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lunes, 25 de junio de 2012

NECESITAMOS SER GOBERNADOS POR OTROS CUANDO VIVIMOS EN NUESTRA NATURALEZA CAÍDA / ESTAR EN RESURRECCIÓN ES ANDAR EN EL ESPÍRITU



Solo necesitan una autoridad que les mande 
los que no están bajo la autoridad de Dios en el reino, 
es decir, los que no andan en el espíritu, 
los que no viven en resurrección.

ESTUDIO-VIDA DE GÉNESIS

MENSAJE TREINTA Y CINCO

LA VIDA EN RESURRECCIÓN
(4)



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3) Hoy quienes forman la iglesia están en el reino

(Solo necesitan una autoridad que les mande los que no están bajo la autoridad de Dios en el reino, 
es decir, los que no andan en el espíritu, los que no viven en resurrección)

Apocalipsis 1:9 revela que hoy quienes están en la iglesia están en el reino. Hoy en la iglesia estamos bajo el dominio celestial de Dios. Todos debemos ser gobernados por El. Cuando somos dirigidos por Dios, podemos gobernar por El con la autoridad celestial. La primera vez que el reino se menciona en conjunción con la iglesia (Mt. 16), se habla de atar y de desatar. Este es el dominio que ejercemos con la autoridad de Dios. Cuando estamos bajo el dominio de Dios, podemos ejercer Su autoridad para regir nuestras circunstancias.

Nosotros los cristianos, los que estamos en la vida de iglesia, ¿necesitamos todavía el dominio exterior del gobierno o de la policía? Sería vergonzoso que necesitáramos este gobierno exterior, pues llevamos el dominio celestial dentro de nosotros. Supongamos que usted compra comida en una tienda y que la cajera le devuelve más dinero que el que corresponde. ¿Podría usted comer sus alimentos en paz? No. Tendría que devolver el dinero extra, pues el dominio celestial sobre usted y dentro de usted no le permitiría sacar ventaja de los demás. Usted no necesitaría que un policía le exigiera devolver el dinero. Nosotros, quienes constituimos la iglesia, estamos bajo el dominio celestial de Dios. La realidad del reino se halla en nuestro medio.

No obstante, a veces debemos ser gobernados por otros porque todavía vivimos en nuestra naturaleza caída. Puesto que no estamos debidamente entregados al dominio celestial, algunas hermanas deben ser gobernadas por sus maridos. Tal vez sean demasiado emocionales y necesiten que sus maridos las dirijan. Este es el dominio del marido, y no el dominio celestial. Muchas hermanas deben ser gobernadas por sus maridos por ser muy naturales y por no vivir realmente por Cristo ni andar en el espíritu. Si vivieran por Cristo y anduvieran en el espíritu, no necesitarían el dominio del marido. Cuando las esposas se encuentran bajo el dominio celestial, no necesitan el dominio de sus esposos.

Los hermanos y hermanas jóvenes que estudian quizás necesiten que sus maestros los dirijan. Tal vez necesiten también que sus padres ejerzan autoridad sobre ellos en casa. No obstante, en principio, si todos los hermanos y hermanas jóvenes se hallan bajo el dominio celestial de Dios, no necesitarán otro dominio. En las escuelas, en las tiendas, en las casas y demás lugares el dominio celestial de Dios será más que suficiente. Este es el Reino. Estamos en el reino, y el Reino está en la Iglesia. La Iglesia es el Reino, y el Reino es la realidad de la Iglesia.

La realidad de la Iglesia como reino depende totalmente de la vida que está en el espíritu. ¿Qué es esta vida? Es una vida bajo el dominio celestial de Dios. Mientras vivimos y andamos en nuestro espíritu, nos encontramos bajo el dominio celestial de Dios. Vivir así bajo el dominio de Dios es la realidad de la vida de Iglesia; es la realidad de la vida de Iglesia hoy en día. El Reino está realmente presente en la Iglesia viviente.

