ESTUDIO-VIDA DE GENESIS
MENSAJE TREINTA Y DOS
LA VIDA EN RESURRECCION
(1)
(Ver completo en: http://www.librosdelministerio.org/books.cfm?id=17970AD8)
...
b. Personas carnales, representados por el cuervo,
vuelven al mundo juzgado por Dios
Antes de que las ocho personas iniciaran su nueva vida en la nueva Tierra, Noé hizo algunas pruebas. El mandó un cuervo y una paloma (8:7-12). Los cuervos representan a los carnales. Si usted lee Levítico 11 detenidamente, descubrirá que los cuervos son aves inmundas. Las aves inmundas son impuras porque comen animales muertos y cadáveres. En otras palabras, comen muerte. Son impuras porque se alimentan de muerte. La muerte es inmunda a los ojos de Dios. Según el Antiguo Testamento, cuando una persona tocaba muerte, inmediatamente se volvía impura. Las aves impuras comían muerte, pero las aves puras comían grano y cereales. Los granos contienen vida. Las aves puras son limpias porque se alimentan de vida. A los ojos de Dios, la vida es lo más puro que hay, y la muerte lo más impuro. ¿Come usted muerte o vida? ¿Come cadáveres o semilla? Todo aquel que come carroña es un cuervo, y quienquiera que come semilla es una paloma.
Noé fue sabio y envió primero un cuervo. Cuando el cuervo salió del arca, sintió como si hubiera salido de una jaula. El vio los cadáveres flotando sobre el agua del juicio y empezó a alimentarse de ellos. Cuando él estaba confinado en el arca, no tenía ninguna oportunidad de comer carroña, porque no había muerte en el arca. No obstante, al salir del arca, vio que la superficie de las aguas estaban llenas de cadáveres, llenas de muerte. ¿Qué significa eso? Significa que dentro de la Iglesia no hay muerte y que allí todos los cuervos se mueren de hambre. En la Iglesia, la gente que come muerte se muere de hambre. Un día, con la primera oportunidad de salir, los cuervos se marcharán y empezarán a comer cadáveres. En el transcurso de los años, he visto a muchos “cuervos”. Estuvieron un tiempo en la vida de la Iglesia, pero salieron y estuvieron en contacto con el mundo juzgado por Dios y empezaron a alimentarse de cadáveres. Todo aquel que ama al mundo condenado es semejante a un cuervo que se alimenta de las cosas de muerte. Aún Demas, quien estuvo con el apóstol Pablo anteriormente, amó al mundo y rechazó a Pablo (2 Ti. 4:10). Amar al mundo significa alimentarse de las cosas muertas condenadas y juzgadas por Dios.
c. Las personas espirituales,
representadas por la paloma,
se quedaron en la vida de iglesia y
se preocuparon por la vida en el Espíritu
Después de enviar Noé un cuervo, envió una paloma. La paloma no pudo encontrar lugar de reposo, porque la Tierra todavía estaba llena de aguas de muerte. Por tanto, puesto que no había lugar para la paloma, ésta volvió al arca (8:9). Después de siete días, Noé envió nuevamente la paloma, y esta vez regresó con una hoja fresca de olivo (8:11). En tipología, el olivo representa el Espíritu, y la hoja de olivo fresca y nueva representa la nueva vida en el Espíritu. La paloma vio la hoja fresca de olivo y la arrancó. Fue una señal de vida.
Se necesita una hoja fresca de olivo para abrir una nueva oportunidad a la Iglesia. Si vamos a establecer una iglesia en cierta ciudad, debemos mandar una o dos “palomas” para ver si hay alguna hoja fresca de olivo. En caso de que haya, se puede llevar la vida de Iglesia en esa ciudad. De otro modo, las “palomas” deben volver al arca. Cuando Noé mandó a la paloma por tercera vez, ésta no regresó, porque la tierra de la vida había emergido. Esta es una señal de que podemos tener la vida de Iglesia. Supongamos que algunos santos intentan empezar la vida de Iglesia en una ciudad. Deben averiguar si las aguas de muerte anegan la ciudad o si van bajando. Si el agua ha bajado y algunos olivos brotan con hojas frescas, eso puede ser una señal de que la Iglesia debería estar allí. Deben esperar que las aguas de muerte bajen y que la tierra aparezca. Para ellos, será tiempo de empezar la vida de Iglesia. Antes de empezar la vida de Iglesia en un lugar, debemos actuar conforme al mismo principio, y ver si la situación es propicia para la vida de iglesia.
