LA ERA DE LA "PIEDRA": Era de construcción, no solo de redención.
(Tomado del ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS-MENSAJE TREINTA Y TRES-LA PIEDRA QUE TIENE SIETE OJOS TIENE COMO FIN EL EDIFICIO DE DIOS- http://www.librosdelministerio.org/books.cfm?id=%24%28NS%5D3P%20%20%0A- los resaltados y el título del encabezamiento no son del autor)
DIEZ PUNTOS CRUCIALES
Veamos ahora diez expresiones cruciales que aparecen en el Evangelio de Juan y en Apocalipsis. En primer lugar, en Juan 1:1, tenemos el Verbo eterno. “El principio” al que alude este versículo se refiere indudablemente a la eternidad pasada, lo cual indica que el Verbo es el Verbo eterno. Este versículo afirma claramente que el Verbo era Dios. Un día este Verbo, que era Dios, se hizo carne (Jn. 1:14). Dentro de la terminología teológica, estamos acostumbrados a decir que el Hijo de Dios se encarnó. Esto es correcto, por supuesto. Sin embargo, si uno lee el Nuevo Testamento, no hallará ningún pasaje que diga que el Hijo de Dios se encarnó. Aunque éste es un hecho aceptado, el Nuevo Testamento no lo expresa de ese modo. Esta es la enseñanza teológica tradicional de la encarnación. Pero no me entiendan mal ni piensen que yo no creo que la encarnación sea la encarnación del Hijo de Dios. Creo en esto tanto como ustedes. Pero el Nuevo Testamento dice que el Verbo, quien existía desde el principio, se hizo carne. No sólo fue el Hijo de Dios el que se hizo carne; fue el mismo Dios. Juan el Bautista, el precursor de Cristo, dijo del Verbo encarnado: “He aquí el Cordero de Dios”. Así que, en la primera mitad de Juan 1 tenemos al Verbo, a Dios, la carne y el Cordero.
En Apocalipsis vemos que el Cordero de Dios es el León. Uno de los ancianos angélicos, no un ser humano, presentó a Cristo como el León de la tribu de Judá (5:5). En Apocalipsis 5:6 dice que el Cordero tiene siete ojos. La mención del León está relacionada con Génesis 49, y lo dicho acerca de los siete ojos está conectado con Zacarías, el cual habla de los siete ojos que hay sobre la piedra. Así que el Cordero también es la piedra. Dicho de otro modo, el Redentor que quitó el pecado del mundo se hizo la piedra de edificación y el edificador.
Este concepto no es nuevo. Antes de que el Señor Jesús fuera crucificado, dio a entender a los edificadores judíos que ellos estaban rechazando no sólo al Redentor sino también la piedra angular (Mt. 21:42). Creo que mientras el Señor Jesús les hablaba, estaba consciente de que El era la piedra de la cual había hablado Zacarías 3:9, la que tenía los siete ojos, y que también, al ser tallada, quitaría la iniquidad del pueblo en un solo día. El sabía que Dios lo grabaría, lo quebrantaría, para quitar la iniquidad del pueblo en un solo día, a fin de obtener Su edificio.
El Cordero y la piedra, es decir, la redención y la edificación, están conectados por los siete ojos, que son los siete Espíritus de Dios y las siete lámparas que arden delante del trono de la administración de Dios. De manera que tenemos al Verbo, a Dios, la carne, el Cordero, el León, la piedra, los siete ojos, los siete Espíritus y las siete lámparas. Por último, tenemos el edificio, la morada eterna de Dios, la Nueva Jerusalén. Ninguna de estas expresiones es mi interpretación personal; sólo estoy citando la Biblia. Solamente estoy mostrando diez puntos cruciales hallados en ella: el Verbo, Dios, la carne, el Cordero, el León, la piedra, los siete ojos, los siete Espíritus, las siete lámparas y la Nueva Jerusalén. Cuando juntamos todas estas expresiones, como piezas de un rompecabezas que están esparcidas por los diferentes libros de la Biblia, verdaderamente podemos ver algo. Si oramos con relación a estos diez asuntos, tendremos la visión de que la Nueva Jerusalén es el aumento consumado de Dios.
