El disfrute es nuestro destino, pero podemos tenerlo
en un terreno inadecuado,
en el pozo del Viviente-que-me-ve
y no en Beerseba.
ESTUDIO-VIDA DE GÉNESIS
MENSAJE SESENTA Y CUATRO
DESCANSAR Y DISFRUTAR
(Ver completo: http://www.librosdelministerio.org/books.cfm?id=0C4F44F9)
...
b. Descansar y
disfrutar
En el mensaje
anterior, vimos que Isaac heredó la gracia. En lo relacionado con él todo era
cuestión de gracia. El nació en la gracia, fue criado en ella y fue hecho
heredero de la misma. En este mensaje, veremos que en Isaac también está el
asunto del disfrute. Su vida fue una vida de descanso y de
deleite. El relato de la vida de Isaac no indica que él haya sufrido
mucho. Por el contrario, revela
que él descansaba siempre. Esto se demuestra por su meditación en el campo
(24:63). ¿Pudo Isaac haber meditado si no hubiera estado en paz y descansando?
No. Para meditar, debemos estar en paz. Cuando tenemos problemas, somos
incapaces de descansar. Isaac siempre descansa. En Génesis 24 él había perdido a su madre, no tenía
esposa y su siervo se había alejado de él. Aún así, no estaba perturbado. El fue al campo para meditar, y no para clamar al Señor. El no dijo: “Oh Señor, ¿que debo hacer? he perdido a mi madre, no tengo esposa y mi
siervo se ha ido. Señor, ¡ten misericordia de mí!”. Isaac no clamó así, sino que meditó.
No hallamos la palabra
descanso en el relato de la vida de Isaac, pero el hecho está ahí. Isaac era
una persona muy tranquila. A pesar de los problemas que
enfrentó con relación a los filisteos por los pozos, él siempre estuvo en paz.
A pesar de afrontar problemas, él mismo no era perturbado. Mientras
los filisteos contendían por los pozos, él se mantuvo en paz. Isaac parecía decir:
“Si ustedes no me quieren aquí en este
pozo, entonces me iré a otra parte. Cuando ustedes vengan a molestarme allí, me
iré a otro lugar”. Con eso vemos que Isaac era verdaderamente una persona
sosegada. ¿Está usted siempre tranquilo? Examine su experiencia en las
últimas veinticuatro horas. ¿Hay algo que lo ha molestado y que le ha sacado de
su descanso? Casi todos reconoceremos que hemos sido turbados. Esto
demuestra que a pesar de ser Isaac, no siempre descansamos. Hace poco estaba
laborando arduamente en el libro de Apocalipsis. Sin embargo, puedo alabar al
Señor, porque mientras laboraba estuve muy tranquilo y pude decir: “No tengo nada y no puedo hacer nada. No
tengo que hacer nada, porque el Señor lo está haciendo todo”. Todos debemos ser personas sosegadas.
Isaac no sólo descansa,
sino que también disfruta. Toda su vida fue una vida de
disfrute. Cuando llegó a una edad avanzada, todavía tenía apetito para comer “carne bien guisada”, y le pidió a Esaú
que preparara el guisado que le gustaba (27:1-4). Cuando Rebeca oyó esto, llamó
a Jacob para que trajera dos cabritos de las cabras a fin de prepararle a Isaac
el plato que le gustaba (27:5-10). Después de que tanto Jacob como Esaú regresaron con el guiso para su
padre, Isaac obtuvo una doble porción. Esaú, Rebeca y Jacob estaban
ocupados, pero Isaac sólo se sentó allí a disfrutar el guiso de carne. Así vemos que Isaac era una
persona que disfrutaba, y siempre se deleitaba en la provisión de gracia. Este
disfrute fue su destino.
El disfrute también es nuestro destino.
Jóvenes, no se preocupen por conseguir esposa. Si ustedes se mantienen tranquilos y siguen disfrutando, la
mejor esposa vendrá hacia ustedes.
