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viernes, 25 de junio de 2010

EL NUEVO EXODO, George Davis y Michael Clark con Douglas Weaver




Este enlace y el de "Un Camino en el Desierto",  me los pasó mi amado hermano-amigo Carlos Jiménez Cortés. Abajo dos extractos, para que hagan boca... Realmente es una bendición. Espero que los disfruten estas vacaciones.

Un abrazo y bendiciones.


La Restauración de T ODAS las Cosas:

En Hechos capítulo 3, Pedro y Juan sanaron a un cojo que se sentaba mendigando junto a

la puerta de la Hermosa, en el templo en Jerusalén. Los que fueron testigos de este

milagro quedaron asombrados. Pedro, hablando de Jesús, les dijo:

“Así que, arrepentís y convertís, para que sean borrados vuestros pecados; para que

vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y envíe a Jesucristo, que os fue

antes anunciado; a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de

la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que

han sido desde tiempo antiguo.” (Hechos 3:19‐1)

Dios pretende rectificar todos los desórdenes de la caída. La palabra restauración implica

igualmente una partida y un regreso a la intención original de Dios para la humanidad.

Cristo ha comprado nuestra completa redención, pero la creación gime, esperando la

manifestación completa y el cumplimiento del propósito para el que fue creada. Aunque

todas las cosas permanecen sujetas bajo los pies de Cristo, el autor de Hebreos afirma:

“pero todavía no vemos que todas las cosas le esté sujetas”. (Hebreos 2:8). ¿Una

contradicción aparente? ¡En absoluto! Él es el Señor, pero todas las cosas todavía no se

han postrado ante Su Señorío. Los cielos Le han recibido hasta que todas las cosas sean

puestas delante de Sus pies—asta que todas las cosas sean restauradas.

Al pueblo de Dios aún le espera una restauración completa. Debemos permanecer

separados y listos para salir de todo aquello que fracase en expresar Su pensamiento y Su

gloria completos, y avanzar con Él hacia esa restauración.

Para poder comprender el impacto completo y el significado de la restauración de todas

las cosas, debemos primero entender que la humanidad ha caído y que todo lo que vemos

a nuestro alrededor se queda escaso de la gloria de Dios. Con ese pensamiento

firmemente puesto en nuestra mente, también tenemos que entender que somos

peregrinos en un viaje de recuperación, regresando hacia esa gloria. Este mundo, la

carne y el diablo resisten este peregrinaje en cada ocasión, ejerciendo todas sus energías

para apartar al peregrino, tentándolos a asentarse y a construir. Por esta razón, es

imperativo que veamos nuestro status migratorio y lo que las Escrituras tienen que decir

al respecto desde el principio. Comenzaremos con Génesis.

La Reforma:

“Recuerda de dónde has caído”

La palabra reforma dice mucho. Para que algo sea reformado, tiene que haber caído de su

primer estado normal. La palabra implica degeneración y malformación. La iglesia tal y

como la conocemos está de hecho deformada, solo teniendo una FORMA de piedad. El

clamor del Señor a Su pueblo es, “Recuerda, pues, de dónde has caído y arrepiéntete, y

haz las primeras obras… “(Apocalipsis 2:5).

La cristiandad cayó abrazando el paganismo y el orden de las viejas religiones del

Judaísmo legalista. En la medida en que estos elementos extraños permanezcan en la

iglesia, habrá aún necesidad de reforma, una necesidad de recordar de dónde hemos

caído y arrepentirnos.

El Clamor de la Reforma‐‐‐“Salid de en medio de ella, pueblo Mío”

Todo comenzó con otro llamado al éxodo—un llamado escuchado por todos los verdaderos

reformadores, escrito en el libro que predecía esas cosas que luego se cumplirían.

“…Salid de ella, (el Misterio Babilonia) pueblo mío, para que no seáis

partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas” (Apocalipsis

18:4)

Los primeros reformadores trataron de cambiar a la iglesia apóstata desde dentro. Un

ejemplo de reformador es John Wycliffe de Inglaterra (1329‐384).Wycliffe atacó valientemente al papado, golpeando la venta de indulgencias y otros ritos de origen

pagano como la veneración o adoración de los santos. Pagó con su vida por esto.

John Huss de Bohemia (1374‐415) fue otro que también oyó el llamado. Por causa de su

devoción a Cristo, fue quemado en la hoguera. Sobre su cabeza le colocaron una corona

de papel con los detalles escritos de su supuesta herejía. La llevó con alegría hasta su

muerte, proclamando que era lo mínimo que podía hacer por Aquel que llevó una corona

de espinas.

En su momento, los reformadores llegaron a definir la apostasía como “la cautividad

Babilónica de los papas”, o como lo expuso Lutero, “La cautividad babilónica de la

iglesia”. Esta postura cambió la imagen partiendo de una reforma interna para llegar a

un éxodo. Los reformadores comenzaron a ver que la iglesia no podía ser reformada—que era una miserable ramera entregada a la destrucción del pueblo de Dios.

Comenzaron a salir, pero se alejaron muy poco. Como los hijos de Israel, se volvieron en

sus corazones y adoraron las obras de sus propias manos. Construyeron instituciones

estáticas y a pesar de todos los esfuerzos por lo opuesto, en breve estas instituciones

tendrían un pronunciado parecido a los sistemas apóstatas de los que habían escapado.

Salieron pero solo para abrazar de nuevo las caías del sistema antiguo.

