado de raíz—por
cada ramita de corrupción que tratemos de cortar en el brote, dos más crecerán
en su lugar. ¡El plan de Dios es echar abajo el árbol! Y nosotros que conocemos
a nuestro Dios, y que sabemos lo que es el Día del SEÑOR, nos gozaremos cuando
el Señor haga la oscuridad y el mal para los hacedores de maldad, y traiga luz
y paz a los que aman la verdad. Porque Él ha declarado:
“Yo formo la luz y creo las tinieblas, que
hago la paz y creo la adversidad. Yo Jehová soy el que hago todo esto. Jehová
el Creador. Rociad, cielos, de arriba, y las nubes destilen la justicia; ábrase
la tierra, y prodúzcanse la salvación y la justicia; háganse brotar
juntamente.” (Isaías 45:7-8). ¡Esto es exactamente el significado del Día del SEÑOR!
Dios aborrece la mezcla y llama a Su
pueblo a hacer una diferencia entre lo puro y lo impuro, a conocer la
naturaleza del bien y del mal, y trazar una línea divisoria entre la luz y la
oscuridad:
“!Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a
lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen
lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! ” (Isaías 5:20).
Una
vez más, en este Día del SEÑOR que viene rápidamente sobre nosotros, Dios va a “dividir la luz de la tinieblas”. Una vez más, la luz será
llamada día, y las tinieblas serán llamadas noche. Sólo la revelación de Su gloria puede hacer esto.
Intentemos, si es que podemos, meternos en el ámbito político con una pala,
para quitar la oscuridad, y la oscuridad permanecerá… y será aún más oscura.
Intentemos, si es que podemos, movilizarnos, marchar y hostigar a los hacedores
de maldad, y no conseguiremos nada. Cuando la luz es rechazada, la oscuridad es
el resultado inevitable. Y como veremos más tarde en este mensaje, si la luz es persistentemente
rechazada, Dios mismo enviará una mayor y mayor oscuridad, hasta el punto de
que los hombres no conocerán la diferencia, y el mal será llamado el bien y la
oscuridad, la luz.
Este es un Día de Engaño
Dios
nos dice que llegará el tiempo en que Él mismo enviará “un poder engañoso para que crean la mentira (LA MENTIRA)”. (2ª Tes.
2:11). Y la razón es mencionada claramente: “Porque no recibieron el amor de la verdad para ser salvos (V. 10).
Una rebelión consistente y
persistente contra Dios hace que Dios aparte Su protectora mano de gracia, y
por tanto, provocando un aumento y una multiplicación de la oscuridad que ya
hay.
En
este sentido solamente Dios “crea el mal”. Es el juicio de Dios en contra de la
iniquidad. Y tanto si somos creyentes o no, esto debería producir en nosotros un temor santo. Un poco de desobediencia por
nuestra parte puede producir una medida de oscuridad. Dios sea
misericordioso en esa hora—para que podamos reconocer la oscuridad y regresar
corriendo a Sus brazos, Sus brazos extendidos de amor y de perdón. Da miedo ver
a hombres y mujeres que pensábamos que habían conocido al Señor de forma muy
real… deslizándose hacia áreas de engaño y oscuridad que son completamente
ajenas al amor de la verdad. En
algún lugar Satanás encontró un paso, gradualmente se posicionó ahí, hasta que
casi parecía que no quedaba ninguna esperanza para ellos.
¡Qué
tarea tan interminable tendríamos en nuestras manos si hubiéramos de comenzar a
nombrar todas las áreas diferentes de engaño! La provisión de Dios y el antídoto para este peligro es
que tú y yo caminemos en la verdad. Jesús dijo, “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.” (Juan 8:32).
Pero sentimos que hay que mencionar este mal del divorcio que corre libremente
estos días; y advertir al pueblo de Dios especialmente, que Satanás está promoviendo esta avalancha de divorcio e infidelidad
que está sobrecogiendo a la iglesia. El hogar cristiano es una “iglesia” en miniatura, y el
Enemigo sabe que si es victorioso en el hogar, automáticamente tiene victoria
en la iglesia. Debemos guardarnos contra el engaño que está alcanzando a
muchos, especialmente cuando el marido y la esposa comienzan a creer la mentira
de que no se han casado con el cónyuge espiritual apropiado-y que
realmente Dios jamás los unió el uno al otro—que fue su propia equivocación, y
que por tanto, aún deben encontrar al que realmente Dios preparó para ellos. Hemos recibido información de
fuentes distintas de que hay brujas y brujos orando y ayunando para que se
rompan los hogares cristianos. No seamos hallados entre el gran número
de los que echan la culpa a Dios del ataque de brujas y brujos.
No
estoy juzgando al pueblo de Dios. Sé que con mucha frecuencia, una parte inocente es involucrada,
y que hijos inocentes son frecuentemente las víctimas. Han surgido
situaciones muy complejas como resultado de matrimonios que tuvieron lugar
cuando uno o ambos cónyuges no eran creyentes. Lo único que puedo decir es que
si has sido atrapado en situaciones para las que no conoces la salida… Dios
todavía puede producir orden del caos, y llevarte a un lugar de REPOSO en Él,
al buscar Su voluntad para tu vida e ir hacia ese lugar de entrega total. Y si
eres la parte culpable, también hay esperanza para ti—y gracia. Pero el primer paso para salir de tu esclavitud será admitir que Dios
está en lo correcto y que tú estás equivocado. Y entonces, tendremos
esta promesa condicional.
“Por si acaso Dios les da el
arrepentimiento que conduce al pleno conocimiento de la verdad, y volviendo en
sí, escapen del lazo del diablo, habiendo estado cautivos de él para hacer su
voluntad.” (2ª Tim. 2:25,26). Si insistes en tu inocencia, y te aferras al
engaño de que “Dios me llevó a hacer eso”—esto sólo puede llevarte a un engaño
mayor. Una vez que puedes decir desde tu
corazón: “Dios, Tú estás en lo CORRECTO y yo estoy EQUIVOCADO”, entonces la Biblia dice, “por si acaso”
descubres la gracia del arrepentimiento. Porque, recuerda, el arrepentimiento no es algo que
puedes hacer cada vez que te apetezca… o posponerlo
hasta que hayas obtenido lo que querías conseguir con tu desobediencia. Dios debe proveer la gracia para ello,
si es que ha de ser verdaderamente genuino y con carácter redentor en su
naturaleza.
Hablamos
de un área de engaño que ha alcanzado a muchos en el pueblo
de Dios, y lo prevaleciente que se ha vuelto en la Iglesia. Y
pensamos que es evidente
que esta tendencia a la infidelidad en el hogar ha venido por medio de
seducciones del mundo que nos rodea. Pablo nos dice que por la operación
de la Cruz, él estaba “crucificado al
mundo” y “el mundo le estaba
crucificado a él”. (Lee Gál 6:14).
Este
es el verdadero problema. La mayoría de nosotros en la Iglesia no hemos
conocido ni reconocido, ni nos hemos preocupado suficientemente para seguir a
esta clase de identificación con la Cruz de Cristo. ¡“La ofensa de la
Cruz” casi ha
cesado! El evangelismo moderno ha presentado muy bien a la Cruz de Jesús como
la salida fácil para ti y para mí. Jesús murió en la Cruz… de modo que
asumimos que no hay cruz que tengamos que cargar el resto de nosotros. La
palabra “ofensa” es “skandalon” en griego, de donde obtenemos la palabra
inglesa “escándalo”. El escándalo de la Cruz apenas está ahí—especialmente en
nuestro mundo occidental. No
queremos convertirnos en un objeto de escándalo que viene cuando tomamos la
cruz y Le seguimos. Y de este modo, nos unimos al mundo pensando que el
mundo será como nosotros, y no
consideraremos por más tiempo que realmente seamos tan distintos de ellos. “Puedes unirte a tu
iglesia, y pasártelo muy bien. Puedes servir a Dios y pasártelo fenomenal… Dios
lo quiere así.” Pero Santiago nos advierte:
“¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la
amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser
amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.” (Santiago 4:4). ¡Que acusación! Decimos que
tenemos que ser amigos del mundo para ganarlos. Dios dice que si eso es lo que
haces, ¡te conviertes en Su enemigo!
Cuando
el rey de Moab no pudo persuadir a Balaam el hechicero para que maldijera al
pueblo de Dios (porque Dios
tomó el control de su lengua, sin cambiar su corazón, Dios puede hacer eso, ya
lo sabes… justo el día antes había tomado control de la lengua del asno
sin cambiar su corazón…)--¿Sabes lo que hizo Balaam? Sugirió a Balac que invitara al pueblo de Dios a
una de sus orgías y que los atrapara de ese modo. ¡Y funcionó! Miles de
ellos cayeron en la trampa, al contaminarse con los encantamientos y las
trampas de los dioses de Moab. El pueblo de Dios se corrompió.
El que está en medio de Su pueblo con
ojos de llama de fuego, viene a purgar al pueblo de Dios de la doctrina de
Balaam. ¡Señor, bautízanos en
frescura—con el Bautismo del Espíritu Santo y fuego!
La gloria de Dios viene a Su templo
Pueblo
de Dios, sigamos clamando para que Su gloria vuelva a Su Templo…
para que Su Presencia vuelva a brillar en medio de nosotros. Pero amados,
comprendamos las implicaciones de que la gloria de Dios vuelva a morar en medio
de Su pueblo. Él puede bendecirnos desde el Cielo, y derramar
Sus dones sobre nosotros en nuestra condición carnal. Pero cuando Él regrese en
la plenitud de Su Presencia permanente en medio de nosotros, ES PARA SER
NUESTRO CAPITÁN Y SEÑOR. Él viene a limpiar y purgar a Su pueblo. Viene a tomar
el control. Y por tanto, tan deseable como pueda ser todo esto,
comprendamos que es también algo muy temible.
Fue justo después de que la gloria del
SEÑOR hubiera pasado por entre las huestes de Israel (en el poderoso bautismo
de la nube), que Egipto fue repentinamente confrontado con los juicios de Dios.
La gloria que era luz para el pueblo de Dios, repentinamente se volvió negra
oscuridad al enemigo. Dios había dividido la luz de la oscuridad—para que el
enemigo no se acercara al pueblo de Dios a lo largo de toda la noche.
Fue
justo después de que la gloria del SEÑOR hubiera aparecido a la congregación en
el desierto, y de que el fuego de Dios irrumpiera desde Su presencia para
consumir la ofrenda quemada de Su pueblo…que Nadab y Abiú decidieron preparar una hoguera por sí
mismos.
“Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron
cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, sobre el cual pusieron
incienso, y ofrecieron delante de Jehová fuego extraño.” Inmediatamente fueron
consumidos por el fuego devorador de la gloria de Dios. ( Lee Lev. 10:1-2).
Ahora
bien, ¿qué era lo malo del incienso que habían ofrecido? ¿Es que no estaban
haciéndolo delante del Señor? Pero esa no era la cuestión. Estaban
haciendo algo que Dios no les había llevado a hacer… algo “que Él no les había
ordenado” (v. 1). ¡Dios no lo había autorizado!
Amados,
¿Cuándo vamos a llegar a ese punto en el que reconozcamos
que estamos aquí para hacer lo que Dios nos mande… nada más y nada menos?
No importa nada si tú o yo pensamos que sería bueno hacer algo. ¿Cuál es la
voluntad de Dios en el asunto? “¿Cómo puedo conocer la voluntad de Dios?”,
puede que alguien diga. Viene a nosotros cuando nosotros Le buscamos. A veces
no sabemos como: la suave voz de Dios, algo de la Palabra, alguna clase de
confirmación de ésta o ésta otra fuente. Pero es algo que Dios, por su honra,
nos mostrará cuando “presentemos nuestros
cuerpos como sacrificio vivo”, y estemos consagrados totalmente a hacer Su
voluntad.
Estoy convencido de que si la gloria de
Dios hubiera de irrumpir súbitamente en esta hora en medio de nosotros, muchos
caerían muertos en el púlpito o en los pasillos de nuestras iglesias, como sucedió
con Ananías y a Safira en la Iglesia primitiva. ¿Has considerado alguna vez lo insignificante que sería
considerado su pecado ante nuestros ojos hoy día? Vendieron una propiedad, y
dieron la mayor parte a la Iglesia…quizás nueve décimos del total. Pero
guardaron la parte pequeña para un posible “día lluvioso” y llevaron el resto a
los apóstoles. ¿Cuál fue su pecado? ¿Qué no lo dieron todo? No,
realmente. Simplemente el dar la impresión de que estaban dándolo todo.
Pedro les dijo: “¡No habéis mentido a los
hombres, sino al Espíritu Santo!” En su silencio respecto de lo que habían hecho, daban la
impresión de estar dándolo todo igual que los demás. ¡Mintieron al Espíritu
Santo!
¡Oh,
si el pueblo de Dios pudiera reconocer las implicaciones del Día del SEÑOR y de
Su gloria viniendo a morar en Su Templo! ¡Fuera con la diversión y los
reclamos publicitarios que se usan hoy día para llevar a la gente a Jesús!
Satanás no tiene ningún
temor cuando ve al pueblo de Dios saliendo a la BATALLA con armas carnales… grupos
musicales que hacen su propia cosa ante el aplauso de grandes audiencias…
músicos de rock usando prodigiosamente el arte de Satanás, todo ello revestido
hermosamente con palabras sobre Jesús, el cielo y la Biblia… tropas de drama
que surgen de centros de entrenamiento misionero, con un reparto describiendo a
Dios y a Jesús, y al Diablo en la misma plataforma, tratando de embaucar a la gente para que escuchen el evangelio…
ministerios de marionetas representando al Evangelio con pequeñas marionetas de
monos o de demonios o cosas semejantes… magos que muestran sus trucos de
ilusionismo ante el aplauso de una audiencia que algún grupo de “iglesia”
contrató para enganchar a la gente para
escuchar el “evangelio”. Conozco un caso en el que un jovencito de una
clase de escuela dominical tuvo que ser librado de la opresión de espíritus
después de haber visto las manipulaciones inteligentes de un “ministerio de
marionetas” en una clase de escuela dominical. ¡Y todo esto—no en alguna clase
de iglesia muerta y apóstata, sino en grandes iglesias carismáticas en las que
la gente literalmente ama alabar, adorar y cantar en el Espíritu y danzar
delante del Señor!
Oh, Señor, ¿Cómo es posible que éstas y
otras abominaciones aún mayores, hayan entrado en tu templo, y que el pueblo de
Dios que conoce y ha experimentado tus bendiciones, que disfrutan de los dones
del Espíritu funcionando en medio de ellos—se sienten en la congregación y
aplaudan y rían, y piensen que están promocionando la obra del Señor?
El Día del Señor está presto, el día de
Su gloria, y “Ojos como de llama de
fuego” van a consumir la escoria del tiesto de plata de la llama refinadora
de Dios. Dios dice que Sus juicios deben
primero comenzar por la casa de Dios. Anticipamos el día de Su gloria. Pero incluso al esperarlo, humillémonos ahora en Su
presencia, no sea que Su luz brille sobre nosotros repentinamente, y seamos
hallados desnudos. Porque Él nos dice a ti y a mi y al pueblo de Dios
que ha conocido Sus operaciones por todas partes en tiempos pasados…
“Recuerda,
por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras;
pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te
hubieres arrepentido.” (Apoc. 2:5).
No
hablo como juez, sino como alguien que creció bajo la sombra de Pentecostés, y
tuvo un poco de entendimiento de lo que sucedió en esos principios tempranos, y
la gloria que hubo ahí. No me refiero a una experiencia personal, porque eso
fue antes de mi tiempo—pero estuve cerca de ello. Yo nací en una segunda generación
de Pentecostés y lamenté haber perdido la gloria original que supe que había
habido en ello. Esto solía molestarme hasta que años más tarde descubrí que Dios tenía algo para Su pueblo que está más
allá de Pentecostés. Aún recuerdo con cariño esa esperanza, y sé
que Dios hará más abundantemente de lo que pedimos o pensamos. Es difícil
sentir la realidad de la unción y de la presencia de Dios simplemente leyendo
sobre ello; pero para los que no están familiarizados con la gloria de aquellos
primeros días, imprimimos un extracto de lo que escribió un hombre a quién el
Señor usó en aquellos tiempos. (El nombre mencionado, Azusa, corresponde a una
calle en Los Ángeles, donde este derramamiento en concreto tuvo lugar).
“El espíritu de cántico dado por Dios al
principio era como el arpa en su espontaneidad y dulzura. De hecho era el mismo
aliento de Dios tocando en cuerdas del corazón humano, o cuerdas vocales
humanas. Las notas eran maravillosas en dulzura, volumen y duración. De hecho
con frecuencia eran humanamente imposibles. Era de hecho “cantar en el
Espíritu.”
“… No teníamos papa ni jerarquía. Éramos
hermanos. No teníamos un programa humano, el Señor mismo dirigía. No teníamos
clase sacerdotal ni maquinaria sacerdotal. Estas cosas vinieron después, con el
proceso de apostasía del movimiento. Ni siquiera teníamos una plataforma o
púlpito al principio. Todos estaban al mismo nivel. Los ministros eran siervos,
conforme al verdadero significado de la palabra. No honrábamos a los hombres
por causa de su educación, sino por los dones que Dios les había concedido. Él
ponía a los miembros en el cuerpo.”
“Cosa espantosa y fea es hecha en la
tierra; los profetas profetizaron mentira, y los sacerdotes dirigían por manos
de ellos; y mi pueblo así lo quiso. ¿Qué, pues, haréis cuando llegue el fin?”
(Jer. 5:30-31).
“Los cultos eran prácticamente seguidos.
Almas hambrientas podían hallarse bajo el poder casi a cualquier hora del día.
El lugar jamás estaba cerrado o vacío. La gente venía para encontrarse con
Dios. Él siempre estaba allí, y por eso había una reunión constante. La reunión
no dependía de un líder humano.
La presencia de Dios se hacía cada vez más
y más maravillosa. En ese viejo edificio, con sus vigas bajas y sus suelos
desnudos, Dios hizo pedazos a hombres y mujeres fuertes, y los restauró
nuevamente, para Su gloria. Fue un proceso de tremenda revisión profunda. El
orgullo y la auto-afirmación, la auto-importancia y auto-estima, no podían
sobrevivir allí. El ego religioso predicó su propio sermón de funeral
rápidamente.”
“No había sermones ni temas que se
anunciaron de antemano y tampoco había conferenciantes especiales en una hora
tal. Nadie sabía lo que pasaría, lo que Dios haría. Todo era espontáneo,
ordenado por el Espíritu. Queríamos escuchar de Dios, a través de quien fuera.
No hacíamos acepción de personas. Los ricos y cultos eran igual que los pobres
e ignorantes, y encontraron una muerte mucho más dura de morir. Solo
reconocíamos a Dios. Todos eran iguales. No había carne que pudiera gloriarse en
Su presencia. No podía usar a los de opinión personal. Se trataba de reuniones
del Espíritu Santo, dirigidas por el Señor. Tenía que comenzar en entornos
pobres, para expulsar el elemento egoísta humano. Todos venían en humildad ante
Sus pies. Todos tenían un aspecto semejante y tenían todas las cosas en común,
en ese sentido al menos. Las vigas eran bajas, de modo que los altos tenían que
agacharse. Cuando llegaban a Azusa, eran humillados, preparados para la
bendición. El forraje era puesto de ese modo para los corderos, no para las
jirafas. Todos podían alcanzarlo.”
“Ahí mismo fuimos librados de la jerarquía
eclesiástica y del abuso. Queríamos a Dios. Al principio de llegar a la
reunión, evitábamos lo más posible el contacto humano y el saludo. Primero que
nada queríamos encontrarnos con Dios. Poníamos la cabeza debajo de algún banco
en la esquina en oración y sólo nos encontrábamos con otros hombres en el
Espíritu, no conociendo más a nadie “según la carne.”
“Todos obedecían a Dios en mansedumbre y
humildad. Se preferían unos a otros en honra. El Señor era propenso a
manifestarse a través de cualquiera. Orábamos por esto continuamente. Alguien
era repentinamente ungido para el mensaje. Podía ser desde el asiento de atrás
o el asiento de delante. Daba igual.”
“Alguien podía estar hablando. De repente,
el Espíritu Santo caía sobre la congregación. Dios mismo daba el llamado al
altar. Los hombres caían sobre la casa, como golpeados en la batalla, o corrían
en masa al altar para buscar a Dios. La escena con frecuencia se parecía a un
bosque de árboles caídos.”
“Cuando Dios hablaba, todos obedecían.
Parecía algo terrible estorbar o entristecer al Espíritu… Dios estaba en Su
santo templo. El hombre tenía que callar:” (De “Otra ola llega en
abundancia”—por Frank Bartlemen).
No
estoy diciendo, “regresemos a Pentecostés”. Estoy diciendo, “¡AVANCEMOS!”. Pero si hemos de avanzar, debemos
regresar a esa dedicación y entrega que conocieron en aquellos días. Pentecostés era una cosecha de “Primicias”. Si la gloria que conocimos
fue “primicias”… entonces podemos prever que no era otra cosa que el anticipo
de la gloria que conoceremos en el tiempo de la cosecha, en la Fiesta de los
Tabernáculos, la Fiesta de la cosecha.
Cuando
hablamos de “Pentecostés”, por supuesto, estamos refiriéndonos al Pentecostés
de las Escrituras, y no a una denominación o grupo de gente que usa ese nombre.
Con demasiada frecuencia, lo que vemos hoy no es otra cosa
que una cáscara vacía… o como solía decir un pastor, “… todo lo que quedó de la
paloma, una vez que había volado” —refiriéndose a la horrible
hambruna de Samaria en los días de Elías, cuando se alimentaban de “excrementos de paloma” y de “cabeza de asno”—pagando buena plata por
ello (lee 2ª Reyes 6:25).
El Día del Señor, un Día de oscuridad
El día de la oscuridad es el resultado
inevitable de la llegada de la gloria de Dios en medio de Su pueblo. Y así, por
supuesto, hay tribulación, porque los que aborrecen la verdad ciertamente se
levantarán en contra de la luz.
No había ninguna reprobación por el pecado en la tierra hasta que Cristo entró
en la escena. Pero cuando Él vino como Luz al mundo, los que amaban la oscuridad Le aborrecieron más
intensamente, siendo Su propia presencia un mayor objeto de ira por parte de
ellos. Egipto no había conocido una hora de mayor oscuridad en su
historia como el día de la redención del pueblo de Dios. Y al acercarse ese
día, se nos dice: “Hubo densas tinieblas sobre toda la tierra de
Egipto, por tres días. Ninguno vio a su prójimo, ni nadie se levantó de su lugar
en tres días; mas todos los hijos de
Israel tenían luz en sus habitaciones.” (Éxodo 10:22-23).
Y así,
cada vez que el Señor se levantaba a favor de Su pueblo e iba delante de ellos
contra el enemigo, siempre
parecía haber un desdoblamiento de Su
gloria con desolación y juicio:
“Día oscuro y lúgubre…” ¿Por qué?
Porque la “mañana” se “extiende sobre las montañas” como el “gran pueblo” de Dios se
prepara para la batalla. Y “todos
los rostros se ensombrecen…” ¿Por qué? Porque “delante de él temblará la tierra, se estremecerán los cielos; el sol y
la luna se oscurecerán, y las estrellas retraerán su resplandor. Y Jehová dará
su orden delante de su ejército; porque muy grande es su campamento; fuerte es
el que ejecuta su orden…” (Lee Joel 2:2-11). Parece tan distinto a Dios; y
parece tan distinto de Su pueblo que anda en verdad y amor. ¿Pero de qué va
todo esto? Es un pueblo tan disciplinado por la Cruz y que camina en
tal amor y verdad que se convierte en un tormento a los que caminan en
oscuridad. No
pienses ni por un instante que la razón por la que vivimos en paz y contentamiento es porque nuestra sociedad es
democrática. Es más bien PORQUE NOS
FALTA LA GLORIA QUE ATORMENTA A LOS HACEDORES DE MALDAD. Nuestras débiles marchas y
protestas son aceptadas por las masas como el derecho democrático del pueblo.
Pero en ese día habrá persecución abierta. Y los juicios de Dios caerán
cuando la espada afilada de la Palabra salga de aquellos corazones que han
experimentado el rechazo, la humillación, la debilidad y la pobreza de
espíritu.
No hay
oscuridad ni mal en Dios. Pero cuando la luz es rechazada, hay oscuridad.
Cuando el amor es rechazado, hay odio. Cuando la paz es rechazada (el Príncipe
de Paz) hay guerra.
Leemos
en las Escrituras como el sol se torna en oscuridad y la luna en sangre. Es
porque Dios Se ha levantado de Su Santa morada (la Iglesia) para juzgar al
mundo por su iniquidad.
“El sol y la luna se oscurecerán, y las
estrellas retraerán su resplandor. Y Jehová rugirá desde Sion, y dará su voz
desde Jerusalén, y temblarán los cielos y la tierra” (Joel 3:15-16). Pablo nos dice que el significado de que los cielos y la tierra
tiemblen es que Dios está sacudiendo todo lo que puede ser sacudido, para que
permanezcan las cosas que no pueden ser sacudidas. (lee Heb. 12:27-28)
El Día del Señor, un Día de hambre
“He aquí vienen días, dice Jehová el
Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de
agua, sino de oír la palabra de Jehová” (Amós 8:11).
Dios
dijo que quitaría “todo sustento de pan y
todo socorro de agua; el valiente y el hombre de guerra, el juez y el profeta,
el adivino y el anciano; el capitán de cincuenta y el hombre de respeto, el
consejero, el artífice excelente y el hábil orador” (Isaías 3:1-3).
Los
seminarios teológicos y las escuelas de entrenamientos religioso estarán
vacías. El ministerio no será por más tiempo la aspiración de nuestros jóvenes.
Los profetas y los visionarios se avergonzarán de ser llamados uno de los
ministros de Dios, o un líder para el pueblo. Se excusarán diciendo, “No tomaré ese cuidado; porque en mi casa ni
hay pan, ni qué vestir; no me hagáis príncipe del pueblo” (Is. 3:7). Está
confesando, “lo siento, pero no puedo ayudarte.” ¿Y la razón para esta clase de
hambruna? “Porque la lengua de ellos y sus obras han sido contra Jehová para
irritar los ojos de su majestad.” (v.8).
“Por tanto, de la profecía se os hará
noche, y oscuridad del adivinar; y sobre los profetas se pondrá el sol, y el
día se entenebrecerá sobre ellos. Y serán avergonzados los profetas, y se
confundirán los adivinos; y ellos todos cerrarán sus labios, porque no hay
respuesta de Dios.” (Miqueas 3:6-7)
¿Qué clase de profetas son éstos? Los
que dicen al pueblo de Dios que todo está bien, que no verán tribulación—que
Dios los ama demasiado para ello… la clase de profetas que han descubierto que el
ministerio es una mina de oro financiera cuando dan profecías de paz.
Los que profetizan buenas cosas a quienes ponen algo en la boca de los
profetas, pero muestran contienda a los que rehúsen. “Al que no les da de comer, proclaman guerra contra él.” (Miq. 3:5).
Escucha esto: “Ahora bien, todo aquel que en medio de esta audiencia quiera que
pronuncie la bendición del Señor sobre vida, póngase en pie y venga delante con
mil dólares, y Dios te dará la bendición de Abraham.” Después la cantidad es
reducida, a cambio de una bendición algo más pequeña. “¿Quién traerá quinientos
dólares a cambio de la bendición de David?”. O, “¿Quién traerá doscientos…
trescientos?” ¡Quizás haya una pequeña bendición disponible al que sólo pueda
permitirse un billete de diez dólares! La tragedia es que hay tanta gente
crédula en la iglesia a que “así lo quiso”.*
Amados,
Dios tiene que enviar una
hambruna a la tierra cuando ve abominaciones como éstas. Pero en medio de todo
ello, habrá verdaderos profetas del SEÑOR que como Miqueas de antaño,
estén “llenos del poder del Espíritu del
SEÑOR y de juicio (justicia), para denunciar a Jacob su rebelión, y a Israel su
pecado.” (Miqueas 3:8).
El Día del SEÑOR, Día de confusión
“Terror, foso y red sobre ti, oh morador
de la tierra. Y acontecerá que el que huyere de la voz del terror caerá en el
foso; y el que saliere de en medio del foso será preso en la red; porque de lo
alto se abrirán ventanas, y temblarán los cimientos de la tierra.” (Isaías
24:17,18). Salid y
construid vuestros refugios anti-bombas y vuestros escondites, y
aprovisionadlos bien de alimentos, agua y armas. En ese día descubriréis que el
tesoro que habéis acumulado para el día del mal no os servirá para nada. Mucho
mejor si distribuís vuestro exceso de riquezas en lugares de necesidad, y de
ese modo, “haced tesoros en los Cielos”,
y hallad vuestra morada en Dios.
“Anda, pueblo mío, entra en tus aposentos,
cierra tras ti tus puertas; escóndete un poquito, por un momento, en tanto que
pasa la indignación.” (Isaías 26:20).
Vuestro refugio en doctrinas sobre la
segunda venida que os prometen seguridad y protección serán barridas cuando el
granizo de Dios comience a caer.
No sorprende que los
maestros y los profetas y aquellos que aseguran al pueblo que Dios los
arrebatará de todo ello, salgan corriendo en busca de seguridad en aquel
día, para no hallar ninguno.