En nuestra vida cristiana existe el aspecto del disfrute. He estado luchando
desde la edad de doce años. Ahora, después de casi sesenta años, puedo
testificar que a menudo mi esfuerzo ha impedido que el disfrute venga. Si no hubiera luchado, el
disfrute habría llegado mucho antes y de una manera más rica. ¿Por qué estorba la lucha el disfrute? Porque el disfrute es nuestro
destino. Todos fuimos predestinados para ello.
Jóvenes, olvídense de sus conflictos. Vayan simplemente a
casa, oren, alaben y duerman. A la siguiente mañana,
levántense, tengan un buen avivamiento matutino, y coman un buen desayuno. No se preocupen por buscar esposa; Rebeca vendrá a ustedes.
Este es el disfrute que constituye nuestro destino. ¿Acaso no somos hijos de
Dios? ¿Cómo pueden los hijos de Dios ser personas miserables? Debemos declarar: “Alabado el Señor porque soy hijo de Dios.
El Dios todopoderoso que todo lo provee es mi Padre”. La palabra
Padre denota una rica provisión. Mientras tengamos un padre rico,
tendremos la provisión y no tendremos que preocuparnos. Simplemente debemos
disfrutar esta provisión abundante. Este es nuestro destino.
1) Vivió en el pozo del
Viviente-que-me-ve
El disfrute es nuestro destino, pero todavía debemos
ocuparnos del
lugar de disfrute.
Consideremos los nombres de los lugares en los cuales
Isaac tuvo disfrute: Primero,
vemos “el pozo del Viviente-que-me-ve”
o “del que se revela a sí mismo”
(24:62; 25:11). En el pozo del Viviente-que-me-ve, Dios nos visita
y se nos revela. Segundo,
Isaac tuvo cierto disfrute en el pozo llamado Esek, que significa contienda. Esek
era un lugar de contienda, de pelea, de lucha. El tercer lugar era Sitna (26:21), que significa enemistad, odio u oposición.
El cuarto lugar fue llamado Rehobot. Rehobot tiene un
significado positivo: “lugares amplios” o “caminos anchos”.
El último lugar fue llamado Seba que significa juramento (26:22-33). Por lo tanto, Beerseba significa pozo del
juramento. Isaac disfrutó de la gracia en cada uno de estos cinco
lugares.
Antes de considerar el
significado de estos lugares, debemos ver dónde fue criado
Isaac. Fue criado en Beerseba junto al
pozo y al árbol tamarisco. Antes de casarse, él salió de Beerseba y fue a la región
del sur (24:62). Como ya vimos, en la Biblia ir hacia el sur
significa descender. No creo
que Abraham haya salido con Isaac de Beerseba ni de Hebrón. El se quedó o en
Beerseba o en Hebrón. Isaac
se marchó al sur después de la muerte de su madre y la partida de su siervo, y
luego regresó. Una versión dice: “Venía
Isaac del camino al pozo del Viviente-que-me-ve”. En hebreo, dice: “Venía del pozo del Viviente-que-me-ve”, lo cual significa que
regresaba de allí. Al regresar de ese pozo, él
obtuvo esposa. Si se hubiese quedado en el Viviente-que-me-ve y no
hubiese regresado a Beerseba o a Hebrón, habría perdido la oportunidad de
encontrarse con Rebeca. Cuando
regresaba del Viviente-que-me-ve, vino Rebeca. El siervo de Abraham no sabía
que Isaac había salido del lugar donde Abraham estaba. El hecho de que Isaac haya regresado de su camino descendente fue obra
del Señor. El regresó porque su destino era disfrutar.
Todos nosotros hemos tenido
experiencias similares. Después de ir hacia abajo, dijimos repentinamente: “Tengo que regresar”. El momento de nuestro regreso
fue el momento exacto en que vino Rebeca. Lo he experimentado repetidas veces.
Iba cuesta abajo y de repente me dije a mí mismo: “Tengo que regresar”. En cuanto regresé, vino el disfrute.
Cuando Isaac regresó,
vino el disfrute. Al regresar a la posición
apropiada, obtuvo una esposa. No obstante, después de su boda, él volvió a viajar al
sur con su esposa. Génesis 25:11 afirma que después de la muerte de
Abraham, Isaac moró cerca del pozo del Viviente-que-me-ve. Como resultado de su viaje hacia
abajo, tuvo que enfrentarse con la enemistad de los filisteos.
