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miércoles, 11 de julio de 2012

ESPOSOS DE SANGRE PARA NUESTRAS SÉFORAS (La transcendencia de la circuncisión) (E.V. Éxodo, Witnees Lee)


ESTUDIO-VIDA DE ÉXODO

MENSAJE NUEVE

LA AYUDA MASCULINA Y FEMENINA PARA EL QUE HA SIDO LLAMADO

(Ver completo: http://www.librosdelministerio.org/books.cfm?id=22EEEF52)


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II. EL CORTE DADO POR SÉFORA

A. Para completar la circuncisión
en la familia de Moisés

Llegamos ahora al relato de Moisés y Séfora (4:24-26). El versículo 24 dice: “Y aconteció en el camino, que en una posada Jehová le salió al encuentro y quiso matarlo”. En El versículo 23, parecía que el llamado de Moisés era completo. Por tanto, Moisés tomó a su esposa y a sus dos hijos y empezó a caminar desde el país de Madián a Egipto. Pero mientras estaban en una posada, el Señor salió al encuentro de Moisés y quiso matarlo. Moisés debió haberse sorprendido y Séfora debió haberse atemorizado. Séfora quizá haya preguntado a Moisés por qué Dios quien lo había llamado y enviado, ahora quería matarlo. Ella debe haberse preguntado qué pasaba. Creo que Moisés se dio cuenta inmediatamente del problema: su hijo menor no había sido circuncidado. Como esposa gentil, Séfora quizá no estuvo muy contenta cuando Moisés circuncidó al primer hijo, y esa pudo haber sido la causa por la cual se opuso a la circuncisión de su segundo hijo. Debido a la debilidad y el descuido de Moisés, además de la oposición de Séfora, el requisito del Señor no se había cumplido; por tanto, el Señor quiso matar a Moisés. No le resultó fácil a Séfora, una mujer gentil, aceptar este requisito. Séfora fue obligada a aceptar, aunque no estaba contenta al respecto.

B. Con un pedernal afilado

El versículo 25 dice: “Entonces Séfora tomó un pedernal afilado y cortó el prepucio de su hijo, y lo echó a sus pies, diciendo: a la verdad tú me eres un esposo de sangre. Al cortar el prepucio de su hijo, Séfora no usó un cuchillo, sino un pedernal afilado, una piedra, un instrumento cortante poco usual. Quizá ella usó este instrumento porque la circuncisión se llevó a cabo en un estado de urgencia. El uso de un pedernal afilado también parece indicar que la circuncisión fue llevada a cabo en un ambiente desagradable. Eso también queda indicado por el hecho de que Séfora echó el prepucio a los pies de Moisés y dijo: “tú me eres un esposo de sangre”. El ambiente no era agradable, pero Dios dejó que Moisés se fuese después de la circuncisión. Si el ambiente hubiera sido agradable, no cabe duda de que Séfora habría expresado su arrepentimiento y habría tenido comunión con Moisés. Ella habría pedido a Moisés que hiciera la circuncisión con un cuchillo para hacer el corte apropiado. Entonces el corte no habría sido tan doloroso.
No obstante, en nuestra experiencia sólo el Señor usa un cuchillo adecuado para llevar a cabo la obra de cortar. Aquí el corte es representado por la vida femenina, porque el corte es subjetivo. Pero todos nosotros, mayores o jóvenes, hermanos y hermanas, somos los que hacemos el corte. En la vida de iglesia, o cortamos o somos cortados. En casi todos los casos, este corte es hecho con instrumentos crudos y rudimentarios.

C. Llamó a Moisés “esposo de sangre”

Durante muchos años me inquietó esta porción de la Palabra. Después de ganar cierta experiencia comencé a entenderla. Mediante la experiencia, me di cuenta de que los que han sido llamados no solo necesitan la ayuda masculina, la ayuda de Aarón, sino también la ayuda femenina, la ayuda de Séfora. La ayuda masculina es el complemento, pero la ayuda femenina es el corte. Todo aquel que es llamado por Dios necesita tanto la ayuda masculina como la ayuda femenina, tanto el complemento como el corte.

