ESTUDIO-VIDA DE GÉNESIS
MENSAJES III, IV,VI
DIOS RESTAURA Y CREA ALGO MAS
I - BOSQUEJO
A)- EL PROCESO DE RESTAURACIÓN Y CREACIÓN:
a.1- SEIS REQUISITOS PARA GENERAR (INCUBAR) VIDA:
PRIMER DÍA
Tres venidas
a.1.1- El Espíritu vino (Gé. 1:2b).
a.1.2- La Palabra de Dios vino (1:3a).
a.1.3- La luz vino (1:3).
Tres separaciones
a.1.4- Separación de Luz y Tinieblas (1:4-5)
SEGUNDO DