Es alarmante descubrir que esta Cosa que llamamos iglesia no es gobernada por el Espíritu Santo, sino por la brujería. En palabras del argot callejero de Bob Hughey, “Todo lo que se llama cristiano y Espíritu Santo no lo es. Cuidado.” (Y a nosotros no nos extraña, pues si las iglesias están en el sistema babiloníco-satánico, Satanás es quien está en control tras las bambalinas, por medio del arte de la brujería).
HIPER-ACELERACIÓN
Las personas egoístas que gobiernan las iglesias a menudo aceleran las cosas para rodearse a sí mismos de una buena apariencia. La hiper-aceleración en este contexto consiste en intentar hacer que el Espíritu Santo “suceda” en la fuerza del yo (esto también incluye el agigantamiento o hinchazón de las cifras para impresionar). Lo que hacen los líderes para pretender la presencia de Dios es precisamente esa aceleración. Estos líderes tienen que hacer que sus reuniones ofrezcan la apariencia de que Dios se está moviendo en medio de ellas, tanto si lo está en realidad, como si no. Obviamente no lo está, por lo que sustituyen al Espíritu por una especie de hiper-aceleración. Intentan que sucedan cosas que no están sucediendo realmente, o intentan aparentar que están sucediendo cosas que en realidad no están sucediendo.
Esa hiper-aceleración es la práctica de la brujería. La vemos y la escuchamos en muchas reuniones de iglesias “carismáticas”, conferencias y convenciones en las que el líder de la alabanza y de la adoración prolonga la música que da energía durante una hora o más, pretendiendo que el Espíritu Santo está presente o deseando invocar Su presencia. Cuando el Espíritu Santo escoge no manifestarse a Sí mismo, la congregación puede ser intimidada por no cantar suficientemente fuerte, por no hacer palmas suficiente tiempo, por no orar suficiente, o por no danzar en el Espíritu con suficiente desenfreno. “Unid vuestras manos y dad al Señor una ofrenda de palmas”. “¡Que alguien me dé un amén!” Nos manipulan para hacer y decir cosas que no queremos hacer ni decir—cosas que no están en nuestro corazón el hacerlas o el decirlas. De cualquier forma lo falsificamos porque no queremos destacar en medio de la muchedumbre, o que piensen que somos rebeldes, ni tampoco ser acusados de apagar el Espíritu. Cuando falsificamos algo, nos convertimos en un fraude—fariseos. (Véase "Porristas para Animar el Culto": http://txemarmesto.blogspot.com.es/2011/12/porristas-para-animar-el-culto-o-ser.html).
Los que practican esta clase de hiper-aceleración, como la que a menudo vemos en la así llamada “televisión cristiana”, miden falsamente la presencia del Espíritu Santo por el volumen de la música, el fervor emocional de la audiencia, el elegante juego de piernas del predicador, la espontánea profusión religiosa de amenes de la muchedumbre, el número de personas que yacen caídas en el Espíritu—“pasando el rato en la alfombra”, tal y como ellos lo denominan. Algunos ministerios miran a estas cosas para validarse a sí mismos.
Capítulo 14 – Brujería en La Iglesia
¿De qué forma podría la
práctica de la brujería tener algo que ver con la iglesia? Mucho, y en muchas maneras. La experiencia de William es
un ejemplo.
William había sido llamado
por los responsables de la iglesia a
pastorear su pequeña comunidad independiente. Después de mucha oración y
consultas, su esposa y él estuvieron de acuerdo. Dejaron su hogar para
enfrentarse a los desafíos de la nueva obra. Él lo cuenta así:
Sabía desde el principio que
Stella estaba en control de esta iglesia, supongo que yo ignoré las banderas
rojas. Este grupito había decidido unánimemente que era la voluntad de Dios que
yo fuera el pastor, y después de mucha oración, acepté. Era engañoso al
principio, porque mis contactos iniciales eran con su marido y con otro hombre.
Después sucedió un incidente detrás de otro. Se enfrentó a todo lo que yo
hacía. Resistía mi predicación. Controlaba las finanzas y la escuela cristiana
que llevaba la iglesia. Lo hacía todo
a través de su marido. Él era su voz.
Después, los responsables de
la iglesia me llamaron a una reunión. Sabía que algo iba mal cuando llegué.
Querían que yo estuviese en la iglesia cada mañana a las seis para atender la
llegada de los niños.
