Esta entrada procede de una de las compilaciones de los artículos que Tozer publicaba en una revista cristiana. Lo leí el día 7-8-1997, como un año más tarde de recibir la revelación que da título a este blog y que, reitero, pronto el Señor creo que me permitirá publicar. Bendigo a Dios por este autor que el Señor usó para confirmar que los pensamientos que tenía sobre la Iglesia de este tiempo, no procedían de la mente de un loco "iluminado".
A. W. Tozer (1897-1963), escribía estas palabras a mediados del siglo pasado. Si levantara la cabeza seguro que recibiría un síncope cardíaco masivo, al comprobar que la degradación que él veía en la Iglesia de su tiempo, degradación tal que solo se evitaban los pecados más groseros, como la borrachera y la fornicación, era pecata minuta en comparación con la degradación de la Laodicea en que vivimos hoy.
Damos gracias a Dios que el Señor está sacando de las cuevas esos hombres con clara visión profética, con discernimiento espiritual, que, como los hijos de Isacar (1º Cr 12:32), conocen el kairos de Dios y saben lo que se apresta a realizar en su Iglesia; a base de oro refinado en fuego, colirio a granel y túnicas de santidad que la cubran desde la cabeza hasta los pies.
Les dejo con el artículo, que no tiene un ápice de desperdicio.
¿Podría ser esta nuestra necesidad más crítica?
A. W. TOZER
(Nota: Los remarcados en negrita son nuestros)
Cuando contemplamos la escena religiosa de nuestros días, nos sentimos tentados a fijarnos en uno u otro fallo, y decir: "Esto es lo que va mal con la iglesia. Si esto se corrigiera, retomaríamos la gloria de la Iglesia Primitiva y volveríamos a gozar de tiempos pentecostales".
Esta tendencia a la excesiva simplificación es ella misma una debilidad, y deberíamos guardarnos en contra de ella, especialmente al tratar algo tan complejo como la religión tal como se manifiesta en la actualidad. Se precisa de un hombre muy joven para reducir todos nuestros actuales males a una sola enfermedad y para intentar sanarlo todo con un solo remedio. Cabezas más viejas y sabias serán más avisadas, habiendo aprendido que la panacea prescrita raras veces va bien, por la sencilla razón de que el diagnóstico no ha sido correcto. No hay nada así de sencillo. Pocas enfermedades espirituales aparecen solas. Casi todas vienen complicadas por la presencia de otras, y están vitalmente interrelacionadas al extenderse por todo el cuerpo religioso, que se precisaría de la sabiduría de un Salomón para encontrar una cura simple.
Por esta razón, siento vacilaciones en cuanto a observar algún defecto en la actual cristiandad y derivar todos nuestros problemas de este solo defecto. El hecho de que la llamada religión bíblica está sufriendo en nuestro tiempo un rápido declive es tan evidente que no necesita de prueba alguna, pero saber precisamente qué es lo que ha provocado este declive no es tan fácil de descubrir. Sólo puedo decir que he observado una carencia significativa entre cristianos evangélicos que podría resultar ser la verdadera causa de la mayor parte de nuestros problemas espirituales. Naturalmente, si ello fuera cierto, suplir esta falta sería nuestra necesidad más crítica.
La gran deficiencia a la que me refiero es la falta de discernimiento espiritual, especialmente entre nuestros líderes. Cómo es que puede haber tanto conocimiento de la Biblia y tan poca sabiduría, tan poca penetración moral, es uno de los enigmas del mundo religioso de hoy. Creo que es bien exacto decir que nunca en la historia de la Iglesia ha habido un tiempo en el que tantas personas estuvieran dedicadas al estudio bíblico como en la actualidad. Si el conocimiento de la la doctrina bíblica fuera una garantía de piedad, esta época sería indudablemente conocida en la historia como la era de la santidad. En cambio, puede bien llegar a ser conocida como la Era del Cautiverio Babilónico de la Iglesia, o la Edad de la Mundanalidad, cuando la profesa Novia de Cristo permitió ser cortejada con éxito por los caídos hijos de los hombres en grandes números. El cuerpo de creyentes evangélicos, bajo malas influencias, se ha entregado al mundo, a lo largo de éstos últimos 25 años, en una total y abyecta rendición, evitando sólo los pecados más groseros, como la borrachera y la promiscuidad sexual. (Nota nuestra: Hoy la embriaguez, la fornicación y el adulterio campan por sus fueros en nuestra querida Laodicea).