Debemos ver un cuadro
gráfico en el relato de Isaac. El no descendió a Egipto, sino
al sur, a la tierra de los filisteos. El relato de Génesis enseña
que el pueblo de Dios tiene dificultades cada vez que desciende al sur. Abraham
tuvo problemas en Egipto y en la tierra de los filisteos. Su hijo Isaac también
tuvo problemas cuando fue a la tierra de los filisteos, pues contendió con
ellos y tuvo enemistad con ellos. El disfrutó los caminos espaciosos, la anchura, de Rehobot, pero allí
no se le apareció el Señor. En el Viviente-que-me-ve, Esek, Sitna y Rehobot no
se le apareció el Señor. El Señor no apareció a Isaac
antes de que éste fuese a Beerseba. La misma noche en que Isaac subió de
Rehobot a Beerseba, el Señor se le apareció (26:23-24).
Aquí vemos un punto crucial, un punto que muchos
cristianos no entienden. Como
cristianos, estamos destinados a disfrutar. Dondequiera que estemos y por muy
acertados o equivocados que estemos, fuimos destinados a disfrutar. Aun cuando Isaac
iba hacia abajo al Viviente-que-me-ve, seguía disfrutando de un pozo, el pozo
del Viviente-que-me-ve, que se nos revela. Algunos dirán: “Esto es maravilloso. Mientras tengo al
Viviente-que-me-ve, el cual se revela a mí, eso es suficiente”. Sin
embargo, cuando leemos la
Biblia, debemos conservar el principio de lo que se menciona por primera vez. El Viviente-que-me-ve se menciona por
primera vez en 16:14 y fue el sitio donde Agar se asentó después de huir de
Sara. Sara representa la gracia; por lo tanto, la huida de
Agar significaba que ella había dejado la posición de la gracia. En el desierto, en un lugar de
sufrimiento, Dios la visitó. Por lo tanto, el
Viviente-que-me-ve fue un lugar donde quien había dejado la posición de la
gracia todavía podía tener cierto disfrute de la visitación de Dios.
Es posible que anteriormente nos hayamos preguntado si
nuestra posición estaba correcta, pues sentimos que nos
habíamos apartado de la gracia. A pesar de tener estas dudas, conservábamos cierto disfrute y nos consolábamos, diciendo: “Si yo estuviese equivocado, no tendría este
disfrute. No obstante, aquí tengo el pozo del Viviente que-me-ve, que me
visita. Puesto que tengo este deleite, debo de estar en el lugar correcto”. Sin embargo, ése no es
el caso. Por una parte, estamos destinados a disfrutar, y dondequiera que
estemos tendremos alguna medida de deleite. Por otra parte, podemos tener este
disfrute en la posición equivocada, y no en el lugar en donde Abraham plantó el
árbol tamarisco, sino en el lugar a donde Agar escapó de la gracia. El Viviente-que-me-ve fue el
lugar donde moró quien había huido de la gracia pero seguía disfrutando algo de
la visitación de Dios. Casi
todos nosotros hemos experimentado esto. Dudamos de nuestra posición, pero
conservamos cierto disfrute y nos sentimos confirmados
por ello. No tome este disfrute como una confirmación.
El disfrute es nuestro destino, pero podemos tenerlo en un
terreno inadecuado, en el pozo del Viviente-que-me-ve y no en Beerseba.
Un pozo denota disfrute y satisfacción. En el transcurso
de la vida de Isaac, él jamás tuvo sed. Adondequiera que iba, no importa si era
el lugar equivocado o el sitio correcto, había un pozo. Su vida se
caracterizaba por los pozos. Algunos podrían discutir con
nosotros, diciendo: “Usted dice que estoy
equivocado en mi posición. ¿Entonces por qué tengo un pozo aquí?” El disfrute que tiene del pozo no
justifica su posición, pues el disfrute es su destino de todos modos. Anteriormente muchos de nosotros teníamos el concepto religioso según el
cual Dios nos abandonará y no tendremos más disfrute si nos equivocamos. Sin
embargo, por muy equivocados que podamos estar, seguimos siendo hijos de
nuestro Padre, y El jamás nos abandonará. Puedo ser el niño más travieso, pero todos los días
sigo disfrutando de la provisión de mi Padre. Este disfrute es nuestro destino, nuestra porción.