d. El ofrecer Cristo a Dios es representado
por las ofrendas y mediante la cruz
representada por el altar (no labore, vaya a la Cruz)
¿Qué hicieron los resucitados después de salir del arca y empezar su nueva vida? La primera cosa que hicieron al salir del arca fue construir un altar y ofrecer sacrificios a Dios (8:20-22). En la vida de la Iglesia, lo primero no debería ser el trabajo, sino el ofrecer a Cristo ante Dios mediante la cruz. Noé construyó un arca y ofreció sacrificios a Dios (8:20). Tanto el altar como los sacrificios son tipos. El altar tipifica la cruz de Cristo, y los sacrificios tipifican los distintos aspectos de Cristo. Debemos ofrecer a Cristo en diferentes aspectos a Dios. Debemos ofrecerle a Dios el Cristo que hemos experimentado. Si experimentamos a Cristo como el holocausto, entonces debemos traerlo a Dios y ofrecérselo. Dios quiere que le llevemos a Cristo. Experimentar a Cristo y traer a Dios el Cristo que hemos experimentado agrada a Dios. Debemos ofrecer a Cristo ante Dios para Su satisfacción. En la vida de iglesia, debemos prestar atención a eso. Debemos aprender cómo experimentar a Cristo, llevarlo a Dios, y compartirlo con El. Esto es lo que Dios acepta.
Ofrecemos a Cristo ante Dios por medio de la cruz. No labore; vaya a la cruz. No intente hacer nada ni comportarse bien; sólo vaya a la cruz. ¿Qué hará la cruz por usted? Hará una sola cosa: lo crucificará. Antes de hacer algo por Dios, debe ir a la cruz y permitir que ella obre en usted. Si un joven desea obedecer los mandamientos y honrar a sus padres, primero debe permitir que la cruz obre en él. Si un marido desea amar a la esposa, también debe ser crucificado. Ocurre lo mismo con una esposa que procura someterse a su marido. ¿Va usted a obrar para Dios? Antes de obrar por Él, debe ir a la cruz y ser crucificado. A la larga, no habrá ninguna labor, servicio ni comportamiento naturales. Después de pasar por la cruz, lo único que permanece es Cristo. Ese Cristo será un olor fragante para Dios.
1) Satisfacer a Dios
Cuando nosotros, mediante la cruz, ofrecemos a Dios el Cristo que hemos experimentado, Dios queda satisfecho. Todos debemos ser crucificados en el altar para ofrecer al Cristo que hemos experimentado en nuestra vida diaria. Cuánto agradezco al Señor porque en el transcurso de los años, las iglesias en este país han practicado estos dos puntos. Somos crucificados y también experimentamos a Cristo, llevándolo a Dios y compartiéndolo en presencia de Dios. Cuando nos reunimos de esta manera, tenemos la seguridad de que Dios está satisfecho. ¿Cómo sabemos que Él está satisfecho? Porque nosotros estamos satisfechos. Cuando usted tiene hambre, puede estar seguro de que Dios también tiene hambre. Cuando no está contento, Dios tampoco lo está. Pero cuando usted está satisfecho, el Dios a quien ofrece Cristo también queda satisfecho. Cuanto más trabaje usted por su cuenta, más insatisfecho estará. Cuanto más intente comportarse bien por sus propios medios, más sentirá hambre y sed. No obstante, cuando sea clavado en la cruz y experimente plenamente a Cristo, estará lleno, contento y satisfecho. Dirá: “Aleluya. Estoy lleno y satisfecho. Estoy en paz. Tengo alimento y agua. Lo tengo todo. Esto indica que Dios está satisfecho.
