Parte del Capítulo
4- Celos: Cometiendo fornicación
La mayoría de la gente en la pequeña iglesia rural donde yo servía, aceptó el
hecho de que yo creyera que hablar en lenguas, la sanidad divina, la expulsión
de demonios, y todos los dones del Espíritu Santo fueran para hoy, incluso
aunque la burocracia de la denominación no estuviera de acuerdo. De cualquier forma,
intenté hacer de Jesús el único asunto que importaba. Todo el mundo estaba muy contento con este arreglo
hasta que el Espíritu Santo habló a mi Espíritu pidiendo que aboliera la Escuela Dominical.
“Señor, me estás confundiendo”, discutí.
“Nadie cierra la Escuela Dominical, especialmente como pastor de esta
denominación. La Escuela Dominical pertenece a los ancianos. Tú deberías saber
eso, Señor”. Deseché el pensamiento por imprudente. Tenía planes para levantar
la Escuela Dominical. Había estudios que habían probado que la existencia de
grupos pequeños como la Escuela Dominical, podían contribuir al crecimiento de iglesia,
y en ese momento de mi entendimiento,
quería edificar la iglesia.
Sin embargo, después de ser dirigido con severidad al cierre de la
Escuela Dominical por tercera vez, supe que tenía que hacer algo. Llamé
a los hombres de la iglesia y les presenté mi dilema. La mayoría de ellos estaban
dispuestos a probar para ver lo que Dios haría. “Después de todo”, muchos razonaron conmigo,
“si no resulta provechoso, siempre podemos volver a tener Escuela Dominical”.
Sin embargo, no todos estaban dispuestos a
probarlo. No sabía que Dios quería que diera tal paso hasta que traté de
negociar el trato con la persona de mayor influencia en la iglesia.
Lágrimas brotaron de sus ojos, hablando con voz entrecortada, pero firme. “Tú no vas a quitar Mi Escuela
Dominical”. Entonces supe de qué iba todo esto. La Escuela Dominical era un
becerro de oro para algunos de ellos, y yo me había atrevido a tocarla.
IDOLATRÍA: LA
EXTENSIÓN DEL YO
Judson Cornwall afirma acertadamente, “La idolatría es principalmente la respuesta de la adoración personal
hacia algo inferior que Jehová Dios, sea el Yo, un objeto hecho por nosotros
mismos, o un concepto que podamos abrazar. Un
ídolo es cualquier cosa, o alguien, incluido nosotros mismos, que recibe el
crédito por las habilidades que solo Dios posee” {3} Monty Stratton añade, “Cualquier imagen
que tenemos de nosotros mismos que no sea la imagen que Dios tiene de nosotros,
es un ídolo, es un dios falso” {4}
Nosotros,
como seres creados, hacemos cosas y logramos cosas que llegamos a adorar.
Ponemos esas cosas delante de nosotros y les hacemos homenajes, tanto si son
canciones o novelas que escribamos, los atletas que creamos, los jardines que
plantamos, los negocios que levantamos, los trofeos que ganamos, los hijos de
los que somos padres, los cohetes que ponemos en órbita, las curas que
inventamos, los sermones que predicamos, o las iglesias que
institucionalizamos. Vivimos a través de
los ídolos que hemos hecho de estrellas de cine, estrellas de la canción, o
estrellas del deporte. Queremos el poder que imaginamos que la fama y la
fortuna nos concederían. Queremos ser dios, especialmente de nuestras propias
vidas.
Aunque
somos más grandes que las imágenes que creamos, aún así nos inclinamos ante
ellas y les rendimos obediencia. Nos enorgullecemos tanto en nuestras obras. Dejamos que
controlen nuestras vidas, nuestras emociones, y nuestras relaciones. Las
amamos. Las miramos y nuestros corazones se hinchan de orgullo. Son extensiones
idolátricas de nosotros mismos.
IDOLATRÍA: LA
ADORACIÓN DEL YO
Toda
idolatría es la adoración del Yo. Es una extensión de nosotros mismos: nuestras
adoradas opiniones, especulaciones, planes, programas, y proyectos; es
el trabajo auto-exaltado de nuestras manos
y las imaginaciones de nuestras mentes—todas las cosas que hacemos en la
naturaleza de carne y de pecado de nuestro viejo hombre, lo que nos lleva a estimarnos a
nosotros mismos mas de lo que deberíamos. Es la actitud del la malvada
madrastra de Blanca Nieves, que pregunta: “Espejito, espejito, ¿Quién es la más
bella de todos?” Esperando completamente que el espejito responda: “Tú eres la
mas bella de todas”.