“Y ajustaré el juicio a cordel, y a nivel
la justicia; y granizo barrerá el refugio de la mentira, y aguas arrollarán el
escondrijo.” (Isaías 28:17).
Y
sin embargo, en medio de toda la tribulación, el pueblo que ha encontrado su
refugio en Dios, se gozará en su Dios.
“Vosotros tendréis cántico como de noche
en que se celebra pascua, y alegría de corazón, como el que va con flauta para
venir al monte de Jehová, al Fuerte de Israel.” (Isaías 30:29). ¿Cuándo y dónde está todo este gozo? En el mismo tiempo
de la ira del SEÑOR: “Y Jehová
hará oír su potente voz, y hará ver el descenso de su brazo, con furor de
rostro y llama de fuego consumidor, con torbellino, tempestad y piedra de
granizo.” (V.30).
El Día del Señor, un Día de humillación
“La altivez de los ojos del hombre será
abatida, y la soberbia de los hombres será humillada; y Jehová solo será
exaltado en aquel día.” (Isaías 2:11).
Es el día en que Dios lleva a todos los
hombres a un mismo nivel. “Todo valle sea
alzado, y bájese todo monte y collado” sea en la Iglesia o en el mundo (Lee Isaías 40:1-5).
“Jehová de los ejércitos lo decretó, para
envilecer la soberbia de toda gloria, y para abatir a todos los ilustres de la
tierra.” (Isaías 23:9).
Hay algunos hombres de honra que se inclinan al pie de la Cruz. Pero Pablo nos
dice que son pocos en número. “Pues
mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni
muchos poderosos, ni muchos nobles.” (1ª Cor. 1:26).
Cuando
la gloria del SEÑOR venga a Su Templo, es para “manchar el orgullo de toda gloria” en su pueblo, en cada uno de
nosotros… no sólo mediante arrodillarnos
una vez a los pies de la Cruz para la remisión de los pecados, sino por tomar nuestra cruz y seguirle
a ÉL.
El Día del SEÑOR, un Día de Limpieza
“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual
preparará el camino delante de mí y vendrá súbitamente a su templo el Señor a
quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí
viene, ha dicho Jehová de los ejércitos. ¿Y quién podrá soportar el tiempo de
su venida? ¿O quién podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque él es
como fuego purificador, y como jabón de lavadores. Y se sentará para afinar y
limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a oro y
como a plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia.” (Mal. 3:1-3).
El
Espíritu Santo de Dios nos es dado para hacernos SANTOS; y Su pueblo aún ha de
llegar a ser “santidad para el SEÑOR”.
¿Cómo y cuando será esto? “cuando el Señor lave las inmundicias de las
hijas de Sion, y limpie la sangre de Jerusalén de en medio de ella, con
espíritu de juicio y con espíritu de devastación. (Isaías 4:4).
¿Queremos de verdad manifestar la luz
de Dios a un mundo que se sienta en la oscuridad? No vamos a hacerlo, amados, predicando y hablando de ello, sino sólo
mediante nuestro sometimiento al ESPÍRITU DE JUICIO Y al ESPÍRITU DE DEVASTACIÓN. Sólo entonces la presencia del Espíritu
Santo en nuestras vidas será un fuego ardiente que brillará en este mundo de
pecado y de oscuridad. “Y creará Jehová
sobre toda la morada del monte de Sion, y sobre los lugares de sus
convocaciones, nube y oscuridad de día, y de noche resplandor de fuego que eche
llamas” (Isaías 4:5).
“Levántate, resplandece, porque ha llegado
tu luz y la gloria del SEÑOR ha amanecido sobre ti.” (Isaías 60:1).
Hermanos,
oscuridad y luz, y ambas al mismo tiempo. Su gloria será vista, y no se
hablará meramente de ella. Y cuando los hombres vean, uno de dos cosas es lo
que sucederá: andarán en la luz, o se apartarán hacia una oscuridad mayor de la
que jamás hayan conocido. Su gloria trazará la línea que separa el día y la
noche, la verdad y el error, el bien y el mal.
El Día del SEÑOR, el Día de la Venganza
¿Venganza
de qué? De Su Templo. Dios tiene una controversia con Sion. Y después de la
limpieza de Sión tratará con Babilonia… ese sistema
que ha cautivado a Su pueblo y le ha impedido llegar a convertirse en Su propia
morada en la tierra. Dios, a través de los tiempos eternos, ha deseado
una morada para Él mismo, y por eso hizo al hombre en el principio. Cualquier enseñanza, cualquier estructura, cualquier sistema (nombre o no
nombre, denominacional o no denominacional) que promueva cualquier clase de mediador
entre el individuo y su Dios, aparte del único Mediador, que es el Señor
Jesucristo… puedes estar seguro de que lleva el sello de Babilonia. Y
Dios sigue clamando, “Sal de ella, pueblo
Mío…” Babilonia
quiere mantener al pueblo de Dios unificado bajo algún sistema, para
mantenerlos juntos, y para mantenerlos bajo su control. Babilonia quiere la
unidad. Babilonia quiere hacer un nombre para ella misma. Dios quiere un pueblo para Sí y
solo para Sí. Él es un Dios celoso y no compartirá Su gloria con nadie.
Jesús
dijo, “porque estos son días de venganza,
para que se cumplan todas las cosas que están escritas.” (Lucas 21:22).
¿Venganza de qué? Es la venganza por Su
Templo. “Huid de en medio de Babilonia, y salve cada uno su vida. No perezcáis por su culpa, pues este es
el tiempo de la venganza del SEÑOR …Porque esta es la venganza del SEÑOR, la
venganza de su templo.” (lee Jeremías 51:6,11).
Babilonia
es el sistema completo del mundo, tanto religioso como político. Ella ha llevado al pueblo de Dios bajo
su balanceo para que no puedan servirle a Él en Su Santo Templo por más tiempo,
y para impedirles adorarle en Espíritu y en verdad, libres del
gobierno de reyes… y dando al Señor Jesús el Señorío completo en sus vidas.
El propósito del verdadero ministerio delante del Señor es producir esto,
aumentar la libertad individual y la relación con el Señor. El Espíritu de Babilonia querría
extender el señorío del HOMBRE, bajo el disfraz de orden divino.
Capítulo 3 – La Batalla es del Señor
En este gran conflicto que se levanta
entre las fuerzas del bien y del mal, debemos entender el patrón de guerra tan simple que Dios ha enviado en Su Palabra
para el triunfo final del pueblo de Dios. Y debemos estar seguros de que “la batalla
es del SEÑOR” y no nuestra.
Dejar de ver y de entender algunos de estos principios simples solo podrá
llevar a una frustración y perplejidad
prolongadas al buscar frenar la inundación de iniquidad que se ha desatado
sobre el pueblo de Dios.
La iglesia de Jesucristo ha estado
demasiado tiempo a la defensiva.
De hecho, la victoria para el pueblo de Dios generalmente se ha visto desde un punto de vista negativo,
incluso a los pensadores positivos de la Iglesia: Simplemente que sepas como
ahuyentar el ataque del Enemigo… simplemente que sepas guardar lo tuyo…
descubre como ser sanado de alguna enfermedad física o recuperarte de algún
revés espiritual. Muy bien. Pero
llega la hora en que Dios va a movilizar a Su ejército para una arremetida
final y decisiva sobre las puertas del infierno, para que Su Iglesia pueda
levantarse en la batalla con una victoria y triunfo totales. Deberíamos decir... que la batalla venidera es la final, porque
la batalla decisiva ya ha sido batallada y vencida. Cuando Jesús murió
en la Cruz, ahí y en ese momento “Él
despojó a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente,
triunfando sobre ellos en la cruz.” (Col. 2:15). Era allí en la Cruz donde
Cristo, “por su muerte”, destruiría a
aquel que “tenía el poder de la muerte,
es decir, al diablo” (Heb. 2:14). Pero la batalla de que hablamos es la batalla final… el día y la hora en que Dios ejecutará la
sentencia que fue aprobada en la Cruz, y aplastará a las huestes de maldad bajo
nuestros pies:
“El Dios de paz aplastará pronto a Satanás
debajo de vuestros pies.” (Rom. 16:20).
Hay Dos Panoplias (armaduras)
Las
Escrituras hablan de dos
juegos de armadura completos: la del pueblo de Dios y la del Enemigo. La
palabra griega es “panoplia” de donde obtenemos la palabra inglesa rara vez
usada “panoplia”. La
palabra es usada solo dos veces en el Nuevo Testamento: la primera aparición de
la misma refiriéndose a la panoplia de Satanás, y la segunda, refiriéndose a la
nuestra.
“Pero cuando viene otro más fuerte que él
y le vence, le quita todas sus armas en que confiaba, y reparte el botín.”
(Lucas 11:22).
“Vestíos de toda la armadura de Dios, para
que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Por tanto, tomad toda
la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo
acabado todo, estar firmes.” (Efesios 6:11-13).
Fíjate que hay dos hombres fuertes, y el más fuerte hace tres cosas:
1. Vence al hombre fuerte
2. Le quita la panoplia al hombre
fuerte
3. Divide el botín entre los hombres
fuertes
1. Venciendo al Hombre fuerte
Esta clase de victoria va mucho más
allá del concepto ordinario de victoria, de algún modo un mero sobrevivir, simplemente aferrándonos a lo nuestro, haciendo
una incursión de éxito contra el enemigo y después corriendo a resguardarnos a
la guarida del zorro. Nuestro Señor no viene en busca de una Iglesia derrotada, sino que
viene a por una iglesia que es gloriosa y triunfante. Sé que Cristo triunfó en la Cruz pero Su Iglesia aún se humilla en la derrota—aunque
disfrute muchísimo de sus marchas de victoria y cante sobre sus victorias.
Pero
Cristo triunfó totalmente en la Cruz. Ahí Satanás fue robado no sólo de su
poder
(dunamis)—su capacidad para hacer sus
obras del mal. Pero también de su autoridad
(exousia)— de su derecho a dominar la
raza Adámica y los reinos de este mundo. Así, Jesús dijo a Sus discípulos, “He aquí os doy potestad (exousia) de hollar
serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza (dunamis) del enemigo, y nada os
dañará.” (Lucas 10:19). Y antes de marcharse les prometió que serían
revestidos de poder (dunamis) de lo alto. (Lucas 24:49). La panoplia de Satanás le ha
sido quitada; porque Cristo despojó a los principados y potestades,
cuando murió en la Cruz (Col. 2:15).
La palabra “despojó” significa que los
“desnudó”—les quitó su vestidura de la batalla… ¡Los desnudó! ¿Cómo entonces
puede seguir hostigando y atormentando al mundo y al pueblo de Dios? Lo ha hecho engrandeciendo la oscuridad que hay en él y
de este modo, devastando
al mundo y al pueblo de Dios con todos los atributos de la oscuridad: temor,
tormento, incredulidad, lucha, contienda, malicia, odio, división… y podríamos
seguir y seguir con esto. Y todo ello es una clase de ENGAÑO de una forma u
otra. Por supuesto, esto ha sido muy efectivo desde su propia perspectiva. Y el
mundo entero yace bajo el control del “dios
de este mundo” (su título religioso) y del “príncipe de la potestad del aire” (su título político). Su verdadera panoplia de PODER y AUTORIDAD le ha
sido quitada; de modo que ahora continúa fortaleciendo, incluso después de la
Cruz, su panoplia de OSCURIDAD. Pero
todo ello es un engaño, y es sólo en el área de la oscuridad y del engaño dónde
él puede hacer esto. Tiene éxito porque “los hombres amaron más las tinieblas que la luz”. Tiene éxito
porque incluso nosotros, como creyentes, nos encontramos muchas veces
entreteniendo ideas que el enemigo planta en mentes carnales. Nuestra guerra,
por tanto, consiste en ponernos “toda la
armadura de Dios”, y mediante ello, negar al Enemigo cualquier área en
nosotros. Con esta panoplia divina de Dios, esta vestidura de batalla completa,
esta armadura completa… Dios ha asegurado a Su pueblo una victoria total. El
mundo entero yace en el regazo de la “maldad”,
o con un énfasis mayor, del “maligno” (1ª
Juan 5:19); y “el dios de este mundo
ha cegado las mentes de los que no creen” (2ª Cor. 4:4). Sólo la ministración del evangelio en el poder del Espíritu Santo puede
quitar esta ceguera de los corazones de los hombres, permitiéndoles creer.
Que Dios nos ayude a comprender (y nos extenderemos más en este tema más
adelante)… que la ministración del evangelio va mucho mas allá de una mera
declaración de un mensaje, o escribir o hablar al respecto. Tiene que ver con
un pueblo que penetra en el mundo de oscuridad asociándose a los poderes del
reino celestial, familiarizándose con Dios y siendo conocidos por Dios en la
ciudad de Sión. Sólo entonces
podremos soltar los grilletes de los corazones y las mentes de los hombres.
No puedes conseguir que los hombres sean sanos de su
ceguera con palabras… y mucho menos entreteniéndoles con frivolidad. Tiene que
haber una sanidad… tienen que caer escamas de sus ojos.
(2) Quitando la Panoplia al hombre fuerte
Esto
es lo que Jesús hizo en la Cruz. Pero en su derrota, Satanás sigue vistiéndose
con la armadura de la oscuridad y del engaño; y estás armas se han vuelto
formidables en sus manos. Cuando no entendemos que éstas son las únicas armas
de Satanás, el pueblo de Dios se ha gastado completamente en su esfuerzo por
adquirir grandes y formidables (¿?) armas para oponérsele, y su reino sigue tan
fuerte como siempre. Con
todos nuestros esfuerzos, junto con
todos los recursos de la tecnología
moderna (sobre la que el enemigo sigue ejerciendo dominio), hemos fracasado
en producir un impacto real sobre las fuerzas del mal que gobiernan el mundo.
La razón es bastante evidente: No nos hemos dado cuenta de que sus únicas armas
son las que operan en áreas de engaño y de oscuridad: temor, odio, tormento,
contienda, lucha y otras. Y aún seguimos predicando el “evangelio” con estos
atributos de la oscuridad todavía en nuestros corazones. Pensando que él
tiene gran poder,
vamos por ahí tratando de encajar arma con arma, números con números, recursos
con recursos, tácticas con tácticas, estrategia con estrategia. Él
dispara y el pueblo de Dios se anima comenzando a contratacar. Si viene en
contra de nosotros con lo que aparenta ser un arma poderosa, intentaremos
combatirlo. Si viene en contra de nosotros con una técnica, nos ponemos justo
ahí para enfrentarnos a su desafío, afortunadamente con algo comparable o
mejor. Si se levanta contra nosotros con una gran hueste, haremos lo que
podamos para reunir a una hueste mayor para venir en contra de él. Si él
marcha… entonces nosotros organizaremos una marcha mayor, tratando de maniobrar
en contra de él. Con otras palabras, intentamos ir en contra de él
con sus propias armas, y él no es impresionado por esto en absoluto.
¿Qué le importan a él vuestras pequeñas manifestaciones y
entretenimiento, y vuestras representaciones del evangelio en forma de drama
tan monas? Simplemente se divierte un poco y se sienta en la congregación
aplaudiendo junto al resto de ellos.
Todavía
tenemos que descubrir el camino de la Cruz. Todavía tenemos
que saber que un hombre puede perseguir a mil, y que dos pueden hacer huir a
diez mil, si caminamos en los caminos del Señor. Todavía tenemos que aprender que un pueblo de Dios
vestido con “la armadura de luz” es
el único y exclusivo antídoto de Dios para el mal.
(3) Dividiendo el botín del Hombre fuerte
Este
es el tercer aspecto de la victoria de la Cruz. Hemos de tomar el “botín” de
las manos del enemigo. El
botín es nada más y nada menos que los cuerpos, almas y espíritus de los
hombres. Los bienes de Satanás “están en paz” siempre que el pueblo de
Dios esté en conflicto… siempre que él pueda ejercer dominio sobre los
corazones de los hombres. Él sabe que su reino está seguro
si el pueblo de Dios mezcla la religión con el entretenimiento, el marketing y
la política y si se involucra mucho en los caminos del mundo.
Pero
nuestro Señor ha triunfado, y pacientemente gobierna y reina sobre el trono de
Su gloria “en medio de Sus enemigos”—tal
y como Dios ha decretado. Él espera pacientemente al día en que “todos Sus enemigos sean puestos por estrado
de Sus pies”… el día en que Su pueblo esté “dispuesto”—el día de Su poder.
El pueblo
de Dios no sólo ha de entrar en Su heredad de Canaán, para después quedarse en
la frontera y jactarse de cómo lo han conseguido. Deben expulsar al enemigo y
POSEER el territorio y PARTICIPAR del fruto de su heredad espiritual. Caleb exhortó al pueblo con tantas palabras… “no temáis al enemigo… Si Dios se deleita en
nosotros, nos introducirá… serán pan y mantequilla.” ¡Qué poco hemos
conocido de los frutos de la victoria en Cristo Jesús!
¡Qué pronto nos llevaría Dios a
nuestra heredad con tan solo humillarnos en Su presencia y caminar en
obediencia, en amor, en verdad, en mansedumbre y en la unidad del Espíritu!
Por supuesto, todos reconocemos que sería precioso tener estas virtudes.
Recordaremos estas cosas en nuestra mente y con suerte algún día tendremos algo
de ellas. Pero mientras
tanto, estamos en guerra contra el diablo y no vamos a involucrarnos demasiado
en esto ahora—estamos demasiado ocupados
luchando contra el diablo.
Y teniendo esta actitud, no reconocemos que estos
atributos de la luz, y del amor, de la verdad y de la obediencia—éstas son las
únicas armas que van a derrotar al diablo. Él no teme nada de
nada cuando intentamos derribar su reino con nuestro celo humano, nuestros sermones
elocuentes, nuestras actividades de
iglesia y
nuestros programas—diversión, hermosas
representaciones musicales, interpretaciones teatrales—todos estos programas maquinados carnalmente y los reclamos publicitarios que son formulados hoy día para
la propagación del evangelio. ¡Pero tiene un gran temor cuando ve a un pueblo que
aprende a caminar por el camino de la
Cruz!
Manteniendo la unidad del Espíritu
Hay un orden divino en las Escrituras
para llegar a la estatura de la plenitud
de Cristo; y el apóstol nos amonesta a “mantener
la unidad del Espíritu”
al guiarnos Dios progresivamente hacia la plenitud de la verdad (lee Efesios
4:1-15). En toda nuestra búsqueda de más y más de la plenitud de Cristo en Su
pueblo, estamos seguros de la ayuda de Dios y de Su dirección si caminamos en
el Espíritu y aprendemos a fomentar y a mantener “la unidad del Espíritu” en medio de nosotros. Primero y principalmente
significa que debemos reconocer el
Señorío del Espíritu en nuestras vidas y evitar cualquier cosa que Le
entristezca.
Pero recordemos que la “unidad” no es lo único que Dios
persigue. Babilonia quiere eso también. Dios quiere “la unidad del Espíritu”. Él exige
que andemos en unidad con el Espíritu de Cristo. Esto significa que hemos de
hablar lo que Él habla, hacer lo que Él hace, protestar contra el mal en Su
pueblo cuando protesta contra el mal en Su pueblo; significa llorar por los que
yerran, cuando Él llora por los que yerran. Dios, quiere que seamos UNO en el
Espíritu y como la paloma que Le representa, Él quiere que volemos
lejos de todo ello cuando Su pueblo rehúse caminar con Él. Cuando el Espíritu
de Dios ha sido expulsado de Su templo, no tenemos otra elección que seguirle… aunque como verdaderos
sacerdotes del Señor anhelamos el día en que una vez más veamos la hermosura
del Señor en Su casa.
Capítulo 4 – El Secreto de nuestra
victoria
Israel
era una nación natural, un pueblo natural, y frecuentemente participaba en
guerra natural, incluso por orden del SEÑOR. Simplemente ejecutaban los
juicios de Dios sobre las prácticas idolátricas de las naciones paganas
alrededor de ellos. En nuestros días, podemos tener una tendencia a ver las antiguas
guerras de Israel como genocidios, y para muchos es muy difícil creer que el
Dios-Jehová de los cristianos fuera el Dios-Jehová de la guerra del Antiguo
Testamento. El hecho es que Dios tenía un plan para la tierra para
muchos siglos por delante, y si no hubiera intervenido en aquellos días para
borrar las prácticas casi impensables y transcribibles de las naciones paganas
que rodeaban a Israel, cualquier apariencia de una sociedad de orden habría
dejado de existir hace mucho tiempo. Lo mismo puede decirse del día en que vivimos. Si Dios no interviene en breve
para poner fin a las abominaciones perpetradas hoy día (no en regímenes
paganos, Musulmanes o Comunistas, sino en democracias llamadas Cristianas),
nuestra sociedad podría ser tragada muy rápidamente en anarquía y corrupción
totales. Es solo Su gracia lo que impide la inevitable perdición que
espera a esta generación, al preparar Él un pueblo que
muestre Su gloria y Su poder en medio de esta generación perversa y maligna.
Como
Cristianos de la era del Nuevo Pacto, debemos asegurarnos de que “las armas de nuestra milicia no sean
carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas” (2ª Cor.
10:4). Y sin embargo,
al mirar al Antiguo Testamento, podemos descubrir el arte de la guerra
espiritual y el secreto de la victoria que Dios tiene para nosotros en esta
hora. Aprenderemos que el Capitán de nuestra salvación va
delante de nosotros y que los planes y las estrategias de nuestra batalla son
en realidad Suyos y sólo Suyos. Aprenderemos que los caminos de Dios son enormemente
diferentes de los nuestros; y que aunque parezcan locura, sólo caminando en Sus
caminos vamos a salir triunfantes en el día de la batalla. Así que
observemos la estrategia de nuestra batalla y el secreto de nuestra victoria
tal y como lo tipifican algunos de los conflictos naturales de Israel en el
Antiguo Testamento.
1. Israel en el Mar Rojo
Cuando
Dios sacó a los hijos de Israel de Egipto, los arrancó sobre “alas de águila” de las garras del
enemigo. Los llevó a un callejón sin salida en el desierto—justo
frente al Mar Rojo. Y lo hizo a propósito. Su propósito tenía doble sentido. Primero, engañar
al enemigo para su propia perdición, porque iban a jactarse, “¡Ahora los
tenemos! ¡No tienen dónde ir…!” En segundo lugar, porque probaría la obediencia
y la fe del pueblo de Dios. Lo único que podían ver era el Mar Rojo y
las amenazantes hordas de los egipcios detrás de ellos. Dios quería que vieran y observaran Su fidelidad y
Su sabiduría, y que supieran que el camino del mar también se
convertiría en el camino de la victoria. Ahora bien, “el secreto del Señor es con los que Le temen”—y cuando nosotros
consideramos el patrón de la victoria de Dios en este tema, que el Señor nos ayude a
saber que cada callejón sin salida en el sendero de la obediencia nos
guiará a una nueva forma de vida en los propósitos de Dios. Dios quiere que descubramos el
secreto de estar quietos y ver la salvación del SEÑOR. Pero también quiere que sepamos que nuestra acampada en el Mar Rojo en la voluntad de Dios, donde
no hay lugar donde ir, ni sitio a donde volverse, está dentro del plan y del propósito de Dios para llevar a la derrota
a nuestros enemigos, que no habríamos conocido sin esta experiencia de desierto. Podría haberles guiado de forma
distinta; tú y yo quizás no habríamos escogido el camino por el que hemos
caminado si nosotros hubiéramos estado en control de nuestras vidas y
pudiéramos haber visto el final desde el principio. Pero de algún modo Él nos guió por aquí y el
propósito es que Él fuera glorificado. Puede que haya habido fracaso y desobediencia por nuestra
parte. Y estemos preparados para admitirlo. Pero Él quiere enseñarnos que
también de cada fracaso y desobediencia, Él ha de ser aún glorificado, si
nosotros aprendemos a caminar en obediencia… si nosotros nos “estamos quietos
y vemos la salvación del Señor.”
Y
consecuentemente podían cantar el Cántico de Moisés:
“Cantaré yo a Jehová, porque se ha
magnificado grandemente; Ha echado en el mar al caballo y al jinete.” (Éxodo
15:1).
¿Dónde fueron arrojados? Al Mar Rojo, al
lugar del callejón sin salida en su caminar con Dios. En el lugar de sus
condiciones extremas. En el lugar de la perplejidad de ellos. En el lugar de la
extrema desesperación. (El “cul de sac”)
2. Israel en Río Jordán
Cuando Israel cruzó el Mar Rojo,
estaban de hecho siendo “bautizados en
Moisés, en la nube y en el mar” (1ª Cor. 10:2). Por tanto, en
tipo, habla de nuestro bautismo en Cristo: en Espíritu y en el Agua. Pero cuando esta generación falló en entrar a la tierra de su herencia por su desobediencia, Dios levantó una
nueva generación que si prosperaría (El
remanente que está levantando hoy, el Ejército que peleará la Batalla Final). Ahora
estaban bajo un nuevo liderazgo, Josué. Y antes de que
pudieran poseer su herencia, recibieron instrucciones muy detalladas en cuanto
a como cruzar el Jordán, en preparación para la conquista de Canaán. Los sacerdotes que llevaban el
Arca del Pacto tenían que hundir sus
pies en las aguas del Jordán, y al hacerlo, las aguas se apartarían para
que el pueblo pudiera pasar por tierra seca. Los sacerdotes tenían que permanecer en el centro del Jordán
mientras el pueblo pasaba. Tenían que colocar
doce piedras en el lecho del Jordán como
un pilar, y también tenían que tomar
doce piedras igualmente del lecho del río y levantarlas como un pilar en el
lado del oeste. En tipo, tenemos un cuadro de una
nación identificada con Cristo en Su muerte y resurrección. Pero
había más sobre este “bautismo” que eso. Porque cuando habían levantado el
campamento en el lado del oeste, tenía que haber una nueva circuncisión. Esta generación nueva no había sido circuncidada en el desierto y todavía
llevaban el “reproche de Egipto” con ellos. La mancha, el reproche, la carga y
el mismo recuerdo de la vieja vida en Egipto debía ser “desenrollado” en
Gilgal, porque ese es el significado de la palabra “Gilgal”. De este modo, la circuncisión se
convierte en otro aspecto del bautismo cristiano. El bautismo en agua
(especialmente aquí, en el mundo occidental) se presenta como una ceremonia
hermosa, y las multitudes son especialmente invitadas a venir y testificarlo.
Sólo puede ser porque el
verdadero significado del bautismo no ha sido conocido o descubierto, o
cumplido en las vidas del pueblo de Dios. Podemos aceptar el bautismo cristiano y seguir muy felices
con el mundo a nuestro alrededor. Pero no era así en la Iglesia primitiva ni
tampoco en algunas de las naciones del mundo hoy día. En aquel día significaba un “cortar”. De hecho
significaba en práctica y en experiencia, una identificación con la Cruz de
Cristo. “Circuncidados con una circuncisión no hecha por manos,
al quitar el cuerpo de la carne mediante la circuncisión de Cristo; habiendo
sido sepultados con Él en el
bautismo…” (Col. 2:11,12).
Significa que desde ese día en adelante
te hiciste enemigo del mundo porque el mundo era enemigo de Dios. De hecho, era
una ceremonia de matrimonio en la que dijiste: “Te tomo, Señor Jesús, para ser
mi Esposo legalmente casado conmigo, para tenerte, para amarte, para
obedecerte… y para abandonar a todos los
demás…” ¡Con qué frecuencia hemos cometido adulterio con el mundo en esta relación!
“!Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la
amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser
amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.” (Santiago 4:4).
Los soldados en el ejército de Dios
tienen que experimentar las
implicaciones completas del bautismo. Salir de Egipto significó un bautismo para Israel “en la nube y en el mar”. Quizás fue
suficiente para ellos en sus viajes por el desierto. Pero para conquistar a las
siete naciones fuertes de Canaán, nosotros, como el Israel de antaño, debemos
conocer y experimentar las
implicaciones temibles de
nuestro bautismo: Identificación con
Cristo en el cortar con la vieja vida adámica, para podernos levantar
con Él “en novedad de vida”.
Nos estremecemos con el pensamiento de que el bautismo en el Espíritu Santo
significa una donación de poder. Y es todo eso. Pero la mayoría de nosotros que
hemos recibido esa experiencia nos hemos decepcionado al descubrir que el poder de la vieja naturaleza
adámica seguía fuerte en nosotros, y que muchas veces hemos sido impotentes
ante la faz de tal enemigo. Esto sólo puede haber sido resultado de no haber
caminado en el sendero de la Cruz y por tanto, por no haber experimentado el corte de la vieja naturaleza en nuestro interior. Hemos deseado el poder de este
bautismo, sin la debilitación de nuestra carne; y creo que Dios ha tenido misericordia de nosotros y no
nos ha permitido conocer demasiado de ese poder hasta haber llegado a conocer la circuncisión de Gilgal. Demasiados ministros de Dios han
comprendido el poder de Dios sin conocer la debilitación de su propia
naturaleza del yo, y esto ha resultado en tristeza para ellos. Dios,
danos de tu poder—pero primero que nada, para ministrarnos “vida y piedad” (2ª Pedro 1:3); y debilita nuestras fuerzas para
que podamos conocer solamente la fortaleza y el poder del Señor.
