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jueves, 26 de julio de 2012

SÓLO LOS COMPRADOS Y CIRCUNCIDADOS PUEDEN DEJAR DE OBRAR Y SÓLO COMER / (E.V. Éxodo, Witness Lee)


¿Trabajas por la salvación o descansas en la salvación?

ESTUDIO-VIDA DE ÉXODO

MENSAJE VEINTICINCO

LA PASCUA

(3)

Lectura bíblica: Ex.12:11-28, 43-51; 13:2-11; 1 Co. 5:7-8

2. No debían trabajar el primer día
ni el séptimo, sólo podían comer

Éxodo 12:16 dice: “El primer día habrá santa convocación, y asimismo en el séptimo día tendréis una santa convocación; ninguna obra se hará en ellos, excepto solamente que preparéis lo que cada cual haya de comer”. Este versículo dice que en el primer y en el último día de la Fiesta de los Panes sin Levadura no se podía hacer ningún trabajo. Esto significa que en el disfrute de la salvación de Dios, no queda ningún lugar para nuestro trabajo. Debemos aprender a dejar nuestras obras. Debemos parar toda clase de trabajo. No tome la resolución de ser un marido cariñoso, una esposa sumisa o un hijo que honra a sus padres. Todo eso es obra humana. La única cosa que se nos permite hacer es comer. Esto indica que mientras participamos de la salvación de Dios, sólo queda lugar para el disfrute y no para la labor. No intente hacer nada, sólo coma y disfrute.

La situación del cristianismo actual es totalmente opuesta. En lugar de comer, trabajan. Se dan muchos sermones exhortando a la gente a empeñarse en diferentes clases de labor. Esto contradice el principio de la salvación de Dios. La salvación de Dios no nos permite hacer ninguna obra.

Debido a nuestra naturaleza serpentina, inmediatamente después de ser salvos y reavivados, decidimos hacer ciertas cosas. Algunos deciden no perder su calma; otros deciden ser humildes. Pero el Señor no permite esta clase de labor. En la salvación de Dios, sólo se nos permite comer.

En contraste con los escritos de las religiones humanas, la Biblia exhorta al pueblo de Dios a que no haga nada aparte de comer en el primer y en el último día de la fiesta. Si los hijos de Israel trabajaban en ese día, habrían quebrantado el principio de la salvación de Dios. La salvación es nuestro disfrute; no requiere nuestra labor ni obras. No obstante, aun muchos cristianos fervientes son cortados de la comunión espiritual simplemente porque están empeñados en tanta labor. Añadir labor humana a la salvación de Dios equivale a insultar a Dios y cortarnos de la comunión.

Nos parece difícil dejar de trabajar y seguir comiendo. En lugar de comer sin trabajar, tenemos la costumbre de trabajar sin comer. Algunos quizás se quejan de demasiada comida espiritual. Tal vez digan que están cansados de tanto comer. Hace algún tiempo oíamos esta clase de conversaciones entre nosotros. Esta clase de conversación proviene del diablo, el enemigo de Dios. En cuanto se pronuncia algo en contra de comer al Señor, es seguido por una sugerencia de laborar o de empeñarnos en cierta actividad. ¡Qué contradicción más diabólica al principio de la salvación de Dios! Repito: la salvación de Dios requiere que dejemos nuestra labor y que lo único que hagamos sea comer.

Hasta la oración puede convertirse en una obra que Dios prohíbe. Algunos santos tal vez decidan pasar más tiempo en la oración. En ese caso, su oración puede convertirse en una obra que quebranta el principio de la salvación de Dios. Yo le diría a las personas que deciden orar de esta manera: No permitan que la oración se convierta en una labor. En lugar de orar de una manera natural, usted debe comer de los panes sin levadura”.

Cuando joven, me empeñaba en hacer muchas obras para el Señor. Leía libros acerca de cómo ser santo, cómo orar y cómo vencer al pecado. Estos libros me alentaron a laborar y a hacer algunas cosas. Un día fui iluminado en cuanto a que Dios no desea que laboremos, Él quiere que comamos. Si deseamos tener un banquete de Él debemos parar nuestras acciones.

Supongamos que un hermano le invita a usted a su casa para celebrar. No obstante, después de llegar, usted pasa mucho tiempo trabajando para él. Usted corta el pasto, poda los árboles y lava las ventanas. Pero toda su obra es una ofensa para este hermano. Lo que él desea es que usted se siente a la mesa y celebre con él. Cuanto más celebre, más feliz él será.