“Pensé que queríais que
pastorease la iglesia—que pasara
tiempo en oración, estudio y ministerio. El servicio de asistencia nunca fue mencionado.”
“No hay ningún hombre aquí.
Necesitamos alguien aquí, si hay que cambiar las bombillas”, respondieron.
“Un momento”, dije, “Yo no
vine aquí a cambiar bombillas.” Supe entonces que no me querían por más tiempo,
por lo que les pregunté si creían que Dios me había enviado allí. Les desafié a
pensar sobre ello antes de que contestaran. Pregunté a cada uno de ellos y cada
uno respondió, “No”. “Entonces no necesitamos seguir con esta reunión”, les
dije.
El marido de Stella dijo,
“Bueno, estoy seguro de que podemos hacer algo.”
“Hermano,” contesté, “acabas
de decirme que no piensas que Dios me hubiera enviado aquí. Si no piensas que
Dios me ha enviado aquí, entonces, ¿como quieres solucionar las cosas?” Aquel
fue el fin de esa relación. Fuimos expulsados un mes después de habernos
mudado.
Stella quería que William fuera el pastor de la iglesia siempre que ella pudiera controlarlo y manipularlo para que hiciera lo que ella quería. Sin embargo, surgieron problemas entre ellos cada vez que él hacía o decía algo que amenazara el control de ella sobre las cosas. Ella operaba en el espíritu de Jezabel y su marido ocupaba perfectamente el papel de Acab. Cuando traían sus manipulaciones y sus asuntos de control a la vida y los asuntos de la iglesia, practicaban brujería en la iglesia—siendo la brujería: cualquier cosa que hagamos para manipular a los demás en contra de sus voluntades para lograr nuestros deseos egoístas. Donde quiera que se practique, no importa lo levemente que sea practicada, la brujería sigue siendo brujería.
BRUJERÍA EN LA IGLESIA
Las personas practican la
brujería en la iglesia tan
inconscientemente como la practican en la vida diaria. Es una abominación para
Dios cuando se practica en cualquier terreno, pero más especialmente cuando se
practica unos contra otros en la familia de Dios.
Jesús es la cabeza de Su
cuerpo, los-llamados-fuera. El Espíritu Santo es Su administrador. Los que
siguen a Jesús son obedientes a Su Espíritu Santo. El Espíritu Santo establece
el Reino de Dios. Nunca puede establecerse por mano de fortaleza humana y la
práctica de la brujería.
Cuando los hombres asumen la
cabeza o dirección sobre el cuerpo de Cristo y las personas se someten a esa
falsa cabeza, opera la carne, en lugar del Espíritu de Jesús. El hecho de que
términos tales como la ambición, la impaciencia, la competición, el éxito, la promoción, la
contienda, la oposición, la conflictividad, el divisionismo, y la falta de
entrega sean comunes entre los que gobiernan las iglesias y permanezcan en ellos, es evidencia suficiente de que
están operando en la carne.
La naturaleza carnal del
hombre es controladora y manipuladora—por tanto, se involucra en la práctica de
la brujería. Cuando lo que tienes es encabezado por un hombre (o mujer),
siempre estará bajo el gobierno de la brujería—hombres edificando sus propios
reinos bajo el pretexto de ser el Reino de Dios.
Las estructuras de las
denominaciones y de las iglesias
institucionalizadas están encabezadas por hombres; por tanto, están fuera del
orden de las Escrituras. Los que gobiernan las iglesias pueden decir que Cristo es la cabeza de su iglesia, pero no lo es. No puede ser la
cabeza de muchos cuerpos distintos. Él es la cabeza de Su cuerpo. Hay un solo
cuerpo de Cristo. Si Jesús estuviera a cargo de estas organizaciones gobernadas
por el hombre, no habría necesidad de que muchos hombres y mujeres hicieran
política para obtener posiciones. Si Él fuera la cabeza de las iglesias, solo habría una iglesia porque
solo hay un cuerpo de Cristo. Por el contrario, las iglesias están divididas unas contra otras.
Es alarmante descubrir que
esta Cosa que llamamos iglesia no es gobernada por el Espíritu Santo, sino por
la brujería. En palabras del argot callejero de Bob Hughey, “Todo lo que se
llama cristiano y Espíritu Santo no lo es. Cuidado.” (Y a nosotros no nos extraña, pues si las iglesias están en el sistema babiloníco-satánico, Satanás es quien está en control tras las bambalinas, por medio del arte de la brujería).