Si
hemos recibido un bautismo del Espíritu pero no hemos recibido un bautismo de
la debilidad de nuestra carne, conoceremos muy poco del bautismo de poder. En la plenitud de este bautismo,
Dios nos debilitará para que podamos conocer Su poder. Si el Espíritu de Dios tiene Su
Señorío en nuestras vidas, nos guiará por el
camino de la Cruz; y si rehusamos ese camino, nunca aprenderemos a caminar en el Espíritu. No es realmente una experiencia
en la que nos hacemos más fuertes y sabios, y poderosos en nuestra carne, sino
una experiencia en la que nos
hacemos débiles, más insensatos y menos competentes…para que Dios pueda convertirse
en nuestra fuerza, en nuestra sabiduría y en nuestro poder.
¿Por qué tenemos que enfatizar
continuamente estas cosas? Porque somos
duros de oído; y porque Dios ha determinado ANULAR este sistema completo
del mundo en el Día del SEÑOR.
Y para hacer eso, debe encontrar
un pueblo que haya sido ANULADO por causa de la operación de la Cruz en sus
vidas. Dios no está ahí para hacer una
muesca o dos en nosotros, sino para llevarnos a CERO. Porque solo en
fuerzas cero, podremos llevar a las fuerzas del mal a CERO:
“Dios ha escogido lo NECIO del mundo, para
avergonzar a los sabios; y Dios ha escogido lo DÉBIL del mundo, para avergonzar
a lo que es fuerte; y lo vil y despreciado del mundo ha escogido Dios; lo que
NO ES (cero cosas), para anular lo que es.” (1ª Cor. 1:27-28) ¿Qué sabiduría o propósito puede salir de
eso?
PARA QUE NADIE SE JACTE DELANTE DE DIOS
(V. 29). ¡Eso es todo el Día del Señor, y ese día está sobre nosotros! ¡El día
en que Dios ha dicho que “mancharía el orgullo de toda gloria!”
Así que, ¿Qué es lo que Dios hace
con esa nación incircuncisa que Él
está preparando para la batalla? ¿Circuncidarlos en el banco oriental del Jordán para que puedan
recuperarse con prontitud para la gran batalla? ¿En el lado oriental donde aún
tendrían la protección añadida de las muchas aguas y crecidas del río… porque
sabemos que el Jordán se inundaba por sus orillas en ese tiempo del año? ¡No! Primero los hace pasar el río y después inutiliza completamente a
todo el ejército de guerreros ante las narices de los poderosos hombres de
Jericó. Los iba a
debilitar por completo en la presencia de sus enemigos. No hay duda de que los corazones del
pueblo de Dios se derritieron al ver a unos 600.000 de sus jóvenes fornidos,
incapacitados para la batalla de un solo golpe, ante la orden del Señor. ¿Pero
sabes algo? En este mismo momento los corazones de los habitantes de Jericó
también se “derritieron” y “no quedó espíritu en ellos” cuando
vieron a este ejército incapaz fuera de sus muros fortificados. ¿Qué sucedió
entonces? Cayó el terror de Dios sobre ellos. ¿Oíste lo que dijo Pablo?
Él usa LO NECIO para mostrar SU gloria y para confundir a los sabios. Fue simplemente su caminar de
obediencia, su identificación con el camino de la Cruz, lo que trajo el temor
de Dios sobre los habitantes de la tierra y aterrorizó a los poderosos
guerreros de Canaán.
Ahora
bien, consideremos la estrategia de la batalla de Dios en cuanto a algunos de
los jueces de Israel. Una vez tras otra, Israel se apartaba del SEÑOR después
de la muerte de Josué. Y al buscar al SEÑOR, Él era siempre fiel en levantar a
un libertador, que sería conocido como uno de los jueces. En cada caso, vemos siempre el mismo principio interviniendo, y el mismo patrón de batalla y de victoria.
(3) Considera a Aod
Aod
era un Benjamita zurdo que Dios levantó para salvar a Israel de las manos de
Eglón, rey de Moab (Jueces 3:15). Dice literalmente, “estaba atado en relación con su mano derecha”. Su mano derecha era
un problema para él. Dicen que en ciertos momentos, ser zurdo puede ser
bastante frustrante. El hombre zurdo no encaja muy bien en nuestra sociedad.
Tiene que aprender a hacer las cosas por la vía difícil.
La
sociedad está más bien enfocada hacia la persona diestra.
Sin embargo, Benjamín, tal y como
recibió su nombre por parte de su padre, Jacob, significa “Hijo de mi mano derecha”. Yo solía preguntarme sobre esto cuando
descubrí como Dios usaría a los Benjamitas zurdos. Pero un día descubrí el secreto cuando me di cuenta
de que cuando pongo mi débil mano
izquierda sobre la fuerte mano derecha o diestra de Dios, repentinamente soy
vinculado con la fuerza, el poder y la potencia de Dios mismo.
Pero si trato de poner mi
mano derecha sobre la mano derecha de Dios, tengo problemas. Tendré que volverme en la dirección opuesta para hacer eso, lo que por
supuesto significa volverme de mi propia voluntad, desobediencia, y de ir por
mi propio camino. ¿No podríamos contentarnos con llevar nuestras
insuficiencias, nuestras carencias, nuestras debilidades (nuestra MANO IZQUIERDA)
y caminar mano a mano con Él en la misma dirección y en el PODER DE SU DIESTRA?
Por
supuesto, esto puede significar que a veces estaremos caminando con el Varón de
dolores, bien familiarizado con el sufrimiento. Y con frecuencia, la Iglesia
pensará de nosotros como de un grupo de gente muy triste. Pero recuerdo como
Raquel miró a su hijo, de modo que no quiero condenar a la gente por las
impresiones que puedan tener. Raquel podría haber llamado a su hijo “el hijo de mi tristeza”. Pero
Jacob dijo, “No, no Benoni, sino BENJAMÍN… ¡Será el HIJO DE MI DIESTRA!” No hay verdadero gozo que no nazca de la
tristeza. No hay verdadero gozo que no sea dado a luz en la Cruz.
“Por la noche durará el lloro, Y a la
mañana vendrá la alegría” (Salmos 30:5).
Pero
Aod tenía un puñal de doble filo. ¡Afilad vuestras espadas, vosotros Benjamitas
zurdos! ¡Preparaos para la batalla del SEÑOR! Eso es lo único
que necesitamos: una Palabra viva que sea “más afilada que toda espada de doble
filo”. Puede que no
puedas usar la mano derecha de la habilidad, de la elocuencia, de la excelencia
intelectual. Pero descubrirás, si dejas que Él siga aferrándote en Su fuerte
diestra, lo que Isaías descubrió en su debilidad:
“Y puso
mi boca como espada aguda, me cubrió con la sombra de su mano; y me puso por
saeta bruñida, me guardó en su aljaba” (Isaías 49:2).
¡Deja que Él te mantenga ahí! ¡Jóvenes,
llenos de celo por trabajar para Dios, dejad que Él os mantenga ahí! No tenéis que temer por la predicación,
la enseñanza o la evangelización, ni intentar hacer algo eclesiástico o
ministerial en su naturaleza. Solo dejad vuestra mano
izquierda sobre Su diestra, y al estar frente a frente a los enemigos de Dios,
descubriréis que podéis extender vuestra mano y sacar la afilada espada
escondida como el puñal de Aod, bajo la ropa de la debilidad, la humildad y la
mansedumbre. Puesto que por medio de estas mismas virtudes habréis podido pasar
por los guardias sin ser descubiertos. ¿Quién es Él? ¡No tiene nada en su
poder! ¡No puede hacer ningún daño!
Pero
Aod tenía un mensaje secreto para el rey, el obeso Eglón que se sentaba en su
sala de verano, bien tranquilo y satisfecho. Sus bienes estaban en paz porque
el pueblo de Dios se encontraba bajo su dominio. El mensaje secreto que Aod
llevaba al rey era éste: “Dios ha traído
fin a tu opresión, viejo y obeso monstruo. Dios ha traído liberación a Su
pueblo.” ¡Y por un solo golpe del puñal de aquel zurdo
esmirriado vendría la liberación a una nación entera!
(4) Considera a Samgar
Los guerreros de Dios que están siendo
entrenados no están en seminarios y lugares de aprendizaje tratando de afilar
sus armas en las piedras de afilar de los filisteos. Son gente corriente que
intenta salir adelante ellos y sus familias en una ocupación corriente, de
rutina. Pueden encontrarse en
todos los caminos de la vida: pescadores y granjeros, fontaneros y carpinteros,
leñeros y mano de obra de fábricas. Oficinistas y trabajadores manuales. Quizás
algunos profesionales e intelectuales, aunque no muchos, tal y como nos cuenta
el apóstol Pablo.
Samgar
aparentemente era un simple agricultor. ¿Qué conocía él de las artes de guerra?
El ejército del SEÑOR que Él está reuniendo en esta hora no estará cargado
de ministros profesionales. Sé que hay muchos hermanos preciosos que Dios va a usar. Pero tendrán
que tomar su lugar con el resto de nosotros y aprender los caminos de Dios para
poder preparar a este ejército.
Samgar
tenía una quijada de buey. No era un haragán. Quería hacer bien su trabajo en
el día y usaba una quijada de buey para asegurarse de que sus bueyes iban al
mismo paso que él. Los
guerreros que Dios está entrenando no son hombres vagos—gente que busque un
trabajo fácil. Son diligentes, honestos, fiables, de confianza, trabajadores.
En el momento correcto, Samgar tomó su quijada de buey y mató a
seiscientos filisteos con un asombroso golpe, librando al pueblo de Dios.
Dios
tiene Sus Samgares en sus trabajos. Muchos se están preguntando la razón por la
que nacieron e incluso por qué siguen aún vivos. Un día, Dios los reclutará
para el deber activo en el ejército del SEÑOR. Ahora mismo no necesitan otras armas que las que están
utilizando: fidelidad en sus trabajos, honestidad, diligencia, responsabilidad,
confianza… y seguir al Señor en todos Sus caminos. Con estas armas podrán
enfrentarse a cualquier enemigo que venga en contra del pueblo de Dios.
(5)
Considera a Débora y Barac
Débora
era profetisa. Dios le
había dado una palabra certera, puesto que ésta es la prueba final de la
verdadera profecía. El pueblo de Dios venía a ella para buscar la
palabra del SEÑOR en su hora de conflicto y necesidad. El don que tenía de Dios no la exaltaba. Qué
gracia tan tremenda Dios ha tenido que haber obrado en las vidas de Sus
escogidos para que pudieran proclamar la pura palabra de Dios en poder y
autoridad y con visión profética… y que ese vaso siga manteniéndose humilde y
manso en Su presencia y delante de los hombres. Muchas de nuestras
mujeres sienten que tienen que vindicar su ministerio porque parece que vivan
en un mundo de hombres. Quieren probar que tienen un don y un ministerio de
Dios. Débora ni
siquiera tuvo que viajar por el ministerio—“moraba
bajo una palmera”, símbolo de paz y descanso y victoria en Dios. Pero el
pueblo reconocía la palabra del Señor que había en su boca e iban a la casa de
ella para escuchar lo que Dios tenía que decirles. Era una simple ama de casa, como cualquier otra mujer de Israel.
Cuando
Dios dijo a Débora que sacara a Barac de Cedes-Neftalí, y le mandó que levantara
un ejército de 10.000 hombres de Neftalí y Zabulón para librar al pueblo de
Dios de las manos de Sísara, su único
deseo parecía ser el de quedarse en casa. Simplemente se consideraba a ella misma como “una madre en Israel”. Las
madres siempre están satisfechas de quedarse en casa y de cuidar de su familia.
Fue la insistencia de Barac en que ella fuera con él, lo que hizo que cambiara
de opinión. Y en lugar de jactarse por el hecho de que era necesaria en el
frente de la batalla, reprochó a Barac por el temor que parecía tener. En su
respuesta a Barac había una profecía que parecía implicar algo semejante a
esto: si el hombre es infiel, Dios puede usar a una mujer para hacer la tarea
de un hombre. Esto es lo que dijo:
“Iré contigo; mas no será tuya la gloria
de la jornada que emprendes, porque en mano de mujer venderá Jehová a Sísara.”
(Jueces 4:9)
¡Madres
de Israel! Tenéis un llamado muy alto. No os jactéis por el hecho de tener
dones, por poder profetizar palabras certeras de parte del Señor u obrar
milagros. Gloriaos de que Dios os haya hecho “vasos más frágiles” para que
podáis conocer como la Débora de antaño, la fuerza y la sabiduría del poderoso
Dios de Israel. Regocijaos en el
ministerio que Dios os ha dado en vuestro propio hogar y familia y bajo vuestra
propia palmera. ¡Y al enseñar a vuestros pequeños los caminos del Señor,
puedan ellos crecer para llamaros BENDITAS!
La Primera Guerra de las Galaxias
¿Quieres involucrarte en la Guerra de
las Galaxias de Dios? ¿En la guerra que está teniendo lugar en el cielo? “No”,
dices tú. “Estoy demasiado ocupado luchando contra el Diablo aquí abajo”. Suena bien. Pero si sigues el hilo de lo
que hemos de decir, puede
que llegues a comprender por qué no vas a ningún sitio en
tu batalla contra el diablo aquí abajo. Y es porque no eres conocido ARRIBA, en
los rangos celestiales de Sión.
En la primera Guerra de las Galaxias, no quedaba nada para la organización y la
estrategia humanas. ¿Cuánto tiempo más malgastará el pueblo de Dios atacando al enemigo
desde las copas de los árboles y los campanarios de las iglesias?
Dios tiene un plan magistral, y Él quiere que tú y yo vengamos a Sus consejos secretos, para que
podamos conocer SU camino y el secreto de nuestra victoria. Dios
consideró los corazones de Su pueblo y halló a 10.000 hombres que sabía que se
ofrecerían “voluntariamente” cuando fueran llamados a la batalla. Eran de la
tribu de Neftalí y Zabulón. Neftalí
significa “lucha” y Zabulón significa “Morada”. Los guerreros de Dios deben
aprender a “luchar contra los principados y potestades” y tienen que saber que la única forma de hacer esto es bajo el
poder y la cobertura del Espíritu de Dios. Tendrán que descubrir que es el Camino del la Cruz, el Camino del
vituperio, del sufrimiento, de los malos entendidos, de la debilidad, de la
imprudencia. Zabulón significa “morada”. No es suficiente tener
celo por la batalla, y ser luchadores. Tienen que conocer el REPOSO de Dios. Tienen
que aprender a “morar” en la Vid verdadera. Tienen que hacer del Señor
mismo, la propia morada de ellos. Y así, no pueden tener torres ni fortalezas ni reinos
de su propiedad.
Cuando Barac los llamó a la batalla del
Señor, “se ofrecieron voluntariamente a sí mismos…” (Jueces 5:2). No sólo
su dinero. No sólo sus diezmos o sus dobles-diezmos. No sólo sus cultos. ¡TODO! Pusieron sus vidas en peligro hasta la
muerte “en las alturas del campo” (Jueces
5:18), luchando “junto a las aguas de
Meguido” (v.19). El Dr. Young, erudito hebreo, dice que Meguido significa “Lugar de Dios”. Y
Meguido fue el lugar de la cita de Dios. Dios había preparado un ejército
que era conocido y reconocido en los lugares celestiales. Había preparado sus
corazones y era Él quien los había CONOCIDO y llevado a la batalla.
Por eso los cielos mismos estaban encendidos con los poderosos guerreros de los
ámbitos celestiales que se levantaron a favor del pueblo de Dios:
“Desde los cielos pelearon las estrellas;
Desde sus órbitas pelearon contra Sísara.” (Jueces 5:20).
El
Último Armagedón
La
batalla de Barac fue la primera Batalla de Armagedón. La última está justo
delante. La Batalla de Barac fue la primera de la Guerra de las Galaxias. La última Guerra de las Galaxias está a punto de tener lugar.
Una vez más Dios está reuniendo
a un pueblo para la batalla. Es un pueblo de “luchadores” (Neftalí significa
“lucha”). “No tenemos guerra contra carne
ni sangre”. Estamos aprendiendo a permanecer
en Cristo (Zabulón significa “morada”). Y porque conocemos el reposo y la confianza del Señor, al permanecer en Él
sabremos como luchar contra las potestades del ámbito celestial.
Una vez más, es un pueblo que se ofrece
voluntariamente: no simplemente sus talentos, un poco de plata y de oro, una
porción de sus recursos—sino a ELLOS MISMOS.
“Y
ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del
testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte.” (Apoc.
12:11).
¿Dónde
tendrá lugar esta última y final batalla del Señor? En la tierra, y no en los
ámbitos celestiales… pero comenzará en el Cielo.
“Y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones; y
su hijo fue arrebatado para Dios y para su trono. DESPUÉS HUBO UNA GRAN BATALLA
EN EL CIELO.” (Apoc. 12:5,7).
Amados, ¡Fijaos en esto! Cuando este Hijo colectivo surja, ¡Habrá una
declaración de guerra en el cielo! Pero también abarcará a toda la tierra. Porque cuando el arcángel Miguel (a
cargo de las fuerzas angelicales) hace guerra contra el Dragón, el Dragón
(Satanás), es arrojado de su fortaleza celestial… ese lugar de dominio en los
cielos desde donde hostiga, cautiva y atormenta al pueblo de Dios y a los
habitantes de la tierra. Y
ahora que él cede esos lugares altos de dominio a los hijos vencedores de Dios,
viene a la tierra “con gran ira, sabiendo
que tiene poco tiempo.” (Apoc. 12:12). Los habitantes del mundo no entenderán. Habrá desastre y calamidad
por todas partes. La mujer “en el desierto” no entenderá… porque hay
tribulación y angustia y persecución. Pero hay un grito celestial de triunfo: “Por lo cual alegraos, cielos, y los que
moráis en ellos.” El pueblo de Dios está caminando
en lugares celestiales y haciendo guerra en los lugares celestiales, aunque sus
pies estén en la tierra, donde se encuentra el Dragón. Ahora pueden aplastarlo debajo
de sus pies, tal y como Pablo dijo que sería. (lee Rom. 16:20). ¿Pero
que pasa con la tierra, ahora que Satanás ha sido derrotado en la batalla y
arrojado de sus alturas orgullosas?
“¡Ay de los moradores de la tierra y del
mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene
poco tiempo”. (Apoc. 12:12). Y todo es porque la victoria ha sido librada y ganada. ¡Es el Día
del SEÑOR! ¡Es el gran Día del Dios Todopoderoso!
Los ejércitos de Barac lucharon en “las alturas del campo” y “cerca de las aguas de Meguido” (Jueces
5:19). Por tanto, Meguido ha tomado un nombre simbólico para la última y gran batalla de Dios
que será luchada en el cielo, con armas espirituales, pero que causará guerra y
terribles repercusiones por todo el mundo. Me han
dicho que Har-Meguido (o Armagedón) significa Lugar de Dios. Es el lugar de la
cita de Dios con todas las fuerzas del mal que se han preparado contra el
pueblo de Dios y que Dios destruirá en el Día del SEÑOR. Dios nos dice
que estos espíritus inmundos que salen de la boca del Dragón “son espíritus de demonios que hacen señales,
los cuales van a los reyes de todo el mundo a reunirlos para la batalla del
gran día del Dios Todopoderoso.” (Apoc. 16:14). Y entonces viene esta
solemne advertencia al pueblo de Dios que está en la tierra y que debe ser
alertado y preparado para esta hora. Lejos de dar al pueblo de Dios el consuelo de ser raptados en estos
tiempos terribles, el Señor hace un claro llamado a la santidad y a la cautela.
“He
aquí, vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela y guarda sus ropas, no sea
que ande desnudo y vean su vergüenza.” (v.15).
Dios consideró apropiado insertar esta advertencia especial a Su pueblo en el
momento en que las fuerzas de Armagedón estén siendo reunidas, ADVIRTIÉNDONOS Y
ANIMÁNDONOS A ESTAR ALERTA, PREPARADOS Y CAMINANDO EN LA JUSTICIA DE JESUCRISTO. Después de este paréntesis, Juan continúa
escribiendo:
“Y los reunieron en el lugar que en hebreo
se llama Armagedón” (v.16).
No nos
confundamos con el hecho de que haya diferentes facetas de verdad que se
presentan en Apocalipsis una y otra vez en diferentes lugares y mediante
símbolos distintos. El libro significará más para nosotros cuando entendamos
que Juan vio cosas
descritas por el Ángel, no siempre desde un punto de vista cronológico, sino
desde un punto de vista del panorama global: no como alguien que está en
pie viendo una carrera desde una valla, echando una mirada desde un visor,
viendo como los caballos corren la carrera; sino que está viendo como un
atalaya por encima de la cerca, viendo claramente esa porción de los eventos
que Dios le estaba mostrando desde Su propia perspectiva, en alguna fase
particular de las poderosas operaciones de Dios en la tierra y en la Iglesia.
No obstante, todos los eventos se movían progresivamente hacia el clímax
glorioso de unos Nuevos Cielos y Tierra nueva.
Así
pues, veámonos a nosotros mismos con Juan, no caminando en una línea
cronológica recta hacia la meta final; sino observado como la verdad se
despliega de forma parecida a como verías los círculos moviéndose
progresivamente en las aguas después de arrojar una piedra a un estanque.
Primero un círculo, después otro, y otro, hasta que progresivamente alcanza su
glorioso clímax.
Por
eso, a lo largo de todo el libro, vemos problemas, tribulación, victoria y el
reino, repetidos una y otra vez. Y por eso el Libro ha tenido un significado
real para el pueblo de Dios en cada era de la Iglesia, conforme a su círculo
particular en el marco del tiempo de los propósitos de Dios.
Y así
llegamos al día de la cosecha, en el
que este maravilloso libro tendrá un significado especial para los que caminan
en Sus caminos en esta hora. Pero no debemos mirar a la escena de la cosecha y
pensar que todo lo anterior es algo del pasado. O vernos a nosotros mismos en
el momento de los “siete relámpagos” y sentir que todo lo que ha habido antes
de eso es mera historia para nosotros y que todo lo que se menciona después es
futuro aún. A Juan se le pide que escriba “las
cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas.”
(Apoc. 1:19). Pero hemos de entender que las cosas que Juan vio en su día,
son también cosas que estamos testificando aquí y ahora. Las cosas que
pertenecen a las siete iglesias son ciertamente históricas pero también están
muy presentes aquí y ahora. Y seguirán teniendo significado para la Iglesia
incluso hasta el tiempo del fin. “Y las
cosas que han de ser después de estas” pueden muy bien ser, desde nuestro
punto de vista, cosas que ya han sucedido en un cierto nivel de las operaciones
de Dios… aunque han de ser aún reveladas en otra fase de Sus operaciones.
Cuando Dios se mueve progresivamente en la tierra a lo largo de esta era de la
Iglesia, no se trata de una situación pasado-presente-futuro desde el punto de
vista de Dios. Muchas de las cosas que Juan vio y las cosas que son, y las
cosas que han de ser… han sido decretadas y re-decretadas muchas veces en la
tierra, como ha surgido un círculo tras otro en la operación de los propósitos
de Dios, desde el principio hasta ahora. En medio y a lo largo de cada era de
la Iglesia, ha existido el conflicto entre el Bien y el Mal, la Luz y la
Oscuridad… hasta que en la consumación de todo ello veamos al Cordero en pie
sobre el Monte Sión con los vencedores que Le han seguido y a todos sus
enemigos sometidos debajo de Sus pies.
El
libro de Apocalipsis comienza con la declaración de que Dios lo dio a conocer
por signos. El ángel “señal-ó” a Su siervo Juan… lo dio a conocer a él en un
lenguaje de signos. Si estamos familiarizados con el Antiguo Testamento,
podemos leer el libro del Apocalipsis y no darnos cuenta de que el “lenguaje de
signos” que se usa procede en su mayor parte de los tipos y sombras del Antiguo
Testamento—no solo de los libros que corresponden a los sacrificios y
ceremonias de Israel, sino también a las palabras de los profetas. Hay
aproximadamente 400 citas directas u otras referencias al Antiguo Testamento en
el Libro de Apocalipsis, tal y como el Espíritu Santo consideró apropiado
revestir la “Revelación” en terminología que la convirtiera en algo “muy escondido” de los que
continuaran caminando en desobediencia y rebelión contra Dios. Los
“misterios” de Dios son secretos revelados a los escogidos de Dios, pero
“secretos” que el mundo alrededor nuestro no puede conocer ni percibir, a menos
que el corazón se presente desnudo delante de Él. Porque nos dice muy claramente:
“Los secretos del SEÑOR son para los que
le temen.” (Salmos 25:14, LBLA).
Por tanto, Armagedón deriva su
significado del Meguido del Antiguo Testamento, donde en dos ocasiones concretas, Dios reunió a las
hordas del mal para llevar a cabo su destrucción mediante Su poderosa
intervención propia.
Tanto la guerra de Barac como la de
Gedeón tuvieron lugar en el área de Meguido. Y de este modo, Dios, en el libro del Apocalipsis nos dice que
será en Armagedón donde Dios atraerá a las fuerzas del mal de este sistema
mundial para traerles su destrucción. (Lee Apoc. 16:14-16). Es el gran Día del
Dios todopoderoso, cuando Dios se siente en juicio sobre todo el mundo. Joel lo
llama la batalla en el valle de Josafat.
Este no es el mismo valle que el de Meguido, pero el significado es claro. Josafat significa “Dios es juez”. Es
ese día en el que Dios se sienta en juicio sobre el mundo entero. Joel es el alarmista del Antiguo Testamento. Cuando los siervos de Dios
comienzan a hablar del modo que habló Joel, son despreciados por “alarmistas”.
Así sucedió con los profetas de Dios de antaño. Que Dios levante unos pocos más
“atalayas” ungidos enviados del Cielo que toquen la alarma—en este día en que
la Iglesia está siendo enseñada a establecerse, a estar en paz… Porque Dios no
va a dejar que veamos esos días temibles de tribulación y oscuridad del que
hablan los alarmistas. Y así, Joel fue el alarmista de su día, que clamó:
“Proclamad esto entre las naciones:
Preparaos para la guerra, despertad a los valientes; acérquense, suban todos
los soldados. Forjad espadas de vuestras rejas de arado y lanzas de vuestras
podaderas; diga el débil: Fuerte soy. Apresuraos y venid, naciones todas de
alrededor, y reuníos allí. Haz descender, oh SEÑOR, a tus valientes.” (Joel
3:9-11).
Dios declara la guerra contra todas las
naciones por su rebelión contra Él. “Reuníos”, dice, “Estoy listo para la batalla… ¡Preparaos para
la guerra! Tengo una cita con todos los hombres en Armagedón, el Lugar de Dios…
en el Valle del Juicio. ¡Seguid
con vuestras conferencias internacionales y con vuestras cumbres! ¡Seguid con
los Consejos de la Iglesia mundial y con vuestras reuniones ecuménicas! Y ¡UNÍOS TODOS!”
Dios dice que está soltando a los demonios de espíritus inmundos para acelerar
la obra que los hombres en lugares altos tienen en mente, la obra de unir a los pueblos de
la tierra en alianzas de PAZ, mientras que a la par, rechazan al Príncipe de
Paz. Que la Iglesia
del mundo se reúna y exalte el liderazgo
del hombre. Dios está preparando un cuerpo en la tierra que está exaltando
el Señorío de Cristo. Que los
súper-poderes luchen por la paz basada en el poder y en la fuerza humana…
¡Basada en la falsa premisa de que un holocausto global puede evitarse si cada
bloque de naciones entiende que un primer golpe significaría la destrucción
mutua! En medio de todo ello, Dios está preparando a un pueblo, y los está
armando con armas de verdad, de pobreza de espíritu, de mansedumbre y de
justicia, de amor—y vencerán a las huestes del mal ¡“por la sangre del Cordero y por la palabra de Su testimonio!”
(6) Considera a Gedeón
“Israel fue empobrecido en gran manera” por causa de los madianitas y clamaron
por un libertador a Dios. En respuesta a su clamor, Dios levantó a un hombre llamado
Gedeón. Gedeón se hallaba sacudiendo el trigo en el lagar para esconderlo de
los madianitas, cuando el ángel del SEÑOR le saludó con extrañas palabras:
“El SEÑOR está contigo, valiente guerrero”
(Jueces 6:12).
Dios
conocía el problema de Gedeón. Sabía que Gedeón estaba lleno de temor
por causa del enemigo. Sabía que era un hombre débil de una de las
familias más pobres de Manasés. Sabía que Gedeón era el menor, no
el mayor, de la casa de su padre. ¡Justo las cualidades que Dios estaba
buscando! Y de este
modo, el ángel le dijo:
“Ve
con esta tu fuerza, y libra a Israel” (v.14). Su fuerza no debía estar en sus propios
recursos, sino en su debilidad. Y el hecho
de que Dios le ENVIARA era la única autoridad y poder que Gedeón necesitaba.
Todos
conocemos la historia… como Dios tuvo que reducir el ejército original de
32.000 hombres a un puñado de 300. Amado, ¿Por qué no podemos aprender de la multitud de testigos
tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento… que la fuerza no está en los números,
que las riquezas no consisten en el oro y en la plata, que la sabiduría procede
del camino de la Cruz, y no de las paredes de la enseñanza?