Cuando algunos oyen que
Isaac hallaba un pozo dondequiera que iba, pueden pensar que ellos pueden ir
adonde les plazca, porque este disfrute también es su destino. No razone así. Usted puede tener un pozo para su disfrute, pero se perderá la aparición
del Señor y no podrá cumplir el propósito eterno de Dios. Más
adelante, veremos que el propósito de Dios jamás puede ser
cumplido en el Viviente-que-me-ve ni en Esek ni en Sitna ni siquiera en
Rehobot. Sólo se puede cumplir en Beerseba, y es allí donde debemos permanecer.
Si lo hacemos, experimentaremos
la aparición del Señor y tendremos la base apropiada para heredar las promesas
a fin de cumplir el propósito eterno de Dios. Podemos tener pozos,
inclusive “un pozo de aguas vivas”
(26:19), en otros lugares, pero esos pozos no nos ayudan a cumplir el propósito
eterno de Dios. Su propósito sólo puede cumplirse en el pozo que está cerca del
árbol tamarisco de Beerseba.
Isaac experimentó cierto disfrute en
todos los lugares en donde había un pozo, pero Dios no estaba satisfecho y usó
las circunstancias para obligarlo a regresar a Beerseba. Dios parecía decir: “Isaac, estás establecido, pero no estás
establecido en el lugar adecuado. Suscitaré una contienda que te obligue a
regresar a Beerseba”. Isaac había descendido, pero Dios usó las circunstancias
para forzarlo a subir del Viviente-que-me-ve a Beerseba. Puesto que Isaac no
tenía deseos de regresar, Dios tuvo que forzarlo a regresar a Su lugar.
Algunos maestros
cristianos han alentado a los creyentes a seguir el ejemplo de Isaac y a no contender
con los demás. Según esta enseñanza, cuando cavamos un pozo y otros lo toman,
debemos tolerarlo simplemente y entregárselo a ellos. Si vamos a otro lugar y
excavamos otro pozo, y otros se apoderan de él, no debemos contender, sino ir a
otro lugar. Al final llegaremos a un tercer lugar, un lugar de caminos anchos. No obstante, esta enseñanza no
toma en cuenta el propósito de Dios que consistía en hacer volver a Isaac a
Beerseba, el lugar donde Dios se le apareció. En Beerseba,
después de la aparición de Dios, Isaac edificó un altar, invocó el nombre del
Señor y erigió su tienda (26:24, 25). Isaac no construyó un altar en
otro sitio. La aparición del Señor con Su promesa y el testimonio se
encontraban en Beerseba. Este fue el lugar en el que
Isaac recibió la promesa que cumpliría el propósito eterno de Dios.
No la recibió en el Viviente-que-me-ve, que se revela; ni en Esek, el pozo de
la contienda, ni en Sitna, el pozo de la enemistad, ni siquiera en Rehobot, el
pozo de caminos anchos. Isaac
disfrutaba en todas partes, pero la aparición
del Señor (la cuál es diferente de
una simple visita de Dios) sólo
sucedió en Beerseba. El pudo heredar la promesa y llevar una vida que
fuera un testimonio para que se cumpliera el propósito de Dios, solamente en
Beerseba. Sólo allí, en el pozo del juramento, podemos tener la
aparición del Señor, heredar la promesa, edificar un altar, invocar el nombre
del Señor y plantar una tienda como testimonio. Allí y solamente allí podemos
cumplir el propósito eterno de Dios.
El disfrute que
podemos tener en cualquier parte, pues tal es nuestro destino, no constituye
una confirmación ni una justificación de nuestra posición. Lo correcto de nuestra posición sólo
se puede determinar por la aparición
del Señor y no simplemente por el disfrute.