AUTO ENGRANDECIMIENTO
Las personas aprovechadas y
egoístas que gobiernan las iglesias
son típicamente alimentadas por la necesidad de crecer en ellas mismas en
poder, posición, riquezas y dominio. Son los Nicolaítas que están incitados por
el espíritu de Jezabel.
Amasan grandes sumas de
diezmos y ofrendas obtenidos injustamente para construir cuidados edificios
para ellos mismos en lugar de embellecer al Señor de gloria y a Su novia.
Seducen a los demás para que se unan a ellos, en lugar unir a los demás a
Jesucristo. Maquinan tramas, programas, y planes de marketing para completar
con logos y slogans con el fin de inducir a que los demás se unan a ellos.
Inspiran lealtad y entrega hacia ellos mismos y su visión, en lugar de hacia
Jesús y a Su visión por la esposa.
Ciegan a las personas a sus
propias leyes y doctrinas falsas. Producen culpa en las personas para que
firmen compromisos, consiguiendo que hagan juramentos que Dios nunca les pidió
que hiciesen. Construyen sus identidades alrededor de sus nombres, posiciones,
collares clericales, títulos, denominaciones, tradiciones, doctrinas y
herencias. Engañan a la gente haciéndoles creer que estar muy ocupados es
piedad. Usan su poder para dotar a los demás de poder, con el fin de conseguir
aliarlos con ellos mismos. Dan los lugares de preeminencia a las personas que
llegan con anillos de oro e indumentaria costosa. Santiago 2:2. La gente, su
dinero y sus talentos son travesaños en la escalera que utilizan para subir a
las alturas de sus propias ambiciones, que son alimentadas por su propia
imaginación.
PLANES PERSONALES ESCONDIDOS
Las personas egoístas que
gobiernan las iglesias tienen planes personales. Estos planes personales
egoístas entran en conflicto con los planes de Dios. Con frecuencia, sus
agendas están ocultas. Personas distintas tienen agendas distintas. El obispo
Pete construyó un nuevo santuario por su necesidad de identidad. El padre David
entró en el ministerio para agradar a su padre. El reverendo Dan obtuvo un
doctorado para recibir reconocimiento y una mejor posición. El Dr. Anthony se
comprometió a escribir un nuevo libro cada año solo para mantener su
popularidad.
Las personas que tienen
agendas ocultas necesitan partidarios que les apoyen para sacar adelante sus
planes. Quizá quieran membresías de iglesia
crecientes, edificios más nuevos y grandes, reputaciones infladas o mejores
salarios. Necesitan narices y monedas para lograr sus altos y deseados
prestigios. Saben que la “grandeza” impresiona a las personas. Se han enseñado
eso unos a otros. Así que cuánto más crezcan, más impresión piensan que
causarán. Cuanto mas populares se vuelven algunos ministros, más colmados de
riquezas son por parte de muchos.
Sus agendas tienen que
seguir manteniéndose ocultas de sus partidarios, porque la verdad supondría
pérdida de apoyo, y por tanto, buscan ganar la lealtad y el apoyo provocando el
temor, la condenación, la culpa, el emocionalismo, e incluso a través de
informes falsificados.
RECLAMACIONES DE DINERO
Las personas egoístas que
gobiernan las iglesias dependen de
otros para hacerse a sí mismas prósperas, así como a sus iglesias. “Socios” o
miembros ingenuos y confiados son engañados para llegar a creer que al dar a
estos ministerios o iglesias
gobernadas por personas con planes personales, están en realidad dando “como
para el Señor”. Estos ministerios con frecuencia hacen sentir culpables a los
que no dan tanto como escojan dar libremente. Hacen extractos de los diezmos y
de las ofrendas de sus votantes, engañándoles al hacerles creer que están
“sembrando” en el Reino de Dios, cuando en realidad, están potenciando reinos
de hombres.
Atraen las emociones de sus
partidarios para persuadirles a dar a su ministerio o iglesia. Si son personalidades televisivas, pueden prometer el
envío de un regalo a sus partidarios, a cambio de una donación: libros,
cassettes, paños de sanidad, aceite de Israel para la unción, o alguna otra
cosa.
Sus circulares son diseñadas
profesional y cuidadosamente para tocar las fibras sensibles del corazón de los
donantes, manipulándoles para dar dinero.
