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jueves, 24 de mayo de 2012

ADÁN Y EVA versus CRISTO Y LA IGLESIA



ESTUDIO-VIDA DE GENESIS

MENSAJE DIECISIETE

DIOS SE FORJA COMO VIDA
EN EL HOMBRE


a) El trasfondo, 2:18-20

Dios creó los cielos para la tierra, y la tierra para el hombre. Luego creó al hombre para Sí mismo con un espíritu en el cual lo pudiera recibir a El. El hombre tipifica a Dios como el marido verdadero y universal que busca una esposa para Sí.

1) No es bueno que Dios esté solo

Después de crear al hombre, Dios dijo de él: “No es bueno que el hombre esté solo: le haré el auxiliar que le corresponde” (Gn. 2:18, heb.). A pesar de la perfección del hombre, no estaba completo. Por ejemplo, una cabeza humana es perfecta, pero sin el cuerpo está incompleta. Cada persona se asemeja a la mitad de una sandía. Por ser solamente media sandía, es incompleta. A pesar de ser perfecta, necesita su complemento. Se requieren las dos mitades de una sandía para completarla. Del mismo modo, un hombre y una mujer son como las dos mitades de una sandía, y juntos constituyen una unidad completa. Esta es la razón por la cual suelo aconsejar a los jóvenes que se casen. Si usted no está casado, está incompleto, por muy perfecto que sea. Por consiguiente, cuando Dios miró a Adán, fue como si le dijera: “Adán, eres perfecto, pero eres solamente la mitad de una unidad. Estás demasiado solitario. Te haré un complemento”.
El hombre tipifica a Dios, el verdadero marido universal. Dios estaba solo antes de hacer al hombre. No era bueno que Dios estuviera solo. A pesar de ser absoluta y eternamente perfecto, Dios no está completo. Decir que Dios es imperfecto es una blasfemia. Nuestro Dios es eternamente perfecto. No obstante, sin la iglesia El está incompleto. Sin la iglesia, El es como un esposo sin esposa o una cabeza sin cuerpo. Por consiguiente, cuando Dios dijo que no era bueno que Adán estuviese solo, daba a entender que El mismo estaba incompleto y que no era bueno que El estuviera solo. Adán necesitaba una esposa, y eso tipifica y describe la necesidad que tiene Dios de conseguir un complemento. Si vemos esto, se aclararán todos los aspectos de Génesis 2.

2) No había nadie semejante a Dios
que pudiera ser Su complemento

Dios formó del polvo de la tierra todo animal del campo y toda ave que vuela por el aire y los trajo a Adán (Gn. 2:19). Cuando Dios trajo un caballo a Adán, quizás éste haya dicho: “Es un caballo; este animal nunca podrá compaginarse conmigo porque tiene cuatro patas, mientras que yo tengo dos piernas”. Cuando Dios puso una vaca delante de Adán, tal vez Adán haya dicho: “Es una vaca; tiene dos cuernos. No se parece a mí y no puede ser mi complemento”. Dios presentó todos los animales a Adán, y Adán dio nombre a todo el ganado, a todas las aves del cielo, y a todos los animales del campo, pero no encontró entre ellos ningún complemento para sí (Gn. 2:20), ninguno que fuera compatible con él. Aunque Adán, con sabiduría, le dio nombre a todas las criaturas, él parecía decir: “Todas ellas están lejos de mí. No se parecen a mí. ¿Cómo podría alguna de ellas ser mi complemento?” En cierto sentido, Adán, después de dar un nombre a todas las criaturas, quedó desilusionado. En toda la creación no pudo encontrar a nadie que fuera compatible con él, que lo complementara. Pero Dios sabía exactamente lo que tenía planeado.
Luego Jehová Dios de una costilla tomada de Adán edificó una mujer, y la trajo a éste (Gn. 2:22). Cuando Adán despertó de su sueño y vio a Eva, dijo: “Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne” (Gn. 2:23). Aparentemente Adán decía: “Ella no es como todo lo anterior. Antes vi un león, un caballo, una paloma, una tortuga... Esta vez tengo delante de mí hueso de mis huesos y carne de mi carne. Ciertamente ésta es mi otra mitad, mi segunda parte. Este es mi complemento, pues es plenamente compatible conmigo”. Cuando él y Eva, las dos partes, se unen, llegan a ser una sola carne, una unidad completa. Así podemos ver que la esposa, Eva, era el complemento del marido, Adán. Sin Eva, Adán estaba incompleto. Eva fue sacada de Adán y volvió a Adán para que los dos llegaran a ser una sola carne. Si vemos eso, comprendemos el significado básico de la alegoría contenida en Génesis 2.
Así como Eva era el complemento de Adán, la iglesia es el complemento de Cristo. En figura, el cristianismo contiene muchas cosas que no son más que “caballos, vacas, tortugas y palomas” puesto que no proceden de Cristo y no armonizan con El. Los que fueron regenerados por Cristo y viven por El como iglesia, son los únicos que están a la par de Cristo y pueden ser Su complemento. Al ver eso, Cristo debe de decir: “Esta vez frente a Mí tengo hueso de mis huesos y carne de mi carne” (Ef. 5:30).

