Mientras Ismael (obras de la carne) no sea echado al desierto junto con su madre Agar (la carne) será un azote continuo para Isaac (vida o fruto en el Espíritu) y no lo dejará heredar. |
ESTUDIO-VIDA DE GENESIS
MENSAJE TREINTA Y SIETE
EL SIGNIFICADO DEL LLAMADO DE DIOS
V. EL LLAMADO DE DIOS
(Ver completo en: http://www.librosdelministerio.org/books.cfm?id=2A0ED527)
A. El significado del llamado de Dios
(NOTA: Los resaltados y letras en este color no son del autor)
1. El nuevo comienzo de Dios (: Traslado de linaje y traslado de vida)
Ahora examinaremos el significado del llamamiento que Dios hace. Primero, el llamado de Dios era un nuevo comienzo. Cuando Dios creó al hombre, hubo un principio. Pero ese hombre se corrompió y se arruinó. El hombre que Dios había creado para Sí cayó y rechazó a Dios. Así que, Dios vino y llamó al hombre caído para tener un nuevo comienzo con él. Inclusive en nuestro caso, el llamamiento de Dios ha sido un nuevo comienzo. Todos nosotros tuvimos un nuevo principio. Le doy gracias a Dios porque, después de vivir más de diecinueve años en la vieja creación, tuve un nuevo comienzo antes de cumplir los veinte años de edad. El llamado de Dios es un nuevo comienzo que Dios mismo proporciona. Dios no quería abandonar al hombre. Por el contrario, El vino y llamó al hombre para darle un nuevo comienzo.
El hombre a quien Dios llamó era Abraham. Cuando Dios creó Adán, no creó un hombre solo sino un hombre corporativo. Cuando Dios llamó a Abraham, en cierto sentido, llamó a un hombre corporativo, pero en otro sentido, llamó a una sola persona. Aunque todos los descendientes de Adán fueron creados en Adán, no podemos decir que todos los descendientes de Abraham fueron llamados en Abraham. Aunque ése parece ser el caso, en realidad no lo es, porque Romanos 9:7-8 revela que no todos los descendientes de Abraham son hijos de Dios. El mero hecho de ser judío de nacimiento no significa que una persona tenga un nuevo comienzo con Dios. También los judíos de nacimiento necesitan un nuevo comienzo. Todos nosotros, seamos judíos o gentiles, somos hijos de Abraham, si hemos experimentado un nuevo comienzo por la fe en Cristo (Gá. 3:7). La mayoría de nosotros no somos judíos, pero todos somos descendientes de Abraham por la fe en Cristo. Somos la simiente de Abraham porque tuvimos un nuevo comienzo. Cuando Dios llamó a Abraham, éste tuvo nuevo comienzo, y ahora todos hemos entrado en este nuevo comienzo por medio de la fe. Cuando se habla del llamado de Dios, debe entenderse que Su llamado significa un nuevo comienzo. Nunca podré olvidar esa tarde de 1925 cuando Dios me llamó. Inmediatamente tuve un nuevo comienzo y toda mi vida, mi ser y mis conceptos cambiaron. Este es el llamado de Dios.
2. El cambio de linaje
Cuando Dios hizo el llamamiento, el nuevo comienzo de Dios para con el hombre constituyó el traspaso a otro linaje. Al llamar a Abraham, Dios indicaba que abandonaba el linaje de Adán y que escogía a Abraham y sus descendientes como el nuevo linaje para que fueran Su pueblo a fin de cumplir Su propósito eterno. Este fue un traspaso de linaje, del linaje adámico, el género creado, al linaje de Abraham, el linaje llamado (12:2-3; Gá. 3:7-9, 14; Ro. 4:16-17). Cuando decimos que el llamamiento de Dios es un nuevo comienzo, debemos entender que este nuevo comienzo es un traslado de linaje. Todos fuimos trasladados del viejo linaje creado al nuevo linaje llamado. Aunque nacimos en un linaje específico, cuando fuimos llamados, fuimos trasladados a otro linaje, el de los llamados.
