(Tomado del: ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS-MENSAJE QUINCE-LA IGLESIA EN FILADELFIA: ARREBATADA ANTES DE LA GRAN TRIBULACIÓN Y PUESTA COMO COLUMNA EN EL TEMPLO DE DIOS.Los resaltados no son del autor. Véase estudio completo en: http://www.librosdelministerio.org/books.cfmid=%24%2E%3E%3C%21B%40%20%20%0A)
Filadelfia no niega el nombre del Señor
En el versículo 8 el Señor también dice que la iglesia en Filadelfia no había negado Su nombre. Desde que surgieron los Hermanos en Inglaterra, a principios del siglo diecinueve, no han tomado ningún nombre que no sea el nombre del Señor. La palabra del Señor es Su expresión y Su nombre es El mismo. La iglesia apóstata se desvió de la palabra del Señor y se volvió a la herejía. Aunque la iglesia reformada recobró la palabra del Señor hasta cierto punto, ha negado el nombre del Señor al ponerse otros nombres, tales como luteranos, wesleyanos, anglicanos, presbiterianos y bautistas. La iglesia recobrada no sólo ha regresado por completo a la palabra del Señor, sino que también ha abandonado todos los demás nombres que no sean el nombre del Señor Jesucristo. La iglesia recobrada le pertenece exclusivamente al Señor, y no tiene nada que ver con ninguna denominación (ningún nombre). Desviarse de la palabra del Señor es apostasía, y denominar a la iglesia con cualquier otro nombre que no sea el del Señor es fornicación espiritual. La iglesia, como virgen pura desposada con Cristo (2 Co. 11:2), no debe tener otro nombre que no sea el de su Marido. Todos los otros nombres son una abominación a los ojos de Dios. En la vida de iglesia recobrada no hay lugar para la enseñanza de Balaam (2:14), ni la de los nicolaítas (2:15), ni la de Jezabel (2:20), ni las doctrinas misteriosas de Satanás (2:24); sólo existe la palabra pura del Señor. ¡Amén! La iglesia recobrada no tiene denominaciones (nombres); sólo tiene el nombre del Señor Jesucristo. Desviarse de la palabra, adherirse a las herejías y exaltar muchos otros nombres que no sean el de Cristo son las señales más notorias del cristianismo degradado. Regresar a la palabra pura apartándose de todas las herejías y tradiciones, y exaltar el nombre del Señor abandonando cualquier otro nombre constituye el testimonio más animante en la iglesia recobrada. Por esta razón la iglesia en el recobro del Señor tiene la revelación y la presencia del Señor y lo expresa de una manera viva, llena de luz y con las riquezas de vida.
No necesitamos nombres como luteranos, metodistas, bautistas, episcopales, presbiterianos ni ningún otro, puesto que tenemos un nombre que es suficiente, el nombre que es sobre todo nombre. Tenemos solamente un nombre: el nombre de nuestro Salvador, el Señor Jesucristo, el Hijo de Dios. Es un asunto serio adoptar un nombre. Suponga que usted es la señora González. Si usted se llama a sí misma la señora García, esto indica que ha cometido adulterio. La iglesia debe tener un solo esposo, un solo nombre, el nombre de Jesucristo. En cierta ocasión algunos amigos de las denominaciones me preguntaron: “¿Por qué ustedes se llaman la iglesia?” “¿Por qué dicen que nosotros no somos la iglesia?” Contesté: “Ustedes se llaman presbiterianos. Eso no es culpa mía, ustedes se han autodenominado así. Si ustedes son la iglesia, ¿por qué se designan con ese nombre? ¿Es usted la señora González? ¿Entonces por qué se llama señora García? Cuando le llamo a usted señora García, y digo que yo soy la señora González, usted se pone celoso. No me censure por eso, es usted quien se da el nombre de señora García”. Después de esto, todas las bocas callaron. No piense que un nombre es una cosa pequeña. Hemos sido salvos en el nombre del Señor. Nunca debemos tomar ningún nombre aparte del Suyo. Jorge Whitefield, contemporáneo de Juan Wesley, una vez declaró que además del nombre de Jesucristo él no tendría otro nombre. Aunque Whitefield era inglés, se rehusó a llevar el nombre de la Iglesia de Inglaterra, y jamás volvió a pertenecer a ese nombre. La iglesia en Filadelfia no niega el nombre del Señor, y no tiene otro nombre excepto el de El.