LA ERA DE LA PIEDRA
En el principio existía el Verbo, la expresión, de Dios. Un día, Dios mismo, expresado como Verbo, se hizo carne. Este fue el primer paso por el cual se agrandó. Esta carne era el Cordero del Dios justo, el Dios que juzga y condena el pecado. El cordero quitó el pecado y así cumplió las justas exigencias de Dios. Este fue el segundo paso en el agrandamiento de Dios. Cuando fue crucificado, fue grabado, y esto quitó la iniquidad del pueblo de Dios en un solo día. Además de esto, El también es el León, lo cual indica que El derrotó a todos los enemigos. Como León, El venció por completo al enemigo. El es tanto el Cordero redentor como el León vencedor y, como tal, trae el agrandamiento de Dios. Este León-Cordero ahora es la piedra. ¿Sabe usted qué es el Señor Jesús hoy? El es la piedra. El es el Cordero y también el León, lo cual le permite ser la piedra. Después de quitar la iniquidad y de derrotar a todos los enemigos, El construye un edificio. Esta no es la era del Cordero y el León solamente; es, ante todo, la era de la piedra. Ahora podemos entender por qué el Señor Jesús, en Su última visita a Jerusalén les indicó a los constructores judíos que ellos estaban rechazando no sólo al Cordero, el Redentor, y al León, el vencedor, sino también la piedra, la cabeza del ángulo. Después de que el Señor murió y resucitó, la era se convirtió en la era de la iglesia, la cual es el edificio de Dios. Con relación al edificio de Dios, Cristo es la roca. El mismo le dijo a Pedro: “Tú eres Pedro [una piedra], y sobre esta roca edificaré Mi iglesia” (Mt. 16:18). Después de la crucifixión y la resurrección, la era vino a ser la era de la roca, la era de la piedra. Esta es la era del edificio.
El cristianismo, errando el blanco, ha convertido esta era casi exclusivamente en una era de redención. Algunos cristianos, conocidos como los cristianos de la vida interior, han ido un poco más allá y hablan del León vencedor. Parece que a lo largo de los siglos nadie se ha percatado de que ésta no es sólo la era de redención y de vencer, sino que es principalmente la era de edificación. Ahora Cristo es la piedra. Todos debemos ver que esta edad es la edad de edificar. Alabamos al Señor porque El ahora es el León-Cordero-piedra. Su victoria y Su redención lo condujeron a ser la piedra. Si El no hubiese derrotado al enemigo y quitado la iniquidad, no le habría sido posible edificar la morada de Dios. ¡Aleluya, nuestro Señor Jesús es el León-Cordero-piedra!
Esta piedra tiene siete ojos. Este es el punto crucial. Los siete ojos son los siete Espíritus de Dios, y éstos son las siete lámparas que arden y flamean. ¿Cuál es la función de los ojos? Ver, por supuesto. Sin embargo, los siete ojos de Cristo no tienen la función principal de ver cosas, sino de vernos a nosotros, de observarnos. Sin duda alguna, los siete ojos de la piedra de construcción nos infunden y nos comunican algo. Cuando El nos mira, podemos saber si está contento o no. No es necesario que nos diga nada. Al mirarnos, nos comunica todo lo que El es. Por consiguiente, la función de los ojos es infundir y comunicar algo. Como mencionamos antes, los siete Espíritus de Dios imparten vida porque, en la Biblia, el Espíritu es el Espíritu de vida. Las siete lámparas iluminan, escudriñan, exponen y juzgan al hombre dentro del mover de Dios. De este modo Dios lleva a cabo Su administración. En el libro de Apocalipsis podemos ver que los ojos infunden y comunican algo, que el Espíritu de Dios imparte vida, y que las siete lámparas iluminan, escudriñan, exponen y juzgan. Todo esto tiene como meta la Nueva Jerusalén. Antes de venir a la iglesia, nunca habíamos oído nada semejante. Pero después de llegar a ser parte de la iglesia, experimentamos algo que brillaba en nosotros y que escudriñaba todos los secretos de nuestra vida.
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