3. El cambio de vida
El traslado de linaje en el llamamiento que hizo Dios es, en realidad, un traslado de vida. Usted puede declarar con certeza que ha cambiado de linaje, pero ¿puede afirmar que ha experimentado el cambio de vida? Aunque tuvimos el traslado de linaje, seguimos en el proceso del traslado de vida. No me atrevo a decir que he tenido un pleno traslado de vida. Tampoco podría decir que no tuve ningún traslado de vida. He tenido cierta medida de traslado de vida, pero este proceso todavía no se ha completado. Todos estamos en el proceso del traslado de vida.
Necesitamos un traslado interior de vida. Aunque fuimos trasladados de linaje, la vida que hay dentro de nosotros también debe ser cambiada. Sin este traspaso interior de vida, seguiremos siendo idénticos al linaje caído. Si pasamos simplemente de una posición a otra, en realidad seguiremos iguales en vida. El traslado en sí no puede cumplir el propósito que Dios tuvo al llamarnos. También debe haber un traslado de vida.
El traslado de vida nos pasa de la vida de Adán a la vida de Cristo; por esta razón, se trata de un traslado de la vida de la vieja creación a la vida de la nueva creación. Debido a la caída del hombre, la creación original de Dios se envejeció y dejó de cumplir el propósito de Dios. Por tanto, Dios necesita una nueva creación, una creación con una vida más fuerte y mejor que la vida creada de Adán. Esta vida más fuerte es la vida increada de Dios, la vida de Cristo. El traslado de vida en el llamado de Dios se efectúa de la vida caída de la vieja creación a la vida más fuerte y mejor de la nueva creación.
4. Como se ve en los llamados
Vemos claramente el significado del llamamiento de Dios en los llamados de Dios. En Abraham, Isaac y Jacob, y en los creyentes del Nuevo Testamento podemos ver el nuevo comienzo que Dios provee, el traspaso de linaje y el traslado de vida. Sus vidas pueden ser consideradas cuadros vívidos de lo que significa el llamamiento de Dios.
a. En Abraham
El cuadro descrito en el caso de Abraham es muy claro. El tuvo el nuevo comienzo, el traslado de linaje, y el traslado de vida, lo cual fue un gran problema para él y para Dios. El nuevo comienzo y el cambio de linaje en él se produjeron inmediatamente cuando fue llamado, pero el cambio de vida en él requirió muchos años. El traslado de vida le llevó varias décadas, y aun en aquel entonces no fue totalmente terminado.
1) Primero contó con Eliezer
Cuando Dios llamó a Abraham a salir de la tierra corrupta, Abraham no tenía ni hijo ni heredero. Dios era soberano. El no permitió que Abraham tuviera un hijo antes de ser trasladado a otro linaje. Por no tener hijo, Abraham contaba con Eliezer, su servidor, y lo hizo mayordomo de su casa, y le dijo al Señor: “Señor Yahweh, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer? Dijo también Abram: Mira que no me has dado prole, y he aquí, que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa” (15:2-3). Abraham llamó a Eliezer esclavo de su casa y pensaba que él sería su heredero. Abraham tenía un entendimiento muy natural, así como nosotros hoy. A pesar de haber recibido la promesa, él la interpretó de manera natural. Dios rechazó a Eliezer, y dijo a Abraham: “No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará” (15:4). Dios le dijo a Abraham que Eliezer no sería el heredero de la promesa que El había dado. Un descendiente de Abraham, nacido de Sara, sería su heredero.
2) Engendró a Ismael con la fuerza de su carne
Después de que Dios rechazó a Eliezer como heredero, Abraham hizo caso a la sugerencia de Sara de tener un hijo con Agar, y él ejerció la fuerza de su carne para cumplir la promesa de Dios. Así engendró a Ismael. La esposa lo propuso, y con el tiempo fue ella quien se molestó con el resultado de su propuesta. El hecho de que Sara se hubiese enfadado de esa manera fue algo providencial. Por una parte, la propuesta de Sara de pedir que Abraham tuviera un hijo con Agar era de la carne. Por otra parte, su petición de expulsar a Ismael concordaba con la providencia de Dios. Ella le dijo a Abraham que debía echar a Ismael, quien había nacido de la esclava (21:9-10). Esta petición le dolió mucho a Abraham; y le turbó bastante. Entonces Dios le dijo a Abraham: “No te parezca grave a causa del muchacho y de tu sierva; en todo lo que te dijere Sara, oye su voz, porque en Isaac te será llamada descendencia” (21:12). Esto significa que Dios le dijo a Abraham que hiciera ir a Ismael, pues no era éste quien había de heredar la promesa que le había hecho a Abraham. Isaac había de ser su heredero. Todos debemos entender que en el llamamiento de Dios no puede prevalecer nada de nuestra vida natural. El cambio de linaje no es suficiente. Necesitamos un traslado completo de vida.