El
hombre caído idólatra, es ególatra por naturaleza. Para ser distintos,
tenemos que ser transformados en una nueva criatura. Necesitamos una nueva
naturaleza que nos dé el deseo de consagrar el Yo para un bien mayor, llamada
la vida de Cristo en nosotros. Sólo Cristo, por su Espíritu, puede implantar
esa nueva naturaleza en nosotros.
Cualquier cosa que atraiga al ego, no es de
Dios. El Yo esta enamorado
del Yo. Busca lo suyo propio. Es vanidoso, orgulloso, arrogante, altivo, se
permite todo, está absorbido por si mismo, tiene hambre de poder, y es lascivo.
Lucha por la independencia, dependiente de si mismo y se administra solo. Usa y abusa de los demás. SI
es necesario, logra sus propias ambiciones. Miente, roba, hace trampas, asesina,
envidia, culpa, justifica y hace lo que sea necesario para salvarse a si mismo.
Llega a cualquier fin para protegerse a si mismo. Es adicto al más. Nunca puede
sentirse satisfecho.
La naturaleza carnal del Yo generalmente mira
a sus propias invenciones—ciencia, gobierno, militar, religión, educación,
deportes, y cualquiera otras instituciones e invenciones humanas para
salvarnos, alimentarnos, protegernos, hacernos felices, darnos nuestra
identidad, y proveernos con un estilo de vida mejor. Creamos instituciones que
nos sean útiles, y nos enfadamos cuando nos fallan.
Por causa de que el ego esté siempre centrado
en si mismo, es una agujero negro en el espacio sobre el que se encuentra,
siempre succionando hacia si como una aspiradora. El ego se consume a si mismo,
es autodestructivo, y tiene a la muerte como su recompensa final. El ego vive y
muere para sí mismo.
IDOLATRÍA: FORTALEZA DEL YO
La idolatría del Yo se ve en nuestra tendencia a lograr cosas en nuestras propias fuerzas.
Vemos cosas que hay que hacer y debemos hacerlas. Estamos
constantemente distraídos por la ocupación que creamos para nosotros
mismos. La ocupación es una distracción de la intimidad con Dios.
Preferimos hacer algo para Dios que pasar tiempo con El. Sin embargo, El no nos creó
para hacer cosas para El, sino para ser como EL es, para que podamos tener
comunión con El y unos con otros en El.
Nos esclavizamos a
nosotros mismos a las obras que demandamos de nosotros mismos. Aún más,
esclavizamos a otros a nuestras obras cuando otros nos dejan.
Adoramos nuestros logros. Consecuentemente,
hemos hecho incluso ídolos de nuestro tiempo de silencio. El estudio bíblico,
la intercesión por la calle, el testificar y otras obras que nos parecen
“buenas”. No son cosas malas en sí. Son maravillosas cuando son inspiradas por
el Espíritu Santo. Se nos convierten en idolátricas cuando las usamos para
hacernos sentir que estamos haciendo algo para Dios.
IDOLATRÍA: LAS COSAS QUE NOS POSEEN
Nuestros ídolos
tienen que ver con cosas que poseen a nuestros
corazones. Lo que poseemos, posee una parte de nosotros. En el
Antiguo Testamento, Jacob sirvió a su padre político, Labán, durante veinte
años, para ganar a sus esposas, Lea y Raquel, y para ganar su rebaño para que
pudiera regresar a la tierra de su padre. Al impedirle la marcha Labán, Jacob dejó a Labán
sigilosamente, con sus esposas y animales. Al marcharse, Raquel robó los ídolos
de la casa de su padre y los llevó con ella. Gen. 31. Estos ídolos pudieron ser
valiosos recuerdos de familia, lo que podría haber influido en sus motivos para
llevárselos, aunque lo más probable es que fuera por causa de que su corazón
fuera poseído por ellos.
Las cosas que perseguimos a menudo nos vencen. Yo
vivía en Nashville, Tennessee, la capital mundial de la música country, donde
hay un dicho sobre muchos de los candidatos musicales que viven allí, que
afirma que “están siguiendo a la bestia”.
Esta bestia es una búsqueda imaginaria
de significado a través de la fama a la que muchos de ellos esperan
“llegar con la música”. Sin embargo, a mí me parece que la bestia les persigue.
La bestia puede ser cualquiera de esas cosas que buscamos para que las posea el
yo. Las cosas que buscamos a menudo nos poseen. Podemos ser poseídos por
nuestra búsqueda.
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