Todos debemos aprender a abandonar nuestra labor natural. No obstante, esto no es fácil de hacer. Mientras abandonamos nuestras acciones, debemos mantener nuestra comida. Pero si no comemos, debemos dejar de laborar. La mayoría de los cristianos laboran sin comer, pero debemos aprender a comer sin laborar. Abandonemos nuestra labores, pero sigamos comiendo.

F. Ningún extraño
ni jornalero comerá de ella

Éxodo 12:43 dice: “Esta es la ordenanza de la Pascua, ningún extraño comerá de ella”. El versículo 45 declara: “El extranjero y el jornalero no comerán de ella”. Estos versículos indican que los extranjeros y los jornaleros no podían comer la Pascua. En el Antiguo Testamento, los extranjeros representan dos categorías de gente: los incrédulos y el hombre natural. Podemos estar de acuerdo en que los incrédulos son extranjeros pero quizá no estemos de acuerdo en que nuestro hombre natural también es extranjero y no debe participar de la Pascua. De hecho, nuestro hombre natural no difiere de un incrédulo, pues nuestra vida natural siempre está dispuesta a seguir el camino del incrédulo. Por tanto, el hombre natural y los incrédulos pertenecen a la misma familia.

Note que en Éxodo 12, el hombre natural es el extranjero relacionado con el jornalero. Un jornalero es aquel que sirve por un salario, por una compensación. El hombre natural siempre trabaja para Dios a fin de recibir una compensación. Esto es muy común en el cristianismo actual. En su mayor parte, el cristianismo se ha convertido en una religión en la cual se contratan extranjeros que laboran por un salario. Un jornalero puede recibir salario, pero con él no hay ninguna gracia, fe, ni disfrute. Si intentamos disfrutar de la Pascua según el principio del jornalero, veremos que no tenemos ninguna posición que nos permita participar de ésta.

Los que laboran como jornaleros piensan que ellos laboran y Dios les paga su salario. Pero en Romanos, Pablo indica que no debemos laborar por nuestra salvación. Romanos 4:4-5 dice: “Ahora bien, al que obra no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; más al que no obra, sino que cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia”. Hablando de la selección por gracia, Pablo declara en Romanos 11:6: “Más si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia”.

En Gálatas 4:7, nosotros los que creemos en Cristo ya no somos jornaleros sino hijos. Los hijos disfrutan simplemente de la vida familiar. No laboran como jornaleros para participar de este disfrute. Nuestro disfrute de la salvación de Dios se conforma al principio de la gracia gratuita, y no al principio del jornalero que labora para recibir una recompensa. En cuanto a la salvación, nuestra labor no significa nada. Dios nos permite disfrutar de la Pascua no como un salario, sino solamente como un don gratuito de la gracia.

Queda claro que el hombre natural no puede disfrutar de Cristo como la Pascua. Si la persona todavía está en el hombre natural, no ha llegado al mes de Abib, que significa el brote y el retoño. Esto significa que él no ha experimentado un nuevo comienzo en Cristo. Con esta persona, no hay brote de vida divina por medio de la regeneración. Tener un nuevo comienzo significa dejar de ser extranjero, dejar de ser un hombre natural. Por el contrario, significa ser regenerado y llegar a ser una nueva creación en Cristo (2 Co. 5:17).

No participe de la Pascua como hombre natural ni como jornalero, y no tenga la actitud de laborar por Dios esperando ser pagado. No recibimos la salvación de Dios por nuestra labor. Si permanecemos en el hombre natural o nos consideramos como jornaleros que laboran para recibir una recompensa, no tenemos ningún derecho de participar de la Pascua.

G. Todo siervo comprado por dinero
y circuncidado comerá de ella

Los extranjeros y los jornaleros no podían participar de la Pascua, pero los siervos comprados y circuncidados si podían (12:44, 48). Ser comprado significa ser redimido. No somos jornaleros, pero hemos sido comprados por el Señor para ser Sus esclavos. Estábamos perdidos pero Él pagó el precio para comprarnos de nuevo. Esto significa que hemos sido redimidos, comprados y devueltos a Él. Por tanto, ya no somos extranjeros, sino personas redimidas. Ya no somos el hombre natural, sino que hemos sido comprados.

La redención de Cristo no incluye la vida natural. Al contrario, Su redención termina con el hombre natural al ponerlo en la Cruz. Cristo redime solamente a las personas que han sido acabadas por Su Cruz. Esto es representado por la circuncisión.