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1) La iglesia produce los vencedores

La iglesia produce los vencedores. Apocalipsis 12 lo revela claramente. En dicho capítulo vemos la mujer que representa el pueblo de Dios en su totalidad (v. 1), incluyendo a los santos del Antiguo Testamento y también a los creyentes del Nuevo Testamento, quienes (los creyentes neotestamentarios) conforman la iglesia. No piense que toda la iglesia, o sea todos los miembros, serán vencedores. ¡No! en la Iglesia, algunos serán vencedores y otros no. Esto es similar al caso de una familia compuesta de las personas mayores, los pequeños, y los fuertes. ¿Quiénes son los vencedores en una familia? ¡Los fuertes! El libro de Números enseña que solo aquellos que tenían más de veinte años de edad y menos de cincuenta salían al combate (Nm. 1:20; 4:3). Los menores de veinte años y los mayores de cincuenta sólo disfrutaban. Los combatientes eran los fuertes, los mayores de veinte años y menores de cincuenta. Ahora en la vida de iglesia tenemos algunos santos que espiritualmente son mayores de cincuenta años: son los disfrutadores. Alabado sea el Señor porque tenemos también algunos jóvenes, los que espiritualmente son menores de veinte años; éstos son los disfrutadores jóvenes. Pero le damos aún más gracias al Señor porque tenemos algunos que espiritualmente son mayores de veinte años y menores de cincuenta. Estos son los fuertes, los que pelean la batalla; son los combatientes. La batalla está en sus manos. Los demás son los disfrutadores. La Iglesia produce los fuertes, los vencedores, quienes pelearán la batalla contra Satanás, el enemigo de Dios, y contra el mundo de éste.

2) Los vencedores hacen venir el reino

Apocalipsis 12 revela que cuando los vencedores sean arrebatados a los cielos, Satanás será echado a la Tierra (vs. 5, 9). Entonces se declarará que el Reino de Dios ha venido (v. 10). El Reino de Dios viene por medio de los vencedores. La Iglesia produce los vencedores, y los vencedores vencen al enemigo y traen la manifestación del Reino. Veremos más detalles al respecto en nuestro estudio-vida de Apocalipsis.

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g. Reinan en resurrección

La Iglesia es el dominio del Reino. Sin embargo, este dominio no está en nuestra carne ni en nuestra vida natural. Debe ser un dominio en resurrección. Esta clase de dominio no está limitado al futuro, sino que debe estar en nuestro espíritu ahora. Supongamos que los ancianos entre nosotros asumen su posición y ejercen autoridad para regir a los demás en la vida de iglesia. Esto nunca traerá resultados. Si los ancianos intentan hacer eso, nos daremos cuenta en lo profundo de nuestro espíritu de que los ancianos no reinan en resurrección sino en su posición. Todos debemos aprender que en la iglesia, donde se encuentra la realidad del reino, debemos actuar por nuestro espíritu. Debemos vivir y andar en resurrección. Mientras andemos en resurrección, tendremos autoridad. Es correcto decir que los hermanos son la cabeza y que las hermanas deben estar bajo su autoridad. No obstante, si los hermanos no viven ni actúan en el espíritu, y las hermanas sí, sentiremos en nosotros que los hermanos no tienen autoridad y las hermanas sí. En tal caso, las hermanas tienen autoridad porque su vida está en resurrección. Cuando hablamos valiéndonos de nuestro hombre natural, perdemos terreno inmediatamente. Pero cuando hablamos y actuamos en el espíritu, mantenemos una posición de autoridad. En la iglesia, el dominio no es humano ni natural, sino que está en resurrección.

Permítanme decir algo a los cónyuges. Si un marido ejerce autoridad de manera natural, inmediatamente deja de ser cabeza y se convierte en cola. Pero si vive en el espíritu, el Espíritu de Dios pondrá en evidencia que él es la cabeza y que deben someterse a él. Incluso los pequeños niños en las casas pueden entender eso. A menudo, cuando la madre y el padre discuten, los hijos dirán: “Mamá, estás equivocada. Papá tiene razón. Debes escucharle”. En otras ocasiones, los hijos dirán: “Papá, estás en la carne. Ya que estás en la carne, ¿cómo puedes ser la cabeza?” Eso sucede a menudo en los hogares cristianos. El Espíritu Santo así como nuestros niños saben si estamos en la carne o en el espíritu. Aun su niña de dos o tres años de edad sabe en qué posición está usted. Maridos, no ejerzan su autoridad valiéndose solamente de su posición como cabeza. Tienen que vivir y andar en el espíritu y estar en resurrección. Si lo hacen, serán la cabeza.

El dominio en el reino de Dios es un asunto de resurrección. Estar en resurrección significa estar en el espíritu. ¡Cuánto debemos estar en el espíritu! Aunque a veces las esposas están equivocadas, el Espíritu Santo dentro de ellas siempre tiene la razón. Dentro de ellas tienen un espíritu imparcial que les dice: “Tu marido tiene razón”. Sin embargo, si no estamos en el espíritu, perdemos la base correcta. Perdemos el dominio celestial. Si queremos estar en resurrección, debemos estar en el espíritu. Cuando estamos en el espíritu, nos encontramos bajo el dominio celestial y este dominio se ejerce espontáneamente sobre las circunstancias.


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