En muchos lugares hemos disfrutado, pero cuando estuvimos allí, sentimos en lo
profundo de nosotros que no teníamos la aparición del Señor. Además, en esos
lugares no teníamos ni un altar ni una tienda, ni invocábamos el nombre del
Señor desde lo profundo de nuestro espíritu. Podemos disfrutar en cualquier
parte, pero sólo en Beerseba podemos cumplir el propósito de Dios.
2) Consiguió una esposa escogida
Vimos ya que Isaac
disfrutó de todos los pozos. Adondequiera que iba hallaba un pozo que podía
disfrutar. Esto revela que por muy correcta o equivocada que sea
nuestra posición, existe un pozo para nuestra satisfacción. Aparte
de disfrutar de los pozos, Isaac consiguió una esposa
escogida (24:61-67). El la obtuvo sin hacer nada. Mientras meditaba en el
campo, ella vino a él. Isaac no era un hacedor, sino uno que disfruta. Su padre
y su siervo le consiguieron la esposa. Isaac ni siquiera fue a Rebeca, sino que
Rebeca vino a él. En toda la historia, jamás he oído un caso
semejante en el cual la novia haya venido al novio. Todos los hechos naturales
cristianos no son más que una figura de alguien que suplanta, que se ase de
calcañares. Nunca suplante ni coja el calcañar de los demás. Rebeca es su
porción y ella vendrá. Antes de la fundación del mundo, Rebeca fue destinada a
pertenecerle a usted. ¿Lo cree usted? ¿Se atreve a proclamarlo? Isaac recibió su Rebeca
simplemente cuando meditaba en el campo, y no tuvo que hacer nada al respecto.
Este es el disfrute.
3) Tuvo gemelos
Después de veinte años
sin tener hijos, Isaac tuvo gemelos (25:20-21, 26b). ¿Acaso no dijo Dios en Su
promesa, que Isaac, la simiente de Abraham, sería aquel en quien todas las
familias de la Tierra serían benditas? Supongamos que Isaac jamás hubiese
tenido hijos, ¿cómo podría, entonces, cumplirse esta promesa? Y si esta promesa
no se cumplía ¿cómo podría cumplirse el propósito de Dios? Por lo tanto, no era
solamente Isaac quien necesitaba un hijo; Dios también necesitaba una simiente
de Isaac. Isaac no se dio cuenta de eso durante veinte años; por esta razón,
Dios no hizo nada. Dios tenía una necesidad e intentaba hacer algo al respecto;
pero necesitaba la cooperación humana. Durante veinte años, Isaac solamente
estuvo disfrutando, sin preocuparse por la necesidad de tener un hijo. Después
de veinte años, se dio cuenta de que tenía esta necesidad y de que su necesidad
correspondía a la de Dios. Cuando él tomó consciencia de ello, oró y Dios
contestó su oración.
Lo mismo sucede en nuestro caso hoy.
Cuando nos damos cuenta de que nuestras necesidades corresponden a las
necesidades de Dios, y oramos al respecto, Dios contesta nuestra oración. En
realidad, Su respuesta a nuestra oración constituye el cumplimiento de Su
propósito. Nuestra necesidad debe ser la necesidad de Dios, y al orar por nuestra
necesidad oramos por la necesidad de Dios. Cuando nuestra necesidad
corresponda a la de Dios y cuando oremos por nuestra necesidad, la necesidad de
Dios también será satisfecha. Cuando Isaac oró pidiendo un hijo,
¿cuál necesidad era más grande, la de Isaac o la de Dios? Indudablemente, la
necesidad de Dios era mayor. Sin embargo, la necesidad mayor, la de Dios, sólo
podía cumplirse al ser satisfecha la necesidad más pequeña, la de Isaac.
Dios puede intervenir y suplir Su necesidad solamente cuando el hombre se da
cuenta de esta necesidad y ora por ella. Dios tiene un propósito, y
nosotros tenemos una necesidad que corresponde a ese propósito. Sin embargo,
Dios no puede hacer nada hasta que nosotros seamos conscientes de nuestra
necesidad y oremos por ella. Entonces Dios responderá a nuestra oración a fin
de satisfacer nuestra necesidad para cumplir Su propósito.
