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domingo, 22 de julio de 2012

NO PERMANECER EN LA CASA (CRISTO), EL PRINCIPAL PROBLEMA DE LA CRISTIANDAD (Witness Lee), Administrador





Permanecer en la casa es
permanecer en Cristo, en unidad con Él en el espíritu,
sin abocarse impacientemente a actuar en la carne.


Éx. 12:22,
... y ninguno de vosotros salga de las puertas de su casa hasta la mañana.
2ª Ped. 1:19,
... hasta que despunte el día y el lucero de la mañana alboree en vuestros corazones;


Cuando el pueblo de Israel fue redimido mediante la aplicación de la sangre NO DEBÍA SALIR DE LA CASA HASTA LA MAÑANA. Sabiendo que el día bíblico, nuestro proceso de salvación, comienza en la tarde, se adentra en la noche, avanza hasta la mañana y de allí al pleno o medio día, podemos decir que debemos permanecer en la Casa. Solo tras cruzar el Jordán, que representa la muerte y la entrada a la vida en resurrección o vida victoriosa, estamos habilitados para obrar sin abandonar la Casa; es decir, obrar con Cristo en el espíritu y no en la carne. Aún allí, en el otro lado del río, deberemos acampar en Gilgal hasta que nuestros corazones sean circuncidados (el amanecer de nuestro día o jornada espiritual). ¡Solo entonces estaremos en condiciones de ser enviados a conquistar la Tierra! Antes de aquí las batallas habrán sido contra nuestra propia naturaleza pervertida, contra Amalec, que es nuestra carnalidad; pero no para luchar contra el Enemigo ni para conquistar la Tierra.
Lamentablemente, la cristiandad, cual los hijos de Esceva, se empeña en salir de la Casa a "evangelizar", antes de haber madurado. ¿Resultado? El mismo que cosecharon los hijos de tal Esceva: huyeron de aquella casa desnudos y heridos (Hch. 19:16). ¿Desde cuando se envían los niños y adolescentes a las guerras?
Marta no se sentaba a los pies del Señor, porque 'tenía muchas cosas que hacer'. Al igual que ella, la inmensa mayoría pasa tanto tiempo fracasando que no tiene tiempo para triunfar. Lo anecdótico, urgente y superficial absorbe todo su tiempo, en detrimento de lo importante y, lo que es mucho peor, de lo transcendental.
El adagio chino dice que "el camino más largo del mundo comienza con el primer paso". Sin embargo, los "hijos del tal Esceva" no quieren perder su precioso tiempo en el camino largo y duro del crecimiento y la maduración, que es la Senda de la Cruz. ¡Les aterra tomar esa dirección! No se dan cuenta que el atajo es darse cuenta que no hay atajo; es decir, que acabar con el hombre viejo viene primero; primero la obra de destrucción, luego la de construcción. Pero, ¡ay! aman tanto al ancianito (su viejo hombre). Y miran displicentemente a las María-s y a los José-s, que según ellos 'pierden su tiempo' sentándose a los pies del Señor. Sin embargo al final éstos son los únicos que vencen. Pasaron mucho tiempo dentro de la Casa comiendo el Cordero, íntegro, sin rechazar ninguna de sus partes. Pueden presentar al Padre como sacrifico el Cristo rollizo formado en su interior. José fue considerado un pringado, un listillo, un chivato. Sus hermanos, una vez deshechos de él, de seguro se reirían a su costa bromeando entre ellos: "¿Dónde estarán ahora aquellos sueños de grandeza de José?" Pero cuando todos ya se había olvidado de él, el Padre lo sacó de la cárcel directo al trono de Egipto y ellos se lo tendrían que tropezar de nuevo y postrarse humillados ante él.  
¿Quién llegó primero a la meta, José o sus hermanos?
Proverbios 14:12
Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte.
Mateo 7:14
porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida y pocos son los que la hallan.
Otro adagio dice que "en la vida tu no obtienes lo que deseas, sino aquello en lo que te enfocas". Los hijos de Esceva y las Martas se enfocan en la vanidad, en lo material, en lo urgente. Su cosecha final será la vacuidad. Al final se sus años se encontrarán apaleados, desventurados, miserables, pobres, ciegos y desnudos (Ap. 3:18), con apenas un famélico Cristo en su constitución espiritual, pues no dedicaron tiempo a comer del Cordero. ¡Solo habrá en sus manos un poco de aire para presentar al Padre de los espíritus al final de sus días!