Gedeón
desmovilizó a su ejército ante la orden del Señor, mandando a casa a los que
tenían temor. Se quedó con
10.000 hombres. Todos ellos estaban ansiosos por la batalla; pero Dios dijo, “todavía el pueblo es demasiado numeroso”.
Dios tomó este asunto en Sus propias manos y envió a otros 9.700 a casa… ¡los
libró de su responsabilidad como ejército del Señor! ¿Y por qué razón? Quizás
muchos de ellos se preguntaban por qué… habiendo estado tan ansiosos de luchar
por el SEÑOR. Cualquiera que sea la razón para licenciar a estos 9.700
soldados, pienso que Dios quería que supiéramos que
en las mismas cosas cotidianas de la vida, en nuestras tareas y ocupaciones
diarias, estamos siendo probados y tratados por el Señor cada día, y no somos
conscientes de ello. Estaban junto al agua, saciando su sed, pero Dios los estaba viendo
desde el cielo y estaba probando sus
corazones. Y ellos no lo sabían. Hay algo aún más muy significativo.
Dios dijo que si usaba a toda la multitud, entonces Israel se llevaría la
gloria. De modo que sabemos
que cuando Dios escogió a mano a estos 300 hombres, Él sabía que no se
llevarían la gloria por la victoria que Él les iba a dar. ¡Dios sabía
que Él se llevaría toda la gloria!
Dios,
que escudriña los corazones de los hombres, está marcando a los Suyos para que se involucren en la
batalla del Señor, conforme a Sus propios requisitos
de fidelidad, obediencia y sometimiento a Su voluntad. Su estándar
de juicio es este: “el que es fiel en
lo poco, en lo mucho también lo será.” No esperes ser comisionado para un puesto de deber en el
ejército del Señor si hay indiferencia o pereza, infidelidad o deshonestidad en
tus tareas diarias insignificantes en casa o en tu trabajo… infidelidad hacia
tu jefe o hacia tu empleado, engaño, mentira, robo a tus conciudadanos mediante
la falsificación de declaraciones de la renta. Y podríamos seguir y
seguir con esto. Pablo señaló
que había un requisito del siervo… debía ser hallado fiel. Y Jesús
dijo que si un hombre no puede ser confiado en sus tratos con mamón, las
riquezas pasajeras de esta vida, Dios no podría confiarle las verdaderas
riquezas.
Dios escogió a los 300 no para mostrar
lo fuertes que eran; sino para demostrar que en la debilidad del hombre Él
mismo sería glorificado. Con
una antorcha y una vasija cada uno de ellos salió a la batalla. Era lo único
que necesitaban porque la batalla era del SEÑOR. Y así, Pablo dice:
“Tenemos este tesoro en vasos de barro
para que la excelencia del poder sea de Dios, no nuestra.” (2ª Cor. 4:7).
Una antorcha dentro de una vasija. Pero la vasija tenía que romperse para que
la luz pudiera brillar desde el interior. Y cuando se oyó el sonido de la trompeta: “la Espada del SEÑOR y de Gedeón…”
El
enemigo fue derrotado en confusión extrema y de hecho se destruyeron a sí
mismos. La estrategia de la batalla de Dios contra el enemigo es arrojarlos a
la confusión. “La espada de cada uno
contra su compañero en todo el campamento.” (Jueces 7:22).
Satanás
ha usado esta estrategia de forma efectiva trayendo división y confusión en
medio del pueblo de Dios; pero todo esto será cambiado el Día del SEÑOR.
¡Las
huestes de Satanás tiemblan y son arrojadas a un confuso estado de
auto-destrucción cuando son confrontadas con un pueblo que camina en la
obediencia de Cristo, en el camino de la Cruz!
(7) Considera a Josafat
Una
gran multitud de los hijos de Amón, de Moab y del Monte Seir se habían reunido
para atacar a Jerusalén. Inmediatamente, este humilde rey congregó al pueblo y
a los sacerdotes y buscaron muy en serio ayuda y dirección del Señor. Josafat
estaba en pie delante del pueblo y clamó al Señor por ayuda, terminando su
ferviente oración con una confesión muy NEGATIVA (?):
“Porque
no tenemos fuerza alguna delante de
esta gran multitud que viene contra nosotros, y no sabemos qué hacer; PERO NUESTROS OJOS ESTÁN VUELTOS HACIA TI”
(2ª Cron. 20:12). Una vez más el pueblo de Dios estaba
completamente desvalido. ¡No sabían qué hacer!
Queridos,
Dios quiere que sepamos que en el día de la calamidad repentina, en el día del
temor repentino, cuando sepamos que no tenemos poder contra el enemigo, cuando
no sepamos qué hacer, que el secreto de nuestra victoria es éste: “Nuestros ojos están puestos en
Ti…” Dios no duda en exponer a Sus escogidos en su extrema
debilidad ante las huestes del enemigo, porque Él es su Libertador. Y Él se
levanta a favor de ellos cuando ellos claman, “Señor, nuestros ojos están puestos en Ti”.
Repentinamente,
el espíritu de profecía vino sobre cierto Levita de los hijos de Asaf, que se
puso en pie y reveló la
exacta localización del enemigo. Y después dio instrucciones específicas al
pueblo de Dios en cuánto a lo que tenían que hacer. No se trataba
simplemente de que cada hombre en Israel hiciera lo que pudiera. ¡Confiésalo! ¡Rompe con todas las
normas de los libros de éxito y confiésalo! “Señor, ¡No sé qué hacer!” Entonces, si podemos afirmar
nuestros corazones y esperar en Él, Él nos mostrará qué hacer. Una vez más, la batalla tenía que ser
la del Señor.
“No
necesitáis pelear en esta batalla; apostaos y estad quietos, y ved la salvación del SEÑOR” (2ª Crónicas 20:17). Y toda
la congregación se postró ante el SEÑOR y adoró.
¡Cómo
anhelamos esos días en los que el Espíritu de Dios venga sobre Su sacerdocio en
la tierra, y se levanten y den una palabra clara de parte del Señor! Palabras
del Señor que penetren en los corazones de Su pueblo, convenciendo a los que
están en error, rompiendo la voluntad terca, revelando la estrategia del
enemigo y haciendo que los incrédulos caigan sobre su rostro y clamen a Dios
por misericordia! (lee 1ª Cor. 14:24-25).
Amados, vamos a ver esos días… en los
que el pueblo de Dios se involucre con sus caminos y comience a caminar por el
sendero de la obediencia, escuchando lo que el Espíritu dice a las iglesias. El
Señor ha sido fiel en enriquecer a Su pueblo con dones y capacitaciones
espirituales. Estas capacitaciones son como facultades para el cuerpo humano:
ojos para ver lo que Dios está revelando, oídos para escuchar lo que Dios está
diciendo, manos para hacer y obrar lo que Dios está haciendo. Con frecuencia ha
habido una operación muy mecánica de los dones porque las personas han
aprendido “cómo hacerlo”.
Pero
cuando el pueblo de Dios es nutrido en la verdad, el don que tengan de Dios
surgirá en la hermosura de Su vida. Realmente no tenemos que enseñar a nuestros
hijos a ver ni a escuchar, ni a respirar—aunque necesiten alguna dirección al
ir desarrollándose estas facultades en sus vidas. Cuando oyes una profecía, generalmente no es demasiado
difícil discernir si Dios ha hablado o si la persona que habla ha sido enseñada
CÓMO profetizar. Amós dijo que no podía evitar profetizar porque oía de
Dios—y cuando alguien está lleno de temor cuando ruge el león, del mismo modo
dice él, “Tengo que profetizar porque el
Señor DIOS ha hablado.” (Lee Amós 3:8).
¿Qué sucedió en la batalla de Josafat?
La batalla era del SEÑOR, de modo que enviaron cantores delante del ejército,
que cantaban, “¡Gloría al SEÑOR, porque
Su misericordia dura por siempre!” Y una vez más, los enemigos de Dios se
destruyeron a sí mismos. ¡Lo único que Israel tuvo que hacer fue salir y
recoger el botín! ¡Los enemigos del
Señor luchan y se destruyen unos a otros cuando el pueblo de Dios camina en Sus
caminos!
No puedes imitar marchas de victoria
como ésta. Este pueblo estaba cara a cara frente a una destrucción extrema. Se reunieron y buscaron a Dios. Confesaron
abiertamente que no sabían qué hacer. Pero cuando buscaron a Dios con todo
su corazón, ¡Él les dio una palabra clara de dirección y no tuvieron nada más qué hacer que alabar a Dios por Su intervención y
recoger los despojos de la victoria!
(8) Considera a Ezequías
Ezequías
ere un buen rey; y al llegar al trono de Judá, su primera preocupación fue restaurar la adoración y la gloria del
templo de Dios… y Dios le dio un gran avivamiento.
Lo
primero que hizo fue “abrir las puertas
de la casa del SEÑOR y repararlas” (2ª Crónicas 29:3). Los sacerdotes y los
levitas se reunieron en Jerusalén para comenzar la tarea de limpiar el templo de Dios. Tenían una batalla por delante y Dios lo sabía. ¿Por qué no los
introdujo en campamentos de entrenamiento militar? Porque la armadura de
Dios es “la armadura de la luz” y por eso, su primera preocupación era Su
templo. El templo
tenía que ser limpiado. Si no, habría derrota en la batalla. Era el momento de
que el pueblo de Dios entendiera esto.
Dios
quiere verdad en lo íntimo. Este es el día de la limpieza de la casa de Dios.
No una clase de intervención meramente legalista, externa… sino una profunda y
penetrante obra del Espíritu de Dios en los corazones y en las vidas. Cuando
Dios limpia y cambia los corazones de los hombres, lo externo también será
limpio.
El holocausto tenía que ser restaurado.
Los corazones de los hombres tenían que ser puestos sobre el altar y totalmente
expuestos a los fuegos de Dios.
“Cuando comenzó el holocausto, comenzó
también el cántico de Jehová...” (v. 27). Hay muchas canciones bonitas en la iglesia hoy, y mucha
música profesional. Pero “el cántico del
SEÑOR” es completamente distinto: canciones del Espíritu que penetran el
corazón y producen quebranto, y un sentido de asombro por causa de la presencia
de Dios. No escuchas realmente el CÁNTICO DEL SEÑOR hasta que haya un
holocausto, una entrega completa a Dios, el sacrificio de un espíritu roto y
contrito.
Después
viene el orden divino. “Y quedó
restablecido el servicio de la casa de Jehová.” (v.35). Generalmente esto
es lo primero en nuestra agenda: Organizarnos bien con un edificio, un
liderazgo bien estructurado, y tenerlo todo listo para que Dios se mueva. Y de
este modo lo que tenemos es el orden del hombre, que pronto termina en otro
Babel—desorden, división y conflicto. El orden de Dios se basa en un pueblo reunido por el
Espíritu Santo, que viene a la plenitud de la entrega y del sacrificio,
ofreciéndose voluntariamente a sí mismo al Señor.
Pronto
el avivamiento se extendió a otras partes de la tierra. Salieron mensajeros de
Jerusalén a varias ciudades y pueblos, invitando a la gente a venir a Jerusalén
a celebrar y guardar la Pascua y a volverse de nuevo al
Señor. Algunos se burlaron y se rieron de los mensajeros con desdén.
Otros se humillaron y vinieron y buscaron al Señor. Comenzaron a tener lugar
las sanidades (¡aunque no se nos dicen los nombres de los que ministraron la
sanidad!). Los corazones del pueblo se abrieron a la palabra y surgieron
maestros para dirigir al pueblo de Dios por Sus caminos. El resultado final de todo ello
fue el GOZO. Hubo “gran gozo en
Jerusalén”. Esto era muy distinto del gozo forzado que los hombres están
intentado fabricar en nuestras iglesias hoy día. No hay nada como el
gozo del Espíritu Santo… el gozo que procede de un pueblo que es llevado
bien bajo a Sus pies por causa del holocausto, y que espera ante Él en humildad
y contrición de corazón, y que aprende de Él y anda en Sus caminos.
Después
vino el quebrantamiento de las imágenes y de los lugares altos de idolatría que
abundaban en la tierra.
¡Me pregunto cuántos ídolos vamos a descubrir cuando Dios comience a juzgar Su
casa y a escudriñar a Su pueblo con los siete ojos de llama de fuego del
Espíritu de Dios! ¡Que Dios continúe esta gran obra que Él ha comenzado en la
tierra, que Su Templo (la Iglesia), pueda ser restaurado, y que el pueblo de
Dios sea limpiado, purificado y enriquecido con todas las gloriosas provisiones
de Su gracia! Y no seamos disuadidos para abandonar esta visión por
causa de maestros ignorantes que se burlan: “Este pueblo está sentado ahí fuera
intentando perfeccionarse, en lugar de salir y trabajar para Dios.”
El Día del Señor está muy cerca, y en eso es
en lo que consiste esta gran preparación. El enemigo ha maquinado un complot maligno para destruir al
pueblo de Dios de golpe, y si el
Templo de Dios no es limpiado y Su pueblo consagrado en el altar del
holocausto, no vamos a sobrevivir el incendio de ese gran día. Así,
leemos:
“Después
de estos actos de fidelidad, Senaquerib, rey de Asiria, vino e invadió a Judá y
sitió las ciudades fortificadas, y mandó conquistarlas para sí” (2ª Crónicas
32:1).
Pero Jerusalén estaba preparada para
ellos. No sentían que
estuvieran listos y eso trajo un gran temor a los corazones de todos. Pero en
su entrega al Señor habían penetrado en los mismos cielos. Cómo
queremos enfatizar que sólo cuando el pueblo de Dios ES CONOCIDO EN LOS CIELOS
Y RECONOCIDO DELANTE DEL TRONO, conocerá la victoria sobre las arremetidas del
Maligno aquí abajo.
¿Qué
hizo Ezequías en esa hora de gran inquietud y peligro? Envió un mensaje al
profeta Isaías en el que confesaba (y una vez más parecía ser una confesión muy negativa): “Este día es día de angustia, de reprensión
y de blasfemia; porque los hijos están a punto de nacer, y la que da a luz no
tiene fuerzas.” A Ezequías le parecía que todas las cosas buenas que
Dios había hecho por ellos y el avivamiento que habían conocido, en realidad
estaban a punto de terminar en desastre. “¡La
que da a luz no tiene fuerzas!”. Ahora bien, Ezequías significa
“Jah es Fuerza”,
pero Ezequías no tenía ninguna fuerza
propia, y tampoco había ninguna en Israel. Pero el secreto de
su victoria reposaría precisamente en este mismo hecho… que estaban desvalidos,
y lo sabían… y que Dios era su suficiencia.
Ezequías
recibió una carta larga y amenazante del general de Senaquerib, que se resumía
en este simple ultimátum: “¡Rendíos, si no…!” Ezequías no tenía respuesta con
qué contestar. De modo que llevó la carta al templo y “la abrió delante del Señor”. Dijo, “Señor, lee esto… No sé qué
hacer al respecto.” Ezequías había tocado el trono. Sé que somos exhortados: “Debemos orar más, debemos interceder más…” Cierto. Pero todo esto no
servirá para nada si los corazones del pueblo no se han vuelto a Dios, si el
templo no está siendo limpiado, si el holocausto de la entrega total a Dios no
asciende delante del Señor desde corazones rotos y contritos. El pueblo de Dios había
penetrado en los Cielos y fueron reconocidos por los ejércitos del Cielo. Dios
pronto revelaría lo que iba a hacer. ¡La batalla era del SEÑOR!
Isaías
devolvió a Ezequías la seguridad de que Dios había escuchado su clamor y que
daba a al Rabsaces la respuesta que Ezequías era incapaz de dar. Era una denuncia
mordaz de Senaquerib y todos sus ejércitos, y acabó la carta diciendo:
“Porque yo ampararé esta ciudad para
salvarla, por amor a mí mismo, y por amor a David mi siervo. Y aconteció que
aquella misma noche salió el ángel de Jehová, y mató en el campamento de los
asirios a ciento ochenta y cinco mil; y cuando se levantaron por la mañana, he
aquí que todo era cuerpos de muertos.” (2ª Reyes 19:34,35). En los días de la escuela, teníamos una
poesía en nuestras lecturas del famoso escritor inglés Lord Byron, en la que
describe dramáticamente esta gran confrontación y me gustaría incluirla aquí:
LA DESTRUCCIÓN DE SENAQUERIB
Los asirios vinieron como el lobo en el redil,
Y sus séquitos brillaban en púrpura y oro;
Y el lustre de sus lanzas era como las estrellas sobre el mar,
Cuando la ola azul da vueltas cada noche en la profunda Galilea.
Como las hojas del bosque cuando el verano es verde,
Esa multitud con sus estandartes vistos en la puesta del sol;
Como las hojas del bosque cuando el otoño ha nacido,
Esa multitud yace seca y perdida.
Porque el Ángel de la Muerte extiende sus alas al toque de
trompeta
Y sopla al rostro del enemigo al pasar;
Y los ojos de los dormidos se vuelven moribundos y fríos
Y sus corazones una vez cargados, y para siempre tranquilos.
Y ahí estaba el corcel con su nariz abierta,
Pero por ahí no salía el soplo de su orgullo;
Y la espuma de jadeo yacía blanca sobre el terreno,
Y frío como el rocío del oleaje golpeando las rocas.
Y ahí yacía el jinete, desfigurado y pálido,
Con el rocío sobre su cejas y el óxido en su malla;
Y las tiendas estaban en silencio, los estandartes solos,
Las lanzas sin levantar y la trompeta sin tocar.
Y las viudas de Asur son ruidosas en su lamento,
Y los ídolos son rotos en el templo de Baal
¡Y los poderosos de los gentiles, no golpeados a espada
Se derriten como nieve ante la mirada del Señor!
(9) Considera a Mardoqueo
Aquí
tenemos uno de los ejemplos más claros de cómo Dios capacita a Su pueblo para
quitar la panoplia del enemigo. Lo encontramos en el libro de Ester, donde no
aparece el nombre de Dios expresamente mencionado, pero si revelado por todas
partes.
Amán,
el exaltado Príncipe de Persia, tenía un odio insaciable hacia Mardoqueo el
judío, que solía sentarse en la entrada del rey. Amán ya había tenido un gran
éxito consiguiendo la firma del rey en un edicto para borrar a los judíos de la
faz de la tierra, y el día había sido escogido. Pero no podía esperar todos
esos meses para librarse de Mardoqueo,
el judío que le atormentaba sólo por su presencia. Sin embargo,
Mardoqueo había sido un buen hombre en su cautiverio, ni un ápice de
rebelde por causa de su destino. Incluso había salvado la vida del
rey en una ocasión. Algo por lo que no había recibido ningún reconocimiento, ni
siquiera del propio rey. Pero cuando el pueblo de Dios
comenzó a preocuparse por su destino, y afirmaron sus rostros para buscar a
Dios en oración y ayuno, Dios comenzó a moverse en favor de ellos. Dios nunca ha tenido ningún
problema en tratar con reyes y dictadores. Un ángel del cielo podría
liquidar a cualquiera de ellos en un instante. El problema de
Dios siempre ha sido Su pueblo, porque ellos son Sus hijos y Él
desea nutrirlos en Sus caminos. De ellos Él exige obediencia, sometimiento a Su
voluntad y que aprendan Sus caminos. Y de este modo, el SEÑOR inquietó al rey
en su cama, por la noche, de forma que no podía hallar descanso. Finalmente
llamó para que le trajeran el diario real e hizo que uno de sus siervos se lo
leyera a la luz de una lámpara. Parecía tener el sentimiento de que algo podía
haber sucedido en su reino que él no se hubiera tomado la molestia de
investigar, algo que quizás le provocaba esa inquietud. ¡Con toda certeza! “¡Podrías repetir esa última frase, por
favor…!” ¡Ahí estaba la razón por la que no podía dormir! El hombre
Mardoqueo había salvado su vida y él (el rey) lo había olvidado por completo.
Inmediatamente cayó dormido.
Pero
no por mucho tiempo. Ya era temprano por la mañana. Mientras tanto, Amán había
estado muy ocupado erigiendo una horca en su patio, sobre la que pretendía
colgar a Mardoqueo. Lo único que necesitaba ahora era la firma del rey. Sólo un
detalle pequeño, por supuesto, pero necesario. Pero al entrar al patio del rey
con ese trozo de papel en su mano, el rey ya se había levantado antes de la primera
palabra porque sabía que no podía alargar más ese asunto. Tenía que hacer algo
noble a Mardoqueo, el judío.
“Hay un cierto hombre en mi reino que debo
honrar”, dijo el rey a
Amán. “¿Qué sugieres?” Amán estaba
seguro de que el hombre a quién el rey tenía en mente era él, porque había
recibido ya tantas honras reales de modo que no era difícil pensar en una buena
nueva honra.
“¿Por qué no le vistes con tus ropajes
reales?” dijo al rey, “le pones tu corona sobre su cabeza, le
montas sobre tu caballo real, y haces que uno de tus nobles favoritos pasee el
caballo por la ciudad y proclame ante todo el pueblo alrededor… “Así se hará al
hombre a quién el Rey se deleita en honrar” (lee Ester 6:9). “Una muy buena
sugerencia”, dijo el rey; “Bueno, tú
eres mi noble favorito. Ve y haz con Mardoqueo el Judío todo lo que has
sugerido. Cerciórate de no olvidar nada de lo que has mencionado… “¡Hasta el
más pequeño detalle!”.
Ese
trocito de papel que tenía en su mano para que lo firmara el rey… bueno, lo
tomó y lo metió en su bolsillo. Y Amán salió e hizo exactamente lo que el rey
había ordenado. Después llevó al caballo a su lugar, fue a su casa y lloró
sobre el hombro de su esposa.
Con
esa intuición que con frecuencia tienen las mujeres, inmediatamente le advirtió
que quizás las cosas
estaban cambiando… ¡quizás sus días estaban contados! Amán estaba
comenzando a perder su armadura. Si los corazones del pueblo de Dios han sido preparados, cuando lleguen
a esta confrontación abierta con el enemigo, descubrirán que comienza a
debilitarse incluso antes de que la batalla comience. Cuando Su pueblo
comience a caminar con Él, Dios simplemente atrapa a los sabios en su propia
astucia, y el abismo que habían preparado para el hijo de Dios… ellos mismos
caen dentro.
Aún
así, era una hora muy oscura para el pueblo de Dios. El edicto inalterable de
Amán colgaba pesadamente sobre las cabezas de cada judío en las 127 provincias
de Persia. Pero Dios había escogido a Ester para ser otra clave en
toda esta situación, aunque ella no era consciente cuando fue escogida para ser
reina. Era la prima de Mardoqueo y
Mardoqueo la había criado como a su propia hija. Ester había sido
escogida por el rey entre muchas candidatas para sustituir a la antigua reina, que había sido apartada de la realeza por insumisión.
Mardoqueo le recordó que quizás ella había entrado a una posición de favor real
solo por causa de esta ocasión tan crítica.
Mardoqueo,
preocupado por el destino de su pueblo, se sentaba lamentando ante la puerta
del rey vestido de cilicio. Toda la judería estaba en un estado de lamento,
oración y ayuno. No
parecía haber salida. Pero Dios lo había preparado de este modo para poder
hacer camino donde no lo hay, y por medio de ello, traer una mayor gloria para
Él mismo. Dios prepara los callejones sin salida en
nuestro caminar con Dios y nos lleva a lugares de gran crisis, para que cuando
lleguemos ahí, podamos hallar a Dios. Dios quiere que entendamos
esto, porque podemos estar seguros de que el “dios de este
mundo” está determinado a borrar al pueblo de Dios de la faz de la tierra.
Y puede venir el tiempo en un futuro no muy distante, cuando esto parezca ser
una posibilidad muy inminente. Dios quiere que sepamos en esa hora que Él es
aún el Dios de Israel, el Dios de Ester y el Dios de Mardoqueo.
Ester
fue persuadida por su primo para dar el valiente pero tímido paso a la
presencia del rey para interceder por su pueblo. Ni el rey ni Amán sabían que
ella era judía, puesto que Mardoqueo la había advertido que lo mantuviera en
secreto. Ester sabía que si el rey no extendía su cetro real hacia
ella al entrar en su presencia, significaría ejecución inmediata para ella.
Esta ley se aplicaba a cualquiera que no hubiera sido llamado específicamente
para entrar, fuera la reina o el portero del rey. Pero Dios había
oído el clamor de Su pueblo. Y al entrar a la presencia del rey, inmediatamente
sostuvo en la mano su cetro de aceptación. Entonces pidió al rey que asistiera
a un banquete que ella prepararía. Durante este primer banquete, ella pidió al
rey que él y Amán asistieran a otro banquete al día siguiente. Por supuesto,
Amán se deleitaba de haber recibido una honra tan alta por parte de la reina, y
le dijo a su esposa al llegar a casa lo bien que le iba todo.
Pero
era una historia diferente cuando el banquete hubo terminado. Ester condenó
abiertamente a Amán como el príncipe maligno que había maquinado el complot
completo de destruir al pueblo de ella. El rey estaba furioso. Amán
petrificado. Y mientras el rey se paseaba con inquietud y con ira, preguntándose
qué hacer con Amán… uno de los siervos le recordó que la horca de Amán estaba
preparada en el patio de Amán, sin usar, completamente operativa. Y el rey
ordenó, “¡Colgad a Amán en su propia
horca!”
Poco sabía Amán al construir la horca,
que un día él mismo sería colgado de su extremo superior. Poco sabía Satanás
cuando finalmente tuvo a Jesús en la cruz, que él (Satanás mismo), colgaría de
esa cruz en destrucción total, junto con todos sus principados y potestades; y
que era ahí donde el Hijo de Dios había triunfado sobre él (lee Col. 2:14,15;
Heb. 2:14,15). Dios quiere
que nosotros sepamos que cualquier maquinación de Satanás
de dañar a cualquiera que esté caminando en obediencia a la Cruz, Dios lo
cambiará para su propia destrucción.
Si ha
habido alguna vez un libro que pudiera ser llamado el Libro de la Ironía, éste
es el Libro de Ester. Amán fue colgado de la horca que había levantado para
Mardoqueo, y Mardoqueo recibió el oficio de príncipe que quedó vacante por la
destrucción de Amán. Amados, tened por seguro que cuando “el acusador de los hermanos” pierda su lugar en los lugares
celestiales, hay un hijo vencedor, un sacerdocio santo, que tome su lugar.
Y la
autoridad que el enemigo ha usado para hostigar y atormentar al pueblo de Dios
se convierte en la autoridad del sacerdocio escogido de Dios para traer sanidad
y liberación y paz al pueblo de Dios.
¿Pero
de qué modo Mardoqueo conseguiría la tarea real de salvar al pueblo del Edicto
de Amán? No podía cancelar la ley de plano porque las leyes de los Medos y los
Persas eran inalterables. Todo el mundo sabía que ni siquiera el rey se
atrevería a tocar la piedra angular de ese sistema judicial.
Pero
se emitió otro decreto que daba autoridad a cada Judío en las 127 provincias de
Persia (un imperio que alcanzaba hasta la India) de preservar su vida y
destruir a su posible destructor, precisamente el mismo día que Amán había
decretado la aniquilación completa de ellos. Entonces, al acercarse aquel día
temido, Dios mismo intervendría en la escena y comenzaría a poner confusión en
los flancos del enemigo. Si el pueblo de Dios comprendiera el
Día del SEÑOR, dejarían de temer ese día y dejarían de buscar una salida de
ello. Es el día en que todas las fuerzas del Mal se reunirán,
convocadas por Dios, para hacer guerra contra las fuerzas de Dios y de la
Justicia. Y el pueblo de Dios está formado con la armadura de la Luz para
destruirlos.
Dios
puso un temor y un temblor tales en los corazones de sus enemigos que muchos de
esos gentiles se hicieron judíos y se aliaron con el pueblo de Dios. Cada vez que los enemigos de Dios traen algún decreto maligno o
maquinación en contra del pueblo de Dios, Dios simplemente le da la vuelta para
la propia destrucción de ellos, cuando Su pueblo aprende a caminar por el camino
de la obediencia y en la sabiduría de la Cruz. ¡Repentinamente, el
día del desastre se transformó en lo que la Biblia describe como un día de
gozo! “Los judíos tuvieron alegría y
gozo, banquete y día de placer.” (Ester 8:17).
Capitulo 5-- Discerniendo el Bien y el Mal
“Pero el alimento sólido es para los que
han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados
en el discernimiento del bien y del mal.” (Heb. 5:14).
“Para que Satanás no gane ventaja alguna
sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones.” (2ª Cor. 2:11)
Dios no es el autor del mal, de la
confusión, de la oscuridad. Cuando Dios llama a Su pueblo a venir a ese lugar de la madurez en el que puedan
discernir el bien y el mal, Él no está pidiéndoles que entiendan que de
algún modo, Él es el autor de ambas cosas. Más bien, Él lleva a Su pueblo
maduro a ese lugar en Dios en el que
conocen, disciernen, comprenden la naturaleza de ambas cosas, para que sepan
trazar la línea divisoria entre el bien y el mal, entre la luz y la oscuridad,
entre el orden y el desorden, entre la verdad y la falsedad. Y después, junto con Él, podrán
confrontar a las fuerzas del mal en una batalla abierta y destruirlos. Al caminar por Sus caminos y aprender de
Él, Él nos mostrará cómo caminar en la sabiduría de la Cruz y cómo enfrentar
cada arremetida del Maligno en contra de nosotros, revestidos con la “armadura
de justicia”. Él nos
muestra cómo en la sabiduría de la Cruz, nos alcanza y toma a las maquinaciones
del Enemigo que él mismo diseñó para nuestra destrucción, las entreteje con Sus
propios propósitos gloriosos, y las usa para atrapar al Enemigo en su propia
trampa. Es la enseñanza de la Cruz:
“Para
destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es,
al diablo” (Heb. 2:14).