Finalmente Isaac tuvo un hijo, Jacob, quien no sólo satisfizo su necesidad,
sino que también cumplió el propósito eterno de Dios. De Jacob procedió Cristo,
quien produjo la Iglesia, el Reino y la Nueva Jerusalén. Estas entidades
eternas fueron el resultado de que fuera satisfecha la necesidad de Isaac, una
necesidad que correspondía a la necesidad de Dios.
Estamos destinados a disfrutar, y adondequiera que
vayamos habrá un pozo. Sin embargo, al disfrutar la gracia de Dios, debemos
proporcionarle nuestra coordinación
humana para que El cumpla Su propósito eterno por medio de nosotros. Esto significa que jamás
disfrutaremos la gracia en vano, pues al disfrutar la gracia, ésta se convierte
en el cumplimiento del propósito de Dios.
4) Recibió una cosecha
centuplicada y se engrandeció
4) Recibió una cosecha
centuplicada y se engrandeció
Isaac recibió una
cosecha centuplicada y llegó a ser grande (26:12-14). En Génesis 26:13 dice que
se enriqueció. Isaac “se enriqueció, y
fue prosperado, y se engrandeció hasta hacerse muy poderoso”. El se
enriqueció cumpliendo el deber normal de sembrar, y recibiendo la bendición del
Señor. Esto también era un asunto de disfrute, pero tal disfrute no se
encontraba en la posición adecuada. Quizá Isaac se haya dicho: “Mi posición debe ser correcta. Si no lo
fuese, ¿cómo podría el Señor bendecirme con todas estas riquezas?” No
obstante, Dios pudo haber dicho: “Isaac,
estás establecido aquí y has adquirido grandes riquezas, pero Yo no estoy
conforme con tu posición. Suscitaré circunstancias que te obliguen a abandonar
este lugar”. Que el Espíritu Santo nos muestre este cuadro tan
vívido. Por una parte, vemos el disfrute apropiado;
por otra, vemos la posición incorrecta.
Aun cuando nuestra posición no sea la adecuada, podemos seguir disfrutando. No
obstante, no se imagine que este disfrute justifique su posición. Mientras nosotros disfrutamos, nuestra necesidad es satisfecha. Pero si
queremos cumplir el propósito eterno de Dios, debemos estar en la posición
correcta. No obstante, aun cuando no estemos en la posición
correcta, Dios seguirá otorgándonos Su rica provisión. Esto es maravilloso.
¡Qué Dios tan maravilloso! ¡Qué maravillosa provisión! Fuimos destinados para
disfrutar. Aunque estemos equivocados en nuestra posición, tenemos el rico
deleite. En todo caso, Dios no nos abandonará. Él usará nuestras circunstancias
para volvernos a la posición adecuada a fin de que cumplamos Su propósito.
5) Encontró el “pozo de aguas vivas”
Antes de regresar a
Beerseba, Isaac disfrutó continuamente, y recibió gracia tras gracia. Después
de recibir la cosecha centuplicada, encontró el pozo de aguas vivas y entró en
los lugares espaciosos, los caminos anchos (Rehobot, 26:15-22). Aunque tenía un deleite tan rico, su posición no era la correcta y fue
forzado a abandonar los caminos anchos y a regresar a Beerseba.
6) Regresó a Beerseba
Cuando Isaac volvió a Beerseba (26:23-33),
inmediatamente el Señor se le apareció, le habló y confirmó Su promesa, diciendo: “Yo soy el Dios de Abraham tu padre; no
temas, porque yo estoy contigo, y te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia
por amor de Abraham mi siervo” (26:24). Entonces a partir de Beerseba,
Isaac tuvo el testimonio adecuado. El construyó un altar, invocó el nombre del
Señor y plantó su tienda (26:25). Allí en Beerseba llevó una vida que
cumpliría el propósito eterno de Dios. Finalmente, los opositores fueron
sometidos en Beerseba (26:26-31). Beerseba es el lugar adecuado, el lugar en el
cual tenemos la posición correcta, y ésta tiene mucha importancia tanto para
Dios como para nosotros.
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