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lunes, 7 de febrero de 2011

EL CORAZÓN DIVISIVO, por Carlos Jiménez Cortés.



EL CORAZÓN DIVISIVO




No sé como empezar para poder expresar lo que Dios me mostró una bendita mañana. No fue algo gratuito ya que largos años de disciplina han sido necesarios para quebrantar mi corazón orgulloso y altanero; pero gloria a Dios por su divina perseverancia, Él no cesará hasta circuncidar todos los corazones que ama, aunque sean tan divisivos como el mío.

Aquella mañana al despertar vino a mí un versículo que todos conocemos pero que jamás había visto, o por lo menos nunca lo había visto tan claramente. Sonaba en mi cabeza y lo podía deletrear con mis ojos, era como una pantalla en mi mente: "NADA HAGÁIS POR CONTIENDA NI VANAGLORIA, ANTES BIEN CON HUMILDAD, ESTIMANDO CADA UNO A LOS DEMÁS COMO SUPERIORES A TI MISMO, NO MIRANDO CADA UNO POR LO SUYO PROPIO, SINO CADA CUAL TAMBIÉN POR LO DE LOS OTROS" (Fil 2:3-4)

Pude ver claramente la intención de Pablo al escribir no solo este versículo sino toda su carta a los de Filipos.

Lo primero que se me dio a entender fue quienes eran los filipenses para Pablo y para explicarlo tengo que argumentar Fil 1:1, en el que vemos un encabezamiento diferente a las otras cartas, ya que con la excepción de las dirigidas a los tesalonicenses y la nota personal a Filemón, Pablo empieza todas sus cartas presentándose como "apóstol", presentando sus credenciales que le confieren a él el derecho a escribir y a sus destinatarios el de prestar atención; pero no lo hace con los filipenses, no hacía falta, sabía que sus cartas serían recibidas con expectación, respeto y mucho cariño. De todas las iglesias era la de Filipos la que estaba más en su corazón (vs.7 y 8 y 4:1: "hermanos míos amados y deseados, gozo y corona mía en el Señor"). Les escribe no como un "apóstol", sino como un amigo a sus amigos. Pablo se enorgullecía de no haber aceptado ayuda de ningún hombre o iglesia sino de los filipenses por lo que es fácil deducir que quizás Pablo les diera su enseñanza más sublime, no porque los amara más, sino por la estrecha confianza que tenía con ellos; habían sufrido persecuciones y cárceles (1:7) y a buen seguro que Pablo tuvo tiempo de enseñarles todas las doctrinas cuando estuvo con ellos y quizás por eso este libro no es doctrinal. De todas las cartas de Pablo podemos hacer doctrina pero de ésta no; ésta es una carta de vida, es más, es una carta de amor.

El énfasis en Filipenses es la UNANIMIDAD, pero no como la entendemos la mayoría de los hombres, quienes piensan en una unanimidad establecida conforme a un patrón que todos han de seguir a pies juntillas. Pero esa no es la clase de unanimidad a la que son llamados quienes somos de Cristo Jesús. Podemos leer y aprender todos lo mismo, nos podemos vestir todos igual, peinarnos igual, calzarnos igual, hablar igualito; pero eso no es UNIFORMIDAD y además, si es impuesta, se convierte en UNIFORMIDAD GUBERNAMENTAL, pero nunca unanimidad cristiana en el Espíritu.

El pensamiento central en esta carta es "aunque estoy en cadenas no estoy preso, pero vosotros no estando en cadenas si estáis presos": presos del "YO"; y dedica toda la carta para mostrarles el camino de la liberación.

El camino comienza cuando uno aprende a apreciar el incalculable valor que tiene para todo cristiano el grupo de hermanos que Dios le ha preparado para su edificación en el cuerpo de Cristo. Este es el jardín de Dios y en él hay pequeñas matas, pequeños arbustos, hay pinos, álamos, acacias y también altísimos cipreses y cedros; pero todos son los unos para los otros; unos renuevan la tierra, otros dan sombra, otros fruto, otros madera, otros reciben la luz primero..., pero todo es para todos.

Es por esto que Pablo dice que consideremos cada uno a los demás como superiores a uno mismo (2:3); los intereses de los demás, del cuerpo, han de ser para todos más importantes que los propios; en esto es en lo que tenemos que ser unánimes; siendo así todos seríamos saciados, todos daríamos y recibiríamos de los demás.

"Haya en vosotros este mismo sentir como lo hubo en Cristo Jesús el cual siendo en forma de Dios no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo..." (2:5-7) Aquí tenemos el sentir en el cual hemos de ser unánimes: todos hemos de despojarnos de nuestros intereses y mirar por los de los demás; así no habrá diferencias ni divisiones porque "el amor no busca lo suyo"; así, y solo así, se puede edificar el cuerpo de Cristo; fuera de esta actitud no puede haber edificación, porque si todos buscan lo suyo propio, si nos pasamos la vida luchando con "nuestros pecadillos", buscando un nivel de santidad que cada vez se hace más lejano, si sufrimos por que escasea el dinero, si nos ofendemos por cualquier cosita, si oramos pidiendo bendición y protección, si escudriñamos las Escrituras para saber más que los demás, si oramos para ser vistos, si nos preocupamos por el vestir, el comer, el parecer..., entonces somos hipócritas presumidos, preocupados en aparentar lo que no somos. Antes nos importaba el estar guapos, parecer ricos y anhelábamos el respeto y el reconocimiento de todos; y si ahora en la iglesia nos seguimos comportando igual, solo habremos cambiado el escenario, porque tendremos todo lo de antes, pero además queriendo parecer espirituales; y lo raro de todo esto es que no nos damos cuenta y estamos envueltos en todo lo que nos hace daño, viviendo en un mar de dudas, zarandeados de aquí para allá sin llegar a ningún sitio, peleando y juzgándolo todo, siendo juzgados y ofendidos por aquellos con quienes deberíamos ser uno, buscando cualquier fallo para sobresalir de los demás; nos basta una ropa fea, una nariz larga, una palabra mal dicha, un desconocimiento doctrinal, un mal gesto, una falta de atención..., cualquier cosita es suficiente para juzgar, oponernos y mostrar nuestra diferencia; este es el corazón del viejo hombre,"EL CORAZÓN DIVISIVO" y aquí no cabe la UNANIMIDAD. Por eso es tan necesaria la circuncisión del corazón, donde todo lo del "YO", del "ME" y del "MI", donde todo lo propio sea arrancado de este pobre corazón.