ESTUDIO-VIDA DE ÉXODO

MENSAJE VEINTICUATRO

LA PASCUA

(2)

Lectura bíblica:

Ex. 12:11-28, 43-51; 13:2-11; 2 Cor. 5:7-8; 1 Cor. 15:45a, 47a.

(No se pierdan el estudio completo, que no tiene un ápice de desperdicio, al igual que los demás estudios sobre la Pascua: http://www.librosdelministerio.org/books.cfm?id=2BCAFD13)

C. Debían permanecer
en la casa cuya puerta fue untada con la sangre

A los hijos de Israel se les pedía que permanecieran en la casa cuya puerta fue untada con la sangre; no debían salir de ella hasta la mañana (12:22). Si deseamos entender el significado de esto, debemos ver que el concepto básico en la Biblia acerca de la redención es la identificación o la unión. Sin identificación, no puede haber ninguna sustitución, la cual es necesaria para la redención. En la Cruz, Cristo murió como nuestro sustituto. No obstante, el que Él nos sustituya requiere que nos identifiquemos con Él.

En el Antiguo Testamento, el arca de Noé, es un ejemplo de este asunto de la identificación. Para ser salvos de las aguas del juicio, Noé y su familia debían estar dentro del arca. Estar dentro del arca significaba identificarse con el arca, ser uno con el arca. El destino del arca automáticamente fue el destino de todos los que estaban en el arca. Todo lo que le sucedía al arca, llegó a ser la experiencia de la gente que era uno con ella. Después de que se cerró la puerta del arca quizás otras personas se pudieron haber agarrado del arca con desesperación. Pero ellos no eran uno con el arca ni estaban identificados con ella. La única manera de ser uno con Cristo consiste en entrar dentro de Él. Usando las palabras de 1 Corintios 1:30, el hecho de estar en Cristo Jesús es algo que proviene de Dios. Dios nos ha colocado en Cristo. Así como las ocho personas que estaban en el arca de Noé, también nosotros, los redimidos, estamos en Cristo Jesús.

Nuestra entrada en Cristo se hace por la puerta donde se ha aplicado la sangre. Cuando usamos hisopo para untar la sangre, podemos entrar dentro de Cristo. Después de entrar en Cristo, debemos permanecer en Él. En Juan 15, el Señor Jesús dice: “Permaneced en Mí”. Permanecer en Cristo significa quedarse en Él, es decir, mantener nuestra identificación, nuestra unión con Él

Muchas enseñanzas cristianas tienen por efecto separar a los creyentes de Cristo y hacer que pierdan su identificación con Él. Ninguna enseñanza que nos haga perder nuestra unión con Cristo es útil. Lo que está fuera de Cristo, es esfuerzo y empeño humanos. Nosotros no necesitamos empeñarnos ni esforzarnos. Solo debemos entrar en la Casa por la puerta que fue untada con la sangre. Cuando estamos en la Casa, somos uno con la misma y estamos identificados con ella. Muchos creyentes estaban en la Casa cuando se convirtieron. Pero poco después, en cuanto a su experiencia práctica de cada día, ellos salieron de la Casa. En su experiencia, pocos cristianos permanecen en la Casa después de su conversión. Esto significa que cuando creyeron en Cristo y fueron salvos, entraron en la Casa. Sin embargo, empezaron a hacer muchas cosas fuera de la Casa, que no tenían nada que ver con ésta. Esto indica que hicieron cosas fuera de Cristo. Esta ha sido la experiencia de muchos de nosotros. Entramos en Cristo cuando fuimos salvos, pero en nuestro esfuerzo por agradar a Dios por nosotros mismos, nos salimos de Cristo. No permanecimos en Él.