Esta tendencia parecida a la de Caí de enredarnos en sistemas y mentalidades que

estorban y finalmente ponen en peligro nuestro avance se evidencia por la gran cantidad

de afiliaciones denominacionales. La mayoría de estas denominaciones está ahogadas

por las mismas limitaciones que instalaron para proteger su antaño poderoso

movimiento. Habiendo salido de entre la leña seca de su día, sucumbieron ante lo

mismo que había provocado su putrefacción. Como todos los movimientos que tuvieron

lugar antes de ellos, se endurecieron rehusando avanzar con crecimiento fresco.

Definiendo credos y haciendo borradores de ordenanzas, se endurecieron y resistieron

cualquier clase de cambio. Es raro que la segunda generación tenga la visión de la

generación fundadora.

En breve, algún alma valiente escuchaba de nuevo el llamado, salí y comenzaba un

nuevo éxodo. Cuando esto sucedí, el grupo de la primera parte se establecí para

matar al grupo de la segunda, de la misma forma que los escribas y los fariseos resistían

a cualquiera que intentara salir de sus flancos. Tristemente, los que salín solo

peregrinaban un tiempo corto antes de repetir los mismos errores. En cada caso, lo que

comenzaba con el Espíritu degeneraba finalmente en un movimiento que se deterioraría

aún más hasta convertirse en una institución. Y en breve, la institución se convertiría en

un monumento inamovible o mausoleo, protegido por endurecidos eclesiarcas. Este

círculo se ha repetido una y otra vez hasta el momento presente. ¡No ha parado nunca!

El factor revelador común en la desaparición de los movimientos de Dios es que los

líderes cometen el mismo error de Caín. Cuando su sacrificio es rechazado, se apartan

de la presencia del Señor y edifican ciudades en torno a su revelación, a las que dan sus

propios nombres. Esta es la condición de mucho de la iglesia hoy dí, especialmente en

los Estados Unidos. Hemos construido grandes ciudades alrededor de muchas de nuestras

revelaciones—a ciudad de los metodistas, los bautistas, los pentecostales, los

carismáticos, y otros. Generalmente, esas ciudades se han convertido en cárceles y

campos de muerte para los santos de Dios que se han atrevido a seguir al Espíritu. Los

movimientos vienen y van, pero parece que las denominaciones duran indefinidamente.

Cuando las cosas se vuelven más estructuradas y complejas, Jesús es de nuevo dejado

fuera de la puerta, llamando. En ese punto Dios llama a un remanente para comenzar de

nuevo. ¿Te conmueve re‐valuar tu diligencia y entrega en la carrera que hay por

delante de ti? ¡Esperamos que así sea! Deja que Dios comience a hablarte respecto de

las ciudades que has construido, o que está ayudando a construir.

Hay mucha construcción hoy día, la mayor parte de ella carnal. La iglesia americana

parece especialmente atraía por conquistar y construir, pensando que Dios se agrada

de la mera expansión numérica y física. Se da una gran importancia al tamaño de una

congregación o edificio. Incluso nuestro vocabulario está repleto de imprecisiones

mientras seguimos neciamente llamando Casa de Dios o Iglesia a nuestros edificios.

A pesar de todas sus buenas intenciones y reformas, la iglesia occidental continúa con el

marco y las formas del mundo, que constituyen una transgresión fundamental del orden

de Dios. En la reforma, somos testigos de una serie de pasos progresivos hacia la

restauración de todas las cosas. También vemos un principio. Lo que no avanza

moviéndose con la nube de Su presencia, vuelve al camino de Caí y sale de la presencia

del Señor para edificar ciudades.

El espíritu de Caín y de Nimrod es muy característico en su manifestación externa,

porque siempre se mueve hacia la construcción de imperios, mediante hombres de

renombre que fracasan en comprender la movilidad flexible de la ekklesia. Comprende

que estos son líderes fuertes, dotados, con gran talento, que aparentan tener una visión

y un propósito. Son fundadores de civilizaciones y dan lugar a hombres de negocio,

artesanos, artistas y guerreros. Algunos de los descendientes de Can fueron Jabel, padre

de los que moran en tiendas y tienen ganado; Jubal, padre de todos los que tocan la lira

y la flauta; y Tubal‐Caín, el falsificador de todos los aperos de bronce y hierro. Nimrod

estableció ocho ciudades incluyendo metrópolis tan grandes como Nínive y Babilonia.

Levantar imperios y dar a luz una descendencia llena de talentos y dotes no es lo mismo

que una heredad piadosa.

Hoy, si un hombre emplea la correcta amalgama de prácticas de negocio sanas, técnicas

de marketing y objetivos, sermones bien articulados, y por supuesto, los talentos de un

equipo de alabanza bien a tono, puede amasar una gran cantidad de seguidores que

estarán dispuestos a fundar su imperio. Con mucha frecuencia se ofrecen buenos salarios

y ventajas para cazar hombres en la edificación del imperio, además de la posibilidad de

exposición a una audiencia aún mayor para el avance del ministerio.

Dios siempre llama a sus hijos a salir de todo lo que siendo apóstata y fijo, rehuse

avanzar hacia delante. Dios no está buscando constructores de imperio sino peregrinos

como Abraham.

¿Cómo viviremos entonces? ¿Cómo forja esta verdad nuestra postura hacia el futuro?

Hasta ahora nos hemos centrado en lo que Dios ha hecho y en lo que ya ha ocurrido en

medio de Su pueblo. Ahora nos centraremos en como esas cosas afectan al presente y

como tomará forma al acercarnos al fin de la era. Dios establece tipos, sombras y

señales que prefiguran sus propósitos futuros. Ocuparemos nuestros pensamientos en

una de estas señales fundacionales en los próximos momentos.


ENLACE:
http://awildernessvoice.com/SpanishArticles/EL%20NUEVO%20EXODO.pdf

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