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lunes, 17 de septiembre de 2012

PUEBLO DEL OCTAVO DÍA. EL ROMANCE DE DIOS CON EL HOMBRE (E.V. Éxodo, Witness Lee)


En el transcurso de los siglos, Dios ha tenido un romance con el hombre. Dios creó al hombre con el propósito de tener un complemento (Gn. 1:26). Al crear al hombre, El no quería siervos. Si leemos la Biblia con pureza, sin ningún concepto, nos daremos cuenta de que el propósito de Dios al crear el hombre era ganar un complemento. Dios no es un luchador; El es un enamorado. El creó al hombre a Su imagen como su enamorado. Esto significa que El creó al hombre para amarlo a El. En la eternidad, Dios estaba solo; incluso podemos decir que El era solitario. Su deseo de tener un amor no podía ser satisfecho por los ángeles. Por consiguiente, Dios creó al hombre conforme a Su propio ser. Dios es amoroso, y El desea que el hombre lo ame a El. De esta manera, habrá una relación mutua de amor entre Dios y la humanidad, aquellos que fueron creados para ser Su complemento.


ESTUDIO-VIDA DE ÉXODO

MENSAJE CINCUENTA Y CINCO

GUARDAR LA LEY AL AMAR A DIOS,
A SU PALABRA Y SER UNO CON EL
(2)

Lectura bíblica Gn. 1:26; Jer. 31:3, 32; 2:2; Jn. 3:29; Mt. 9:15; Ef. 5:25-27; 2 Co. 11:2; Ap. 19:7; Jn. 21:15-17; 2 Co. 5:14-15; Jn. 14:21, 23; Cnt. 1:2-4.


...


IV. GUARDAR LA LEY DE DIOS AL SER UNO CON EL


En el mensaje anterior, hemos señalado que guardamos la ley de Dios amándolo a El. Además, guardamos la ley de Dios al ser uno con El. Esta unidad está relacionada con el hecho de que la ley era un contrato de compromiso, un pacto de desposorio. Al dar la ley, la meta de Dios consistía en unir a Su pueblo con El como una esposa se une a su marido. Entonces la ley impartiría la sustancia de Dios dentro de ellos, los introduciría en El, y los uniría con El en vida y naturaleza. Esta unión de Dios con Su pueblo en vida y naturaleza está representada en tipología por Adán y Eva en Génesis 2:18-24. Todo esto indica que la ley de Dios sólo puede ser guardada por los que aman a Dios y son uno con El en vida, naturaleza y expresión.

La Biblia es verdaderamente un libro de cortejo, y nuestro Dios es un Dios que corteja. Algunas personas no estarán de acuerdo con esta declaración. Pero debemos reconocer que ésta es una verdad, a menos que descartemos la Biblia. La Biblia revela claramente que Dios es un hombre que corteja.

