Especialmente interesante para entender lo que quiere decir "el daño de la segunda muerte".
Los cristianos debemos saber que si morimos inmaduros, al resucitar no maduraremos de manera espontánea o automática; sino que compareceremos inmaduros ante el Tribunal de Cristo. Si esto es así , no perderemos la salvación de nuestro espíritu, pero significará que sufriremos pérdida del galardón: ser sacerdotes de Dios y co-reyes con Cristo durante el reino Milenial. Además nuestras almas tendrán que ser maduradas (disciplinadas) con sufrimientos relacionados con la "segunda muerte" durante el milenio; para que, ahora si, en el Estado Eterno podamos unirnos a los vencedores y ser sacerdotes y reyes por la eternidad.
(Ver estudio completo en: http://www.librosdelministerio.org/books.cfm?id=%24%23%20TO30%20%20%0A)
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE CINCUENTA Y SEIS
EL REINO MILENARIO
II. EL MILENIO
C. La primera resurrección
1. La mejor resurrección
Los vencedores disfrutarán la mejor resurrección. El versículo 6 habla de “la primera resurrección”. La palabra griega traducida “primera” es la misma que se traduce “mejor” en Lucas 15:22, donde el padre del hijo pródigo dice: “Sacad pronto el mejor vestido, y vestidle”. Por consiguiente, la primera resurrección, mencionada en el versículo 6, puede traducirse “la mejor resurrección”. Los vencedores disfrutarán esta resurrección.
2. La superresurrección
La primera resurrección es la superresurrección, es decir, la resurrección sobresaliente, buscada por el apóstol Pablo (Fil. 3:11). La palabra griega puede traducirse “la resurrección extraordinaria”. Esto significa que es una resurrección separada o apartada de la resurrección común. Es una resurrección con honores, similar a una graduación con honores. Esta resurrección es una resurrección de reyes, como recompensa a los vencedores para que puedan reinar como correyes junto a Cristo en el reino milenario. Por consiguiente, “bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección” (20:6). No solamente los vencedores resucitados, como el hijo varón en 12:5 y los mártires tardíos en 15:2, sino también los que serán arrebatados vivos, como las primicias en 14:1-5, tendrán parte en esta resurrección.
3. La resurrección de vida
En mi juventud pensaba que solamente los creyentes resucitarían y que los incrédulos no. Me parecía que la resurrección era un bendición especial otorgada a los creyentes. Hasta que me di cuenta de que los incrédulos también resucitarán. Juan 5:29 habla de la “resurrección de vida” y de la “resurrección de juicio”. La resurrección de vida es la resurrección de los creyentes antes del milenio, y la resurrección de juicio es la resurrección de los incrédulos después del milenio. Los creyentes muertos resucitarán para disfrutar la vida eterna cuando venga el Señor. Así que, a esta resurrección se le llama resurrección de vida. Los incrédulos muertos serán resucitados después de mil años para ser juzgados ante el gran trono blanco (20:11-15). Por tanto, a esta resurrección se le llama la resurrección de juicio.
4. La resurrección con recompensa
La primera resurrección también será la resurrección con recompensa. Lucas 14:14 dice: “Y serás bienaventurado; porque ellos no tienen con qué recompensarte, pero te será recompensado en la resurrección de los justos”. Esta resurrección es una resurrección con recompensa.
No todos los santos muertos resucitarán al mismo tiempo. Por lo menos, los dos testigos del capítulo once resucitarán aparte de los demás. Ellos resucitarán tres días y medio después de morir (11:11). Además, el hijo varón, el cual será arrebatado antes de sonar la quinta trompeta, resucitará antes que la mayoría de los creyentes, los cuales resucitarán cuando suene la séptima trompeta. Podemos usar 1 Corintios 15 y 1 Tesalonicenses 4 para hablar de la resurrección de un modo general, diciendo que los creyentes muertos resucitarán cuando el Señor venga. Sin embargo, es necesario conocer los detalles relacionados con la resurrección de los creyentes. El hijo varón resucitará antes de la gran tribulación, y la mayoría de los santos que hayan muerto resucitarán casi al final de la gran tribulación. Además, es posible que la resurrección de los vencedores tardíos que estarán en pie en el mar de vidrio se produzcan en otro momento. Ciertamente ellos no serán arrebatados junto con el hijo varón, debido a que serán martirizados durante la gran tribulación. Es dudoso que ellos resuciten junto con la mayoría de los santos muertos. De modo que habrá tres o cuatro resurrecciones diferentes: la resurrección del hijo varón, la resurrección de los dos testigos, la resurrección de los vencedores tardíos y la resurrección de la mayoría de los creyentes que hayan muerto. No debemos estar conformes con participar en la resurrección general de los creyentes; debemos aspirar a la mejor resurrección.