¿Se considera usted como un jornalero o como alguien que ha sido comprado? A muy pocos les gusta pensar que han sido comprados. Alguien que ha sido comprado en realidad es un esclavo. Esta es la razón por la cual dentro de nosotros mismos, preferimos ser jornaleros. Si somos contratados por cierta persona para laborar por él, estamos dispuestos a hacer el trabajo siempre y cuando estemos contentos con el que nos contrata. Pero si no estamos contentos, podemos renunciar y trabajar con alguna otra persona. Pero una persona comprada como esclavo, no tiene ningún derecho de poder renunciar.

Una vez más vemos que la manera del hombre natural contradice lo que desea Dios. En la redención de Dios, no somos jornaleros sino personas compradas. Todo aquel que se considera un jornalero no tiene ninguna participación en la redención de Dios. Si queremos disfrutar de la redención de Dios, debemos tomar nuestra posición como aquellos que han sido comprados por Él.

Es fácil decir de una manera doctrinal que hemos sido comprados. Pero en nuestra práctica diaria, quizás vivamos como jornaleros. El apóstol Pablo sabía que él era un esclavo de Cristo Jesús (Ro. 1:1). Él no se consideraba a sí mismo como una persona contratada para laborar por el Señor. En contraste con muchos pastores y ministros, Pablo sabía que él no tenía ningún derecho de renunciar a servir al Señor.

Espiritualmente hablando, ser un jornalero consiste en laborar en nuestra vida natural para recibir una recompensa. Pero según el principio espiritual, ser una persona comprada consiste en servir al Señor en redención. Una persona comprada es una persona que ha estado perdida, que ha sido comprada, y que ha sido acabada por la Cruz. Esta es la clase de persona que ha sido redimida por Dios. Esta persona está calificada para comer la Pascua.

Éxodo 12:44 dice: “Más todo siervo humano comprado por dinero comerá de ella, después que lo hubieres circuncidado”. El versículo 48 habla también de la circuncisión: “Más si un extranjero morare contigo, y quisiere celebrar la Pascua séale circuncidado todo varón, y entonces la celebrará para Jehová, y será como uno de vuestra nación; pero ningún incircunciso comerá de ella”. Todos los redimidos deben ser circuncidados. Espiritualmente hablando, ser circuncidado consiste en que la vida natural sea eliminada por la Cruz. Fuera de la circuncisión, no hay ninguna redención. Por esta razón, los redimidos están relacionados con la circuncisión. Los que han sido circuncidados han sido terminados por la Cruz. Pablo lo presenta como la verdadera circuncisión (Fil. 3:3). Los extranjeros son los jornaleros, mientras que las personas compradas son los circuncisos. Los circuncisos no ejercitan la vida natural para laborar por Dios. Dios no quiere que laboremos por Él; Él desea que seamos circuncidados. La obra según nuestra vida natural sólo puede producir a Ismael. Nuestra fuerza en producir a Ismael debe ser cortada mediante la circuncisión.

Si deseamos recibir correctamente la salvación de Dios, debemos ser comprados y circuncidados. Durante su conversión, un pecador debería arrepentirse, confesarse, y creer en el Señor Jesús. Simultáneamente él debe comenzar a aborrecer su vida natural y darse cuenta de que esa vida debe ser sepultada. Esta es la razón por la cual una persona debe ser bautizada en cuanto cree en el Señor Jesús. Ser bautizado significa darse cuenta de que la vida natural sirve únicamente para la sepultura. Cuando un nuevo creyente entiende esto, está consciente de que ha sido comprado y circuncidado. No obstante, muchos cristianos contemporáneos han recibido la salvación de Dios ciegamente sin darse cuenta de que deben ser comprados y circuncidados.

Todos estos detalles relacionados con la Pascua muestran la manera correcta de aplicarla. Si estos detalles no fuesen necesarios, la Biblia no los incluiría. Estos detalles también están en el Nuevo Testamento, pero nos resulta bastante difícil encontrarlos. No obstante, son descritos claramente en el cuadro de la Pascua en el libro de Éxodo. Le damos gracias al Señor porque fuimos comprados y circuncidados y comemos la Pascua según los principios de Dios.

H. Continuaron el disfrute del cordero pascual mediante el éxodo fuera de Egipto como el ejército de Dios

Éxodo 12:51 concluye: “Y en aquel mismo día sacó Yahweh a los hijos de Israel de la tierra de Egipto por sus ejércitos”. Este versículo indica que la redención completa de Dios produce un ejército. Después de aplicar la Pascua conforme a todos los principios que Dios ha dado, debemos continuar nuestro disfrute de la Pascua al emprender un éxodo fuera de Egipto y convertirnos en el ejército de Dios, que combate por sus intereses en la Tierra. Debemos continuar nuestro disfrute de salvación al salir del mundo y formar parte del ejército del Señor. Este es el significado de la palabra éxodo. ¡Qué cuadro tan completo de la salvación de Dios vemos en el libro de Éxodo! Cuando aplicamos a Cristo como nuestra Pascua hoy, necesitamos todos los principios mencionados en el relato de la Pascua en el libro de Éxodo.

