Sí,
éste es un ministerio colectivo del remanente de un
lado al otro del mundo, a quienes el
Señor sostiene y levantará, además, para que «toquen
la trompeta en Sion,» con el fin de
edificar Su Iglesia según Su diseño celestial, y para proclamar Su propia gloria eterna y Su
honor. Dios
está llamando para este hombre colectivo y, por
medio de él, a «Subir más alto.»
Capítulo Trece
SUBIR MAS ALTO
Dios ha estado hablando sobre algo que viene pronto, sobre una divina
y poderosa visitación apostólica del Espíritu Santo, centrada
en Sí Mismo. Sentimos que Sus
hijos van a manifestarse pronto y ser emblanquecidos. El clamor de Su
pueblo está centrado no sólo en conocerlo
como Cristo, sino que está empezando a centrarse en conocerlo como el Señor.
Será sobre nosotros el cumplimiento de lo
que fue profetizado por el profeta Joel, en el sentido de que - en los últimos tiempos - El derramará Su Espíritu
sobre toda carne. Sabemos que «sin
santidad nadie verá a Dios,» y
ciertamente, sin esta santidad, nadie tendrá parte en el
ministerio de los últimos tiempos. Sentimos que Dios nos está llevando, cada vez más cerca, a
un lugar de completa purificación. La
carne debe morir y, en su lugar, debe quedar un cuerpo lavado y
blanqueado, un pueblo «sin
mancha ni arruga.» Este pueblo habrá perdido su propia
voluntad, porque ellos habrán entregado
esa parte de su naturaleza a Aquel quien es la vida eterna. Este cuerpo, entonces, ya no ejercerá derechos, porque
ellos no tienen ninguno, pues todos los derechos han sido puestos en la
cruz, y revestidos en Aquel que
se preocupa más por nosotros, por nuestra
alegría, por nuestra paz, por nuestras necesidades, por nuestros rasgos
de personalidad, que nosotros mismos.
Además,
Dios ha hablado recientemente con relación a moverse en niveles más altos que nunca antes.
Este autor sabe bien que, desde antes, hay un significativo número de personas
del pueblo de Dios que no sólo individual, sino colectivamente, se
están moviendo, en todas las circunstancias de la vida, en un campo del Espíritu inspirado verdaderamente por Dios.
Si vamos a contribuir en algo en
esta visitación venidera, sentimos que Dios quiere que todos y cada uno de nosotros y, especialmente, aquellos que
están en el liderazgo, sean ungidos por Dios y señalados por Dios.
Sobretodo, este cuerpo debe reflejar la perfecta y divina
voluntad de Dios en todo lo que se haga, en todo lo que se diga y en
todo lo que se lleve a cabo.
Creo
que esta Compañía de Josué es
un hombre colectivo, como un Juan el Bautista, o un Moisés, o
un Josué, o un Ezequiel, o un Pedro, o un Pablo de muchos miembros que están clamando a todo el Israel de Cristo que, en el desierto de
la derrota, de la confusión y del error,
están hambrientos y sedientos por todo lo de Dios. Este cuerpo, bajo la unción del
Espíritu, está de parto en la batalla por dar a luz tal cumplimiento.
Sí,
éste es un ministerio colectivo del remanente de un
lado al otro del mundo, a quienes el
Señor sostiene y levantará, además, para que «toquen
la trompeta en Sion,» con el fin de
edificar Su Iglesia según Su diseño celestial, y para proclamar Su propia gloria eterna y Su
honor. Dios
está llamando para este hombre colectivo y, por
medio de él, a «Subir más alto.»
Este hombre
colectivo, que apenas está empezando a llegar a «la estatura de la plenitud» en Cristo Jesús, está ahora llegando al cumplimiento de la verdad
descrita en Efesios 3:21: «A él sea gloria en la Iglesia en
Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos
de los siglos.»
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