Hemos
observado en todas estas ilustraciones que hemos usado del Antiguo Testamento,
cómo una y otra vez, cuando
Su pueblo ha sido llevado cara a cara con una cierta destrucción inminente, y
Le ha buscado… Dios ha entrado en la escena y ha llevado a su destrucción a las
hordas del mal por medio de sus propias estrategias malignas.
El origen del Mal
Ahora
bien, si entendemos que
Dios es PURA LUZ, y que “en Él no hay
tinieblas en absoluto” (1ª Juan 1:5), no hay forma de poder proseguir con
la enseñanza actual de que Dios haya hecho al Diablo tal y como él es ahora:
mentiroso, asesino, lleno de odio, lleno de pecado, lleno de oscuridad.
Creo que la estrategia de Satanás en esto es promover un poco de simpatía hacía
sí mismo, sabiendo que en breve ha de ser aplastado bajo los pies del pueblo de
Dios. ¿No puedes escucharle rogando por un poquito de entendimiento y de
simpatía de parte del pueblo de Dios? “Amigos cristianos, no seáis demasiado
duros conmigo. Puedo mostraros en la Biblia que Dios me hizo exactamente tal y
como soy. La Biblia dice que pequé desde el principio… Dios me hizo así: para
matar, robar, engañar y destruir… si arrastro a vuestros jóvenes varones y
mujeres hacia la destrucción a través de las drogas y del alcohol… Si pervierto
sus mentes con suciedad y con música salvaje intoxicadora, y si los degrado
extremadamente en espíritu, alma y cuerpo… con toda clase de perversidad sexual
e inmoral… no puedo evitarlo. Decís que no es bueno. ¿Cómo puedo yo saberlo?
Nunca he conocido el significado de lo BUENO. ¿Cómo puedo apreciar la
diferencia? ¿No podéis daros cuenta? Dios me hizo así… ¡Dios me hizo hacer todo
eso!”
Algunos
enseñan que Adán era el que “brillaba”… el lucero de quién habló Isaías. Cierto,
Adán fue hecho a la imagen
de Dios pero nunca fue en su expresión completa, “la imagen de Dios”. Esto estaba reservado para el Último
Adán, Jesús. El primer Adán era una “figura” o “tipo” del Último Adán (lee
Romanos 5:14). Adán nunca fue un ser Celestial, ni tampoco cayó “del Cielo”. Era “de la tierra, terrenal”: Fue el Último Adán el que fue “Señor del Cielo” (1ª Cor. 15:47). Jesús
dijo que vio caer a Satanás del cielo “como
un rayo” (Lucas 10:18). Lucifer
es claramente tipificado en la Biblia como el rey de Babilonia.
El rey de Babilonia
“Toma este proverbio contra el rey de
Babilonia y di, ¡Cómo paró el opresor!” Y después de describir su grandeza y su pompa, el profeta avanza
para describir su pecado y su caída:
¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero…! (lee
Isaías 14).
Al llegar a comprender lo que es Babilonia, entonces la identificación del rey
de Babilonia es bastante evidente. No es demasiado difícil para nosotros comprender que el Babel
original y los últimos reinos de Babilonia (bajo Nabucodonosor y otros reyes)
no fueron otra cosa que las primeras expresiones de un grandioso sistema
de anticristo
que obtendría su plenitud final en la tierra y sobre la que Satanás gobernaría
como el “príncipe de la potestad del
aire”… y como “el dios de este mundo”
(lee Efesios 2:2, 2ª Cor. 4:4). Porque Babilonia se ve de nuevo en Apocalipsis en su
forma final, como el reino y el dominio de la “ramera” que monta sobre la
“bestia” de color escarlata. Todas las naciones se ven dominadas por el sistema Babilónico, al aliarse juntas para “hacer guerra
contra el Cordero” y Sus escogidos. (Apoc. 12:7-9; Apoc. 17:1-18).
De
modo que no es extraño que los profetas hablaran de los reinos terrenales y
celestiales en un mismo aliento, en el mismo contexto. Y aquí, en Isaías 14:1-15,
es evidente que hay una mezcla de lo terrenal con lo celestial. Daniel también
habla de los príncipes terrenales y celestiales, y cómo Miguel el arcángel se
involucró en la guerra contra el Príncipe de Persia. Era en un momento en el
que el Príncipe de Persia (el rey Ciro), estaba favoreciendo al pueblo de Dios,
y ayudándoles a reconstruir y a restaurar el templo en Jerusalén. Dios sostiene
soberanamente el poder y la autoridad absolutos en Sus manos, y sabe cómo
frustrar los propósitos del Maligno que puede estar obrando en ambos ámbitos,
el terrenal y el celestial. La
contrapartida celestial del gobernador terrenal está contra Dios y Sus
propósitos, y hará todo lo que pueda hacer para presionar a los príncipes de
este mundo para estorbar la obra de Dios. De este modo, Miguel está en
pie a favor del pueblo de Dios y hace guerra contra el Príncipe de Persia
celestial (lee Daniel 10:13). Los
“principados y potestades” en los ámbitos celestiales son la contrapartida de
reyes, dictadores, presidentes, primeros ministros… sea cual sea su designio
aquí abajo; y estos poderes celestiales no están en absoluto a favor de
cualquier clase de ley o decreto que ayude a la causa del pueblo de Dios en la
tierra. Por eso somos exhortados a orar por estos gobernadores
terrenales, para que los propósitos de Dios no sean frustrados por el Enemigo;
porque Satanás sabe cómo tomar ventaja sobre el pueblo de Dios en su
ignorancia, o desobediencia. Involucrarse
en el ámbito de lo político no resuelve nada. Dios no tiene ningún problema en tratar con gobernadores
terrenales y personas en autoridad. Él puede volver sus corazones como
Él quiera—sean malignos y perversos o aparentemente buenos y benevolentes. El problema de Dios es con Su propio
pueblo. Podemos estar seguros de esto, pueblo de Dios: Si nuestra nación
o cualquier otra nación, llega a un lugar de desesperada apostasía…
Y si el pueblo de Dios que está
disperso entre ellos, no camina por los caminos de la verdad… nuestras
oraciones no penetrarán en los cielos, y los gobernantes terrenales de Dios
serán sometidos a presión por el Enemigo para que anden por el camino de él,
sea o no ese gobernante cristiano o pagano. Por el
contrario, un pueblo que ande por los caminos de la verdad puede penetrar en
los mismos cielos y hacer que incluso el corazón de un gobernante opresor se
incline ante Su voluntad. Sean presidentes, primeros ministros o dictadores de
mano de hierro, o reyes… Dios sabe como tratar con ellos cuando Su
pueblo está caminando en obediencia e intercede por la Iglesia de Cristo
conforme a la voluntad de Dios. Cuando
Su pueblo se aparta de Dios para ir por su propio camino, (no importa nada como
voten), Dios les dará la clase de gobernante que sea compatible con el corazón
de la nación, y con la Iglesia que ha “perdido su sabor”. Lo mejor será que sepamos y que
reconozcamos que esto es así, y que dejemos de culpar a los gobernantes
malignos que abundan por toda la tierra. Dios pone en autoridad a quién Él quiere, conforme a Sus
propios decretos justos—y sabe como anular el voto de Cristianos celosos, si no
están buscándole en serio y si sus corazones no se han preparado para caminar
en obediencia delante de Él.
¿Es Dios el Autor del Bien y del Mal?
Este
pasaje de 1ª Juan 3:8 está siendo malinterpretado para hacer a Dios el Autor
del Mal. “El diablo pecó desde el
principio…” Fíjate que el mismo aliento Juan dice, “Este es el Mensaje que
habéis oído desde el principio (v. 11). ¿Qué principio? ¿El día en que ellos nacieron? ¡No! Habla
de otro principio, muchos años después, cuando habían crecido y les había
llegado el evangelio. Si tomas tu concordancia y examinas los diferentes
“principios” mencionados en la Biblia, queda claro que hay muchos, muchos
principios y todo depende del contexto en el que son mencionados. Los
discípulos de Jesús, nos dice, caminaban con Cristo “desde el principio” (Juan
15:27). ¿Quieres decir, desde el día en que nacieron? ¿O desde el principio de
la creación? ¡No! Sino desde el principio, cuando Jesús los llamó a ser Sus
discípulos. Marcos habla del “Principio del evangelio” (Marcos 1:1) —refiriéndose
al tiempo en que Juan el Bautista entra en escena. Pablo también habla del
“principio del evangelio” y se refiere a su propio ministerio, cuando ministró
el evangelio en Macedonia y en otras partes, que sería quizás 30 años después
(lee Fil. 4:15). No era el mismo “principio del evangelio” del que habló
Marcos. Y podríamos seguir con esto. Al haber pecado el Diablo “desde el principio”, es un gran error decir
que Dios lo creó de ese modo. Más bien, desde el momento en que él escogió el
camino de la auto-exaltación y de la desobediencia a Su Creador—ése fue el
principio de su papel como Satanás, o Adversario de Dios.
¿Usa Dios el Mal?
Ciertamente Dios es soberano e incluso
Satanás está bajo el control de Dios. Para su disgusto, no tiene libertad para
obrar sus obras malignas a menos que el Señor lo permita o lo autorice.
Entonces, ¿Por qué no confesar que cuando Dios lo creó, le dio estos atributos
malignos? Porque esto sería calumniar a Dios. El apóstol Pablo predicó el glorioso evangelio de la gracia de
Dios y declaró con valentía que “donde
abundaba el pecado, sobreabundó la gracia”. Y así, sus acusadores
informaron calumniosamente que Pablo estaba en realidad predicando: “Hagamos males para que vengan bienes”.
¿Qué diremos, pues, de esta enseñanza calumniadora, “Hagamos un Diablo… lleno
de odio, asesinato, engaño… para que venga el Bien?”. Esto es algo completamente contrario al Espíritu
de la Verdad, porque hace que un Dios Santo sea el Autor del Mal. Pablo
nos recuerda que incluso aunque Dios pueda usar nuestra “mentira” para mostrar
Su gloria—de ninguna manera implica que la “mentira” sea excusable por causa de
lo que la gloria de Dios obtenga de ello.
Y si
se trataba de un informe calumniador cuando los hombres acusaron a Pablo de
enseñar “Hagamos males para que vengan
bienes…”, ¿Qué diremos de los que enseñan que Dios mismo creó el mayor de
todos los males cuando hizo al Maligno—para poder sacar “algo bueno” de ello?
“¿Haremos nosotros (que tendemos al pecado) el mal para obtener el bien?” ¿O creará Dios, que es terrible
en santidad, a un Maligno para “que vengan bienes”? El Apóstol Pablo
rehúsa ni siquiera discutir el asunto, porque obviamente es un cargo terrible contra el carácter santo
de Dios. Él dice simplemente que es un “informe calumniador” contra Dios
y que Dios juzgará justamente a los que le acusan de enseñar una doctrina
semejante a esa. (lee Rom. 3:5-8).
Sabemos
que Dios está a cargo de toda Su creación y que cualquier poder que Satanás
tenga, Dios se lo ha dado. Naturalmente podríamos suponer que Dios debería
haberle quitado su poder cuando cayó. ¿Pero quienes somos nosotros para
cuestionar la sabiduría de Dios? Dios nunca ha renunciado a Su soberanía
absoluta en los cielos o en la tierra; Y podemos estar confiados de que nunca
lo hará. Cuando Pilatos (que recordó a Jesús que tenía autoridad para soltarle
o para condenarle) preguntó a Jesús, Jesús le dijo simplemente que ninguna
autoridad tendría a menos que le fuera dada de lo alto (Juan 19:11). Dios está ciertamente en
control, y sabe cómo y cuando dará la vuelta a las maquinaciones de Satanás en
contra de Satanás mismo, para su propia destrucción. Pero no calumniemos a Dios
acusándole de crear a este Maligno, dotándole con el pecado, el asesinato, el
odio, y el engaño el mismo día que Él le creó.
Dios todo lo hizo Bueno
Incluso
en el mundo natural a nuestro alrededor, lo que Dios hizo era tan bueno que Su
propia deidad y atributos son vistos en “las
cosas creadas”. Mucho de ello ha caído bajo la maldición, y hay evidencias
de corrupción y de desintegración en todas Sus obras. Y sin embargo, en ello y
a través de todo ello, hay
suficiente evidencia de Él mismo en Su obra creativa, para hacer que “nadie tenga excusa”.
Un
vistazo rápido en tu concordancia te mostrará que hay una clara distinción entre las obras malas de los hombres o los diablos y el mal que Dios mismo crea como castigo a los hacedores de maldad.
Dios “crea el mal” para
juzgar a los malignos por su perversidad—enviando guerras, hambres,
pestilencias y cosas semejantes. Incluso
puede enviar el mal (o al Maligno) en contra de Sus propios vasos escogidos,
como hizo con Job, para refinarlos en el horno de la aflicción. Satanás
sabe que está bajo control. Se quejó de que Dios había puesto una defensa
alrededor de Job, y que si Dios quitaba la defensa, Job pecaría como cualquier
otro hombre. De manera que Dios
tomó la culpa por las aflicciones de Job y quitó la defensa—sin oscurecer el
hecho de que Satanás mismo era el autor de sus propias obras malas (lee
Job 2:3).
No es cierto que Dios creara el mundo
ni nada de lo que en él hay, de la “nada”. Todo lo que Dios hizo, lo creó a partir
de los atributos, o poderes o cualidades que hay inherentes en Él mismo—de modo que “las cosas que son vistas no fueron hechas de las cosas que se ven”—sino
a partir de cosas invisibles (Heb. 11:3). Y estas “cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente
visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas
hechas, de modo que no tienen excusa. “ (Rom. 1:20).
Dios es Luz
Escucha
esta clara declaración del apóstol Juan: “Dios
es luz, y en Él no hay tinieblas en absoluto.” (1ª Juan 1:5). Dios es Luz,
Luz total. Si tú y yo llevamos una luz con nosotros, no podremos evitar el
arrojar una sombra, porque nuestro cuerpo es el área oscura que arroja la
sombra. Y así, Jesús dijo que si nuestro ojo es bueno, nuestro cuerpo completo
estará lleno de LUZ, y lo enfatizó aún más diciendo, “NO TENIENDO PARTE ALGUNA DE TINIEBLAS.” (Lucas 11:36). Si andamos
en la Luz total de Aquel que es Luz, las únicas “sombras” o “proyecciones” que
arrojamos a nuestro alrededor, serán rayos de luz. No sorprende que la sombra
de Pedro, sanara a los enfermos al caminar junto a ellos. No era meramente la
“sombra” arrojada al oscurecer él mismo el sol, sino que era LA SOMBRA DE LA
LUZ que emanaba de un hombre que caminaba en la Luz completa de la presencia de
Dios. Vivía en la presencia de Dios y moraba “bajo la sombra del Omnipotente”.
Dios no tiene áreas oscuras en SU ser, y por tanto, hasta Su SOMBRA está llena
de pura luz, luz total.
“Amados hermanos míos, no erréis. Toda
buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces,
en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.” (Santiago 1:16,17). Es cierto, Dios puede “volverse” en
muchas direcciones distintas en respuesta a las obras justas o injustas de Su
pueblo. Pero jamás hay una sombra de oscuridad que Él arroje por causas de Sus
“vueltas”… porque no hay áreas de oscuridad en Su Ser. Lo único que procede de Su propio Ser es Luz,
Bondad, amor, Verdad, Misericordia, Longanimidad, Paciencia, Gentileza,
Rectitud, Justicia—y por causa de éstas y de otras virtudes, en ciertos
momentos mostrará Su ira, y creará el mal en la tierra para juzgar a las
hacedores de maldad. Santiago nos dice: “Dios no puede ser tentado del mal” (Santiago 1:13). El pensamiento
es que el MAL es ajeno a Su naturaleza. Otra traducción dice: “Dios no está
versado en el mal”. Dios no tiene esa clase de capacidad para crear criaturas
de pecado y de oscuridad… En Su carácter santo, justo y asombroso, Dios no
tiene la capacidad para crear a un asesino, a un ladrón, a un mentiroso. Las Escrituras nos dicen que “Dios no puede mentir” (Tito 1:2).
Entonces, ¿Nos estás diciendo, oh hombre, que Dios, que no puede mentir, puede
sin embargo crear a un mentiroso, y al padre de todas las mentiras?
Que yo
sea consciente, esta enseñanza se introdujo en la iglesia en tiempos modernos.
Y sin embargo, Calvino, el reformador, consideró apropiado mencionar lo
perverso que sería ese pensamiento. Conocía lo suficientemente a Dios como para
saber que en Él no había esa pericia ni esa sabiduría perversas. Escribe en sus
Institutos, Volumen 1, Cap. XVI:
“Pero puesto que el
diablo fue creado por Dios, debemos comentar, que esta maldad que atribuimos a su naturaleza no procede de
la creación, sino de la corrupción. Porque toda la calidad de mal que él tenga, la ha adquirido por
su deserción y por su caída. Y de todo esto la Escritura nos informa; no sea que creyendo que procedía de Dios tal y como él es ahora,
atribuyamos a Dios mismo aquello que está en directa oposición a él. Por esta
razón, Cristo declara que Satanás “cuando habla, habla mentira porque habla de
lo suyo”, y añade la razón, “porque no permaneció en la verdad”. Cuando dice que no permaneció en la verdad, ciertamente implica que
había estado en ella antes; y cuando le llama padre de la mentira, impide que
se impute a Dios la depravación de su naturaleza, que se originó completamente
de él mismo. Aunque
esas cosas nos son dadas de forma breve y oscura, son abundantemente
suficientes para vindicar la majestad de Dios de toda calumnia. ¿Y es
asunto nuestro saber de diablos, o bien más detalles de ellos, o para qué
propósitos? Algunas personas se disgustan de que La Escritura no nos de, en
varios lugares, un registro detallado y distinto de su caída, la causa de la
misma, su forma, el tiempo y su naturaleza.
Pero no siendo estas
cosas nada para nosotros, es bueno para ellos que si no son pasadas por alto en
silencio total, si sean tocadas ciertamente de forma ligera, porque se
comportaría malamente con la dignidad del Espíritu Santo el satisfacer la
curiosidad con historia vanas y sin provecho; y percibimos esto como el diseño
del Señor, no dar nada a sus oráculos divinos, que no podamos nosotros aprender
para nuestra edificación. Para que nosotros no permanezcamos en asuntos sin
provecho, contentémonos
con esta concisa información respecto a la naturaleza de los diablos; que en su
creación, fueron originalmente ángeles de Dios pero por degeneración, se han
arruinado a sí mismos y se han convertido en instrumentos de perdición para los
demás. Y que esto
sea útil de saber, lo dejan muy claro Pedro y Judas, “Dios”, dicen ellos, “no
perdonó a los ángeles que pecaron y no mantuvieron su estado primero, sino que
dejaron su propia morada”. Y Pablo, mencionando a los ángeles
elegidos, sin duda alguna implica que “entre
ellos los hay reprobados.””
Entonces, ¿De dónde procede el MAL?
Cuando
vemos a Dios como a Alguien que es Luz, en cada rayo de Su
Gloria—repentinamente se hace evidente de dónde procede el mal. El MAL es simplemente OSCURIDAD
en todas sus formas e intensidades variadas. Y la oscuridad es simplemente la
ausencia de luz.
Entonces
se pone el sol, y yo estoy en oscuridad. ¿Es el sol el causante de la
oscuridad? En absoluto, sino que el sol se ha apartado y yo estoy en oscuridad. Los cables eléctricos llegan a mi casa. Cuando cae la
oscuridad, dependo completamente de la compañía eléctrica para tener luz en mi
casa. Pero un buen día decido en mi corazón, “No quiero vivir en esta clase de
dependencia… tendré mi propia luz… cortaré los cables eléctricos.” De repente
mi casa se queda a oscuras. ¿De dónde vino todo esto? ¿De la compañía
eléctrica? ¡No! Es más bien que yo me he excluido y he cortado mi conexión con
la compañía eléctrica. El resultado es simplemente NEGATIVO. Aparté a la luz y
repentinamente estoy en oscuridad.
Dios
es LUZ, no simplemente un portador de luz. Él es LUZ total, “y en Él no hay tinieblas en absoluto”.
Él da luz porque Él es la fuente de la luz, de la bondad, de la gracia, de la
misericordia, de la longanimidad… porque las facetas de la luz son muchas. Pero nosotros, como criaturas de
Dios, hechos para ser portadores de la luz, solo podemos retener la luz al
caminar junto a Él. Nosotros en la tierra, y todos los seres
celestiales, somos
totalmente dependientes de Él por la vida que tenemos y por SU gracia que nos
sostiene para mantener esa vida. Si escogemos cortar el canal de
la LUZ, entonces inmediatamente hay OSCURIDAD. Ahora bien, recuerda
que hemos mencionado que hay muchas facetas de la luz, y de este modo…
Excluye la Luz, y tendrás Oscuridad
Excluye el bien y tendrás el Mal.
Excluye la Misericordia, y tendrás la
Crueldad
Excluye la verdad y tendrás Engaño.
Excluye el amor, y tendrás Odio.
ES
ALGO TAN SIMPLE COMO ESO, E IGUALMENTE ASOMBROSO
Y
necesitamos apuntar de nuevo, que para repeler la Oscuridad, solo
necesitamos venir a la Luz. Para vencer el Mal, solo podemos hacerlo con la Bondad.
Para derrotar la Crueldad, solo necesitamos mostrar Misericordia. Para
desterrar el Engaño, necesitamos andar en la Verdad. Para vencer al Odio,
necesitamos andar en Amor.
¿Y no son esos, los pilares mismos
del Sermón del Monte? ¿Y el secreto de ser hechos herederos del Reino de
Cristo?
De
este modo, Juan nos dice, “El que ama a
su hermano, permanece en la luz… el que aborrece a su hermano, está en
oscuridad”: (1ª Juan 2:10-11). Si excluyes a Aquel que es la LUZ, no tienes
que ir a ningún sitio buscando la oscuridad… está AHÍ MISMO inmediatamente. Dios es Luz, Dios es Amor, Dios
es Verdad. Deja a Dios fuera y lo que queda es Oscuridad, Odio y Engaño.
¿De dónde procede el Mal?
¡EXCLUYE A DIOS Y AHÍ MISMO LO TIENES!
Dios es Soberano sobre todas las obras del
Mal
Pero cuando entendemos la forma en que
Dios entreteje las maquinaciones del Maligno con Sus propios propósitos, y para
Su propia gloria—entonces podemos alabarle en medio de cualquier clase de
tormento que Satanás intente traer sobre nosotros. Dios dice, “He aquí
que yo hice al herrero que sopla las ascuas en el fuego, y que saca la
herramienta para su obra; y yo he creado al destruidor para destruir.” (Isaías
54:16). De modo que Dios quiere sepamos que puesto que Él
creó a ese hombre malo o diablo, sabe también como tratar con él.
Durante un tiempo Él puede dejarle montar en cólera contra nosotros, pero
también nos da la confianza: “Ningún arma
forjada contra ti prosperará” (v.17). Al insistir el faraón en la
oscuridad y la rebelión, Dios envía una oscuridad aún mayor, porque
nos dice: “el que forma la luz y crea las
tinieblas, el que causa bienestar y crea calamidades, yo soy el SEÑOR, el que
hace todo esto.” (Isa. 45:7). En la desobediencia y caída de Adán, procedemos del mismo terrón de
humanidad caída, “porque todos
pecaron y fueron destituidos de la gloria de Dios” (Rom. 3:23). De este mismo “terrón”, Dios
considera apropiado escoger al perverso Faraón como “vaso para deshonra”, o por
su gracia soberana, hace que otros sean “vasos de honra”. Todos
merecemos Su ira—no nos equivoquemos en cuanto a eso. Somos un grupo inquisitivo, pero Él no se siente
obligado a contarnos por qué razón Él tolera y usa a los “vasos de deshonra puestos para destrucción”, y mostrar gracia más
abundante sobre otros, que no merecen Su gracia. En lo que no podamos
comprender, contentémonos sabiendo que Él es de hecho el Alfarero, y nosotros
el barro. Y por tanto, no tenemos ningún derecho de decir, ¿Por qué me hiciste
así? (lee Romanos 9:18-23). (Pero nos da un poco de entendimiento en cuanto a
Su propósito en todo esto, algo sobre lo que hablaremos más en el próximo
capítulo).
La naturaleza de la trasgresión de Adán
Adán
nunca fue un ser celestial, y cuando transgredió no cayó del cielo como
Lucifer. Pablo nos dice que era “terrenal,
de la tierra” (1ª Cor. 15:47). Ni aspiraba a ser “como Dios”, fue hecho a Su imagen, nunca como un igual, en el
sentido de ser otro Dios. Sino uno “como Dios” en la naturaleza y carácter de
su ser, porque fue hecho a imagen de Dios. Como todas las criaturas de Dios, incluyendo a las
huestes celestiales, siempre sería totalmente dependiente de Dios y de cada
palabra que procedía de la boca de Dios, si es que había de retener esta vida y
esta gloria. Era
consciente de eso y no fue engañado pensando que si participaba del fruto
prohibido, “ascendería” a un lugar de señorío en el Cielo. Sabía que había sido
hecho para ser señor del planeta tierra, y no había ni una pista sobre
cualquier conspiración con Eva o con la serpiente de ser como Dios. Fue
creado como Dios en primer lugar. Por no decir que era “perfecto” en el sentido de que había llegado
a la estatura completa de la intención de Dios. Porque todavía no había sido
aprobado en una prueba de obediencia. Y aun así, “hecho del polvo” recibió una posición muy alta como señor de este
planeta, con todas las criaturas sujetas a él. Aun así, estaba siendo probado, y su prueba consistía en
un mero asunto de obediencia al Dios que le había creado.
Se le
había prohibido comer “del árbol del
conocimiento del bien y del mal”. Pero fíjate en esto, “ADÁN NO FUE
ENGAÑADO” ni
por la serpiente ni por Eva (1ª Tim. 2:14). EVA FUE ENGAÑADA; pero en el
caso de Adán, fue una trasgresión deliberada. Suspendió la prueba de
la obediencia. La Serpiente vino a Eva en su sutileza y la “engañó” con una
promesa de gran conocimiento—algo que la elevaría a una posición de dios si
ella comiera del árbol: y Eva cayó como resultado de ello. Pero Adán sabía más. Su acto de
desobediencia fue deliberado. ¡Eva era la única compañía que él tenía en ese
hermoso Huerto! ¡Ahora había caído! Hizo una decisión deliberada de desobedecer
a Dios, y compartir el destino de su esposa que había caído.
Sabemos
que Adán era “una figura del que había de
venir”, es decir, de Cristo (Rom. 5:14). El que había de venir había de ser otro Adán y también
habría de someterse a la prueba de la obediencia. Así que de una manera
muy única, el primer Adán es una figura o patrón del Último Adán. El “patrón”
del Primer Adán es descrito de nuevo en el Último Adán, pero con un contraste
notable. El primer Adán
fue probado y examinado en un asunto simple de obediencia y escogió
deliberadamente el camino de la desobediencia. El Último Adán fue probado y
examinado con mucho sufrimiento, rechazo y humillación—y por siempre permaneció
fiel al Padre Celestial. En Su última prueba de obediencia se le exigió ir a la
Cruz. Igualmente Él tuvo que tomar una decisión deliberada. Pero “por el gozo
puesto delante de Él”… el gozo de llevar muchos hijos a la gloria, escogió el
camino de la obediencia. Escogió participar de la
maldición de Su Novia caída, no como el primer Adán—en desobediencia, sino en
obediencia al Padre como nuestro pariente redentor, para devolvernos a Dios.
En lo que Adán falló para llegar a la perfección, el Último Adán triunfó y fue
hecho “perfecto por sus padecimientos”
(Heb. 2:10). Entendamos que la perfección en el uso general de la palabra
en la Escritura, no es solo un estado de bondad y de justicia moral, va más
allá de eso. Fundamentalmente es ese estado bendito en el que uno ha sido
examinado y probado, y ha salido como vaso aprobado, completo, íntegro, sin que
le falte nada. De este
modo el primer Adán era una “figura” o “patrón” del Último Adán—pero era un
patrón que mostraba contrastes muy distintos: el primer Adán traía muerte y
condenación a toda su raza. El Último Adán traía justicia y vida y paz a todos
los de Su raza. ¡Oh, profundidad de las riquezas, de la sabiduría y del
conocimiento de Dios!
Es
este plan glorioso de la redención que ocupa el corazón y la mente de Dios a lo
largo de todas las Escrituras. Sacó al hombre del huerto, pero lo volverá a
llevar allí otra vez. Un Hombre ya ha surgido en la imagen perfecta de Dios. Habrá una nueva raza de hombres
conforme a la imagen del Último Adán, de
un orden muchísimo más alto que la imagen del primer Adán. Y “comerán
del Árbol de la Vida (que está en medio del Paraíso de Dios” (lee Apoc. 2:7).