V. EL JUICIO DE DIOS SOBRE LOS PRIMOGÉNITOS

Éxodo 12:12 dice: “Pues yo pasaré aquella noche por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, así de los hombres como de las bestias”. Algunos se preguntarán por qué Dios mató únicamente a los primogénitos. Cuando yo era joven, esto me perturbaba. Me preguntaba si esto significaba que los primogénitos eran malignos y que los otros eran buenos. En aquel tiempo no conocía los principios espirituales. Más tarde, aprendí que los primogénitos incluyen a todos los que están en Adán. Adán, el primer hombre, era en realidad el primogénito (1 Co. 15:45a). Puesto que Adán era el primer hombre, el primogénito, incluye a todos los que están en Adán. Al contrario, el segundo se compone de todos aquellos que están en Cristo, pues Él es el segundo hombre (1 Co. 15:45b). Verdaderamente, los que creemos en Cristo, somos los segundos en nacer. No obstante, dentro de nosotros está todavía el elemento del primogénito. Estamos bajo la sangre de Cristo, pero la sangre no redime nada relacionado con el primogénito. Por esta razón, debemos condenar todo lo que está dentro de nosotros que se relacione con el primogénito, es decir, con Adán. Eso significa que una vez más, debemos condenar la vida natural.

En realidad las palabras primogénito y extranjero describen la misma cosa. Son sinónimos que describen al viejo hombre y la vida natural. Podemos decir que el viejo hombre es el primogénito y que nuestro hombre natural con la vida natural es un extranjero. Pero en realidad ambos son uno. Cuando aplicamos a Cristo como la Pascua, debemos condenar al viejo hombre y también al hombre natural, Debemos rechazar al primogénito y también al extranjero. En la fiesta de la Pascua de Dios, no queda ningún lugar para el viejo hombre ni para la vida natural.

Debemos tomar esto no sólo como doctrina, sino como práctica y experiencia. Si aplicamos esto a nuestra experiencia de manera práctica, nos daremos cuenta que todavía queda algo del viejo hombre y de la vida natural dentro de nosotros. Esto nos impide aplicar la Pascua de una manera completa y correcta. Todavía nos aferramos al hombre viejo y a la vida natural. Esto significa que el primogénito y el extranjero todavía están dentro de nosotros. Por consiguiente, no podemos aplicar completamente la Pascua, porque Dios no permite que el viejo hombre ni la vida natural participen de Su Pascua. Este es el principio en cuanto al juicio de Dios sobre los primogénitos.

VI. EL JUICIO DE DIOS SOBRE LOS DIOSES DE EGIPTO

En 12:12, el Señor dijo también: “Ejecutaré mis juicios en todos los dioses de Egipto”. Este versículo es muy importante. Sin esta parte no entenderíamos que en la noche de la Pascua, Satanás y todos sus demonios también fueron juzgados. Los primogénitos constituían Egipto (mundo), mientras que los dioses constituían el reino de Satanás. Durante la Pascua, ambos fueron juzgados.

Es posible hacer una lista de cosas que no se permitían al participar de la Pascua. No podía haber levadura, labor, extranjeros, jornaleros, primogénitos, ni dioses egipcios. Esto significa que no hay ningún lugar para el pecado, las acciones humanas, la vida humana, el viejo hombre, el mundo, ni Satanás. Estas cosas no solo están descritas en el cuadro de la Pascua en Éxodo, sino que se revelan claramente en el Nuevo Testamento. Cuando celebramos la Pascua según los principios específicos ordenados por Dios, entonces la aplicamos correctamente. ¡Alabado sea el Señor por este cuadro completo de la Pascua, la redención completa de Dios!

Además de esta lista de cosas negativas, podemos hacer una lista de cosas positivas incluidas en la Pascua: el cordero, la casa, los panes sin levadura, las hierbas amargas, el hisopo, la faja, los zapatos y el bordón. Todas estas cosas componen la Pascua. El resultado de estas cosas positivas es el ejército de Dios. Nosotros los que disfrutamos a Cristo como la Pascua finalmente nos convertimos en un ejército que combate por el Reino de Dios en la Tierra. Como hemos mencionado, la Pascua finalmente produce un ejército que combate por los intereses de Dios.

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