TRADUCTOR-TRANSLATE

jueves, 28 de octubre de 2010

DIOS QUIERE EXTENDERSE DE NUESTRO ESPIRITU A NUESTRA ALMA




ORACIÓN DEL SILENCIO

Dios quiere extenderse desde el espíritu a nuestra alma

(Autor: Molinos)

Para que Dios descanse en el alma (mente, emoción y voluntad), primero debemos negar nuestro yo y pacificar siempre el corazón en cualquier inquietud, tentación o tribulación.

Has de saber que es tu alma el centro, la morada y reino de Dios que El desea; pero para que el gran rey descanse en ese trono de tu alma, has de procurar tenerla limpia, quieta, vacía y pacífica. Limpia de culpas y defectos, quieta de temores, vacía de afectos, deseos y pensamientos, y pacífica en las tentaciones y tribulaciones.

Debes, pues, tener siempre pacífico el corazón para conservar puro ese vivo templo de Dios, y con recta y pura intención has de obrar, orar, obedecer y sufrir sin ningún tipo de alteración cuanto el Señor considere enviarte. Porque es cierto que por el bien de tu alma y tu provecho espiritual, Dios ha de permitir al envidioso enemigo que turbe esa ciudad de quietud y trono de paz con tentaciones, sugestiones y tribulaciones, y por medio de las criaturas, con penosas molestias y grandes persecuciones.

Sé constante y pacifica tu corazón en cualquiera inquietud que te ocasionaren estas tribulaciones. Entra allá adentro en tu interior para vencerlas, que allí está la divina fortaleza que te defiende, te ampara y por ti pelea. Si un hombre tiene una fortaleza segura, no se inquieta aunque le persigan los enemigos, porque al entrar allá dentro, quedan burlados y vencidos. El castillo fuerte para triunfar sobre tus enemigos visibles e invisibles, y sobre todas tus asechanzas y tribulaciones, está dentro de tu misma alma, porque allí reside la ayuda divina y el socorro soberano; entra allá dentro y todo quedará quieto, seguro, pacífico y sereno.

Tu principal y continuo ejercicio ha de ser pacificar ese trono de tu corazón para que repose en él el soberano rey. El modo de pacificarlo ha de ser entrándote dentro de ti mismo por medio del recogimiento interior [fe y silencio ante Dios]. Todo tu amparo ha de ser la oración [una oración de recogimiento: fe y silencio ante Dios] y recogimiento amoroso en la divina presencia. Cuando te vieres más combatido, retírate a esa región de paz, donde hallarás la fortaleza. Cuando estés más temeroso, recógete a ese refugio de la oración, única arma para vencer al enemigo y sosegar la tribulación. No te has de apartar de ella en la tormenta, hasta que experimentes, como otro Noé, la tranquilidad, la seguridad y serenidad, y hasta que tu voluntad se halle resignada, devota, pacífica y animosa.

Finalmente, no te aflijas ni desconfíes cuando estés temeroso; él vuelve a quietarte siempre que te alteres, porque esto es todo lo que quiere este divino Señor de ti, para reposar en tu alma y hacer un rico trono de paz en ella, que busques dentro de su corazón, por medio del recogimiento interior y con su gracia divina, el silencio en el bullicio, la soledad en la compañía, la luz en las tinieblas, el olvido en el agravio, el aliento en la cobardía, el ánimo en el temor, la resistencia en la tentación, la paz en la guerra y la quietud en la tribulación.

(Nota: La oración que él recomienda es silencio, no palabras habladas o pensadas; él le llama discurso a los pensamientos y las palabras, lo cual él dice claramente que debe ser evitado y se debe usar el silencio en vez. Molinos define claramente los beneficios de la oración silenciosa en esta obra. Para ver la extensa confirmación bíblica de la necesidad del silencio, vea ¿Por qué el Silencio?

Aguas refrescantes 22 de octubre

El que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿Cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? 1 Juan 4:20.

Podemos agregar quizás a las palabras de Juan: "Si no podemos amar a nuestros hermanos a quienes podemos ver, ¿cómo podremos amar a los hermanos a quienes no podemos ver?" Pablo les escribió a los corintios acerca del amor porque el amor unifica. En Corinto había envi­dias y divisiones, y es por eso que Pablo les escribió que "el amor no tiene envidia... no busca lo suyo", etc. En otras palabras, el amor no divide ni separa. Todo el capítulo trece fue una exhortación a los corintios a que se amaran en forma íntima.

Muchos de nosotros podemos practicar el amor fra­ternal a la distancia, o cuando no vemos a los hermanos, pero nuestro amor al Señor se pone a prueba por el amor que tenemos hacia los hermanos con quienes nos vemos a diario. Los corintios debían amar en primer lugar a los hermanos que estaban en Corinto. Después, quizás, podrían ir a Efeso y amar a los miembros del cuerpo de Cristo allí. Recién después de esto podrían ascender al cielo y contemplar al cuerpo de Cristo en su plenitud. Este es el orden correcto y el más difícil, pues pone aprueba nuestra sinceridad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Agradecemos cualquier comentario respetuoso y lo agradecemos aún más si no son anónimos. Los comentarios anónimos no serán respondidos.