2) Alejar la maldición
El ofrecer Cristo a Dios por medio de la cruz aleja la maldición. Como resultado de la primera caída del hombre, éste quedó bajo maldición (3:17). ¿Qué es la maldición? La maldición, a la larga, es la muerte. La muerte, incluyendo todos los demás sufrimientos, es la consumación de la maldición. Al ofrecer a Cristo ante Dios por medio de la cruz alejamos la maldición. Esto significa que alejamos la muerte. Todos los chismes, las murmuraciones, las críticas, las quejas, etc., son señales de la maldición de la muerte. Todo eso queda eliminado al experimentar a Cristo mediante la cruz. Si no experimentamos a Cristo por medio de la cruz, estamos bajo la maldición de la muerte, las murmuraciones, los chismes, las críticas y las quejas. Entonces, si vamos a la reunión de la iglesia, estaremos bajo la maldición de muerte. Cuando llegamos a una reunión y sentimos que la reunión está en muerte, significa que la reunión está en cierta medida bajo maldición. Pero cuando llegamos a una reunión llena de vida, y sentimos que hay algo viviente, encendido y resplandeciente, allí no hay maldición. La maldición es alejada. En lugar de la maldición de la muerte, recibimos la bendición de la vida. En la Biblia la consumación de la maldición es la muerte, y la bendición más grande es la vida. La vida es la bendición dispuesta por Dios (Sal. 133:3). En una buena reunión de iglesia, la muerte es sorbida y la maldición alejada.
f. Vivir bajo el pacto de Dios
(PACTO = ARCO IRIS = FIDELIDAD DE DIOS)
1) No vendrá otro juicio de muerte
(¿Vivir por sentimientos o por el Pacto?)
Entonces Dios hizo un pacto con Noé, con su simiente y con todos los seres vivos (9:8-11). Este pacto tenía un solo aspecto: que jamás la muerte vendría por las aguas de muerte. Este pacto tipifica principalmente el hecho de que en la vida de Iglesia, ya no hay muerte, sino vida. Las ocho personas vivieron bajo ese pacto. Por no compartir el trasfondo de ellos, nos resulta difícil entender lo que sintieron al salir del arca. Supongamos que usted es una de las nueras de Noé. Después de salir del arca, todavía tendría miedo, pensando que el diluvio podría volver al poco tiempo. Tal vez usted se diría a sí mismo: “Antes del diluvio, me sentía seguro. Miraba al cielo, y lo hallaba diáfano. Yo estaba confiado porque el cielo estaba despejado. No sentía miedo. Ahora, después de pasar por el diluvio, no tengo ninguna seguridad. El cielo está despejado, pero tal vez vuelva el diluvio”. Ellos no sentían ninguna seguridad; estaba atemorizados y amedrentados. Esto significa que después de ser salvos e introducidos en la vida de Iglesia, seguimos en peligro de morir. Muchos están en peligro por los pecados habituales y por la posibilidad de enojarse. Aborrecen su ira. Hace dos semanas, su cielo estaba despejado, pero de repente hubo un trueno y un gran aguacero; es decir, perdieron la paciencia. Cuando eso sucede, tienen miedo. Muchos santos me han dicho: “Hermano, la vida de Iglesia es muy buena. Pero no tenemos la fe ni la certeza de que cada día será igual. Hoy soy bueno con mi esposa, pero quizás después de dos días me enoje y estaré arruinado. No tengo ninguna seguridad, ninguna paz. Estoy lleno de temores”. Algunas hermanas no sienten ninguna paz con sus maridos ni consigo mismas. Tienen miedo de que vuelva el diluvio, de que vuelvan las aguas de muerte.
Debido a este peligro que sentían Noé y los demás, Dios hizo un pacto con ellos. Dios parecía decir: “Tranquilícense y siéntanse a salvo. No vendrá ningún diluvio. No habrá más aguas de muerte”. Esto significa que podemos estar seguros y confiados en la vida de Iglesia, pues ya no habrá muerte. Ahora en Cristo no hay ninguna condenación (Ro. 8:1), ninguna agua de muerte. Estamos en Romanos 8 donde no hay ninguna condenación, ningún diluvio, ninguna muerte ni ningún juicio. Cuanto más decimos “Ya no hay”, más nos percatamos de que no hay más muerte. No confíe en sus sentimientos ni preste atención a sus convicciones. Sus convicciones no son confiables; son mentiras. Usted debe vivir bajo el pacto de Dios. No viva por sus sentimientos, sus convicciones ni por las circunstancias. El pacto de Dios declara que cuando el cielo esté nublado, El mandará un arco iris. Cuando usted ve el arco iris, sabe que el diluvio no vendrá. Si su cónyuge ha sido amable durante dos semanas y de pronto el cielo se nubla, no lo crea. Debe decir: “Señor, manda el arco iris”. No crea que su marido va a enojarse; más bien diga: “Señor, Tú eres fiel. Tú puedes quitar la nube y mandar al arco iris”. Si usted dice eso, el cielo se despejará.
