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miércoles, 22 de junio de 2011

EL ESTIGMA DEL PROFETA, Néstor A. Martínez



El profeta muere sin ser justificado ante la gente. Porque él va a delante de la iglesia, predicándole a la iglesia cosas que la iglesia no entiende porque ella no las ve.


Pero no es hasta después de diez o quince años, donde obtienes una victoria y no sabes que fue porque el profeta te llevó por un camino que te salvó de una derrota que te esperaba diez años más adelante. Pero cuando tú llegas allí, Él ya anda en otra parte… Y tú ya ni te acuerdas que fue por lo que él te enseñó que ahora no te ha sucedido nada malo. Es decir que, una vez más y lo reitero: vive sin justificación por parte del pueblo. Aquellos que dicen ser profetas y andan buscando y esperando la honra popular, mucho me temo que se equivocaron de evangelio …

El profeta nunca es reconocido por la iglesia. El profeta generalmente es rechazado, repudiado y agredido por la iglesia.

Gente que está pagando el precio de la persecución por parte de la misma gente que luego va a disfrutar de lo que él está haciendo ahora y nadie entiende.

NÉSTOR A. MARTÍNEZ, en "Ya Salí de Babilonia ¿y Ahora qué?

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