Enseñan falsamente que sus iglesias son los almacenes de aquellos
miembros que “pertenecen” a ellas. Muchos de ellos acumulan riquezas y las
derraman sobre sí mismos en la construcción, mantenimiento y preservación de
sus organizaciones e instituciones, mientras que los pobres de todo el mundo
siguen sin alimentos, sin ropa, sin cobijo, y sin el evangelio de Reino de
Dios. Jesús jamás sugirió ni por asomo que “al edificar vuestros edificios, y
preservar vuestras instituciones, lo hacéis a Mí”. Más bien dijo que si
alimentamos a los hambrientos, damos de beber a los extraños, vestimos a los
que están desnudos, visitamos a los enfermos y a los que están en la cárcel,
vamos a hacer todas estas cosas a Él. Mateo 25:35-40.
IRA Y CÓLERA
Algunas de estas personas
aprovechadas que gobiernan las iglesias pueden ser inseguras adictas al
control, que necesitan mantener una sentido del orden en sus vidas para
sentirse seguras. Pueden ser perfeccionistas que imponen su standard de
perfección sobre los demás. Cuando las demás no cumplen los estándares de estas
personas, se sienten frustradas y se encolerizan. La ira es parte de su arsenal
de armas para manipular a las demás personas a su conformidad. El pastor Daniel
era uno de ellos.
La iglesia del Pastor Daniel—y enfatizo que era “su” iglesia—servía como escaparate para su
tendencia a actuar. Era un orador consumado, un ávido lector, y una
personalidad cautivadora. Su aspecto era exquisito y su puesta en escena era
muy profesional. Atraía a las masas y multiplicaba los miembros, pero no podía
mantenerlos. “¿Por qué la gente se marcha por la puerta de atrás tan rápido
como entran por la puerta principal?”, preguntaba.
No quería escuchar la
verdad. Quería que fuera la culpa de “ellos”; no la suya. La gente se iba por
el uso incorrecto de la autoridad. Era abusivo espiritual y emocionalmente.
Después de todo, era “su” iglesia y
nadie tenía permiso para hacer nada a menos que fuera invitado a hacerlo. Su iglesia era su teatro, su púlpito el
escenario, y él era la obra. Los que tuvieran el mínimo pensamiento de
contradecirle, especialmente si habían recibido una posición de liderazgo, se
volvían sospechosos. Tenían que ser tratados, normalmente con un fuerte ataque
verbal.
Dejar su iglesia no era una opción agradable. Los
que lo intentaban, a menudo eran amenazados con el pensamiento de que se
saldrían de la voluntad de Dios, y les sucederían cosas terribles. La lealtad
de muchos en su membresía se basaba en el temor y en la intimidación.
Su esposa Jezabel alimentaba
sus fervientes manipulaciones con las suyas propias. Gobernaba furtivamente
detrás del trono de él. La mayoría lo sabía, pero nadie se atrevía a hablar una
palabra. “¡Calla!” era la norma operativa en esta familia disfuncional
extendida llamada iglesia.
ADULACIÓN
La gente egoísta que
gobierna las iglesias a menudo adula
a sus candidatos para ganarlos. “Vosotros dos tenéis tanto qué ofrecer. Es una
lástima que no estéis involucrados en una iglesia
en algún sitio.” Ese argumento lo han usado con mi esposa y conmigo unas pocas
veces. Nos decían que éramos la pareja ideal en una iglesia a la que asistimos. Creo que la intención era adularnos,
pero no nos aduló.
La adulación es tentadora,
seductora y engañosa. Cuando no vemos lo que nos está sucediendo, somos
atrapados por ello. Tiene el motivo engañoso de alabarnos para ganar nuestro
favor. Un verdadero cumplido no tiene un motivo oculto, pero los que adulan,
están tratando de sacar algo de nosotros para ellos, con su actitud
encantadora. Son como la mujer adúltera de Proverbios 7:4-5, que caza a los
creyentes que carecen de discernimiento. “Di a la sabiduría, tu eres mi hermana, y a la inteligencia llama parienta, para que te
guarden de la mujer extraña (adúltera), y de la extraña que ablanda sus
palabras.”
La adulación es un llamado a
la carne buscando grandeza, esplendor, placer sensual, éxito y riquezas—todas
ellas relacionadas con cosas del mundo.
POSESIVIDAD Y PROPIEDAD
La gente egoísta que gobierna
las iglesias es típicamente posesiva y reclama la propiedad sobre sus votantes.
