Este enlace y el de "Un Camino en el Desierto", me los pasó mi amado hermano-amigo Carlos Jiménez Cortés. Abajo dos extractos, para que hagan boca... Realmente es una bendición. Espero que los disfruten estas vacaciones.
Un abrazo y bendiciones.
La Restauración de T ODAS las Cosas:
En Hechos capítulo 3, Pedro y Juan sanaron a un cojo que se sentaba mendigando junto a
la puerta de la Hermosa, en el templo en Jerusalén. Los que fueron testigos de este
milagro quedaron asombrados. Pedro, hablando de Jesús, les dijo:
“Así que, arrepentís y convertís, para que sean borrados vuestros pecados; para que
vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y envíe a Jesucristo, que os fue
antes anunciado; a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de
la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que
han sido desde tiempo antiguo.” (Hechos 3:19‐1)
Dios pretende rectificar todos los desórdenes de la caída. La palabra restauración implica
igualmente una partida y un regreso a la intención original de Dios para la humanidad.
Cristo ha comprado nuestra completa redención, pero la creación gime, esperando la
manifestación completa y el cumplimiento del propósito para el que fue creada. Aunque
todas las cosas permanecen sujetas bajo los pies de Cristo, el autor de Hebreos afirma:
“pero todavía no vemos que todas las cosas le esté sujetas”. (Hebreos 2:8). ¿Una
contradicción aparente? ¡En absoluto! Él es el Señor, pero todas las cosas todavía no se
han postrado ante Su Señorío. Los cielos Le han recibido hasta que todas las cosas sean
puestas delante de Sus pies—asta que todas las cosas sean restauradas.
Al pueblo de Dios aún le espera una restauración completa. Debemos permanecer
separados y listos para salir de todo aquello que fracase en expresar Su pensamiento y Su
gloria completos, y avanzar con Él hacia esa restauración.
Para poder comprender el impacto completo y el significado de la restauración de todas
las cosas, debemos primero entender que la humanidad ha caído y que todo lo que vemos
a nuestro alrededor se queda escaso de la gloria de Dios. Con ese pensamiento
firmemente puesto en nuestra mente, también tenemos que entender que somos
peregrinos en un viaje de recuperación, regresando hacia esa gloria. Este mundo, la
carne y el diablo resisten este peregrinaje en cada ocasión, ejerciendo todas sus energías
para apartar al peregrino, tentándolos a asentarse y a construir. Por esta razón, es
imperativo que veamos nuestro status migratorio y lo que las Escrituras tienen que decir
al respecto desde el principio. Comenzaremos con Génesis.
La Reforma:
“Recuerda de dónde has caído”
La palabra reforma dice mucho. Para que algo sea reformado, tiene que haber caído de su
primer estado normal. La palabra implica degeneración y malformación. La iglesia tal y
como la conocemos está de hecho deformada, solo teniendo una FORMA de piedad. El
clamor del Señor a Su pueblo es, “Recuerda, pues, de dónde has caído y arrepiéntete, y
haz las primeras obras… “(Apocalipsis 2:5).
La cristiandad cayó abrazando el paganismo y el orden de las viejas religiones del
Judaísmo legalista. En la medida en que estos elementos extraños permanezcan en la
iglesia, habrá aún necesidad de reforma, una necesidad de recordar de dónde hemos
caído y arrepentirnos.
El Clamor de la Reforma‐‐‐“Salid de en medio de ella, pueblo Mío”
Todo comenzó con otro llamado al éxodo—un llamado escuchado por todos los verdaderos
reformadores, escrito en el libro que predecía esas cosas que luego se cumplirían.
“…Salid de ella, (el Misterio Babilonia) pueblo mío, para que no seáis
partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas” (Apocalipsis
18:4)
Los primeros reformadores trataron de cambiar a la iglesia apóstata desde dentro. Un
ejemplo de reformador es John Wycliffe de Inglaterra (1329‐384).Wycliffe atacó valientemente al papado, golpeando la venta de indulgencias y otros ritos de origen
pagano como la veneración o adoración de los santos. Pagó con su vida por esto.
John Huss de Bohemia (1374‐415) fue otro que también oyó el llamado. Por causa de su
devoción a Cristo, fue quemado en la hoguera. Sobre su cabeza le colocaron una corona
de papel con los detalles escritos de su supuesta herejía. La llevó con alegría hasta su
muerte, proclamando que era lo mínimo que podía hacer por Aquel que llevó una corona
de espinas.
En su momento, los reformadores llegaron a definir la apostasía como “la cautividad
Babilónica de los papas”, o como lo expuso Lutero, “La cautividad babilónica de la
iglesia”. Esta postura cambió la imagen partiendo de una reforma interna para llegar a
un éxodo. Los reformadores comenzaron a ver que la iglesia no podía ser reformada—que era una miserable ramera entregada a la destrucción del pueblo de Dios.
Comenzaron a salir, pero se alejaron muy poco. Como los hijos de Israel, se volvieron en
sus corazones y adoraron las obras de sus propias manos. Construyeron instituciones
estáticas y a pesar de todos los esfuerzos por lo opuesto, en breve estas instituciones
tendrían un pronunciado parecido a los sistemas apóstatas de los que habían escapado.
Salieron pero solo para abrazar de nuevo las caías del sistema antiguo.