3) Su nombre fue cambiado
y su carne circuncidada
Primero, Dios prometió a Abraham que tendría prole y que ésta heredaría la Tierra prometida (12:7; 13:15-16). Más tarde, cuando le dijo a Abraham que Eliezer no sería su heredero y que sólo el que naciera de él sería su heredero, confirmó con solidez Su promesa según la cual Abraham tendría descendencia propia (15:2-5). Después Abraham intentó cumplir la promesa de Dios usando su fuerza carnal y produciendo a Ismael. Como respuesta, Dios le dijo: “Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto” (17:1). Aparentemente Dios le decía a Abraham: “Lo que hiciste al engendrar a Ismael no es perfecto delante de Mí. Ahora debo transformarte. Tu nombre será cambiado de Abram, que significa padre exaltado (quizás padre de Ego inflado), a Abraham, que significa padre de una gran multitud (quizás padre verdadero) (17:5). Por eso debes circuncidarte (17:10-14) para que tu fuerza carnal sea cortada, a fin de que Yo cumpla Mi promesa, y tú seas fructífero”. Aquí Dios le prometió a Abraham que haría de él un gran padre, el padre de una gran multitud. Esto indicaba que Abraham sería el padre no solamente de sus descendientes según la carne, sino también de los creyentes neotestamentarios conforme a la fe (Ro. 4:16-17). Nosotros los cristianos nos hemos convertido en la simiente de Abraham por la fe en Cristo. Aunque habíamos nacido del linaje de Adán, nacimos de nuevo en el linaje de Abraham.
4) Engendró finalmente a Isaac
por la fuerza de la gracia de Dios
Cuando Dios cambió el nombre de Abraham y le mandó circuncidarse, le dijo en 17:21: “... Isaac, el que Sara te dará a luz por este tiempo el año que viene”. Aquí vemos que Dios hizo una cita, estableciendo así el tiempo para el nacimiento de Isaac. En Génesis 18:14 el Señor aludió a este versículo: “Al tiempo señalado volveré a ti, y según el tiempo de la vida, Sara tendrá un hijo”. El tiempo señalado, el tiempo establecido para el nacimiento de Isaac, era “el tiempo de la vida”. La expresión “el tiempo de la vida”, tiene mucho significado. En esta expresión, la palabra “vida” es la misma palabra hebrea usada para aludir al Árbol de la Vida en 2:9. El tiempo en que Isaac había de nacer era “el tiempo de la vida”. Esto sucedió después de la circuncisión de Abraham, lo cual indica que “el tiempo de la vida” en que Cristo es vida para nosotros viene después de que nuestra fuerza natural es aniquilada.
a) Después de poner fin a la fuerza de su carne
Antes de que naciera Isaac, Abraham y Sara estaban prácticamente muertos. El vientre de Sara estaba muy muerto, y el cuerpo de Abraham podía considerarse como muerto (Ro. 4:18-19). Lo que él tenía, Eliezer, y lo que intentaba conservar, Ismael, fue rechazado, y su capacidad natural fue aniquilada. Entonces ¿qué podía hacer? Quizás Abraham y Sara hayan tenido alguna conversación desagradable. Tal vez Abraham le haya dicho a su esposa: “Querida, mírate a ti misma. Tu capacidad de engendrar está muerta”. Quizás Sara le haya contestado: “Querido, mírate tú. ¡Qué viejo estás!”. Ambos se encontraban en una condición de muerte. Tal vez Sara haya dicho: “Eliezer es bueno, pero Dios lo ha rechazado”. Abraham pudo haber contestado: “Ismael es mejor, pero Dios tampoco lo ha aceptado. Puesto que Eliezer fue eliminado e Ismael rechazado, todo depende de nosotros, y nos encontramos en una situación lamentable. ¿Qué haremos?”. Pero cuando vino “el tiempo de la vida”, Isaac nació de estos dos seres casi muertos, como por el poder de la resurrección. La vida de ese nacimiento era “el tiempo de la vida”. En términos espirituales, el nacimiento de Isaac fue un nacimiento de vida.