Satanás
continuará haciendo guerra contra la Simiente Santa que Dios prometió a Eva…
una Simiente que heriría la “cabeza de la Serpiente”. La verdadera Simiente hizo esto en la Cruz, y
todavía ha de aplastarla bajo Sus pies. “Oh, Señor… ¿Por cuánto tiempo más….?” Ese ha sido el
clamor de Su Iglesia sufriente en todos los tiempos. ¡Ven Señor Jesús!
El Proceso de la Apostasía
La
Biblia habla de tres fases en el proceso
de la apostasía. Consideremos cada una de ellas brevemente, por que eso nos
muestra lo que nos llevó al estado en que estamos ahora. Lo explica el Apóstol
Pablo en su escrito a los Romanos.
Comienza
diciendo que en los
primeros días de la familia humana, los hombres conocían a Dios. Cierto,
Adán pecó y fue apartado de su Creador. Pero existía un cierto conocimiento de
Dios, y persiste en cierto grado hasta este día. No es cierto que en la
historia temprana del hombre, éste adorara a muchos dioses y que finalmente los
eliminara a todos menos a uno. El hombre temprano era monoteísta. Sólo reconocía al verdadero Dios que
le creó. Entonces, ¿Cómo apostató? Pablo lo deja muy claro:
1. Paso Uno:
“Conociendo a Dios, no Le glorificaron
como a Dios ni Le dieron gracias” (Rom. 12:1). Esto puede parecer muy insignificante al mundo que nos
rodea, e incluso a muchos cristianos. Pero este fue el primer paso del hombre
hacia la oscuridad de la apostasía. El hombre dijo, “No daré a Dios Su señorío en Mi vida. Rehúso dar
honra al Dios que me creó…” Pablo compara esto con INGRATITUD.
Recordemos los que profesamos conocer a Dios, que cuando rehusamos dar a Dios
Su señorío, y darle gracias por Su bondad y por lo que Él es… que éste es precisamente el primer
paso para alejarnos de la luz hacia la oscuridad. Entonces, ¿Qué sucedió
cuando el hombre dio el primer paso de la independencia de Dios, y dejó de
honrarle como a Dios y de darle gracias? Se alejaron hacia una oscuridad más
intensa. “Su necio corazón fue entenebrecido”. ¿De
donde procedía esta oscuridad? Rehusaron dar a Dios Su señorío y se volvieron
ingratos ¿Cuál fue el
resultado? Aquel que es LUZ comienza a apartar Su mano protectora de sus vidas
y “los entrega” a impureza, para
“deshonrar sus propios cuerpos entre ellos mismos” (v. 24).
2. Paso Dos
Entonces el hombre cambia “la verdad de Dios por la mentira”… y adora y sirve a la
criatura antes que al creador (v.25). A menos que el hombre vuelva a Su Dios, esto es inevitable. La
verdad se pervierte y se vuelve MENTIRA. Abandonas a Aquel que es la Verdad, y aceptas una MENTIRA.
Y así, el hombre comienza a adorar a la criatura, “imagen hecha a semejanza del hombre corrupto”, así como “aves,
cuadrúpedo y reptiles”: Adora al “hombre corrupto”, una especie a la que se
le considera haber sido meros animales, pero evolucionados al peldaño superior
de la escalera. Siente que se ha desarrollado y que ha evolucionado a un lugar
en el que él mismo es suficiente en él mismo. ¿Quién necesita a Dios? Bueno, puede que exista; pero ya
no Le necesitamos más. Y de nuevo, Dios deja que el hombre vaya por Su propio camino hacia una
oscuridad mayor. Dice, “Si puedes salir adelante sin Mí, aún haré una oscuridad
mayor para ti. Te entregaré a un mal mayor y te dejaré a merced de la
perversidad de tu propio corazón”. “Por
esta causa, Dios los entregó a pasiones vergonzosas” (v.26). Y así, el
apóstol prosigue para describir algunas de la expresiones más viles del
comportamiento moral jamás conocido en la historia del hombre…. Cosas perversas
como la homosexualidad y el lesbianismo (lee Romanos 1:26.27).
3. Paso Tres
“No
aprobaron tener en cuenta a Dios” (v.28). Fíjate en los pasos: Primero,
“no daré honra a Dios como
a mi Creador”. Segundo, “soy suficiente en mí mismo,
realmente no necesito a Dios, seré mi propio dios”. Y en tercer lugar, “No quiero a Dios en mis
pensamientos… intentaré erradicarle de mi misma mente”. Y Dios dice, “Si no Me quieres
en tus pensamientos… aún haré un mal mayor para ti… Me apartaré de ti
completamente. Te suelto para caminar en completa oscuridad y depravación. Y
así, “Dios los entregó a una mente
reprobada” (v. 28).
La
mente reprobada (“Adokimos”) es la mente que no puede superar la prueba; se
torna sin valor, rechazada. El hombre que una vez tuvo conciencia de Dios, ya
no tiene más esa conciencia ni desea tener a Dios en sus pensamientos. La mente reprobada es la que carece de discernimiento moral. NI SABE
NI RECONOCE NINGUNA DIFERENCIA ENTRE EL BIEN Y EL MAL.
¿Puedes ver hasta dónde hemos llegado
en nuestra sociedad, y contra
lo que nos hallamos? ¿Para qué salir en marchas y
protestas y tratar de legislar la moralidad apropiada y discutir con la gente
los pros y los contras del mal que existe en la tierra? No tienen una mente que
sea capaz de hacer un juicio justo en asuntos de justicia y de moral. Es la
última fase en la apostasía del hombre, y es así donde pienso que estamos.
Solo la proclamación del Evangelio de Dios, y Su fuego
santo y unción en medio de nosotros puede dar la vuelta a esta tendencia de
nuestra apostasía. Si los ministros en la “Iglesia” y los
intelectuales en nuestras escuelas siguen enseñando el ateísmo, el humanismo y
la evolución… que el hombre es un mero animal (aunque quizás sea el más
desarrollado del reino animal), Dios dice “Yo crearé tinieblas aún mayores para
ti.” Y todo esto comenzó cuando los hombres se volvieron ingratos y negaron a
Dios Su Señorío, cambiando la verdad de Dios en mentira. Y finalmente, en el
paso final del hombre hacia la apostasía, ahora quiere erradicar el mismo
pensamiento de Dios de su mente. Nuestros legisladores, nuestros educadores, y
nuestros psicólogos, están todos cooperando en esto, y sin embargo están
desconcertados y confusos porque sienten lo desesperado que se hace el tratar
con la delincuencia y el comportamiento perverso. Y mientras buscan soluciones,
gastan millones para fortificar el sistema educativo que ha causado todos estos
problemas diciendo, “Deja a Dios fuera del cuadro, y deja que el conocimiento y
la ciencia sean exaltados”. Dios está diciendo a esta generación
científica y altamente educada: “Si vais a dejarme fuera, haré tal oscuridad
que no sabréis por qué camino ir. Si vais a tornar la verdad en mentira,
enviaré un gran engaño para que creáis la mentira.” Dios dice también: “Si
queréis erradicarme de vuestros pensamientos, borraré todo trazo de luz que
hayáis conocido, y haré más oscuridad y mal del que podáis manejar.”
Y de
este modo nos acercamos rápidamente a la plena expresión de la fase tercera de la
apostasía del hombre. Los hombres están siendo
entregados a una mente reprobada: una mente que no puede apreciar la diferencia
entre el Bien y el Mal. La Luz, convertida en oscuridad y la oscuridad en luz.
El bien convertido en el Mal y el Mal en Bien. La Verdad convertida en Error, y
el Error en Verdad. Simplemente no conocen la diferencia.
Cuando los consejos de la “Iglesia” se
reúnen, como sucede hoy día, con el propósito de alcanzar consensos en cuanto a
si deberían o no ordenar a homosexuales en el “ministerio” o condonar su
práctica en la Iglesia, ya sabes que estamos en medio mismo de la apostasía
final, no importa cual sea su decisión final. Cuando la gente comienza a hacer conjeturas… “Bueno,
quizás estas cosas no sean pecado… después de todo tenemos que ser abiertos…
reunámonos y hablemos sobre el tema…”, ya sabes que sus mentes están en el
proceso de volverse “reprobadas”.
La tentación de Jesús
“Entonces Jesús fue llevado por el
Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo.” (Mat. 4:1).
Queremos
considerar brevemente esta tentación de Jesús en sus tres fases:
La
tentación de volver la piedra en pan.
La
tentación de arrojarse desde el Pináculo del Templo.
La
tentación de tomar los reinos de este mundo.
Pablo
nos dice que Satanás vendrá disfrazado de ángel de Luz. ¿Cómo es posible que él pueda falsificar la luz, a
menos que no haya conocido previamente lo que era la luz? ¿Cómo es
posible que él produzca cosas aparentemente buenas, si no hubiera conocido esas
cosas buenas previamente? Ciertamente debe haber sabido que aquí hubo alguien
que vino para retomar lo que el primer Adán perdió escuchando a la voz del
Tentador. Alcanzó una posición en el primer Adán por medio de su sutil
acercamiento a Eva. Ahora intentaría retomar una posición similar en el Último
Adán.
¿Por
qué está Mal? ¿Por qué
razón habría estado mal que Jesús convirtiera la piedra en pan, si estaba
hambriento, o arrojarse desde el pináculo del Templo hacia los brazos abiertos
de los ángeles? ¿O tomar los reinos de este mundo bajo Su dominio?
No
vamos a entrar en gran detalle respecto de las tentaciones pero si queremos
enfatizar que Satanás buscaba una posición en la vida del Hijo de Dios, y que
cualquier forma de conseguirlo sería aceptable para él. Simplemente busca una posición de reconocimiento y
honor. Quiere la adoración. Quiere ser como el “Altísimo”. Estaría dispuesto a dar al Señor
Jesús o a cualquiera de Sus seguidores, cualquier cosa sobre la que tuviera
control, si estuviéramos preparados para darle un poco de honra, un poco de
reconocimiento, un poco de adoración.
Dios
ayude a Su pueblo a comprender que cuando nos sometemos nosotros mismos al
Señor y tomamos Su nombre en el bautismo cristiano, somos ahí y entonces
“unidos al Señor”, y desde ese día en adelante Él quiere ser el Señor de
nuestras vidas, para llevarnos, guiarnos y dirigirnos por los caminos del Dios.
Él quiere que sepamos que Él exige de nosotros como lo
hizo de Su Hijo, tal sujeción a Su voluntad, y tal sensibilidad a Su voz, que
sólo hagamos lo que Él hace, digamos lo que ÉL dice, y nos involucremos
solamente en lo que Él ha preparado como Su propósito particular y específico
para nuestras vidas. Y para que podamos llegar a esta clase de
relación, pone delante de nosotros el camino en términos inequívocos:
“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si
alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y
sígame” (Mat. 16:24). Satanás no está demasiado
preocupado sobre lo mucho que podamos involucrarnos en la religión, la
actividad cristiana, los dones, los milagros, los programas sociales, la
política… siempre que pueda retener una
posición pequeña en nuestras vidas y de ese modo, obtener honra de todo
ello para él mismo. Cierto, corromperá, retorcerá, desmoralizará y
pervertirá la vida humana, si se le da la oportunidad. ¿Y cómo lo consigue? Simplemente enseña al hombre
a dejar a Dios fuera del cuadro, como hemos mostrado. Siempre que Dios quede fuera, él
es honrado. De modo que si hay alguna inclinación religiosa en algunos
de nosotros, o una naturaleza que aspire a la sabiduría, al conocimiento, a la
respetabilidad y a la justicia moral, ahí mismo buscará su posición de honor.
Si hay un verdadero corazón cristiano que busca la extensión del Reino de Dios en
la tierra, buscará un lugar de honra ahí mismo. Su esperanza y ambición
fundamentales son obtener honra y adoración de parte todos, y el señorío sobre
la creación de Dios.
La búsqueda de la adoración por parte de
Satanás
¿Pidió Satanás o insinuó de alguna
manera que Jesús negara Su nacimiento divino, repudiara a Su Padre Celestial, o
abandonara la idea de retomar el señorío del hombre sobre la creación? En
absoluto. Simplemente quería parte del honor. Y por eso no duda en
dar publicidad y popularizar a los hombres de Dios del momento.
¿Llevó a Jesús al borde del monte en el desierto y le animó a arrojarse a los
brazos de los ángeles? No había gloria para Satanás en nada de eso. Pero le
llevó al pináculo del Templo en Jerusalén. Esto haría a Jesús muy famoso. ¡Imagínate qué gran
publicidad tendría por causa de este gran milagro, si hubiera de
arrojarse cabeza abajo desde el templo a los brazos de los ángeles, a la vista
de todo el mundo arremolinado en los alrededores del templo!
Satanás
no dudó en dar publicidad a Pablo y a su compañía como los hombres de Dios del
momento. De esta forma, podría haber conseguido una posición en Pablo y
finalmente, estrangularle. La niña de Filipo tenía un “espíritu de adivinación”. Dice literalmente un “espíritu de Pitón”. Pitón era
una serpiente de la mitología griega que batallaba contra los dioses. La Pitón
mata a su presa mediante estrangulación: corta el fluido del aliento de vida.
Ahora bien, esa niña anunciaba llena de coraje:
“Estos
hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes os anuncian el camino de
salvación.” (Hechos 16:17).
Correcto ¿Verdad? Pero, ¿Por qué razón estaba Satanás
dando publicidad a un hombre como Pablo que se estaba convirtiendo en una
amenaza para el reino de la oscuridad? Porque podría influenciar a Pablo para convertirse en su
aliado y porque un hombre o mujer no es amenaza alguna para el Reino de las
tinieblas simplemente porque predique, sane, o extienda el conocimiento del
Reino de Dios por todo el mundo. El Reino de Satanás sólo es amenazado cuando
él ve a un pueblo que camina en el camino de la Cruz. Un cierto ministro
me dijo una vez que el Diablo se le apareció y le dijo, “Te convertiré en el
evangelista obrando las sanidades más grandes del mundo…” Pero él discernió la
voz y resistió al diablo, que huyó de él. Si los hombres de Dios pueden
llegar a ser muy conocidos aquí, y reciben el honor y la alabanza de los
hombres, no hay amenaza alguna para el reino de Satanás; porque él sostiene el
señorío sobre este sistema mundial y sabrá cómo manejar esa situación un poco
más tarde. Tarde o temprano la presión se le aplicará: “El mundo me
ama… el mundo odia el camino de la Cruz… ¿Qué voy a hacer?” Y así, se hará
inevitable la confrontación y la presión para arrojarse en los brazos del mundo
será muy grande. Jesús dijo: “No puede el
mundo aborreceros a vosotros; mas a mí me aborrece, porque yo testifico de él,
que sus obras son malas.” (Juan 7:7). ¿Por qué razón quitó Constantino
el vituperio de la Cruz, paró la persecución, y elevó a los clérigos y obispos
a cargos muy altos en el Imperio? Porque Satanás se dio cuenta de que no podía
destruir a la Iglesia que caminaba en el camino de la Cruz, de modo que surgió
con una nueva política que preparó para hacer que “la ofensa de la Cruz”
cesara… llevando a los hombres de Dios a posiciones de autoridad y estima
delante de los ojos del mundo. ¡Y su estrategia funcionó! Funcionó tan bien que hasta este día, involucrarse en el mundo continúa
siendo lo apropiado para los que buscan la mejora de la sociedad, y la retirada
de nuestros males sociales. El pueblo de Dios debe aprender que solo puede ser una bendición a
esta humanidad si manifiesta la presencia de Cristo en este mundo maligno sin
convertirse en parte de él.
La naturaleza de Babilonia
“Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una
ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de
toda la tierra” (Gén. 11:4).
El
propósito de la primera Babel no era hallar a Dios, sino hacer un NOMBRE
para ellos mismos y promover la unidad. El propósito de la torre era el de mantenerlos unidos, no
como un medio para hallar a Dios. Al moverse a su alrededor, no se separarían
unos de otros; la ciudad y la torre serían el punto focal que les permitiría seguir
unidos como pueblo, al establecerse en los llanos de Sinar. Un reino dividido
contra sí mismo no puede permanecer. Como “dios de este mundo”,
Satanás quiere ADORACIÓN y como “príncipe
de la potestad del aire”, quiere DOMINIO. Por tanto, seguirá
manteniendo a la religión y a la política (y la economía) fuertemente agarradas en su puño. Y no sólo eso, sino que su propósito
es el de unir ambas en una alianza de gran unidad y poder. La nueva Iglesia del Mundo
estará muy atrincherada en la política. Dios lo permitirá, incluso lo
promoverá, para unir todos los sistemas religiosos y políticos y llevar a ambos
a la destrucción total en el gran Día del Dios Todopoderoso. Fíjate en lo que es toda esta batalla: es la batalla con el Cordero, y los que están con Él…
los que tienen la naturaleza del Cordero, que son “llamados, escogidos y hallados fieles”. Y fíjate cómo Dios lo pone en el corazón de la Babilonia política para
destruir a la Babilonia religiosa, para “cumplir Su voluntad”. Una vez más, como hemos estado
enfatizando, los enemigos de Dios producirán su propia destrucción (lee Apoc.
16:14-19; 17:1-18).
Una nueva Iglesia Mundial
Jesús nos dijo que en el día de la
cosecha, Él enviaría a los ángeles y recogerían
la “cizaña” de la cosecha en manojos. No sólo se involucrarán los ángeles, sino también los corazones
de los hombres y los espíritus malos que los dominan. Vamos a sorprendernos por
lo rápido que todo esto va suceder. Pero no pensemos que es increíble cuando
descubramos que las fuerzas espirituales están obrando para producir esto. Al acercarse a nosotros el día de la cosecha, Dios ordena la separación
del TRIGO de la CIZAÑA. Hay una separación inminente de lo verdadero y lo falso. Él ordena que
la cizaña sea atada en manojos para ser quemada, y que el trigo se junte en el
granero (Mateo 13:30). Entendemos que en el proceso de crecimiento el
trigo y la cizaña son muy difíciles de distinguir al ojo que no discierne.
AHORA BIEN, SI EL TRIGO HABLA DEL
PUEBLO DE DIOS LAVADO POR LA SANGRE, LOS QUE REALMENTE LE CONOZCAN… SABEMOS
TAMBIEN QUE LA CIZAÑA ES UN PUEBLO
RELIGIOSO QUE PASA INADVERTIDO COMO SI FUERAN VERDADEROS CRISTIANOS. La cizaña
tratará de ser como lo auténtico, de la mejor manera que pueda; y ante todas
las apariencias, son cristianos humildes, sinceros y piadosos. Pero no conocen
nada de la limpieza de la sangre de nuestro Señor Jesucristo ni del fruto de Su
Espíritu. (¿? Dado que el juicio comienza por
Su Casa creo que quizás la cizaña pueda abarcar a todos los religiosos:
los no salvos y los salvos en desobediencia que no quisieron madurar. Éstos
últimos junto con aquellos serán echados al fuego, es decir, pasarán por la
Gran Tribulación, que separará lo verdadero de lo falso, destruyendo a los no
salvos y purificándolos a ellos. Los vencedores primeros, las primicias para
este entonces ya estarán en el Templo).
Todas las religiones falsas se reunirán
como MANOJOS como preparación para el Día del SEÑOR. ¿Quiere esto decir que
habrá una gran “Iglesia” que abrace a Cristianos, Judíos, Musulmanes, Hindúes…
etc.? No necesariamente. Pero Dios dice “MANOJOS”. Tanto si son llevados bajo una misma estructura o no, no
lo sabemos. Pero Dios no ve ninguna diferencia en ninguno de ellos si la sangre
de Jesucristo es quitada como el único camino de la salvación; si Él, el Señor
Jesús, no tiene Su señorío en sus corazones y vidas (y
sabemos que no todos los lavados por Su sangre están sometidos a Su señorío).
Recuerda que los materiales de
construcción de la primer Babel fueron el “ladrillo”
en lugar de la “piedra”. Y que
usaron “lodo” en lugar de “argamasa” para unir las piezas. Es decir, no la unión de los cristianos verdaderamente
nacidos de nuevo (y rendidos) que han recibido el don
gratuito de la gracia de Dios
y que han sido “lavados en la sangre del Cordero”. Están unidos por
una clase muy distinta de unidad: con el “lodo” de las estructuras de iglesia,
los dogmas de iglesia y las tradiciones de la iglesia. La “Iglesia” tiene autoridad
suprema sobre los corazones y las mentes del pueblo y la relación personal e
individual con el Señor importa poco o nada… ¡Mantén tus culturas, mantén
tu adoración al diablo si no hay más remedio, ¡solo tienes que pertenecer a la
“Iglesia”! ¡Únete a nosotros y pertenece a nosotros, paga lo que de debes a la
“Iglesia”… y entonces podemos perdonar todos tus pecados!
Usan
“ladrillo” en lugar de “piedra”. No esa “piedra”
cuidadosamente formada y cincelada por la mano de Dios y por Su gracia redentora
y transformadora… que une para formar “una morada para Dios en el Espíritu”…
Sino que son “ladrillo”, arrojado a un molde, y de este modo, todos
iguales, en estricta semejanza a las normas y reglas de la “Iglesia”.
Todos ellos hechos de los campos de barro de Sinar, y
arrojados al molde de la religión. Tu conciencia hacia Dios
y tu relación con Él son meramente anecdóticas. Si concedes lealtad
incuestionable a la IGLESIA, a la SOCIEDAD, a la DENOMINACION, a la
ORGANIZACIÓN—dale el nombre que quieras… eso es lo único que importa.
Pero los genuinos hijos de Dios deben amarle y honrarle como Su Padre, y jurar
una fidelidad y una lealtad personal incuestionables al Cordero, y seguirle por
donde quiera que Él vaya.
No tenemos que llegar a poseer mucho
conocimiento sobre temas que tengan que ver con el “misterio de la iniquidad”. Pero de vez en cuando, el Señor nos
dará lo que necesitemos conocer y comprender sobre el BIEN y el MAL. Porque
Dios no quiere que ignoremos la maquinaciones de Satanás.
Las dos mujeres de Sinar
“He aquí, levantaron la tapa de plomo, y
una mujer estaba sentada en medio de aquel efa. Y él dijo: Esta es la Maldad; y
la echó dentro del efa, y echó la masa de plomo en la boca del efa.” (Zac.
5:7-8).
Dios
dijo que el “misterio de la iniquidad”
continuaría operando hasta el día en que el “hombre
de pecado” fuera revelado y que a lo largo de la era de la Iglesia, habría un poder protector que
sujetaría las operaciones secretas del mal, hasta que nos acercáramos al Día
del SEÑOR. (Lee 2ª Tes. 2:3-8). Después, la mano protectora de Dios se levantaría y el
“misterio de la iniquidad” llegaría a su plenitud y sería revelado en la tierra.
Zacarías
vio un peso (una tapa de plomo) que se levantaba del efá, y entonces vio a la
iniquidad en su interior.
De vez en cuando Dios ha levantado el peso de plomo y su pueblo ha podido echar
un vistazo a las operaciones del “misterio de la iniquidad”. Fue levantado durante un tiempo
en la Reforma, y muchos hombres que amaron la verdad comenzaron a arrojar los
grilletes de la atadura religiosa, del mismo modo que caen las escamas de los
ojos. Los mismos cielos fueron sacudidos cuando Lutero y Calvino y otros
reformadores comenzaron a caminar por el camino de la verdad y
se identificaron con el Señor Jesús en lugar de hacerlo con el sistema
religioso. Enseñaron
la justificación por la fe y la salvación por la gracia, en lugar de por medio
de muchas obras muertas, penitencias
e indulgencias y toda manera de idolatría. Pero el Día del SEÑOR no había llegado aún y la tapa fue
de nuevo puesta sobre la Mujer en el
efá.
“Luego alcé los ojos y miré, y he aquí dos
mujeres salían con el viento en sus alas; y tenían alas como alas de cigüeña, y
alzaron el efá entre la tierra y el cielo” (v. 9).
Repentinamente había DOS MUJERES. Como hemos apuntado en varias ocasiones,
el número “dos” habla de la expresión colectiva, y por tanto, el cuerpo
de Cristo. Nuestro cuerpo humano está hecho de DOS… una parte y su
contrapartida. Tenemos dos ojos, dos oídos, dos brazos, dos piernas, dos
pulmones, etc.
Creemos que una definitiva falsificación del Cuerpo de Cristo va a ser dada a
luz, y que muchos, muchos, van a ser engañados por ella. Jesús no dijo que ninguno de Sus
elegidos serían engañados. Lo que dijo es que el engaño sería tan grande que
incluso los mismos elegidos serían engañados SI FUERA POSIBLE (lee Mateo 24:24).
¿No detectamos en esta declaración que Dios tendrá una gracia especial sobre
los Suyos, no sea que caigan en este horrible engaño? Tenemos que caminar muy cerca del Señor Jesús en
esta hora si vamos a saber lo que es la luz y lo que es la oscuridad, lo que es
verdad y lo que es error, lo que es bueno y lo que es malo, lo que es Cristo y
lo que es Anticristo…
El efá
era una cesta para medir, una vasija para medir grano. Pero este efá no estaba lleno de trigo, sino de cizaña, de iniquidad.
Una tapa muy pesada de
plomo cubre esta maldad, esta operación de iniquidad. La religión falsa,
incluido el Cristianismo apóstata, siempre ha estado revestida de misterio
tenebroso; y por eso Babilonia es
considerada en el libro de Apocalipsis como “Misterio,
Babilonia”. Ella, la madre de la religión falsa y apóstata, fue revelada como lo que era, y después fue arrojada otra vez al
efá y cubierta con la pesada tapa de plomo. Y el “misterio de la iniquidad” aún no había llegado a su plenitud.
“Dije entonces al ángel que hablaba
conmigo: ¿Adónde llevan el efá? Y me respondió: A la tierra de SINAR PARA
EDIFICARLE UN TEMPLO; y cuando esté preparado, será asentado allí sobre su
base.” (V.10-11).
Esta
nueva Babilonia que procede del movimiento ecuménico, con los
católico-romanos y los protestantes trabajando juntos (y con frecuencia
con el apoyo de los evangélicos y del Movimiento Carismático),
será un asombrosa falsificación del Cuerpo de Cristo en la tierra. Y podría suceder muy rápido
porque dice que las “dos mujeres” tienen alas como de cigüeña. Y dice también que el “viento
estaba sobre sus alas”. ¡El viento era favorable! Dios es
descrito sujetando los cuatro vientos de los cielos durante un tiempo, hasta
que Sus siervos sean
sellados en sus frentes con el sello del
Dios viviente, es decir, la mente de Cristo (lee Apoc. 7:3). Pero cuando los vientos del Cielo se
liberen, seremos testigos de algunas revelaciones dramáticas del “misterio de
la iniquidad”, y esta nueva casa en la tierra de Sinar (donde comenzó Babel),
será establecida y “asentada sobre su base” (v.11).
Muchos
hombres de Dios destacados están siendo sujetos a grandes presiones para
prestar su apoyo a este movimiento. Pero lo más aterrador de todo es que habrá poderosas
señales y prodigios hechos en el nombre de Jesús, y será tremendo el engaño de
los que sientan que al haber sanidades y milagros, tienen que ser de Dios.
Todos aquellos cuyos nombres no estén escritos en el Libro de la Vida del
Cordero, serán atrapados en el engaño. Honrarán a esta nueva “Iglesia”, que bien puede tener un
nuevo nombre, un nombre aceptable en todos los ámbitos del Cristianismo
apóstata y de otras religiones. Pero todo será conforme a la operación
del “hombre de pecado”, y aquellos que sean atrapados en
la red se perderán con Babilonia (¿? No salvos no se perderán, pero
serán disciplinados para purificación en la Gran Tribulación),
el día en que ella caiga bajo el poderoso impacto de los guerreros de Dios
procedentes del Cielo… cuyas únicas armas serán la armadura de la Luz, y la
Espada del Espíritu. “Estos pelearán contra el Cordero, y el
Cordero los vencerá, porque Él es Señor de señores y Rey de reyes, y los que
están con El son llamados, escogidos y fieles” (Apoc. 17:14).
Capítulo 6 – Penetrando en los Lugares
Celestiales
Con
frecuencia, el pueblo de Dios que desea andar en la verdad es acusado de
descuidar el mensaje simple del evangelio, cargándolo de verdades profundas e
innecesarias y olvidando las necesidades del mundo a nuestro alrededor. Pero
esto no es así. ¡Como anhelamos la liberación del evangelio de Cristo en los
corazones de los hombres! Pero sabemos y reconocemos que la luz del evangelio
no puede brillar desde los corazones de los hombres hasta que el pueblo de Dios
comience a penetrar en los mismos cielos y a caminar en la sabiduría de la Cruz.
Si el asunto fuera simplemente el levantamiento de
fondos, libros, tratados, o más radio, más televisión,
más misioneros… entonces nos concentraríamos en eso; porque todavía hay
mucho dinero, mucho celo en la gente y muy buenos predicadores. Pero
si la palabra del
Evangelio debe penetrar en los cielos antes de que verdaderamente pueda penetrar
en los corazones de los hombres, entonces debemos comenzar a buscar
intensamente al Señor para que nos ayude y nos guíe… y aprender Su forma de levantar el velo que yace pesadamente sobre
todas las naciones (y sobre Su
Iglesia dormida). Podemos apreciar la ministración
tripartita del evangelio tal y como la expone el apóstol Pablo (lee
Efesios 3:8-10).