5. Bienaventurados los que tengan parte
en esta resurrección
El versículo 6 dice: “Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección”. La bendición más elevada es heredar el reino manifestado en la tierra y ser correyes en el reino.
6. La segunda muerte no tiene autoridad
sobre los que tengan parte en esta resurrección
En cuanto a aquellos que tengan parte en la primera resurrección, el versículo 6 dice: “La segunda muerte no tiene potestad sobre éstos”. Esto es difícil de comprender. El lago de fuego es llamado la segunda muerte (20:14). Algunos podrían decir: “Los creyentes resucitarán y nunca serán lanzados al lago de fuego, la segunda muerte”. La Biblia no es tan sencilla. Ya vimos que Satanás es útil en las manos de Dios. De igual manera, la muerte le es útil en cierta forma. Todas las situaciones negativas están relacionadas con la muerte. Tomemos por ejemplo la debilidad. Todas las debilidades físicas, sicológicas y espirituales pertenecen a la muerte. La debilidad es una tarjeta de visita de la muerte. Cuando la muerte se prepara para visitar a una persona, no viene directamente. Primero viene en forma de debilidad. Esta es seguida por la enfermedad, y la enfermedad, a su vez, es seguida por la muerte. Por consiguiente, la debilidad y la enfermedad pertenecen a la muerte. Además, todos los inconvenientes y problemas que confrontamos pertenecen a la muerte. Cuando los vencedores entren en la sección celestial del milenio para ser los correyes de Cristo, no tendrán debilidades, enfermedades, problemas ni inconvenientes. En otras palabras, la muerte ya no los turbará.
La muerte que viene antes de la resurrección es la primera muerte, y la segunda muerte, el lago de fuego, es la muerte que viene después de la resurrección. En la primera muerte el espíritu y el alma abandonan el cuerpo; el cuerpo es enterrado; y el espíritu y el alma van al Hades. El espíritu y alma del creyente van a la sección de consuelo del Hades, y el espíritu y alma del incrédulo, a la sección de tormento. El Señor Jesús determinará quiénes de entre los muertos resucitarán antes del milenio y quiénes serán dejados en la tumba otros mil años para ser resucitados después del milenio. Después de que los incrédulos resuciten, serán juzgados ante el gran trono blanco (20:11-15). Los incrédulos muertos serán lanzados al lago de fuego, la segunda muerte. Esto significa que después de resucitar, sufrirán la segunda muerte.
No piense, como muchos cristianos, que después de su resurrección todo estará bien. Después de nuestra resurrección, tenemos que comparecer ante el tribunal de Cristo (2 Co. 5:10). Si no hay posibilidad de tener problemas, entonces ¿por qué seremos juzgados después de la resurrección? Cuando estemos delante del tribunal de Cristo, estaremos en temor y temblor, en suspenso, esperando lo que el Señor nos dirá. Sí, usted es salvo por la eternidad. No hay problema en cuanto a esto. No creemos que una persona salva pueda perderse. Juan 10:28-29 indica que una vez que uno recibe la vida eterna, jamás puede perecer. No obstante, en 1 Corintios 3:15 Pablo dice: “Si la obra de alguno es consumida, él sufrirá pérdida, pero él mismo será salvo, aunque así como pasado por fuego”. Aunque somos salvos, podemos sufrir pérdida, o sea que es factible que tengamos problemas. No piense que después de haber sido resucitado y arrebatado, inmediatamente irá al cielo. No, primero tiene que ser examinado. No espere ir directamente al reino milenario como un co-rey de Cristo. Primero debe comparecer ante el tribunal de Cristo.
Mientras estemos delante de este tribunal “cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí” (Ro. 14:12). Tal vez usted tenga que decir: “Señor, después de ser salvo, seguí bebiendo y yendo al cine. Me dijeron que debía amarte, pero sencillamente no tenía interés en hacerlo. Oí los mensajes referentes al reino, pero fui muy descuidado. Por favor, Señor, perdóname”. Tal vez usted critique a otros hoy, pero cuando esté en pie ante el tribunal de Cristo tendrá que criticarse a sí mismo. El juicio ante el tribunal de Cristo determinará si como recompensa vamos a entrar en Su reino o seremos castigados. Este castigo se relaciona con la segunda muerte, así como la debilidad, la enfermedad, los problemas y los contratiempos se relacionan con la primera muerte.