b) Por la visitación de Yahweh
El nacimiento de Isaac se produjo por la visitación de Yahweh, por la venida del Señor (18:14). El nacimiento de Isaac no fue un simple nacimiento humano. En ese nacimiento vino Yahweh, porque el Señor dijo que en el tiempo señalado volvería, e Isaac nacería y eso sería “el tiempo de la vida”. Cuando se agotó la fuerza natural de Abraham, Jehová vino y produjo el nacimiento de Isaac en “el tiempo de la vida”. Este fue el traslado de la vida.
Todo lo que pertenece a la vida natural debe desaparecer. Incluso la capacidad de engendrar debe ser aniquilada. Todo lo que pertenece a nuestra vida natural o a nuestro ego queda excluido de participar en la economía de Dios. Todo lo natural debe ser aniquilado hasta que muramos (a nuestra carne-ego), seamos aniquilados y nos convirtamos en nada. Entonces, cuando lleguemos a nuestro fin, Yahweh vendrá. La venida de Yahweh significa vida (entramos por experiencia en vida de resurrección). Este (esta vida en resurrección tras la circuncisión del corazón) es “Isaac”. Por consiguiente, el nacimiento de Isaac es la venida de Yahweh, y es la vida, el nuevo comienzo, y además es el traslado de la vida. Este es el significado del llamamiento que Dios hace.Es muy bueno ver que todos nosotros fuimos llamados y tuvimos un nuevo comienzo y un cambio de linaje. Sin embargo, todos debemos reconocer que todavía estamos en el proceso del traslado de vida. Es probable que todavía algunos de nosotros nos aferremos a Eliezer, algunos queramos asirnos de Ismael, y otros hayamos quedado totalmente desilusionados. No obstante, entre nosotros otros han llegado al “tiempo de la vida”. En el caso de ellos, “Isaac” nació (viven en resurrección, descansando totalmente en Dios; habiendo abandonado la fuerza natural, viven en la gracia; han salido del desierto cruzando el Jordán y viven en Canaán, Cristo ha sido formado en ellos). Entre nosotros algunos han experimentado la venida de Yahweh, Su visita. Esto es el traslado de la vida. Todos necesitamos este traslado.
Debemos olvidar las enseñanzas superficiales y naturales, como por ejemplo, la de mejorarnos y comportarnos bien. No se trata de conducta, sino de un cambio de vida. Todos debemos cambiar no solamente de linaje sino también de vida.
Cuando Abraham fue llamado a salir de la tierra corrupta, no tenía ningún hijo. El envejeció y todavía no tenía hijo. Por consiguiente, puso su confianza en Eliezer, el hijo de sus posesiones. Dios rechazó a Eliezer. Entonces Abraham ejerció la fuerza de su carne para engendrar a Ismael. Abraham amó a Ismael y quería conservarlo, pero Dios no lo aceptó. El hijo prometido había de nacer de la venida de Yahweh, de la fuerza de la gracia de Dios en el tiempo señalado. Cuando llegó el tiempo señalado, Yahweh vino a Sara, e Isaac fue producido. En cierto sentido, Yahweh entró en Sara, y luego Isaac brotó de ella. Este fue “el tiempo de la vida”. Fue todo un traslado de vida.
b. En Isaac
En cierto sentido se cumplió el traslado de vida en Isaac, pero no se completó. Lo sabemos por el hecho de que Isaac engendró a Esaú, a quien Dios aborreció (Ro. 9:13). Esto significa que dentro de Isaac todavía permanecía la vida natural. Por consiguiente, podemos decir que en Isaac el traslado de vida no fue completado. Se completó en Jacob.
c. En Jacob
1) Primero Jacob es el suplantador
Al principio, Jacob era el suplantador. Su nombre significa suplantador. Suplantar significa tomar el lugar de otro, u obtener algo, por astucia (apoyarse en la manipulación de personas y circunstancias para conseguir sus propios fines, por sus propios medios). Jacob hurtaba secretamente. Por ejemplo, le robó a su tío Labán. Labán pensaba que Jacob lo ayudaba con sus rebaños, pero mientras Jacob le ayudaba se apartaba un rebaño para sí. Este es un ejemplo de la manera en que Jacob suplantaba. Al principio, Jacob no había sido trasladado en vida.