Algunos han discutido con nosotros diciendo: “No hemos negado nunca el nombre del Señor”. A lo cual replicamos: “Si bien es cierto que ustedes nunca han negado el nombre del Señor, también es cierto que han tomado otro nombre además de Su nombre, e incluso lo ponen por encima del nombre del Señor. Ahora tienen dos nombres. ¿Por qué no abandonan el otro nombre que han tomado? Si ustedes abandonan ese otro nombre, entonces podremos ser uno. Todos los otros nombres causan divisiones. Usted se llama presbiteriano. Aborrezco ese nombre, porque si lo tomo me hace un fornicario. De manera que a ustedes les agrada pero yo lo aborrezco; si ustedes continúan asidos a él, ¿cómo podemos nosotros ser uno? Pero si abandonan ese nombre, inmediatamente seremos uno en el único nombre, el nombre del Señor Jesucristo”. Algunos dicen que el nombre que cuelgan en el edificio donde se reúnen no es más que un letrero, y que a ellos en realidad no les interesa. Si no les interesa, deberían probar que es cierto quitándolo. Algunos dicen que no se puede hacer debido a la oposición de los dirigentes de la “iglesia”. Mi respuesta fue: “Entonces tienen que aceptar que ustedes son los responsables de la división”.
EL SOMETIMIENTO DE LA RELIGION JUDIA
El versículo 9 dice: “He aquí, voy a hacer que los de la sinagoga de Satanás, los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten... he aquí, voy a hacer que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que Yo te he amado”. Las sinagogas judías se aferran al judaísmo, el cual comprende la mediación de los sacerdotes, las ordenanzas de la letra, el templo físico y las promesas terrenales. La iglesia recobrada ha derrotado al judaísmo exponiendo el error de los judíos de aferrarse a las cuatro cosas mencionadas, y ha hecho que ellos reconozcan que el Señor ama a la iglesia. Como dijimos en el mensaje once, los judaizantes eran judíos en la carne pero no en el espíritu. Por su obstinación y apego a sus tradiciones y conceptos, se hicieron uno con Satanás y se opusieron al camino de vida con el cual Dios cumpliría Su propósito. En consecuencia, el Señor los llama “sinagoga de Satanás”. Sin embargo, de acuerdo con la epístola a la iglesia en Filadelfia, los judíos opositores son subyugados ante la iglesia, y reconocen que el Señor ama a la iglesia.
En la actualidad todas las denominaciones son en realidad sinagogas. ¿Sabe usted lo que es una sinagoga? Como se revela en los capítulos doce, catorce, quince y dieciséis de Deuteronomio, la economía de Dios consiste en tener un solo y único templo en la tierra. El Señor ordenó a Su pueblo en Deuteronomio que no tuviera ningún otro centro de adoración que no fuera el que El escogiera. El lugar escogido fue Jerusalén, y allí Dios hizo construir el templo. Este único templo, no solamente demuestra que el testimonio de Dios debe ser uno solo, sino que también mantiene la unidad del pueblo. No obstante, el pueblo de Dios se degradó, y debido a esto, entró la división. Como resultado de esta división el pueblo de Dios fue dispersado, y perdió la unidad. Puesto que ellos tenían que seguir adorando a Dios, y puesto que no tenían derecho a construir el templo salvo en el sitio designado por Dios en Jerusalén, establecieron centros de adoración o sinagogas por todas partes. Una sinagoga es un centro de adoración degradado. Sólo debe haber un templo, pero hay muchas sinagogas, las cuales son divisivas. Este es un tipo o figura de la degradación de la iglesia. Cuando aplicamos esta tipología a la situación de la iglesia, vemos que en la economía de Dios la iglesia es una sola. La iglesia se dividió por causa de la degradación. En cada facción hay un centro de adoración. Estos centros de adoración han venido a ser las sinagogas de hoy. Así como el templo era uno solo pero había muchas sinagogas, asimismo la iglesia es una sola pero las denominaciones y grupos libres son muchos.