1. Predicar las inescrutables riquezas
de Cristo.
2. Hacer que todos los hombres VEAN lo
que hay involucrado en la comunión del Evangelio
3. Dar a conocer la sabiduría de Dios
en los lugares celestiales
Consideremos este aspecto tripartito del evangelio
completo:
1. “A mí, que soy menos que el más pequeño de
todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el
evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo” ¡Inescrutables riquezas!
¿Por qué razón nos persuadimos a nosotros mismos de tener el evangelio final o
el evangelio completo, simplemente por disponer de ciertas bendiciones y dones
y saber como declarar el mensaje del evangelio de la Biblia? Las riquezas que
Dios tiene para nosotros en Cristo Jesús son “riquezas inescrutables”… y es el ministerio del Espíritu Santo
llevarnos al corazón de Dios, tomar las cosas de Cristo y revelárnoslas a
nosotros. “Porque el Espíritu todo lo
escudriña, aun lo profundo de Dios.” (1ª Cor. 2:10). ¿Te has dado cuenta de la razón
por la que Dios nos dio Su Espíritu Santo? ¡Para
poder escudriñar lo profundo de Dios! Y ahora nos dicen que
olvidemos esas cosas profundas y que sigamos predicando el evangelio simple.
El Evangelio es esa ministración del
Espíritu que escudriña las profundidades de Dios. ¿Para qué propósito? “Para que sepamos lo que Dios nos ha
concedido” (v. 12).
2. “Y de aclarar a todos cuál sea la
dispensación del misterio…” El Evangelio no es un mero mensaje declarado… ES UN SECRETO REVELADO.
Porque la palabra “misterio” significa “secreto”… un secreto que ha sido
revelado a aquellos que se han iniciado en eso.
En vano
vamos a simplificar el evangelio presentándolo alegremente con talento musical,
drama, marionetas o el arte de la retórica o la elocuencia de discurso. Es
necesario que caigan escamas de los ojos ciegos de los hombres antes de que
puedan “VER la dispensación del misterio”. No se trata de persuadir a los
hombres a cambiar de religión.
“El dios de este mundo ha cegado las
mentes de los incrédulos” (2ª Cor. 4:4). Los
corazones de los hombres tienen que ser atravesados por la espada del Espíritu
antes de que puedan VER.
“Mas hablamos sabiduría de Dios en
misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para
nuestra gloria… Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído
oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los
que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu” (1ª Cor.
2:7-10).
Nadie
puede llegar a conocer a Dios a menos que los ojos ciegos y los oídos sordos
sean abiertos. El
evangelio es un “misterio”, un “secreto” que los hombres sólo pueden conocer
cuando el Espíritu de Dios revela a Cristo a sus corazones.
“En aquella misma hora Jesús se regocijó
en el Espíritu, y dijo: Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has REVELADO a
los niños. Sí, Padre, porque así te agradó. Todas las cosas me fueron
entregadas por mi Padre; y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; ni
quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar.”
(Lucas 10:21-22).
Jesús
vino a revelar al Padre, a darle a conocer, a desvelar al Jehová-Dios del
Antiguo Testamento. Esto lo hizo caminando en total unión con Él, diciendo sólo aquello que el Padre le daba a hablar, haciendo solamente lo que el Padre le daba para hacer. Nadie conoce al Padre a menos
que el Hijo Lo revele. Y este es
el Evangelio… quitar la ceguera de los ojos para que los hombres puedan ver y
conocer a Dios. Pablo predicó de tal manera a Cristo en Galacia al caminar
en la debilidad y fragilidad de su carne, que el Espíritu de Dios fluyó de su
vida y de su mensaje y el
pueblo VIO a Cristo, crucificado aún en medio de ellos (Gál. 3:11). Y al ver a
Cristo, las escamas de oscuridad cayeron de sus ojos.
Dios
nos ayude a comprender que no proclamamos el evangelio meramente con libros,
palabras y canciones. Debe haber una revelación, un desvelar de Cristo mediante
una ministración del Espíritu de Dios.
3. “Para que la multiforme sabiduría de Dios
sea ahora dada a conocer POR MEDIO de la iglesia a los principados y potestades
en los lugares celestiales.” Lo que Pablo dijo antes sobre predicar las
inescrutables riquezas de Cristo y sobre participar del secreto de Cristo, todo
ello nos lleva a algo más: “PARA
QUE…” El propósito de Dios en todo esto es que pueda haber una penetración de
la sabiduría celestial de Dios en el ámbito terrenal. No se trata de una
mera ministración terrenal: viajar de un lado para otro a todo lo ancho con un
mensaje. Debe haber una
penetración celestial de la sabiduría de Dios.
La
gente sigue diciendo: “No nos centremos tanto en el cielo de modo que no
sirvamos para nada en lo terrenal.” El Diablo comenzó ese dicho. Porque sabe
que no servimos para nada en la tierra al no estar centrados en el cielo. No
hemos podido penetrar en los cielos con “la multiforme sabiduría de Dios”, y
por tanto, las potestades de la oscuridad permanecen inmutables, a la par que
las potestades del Reino Celestial no son alertadas con lo que decimos o
hacemos. ¡PARA QUE AHORA…!
El propósito del evangelio no está ahí, en la mayor parte de nuestra
predicación.
El
propósito del evangelio es ATAR en el Cielo esas fuerzas que están sueltas en
la tierra, y que deben ser atadas antes de que los hombres puedan ver y oír. La intención del evangelio es SOLTAR en
el Cielo esas fuerzas del Reino que necesitan ser soltadas en la tierra. Como los hijos de Esceva, podemos tener la fórmula correcta: “Ato este espíritu malo en el Nombre
de Jesús”… pero rara vez se consigue algo porque no somos conocidos ni
reconocidos en los lugares celestiales y así, nuestras palabras no son ni oídas
ni obedecidas. El apóstol nos dice que el propósito del evangelio es que la sabiduría de Dios sea
revelada AHORA en los lugares celestiales por medio de la Iglesia.
Reflexionemos en esto. Estamos aquí, en la tierra, en
medio de todo el conflicto y la atadura terrenal. ¿Para qué habría de
preocuparme sobre la revelación de la sabiduría de Dios a los principados y
potestades en los cielos? ¡Dejemos esas cosas tan lejanas a un lado, y sigamos
en nuestra tarea de predicar el evangelio por todo el mundo!
Repentinamente
somos confrontados con el descubrimiento de que la sabiduría de Dios es la
sabiduría de la Cruz; y que si no estamos caminando en el camino de la
obediencia total a la voluntad de Dios ni identificándonos con la Cruz de
Cristo—tampoco estaremos haciendo incursiones en el mundo de la oscuridad
porque no seremos conocidos ni reconocidos en los lugares celestiales.
Repentinamente descubrimos que SI NO SOMOS CONOCIDOS NI RECONOCIDOS AHÍ ARRIBA,
TAMPOCO VAMOS A SERVIR DE MUCHO AQUÍ ABAJO.
Si
pudiéramos creer esto, ¡Qué diferencia habría en nuestro enfoque completo sobre
el ministerio del evangelio! Todo
nuestro estilo de vida sería cambiado por completo. Nuestra vida de
oración sería transformada en extremo. Porque cuando comenzamos a caminar en la obediencia de la
Cruz, descubrimos que la misma atmósfera de la oración está impregnada con la
voluntad de Dios y con el deseo de hacer
solo aquello que Le es agradable. Nuestro único deseo sería
convertirnos en vasos aprobados por Dios y no preocuparnos en absoluto por la
aprobación de los hombres. Y entonces descubriríamos lo que Jesús quería decir
cuando dijo: “Si
permanecéis en Mí y Mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que
queráis y os será hecho” (Juan 15:7). Sabríamos como entregarnos al
Espíritu de Dios para que a través de nosotros pudiera hacer “intercesión por
los santos conforme a la voluntad de Dios”. Aprenderíamos a “orar en el Espíritu Santo: oraciones
“fervientes”, “llenas de fuego”, bautizadas con el fuego del Cielo… oraciones
que alcancen el trono de Dios.
Amados,
vamos a tener que familiarizarnos más con el Cielo si es que vamos a ser de
alguna utilidad terrenal aquí abajo. Tenemos que comenzar a penetrar los cielos con la sabiduría de
Dios si es que vamos a ver como las escamas son quitadas de los ojos de los
hombres y como son liberadas sus almas cautivas.
Estamos
hablando de la Sabiduría de la Cruz. Señor, ¡Enséñanos a caminar en la
sabiduría de la Cruz!
Capítulo 7 – La sabiduría de la cruz
“Pues ya que en la sabiduría de Dios, el
mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los
creyentes por la locura de la predicación. Porque los judíos piden señales, y
los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para
los gentiles locura; mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo
poder de Dios, y sabiduría de Dios.” (1ª Cor. 1:21-24).
Los
Judíos… los que creían en Dios el Creador, el Dios del poder. ¡La respuesta de
Dios a ellos es la Cruz!
Los
Griegos… los intelectuales, los buscadores de la sabiduría: Dios les dice:
“¡Mirad la Cruz! Y ellos se burlan. ¡Que locura!
Pero
para ti y para mí, los que creemos (seamos por naturaleza Judíos o griegos)… Cristo
crucificado se convierte en el PODER de Dios y en la SABIDURÍA de Dios. Y el mundo aún tiene que descubrir, en el Día del SEÑOR, que este
sistema mundial va a ser anulado por completo por un pueblo que ha abrazado el
camino de la Cruz.
La
elección es clara: si queremos descubrir el potencial para el éxito que hay dentro de cada uno
de nosotros, hay un gran número de best-sellers que podemos encontrar en
nuestra librería cristiana local para ayudarnos en ese descubrimiento. Pero si
de verdad queremos ser
parte de esa compañía de personas que va a invadir el mundo de oscuridad y los
ámbitos celestiales con la sabiduría de Dios, y traer liberación a las almas y
a los espíritus cautivos de los hombres… tú y yo tendremos que
afirmar nuestros rostros como un pedernal hacia el camino de la Cruz.
Hay muchas escuelas y colegios de religión que te enseñarán a tener éxito en el
ministerio. Pero sólo
la Escuela de la Obediencia te
enseñará a hacerte débil; para que
puedas ser fuerte; Cómo volverte necio; para que puedas hacerte sabio; y los
héroes de la fe de los que tanto leemos en las escrituras ya no serán por más
tiempo nuestros héroes, sino nuestros compañeros de la Cruz.
Entonces podremos identificarnos con
los Aods zurdos, que no ENCAJAN en
nuestra sociedad, ni en nuestras iglesias, porque siempre quieren usar su mano
izquierda en lugar de la derecha. Pero siempre aprenderán el secreto de la victoria de los
opresores Eglons que se sientan en sus patios de verano en lugares altos,
seguros y contentos, con sus “bienes en paz”, porque el pueblo de Dios está
bajo su dominio. Podrán
identificarse con los pobres en Manasés...
Con Gedeón y su grupito de hombres,
cuyas pocas armas consistían en un cántaro que tenía que romperse, una antorcha
que había que encender y una trompeta que había que tocar. Y sabrán que
la espada de su batalla es nada más y nada menos que la Espada del Señor. Comenzarán a identificarse con Débora y Barak y con el ejército pequeño que “puso en peligro sus
propias vidas hasta la muerte, en la alturas del campo”… y pusieron en acción a
los mismos cielos a favor del pueblo de Dios. Podrán identificarse con Josafat, que
salió a la batalla sin el uso de la espada o de la lanza, y vio a los enemigos
de Dios derrotados. Podrán
identificarse con Ezequías, que no tenía fuerza para
resistir la invasión de Senaquerib, pero cuando amaneció, se levantó para ver a 185.000
fuertes soldados asirios dispersados “como
hojas del bosque cuando ha llegado el otoño”.
Pero sobre todo, podrán identificarse
con el Señor Jesús, y con sus santos
y mártires de la era de la Iglesia, que siguieron al Cordero en la batalla y
vencieron a las huestes del mal “por la
sangre del Cordero y por la palabra de su testimonio”.
La Cruz, un nuevo estilo de vida
Quizás
nos gustaría convencernos a nosotros mismos de que de alguna manera teórica, fuimos
crucificados con Cristo en Su Cruz y de ese modo, lo único que tenemos que
hacer ahora es apropiarnos de Su vida. Pero si de verdad vamos a conocer esta
nueva vida, vamos a tener que conocer experimentalmente y día a día una
identificación con esa Cruz para que podamos caminar continuamente en el
poder de Su resurrección.
“Pero tenemos este tesoro en vasos de
barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, que
estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no
desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos;
llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que
también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. Porque nosotros que
vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que
también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal.” (1ª Cor.
4:7-11).
Cierto,
Jesús murió en la Cruz una vez y para siempre. Pero de hecho, nació bajo la
sombra de la Cruz, vivió y anduvo en la realidad de ella y en la plenitud de
obediencia a la voluntad de Dios, murió sobre ella. Así debe ser con Su pueblo. Debemos abrazar ese Sacrificio
de una vez y para siempre. Pero al hacerlo, debemos tomar nuestra
cruz diariamente y seguirle.
El misterio de la Cruz
Dios
nos dé visión y revelación para ver
las profundidades de la SABIDURÍA y del PODER de la Cruz. Satanás ha extendido
su dominio sobre toda la raza humana desde la caída. Sus armas de destrucción
han sido reveladas en Temor, Odio, Tormento, Contienda, Orgullo, Vanidad… todos
esos rasgos negativos que han hostigado a la familia humana completa desde el
principio. ¿De dónde vino todo esto? ¿Quién lo creó? Ya hemos apuntado el
secreto del origen del Mal: fue la EXCLUSIÓN DE DIOS lo que
trajo todo eso. Si Dios es excluido, ahí mismo lo tienes. Dios es
AMOR, LUZ y VERDAD. Si los hombres niegan a Dios un lugar en sus vidas, y de
esa forman Le cortan de ellos mismos… lo que queda es ODIO, OSCURIDAD y ERROR.
Ahora
bien, en la consumación del tiempo, Cristo entra en la escena para deshacer la
maldición que había tragado a la raza humana por causa de la desobediencia de
Adán. Él camina en armonía total y en obediencia a la voluntad de Dios. Y al
andar en LUZ total, las fuerzas opuestas de la Oscuridad se vuelven más
intensamente OSCURAS. Puesto que Él es AMOR, y camina en armonía total con
Dios, que es AMOR, las fuerzas del Odio se vuelven más y más intensamente
odiosas. Porque Él amó la justicia y aborreció la iniquidad, las fuerzas del
Mal se levantaron contra Él en una oposición mayor. Porque vivió una vida totalmente santa delante de
la misma presencia del pecado, reprobó los pecados de los hombres “que amaron más las tinieblas que la luz”.
Ahora
bien, el misterio de la Cruz es revelado en esto: que Él aceptó
todo el reproche, todo el odio, toda la amargura, toda la contienda que se
levantó en contra de Él mismo. Él lo soportó todo ello en la Sabiduría de Dios, que parecía
tan negativa al mundo e incluso a Sus propios discípulos… para morir en una
Cruz.
Por
así decirlo, Él se
convierte en LO NEGATIVO QUE ANULA LO NEGATIVO. Sufre la MUERTE para anular la
MUERTE. Se convierte en la MALDICIÓN para cancelar la MALDICIÓN. Se convierte
en el PECADO para anular el PECADO.
“Al que no conoció pecado, por nosotros lo
hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.” (2ª
Cor. 5:21). Cristo
crucificado se convierte en la PLAGA. LA PLAGA QUE ACOSA A LA PLAGA DE LA
MUERTE:
“¿Dónde están, oh muerte, tus espinas?
¿Dónde está, oh Seol, tu aguijón?” (Oseas 13:14)
¿Qué
podemos decir a estas cosas?
“¡Oh, profundidad de las riquezas
y de la sabiduría y del conocimiento de
Dios!
¡Cuán insondables son sus juicios
e inescrutables sus caminos!”
(Romanos 11:33)
Los
romanos decían que la Cruz era la peor y más despreciable forma de castigo
capital. En la Sabiduría de Dios, el mundo todavía ha de ver en la consumación
de la Operación de la Cruz en las vidas de Su pueblo, la erradicación del
PECADO, la MUERTE y la MALDICIÓN de sobre la faz de la tierra. Dios nos ha dado
el secreto de vencer al Mal desenfrenado en el mundo a nuestro alrededor:
Vencemos el ODIO con AMOR.
Vencemos el ORGULLO con HUMILDAD.
Vencemos la MALDICIÓN con la BENDICIÓN.
Vencemos el MAL con el BIEN.
Vencemos la OSCURIDAD con la LUZ.
Vencemos el ERROR con la VERDAD.
El
propósito de estas palabras no es idílico ni poético. Este mundo malvado
de pecado, rebelión y odio todavía ha de ser completamente sometido por un
ejército de vencedores que use las armas de la Cruz como sus únicas
armas. Amados, sometámonos a la operación de la Cruz de Cristo en
nuestras vidas. Unidos a Él y a Su Cruz, lleguemos a conocer la hermosura del
Señor sobre nuestras vidas, para que podamos levantar la maldición en la que se
han hundido los corazones y las mentes de los hombres. La creación espera
esto, es decir, “la manifestación de los
hijos de Dios”.
El Juicio de Dios al mundo
Jesús
dijo, “Ahora es el juicio de este mundo; ahora
el príncipe de este mundo será echado fuera.” (Juan 12:31).
La Cruz es el juicio de Dios a este
mundo. Parece como si hubiera sido completamente al revés: que fue el mundo el
que juzgó a Cristo. Pero en la Sabiduría de Dios, fue Dios quién juzgó al mundo.
De
este modo Pablo podía jactarse en la Cruz, “Pero
lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por
quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo.” (Gál. 6:14).
¿Quién
mató a Jesús en realidad? Históricamente, sí, fueron los judíos los que
entregaron a nuestro Señor Jesucristo a los gentiles para Su crucifixión. Pero la Cruz es más que un
evento histórico. Es un evento intemporal… un evento que pertenece a todos los
tiempos. ¡Quién mató a Jesús! ¡Tu y yo… y todos nosotros fuimos los que matamos
a Jesús! Fueron los
sacerdotes y los líderes religiosos los que mataron a Jesús. Todos
fuimos responsables, porque fue tu pecado y el mío… los pecados que heredamos
de Adán, y los pecados de Adán que nosotros hemos multiplicado más y más en
cada generación…Fueron los pecados del mundo entero los que mataron a Jesús.
Veamos
la sabiduría de Dios revelada en todo lo que sucedió ese oscuro día del
Gólgota:
Los
orgullosos y los altivos dijeron, ¡Le hemos atrapado! Pero Dios dijo, “Cuando
crucificasteis a Mi Hijo, puse fin a todas las religiones de los hombres que
rehúsan inclinarse ante los pies de la Cruz y reconocer al Señor Jesús como
Señor de todos.”
El
pecado que reinaba supremamente en los corazones de los hombres, dijo, “Es un
pecador, es su final.” Pero Dios dijo que fue allí en la Cruz dónde “Yo condeno
el PECADO en la carne de Mi Hijo, para que Mi pueblo Le reciba como la ofrenda
por su pecado y pueda llegar a convertirse en la justicia de Dios en Él.”
La
Muerte se jactaba, “Yo he destruido al Último Adán, del mismo modo que destruí
al Primero. Pero Dios dijo, “Cuando Mi Hijo colgaba de la Cruz, eras tú, oh
Muerte, la que estabas siendo destruida.”
Cuando
la Cruz se levantó en el Gólgota, (que significa el Lugar de la Calavera), Dios
lo había preparado así. Porque fue allí, en la LOCURA DE DIOS, dónde Él
llevaría a la sabiduría de los hombres a una calavera, y mostraría las alturas
infinitas de Su sabiduría.
El triunfo de la Cruz
¡La
Cruz es el JUICIO DE DIOS AL MUNDO! Y en ese gran y terrible Día del Señor,
Dios va a ejecutar la sentencia del juicio que Él decretó en el
Gólgota. Podemos
inclinarnos a creer que Cristo vino como Cordero para redimirnos, pero que en
Su resurrección y entronamiento, ahora gobierna sobre el trono de gloria como
un León. Esto no es correcto exactamente. Y todavía tiene que ser revelado y hecho manifiesto en la
tierra, que Aquel que conquistó al pecado, a Satanás y al mundo por medio de Su
sacrificio en la Cruz, está gobernando ahora y reinando como el CORDERO en el
trono. El León de Judá sólo es mencionado una vez en el libro de
Apocalipsis, ¡En contraste con las veintiocho veces que aparece mencionado el
CORDERO! Cuando no había nadie digno de abrir el libro y soltar los sellos, uno
de los ancianos dijo: “No llores. He aquí
que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el
libro y desatar sus siete sellos.” (Apoc. 5:5). Pero cuando Juan se volvió
para ver a este poderoso León… “Miré, y
vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los
ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado.” (v.6). Es muy
significativo que Juan el amado no viera al “León
del Tribu de Judá” como un poderoso león, ni aquí ni en ningún otro lugar
del Libro de Apocalipsis. ¿Por qué razón? Podríamos preguntarnos. Porque este “León” era aún el
Cordero en el corazón, en la naturaleza y en el carácter; Y Dios quiere que Su
pueblo siempre Le vea y Le adore como el Cordero en el Trono, y que “sigamos al Cordero” de la mansedumbre
más que al León del poder. ¡Estas
heridas en sus manos, pies y costado ya no son las heridas causadas por hombres
pecadores, sino insignias de Honra y de Gloria!
Y si
reinamos con Él, Él quiere que sepamos que esto es posible sólo cuando “sufrimos
con Él”.
“El
libro” sellado con los siete sellos que fue dado al Cordero es el registro de
los justos juicios de Dios en la tierra y en los cielos y la revelación de Sus
propósitos para librar a la tierra de su maldición y de su mal. ¿Cómo sé esto?
Porque cuando el Cordero
abre los sellos, eso es lo que Él revela. Es la historia del Triunfo del
Cordero sobre todas las fuerzas del Mal. Sólo Él es digno de administrar
estos juicios porque Él triunfó sobre el Mal con el Bien cuando fue a la Cruz.
Y Dios ha puesto todas las cosas “bajo
Sus pies”. Sé que el apóstol Pablo dijo, “pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas.” (Heb.
2:8). Pero Dios ha declarado el decreto de Su Señorío sobre toda la
creación, y Él todavía ha de ser revelado como el CORDERO conquistador “en
el día de Su poder”. (lee Salmos 2:6,7; 110:1-7)
Y así es el Cordero “como inmolado”, que es honrado y adorado por causa de Su
sacrificio (Apoc. 5:6-8).
Es el “Cordero
que fue inmolado” el que
toma “el poder, las riquezas, la
sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza.” (v. 12).
Es el Cordero que es exaltado y honrado por todas las
criaturas “en el cielo, y sobre la
tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que hay en
ellos.” (v. 13).
Es el Cordero que toma el Libro y abre los sellos de
los propósitos de Dios y libera Sus juicios justos en la tierra (Cap. 6:1,3,5,
etc.)
Es
la “ira del
Cordero”… no la ira de un León, lo que golpea con temor a los reyes de la
tierra, y a los grandes.” (Cap. 6:16,17).
Es el Cordero ante el cual, se encuentran los redimidos
de la tierra, lavados en Su sangre y revestidos en vestiduras blancas. (Cap.
7:9,10.-14).
Es el Cordero “en medio del trono”, que pastorea y
dirige a Su rebaño hacia “fuentes de aguas vivas” (v. 17).
Es “por la sangre del Cordero y por la palabra de su testimonio” que Su pueblo
vence porque como Su Maestro, “aborrecieron
sus vidas hasta la muerte” (Cap. 12:11).
Es en
el libro de la vida del “Cordero que fue inmolado” donde los nombres de los redimidos están
registrados en el Cielo (Cap. 13:8).
Es el Cordero que permanece en el Monte Sión con “los redimidos de la tierra” (Cap.
14:1-3); y los que “siguen al Cordero por
donde quiera que Él va” y son “primicias
para Dios y para el Cordero” (v. 4).
Los
que adoran la bestia y su imagen son atormentados “con fuego y azufre en la presencia de los ángeles santos y en la
presencia del Cordero”. (V. 10).
Los
vencedores se encuentran en el río de cristal, cantando “el cántico de Moisés… y el cántico del Cordero.” (Cap. 15:3).
La
Babilonia política, en alianza con la Babilonia religiosa… juntas “hacen guerra contra el Cordero y el Cordero
las vencerá”, puesto que el Cordero es
el “Señor de señores y el Rey de reyes”
(Cap. 17:4).
Es el Cordero quien recibe la recompensa de Su
sacrificio cuando “Su esposa se haya
preparado” y se presente delante de Él como Su Esposa sin mancha. “Esta vestida con lino fino, limpio y
blanco”; y juntos se sientan en la “cena
de bodas del Cordero” (Apoc.
19:7-9).
Y
entonces Juan vio a la “novia, la esposa del Cordero”, descrita como “la gran ciudad, la Santa Jerusalén, que
desciende del Cielo de Dios” y “ataviada
como una esposa para su marido.” (Cap. 21:2,9,10).
En los
doce fundamentos de la ciudad, están escritos “los nombres de los doce apóstoles del
Cordero” (v. 14). En esta ciudad no hay templo, porque Dios ha
encontrado Su morada eterna en el
Cordero, un hogar de supremo gozo y deleite. “El Señor Dios Todopoderoso y el
Cordero” son el templo de esta ciudad (v. 22).
“La ciudad no tiene necesidad de sol ni de
luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.” (v. 23). El
Cordero es su lumbrera, de donde la Luz de Dios brilla sobre los redimidos.
Los
habitantes de la ciudad son aquellos “cuyos
nombres están escritos en Libro de la Vida del
Cordero”… limpios y santos y sin contaminación (v. 27).
“Un río puro de agua de vida, clara como
el cristal” fluye del “trono de Dios y del
Cordero”… (de UN
trono de Dios, no de dos… con el Cordero
en medio del trono (Cap. 22:1,3; lee Cap. 7:17).
Es EL CORDERO quién abre los sellos porque
es el CORDERO quién ha conquistado
por la sangre de Su Cruz… y es el
CORDERO a quien vemos por todo el libro… gobernando y reinando, pastoreando
a Su pueblo y ejecutando los juicios justos de Dios en la tierra.
¡Y EL
CORDERO TODAVÍA HA DE RECIBIR LA RECOMPENSA COMPLETA DE SU SACRIFICIO!
Los mansos heredarán la Tierra
No nos
equivoquemos en esto. Hay muchos que buscan la gloria en la Iglesia hoy día. Ha
muchos que buscan el poder. Hay muchos que buscan el éxito. Hay muchos que
hablan sobre la verdad del Reino y sobre reinar con Cristo con varas de hierro.
¿Pero cuántos de entre
todos estos, abogan identificación con el Cordero, para poder ser aprobados
para sentarse con Él en Su trono? Tenemos que estar seguros de que no
son los que conocen y abrazan la verdad del Reino los que reinan con Cristo en
Su trono. Serán “los pobres de Espíritu” los que tomen el
Reino. Serán los “mansos” los que “heredarán la tierra” (Mat. 5:3,5).
La palabra “manso” implica una falta absoluta de interés
propio…alguien
que entrega su propia voluntad a la voluntad de un tercero. Jesús compara la “mansedumbre”
con la “humildad” cuando habla de Sí mismo. Anima a Sus
discípulos a unirse a Su yugo si han de descubrir el reposo y la paz que Él
disfruta por causa del yugo con Su Padre. “Soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras
almas” (Mat. 11:29). Por ser manso, no tiene
necesidad de defenderse a Sí mismo. Y por tanto, es considerado débil a los
ojos de los hombres. Una persona mansa ha conocido el rigor y la disciplina del Señor y ha
probado la fidelidad de Dios en las pruebas de fuego que han terminado por quemar
la fortaleza del corazón y de la voluntad humanas, sustituyéndolas por una gran
confianza y fe en Aquel que le humilló.
El “temor
de Isaac” parece un título
extraño para un hombre que se apartaba de los
pozos que él mismo había cavado cuando los filisteos iban tras ellos y los
tomaban a la fuerza. Pero de alguna manera comenzaron a detectar la
fortaleza del hombre y vinieron a él para hacer un pacto para que no les
hiriera. “¿Por qué venís a mí?”
preguntó Isaac, “¿siendo que me habéis
aborrecido, y me echasteis de entre vosotros?” Y ellos respondieron: “Hemos visto que JEHOVÁ está contigo.” (Gén.
26:28-29). Señor, que nuestra fuerza esté sólo en esto, ¡Que
Tú estás con nosotros! Años más tarde, su hijo Jacob era muy
consciente del temor piadoso de su padre Isaac al apoyarle cuando su tío Labán
le maltrataba. Entonces los dos hombres hicieron un pacto de paz “Y Jacob juro por el temor de su padre
Isaac” (Lee Gén. 31:42,53).