Si son tus dueños, pueden controlarte. Si no pueden controlarte, renegarán de
ti.
La membresía en las iglesias es una reclamación de propiedad
que las iglesias han establecido
sobre un número de personas. Todas las iglesias
y denominaciones lo hacen. Elige a cualquiera. En 1997, la convención bautista
del sur informó de 15.891.514 miembros y 40.887 iglesias. {22} ¿Por qué tenemos que saber cuántas personas nos pertenecen? ¿Por qué tenemos que
saber cuántas personas asistieron a la escuela dominical y al culto de
adoración? ¿Por qué es importante comparar esta cifra con “la misma fecha del
año pasado? ¿Para quién estamos contando? Contamos porque medimos nuestro éxito
con los números.
Me encontraba en una reunión
de recién convertido y decidí contar la asistencia. Una voz suave y silenciosa
en mi espíritu me interrumpió y me dijo, “No cuentes. Tú no sabes quién
cuenta.” Descubrí a tiempo lo cierto que esto era, con el ir y venir de gente.
Además, ¿No estamos contando a la cizaña junto con el trigo? Jesús nos dijo que
la cizaña y el trigo crecen juntos. Mat. 13:24-30. No siempre sabemos quienes
son. Si tenemos que contar narices y saber que estamos incluyendo a la cizaña en
esa cifra, entonces tenemos que saber que no estamos contando como Dios cuenta.
Estamos contando algo para el Yo.
Quizá, contamos para
determinar qué fuertes que somos. La Biblia registra tres veces en las que se
tomó un censo de Israel. Las primeras dos veces, Dios lo había ordenado. Dios
había mandado a Moisés que censara a toda la congregación de los hijos de
Israel a partir de los veinte años de edad, numerando a sus ejércitos. Num. 1.
La segunda vez, el Señor le dijo a Moisés y a Eleazar que hicieran el censo de
“toda la congregación de los hijos de Israel de veinte años arriba, por las casas de sus padres, todos los que pueden
salir a la guerra en Israel.” Num. 26
La tercera vez, cuando
el Rey David ordenó tomar el censo por iniciativa propia. 1ª Cron. 21 nos dice
como Satanás se levantó contra Israel y provocó a David a censar a Israel. 2ª
Sam. 24:1 nos informa sobre esta historia diciendo, “volvió a encenderse la ira
de Jehová contra Israel, e incitó a David contra ellos a que dijese: ‘Vé, haz un
censo de Israel y de Judá’.” La clave de lo que acontece con todo esto la
encontramos en el versículo dos de ambos pasajes. David ordenó el censo
diciendo, “para que yo sepa el número de gente.” Dios se disgustó tremendamente
con David y envió una plaga sobre Israel que mató a setenta mil hombres. El
deseo de David de contar su incremento provocó una gran pérdida. Puso su
confianza en la fortaleza de los números, en lugar de en Dios. Fue bueno que
Dios contara a Israel. Israel era suyo. No fue bueno para David censar a
Israel. Israel no le pertenecía. David buscó la propiedad de la ciudadanía para
sí mismo. Fue algo que Satanás le incitó a hacer en su corazón.
Nos fascinan los números.
Edificamos nuestra importancia sobre lo grande que percibimos que somos. El
tamaño es un asunto de opinión. Para poder determinar lo grande que somos,
tenemos que compararnos con otros. Compararnos con otros es un espíritu
orgulloso y competitivo que no tiene lugar en el Reino de Dios. Los que
gobiernan las iglesias se refieren a
“sus” miembros de iglesia como
extensiones de ellos mismos. Se valoran por sus estadísticas. Sienten que
tienen que poseer a las personas para poder mantenerlas.
Sonny estaba en el campo de
baseball con sus hijos una húmeda noche de verano y vio al pastor Gene. Sonny
le preguntó, “¿Tienes a alguien aquí?”, “Todos los míos están aquí”, contestó.
Sonny se quedó perplejo con su respuesta. Sonny sabía que el Pastor Gene no
tenía a sus hijos jugando al baseball esa noche. El Pastor Gene le explicó, “Si
son miembros de mi iglesia, son míos.” Sonny lamentó más tarde no haberle
preguntado en ese instante, “¿Realmente quieres esa responsabilidad? No son tus
ovejas. Pertenecen a Jesús.”