Después de llegar a la Iglesia, volvimos a la Casa por medio del ministerio de la Palabra. Los que entraron en la vida de Iglesia quizás todavía no estén en Cristo de una manera práctica. Esta es una fuente de problemas en la Iglesia. Todos los que están en la Iglesia deben estar en Cristo. No obstante, puede crearse una condición anormal en la cual muchos santos en la vida de Iglesia no permanezcan en Cristo. Antes de entrar en la vida de Iglesia, quizá usted se esforzaba por complacer al Señor. Ahora que ha entrado en la Iglesia, la cual forma parte de la Casa, también debe regresar a la misma. Eso significaba que debe regresar a Cristo y permanecer en Él. Todos fuimos salvos en Cristo. No obstante, tal como los gálatas, podemos intentar seguir adelante fuera de Cristo. Por consiguiente, debemos regresar a Cristo. No tenemos ninguna necesidad de hacer tantas cosas. Simplemente debemos mantener nuestra identificación con Cristo con la conciencia constante de que no somos nada y de que Él es todo (y lo hace todo). Debemos ver que estamos en Él y que Él está en nosotros. Mientras nosotros permanezcamos en Él, Él permanecerá en nosotros. Así como lo dijo el Señor en Juan 15: “Permaneced en Mí y Yo en vosotros”.

Quizá algunos hayan oído esta enseñanza antes de entrar en la vida de Iglesia. No obstante, el asunto crucial no consiste en que conozca la enseñanza acerca de permanecer en Cristo, sino en que permanezca efectivamente en Él. ¿Dónde se encuentra usted en este momento? ¿Está en Cristo, o fuera de Cristo? El Señor Jesús dijo que separados de Él no podemos hacer nada (Jn. 15:5). Permanecer en la Casa significa permanecer en Cristo e identificarnos con Él. En otras palabras, significa permanecer en unidad con el Señor.

El mayor problema entre los creyentes contemporáneos es que en su experiencia, se encuentran fuera de Cristo, fuera de la unidad con Él. Moisés mandó que los hijos de Israel comieran del cordero en la casa y luego se quedasen en ella. Si hubieran salido de la casa, lo hubieran perdido todo. En la casa, recibieron el pleno disfrute de la Pascua. Solo podían experimentar la Pascua en la casa.

Debemos entender claramente lo que representa la casa y dónde se encuentra actualmente. Hemos recalcado que la Casa es Cristo. ¿Pero dónde está la Casa? La Casa se encuentra en el lugar donde se ha untado de la sangre. La única señal de la Casa no es lo que somos, ni lo que tenemos, ni lo que hacemos; es la sangre de Cristo que fue untada. Donde está la redención, allí está Cristo también. Fuera de la redención (fuera de la Casa), no tenemos ninguna posición. Nuestra única posición es la sangre redentora de Cristo.

Si lee la epístola a los Gálatas verá que fueron distraídos de la posición de redención. Ellos salieron de la Casa y por tanto fueron despojados del beneficio de estar en Cristo. Si los hijos de Israel no hubiesen permanecido en la casa, habrían sido privados del beneficio, disfrute y experiencia de la Pascua. Para participar de la Pascua, se necesitaba que permanecieran en sus casas.

La razón por la cual no estamos de acuerdo con muchas enseñanzas del cristianismo actual es que éstas hacen salir a los cristianos de la Casa, y a abandonar la posición de redención. Cuando estamos salvos, debemos permanecer en el mismo lugar donde fuimos redimidos, en el lugar donde la sangre ha sido untada. En ese lugar tenemos la Casa.

La sangre redentora nos mantiene en Cristo. Cuando intentamos hacer algo por Dios con nuestra propia fuerza, violamos el principio de redención. El principio de redención es éste: solo necesitamos usar nuestra fe como nuestro hisopo, para aplicar la sangre. Cuando nuestro hisopo aplica la sangre a la puerta, se abre el camino para que entremos en Cristo. Permanezcamos en el lugar de redención, en la Casa con la puerta untada de sangre. No debemos practicar cosas que nos hagan salir de la Casa. Por el contrario, debemos permanecer en la Casa donde participamos de la Pascua. Cuanto más permanecemos en la Casa, más luz recibimos; y cuanta más luz recibimos, más vemos que todo lo que necesitamos se encuentra en la Casa. Si permanece en la Casa, será lleno, edificado, equipado y formado en un ejército. Nuestra única necesidad consiste en permanecer en Cristo como la Casa.