Cuando se escribieron las epístolas a las siete iglesias, la iglesia fue calumniada por la sinagoga judía (2:9). Pero al final la sinagoga comprendió que el Señor amaba a la iglesia en Filadelfia. Esto es una señal de la verdadera iglesia en Filadelfia que el Señor levantó hace ciento cincuenta años. En la última parte de la década de los años 1820, surgieron en Inglaterra los Hermanos, como el cumplimiento de la iglesia en Filadelfia. En ese entonces, ellos estaban rodeados, no por las sinagogas judías, sino por las sinagogas de las denominaciones, las cuales los criticaron y los calumniaron. En estos últimos cincuenta años, también nosotros hemos sido objeto de calumnias y rumores, y hasta la fecha circulan muchos rumores y calumnias sobre nosotros. Esos rumores y calumnias se originan en las sinagogas de hoy. Sin embargo, es innegable que el Señor ama el recobro, y al final todos los calumniadores reconocerán este hecho.
Algunos calumniadores dicen: “No podemos explicar por qué ellos son tan prevalecientes”; otros dicen: “Ellos verdaderamente entienden la Biblia”; otros confiesan: “Ellos siempre tienen nueva luz”. Cualquier luz y entendimiento que nosotros tengamos, es una bendición que viene del que tiene la llave de David. No me jacto de mí mismo, sino de las bendiciones del Señor. La presencia del recobro del Señor en este país no es obra del hombre. ¿Quién puede hacer tal cosa? Ciertamente yo no puedo. Con el tiempo, todos los que critican el recobro del Señor serán sometidos, y comprenderán que Jesucristo nos ama. Espere un tiempo y verá más claramente cuánto ama el Señor Sus iglesias. El vindicará Su iglesia ante todas las denominaciones. Nuestra obra no es la obra común que hacen en la cristiandad, ni tampoco una actividad bajo el control humano. No, ésta es la obra del recobro del Señor. Este es el deseo que Dios tiene en Su corazón, y El se complace en él. Cuando la gente toca este asunto, toca la niña de Sus ojos. El Señor ama a Filadelfia, y los opositores judíos de la sinagoga de Satanás fueron sometidos delante de la iglesia debido a que el amor del Señor por Su iglesia fue dado a conocer a las sinagogas.
Lo guardará de la hora de prueba
El versículo 10 dice: “Por cuanto has guardado la palabra de Mi perseverancia, Yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre toda la tierra habitada, para probar a los que moran sobre la tierra”. “La palabra de Mi perseverancia” es la palabra de los padecimientos del Señor. El Señor hoy continúa sufriendo rechazo y persecución con paciencia. Nosotros somos copartícipes no sólo de Su reino sino también de Su perseverancia (1:9). Por consiguiente, la palabra que nos da hoy es la palabra de perseverancia. Para guardar la palabra de Su perseverancia, debemos experimentar el rechazo y la persecución que El sufrió.
“La prueba” en este versículo denota indudablemente la gran tribulación (Mt. 24:21) “que ha de venir sobre toda la tierra habitada”, como lo indican la quinta, la sexta y la séptima trompetas con las siete copas (8:13—9:21; 11:14-15; 15:1; 16:1-21). El Señor promete a la iglesia recobrada que El la guardará “de la hora de la prueba” (no solamente de la prueba, sino de la hora de la prueba) porque ella ha guardado la palabra de Su perseverancia. Esta promesa del Señor, igual que la que hace en Lucas 21:36, indica que los santos que hayan guardado la palabra de la perseverancia del Señor serán arrebatados antes de la gran tribulación, lo cual implica que los que no guarden la palabra de Su paciencia serán dejados en la gran tribulación.
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