HIPER-ACELERACIÓN
Las personas egoístas que
gobiernan las iglesias a menudo
aceleran las cosas para rodearse a sí mismos de una buena apariencia. La
hiper-aceleración en este contexto consiste en intentar hacer que el Espíritu
Santo “suceda” en la fuerza del yo (agigantamiento o hinchazón de las cifras para impresionas). Lo que hacen los líderes para pretender la
presencia de Dios es precisamente esa aceleración. Estos líderes tienen que
hacer que sus reuniones ofrezcan la apariencia de que Dios se está moviendo en
medio de ellas, tanto si lo está en realidad, como si no. Obviamente no lo
está, por lo que sustituyen al Espíritu por una especie de hiper-aceleración.
Intentan que sucedan cosas que no están sucediendo realmente, o intentan
aparentar que están sucediendo cosas que en realidad no están sucediendo.
Esa hiper-aceleración es la
práctica de la brujería. La vemos y la escuchamos en muchas reuniones de iglesias
“carismáticas”, conferencias y convenciones en las que el líder de la
alabanza y de la adoración prolonga la música que da energía durante una hora o
más, pretendiendo que el Espíritu Santo está presente o deseando invocar Su
presencia. Cuando el Espíritu Santo
escoge no manifestarse a Sí mismo, la congregación puede ser intimidada por no
cantar suficientemente fuerte, por no hacer palmas suficiente tiempo, por no
orar suficiente, o por no danzar en el Espíritu con suficiente desenfreno.
“Unid vuestras manos y dad al Señor una ofrenda de palmas.” “¡Que alguien me dé
un amén!” Nos manipulan para hacer y decir cosas que no queremos hacer ni
decir—cosas que no están en nuestro corazón el hacerlas o el decirlas. De
cualquier forma lo falsificamos porque no queremos destacar en medio de la
muchedumbre, o que piensen que somos rebeldes, ni tampoco ser acusados de
apagar el Espíritu. Cuando falsificamos algo, nos convertimos en un
fraude—fariseos. (Véase "Porristas para Animar el Culto": http://txemarmesto.blogspot.com.es/2011/12/porristas-para-animar-el-culto-o-ser.html).
Los que practican esta clase
de hiper-aceleración, como la que a menudo vemos en la así llamada “televisión
cristiana”, miden falsamente la presencia del Espíritu Santo por el volumen de
la música, el fervor emocional de la audiencia, el elegante juego de piernas
del predicador, la espontánea profusión religiosa de amenes de la muchedumbre,
el número de personas que yacen caídas en el Espíritu—“pasando el rato en la
alfombra”, tal y como ellos lo denominan. Algunos ministerios miran a estas
cosas para validarse a sí mismos.
MENTALIDAD DE ACTUACIÓN
Muchos de las personas
egoístas que gobiernan las iglesias
han convertido sus iglesias y
ministerios en centros de diversión, y buscan ministros que no son otra cosa
que teatreros que mueven a las multitudes. Los auditorios de sus iglesias, diseñados a modo de teatros, y
las congregaciones hambrientas de “entretenimiento”, demandan esta mentalidad
de espectáculo.
El espectáculo”cristiano” es
un gran negocio hoy día. Los ejecutivos egoístas y seculares de la así llamada
industria musical “cristiana”, son impulsados por los fundamentos
empresariales. Si aquello que llamamos “cristiano” se puede convertir en una
industria, entonces no es lo verdadero. Los “artistas” cristianos” (los grandes
son llamados “estrellas”) son el producto de esta industria motivada por el
beneficio económico y a menudo son atraídos por la necesidad de popularidad,
dinero y posiblemente ganar el anhelado “Dove Award”. Supongo que este premio
es considerado cristiano por la paloma que simboliza al Espíritu Santo. ¿Para
qué querrían un trofeo los así llamados “artistas” cristianos? ¿Para quién
actúan? ¿Tienen una vitrina especial en casa donde mostrarlos? ¿Es su
motivación de obtener fama y fortuna la misma que la de los artistas del mundo?
¿O es un sacrificio de alabanza al Señor sin ninguna búsqueda de ganancia
personal?
Escritores, maestros
bíblicos, personalidades de televisión, evangelistas: ¿Son vuestros esfuerzos
completamente dedicados a servir al Señor, o dedicados al servicio del Yo? Si
es para el Señor, entonces son inspirados por el Espíritu Santo. Si es para el
servicio del Yo, entonces son motivados por la brujería.
FALSA SEGURIDAD DE SALVACIÓN
Las personas egoístas que
gobiernan las iglesias dispensan una
falsa seguridad de salvación.