Como todo hermano casado se da cuenta, las esposas son muy propensas a cortar. Hay momentos en que aún las esposas cristianas son “gentiles” con sus esposos. Si el marido no ama al Señor ni desea obedecer al Señor, la esposa quizá no actúe como una “gentil”. Pero en cuanto él empieza a amar al Señor, a seguir el camino del Señor, y a vivir por el Señor, la esposa queda expuesta como “gentil”, como “pagana”. Esto significa que una esposa que ha sido cristiana durante años de repente puede comportarse como alguien que no es separada para Dios y que no vive para Dios. Muchos cristianos contemporáneos siguen siendo paganos en su diario vivir: no aman al Señor, no son separados para el Señor, y no toman el camino del Señor. Son cristianos en el hecho de que han sido regenerados y han recibido la vida divina, pero no son cristianos en su diario andar. Cuando cierto hermano está en el mundo, sin preocuparse por los intereses del Señor, su esposa quizá no le cause ningún problema en cuanto al Señor. Pero en cuanto él empiece a vivir para el Señor, su esposa se comportará como una Séfora pagana, una mujer que no está totalmente separada para el Señor. Hasta cierto punto, su esposa lo apoyará, así como Séfora apoyó a Moisés. Pero en su situación, hay algo que no está circuncidado, algo que es común, impuro y que no ha sido separado, santificado, para el Señor. Si el Señor no interviene en la situación de este hermano, la naturaleza gentil de la esposa quizá no quede expuesta. Pero en cuanto el Señor interviene, quizá mientras el hermano está a punto de cumplir la comisión de Dios, la actitud de la esposa hacia la circuncisión de la carne será expuesta. Obligada a aceptar el corte del prepucio, la esposa lo lleva a cabo, pero no lo hace con una actitud positiva ni agradable. Por tener que aceptar la separación (consagración) de su marido al Señor, ella lo considera como “un esposo de sangre”.

Ser un “esposo de sangre” significa ser una persona bajo la muerte. A los ojos de Séfora, la circuncisión significaba que su marido Moisés estaba bajo sentencia de muerte. Si nosotros los hermanos somos absolutos con el Señor, también llegaremos a ser un “marido de sangre” a los ojos de nuestras esposas.
Observe cuidadosamente el cuadro de Moisés y Séfora en Éxodo 4. Mientras ellos estaban cumpliendo la comisión de Dios, Séfora aceptaba de algún modo lo que Moisés estaba haciendo. No obstante, Moisés era más absoluto para el Señor que Séfora. Él estaba dispuesto a que su hijo fuese circuncidado, pero Séfora no. No vemos ninguna indicación de que Moisés y Séfora estuviesen peleando sobre el asunto de la circuncisión, pero entre ellos había algo que no fluía. Debería ser una circuncisión, pero Séfora se oponía a ella. Ella no estaba de acuerdo con el hecho de cortar la carne como señal de separación para Dios. Pero el usar a alguien que todavía vivía en la carne o en la vida natural iba en contra del principio divino. La carne y la vida natural deben ser cortadas. Dios sólo puede usar a alguien que ha sido separado para Él.

El asunto de la circuncisión incluye un principio crucial en la economía de Dios. Sin la circuncisión, es imposible participar en el pacto que Dios hizo con Abraham acerca de la herencia de la buena tierra. Además, una persona incircuncisa no puede tener parte en el ministerio de Dios. El que Dios viniera para matar a Moisés significa que una situación incircuncisa podría acabar con él al servir a Dios. Pero el significado de la circuncisión consiste en ser introducido en Su ministerio.