b. El proceso, 2:21-24

Ahora debemos considerar el proceso. ¿Qué hizo Dios para producir un complemento para Sí?

1) Se hizo hombre: creó a Adán

Un día Dios se hizo hombre (Jn. 1:14). Este hombre nació de una virgen en la ciudad de Belén y fue llamado Jesús. La encarnación de Dios fue tipificada por la creación del hombre. Antes de la creación no existía el hombre. Mediante la creación soberana llegó a existir el hombre. Asimismo, antes del nacimiento de Jesús en el pesebre de Belén, Dios era solamente Dios. Sin embargo, por la encarnación, El se hizo hombre. Este hombre era el verdadero Adán. El Adán de Génesis 2 era una fotografía (Ro. 5:14); con el nacimiento de Cristo en la carne, vino el verdadero Adán. La Biblia enseña que al Adán que estaba en el huerto se le llama el primer Adán, y al Señor Jesús, el verdadero Adán, se le llama el postrer Adán (1 Co. 15:45). Por ser el postrero, es el verdadero.

2) Pasó por la muerte: Adán durmió

Un día, al verdadero Adán se le hizo dormir en la cruz donde El durmió por seis horas, de las nueve de la mañana a las tres de la tarde (Mr. 15:25, 33). Este es el significado de la frase de Génesis 2: “Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán”, y “tomó una de sus costillas” a fin de edificar una mujer para él (Gn. 2:21). El sueño de Adán tipifica la muerte que Cristo sufrió en la cruz para producir la iglesia. Esta es la muerte de Cristo, la cual libera la vida, la imparte, la propaga, la multiplica y la reproduce, y es representada por un grano de trigo que cae en tierra para morir y crecer a fin de producir los muchos granos (Jn. 12:24), con los que se hace el pan, el cual es el Cuerpo, la iglesia (1 Co. 10:17). Al producir la iglesia de esta manera, Dios en Cristo se forjó como vida en el hombre. Primero, Dios se hizo hombre. Luego ese hombre con la vida y la naturaleza divinas, fue multiplicado mediante la muerte y la resurrección hasta ser los muchos creyentes que llegan a ser los muchos miembros que conforman la verdadera Eva, para estar a la par de El y ser Su complemento. Mediante ese proceso, Dios en Cristo se forjó en el hombre con Su vida y naturaleza para que éste fuese idéntico a El en vida y en naturaleza a fin de que armonizara con El como complemento Suyo.

3) Su vida brotó:
la costilla que fue extraída de Adán

Al final de la crucifixión de Cristo, los judíos, que no querían que los cuerpos de los criminales crucificados permanecieran en la cruz el día de sábado, pidieron a Pilato que fuesen quebradas las piernas de los condenados (Jn. 19:31). Cuando los soldados se presentaron delante de Jesús para quebrar Sus piernas, encontraron que ya había fallecido y que no necesitaban quebrarle los huesos. Esto cumplió la escritura que decía: “No será quebrado hueso Suyo” (Jn. 19:32-33, 36; Ex. 12:46; Nm. 9:12; Sal. 34:20). Sin embargo, los soldados le traspasaron el costado, y brotaron sangre y agua (Jn. 19:34). La sangre era necesaria para la redención (He. 9:22; 1 P. 1:18-19). ¿Qué representa el agua? En Exodo 17:6 vemos la tipología de la roca golpeada (1 Co. 10:4). Después de ser golpeada la roca, fue partida y de ella brotó agua viva. Jesús en la cruz fue herido con la vara de Moisés, es decir, con la ley de Dios. El fue quebrantado; Su costado fue abierto, y de ahí salió agua. Esta agua era el fluir de Su vida divina, que es la vida que produce la iglesia.
Esta vida fue tipificada por la costilla, un hueso sacado del costado abierto de Adán, del cual fue producida y edificada Eva. Por consiguiente, el hueso tipifica la vida divina representada por el agua que brotó del costado de Cristo. No fue quebrantado ninguno de Sus huesos. Esto significa que Su vida divina no puede ser quebrantada. Su vida física fue aniquilada, pero nada podía quebrantar la vida divina que emana de El para producir la iglesia.

