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viernes, 3 de agosto de 2012

INTERCEDER NO ES LO QUE NOS HAN ENSEÑADO (E.V. Génesis, Witness Lee)

Encuentro íntimo con Dios y los dos ángeles. 
Después de una buena comunión entre amigos era el buen momento para hablar de lo que les preocupaba a los íntimos amigos.

LA PRIMERA INTERCESIÓN EN LA BIBLIA, LA DE ABRAHAM, 
NOS DA LA PAUTA DE LA VERDADERA INTERCESIÓN:

Tomado de:

ESTUDIO-VIDA DE GENESIS

MENSAJE CINCUENTA Y UNO

VIVIR EN COMUNION CON DIOS:
UNA INTERCESION GLORIOSA

2) Una intercesión gloriosa



a) Conforme a la revelación de Dios

El primer principio de la intercesión es que debe concordar con la revelación de Dios (18:17, 20-21). La única intercesión útil a los ojos de Dios es la que concuerda con Su revelación. Esto significa que la intercesión apropiada no es iniciada por nosotros sino por Dios en Su revelación.
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La intercesión es una conversación íntima con Dios basada en la revelación del deseo que hay en Su corazón. Este es el primer principio de la intercesión.

Dios debe preparar al hombre que ha de recibir la revelación del deseo que tiene en Su corazón. Las personas que pertenecen a Dios se cuentan por millones, pero son muy pocas las que han sido preparadas, disciplinadas, adiestradas, circuncidadas y aniquiladas.
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b) Aparentemente intercedía por Sodoma,
pero en realidad lo hacía por Lot

Cuando Dios reveló a Abraham lo que tenía en Su corazón, Abraham entendió inmediatamente lo que Dios quería decir. Aparentemente, Abraham intercedía por Sodoma, pero en realidad intercedía por Lot. 
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Hablaron entre ellos de una manera misteriosa. Ningún extraño habría sabido de qué hablaban, pero se entendían entre ellos porque eran amigos íntimos. ¿Cómo podemos demostrar que en realidad Abraham intercedía por Lot? Lo comprobamos en 19:29, donde dice: “Así, cuando destruyó Dios las ciudades de la llanura, Dios se acordó de Abraham, y envió fuera a Lot de en medio de la destrucción, al asolar las ciudades donde Lot estaba”. El versículo no dice que Dios se acordó de Lot, sino que se acordó de Abraham. Nos explica claramente que Dios respondió a la intercesión de Abraham al rescatar de Sodoma a Lot.


c) Conforme al corazón de Dios


Toda intercesión adecuada concuerda con la revelación que sale del corazón de Dios; por eso, debe estar en conformidad con el corazón de Dios. La intercesión no corresponde a la palabra de Dios. Como lo dijimos antes, Dios no mencionó el nombre de Lot, pero Abraham entendió lo que había en el corazón de Dios. Abraham no intercedió según la palabra explícita de Dios, sino conforme a la intención interior del corazón de Dios.
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Por esta razón, debemos aprender a permanecer en la presencia de Dios. Si El se dispone a retirarse, nosotros debemos permanecer en Su presencia y decirle: “Señor, no quiero perder Tu presencia. Deseo permanecer aquí contigo”. Al permanecer usted en la presencia de Dios, El abrirá Su corazón y le manifestará Su deseo. Ya vimos que Abraham no se despidió del Señor repentinamente sino que recorrió cierta distancia con El. Esto revela que, en cierto sentido, Dios es muy humano. Si permanecemos en Su presencia, El será muy humano y no nos dejará. Se quedará con nosotros, porque nosotros permanecemos con El. Frecuentemente he experimentado esto. No me separo de la presencia de Dios, y El tampoco se aleja de mí. Como resultado, El me abre Su corazón y se produce la intercesión apropiada.