Moisés es
conocido por haber sido “muy manso, más
que todos los hombres que había sobre la tierra” (Números 12:3). Huyó por temor delante del Faraón cuando
era un fuerte y poderoso príncipe en Egipto. Pero 40 años más tarde regresó a
Egipto con su hermano Aarón para librar a la nación de Israel de su esclavitud.
¿Puedes imaginarte cómo debió sentirse el poderoso Faraón cuando este humilde
pastor un día entra en sus aposentos reales con una vara en la mano, y ordena: “Así dice el SEÑOR Dios de Israel, deja ir a
Mi pueblo” (Éxodo 5:1)? ¿Por
qué razón no le arrestó el Faraón ahí mismo para poner fin a todo este asunto?
El faraón no se atrevió con Dios. A través de este manso y humilde
pastor, vemos al Faraón pidiendo misericordia en varias ocasiones y finalmente
pidiendo a Moisés que le recordara en sus oraciones.
Samuel
fue un hombre manso. Cuando
Dios le dijo que fuera a Belén y ungiera a uno de los hijos de Isaí para ser
rey, tuvo miedo de Saúl. Era un hombre débil y viejo y él lo sabía. Pero cuando
los ancianos de Belén oyeron que estaba camino de su ciudad, “vinieron a su encuentro temblando y
dijeron: ¿Vienes en paz?” (1ª Samuel
16:4). Eran bastante
conscientes de que este viejo profeta se estaba moviendo en la autoridad y en
el poder de Dios.
Pablo
vino a Corinto en “debilidad, en temor y
mucho temblor” (1ª Cor. 2:3). Ahí mismo es donde estaba su fortaleza… no en que él hubiera sido
ungido para predicar el Evangelio de la Cruz, sino en que él había andado en la
debilidad de la Cruz. Se gozaba en que cuando era débil, entonces ponía ponerse
la fortaleza del Señor: “Porque cuando
soy débil”, dijo, “entonces soy fuerte” (2ª Cor. 12.10).
Ni
siquiera Jesús puso un rostro de fortaleza ni intentó parecer fuerte
delante de la oposición.
Fue un Cordero a lo largo de Su ministerio en la tierra y continúa reinando
sobre el trono de la gloria como el “Cordero
que fue inmolado”. Tomó a Sus discípulos y se apartó de Jerusalén cuando se
enfrentaron a una gran oposición. ¿Fue eso debilidad? Él no era ni
valiente ni cobarde. ¡Era manso! Vivió y se movió en el yugo del
Padre, aprendiendo la obediencia por todo lo que padeció. Luego regresó a
Jerusalén, caminando en ese mismo yugo, para morir en debilidad en manos de un
poderoso gobernador Romano. Pablo dijo que nuestro Señor “fue crucificado en debilidad” (2ª Cor. 13:4). Esto es lo que Pablo
quiso decir, “la debilidad de Dios”. Es “debilidad” desde el punto de vista de los hombres que considera
debilidad a la mansedumbre. El apóstol nos dice que esta clase de “debilidad” es “más fuerte que los hombres” (1ª Cor. 1:25). Él puso Su vida como
un Cordero ensangrentado. Y ahora Él reina y seguirá reinando eternamente como
el Cordero sobre el trono.
¿Por qué un Cordero sobre el Trono?
Ahora
bien, sabemos que Cristo es de hecho “el
León de la Tribu de Judá”, con todo el poder en el Cielo y en la tierra a
Sus órdenes. ¿Por qué razón entonces enfatiza tanto el Espíritu a lo largo de
todo el libro de Apocalipsis, no una sino 28 veces, que es el Cordero quien reina,
y que el Cordero es quién pastorea a la grey de Dios? ¿Quién ha oído alguna vez
sobre un Cordero guiando a un rebaño? ¿O a un Cordero golpeando a los reyes y
potentados de la tierra con temor, y clamando para que las rocas los escondan
de él?
ÉL
REINA COMO EL CORDERO PORQUE SU INTENCIÓN ES LA DE PRODUCIR EL CARÁCTER DEL
CORDERO EN NOSOTROS, PARA QUE NOSOTROS TAMBIÉN PODAMOS REINAR CON EL EN SU
TRONO (Apoc. 3:21).
INCLUSO
AHORA SOBRE EL TRONO DE LA GLORIA, ÉL SE IDENTIFICA A SI MISMO CON UN PUEBLO
QUE ESTÁ EN LA TIERRA CON EL MISMO CARÁCTER DEL CORDERO SUFRIENTE.
Él oye
y siente esos ataques blasfemos contra Su Iglesia sufriente en la tierra porque
está unido a ella por un Espíritu. ¡Que conmoción debió sentir Saulo de Tarso
cuando escuchó la voz del Señor de la Gloria diciendo, “Saulo, Saulo, ¿Por qué Me persigues?”
Que el
Señor abra nuestros ojos para ver al “Cordero
que fue inmolado” sobre el trono de la Gloria, para que podamos ser transformados a Su imagen viendo
TAL Y COMO ÉL ES. Sólo entonces podremos reinar
con Él en vida, en nuestra debilidad cubierta por Su enorme poder.
El Trabajo de Dios
¿Por
qué permitió Dios que el Mal entrara en el mundo? Seguramente podría haberlo
prevenido si hubiera querido hacer eso. Entonces, ¿Por qué, al menos, no puso fin al reinado del Mal mucho
antes que ahora? El apóstol responde a preguntas difíciles de esta clase
mediante otra pregunta: “¿Y
si Dios…?” ¿Y qué si Dios se hubiera propuesto sacar una gloria mayor de todo
ello? ¿Y qué si es que tenía un plan mejor?
Si
pudiéramos sentir el corazón de Dios nos daríamos cuenta de que ha sido con
gran DOLOR que Dios se haya limitado a Sí mismo al haber testificado el terror
y el reinado del Mal a lo largo de estos miles de años. Este es un aspecto de
Dios que podemos perder de vista muy fácilmente en todos esos argumentos
teológicos sobre por qué
el Dios Omnipotente ha permitido este horrible reinado del mal. Conocemos sobre
el sufrimiento humano; pero no nos damos cuenta de que Dios ESTÁ SUFRIENDO Y
QUE ÉL HA SUFRIDO MUCHO con la perversidad de los corazones de los hombres. Él
ha SOPORTADO con paciencia y longanimidad mucho más allá de nuestra capacidad
para comprender.
“¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira
y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira
preparados para destrucción?” (Rom. 9:22). Él ha deseado levantarse en venganza a favor de Sus
escogidos, puesto que Él ha sido testigo del mal perpetrado en contra de ellos.
Él ha escuchado las oraciones de los santos y de los mártires, que claman, “Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no
juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?” (Apoc. 6:10).
Dios
sufre el dolor de ellos y les dice, “Debéis esperar aún un poco. Tengo otros
hijos a quienes estoy preparando para la gloria… deben conocer los sufrimientos
de la Cruz, como vosotros los habéis conocido…” Y de este modo, el apóstol
explica un poco respecto de Su propósito al soportar el mal en este mundo. Una vez más tenemos que
enfatizar que Dios ha estado sufriendo dolor mucho más allá de nuestra
capacidad de comprensión:
¿Y qué, si Dios… soportó con mucha
paciencia los vasos de ira preparados para destrucción, y para hacer notorias
las riquezas de su gloria, para con los vasos de misericordia?” (Rom. 9:22.23) Esa
es la respuesta de Dios,
queridos, cuando Le cuestionamos de este modo. ¡Él todavía está preparando otros VASOS DE MISERICORDIA!
Soportará el dolor un poco más tiempo.
Recuerdo
a una cierta mujer (al describir los horribles dolores de las mujeres),
diciendo, “Dios tiene que ser un Hombre…” Lo que estaba diciendo es que Dios
simplemente no conoce lo que es el dolor de dar a luz. Amados, ¡Lo conoce
perfectamente! Escucha lo que dice, “Desde el siglo he callado, he guardado
silencio, y me he detenido; daré voces como la que está de parto; asolaré y
devoraré juntamente.” (Isaías 42:14). Hay algo casi explosivo en el corazón de Dios: Las
oraciones, el clamor y el trabajo de los santos y de los mártires han sido
almacenados en los viales del Cielo, en Su propio corazón. Por eso se compara a
Sí mismo con una mujer en el momento de dar a luz.
Quiénes
somos nosotros para decir, “¿Por qué, Señor esperas tanto?” Dios dijo que no
guardaría silencio hasta que Su pueblo surgiera en la luz y el esplendor de Su
salvación:
“Por amor de Sión no callaré, y por amor
de Jerusalén no descansaré, hasta que salga como resplandor su justicia, y su
salvación se encienda como una antorcha.” (Isaías 62:1). Y puesto que ésta es la carga de Su
corazón, Él pone la misma carga sobre Su pueblo.
“Sobre tus muros, oh Jerusalén, he puesto
guardas”, y el Espíritu
les anima “Los que os acordáis de Jehová,
no reposéis hasta que restablezca a Jerusalén, y la ponga por alabanza en la
tierra.” (V.7).
Un hijo ha de nacer
Dios
se ha contenido y lo ha hecho a lo largo de mucho tiempo. De repente, en los
últimos tiempos surge un hijo, y el profeta queda asombrado por lo rápido que
parece haber sucedido.
“Antes que estuviera de parto, ella dio a
luz; antes que le vinieran los dolores, dio a luz un niño.” (Is. 66:7) “¿Quién
ha oído cosa semejante?”
pregunta Isaías. ¿Una nación santa dada a luz en un solo día? Creo que el
profeta está enfatizando el hecho de que no habrá más una extensión del anhelo
incesante del corazón de Dios de levantarse a favor de su pueblo en la tierra;
porque sigue diciendo: “Pues Sión apenas
estuvo de parto, dio a luz a sus hijos.” (Isa. 66:8) Fíjate que la persona llamada
“hijo” en el v. 7 es llamada “hijos” en el v. 8. Es decir, es UNO
pero muchos… un HOMBRE colectivo… un pueblo que camina en tal unión y armonía
con Cristo, que es visto como UN HOMBRE. Es el pueblo que
nace de la mujer “vestida del sol, con la
luna debajo de sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza” (Apoc.
12:1)… surgiendo en el último tiempo porque los amados de Dios de todos
los tiempos han clamado y tenido dolores delante de Dios por el triunfo y la
victoria de Su pueblo.
Podemos
preguntarnos por qué Dios no surgió en los días tempranos de la familia humana,
en el tiempo de los profetas…. Pero Él dijo en Su corazón: “Debo producir otros
Vasos de Misericordia preparados para la Gloria”.
Pero
queda la pregunta. Si Él
debe tener “vasos de misericordia”… buenos y aptos… ¿Entonces por qué no
destruye a los “vasos de ira”? Y la respuesta de Dios es: “Yo voy a vencer el Mal con el
Bien—de modo que utilizaré a los vasos de ira para pulir y refinar a los vasos
de misericordia… y por el mismo amor, misericordia y verdad por el que ellos
caminen, ellos serán Mis armas para destruir el Mal”. Y por eso “soporta con mucha paciencia los vasos de
ira” para “poder dar a conocer las
riquezas de Su gloria en los vasos de misericordia” (Rom. 9:23). Cuando veamos a los “vasos de ira” derramando sus llamas
ardientes en contra del pueblo de Dios, recordemos esto. Dios los está usando
al mismo tiempo para preparar “vasos de
misericordia” para Su propia gloria. Satanás puede avivar las llamas
y echar gasolina al fuego, y si Dios lo ve apropiado, puede que le anime a
ello. Porque Él sabe que Satanás
no entiende la sabiduría de la Cruz—no sabe que Dios le está usando para
refinar el oro…que le está usando para preparar otro “vaso para honra”, un vaso aprobado de Dios. Si, usando a
Satanás para llevarlo a su propia destrucción.
Cuando Dios escogió a una “brasa sacada del fuego” para ser sumo
sacerdote en el templo restaurado de Jerusalén, la oposición fue muy fuerte y
pesada. Satanás estuvo ahí
junto a Josué para resistírsele. Aquí había una brasa del fuego. Debía haber
sido quemada junto al resto de la leña en el fuego. Dios sabía eso. Y también
Satanás. ¡Pero Dios consideró apropiado sacarla del fuego! A algunos cristianos
no les gustan los caminos autocráticos de Dios. Y a Satanás tampoco. Pero
Miguel el Arcángel completamente aprobado, reprendió a Satanás en el Nombre del
Señor. (Lee Zac. 3:1,2).
Y así
nos gozamos porque Dios nos deja ver el otro lado de Sus aparentemente extraños
caminos arbitrarios. No nos muestra gran cosa… pero si lo suficiente para hacer que los puros de corazón…
se gocen en medio de la tribulación, sabiendo que la intención de Dios es buena.
Reconozcan
que Dios sufre con el mismo dolor que el de ellos y sigue aplazando con gran
paciencia el día de Su venganza…
Tened
por seguro que Dios está usando esas pruebas de fuego para derrotar al Enemigo,
que está añadiendo gasolina al fuego y avivando las llamas.
Siendo
Su glorioso designio que después de haber sufrido con gran paciencia, pueda
sacar “vasos de misericordia” para la
eterna alabanza y gloria de Su Nombre.
En la
plenitud del tiempo, Dios dio a luz a Su Unigénito, a quién los hombres mataron
y colgaron de un árbol. Y ahí y en ese momento, Dios condenaba al mundo y con
ello, todo el odio, el asesinato, la contienda y la violencia que existía en
los corazones de los hombres. Pero Dios dijo: “Tengo aún muchos más Vasos de
Misericordia que producir para Mi gloria”. Y por esa razón ha esperado y
esperado, y todo el tiempo ha experimentado una gran PACIENCIA, esperando el
día de gloria en que Su pueblo de Misericordia se levante en la tierra para
poner fin al reinado del TERROR y del MAL, venciendo al Mal del mundo con
Misericordia, Verdad y Amor.
¿Quién
es este hijo, que es arrebatado para Dios y Su trono? Son vasos de Misericordia. Han vencido, como Su Señor y Salvador
venció. Andan en el Cielo, e igualmente en la tierra… como Jesús mientras
estaba aquí.
Son conocidos en Lugares Celestiales
porque aman como Él amó, viven como Él vivió mostraron misericordia como Él
mostró misericordia, perdonaron como Él perdonó, son manos y humildes como Él
era manso y humilde. Y por vivir como Él vivió, son odiados como Él fue odiado.
Y sin embargo al final, vencen al MAL con el BIEN, como Jesús venció el MAL con
el BIEN.
De este modo estamos en el umbral del
Día del SEÑOR, cuando la sentencia de la Cruz sea ejecutada en toda su Furia y
en toda su Misericordia, en toda su Oscuridad y en toda su Luz, en todo su
Engaño y en toda su Verdad. Porque la Verdad de Dios congregará a todos los hombres
en dos áreas: en la OSCURIDAD Y LA MUERTE de un mundo que odia a Dios, o en la
LUZ Y LA GLORIA de un pueblo que ha lavado sus vestiduras en la sangre del
Cordero y se han inclinado en sumisión antes Sus pies.
La Ofrenda Quemada
“Por consiguiente, hermanos, os ruego por
las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo
y santo, aceptable a Dios, que es vuestro culto racional.” (Rom. 12:1).
¿Deseamos identificarnos con la Cruz…y
de este modo, con la SABIDURÍA y el PODER de Dios? Esta es la única forma en
que podemos hacerlo. Llevarle nuestra ofrenda quemada.
“De su voluntad lo ofrecerá a la puerta
del tabernáculo de reunión delante de Jehová.” (Lev. 1:3).
A
diferencia de los Israelitas de antaño, no podemos ir al rebaño para tomar algo
que muera en nuestro lugar. Jesús hizo eso por nosotros, eso es cierto. Pero
había cinco ofrendas que Moisés instituyó para el pueblo de Dios; y como
ofrenda por el pecado, Jesús la cumplió de forma muy particular. Sólo podía
morir por los pecados del mundo. Pero la ofrenda quemada era
distinta. Habla de una vida de obediencia
a la voluntad de Dios y tú y yo tenemos parte en esta ofrenda al presentar
nuestros cuerpos como “sacrificio vivo,
santo, aceptable a Dios”. En esta ofrenda debemos “presentarnos
a nosotros mismos” y no meramente algunas de nuestras posesiones más valiosas.
Y no vamos a poder descubrir lo que es morir al pecado hasta que no haya
un verdadero morir al YO, sobre el Altar de la ofrenda quemada.
(Rom. 12:1,2).
Después
“pondrá su mano sobre la cabeza del
holocausto”. Estamos diciendo en efecto: “Acepto el juicio de Dios sobre mi
CABEZA. Acepto el hecho, oh, Señor, de que no puedo servirte de
forma aceptable a menos que trates con los pensamientos de mi mente, que están
en enemistad con tus pensamientos. Debo ser renovado en el “espíritu de la
mente” si es que voy a llegar a conocer Tu mente y a caminar en tus caminos.
Y después miro a un lado a la Cruz en la que murió Mi Señor Jesús, y veo que Su
cabeza también fue golpeada, y que le pusieron una corona de espinas sobre su
frente… espinas que
crecieron en la tierra por causa del pecado de Adán. Él sufrió todo esto
para que yo pudiera conocer la mente de Cristo, para que pudiera caminar en el
Espíritu, y para ser librado de la ley del pecado y de la muerte. Y por tanto,
oramos, “Oh, Señor, toma
mi mente y deja que conozca las magulladuras de Tu corona de espinas, para que
de ahora en adelante pueda pensar tus pensamientos y amar tus caminos.”
“Entonces degollará el becerro en la presencia
de Jehová; y los sacerdotes hijos de Aarón ofrecerán la sangre, y la rociarán
alrededor sobre el altar” (v.5). Él hizo todo eso por mí, para que Yo pudiera vivir.
Pero en el holocausto debo saber que
solo puedo conocer esta vida si yo mismo me encuentro colgado ahí con Él. Debo
aprender la misma clase de obediencia.
“Y ellos le han vencido por medio de la
sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron
sus vidas hasta la muerte.” (Apoc. 12:11).
“Después desollará el holocausto y lo
dividirá en sus piezas… Luego los sacerdotes hijos de Aarón arreglarán las
piezas, la cabeza y el sebo sobre la leña que está en el fuego sobre el altar”
(Levítico 1:6,8).
Las
piezas… las partes. Todos los pensamientos internos y las operaciones de la
naturaleza carnal, totalmente expuestos y desnudos delante del sacerdote. Sólo Dios puede hacer esto. Sólo nuestro Sumo Sacerdote
puede hacer esto. Pero tenemos que presentarnos ante Él, para que Él pueda
hacerlo en nosotros.
Las
partes… la cabeza… la grosura… ¡Oh, si pudiéramos conocer el anhelo del corazón
de Dios por tomarnos y limpiarnos, para traer a la luz las cosas escondidas de
la oscuridad, cortando en
dos el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discerniendo…
descubriendo… exponiendo “los
pensamientos y las intenciones del corazón”! (Heb. 4:12). Realmente no nos conocemos a
nosotros mismos hasta que la afilada espada del Espíritu de Dios comienza a
dividir, a separar y a exponer. ¡Qué exposición del corazón habrá cuando Él,
con Sus ojos de llama de fuego, acepte nuestra ofrenda y comience a descubrir y
a desnudar las PARTES ante Su ojo penetrante, purificador y limpiador!
Y así, comprendamos las implicaciones de nuestro holocausto: Nuestras manos tienen que estar
clavadas a la Cruz para que cuando yo comience a servirle desde el fuego de
la ofrenda quemada, ya no sean más mis manos, sino las Suyas, y que yo las
pongo sobre los cuerpos y almas de los hombres para su sanidad. Mis pies han de estar
fijados firmemente a ese árbol, para que de ahora en adelante, yo pueda caminar con los
“hermosos pies” del Cristo resucitado, sobre los montes de la unción y la
victoria, llevando el evangelio de la paz a las almas cautivas de los hombres.
Mi costado
tiene que ser abierto, para que de mi corazón quebrantado salgan la sangre y el
agua… si es que voy a conocer la liberación de las aguas
vivas de mi corazón… aguas vivas que están saturadas con la preciosa sangre de
Jesús, que fluyen en ríos de sanidad y de vida a las naciones del mundo.
¡Cuántos
de nosotros hemos buscado en los escritos de famosos vencedores a lo largo de
la historia de la Iglesia, esperando descubrir el secreto para vivir la vida de
Cristo! Y entonces, al llegar a los cinco pasos fáciles para la victoria, los
subrayamos e intentamos por todos los medios hacer que funcionen… para
descubrir unos días después que de alguna manera el trabajo se ha quedado sin
hacer. Y entonces, nos volvemos a otro libro, y después a otro… esperando
descubrir el secreto de la vida, solo para sufrir una decepción tras otra.
¿Qué es lo que estamos diciendo?
Simplemente que la Ofrenda Quemada es por completo mediante la operación de
nuestro gran Sumo Sacerdote en los cielos. El Israelita de antaño traía su ofrenda al sacerdote, ponía su
mano sobre la cabeza del toro y lo mataba. Quizás no entendiera nada de lo que todo eso significaba,
pero aún sin saberlo, estaba diciendo: “Me identifico con esta ofrenda que está
siendo inmolada”. Después, el sacerdote
tomaba la ofrenda y hacía el resto. El sacerdote sería el responsable de
preparar la leña en el fuego, colocar las partes sobre la leña, y avivar el
fuego que haría que la ofrenda ascendiera a Dios “como dulce aroma para el
SEÑOR”.
Así,
debo dejarla con un solo requisito, y debo aceptarla para mí mismo. Al traer nuestra ofrenda al
Señor, nuestro gran Sumo Sacerdote, ¡debemos dejarla ahí para que Él acabe la
obra! (Solo recordando, por supuesto, que nuestro “toro” tiene cuatro
patas, y nuestra “tórtola” tiene dos alas). Quiero decir que cuando traemos a
Él nuestra ofrenda, debemos decretar la sentencia de muerte para todo el
hombre… y permanecer ante el Altar hasta que estemos seguros de que
el Sacerdote nos tiene bajo Su control. Debemos pedirle que Él haga
esto por nosotros y en nosotros:
“Señor,
daña mi cabeza, mis manos, mis pies, mi costado, mi corazón. Expón mis partes
internas completamente a la espada del Espíritu, y a los fuegos de Tu Altar…
que de la futilidad de una vida que he vivido en las energías y luchas carnales
de mi naturaleza carnal, Tú, en tu gracia, y en la sabiduría de Tu Cruz, puedas
consumir mi sacrificio con el Fuego que sale del Altar, para que ascienda como
incienso delante del Señor…” “Una ofrenda encendida de aroma agradable
para el SEÑOR”
El Término Medio
En el presente hay tres clases de personas en la Iglesia: los que están entregados a Cristo, los que están entregados a sus propios caminos… y los
que viven en la isla de la neutralidad.
Es una pequeña isla y cada vez es más pequeña, pero aún sigue llena de gente.
Jesús habla de éstos en Su carta a la Iglesia de Laodicea: No son realmente
CALIENTES ni tampoco realmente FRÍOS.
No
están centrados realmente en el cielo, ni tampoco realmente centrados en la
tierra.
Quieren
el cielo al morir, pero no quieren caminar en el Cielo mientras vivan aquí.
Hablan
sobre la Cruz, cantan sobre la Cruz, pero no quieren morir en ella.
¡SIMPLEMENTE
QUIEREN EL TÉRMINO MEDIO!
Pero
esta pequeña isla de la neutralidad está construida de arenas movedizas; y
cuando las tormentas del Día del SEÑOR comiencen a estallar sobre nosotros, se
van a disolver. La gente del mundo y de la Iglesia va a ser
perseguida en un campamento o en otro. Tendremos que salir en busca de Cristo:
fuera del mundo, fuera de sus políticas, fuera de sus sistemas religiosos, de
sus placeres, sus guerras, su estilo de vida completo… Porque de lo contrario nos hundiremos en el dominio del Dragón, del
ámbito político de la Bestia y de los sistemas religiosos del Falso Profeta.
Puede sonar irrazonable e ilógico que “cristianos” buenos
y respetables puedan involucrarse en sectas y sistemas satánicos, en brujería y
en religiones estructuradas bajo principios satánicos. Pero está sucediendo
ahora y seguirá tomando impulso al acercarnos al Día del Señor, en el que habrá
DOS CAMPAMENTOS:
“Y la adoraron (a la Bestia) todos los
moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida
del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo.” (Apoc.13:8).
Cuando
el Señor nos dice que va a liberar “espíritus
de demonios, que obran milagros” para reunir a las fuerzas del mal en
Armagedón… En ese gran día del Dios Todopoderoso, fíjate una vez más el pequeño
paréntesis que sigue inmediatamente:
“Bienaventurado el que vela y guarda sus
ropas, no sea que ande desnudo y vean su vergüenza” (Apoc. 16:15). Dios está diciendo muy claramente,
“¡Preparaos! ¡No sea que en ese día seáis hallados desnudos, y no revestidos
con toda la armadura de la Luz… con la Armadura de la Justicia!”
Los hijos de Esceva
“Pero también algunos de los judíos,
exorcistas ambulantes, trataron de invocar el nombre del Señor Jesús sobre los
que tenían espíritus malos, diciendo: Os ordeno por Jesús, a quien Pablo
predica. Y siete hijos de un tal Esceva, uno de los principales sacerdotes
judíos, eran los que hacían esto. Pero el espíritu malo respondió, y les dijo: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo, pero
vosotros, ¿quiénes sois? Y el hombre en quien estaba el espíritu malo
se lanzó sobre ellos, y los dominó y pudo más que ellos, de manera que huyeron
de aquella casa desnudos y heridos” (Hechos 19:13-16). (Recuerda como Jesús advirtió a
Su pueblo con respecto al Día del Mal: “ESTAR VIGILANTES… GUARDAR LAS ROPAS, NO
SEA QUE ANDE DESNUDO Y VEAN SU VERGÜENZA”).
Las
actividades de este tipo en el mundo de la oscuridad pueden sonar a situaciones
muy anormales; y por supuesto, lo sería si sucediera hoy día. Pero amados,
vamos a ver suceder algunas cosas sorprendentes cuando el pueblo de Dios comience a andar en lugares
celestiales, y cuando la Sabiduría de Dios comience a penetrar en los cielos.
Las fuerzas celestiales
una vez más reconocerán la compañía de JESÚS Y de PABLO. Los que hacen pinitos en los servicios religiosos y hablan del “Jesús
que Pablo predicaba”, pero entretienen al pueblo con toda clase de basura
religiosa… y no conocen el Camino de la Cruz… sufrirán desastre en ese día. Los
hijos de Esceva eran del orden sacerdotal, y había siete de ellos. Eran parte
del viejo orden sacerdotal apóstata, pero se movían bajo un falso espíritu.
Hay una IGLESIA FALSA ahí fuera que entiende la
terminología correcta, y sabe sobre Pablo y sobre Jesús… pero no camina en el
Camino de la Cruz y en la Luz de Jesús. No fueron conocidos AHÍ ARRIBA, y su
misión va a terminar en desastre AQUÍ ABAJO. Muchos de ellos se escapan con eso ahora
mismo. Pero cuando el pueblo de Dios, caminando en la Sabiduría de la Cruz y en
el temor del Señor, comience a penetrar en el mundo de la oscuridad, esos
poderes malignos van a ser grandemente perturbados y molestados. Las fuerzas del Mal no saben
nada sobre el honor y la verdad; y aunque cooperen con hombres malos durante un
tiempo, finalmente los destruirán. Cuando el Cordero en el trono es
adorado y honrado por un pueblo santo y redimido, los poderes del mal son aterrorizados.
No pueden dañar a los que caminan en la Luz, pero van a
atacar a los que juegan a la Iglesia y experimentan con cosas santas. Podemos esperar ver feos ataques
demoníacos contra aquellos que usan el nombre de Jesús para glorificarse a sí
mismos o para entretener a la gente… pero que están deshonrando al Cordero
sobre el trono.
Dios
quiere que Su pueblo comience a caminar por las calles de su heredad celestial “Os habéis acercado al monte de Sión, a la
ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares
de ángeles” (Heb. 12:22). Él quiere que seamos una parte vital de esa
compañía, para el día y la hora en que Él “ruja
desde Sión, y dé su voz desde Jerusalén” (Amós 1:2).
Él quiere
que estemos en la compañía de JESÚS Y DE PABLO, en lugar de estar en la
compañía del “JESÚS A QUIEN PABLO PREDICABA”.
El
mundo de los espíritus malos en los lugares celestiales… ELLOS CONOCEN LA
DIFERENCIA, tanto si nosotros la conocemos como si no.
Satanás
no teme nuestros esquemas maquinados humanamente para el evangelismo, nuestros
programas organizados para reunir al pueblo y entretenerlos, ni tampoco nuestra
participación en el foro político.
¡PERO TIEMBLA AL VER A UN PUEBLO QUE COMIENZA
A CAMINAR POR EL CAMINO DE LA CRUZ!
Aseguremos
nuestra identidad. Nuestra
identidad con cualquier raza, cultura, sistema religioso, etc. no nos servirá
para nada. Pero asegurémonos de ser parte del número de los que han
nacido en Sión, y los que se han inscrito en Sión, y de los que caminan en
Sión, y de los que están revestidos con la armadura de Sión.
”A Jesús conozco, y sé quién es Pablo, pero
vosotros,
¿quiénes sois?”
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