4) Resucitó: Adán despertó

Después de que Dios terminara la obra de producir a Eva durante el sueño de Adán, éste despertó de su sueño. Así como el sueño de Adán tipifica la muerte de Cristo, su despertar representa la resurrección de Cristo. Después de despertar Adán, llegó a ser otra persona con Eva, quien provino de él. Después de resucitar Cristo, también llegó a ser otra persona con la iglesia, la cual brotó de El. Así como Adán despertó finalmente de su sueño para recibir a Eva como su complemento, Cristo también resucitó de los muertos para tomar a la iglesia como Su complemento.

5) Produjo la iglesia: Eva fue edificada

Cuando Adán despertó de su sueño, descubrió inmediatamente que Eva, quien fue edificada con Su costilla, estaba presente. Del mismo modo, cuando Cristo resucitó de los muertos (1 Co. 15:20), la iglesia fue producida con Su vida divina. Mediante Su muerte la vida divina que estaba en El fue liberada, y mediante Su resurrección esta vida divina liberada nos fue impartida a quienes creemos en El. Por consiguiente, la Biblia dice que fuimos regenerados por medio de Su resurrección (1 P. 1:3). El fue el grano de trigo que cayó en tierra, murió y produjo muchos granos (Jn. 12:24). Nosotros somos los muchos granos que fueron regenerados con Su vida de resurrección. Nosotros los regenerados que lo tenemos a El como vida y que vivimos por El, constituimos Su iglesia, la verdadera Eva, en resurrección.
Cuando Adán vio a Eva, dijo: “Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne” (Gn. 2:23). Cuando Cristo vio a la iglesia, El pudo haber dicho: “He visto las vacas, los leones, las tortugas, los peces y las aves, pero ninguno de ellos podía estar a Mi nivel. Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne, pues la iglesia es producida por Mi muerte y resurrección. La iglesia sale de Mí. La iglesia y yo podemos ser uno”.
Muchos cristianos hablan de la iglesia. Algunos dicen que la iglesia es un edificio material y hablan de ir a la iglesia. Después de ver el significado de la tipología de Adán y Eva en Génesis 2, jamás podremos llamar iglesia a un edificio físico. Un edificio material no es una iglesia; es una casa hecha de madera y ladrillos. Otras personas, con una visión más amplia, dicen que la iglesia es un grupo de cristianos verdaderos. No obstante, es posible que un grupo de cristianos verdaderos no constituya la iglesia. Todavía pueden ser el hombre natural constituido de muchos estadounidenses, chinos, japoneses y mexicanos. Esta congregación de hombres naturales no forma la iglesia.
¿Qué es la iglesia? La iglesia es parte de Cristo; no es nada menos que Cristo mismo. La iglesia es el elemento de Cristo que hay en los creyentes. Cuando se añade este elemento, que está en tantos creyentes, el resultado es la iglesia. La iglesia no se compone de estadounidenses, mexicanos, japoneses y chinos. La iglesia es la totalidad del Cristo que está en todos Sus creyentes. A pesar de ser regenerados, en realidad no somos miembros del Cuerpo de Cristo si vivimos y actuamos conforme a nuestra disposición natural. En tal caso podríamos decir que somos miembros de Su Cuerpo sólo en un sentido superficial. Cuando nos conducimos conforme a nuestra disposición natural podemos ser estadounidenses, judíos o chinos típicos, pero en efecto no somos miembros de Cristo. En realidad, ¿qué