Cuando yo era joven, escuché muchos mensajes sobre la Pascua. Todos esos mensajes recalcaban el punto de que cuando Dios ve la sangre, Él pasa por encima de nosotros. Un himno muy conocido acerca del evangelio usa el versículo de Éxodo 12:13: “cuando veo la sangre, paso de vosotros”. Pero en todos estos mensajes sobre la Pascua, no se dijo una sola palabra acerca de permanecer en la Casa. Solamente se menciona dos veces que cuando Dios ve la sangre, Él pasa por encima de nosotros. Sin embargo, Moisés habló continuamente de la Casa.

Si el Señor lo ilumina, se dará cuenta de que tal vez aún esté fuera de la Casa, fuera de Cristo. La única manera de entrar en la Casa es por medio de la sangre redentora untada sobre la puerta. Es imposible separar la sangre redentora de la Casa, pues la sangre y la Casa son una. Cuando nos mantenemos en la posición de la sangre redentora, estamos con Cristo. No obstante, cuando intentamos agradar a Dios con nuestra energía natural, dejamos la posición de la sangre redentora y nos encontramos fuera de Cristo.

¿Sabe lo que hacían los hijos de Israel en la casa? Comían la carne del cordero pascual. Éxodo 12:14 indica que ellos estaban festejando. Este versículo declara: “Ese día pasará en memoria, pero celebraré como fiesta solemne para Yahweh durante vuestras generaciones”¿Qué significa celebrar al Señor? Significa que permanecemos en la Casa y disfrutamos de una participación plena del cordero. De esta manera, celebramos el cordero. No obstante, el Señor disfruta de esta fiesta más que nosotros. Celebrarle a Él significa que celebramos con Él y para Él. Comemos, pero Él disfruta. Celebramos y Él está feliz. Cuanto más celebramos, más disfrute sentimos y más feliz está Él. No obstante, cuanto más procuramos hacer cosas, más disgustado está Él, pues nuestra iniciativa no le brinda ningún disfrute.

¡En qué situación lamentable se encuentra el cristianismo actual! La mayoría de los cristianos están fuera de la Casa intentando hacer cosas para el Señor. No están en la Casa celebrando al Señor. ¡Alabado sea el Señor porque nosotros en las iglesias locales estamos en la Casa celebrándole a Él!

Este principio de permanecer en la Casa al guardar la posición de redención debe gobernar toda nuestra vida cristiana. Todo el día, nosotros los redimidos debemos permanecer en la Casa. Cuando algunos oyen esto, tal vez digan que los hijos de Israel dejaron la Casa para emprender su éxodo fuera de Egipto. Sin embargo, el tiempo que ellos pasaron en la Casa representa el transcurso total de la redención.

Mientras permanecemos en la Casa celebrando el cordero pascual, somos equipados. En realidad, la celebración nos equipa. Cuando los hijos de Israel se llenaron del cordero pascual, estuvieron listos para salir de Egipto. Por consiguiente, ellos fueron equipados al llenarse del cordero. Esta es la razón por la cual decimos que permanecer en la Casa constituye todo el transcurso de la redención. No piense que la sangre untada en el dintel y en los postes es suficiente para todo. Es suficiente para introducirnos en la Casa y librarnos del juicio de Dios, pero no para equiparnos. No nos permite emprender el viaje. Para ello, debemos asar el cordero, comer su carne en la Casa apresuradamente y llenarnos del mismo. Debían comerse todo el cordero pascual, incluyendo la cabeza, las patas y las entrañas. No debían dejar nada. Quizá los hijos de Israel debieron animarse el uno al otro a comer ciertas partes del cordero. A algunos, quizás no les gustaban las entrañas ni la cabeza; no obstante, tenían que comerse todo el cordero para estar plenamente equipados para la batalla.

Mientras festejemos a Cristo como el cordero pascual, Dios está contento y lleno de disfrute. Entonces Él puede decir: “Satanás, mira Mi pueblo. Está siendo equipado por medio de comer el cordero pascual. Debido a esto, podrán vencerte”.

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