En el presente, Dios usa la debilidad, la enfermedad, los problemas y los inconvenientes para disciplinarnos a fin de que crezcamos en vida. Si usted muere sin madurez, no piense que después de resucitar va a madurar espontáneamente. No, usted va a resucitar y a ser arrebatado en su condición inmadura. Si muere sin madurez, resucitará sin madurez. Tome el ejemplo de una graduación. Si usted se sale de la escuela antes de graduarse y luego regresa, tiene que terminar todos los cursos requeridos para graduarse.
Necesitamos crecer y madurar temprano. No demore el proceso de crecer y madurar. Tema el riesgo de morir inmaduro. Si usted muere inmaduro, después de resucitar, comparecerá inmaduro ante el tribunal del Señor Jesús. No habrá necesidad de que el Señor le diga nada. Al contrario, usted dirá: “Señor, lamento mucho haber muerto inmaduro, continúo siendo inmaduro. Señor, ten misericordia de mí y concédeme más tiempo para madurar”. El Señor quizá le diga: “La dispensación ha cambiado. Tienes que ser puesto en una situación en la cual puedas crecer”. Tenga la absoluta certeza de que esta situación no será muy placentera. Todos los que están en esa situación serán confrontados con algo de la segunda muerte. Esto significa que después de resucitar, el creyente puede ser afectado por la segunda muerte, la cual posiblemente tendrá potestad sobre él. Solamente los vencedores, aquellos que tengan parte en la mejor resurrección, no estarán sujetos a nada de la segunda muerte. Ellos se habrán graduado y no tendrán debilidades, enfermedades, problemas, inconvenientes ni sufrimientos. Así debe entenderse el versículo 6.
No crea las enseñanzas erradas que afirman que si usted ha sido lavado en la sangre y regenerado por el Espíritu, todo va a estar bien. Aunque sea salvo por la eternidad, necesita crecer, madurar y ser perfeccionado a fin de ser uno de los correyes de Cristo. Si usted no madura, sufrirá pérdida. Si sufre pérdida antes de la resurrección, su pérdida corresponde a la primera muerte. Pero si sufre pérdida después de la resurrección, su pérdida se relaciona con la segunda muerte. Aunque sea un creyente resucitado estará bajo el poder de la segunda muerte, y algo de ésta lo perturbará. Esta es la pura y sobria verdad que ilumina. ¡Todos necesitamos iluminación, sobriedad y seriedad para con Dios!
¿En qué condición se encuentra usted hoy? ¿Sigue siendo carnal, amando el mundo todavía? ¿Pelea con su esposa, o se rebela contra su esposo? Si ésta es su condición hoy, ¿qué le dirá al Señor cuando esté delante de El después de la resurrección? ¿Y qué le dirá El a usted? El le dirá que usted tiene que sufrir para madurar, que necesita algo de la segunda muerte para madurar. ¡Pero alabado sea el Señor por los vencedores, los cuales tienen parte en la mejor resurrección y sobre los cuales la segunda muerte no tiene potestad!
D. El deleite del sacerdocio
y del reino en el milenio
El versículo 6 dice que los vencedores “serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con El mil años”. Los vencedores serán sacerdotes y, por ende, tendrán contacto con Dios y serán correyes de Cristo para reinar sobre las naciones en el milenio (2:26-27; 12:5). Ellos como sacerdotes traerán al hombre y sus necesidades a Dios, y ministrarán Dios al hombre; y como reyes traerán a Dios en Su autoridad al hombre y representarán a Dios en el pastoreo. Este es un galardón para los vencedores. Los creyentes que sean derrotados en esta era, perderán ese galardón. Pero después de ser juzgados en el milenio, participarán en el servicio de Dios y en el reino en el cielo nuevo y la tierra nueva por la eternidad (22:3-5).
El cristiano apropiado de hoy conduce el hombre y sus necesidades a Dios y a Cristo, y también le ministra a Dios y a Cristo. Traen la autoridad de Dios al hombre y representan a Dios ante el hombre. Al participar de la parte celestial del milenio, seremos reyes y sacerdotes. Debemos satisfacer la necesidad de Dios y del hombre, trayendo el hombre a Dios y Dios al hombre. Por medio de nuestro sacerdocio y nuestro reinado, tanto Dios como el hombre serán completamente satisfechos. Seremos sacerdotes y reyes, un pueblo en el cual no hay nada de la segunda muerte. En esta esfera no habrá debilidades, enfermedades, problemas ni inconvenientes. ¡Qué maravilloso será!
MÁS SOBRE EL DAÑO DE LA SEGUNDA MUERTE:
http://josemariaarmesto.blogspot.com.es/2013/08/la-ley-del-pueblo-del-reino-y-el-dano.html
http://txemarmesto.blogspot.com.es/2011/11/la-diferencia-entre-la-segunda-muerte-y.html
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