es un miembro de Cristo? Es una persona producida por el elemento de Cristo, quien es el Espíritu vivificante y está en el espíritu de la persona. Cristo como Espíritu vivificante mora en Sus creyentes. Cuando se añade el Cristo que está en los creyentes, la suma equivale a la iglesia. Por consiguiente, todos debemos despojarnos de nuestro viejo hombre. Debemos desechar toda la vida natural de tal manera que el Cristo vivo sea expresado desde nuestro espíritu. Entonces seremos verdaderamente la iglesia. En la iglesia, en el nuevo hombre, no hay griego, ni judío, ni bárbaro, sino que Cristo lo es todo en todos (Col. 3:11). Expresar algo que no sea Cristo no es la iglesia. “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Gá. 2:20). “Para mí el vivir es Cristo” (Fil. 1:21). ¡Esta es la iglesia! ¡Esto es ahora hueso de Sus huesos! Todo lo que sale de la vida natural del hombre, como por ejemplo las organizaciones humanas y toda clase de actividad humana, predominantes en el cristianismo, no constituye la iglesia y tampoco puede ser el complemento de Cristo, pues no está a la par de El. En figura, estas cosas no deben considerarse como Eva, sino como todas las demás cosas a las que Adán puso nombre.
Considere el cuadro descrito en los cuatro evangelios. Cuando el Señor Jesús vino como el postrer Adán y miró a los judíos fanáticos, El parecía decirles: “Este es un caballo y ésta es una tortuga”. En Mateo 16, El se volvió a Pedro y lo llamó “Satanás”. El Señor parecía decir: “No son Mi complemento. No corresponden a Mí. Nunca podrán ser Mi complemento”. Por consiguiente, el Señor Jesús tenía que morir. El debía dormir en la cruz para liberar Su vida y producir Su verdadero complemento, uno que fuese compatible con El. Después de despertar de la muerte a la resurrección, El vio la iglesia. En ese momento, y particularmente en el día de Pentecostés, El pudo decir: “Esto es ahora hueso de Mis huesos y carne de Mi carne”.
Sólo lo que procede de Cristo puede ser reconocido por El. Sólo lo que proviene de Cristo puede regresar a El y corresponder a El. Sólo lo que procede de la vida de resurrección de Cristo puede ser Su complemento, el Cuerpo de Cristo. Sólo lo que procede de Cristo y que es Cristo mismo puede ser uno con El.
Las epístolas revelan que después del día de Pentecostés se infiltraron muchas cosas negativas. Los animales, tales como el caballo y la tortuga aparecieron de nuevo. Por tanto, el Señor Jesús tuvo que decir otra vez: “Esto no es y aquello tampoco es”. Ahora El está esperando la boda venidera. En el día de la boda, El mirará a los vencedores y dirá: “Esto es ahora hueso de Mis huesos y carne de Mi carne”.
Mientras estamos en camino a la fiesta de bodas, debemos desechar todas las cosas naturales, las cosas del hombre natural, lo que no sea Cristo mismo. 
Yo he pasado por muchas cosas. Nací en el cristianismo y fui criado en él. Mientras pasaba por muchas cosas y las consideraba, la vida de resurrección dentro de mí decía de ellas: “Esto no es y aquello tampoco”. Un día toqué lo verdadero, y la vida de resurrección dentro de mí dijo: “¡Esto sí es!” Con frecuencia, aun entre nosotros, la vida interior dice: “Esto no es”, pero la vida de resurrección dice con más frecuencia: “Esto sí es”. Debemos oír la voz de Cristo, la vida de resurrección dentro de nosotros, y seguirla siempre.