Por consiguiente, mientras Moisés trataba de llevar a cabo la comisión de Dios, Dios no podía tolerar el descuido de Moisés en el asunto de la circuncisión. Por tanto, El vino a disciplinar a Moisés. Indudablemente Moisés fue débil al ceder, al menos un poco, a la oposición de su esposa de no circuncidar a su hijo. Debido a que esta debilidad ofendía al Señor, Él quiso matar a Moisés. Cuando el Señor salió al encuentro de Moisés, toda la situación salió a la luz. Moisés sabía que estaba equivocado, y Séfora se dio cuenta de cual era su responsabilidad. Puesto que la responsabilidad descansaba principalmente sobre ella por su oposición a la circuncisión, ella fue obligada a tomar acción. Ella (en situación de emergencia, improvisación y apresuramiento) cortó el prepucio con un instrumento poco común, un pedernal afilado. Pero debemos señalar que Séfora hizo el corte en amor. Ella amaba a Moisés y quería salvar su vida.

Al aplicar este incidente de forma espiritual, vemos que a menudo las esposas cortan a sus esposos de una manera poco común. Si las hermanas llevan este asunto al Señor en oración, Él les mostrará las maneras poco usuales en que ellas cortan a sus maridos. No obstante, no son siempre las esposas las que cortan. El apóstol Pablo nunca estuvo casado (todo apunta a que si lo estuvo, pero enviudó o se hizo eunuco por causa del evangelio, no tolerando la oposición de su Séfora particular), pero ciertamente fue cortado por otros.

La ayuda de Aarón, su compañero, era algo objetivo, mientras que la ayuda de Séfora, el corte, era subjetivo. A veces el Señor nos coloca en un ambiente donde somos cortados por otros, quizá por nuestros queridos hermanos en el Señor. En esos tiempos, estos hermanos no nos complementan sino que nos cortan. Quizá no luchen en contra de nosotros, pero aun cuando aparentemente están de acuerdo con nosotros, funcionan como personas que cortan. Todos debemos estar listos para recibir este corte.

Dios ha preparado no solamente a un Aarón para nosotros, sino que en Su soberanía, también ha preparado una Séfora. Nosotros no necesitamos escogerlos. Dios tiene los Aarones y las Séforas listos y esperando. Particularmente en la vida de iglesia hoy en día existen las personas que nos complementan y las que nos cortan (coartan, frenan). Manejar a los complementos es algo difícil, pero manejar a los que cortan es aún más difícil porque nos hacen un “marido de sangre”.

Después del complemento con Aarón y del corte de Séfora, el llamado de Moisés estaba completo. Él estaba listo para ir a Egipto y llevar a cabo la comisión de Dios.

Le damos gracias al Señor por el cuadro completo del llamado de Dios. Si llevamos esta palabra al Señor, Él nos iluminará. Entonces diremos: “Señor, cuanto te agradezco que conmigo estén algunos Aarones y algunas Séforas. Te alabo Señor por el complemento y por el corte”.



MENSAJE DIEZ

IV. EL COMPLEMENTO DEL HERMANO
Y EL CORTE DE LA ESPOSA

A. El complemento del hermano

Después de todo eso, Moisés todavía necesitaba la ayuda masculina y femenina. La ayuda masculina es la del complemento. Esta clase de ayuda nos equilibra, nos restringe y nos humilla.

Mediante el complemento de su hermano, Moisés aprendió a dejar que otros hicieran lo que él era capaz de hacer. No se imagine que Aarón era más elocuente que Moisés. Todo lo que hacía Aarón, Moisés era capaz de hacerlo también, pero él estaba restringido y no podía hacerlo. En la vida de iglesia, el Señor a menudo suscita un entorno que nos obliga a dejar que los otros hagan lo que nosotros podemos hacer. Esto debería ser un principio de nuestra función en la iglesia. Si un hermano es capaz de hacer cierta cosa, que la haga, aun cuando usted pueda hacerla mejor. Esto lo humillará a usted. No obstante, he visto a muchos santos, particularmente las hermanas, insistir en que sólo están autorizados a hacer cierta cosa. Conforme a como fuimos creados naturalmente, no queremos que los demás interfieran con lo que estamos haciendo. No obstante, todos debemos aprender a dejar que otros hagan lo mismo que nosotros podemos hacer.
No creo que Aarón fuera más capaz que Moisés. No obstante, Dios arregló soberanamente una situación que permitió que Aarón hiciera lo que Moisés podía haber hecho. En la vida de iglesia, no debemos hacer todo por nosotros mismos. Por el contrario, debemos dejar que otros hagan lo que nosotros podemos hacer. No obstante, esto no significa que debamos estar ociosos. Por el contrario, significa que en una relación complementaria estamos restringidos, equilibrados y humillados.