El hecho de que esta menospreciable traición haya tenido lugar a plena luz del día, con el pleno consentimiento de nuestros maestros bíblicos y evangelistas, constituye uno de los asuntos más terribles en la historia espiritual del mundo. Pero me siento incapaz de creer que la gran rendición haya sido negociada por hombres de corazones perversos que se han lanzado deliberadamente a destruir la fe de nuestros padres. Muchos hombres buenos y de vida recta han colaborado con los Quislings que nos han traicionado. ¿Por qué? La respuesta sólo puede ser esta: por falta de visión espiritual. Algo parecido a una neblina ha caído sobre la Iglesia como "la cubierta con que están cubiertos todos los pueblos, y el velo que cubre a todas las naciones" (Is 25:7). Un velo así descendió una vez sobre Israel: "Pero sus pensamientos se embotaron; porque hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el cual desaparece en Cristo. Pero hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos" (2ª Cor 3:14-15). (Nota nuestra: El versículo 16 que Tozer no cita aquí dice que "cuando se conviertan al Señor el velo les será quitado". !Qué trágico que la Iglesia no esté en Cristo, que los hijos no estén en la casa, sino comiendo algarrobas en tierras lejanas!). Esta fue la hora trágica de Israel. Dios suscitó a la Iglesia, y temporalmente echó a un lado a su antiguo pueblo. No podía encomendar Su obra a hombres ciegos. (Nota nuestra: Amados paisanos laodicenses necesitamos colirio !garrafones de colirio!).
Ciertamente necesitamos un bautismo de clara visión si queremos escapar a la suerte de Israel (y de todo otro cuerpo religioso en la historia que dejó a Dios). Si no es la mayor necesidad, en todo caso una de las mayores, es el surgimiento de líderes cristianos con visión profética. Necesitamos desesperadamente hombres de visión cuya mirada pueda traspasar la niebla. A no ser que acudan pronto, será demasiado tarde para esta generación. Si de verdad acuden, indudablemente crucificaremos algunos en nombre de nuestra ortodoxia mundana. Pero la cruz es siempre el heraldo de la resurrección.
Nuestra necesidad no es el mero evangelismo. El evangelismo no hace nada más que extender la religión, de la clase que sea. Gana la aceptación de la religión entre grandes cantidades de personas, sin dar demasiada atención a la calidad de aquella religión. La tragedia es que el evangelismo actual acepta la forma degenerada de cristianismo hoy corriente, como la misma religión de los apóstoles y se ocupa en hacer convertidos para sí, sin compromiso alguno. Y cada vez nos estamos alejando más de la pauta del Nuevo Testamento.
Tenemos que tener una nueva reforma. Tiene que darse una ruptura violenta con esta pseudoreligión irresponsable, hedonista y paganizada que en la actualidad pasa por la fe de Cristo y está siendo esparcida por todo el mundo por hombres no espirituales, empleando métodos no escriturales para lograr sus fines.
Cuando la iglesia de Roma apostató, Dios movió la Reforma, Cuando la Reforma declinó, Dios levantó a los moravos y a los Wesleys. Cuando estos movimientos comenzaron a morir, Dios suscitó el fundamentalismo y los grupos de "vida más profunda".
Y ahora que éstos, casi sin excepción, se han vendido al mundo ... ¿que vendrá a continuación?
(Contestamos nosotros: Viene el U.G.A., el Último Gran Avivamiento Mundial, el Pentecostés II, que está por extenderle la "alfombra roja" a Jesucristo).
con este articulo quitas las cenizas q hay sobre mi cabeza,cuanto me cuesta callar pero aquí estamos quietitos aprendiendo la obediencia estricta al padre,con la critica y con señalar los defectos no vamos ha salir del hoyo,solo siendo luz desaparecerá lo profano,pero esa luz solo proviene de la vida de resurrección y solo los q nos entreguemos a esa muerte exaustiva y profunda podremos abrir brecha en la niebla, pero yo intuyo q al gigante al q hemos de tirar la piedra no es la iglesia actual, no se trata de reformar lo podrido,Dios no tiene esa intención,Él va ha actuar desde su posición con su poder y a su manera sobre el mundo y con ello sobre la iglesia q ha perdido su posicion, pero yo me pregunto ¿cabrá en el corazón divino la posibilidad de llamar su iglesia a la expresión cristiana actual? yo pienso q no hay iglesia sin el Espiritu Santo y es mas q evidente q el Espiritu brilla por su ausencia en todo el mover cristiano actual ,salvo en las discretas ocasiones en las q nadie se entera,¿podemos creer q es Dios el q promuve las campañas evangelisticas mudanamente programadas y los sistemas de crecimiento cristiano con los q nos tropezamos cada dia?¿donde está ese poder q movia y acompañaba a los apostoles? ¿cuantas cosas se promueven cada dia en cada ministerio sin contar con Dios?¿cuantos imperios se han levantado en el nombre de Dios sin una sola milesima del poder divino?Dios está obrando en la sombra,trabajando en vidas anonimas q verdaderamente le pertenecen y q va a usar para zarandear este presente siglo maligno y para q le tendamos la alfombra roja a su amado Hijo.
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