6) Ser uno con el hombre:
Adán y Eva llegaron a ser una sola carne

En la tipología, Adán y Eva llegaron a ser una sola carne (Gn. 2:23-24). En la realidad, Cristo y la iglesia son un solo espíritu, porque todo el que se une al Señor es un sólo espíritu con El (1 Co. 6:17). En figura, todos los que creen en Cristo son “miembros de Su Cuerpo”. La unión matrimonial entre marido y mujer es un gran misterio “respecto de Cristo y de la iglesia” (Ef. 5:29-32).
Si tenemos esta visión al leer la Biblia, entenderemos el Cantar de los cantares: Cristo es nuestro amor y nosotros somos Su amada. También entenderemos todo el Nuevo Testamento en concordia con la vida, y no con un método natural ni según el conocimiento. Entenderemos que todos nacimos de nuevo y que fuimos creados de nuevo juntamente con Cristo, que ahora somos un solo espíritu con El y los unos con los otros, y que en la tierra ahora experimentamos una vida matrimonial con nuestro esposo, Cristo. No estamos meramente esperando el futuro; llevamos una vida matrimonial corporativa ahora. En cierto sentido, ya tenemos la vida matrimonial y vivimos con nuestro marido. En un sentido más amplio, sólo tenemos el anticipo ahora y estamos esperando el pleno disfrute del matrimonio venidero. Estas bodas se llevarán a cabo en Apocalipsis 19. Después de eso, la iglesia tendrá su consumación como la Nueva Jerusalén, la cual será la esposa completa de Cristo por toda la eternidad. Cristo y la esposa completa disfrutarán de la vida matrimonial por la eternidad. Por supuesto, esta esposa no será una persona individual, sino una expresión corporativa y edificada, la Nueva Jerusalén.
En Génesis 2 vemos la creación del hombre y el árbol de la vida, el cual denota a Dios como la vida del hombre y su provisión de vida. Mientras Dios se forja en el hombre, éste empieza a experimentar el fluir de la vida, y el fluir de vida contiene los materiales preciosos: el oro, las perlas y la piedra de ónice. Al final de Génesis 2 vemos la edificación de una mujer. Todos los materiales preciosos mencionados anteriormente en este capítulo sirven para que sea edificada esta mujer. Si tenemos solamente Génesis 2, no podemos entender esto de manera apropiada y clara. Pero al final de la Biblia también encontramos una mujer, la Nueva Jerusalén. Esta mujer es una ciudad edificada con oro, perlas y piedras preciosas. En Génesis 2 estos materiales se encontraban en el fluir de la vida, pero todavía no constituían un edificio. Al final de la Biblia, todos estos materiales constituyen una ciudad, que es la mujer final y eterna. En Génesis 2 podemos ver la Nueva Jerusalén prefigurada por Eva, y en Apocalipsis 21, podemos ver a Eva consumada en la Nueva Jerusalén, la esposa corporativa del Cordero, edificada con los tres materiales preciosos. Así que vemos de nuevo que casi todo lo que se encuentra en Génesis 1 y 2 constituye una semilla que crece en toda la Biblia y madura hasta ser una cosecha en el libro de Apocalipsis.
Hoy en día no estamos ni al principio ni al final: estamos en el camino. No estoy satisfecho estando en Efesios 5. Quiero estar en Apocalipsis 19:7-9, en la fiesta de bodas de Cristo. Si queremos estar allí, debemos desechar todas las cosas naturales: las vacas, las tortugas, los caballos, etc. Usted tal vez en su disposición natural parezca un caballo poderoso. Debemos desechar esta vida natural. Alabado sea el Señor porque dentro de nosotros tenemos otra vida, otro elemento, que es Cristo como Espíritu vivificante. Debemos vivir por esta vida, despojándonos del viejo hombre y vistiéndonos del nuevo hombre día y noche. De esta manera seremos transformados y conformados a Su imagen, preparados para la fiesta de bodas cuando regrese el Señor. Con el tiempo, seremos la Nueva Jerusalén, y se cumplirá plenamente el propósito eterno de Dios.

c. El resultado

1) Consiguió una Novia: Adán obtiene a Eva

El resultado del sueño de Adán, en el cual su costado fue abierto para extraer de allí una costilla, fue que él obtuvo a Eva como su complemento, quien estaba a la par de él. Esto significa que el resultado de la muerte de Cristo, cuando Su costado fue abierto para que Su vida divina fuera liberada, fue que El consiguió a la iglesia como Su complemento. Desde entonces Dios no está solo. Cristo obtuvo una novia que está a la par de El. Apocalipsis 21—22 revela que en la eternidad la Nueva Jerusalén como la consumación de la iglesia será la novia de Cristo, el pleno complemento de Dios, y estará a la par de El por la eternidad.

2) Uno con el hombre:
Adán y Eva llegaron a ser una sola carne

Adán y Eva llegaron a ser finalmente una sola carne, una unidad completa. Esta era una figura de Dios y el hombre perfectamente unidos. Dios desea ser uno con el hombre. El alcanzó esta meta por medio de la muerte y la resurrección de Cristo, lo cual produjo la iglesia, y ella representa la humanidad apropiada que está al nivel de El como esposo. En esta unión lo humano llega a ser uno con lo divino; esta unión perdurará eternamente. La Nueva Jerusalén venidera no será otra cosa que la unión de Dios con el hombre, una unidad viva y completa compuesta de lo divino y lo humano.

3) Vive con el hombre: Adán vivió con Eva

Adán y Eva, puesto que eran uno, vivían juntos. Esto muestra que Dios, el marido universal, vivirá con la humanidad regenerada para siempre. La vida matrimonial universal de Dios y el hombre se revela plenamente en Apocalipsis 21. En la eternidad, Dios en Cristo será el centro, la realidad y la vida del ser humano, y el hombre vivirá por Dios en Cristo como vida. El hombre expresará la gloria de Dios y ejercerá la autoridad de Dios sobre la nueva tierra. Dios y el hombre, el hombre y Dios, vivirán juntos en una vida matrimonial eterna.

En consecuencia, Génesis 1:1—2:3 es un cuadro del propósito de Dios, y 2:4-25 describe la manera en que se cumple el propósito de Dios. Estas dos secciones pueden considerarse como la reproducción de un plano arquitectónico. Lo abarcado entre Génesis 3 y Apocalipsis 20 se puede considerar como el proceso de edificación, y Apocalipsis 21 y 22 como una fotografía del edificio terminado.


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