Esta restricción es una salvaguardia y una protección. No existe protección más grande en nuestra vida espiritual que el complemento de un hermano. Cuanto más somos complementados con otros, más somos protegidos.

B. El corte de la esposa

En 4:24-26, vemos que Séfora fue usada por Dios para hacer de Moisés “un marido de sangre”. El complemento es algo objetivo, pero el corte es muy subjetivo. En la Biblia, el varón representa la verdad objetiva, mientras que la mujer representa la experiencia subjetiva. Por tanto, el complemento de Aarón era exterior y objetivo, pero el corte de Séfora era interno y subjetivo.

Si deseamos ser usados por el Señor en Su recobro, debemos llevar la señal de que hemos sido cortados. Esto no significa que debemos hablar del corte que hemos experimentado. Por el contrario, significa que debemos llevarlo en silencio. Que los demás digan que hemos sido cortados. En Éxodo 4, fue Séfora, y no Moisés, quien dijo que él era un “marido de sangre”.

Tanto en la vida de iglesia como en la vida matrimonial, debemos ser este “marido de sangre”. Si un hermano desea ser llamado verdaderamente por Dios, debe ser cortado de una manera subjetiva. Aprendemos mucho por medio del corte. A veces mi esposa me corta al restringir mi comida. Este corte me mantiene sano y me impide caer en extremos. Debido a su corte útil, no puedo satisfacer mis apetitos carnales en la comida. Por tanto, el corte (de Séfora) me impide vivir según la vida natural.

Fuera del recobro, es difícil que un grupo de cristianos permanezcan juntos por más de quince años porque nadie está dispuesto a ser cortado. En lugar del corte, usan la diplomacia. Las personas dispuestas a ser cortadas son las únicas que Dios puede usar. Toda persona útil es un “marido de sangre”. A diario y a toda hora, debemos experimentar la circuncisión de la vida natural. No es suficiente ver simplemente que somos pecaminosos. Nuestra vida natural también debe ser circuncidada, por nuestros familiares o los hermanos y las hermanas en la iglesia. Estoy dispuesto a ser cortado (restringido). Yo me presento con todo gusto a aquellos que me cortan. Este corte es el último aspecto del llamado de Dios. Solo después de haber sido cortados podemos llevar a cabo la comisión de Dios. Después de que Moisés fue cortado, él fue verdaderamente útil en las manos de Dios.

Cuando comparamos los aspectos del llamado de Dios en Éxodo 3 y 4 con el relato del Nuevo Testamento, vemos que todo lo que experimentó Moisés, Pablo también lo experimentó. Además, todo eso debe ser nuestra experiencia hoy: Debemos tener la visión de la zarza ardiente, el Dios Triuno ardiendo dentro de Sus redimidos y sobre ellos, este es el punto de enfoque de la revelación divina en las Escrituras. Entonces necesitamos conocer quien es Dios y lo que Él es. Además, necesitamos conocer al diablo, la carne, y el mundo. Después de eso, necesitamos el complemento y el corte. Si estamos dispuestos a vivir la experiencia subjetiva de la circuncisión en nuestra vida natural, entonces viviremos por la vida de resurrección, seremos útiles en las manos del Señor para cumplir Su propósito eterno, y estaremos preparados para llevar a cabo la comisión de Dios. Que todos los aspectos del llamado de Dios sean nuestra experiencia hoy en el recobro del Señor. 

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