La intercesión no es una simple oración, sino una conversación íntima. En este capítulo, Abraham no estaba orando, sino hablando con su Amigo íntimo en un nivel humano, y diciendo: “¿Destruirás también al justo con el inicuo?”.
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“Señor, ¿es así como Tú obras?”. Esto no es ni orar ni rogar, sino desafiar a Dios en una conversación muy amigable. El Señor le contestó a Abraham: “Si hallare en Sodoma cincuenta justos dentro de la ciudad, perdonaré a todo este lugar por amor a ellos” (18:26). La intercesión tiene un principio fundamental: es una conversación que desafía, y no una oración ni una súplica. Dios desea que lo desafiemos. Cuando Abraham desafió a Dios, El quizás haya dicho: “He encontrado a un hombre en la tierra que conoce Mi corazón de una manera tal que no ora, ni suplica, ni ruega, sino que me desafía. Debo hacer lo que dice Mi querido amigo, porque me ha desafiado. Ahora no estoy tan preocupado por Lot como lo estoy por Mí mismo”.
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Dios contestó que El no destruiría la ciudad por amor a los diez. Abraham presentó seis sugerencias al Señor, reduciendo el número de cincuenta a diez. Después de eso, él no sintió la carga de hacer una séptima propuesta. Tal vez la presencia de Dios lo indujo a no hacerlo. Cuando Dios dijo a Abraham que El no destruiría la ciudad por amor a los diez justos (18:32), Abraham se desilusionó. Lot tenía su esposa, dos hijas solteras, y algunas hijas casadas y los respectivos yernos. Para Abraham, debía de haber por lo menos diez personas en la familia de Lot, incluyendo a todos sus yernos. Abraham quedó sorprendido y desilusionado al saber que en Sodoma no había ni siquiera diez personas justas.

d) Conforme al proceder justo de Dios

El desafío de Abraham a Dios concordaba con el proceder justo de Dios (18:23-25). Abraham dijo al Señor: “Tú eres el Juez de toda la tierra. ¿Harás eso? No es así como Tú actúas con justicia”. La intercesión apropiada no se basa en el amor de Dios ni en Su gracia, sino en Su justicia. El desafío más grande para Dios no consiste en decirle: “Dios, ¿eres Tú un Dios de amor?”. Si decimos eso, Dios podría contestar: “Sí, soy un Dios de amor, pero amar es asunto Mío. Cuando me siento feliz, amo. Pero si no me siento feliz, no amo. ¿Qué hay de malo en eso?”. No tenemos nada que objetar. Deberíamos decirle a Dios: “Dios, ¿no eres el Justo?”. Si desafiamos a Dios conforme a Su justicia, Dios contestará: “Ciertamente soy justo”. El nunca diría: “Si me siento feliz, seré justo, pero en caso contrario, no lo seré”. ¿Qué clase de Dios sería? Debemos desafiar a Dios sobre la base de Su justicia, porque ésta lo compromete mucho más que Su amor y Su gracia. Dios no tiene ninguna obligación de amar ni de mostrar gracia, pero sí tiene la responsabilidad de ser justo. Nada compromete más firmemente a Dios que Su justicia.
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La debida intercesión nunca ruega a Dios por Su amor, sino que lo desafía conforme a Su justo proceder.
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El no quiere escuchar nuestro grito; lo que desea es oír nuestra desafiante intercesión.


e) Expresa el deseo de Dios

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La intercesión apropiada siempre expresa el deseo de Dios. Este es otro principio de la intercesión. Si nuestra intercesión es iniciada por haber visto la revelación de Dios en nuestra comunión íntima con El, todo lo que le digamos en nuestra intercesión expresará Su deseo, y será el reflejo de Su intención.

f) Lleva a cabo la voluntad de Dios

La intercesión siempre debe llevar a cabo la voluntad de Dios. Dios deseaba rescatar a Lot, pero sin la intercesión de Abraham, no podía llevar a cabo Su voluntad. La debida intercesión siempre prepara el camino para que se cumpla la voluntad de Dios y proporciona los rieles a la locomotora celestial.

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De ahora en adelante, muchos de nosotros ejercitaremos nuestro espíritu para interceder por la iglesia al desafiar a Dios conforme al deseo de Su corazón. Sabemos que el deseo de Su corazón consiste en salvar a Su pueblo de la ciudad impía, en rescatar al Lot actual de la condición de condenación


g) Hasta que Jehová acaba de hablar

Este capítulo no concluye con las palabras de Abraham, sino con las palabras de Dios. Dice el versículo 33: “Y Jehová se fue, luego que acabó de hablar a Abraham; y Abraham volvió a su lugar”.
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A menudo decimos “Amén” al final de nuestras oraciones. Nuestro amén equivale a una despedida. Puedo testificar que centenares de veces me he despedido del Señor de esta manera antes de que El acabase de hablarme. Oré durante cierto tiempo y luego dije: “Amén”, es decir “Hasta luego”. No obstante, en lo profundo de mi espíritu sentía que el Señor decía: “¿Qué estás haciendo? No he acabado de hablar contigo. ¿Por qué no te quedas unos minutos más?”. Muchos de nosotros hemos tenido esta clase de experiencia. Nuestro amén, nuestro hasta luego, vino demasiado pronto. Debemos permanecer en la presencia de Dios hasta que El termine de hablarnos. Nuestra intercesión debe declarar lo que Dios está diciendo.

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