No crea que es débil. Eso es una mentira de Satanás. No se imagine que se enojará y que caerá. Si cree algo negativo y lo proclama, eso sucederá. Ciertamente estas profecías se cumplen. Si usted tiene miedo de algo y profetiza que le vendrá, le sucederá. No crea en sus debilidades. ¿Cree usted en ellas? ¿Vive ahora por sus debilidades o bajo el Pacto de Dios? El Nuevo Testamento en su totalidad es un testamento nuevo. Un testamento es mejor que un pacto. Tenemos un testamento de veintisiete libros, es decir, un Pacto de veintisiete libros. Este Pacto dice: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Ro. 8:1). Este Pacto también dice: “Bástate Mi gracia; porque Mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Co. 12:9). ¿Cree usted eso? Si es así, debemos decir con confianza: “Amén”. El Pacto también dice: “Cristo ... anuló la muerte” (2 Ti. 1:10). ¿Cree usted eso? No se mire a sí mismo; mire a Cristo. Cuando usted se mira a sí mismo, tiembla. No debemos vivir por nuestra propia cuenta, sino por el Pacto de Dios. ¡Tenemos un Pacto! El Pacto que Dios hizo con Noé duró poco tiempo: como medio capítulo de longitud cuando mucho. Pero nuestro Pacto tiene veintisiete libros. ¿Es usted débil? Debe contestar: “No, ya no soy débil, porque el Pacto me dice que puedo fortalecerme ‘en la gracia que es en Cristo Jesús’ (2 Ti. 2:1), y puedo gloriarme en mis debilidades para que el poder de Cristo extienda tabernáculo sobre mí” (2 Co. 12:9). En el ámbito espiritual, me gusta el cántico que aprendí cuando era niño: “Cristo me ama, bien lo sé; Su Palabra me hace ver...” También podemos decir: “Soy fuerte en la gracia, bien lo sé, Su Palabra me hace ver...” Podemos declarar: “No tropezaré; bien lo sé, Su Palabra me hace ver...” (Jud. 24). Tal vez algunos de ustedes no tengan la fe de decir esto. Quizás piensen que esto es una exageración y se pregunten: “¿Cómo puede usted decir: no tropezaré; bien lo sé? No me atrevo a contestar. Si lo dijera esta noche, ciertamente caería mañana”. Sí, usted caería, pero simplemente porque así lo profetizó. Caerá porque vive por lo que siente, y no por el Pacto de Dios.
Dios dice en Su Pacto: “No habrá más diluvio, ni más juicio por agua”. Si usted hubiera estado allí en aquel tiempo, ¿habría contestado: “Amén”? Yo habría dicho: “Amén” repetidas veces. Cuando Noé vio las nubes, no tenía miedo, porque sabía que el arco iris vendría. Por tanto, cuando la nube de la ira aparece, usted puede decir: “Señor, no perderé la calma. Envía el arco iris. No pondré los ojos en la nube, sino en el arco iris. El cielo está oscuro y la nube grande, pero viene un colorido arco iris. Mira el arco iris”. Cuando usted dice eso, por fe llama las cosas que no son como si fueran. Esta fe no se conforma a su imaginación, sino a los veintisiete libros del Pacto escrito de Dios.
Después del Diluvio, las ocho personas se convirtieron en un pueblo amparado por el Pacto. Eran un pueblo que tenía un Pacto. En la vida de Iglesia, en la resurrección de Cristo, somos un pueblo abrigado por un Pacto. Tenemos un Pacto. No vivimos por ninguna de nuestras convicciones, consideraciones, ni mentiras, sino por el Pacto de Dios. Ahora vivimos bajo el Nuevo Testamento. ¿Está usted débil? ¿Va usted a enojarse, a golpear a su esposa, o a amar al mundo? Usted puede decir: “No, porque la Biblia me hace ver”. Estamos seguros, resguardados y protegidos por las promesas que contiene el Pacto de Dios. Estas promesas son grandes y preciosas, y por medio de ellas podemos ser partícipes de la naturaleza de Dios y escapar de la corrupción que está en el mundo mediante la lujuria (2 P. 1:4).