2) Transformado finalmente en Israel,
el príncipe de Dios
Dios sabía qué hacer con Jacob. El transformó a Jacob, el suplantador, y lo hizo un príncipe de Dios. Aunque le tomó mucho tiempo llevarlo a cabo, en cierto momento Él dijo a Jacob que su nombre ya no era Jacob sino Israel (32:27-28). De ahí en adelante, Jacob se llamó Israel. Dios hizo con Jacob lo mismo que hizo con Abraham: le cambió el nombre y la fuerza. Cuando Dios vino a transformar a Jacob, éste era todo un suplantador. Inclusive peleó con Dios. El tenía tanta fuerza natural que hasta a Dios le costó trabajo someterlo. No debemos burlarnos de Jacob, pues somos iguales a él. Somos tan fuertes que Dios mismo tiene dificultad para someternos. Cuando Dios viene a transformarnos, luchamos contra Él. Aunque a Dios le resulte difícil someternos, al final lo logrará. La lucha de Jacob obligó a Dios a tocar su muslo, la parte más fuerte de su ser, después de lo cual Jacob quedó cojo. A partir de aquel momento Jacob dejó de suplantar. El suplantador se había convertido en un príncipe de Dios. En todos los años que le quedaron, no volvió a robar. Sus manos suplantadoras se convirtieron en manos de bendición. Dejó de suplantar y sólo bendecía. El extendía sus manos para bendecir a quienes venían a él. Incluso bendijo a Faraón, el soberano más grande de la Tierra en aquel entonces (47:7, 10). El suplantador (manipulador) llegó a ser el que bendecía, el príncipe de Dios. Aquí tenemos el traslado completo de linaje y de vida. Este es el llamamiento de Dios. Este llamamiento empezó en Génesis 12:1 y seguirá hasta la venida de la Nueva Jerusalén. Todos los suplantadores llegarán a su fin y se convertirán en príncipes de Dios. La Nueva Jerusalén vendrá, no sólo como un traslado de linaje, sino también como un traspaso de vida.d. En los creyentes
1) Empieza con la regeneración
Al principio, la experiencia es la misma en el caso de los creyentes hoy. En ellos, el traslado de vida empieza con la regeneración (Jn. 3:3, 5). Después de ser regenerados, estamos en el proceso del traspaso de vida.
2) Efectuado por la experiencia de la circuncisión espiritual
En el caso de los creyentes, el traslado de vida es llevado a cabo por la experiencia de la circuncisión, por el despojo de la carne (Col. 2:11; Gá. 5:24). Hoy en día, Dios nos circuncida, y esta circuncisión dura bastante tiempo. Creo que entre nosotros muchos todavía están bajo la mano circuncidante de Dios. Es posible que usted se aferre a su fuerza natural o a su hombre natural. Esto requiere que Dios venga y corte o circuncide esa parte. Por consiguiente, todos estamos en el proceso de circuncisión. En otras palabras, estamos en el proceso de transformación.
3) Se completa en la redención
y transfiguración de nuestro cuerpo
El traspaso de la vida se completará cuando el Señor vuelva. En ese entonces, nuestro cuerpo será plenamente redimido y transfigurado (Ro. 8:23; Fil. 3:21). Entonces seremos los llamados, no sólo por haber sido trasladados de linaje, sino por haber experimentado un traslado completo en vida. En aquel tiempo disfrutaremos de todas las bendiciones que Dios prometió a nuestro padre Abraham. Este es el llamamiento de Dios. El llamamiento de Dios no está dirigido a los descendientes de Abraham en lo natural, sino a los que siguen a Abraham en el ejercicio de la fe que han obtenido, en vivir por Dios y en Él, y en experimentar el traslado de la vida por la obra de Dios. Como resultado de este proceso, seremos un nuevo pueblo, un pueblo de llamados de Dios. Entonces disfrutaremos de todas las bendiciones de la promesa de Dios. Todo lo que Dios prometió a Abraham vendrá a ser las bendiciones del evangelio neo-testamentario del cual todos participaremos mediante la fe en Cristo.
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