Esta tendencia parecida a la de Caí de enredarnos en sistemas y mentalidades que
estorban y finalmente ponen en peligro nuestro avance se evidencia por la gran cantidad
de afiliaciones denominacionales. La mayoría de estas denominaciones está ahogadas
por las mismas limitaciones que instalaron para proteger su antaño poderoso
movimiento. Habiendo salido de entre la leña seca de su día, sucumbieron ante lo
mismo que había provocado su putrefacción. Como todos los movimientos que tuvieron
lugar antes de ellos, se endurecieron rehusando avanzar con crecimiento fresco.
Definiendo credos y haciendo borradores de ordenanzas, se endurecieron y resistieron
cualquier clase de cambio. Es raro que la segunda generación tenga la visión de la
generación fundadora.
En breve, algún alma valiente escuchaba de nuevo el llamado, salí y comenzaba un
nuevo éxodo. Cuando esto sucedí, el grupo de la primera parte se establecí para
matar al grupo de la segunda, de la misma forma que los escribas y los fariseos resistían
a cualquiera que intentara salir de sus flancos. Tristemente, los que salín solo
peregrinaban un tiempo corto antes de repetir los mismos errores. En cada caso, lo que
comenzaba con el Espíritu degeneraba finalmente en un movimiento que se deterioraría
aún más hasta convertirse en una institución. Y en breve, la institución se convertiría en
un monumento inamovible o mausoleo, protegido por endurecidos eclesiarcas. Este
círculo se ha repetido una y otra vez hasta el momento presente. ¡No ha parado nunca!
El factor revelador común en la desaparición de los movimientos de Dios es que los
líderes cometen el mismo error de Caín. Cuando su sacrificio es rechazado, se apartan
de la presencia del Señor y edifican ciudades en torno a su revelación, a las que dan sus
propios nombres. Esta es la condición de mucho de la iglesia hoy dí, especialmente en
los Estados Unidos. Hemos construido grandes ciudades alrededor de muchas de nuestras
revelaciones—a ciudad de los metodistas, los bautistas, los pentecostales, los
carismáticos, y otros. Generalmente, esas ciudades se han convertido en cárceles y
campos de muerte para los santos de Dios que se han atrevido a seguir al Espíritu. Los
movimientos vienen y van, pero parece que las denominaciones duran indefinidamente.
Cuando las cosas se vuelven más estructuradas y complejas, Jesús es de nuevo dejado
fuera de la puerta, llamando. En ese punto Dios llama a un remanente para comenzar de
nuevo. ¿Te conmueve re‐valuar tu diligencia y entrega en la carrera que hay por
delante de ti? ¡Esperamos que así sea! Deja que Dios comience a hablarte respecto de
las ciudades que has construido, o que está ayudando a construir.
Hay mucha construcción hoy día, la mayor parte de ella carnal. La iglesia americana
parece especialmente atraía por conquistar y construir, pensando que Dios se agrada
de la mera expansión numérica y física. Se da una gran importancia al tamaño de una
congregación o edificio. Incluso nuestro vocabulario está repleto de imprecisiones
mientras seguimos neciamente llamando Casa de Dios o Iglesia a nuestros edificios.
A pesar de todas sus buenas intenciones y reformas, la iglesia occidental continúa con el
marco y las formas del mundo, que constituyen una transgresión fundamental del orden
de Dios. En la reforma, somos testigos de una serie de pasos progresivos hacia la
restauración de todas las cosas. También vemos un principio. Lo que no avanza
moviéndose con la nube de Su presencia, vuelve al camino de Caí y sale de la presencia
del Señor para edificar ciudades.
El espíritu de Caín y de Nimrod es muy característico en su manifestación externa,
porque siempre se mueve hacia la construcción de imperios, mediante hombres de
renombre que fracasan en comprender la movilidad flexible de la ekklesia. Comprende
que estos son líderes fuertes, dotados, con gran talento, que aparentan tener una visión
y un propósito. Son fundadores de civilizaciones y dan lugar a hombres de negocio,
artesanos, artistas y guerreros. Algunos de los descendientes de Can fueron Jabel, padre
de los que moran en tiendas y tienen ganado; Jubal, padre de todos los que tocan la lira
y la flauta; y Tubal‐Caín, el falsificador de todos los aperos de bronce y hierro. Nimrod
estableció ocho ciudades incluyendo metrópolis tan grandes como Nínive y Babilonia.
Levantar imperios y dar a luz una descendencia llena de talentos y dotes no es lo mismo
que una heredad piadosa.
Hoy, si un hombre emplea la correcta amalgama de prácticas de negocio sanas, técnicas
de marketing y objetivos, sermones bien articulados, y por supuesto, los talentos de un
equipo de alabanza bien a tono, puede amasar una gran cantidad de seguidores que
estarán dispuestos a fundar su imperio. Con mucha frecuencia se ofrecen buenos salarios
y ventajas para cazar hombres en la edificación del imperio, además de la posibilidad de
exposición a una audiencia aún mayor para el avance del ministerio.
Dios siempre llama a sus hijos a salir de todo lo que siendo apóstata y fijo, rehuse
avanzar hacia delante. Dios no está buscando constructores de imperio sino peregrinos
como Abraham.
¿Cómo viviremos entonces? ¿Cómo forja esta verdad nuestra postura hacia el futuro?
Hasta ahora nos hemos centrado en lo que Dios ha hecho y en lo que ya ha ocurrido en
medio de Su pueblo. Ahora nos centraremos en como esas cosas afectan al presente y
como tomará forma al acercarnos al fin de la era. Dios establece tipos, sombras y
señales que prefiguran sus propósitos futuros. Ocuparemos nuestros pensamientos en
una de estas señales fundacionales en los próximos momentos.
ENLACE:
http://awildernessvoice.com/SpanishArticles/EL%20NUEVO%20EXODO.pdf
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