Veamos los ejemplos de Pablo: en el capitulo I nos dice que no sabe que elegir, si partir con el Señor, lo cual es mucho mejor, o quedar aquí por causa del cuerpo. Él hacía un contraste entre sus intereses y los de los demás y su corazón siempre se decidía por los de los demás. En el capitulo II nos dice que Cristo se despojó de sí mismo por amor a nosotros y además que le imitemos como él a Cristo; pero ¿en qué quiere Pablo que le imitemos?, está claro que es en esto, en despojarse de uno mismo y mirar a los demás como superiores a nosotros mismos. Pablo no miró por sus intereses y tampoco Cristo, ahora nos toca a nosotros seguir el ejemplo.

"Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor porque Dios es el que produce en vosotros el querer como el hacer por su buena voluntad" (12-13). Aquí la palabra salvación no conlleva la idea de la salvación eterna, sino la idea de "liberación", y la liberación está en salir de la esfera del "YO" y aprender a oír la Voz interior, la cual produce el querer y da la gracia para el hacer. Pero ¿por qué con temor y temblor? Porque siempre tememos a lo desconocido; si algo nos resulta familiar es porque es nuestro y no es de Dios; y si es de Dios, como no vamos a temblar, pudiendo tan fácilmente contaminar algo tan puro, con nuestras humanas bocas o manos.

!Oh, Señor Jesús! !Cuanto gozo y que fluir de vida hay, al abrirnos a esta maravillosa circuncisión cardiaca!

Siguiendo en el capítulo II observad lo que dice de Timoteo (v. 20): "pues a ninguno tengo del mismo ánimo, y que tan sinceramente se interese por vosotros". Y en el 21: "porque todos buscan lo suyo propio no lo que es de Cristo"; esa es la posición correcta para ser enviados, cuando estamos sinceramente interesados por los demás y no andamos en lo nuestro ("buscad primero el reino y lo demás os será añadido"). En esta posición ya no veremos las diferencias del hermano, solo veremos lo maravillosamente iguales que somos, que nuestras necesidades nos son recíprocas y que nos necesitamos los unos a los otros para poder llegar, con un aprobado, al Tribunal de Cristo. !Ooohhh qué rico, cuando el velo se cae, cuando la circuncisión obra en poder! !Gloria, honra y alabanza sean dadas a Dios y a nuestro Señor Jesucristo por siempre, por su grande misericordia para con nosotros los que le pertenecemos!

En el capítulo III refuerza el énfasis y llama perros a los que buscan lo suyo propio, a los cuales les dice que su Dios es su vientre y que en lo que se glorían es una vergüenza para un cristiano. En el capítulo sigue con la misma idea, pero razona desde el otro lado. Les dice ¿qué es lo que tanto amáis, que es a lo que tanto os aferráis, dónde está vuestro corazón? ¿En la carne? "Mirad", dice Pablo, "si yo tuviera que gloriarme en la carne seguro que os superaría a todos; pero una vez que vi la vida, la vida compartida, la vida del cuerpo, y el suministro de la cabeza, que opera en sus miembros los cuales sois vosotros, me di cuenta de que todo esto es basura; solo un poquito del suministro de vida de la cabeza, vale infinitamente más que todo aquello que tanto amáis; pero yo (sigue diciendo Pablo) no me conformo con un poquito, sino que dejándolo todo atrás, sigo adelante hasta llegar a ser semejante a Él en su muerte, donde le humillaron, le hicieron todo tipo de vejaciones y le mataron de la manera mas indigna y dolorosa que el hombre puede imaginar; pero Él no abrió su boca". Tal es el poder de la vida que Dios nos regala, vida que sobrepuja todos estos acontecimientos, que pudimos ver en la cruz. Así que sigamos y nada ni nadie nos estorbará para alcanzar el supremo llamamiento en Cristo Jesús. Por eso os digo: !regocijaos!, porque tenéis algo que nada en este mundo lo puede apagar, nada nos puede apartar del amor de Cristo, por eso !regocijaos!

Os ruego me perdonéis por mi falta de teología, no soy ni pretendo ser maestro ni enseñar nada a nadie, solo deseo compartir el gozo que me ha supuesto ver esto, y lo he expresado como el Espíritu me lo ha dado a entender; pero seguramente el sabor del vaso de barro se note "un poquito bastante"; apelo a vuestra longanimidad.

Gracias hermanos, os amo mucho a todos los santos.



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