2) El arco iris es una señal
de la fidelidad de Dios en guardar Su Pacto
¿Qué significa el arco iris que Dios puso en las nubes como señal del Pacto (9:12-17)? Representa Su fidelidad. La fidelidad de Dios es el arco iris. En el último libro de la Biblia, Apocalipsis, el apóstol Juan vio a Dios sentado en un trono, y alrededor del trono había un arco iris (Ap. 4:3). El Apocalipsis, siendo el último libro de la Biblia, siempre nos vuelve al principio de la Biblia. En el primer libro había un arco iris, y en el último todavía encontramos el arco iris. La fidelidad de Dios permanece para siempre. El no puede negarse a Sí mismo (2 Ti. 2:13). Cuando El habla, guarda Su Palabra. El mismo es fidelidad. En 1 Corintios 1:9 dice: “Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión de Su Hijo, Jesucristo nuestro Señor”, y en 1 Juan 1:9 dice: “Si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de toda injusticia”. Dios es fiel.
¿A qué es fiel Dios? El es fiel a lo que dice. El es fiel a Su Palabra, y Su Palabra es el Testamento, el Pacto. El Pacto es simplemente la Palabra de Dios. Dios es fiel en todo lo que dice. Este es el arco iris. Cuando aparezca una nube, usted debe pedir que venga la fidelidad de Dios. De este modo usted llama al arco iris. Cuando se sienta débil, debe pedir la fidelidad de Dios, de esta manera: “Oh Dios, Tú eres fiel. Yo soy débil, pero Tú debes fortalecerme conforme a Tu Palabra”. Todos vivimos bajo el Pacto con la fidelidad de Dios como señal segura de que el diluvio no vendrá. Esta es la vida de Iglesia.
Nuestra vida cristiana y nuestra vida de Iglesia son una vida salvaguardada por el Pacto. Nos encontramos bajo el Pacto. En cada versículo del Nuevo Testamento, encontramos las promesas de Dios. Quisiera mostrarles una de ellas, que he experimentado mucho. “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (1 Co. 10:13). Hay un versículo para cada circunstancia que usted afronta. Si usted se aferra al Pacto de Dios, le puedo asegurar que para todo lo que le suceda, hay un versículo con una promesa viva en la que puede confiar y por la que puede vivir. Todos debemos aprender a vivir bajo el Pacto de Dios. No debemos sentirnos amenazados ni atemorizados por las nubes de nuestras convicciones, nuestros sentimientos y nuestro entorno. Estamos bajo el Pacto de Dios, bajo Su plena bendición. Ya no hay condenación ni juicio ni maldición. La muerte ya fue abolida. En la Iglesia disfrutamos continuamente de la vida. Todo es vida. No esté atemorizado por la pérdida de su trabajo ni por su salud. No tema ninguna cosa tenebrosa ni negativa. Somos el pueblo del Pacto, y tenemos un versículo con una promesa para cada situación. Debemos permanecer bajo el Pacto y no creer en ningún fracaso, debilidad, tinieblas, ni en nada negativo. Nuestro destino está bajo el Pacto de la sangre rociada.
¡Aleluya, somos el pueblo del Pacto! No hay ninguna nube ni ningún diluvio; sólo hay vida. No hay ninguna maldición; sólo bendiciones. La vida de Iglesia es esta vida, y el pueblo de la Iglesia es un pueblo que está bajo el Pacto. De hecho, podemos ser llamados la Iglesia del Pacto.
(ADMINISTRADOR: Recordemos que el Arco Iris simboliza la paz, que viene tras la rendición total, con la vida en resurrección; sólo los que POR EXPERIENCIA han entrado y salido del Arca - han sido sepultados y levantados con Cristo por experiencia- pueden ver y disfrutar la PAZ y el GOZO del Arco Iris).
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