TRADUCTOR-TRANSLATE

jueves, 16 de diciembre de 2010

LA ORACIÓN: Preparar el camino de Dios; por W. NEE.




La Oración: Preparar el camino de Dios


“Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual”. (Colosenses 1:9).

Un siervo del Señor ha dicho muy bien: "La oración es la vía para la obra de Dios." En efecto, la oración es para la voluntad de Dios lo que la vía es para el tren. La locomotora es una máquina de gran potencia, puede recorrer dos mil kilómetros en un día. Pero si no hay vía, no puede avanzar ni un metro. Si trata de ponerse en marcha sin vía, pronto se atascará en la tierra. Tiene la capacidad de recorrer grandes distancias, pero con todo, no puede ir a ninguna parte si primero no le han puesto la vía. Y así es la relación entre la oración y la obra de Dios. No creo que sea necesaria una explicación más detallada, pues espero que todos hayan podido darse cuenta del significado de esta comparación. Sin duda alguna Dios es todopoderoso y obra poderosamente, pero no puede obrar y no obrará si usted y yo no nos esforzamos mano a mano con El en oración, si no preparamos el camino para su voluntad y si no oramos "con toda oración y súplica" (Efesios 6:18), con el fin de lograr para el Señor la condición necesaria para obrar. Son muchas las cosas que Dios quiere hacer y le gustaría hacer, pero tiene las manos atadas porque sus hijos no le dan apoyo y no han orado para prepararle el camino.
Permítaseme decir a todos los que se han entregado completamente a Dios: Examínense a sí mismos para ver si en este asunto han estado limitando al Señor día tras día. Por lo tanto, nuestra labor más importante es preparar el camino del Señor. No hay ningún trabajo que pueda compararse a este trabajo. Para Dios hay muchas "posibilidades"; pero se convertirán en "imposibilidades" si los creyentes no abren caminos al Señor. Así pues, nuestras oraciones acordes con la voluntad de Dios deben aumentar considerablemente.
Oremos exhaustivamente, es decir, oremos hasta la certeza de la respuesta, hasta el fondo, en todas direcciones, para que la voluntad de Dios prospere en todos los aspectos. Aunque nuestras actividades entre los hombres son importantes, el que trabajemos con el Señor por medio de las oraciones que le ofrecemos, es mucho más importante.
La oración no es un intento de restaurar los designios del cielo. Es una idea muy equivocada la de creer que como Dios es inflexible, necesitamos, por medio de la oración, entrar con El en combate para "subyugarle" y hacerle cambiar de decisión. Cualquier oración que no esté de acuerdo con la voluntad de Dios carece de toda fuerza. Hemos de contender ante Dios como si estuviéramos en desacuerdo, sólo porque su voluntad está bloqueada por hombres o por el diablo y, por lo tanto, deseamos ardientemente que El ejecute su voluntad para que los designios divinos no se retrasen por causa de la oposición. Deseando así que se cumplan los designios divinos y orando, sí, y hasta luchando contra todo lo que se opone a su voluntad, preparamos el camino para que El lleve a cabo sus designios; sin permitir que nada que venga del hombre o del diablo prevalezca temporalmente. Es cierto, parece que estamos luchando contra Dios, pero en realidad tal lucha no es contra Dios, como si quisiéramos obligarlo a cambiar su voluntad para acoplarse a nuestros deseos; en realidad la lucha es contra todo lo que se opone a Dios, para que El haga su voluntad. Por lo tanto, debemos darnos cuenta de que no podremos orar como colaboradores de Dios a menos que sepamos realmente cuál es su voluntad. Habiendo entendido algo el verdadero significado de la oración, seamos doblemente cautos no sea que la carne entre subrepticiamente. Démonos cuenta de que si Dios enviara por sí mismo a los trabajadores, entonces, ¡Cristo no nos habría ordenado orar al Señor de la mies que enviara trabajadores! Si el nombre de Dios fuera santificado espontáneamente, si su reino viniera sin necesidad de nuestra cooperación, y si su voluntad se hiciera en la tierra en forma automática, el Señor Jesús nunca nos habría enseñado a orar de la manera que nos enseñó. Si El mismo fuera a volver sin necesidad de que su iglesia lo pidiera, el Espíritu del Señor no habría movido al apóstol Juan a reclamar a gritos su pronta vuelta. Si Dios Padre fuera a hacer que todos los creyentes fuesen uno en forma espontánea, ¿habría orado nuestro Señor a su Padre para que esto se realizara? Si trabajar de acuerdo con Dios no fuera esencial, ¿cuál sería la utilidad de la continua intercesión de nuestro Señor en el cielo? !Oh, comprendamos que la oración acorde con la voluntad de Dios es más vital que ninguna otra cosa! Porque Dios puede obrar solamente en los asuntos en que sus hijos le han dado apoyo. Dios rehúsa obrar en aquellas áreas en que no hay oración y donde la voluntad de su pueblo no está unida a su voluntad. La oración con unidad de voluntades es verdadera oración. El motivo más alto de la oración no es obtener la respuesta. Es unir la voluntad del hombre con la de Dios para que el Señor pueda obrar. Puede que algunas veces pidamos en forma incorrecta, y por eso nuestra oración quede sin contestar; mas con todo, si nuestra voluntad está unida a la de Dios, el Señor aún ganará, pues aprovechando nuestro acuerdo con El, todavía podrá el Señor llevar a cabo su voluntad.

Tomado de: “OREMOS” W. Nee

(Gracias de nuevo Debi, por esta perla que me envías vía Pilar Medrano)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Agradecemos cualquier comentario respetuoso y lo agradecemos aún más si no son anónimos. Los comentarios anónimos no serán respondidos.