Muchos cánticos del evangelio hablan del llamado del Señor, y muchos predicadores dicen que los creyentes son un pueblo llamado por Dios. Por supuesto, esto es cierto. No obstante, el llamado que hace Dios a los pecadores es Su manera de cortejarlos. Su llamado es Su cortejo, y los que le corresponden no solamente serán salvos, sino que también serán Su novia que lo aman a El con afecto.
Por la soberanía del Señor, el Cantar de los Cantares está incluido en las Escrituras. No obstante, algunos cristianos no están de acuerdo con el hecho de que el Cantar de Cantares sea parte de la Biblia, pues lo consideran como un libro seglar y no como un libro sagrado. Pero de hecho, el Cantar de Cantares es el más sagrado de los libros. En este libro, la que ama dice: “Yo soy de mi amado, y mi amado es mío” (6:3). Si no tuviéramos Cantar de Cantares, probablemente no tendríamos esa expresión acerca de nuestra relación con el Señor. El himno titulado “Amado con amor eterno” declara en el coro: “Soy suya, y El es mío”. Esto se refiere al Cantar de Cantares. Decir que “Pertenezco a mi amado” no significa que El es nuestro maestro y nosotros Sus siervos. Significa que somos Su amada. Esta relación no es la relación de un amo con su esclavo, sino la relación afectuosa entre el marido y la esposa. Cantar de Cantares es el libro más romántico que se ha escrito. No obstante, este libro trata de la relación amorosa entre Dios y Su pueblo escogido. Presenta un cuadro de la vida matrimonial de Cristo y de aquellos que lo aman a El.
Les recuerdo que el tema de este mensaje es guardar la ley de Dios al amarlo a El y a Su palabra y al ser uno con El. Guardar la ley de Dios tiene mucho que ver con amarlo a El como una esposa ama a Su marido. Hemos señalado repetidas veces que al dar la ley, Dios cortejaba a Su pueblo. Puesto que la ley fue dada como un contrato de compromiso, no debemos intentar guardarla sin amar al Señor y sin ser uno con El.
Algunos instructores cristianos piensan que en el Nuevo Testamento, Dios ha abandonado la ley. Esto no es cierto en absoluto. El contenido de la ley junto con la redención deben ser considerados como parte de la Biblia entera. Además, en cuanto a la ley de Dios, el contenido del Nuevo Testamento es esencialmente el mismo que el de los Diez Mandamientos. Por ejemplo, toda la Biblia declara que no debemos tener otro Dios que el único Dios verdadero. Dios es celoso, y no debemos tener ningún otro Dios aparte de El. Pablo se refiere a los celos de Dios en 2 Corintios 11:2, donde él indica que debemos ser una virgen casta para Cristo. El Señor debe ser nuestro único amado. Vemos esto no solamente en los Diez Mandamientos, sino en todas las Escrituras.
Toda la Biblia enseña que no debemos adorar ídolos. Esta exhortación no se limita a los Diez Mandamientos. Además, la Biblia nos enseña a usar correctamente el nombre del Señor y a jamás tomarlo en vano. Vemos una vez más, que este mandamiento no se limita a la ley.
En principio, ni siquiera el cuarto mandamiento, que trata de guardar el sábado, se restringe a la ley. Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, el pueblo de Dios debía de tener un día de conmemoración como señal de que pertenecían al Señor. En la vieja creación, ese día era el sábado, el séptimo día de la semana. Pero en la nueva creación, es el octavo, el primer día de la semana, el día de la resurrección de Cristo. Como aquellos que viven en la nueva creación en resurrección, nuestro día de conmemoración es el octavo día, ya no es el séptimo. En la nueva creación, el día ha cambiado para nosotros, pero el principio no ha cambiado. Durante el milenio, la humanidad restaurada seguirá guardando el séptimo día (Is. 66:23). Basándose en este hecho, los adventistas del séptimo día argumentan que los creyentes en esta era deben seguir guardando el sábado. No obstante, en el milenio venidero, el sábado no será guardado por la gente regenerada de Dios, sino por la humanidad restaurada, preservada, sin ser regenerada. Ellos serán restaurados al estado del hombre en el tiempo de la creación, pero no tendrán la vida divina en resurrección. Mientras que ellos serán el pueblo del séptimo día, nosotros somos los del octavo día. En todo caso, la Biblia enseña que el pueblo de Dios debe tener un día particular como señal de su separación para el Señor.
Hemos visto que los primeros cuatro mandamientos son exaltados en todas las Escrituras. Pasa lo mismo con los seis últimos mandamientos acerca de honrar a los padres, en cuanto a no matar, no cometer adulterio, no robar, no dar falso testimonio y no codiciar. Si abandonamos la ley, ponemos a un lado toda la Biblia. Aunque no debemos abandonar la ley, debemos tener cuidado de no abusar de ella, ni de usarla incorrectamente. Tanto la ley en particular como la Biblia en su conjunto deben ser usadas correctamente. Si intentamos guardar la ley sin tener contacto con Dios, abusaremos de ella. Del mismo modo, si tomamos la Biblia sin tocar al Señor, usaremos las Escrituras incorrectamente.
Los judaizantes cometieron el error de intentar cumplir la ley sin tener contacto con Dios. Por consiguiente, no llegaron a ser Su complemento, aquellos que guardan Su ley al amarlo a El y al ser uno con El. En principio, muchos cristianos cometen el mismo error hoy en día. Ellos leen y estudian la Biblia, pero lo hacen sin tener contacto con el Señor. Mientras enseñan a otros el conocimiento bíblico, no los alientan a tener contacto con el Señor en la palabra. Por consiguiente, se convierten en los judaizantes contemporáneos, abusando de la Palabra de Dios y usándola incorrectamente.
Nosotros en el recobro del Señor apreciamos el orar-leer la Palabra. No queremos leer la Biblia sin tener contacto con el Señor de una manera viviente. Debemos tener cuidado de no leer la Biblia sin orar ni tocar al Señor. Si tenemos contacto con el Señor en la Palabra, seremos uno con El de una manera práctica en nuestra experiencia. Entonces llegaremos a ser Su complemento.
Al amar al Señor como nuestro amado y al ser uno con El, aun llegando a ser Su amada, Su palabra se convertirá en nuestro suministro de vida. La ley es la condensación de Su palabra.
Cuando tenemos contacto con el Señor directa e íntimamente, siendo uno con El, Su palabra nos suministra vida. Por esta vida, crecemos, llegamos a ser Su expresión, y vivimos de una manera que corresponde con lo que El es.
Este vivir corresponde con la ley de Dios y con Su palabra. Esta es la manera correcta de usar la ley de Dios y Su Palabra.

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