A pesar del hecho de que los
cristianos posean a las iglesias,
muchos de los que pertenecen a ellas, son cristianos nominales solamente. Solo
tienen una relación religiosa con Dios. Esta relación es en realidad con su
religión y con su iglesia. Dios está
distante de ellos. Asisten a estas cosas que llamamos iglesia porque les hacen sentirse justos. Han cumplido con su deber
religioso. Esto les da una seguridad de salvación falsa. Los líderes de las iglesias fomentan este sentido de falsa
seguridad de salvación haciendo que la gente sienta que todo está bien porque
asisten y apoyan a su iglesia. Se les
hace sentir culpables cuando no lo son.
Dennis Loewn me escribió lo
siguiente:
Hace años escuché un
cassette de Leonard Ravenhill. Mencionaba que había almorzado con un pastor que
era uno de los líderes nacionales de la iglesia americana. Él le
preguntó: “¿Cuándo comenzará la iglesia a ministrar la salvación que hay en
Jesucristo?” El pastor contestó, “¡Nosotros estamos
ministrando salvación!” Ravenhill no estaba de acuerdo. “No, estáis
ministrando la seguridad de la
salvación.”
Ravehill estaba en lo
cierto. La “seguridad” está siendo dispensada semanalmente a cambio de una
asistencia de una hora de duración y unos pocos dólares en el cepillo de la
colecta. Esto, con mucho, es el principal producto que está siendo vendido en
la iglesia de hoy día. Este es su pan y su mantequilla, y lo mejor es que nadie
se meta con ello.
Si Jesús hubiera limpiado el
Templo de la venta de la mercadería (nuestros souvenirs, productos-basura de
Jesús, es decir su equivalente hoy), los habría vuelto locos. Sin embargo, Su
ministerio amenazaba con quitarles el producto principal y más rentable—que el
pueblo tuviera que conseguir la justificación de Dios mediante la asistencia al
Templo.
Jesús encapsuló este mensaje
a la mujer del pozo. Juan 4:20-24. Él le dijo que llegaba la hora cuando los
hombres ya no irían más a Jerusalén para adorar al Padre. Todos hemos visto la
fea envidia de las iglesias modernas, por mantener su comisión auto-proclamada
como el Templo Moderno al que asisten las personas para llegar a ser “justas”.
Cuando los judíos vieron y oyeron a Jesús, supieron que su trama había llegado
a su fin. De esta forma no les quedaba otra salida que matarle.
Lo mismo sucede con este
mensaje. Si hablamos contra las implicaciones materialistas y físicas menores
de la moderna mercadería descarada del evangelio, haremos algunos enemigos, y
puede que incluso unos pocos amigos. Pero si hablamos a la raíz espiritual,
¡cuidado!, porque la mayoría de las iglesias están dispensando seguridad y enseñando que su organización es el lugar
donde recibirla. Jesús prometió que seríamos
odiados y despreciados por causa del evangelio. Él sabía que el mundo no sería
la principal amenaza más de lo que fue para Él, sino que nuestros enemigos nos
matarían pensando que estarían rindiendo un servicio a Dios.
El Cristianismo americano no
es menos apóstata que la mezcla babilónica (talmud) que Jesús encontró en
Jerusalén. Esto es innegable. Las iglesias están haciendo un negocio de
ladrillos en las almas de los hombres, dispensándoles la seguridad de la
salvación y haciendo el proceso tan fácil que nadie tiene la oportunidad de
hacerse pobre de espíritu o lamentar por sus pecados. Pablo dijo, “Es necesario
que a través de muchas tribulaciones,
entremos”. (Hechos 14:22), e “indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad.” 1ª Tim. 3:16.
Cuando nos enfrentemos a sus
rostros y les digamos que no pueden por más tiempo seguir engañando al pueblo
con esta falsa seguridad de la salvación, todas las promesas de Jesús
referentes a ser discípulos perseguidos, se harán manifiestas.
De todas las formas en que
se practica la brujería en las iglesias—auto-engrandecimiento, planes ocultos,
reclamaciones de dinero, ira, adulación, posesividad, hiper-aceleración,
espectáculo, y falsa seguridad de salvación—el legalismo es con mucho, el más
astuto enemigo del cuerpo de Cristo.
(Notas paréntéticas en este tamaño y color de letra, han sido añadidas por el blog).
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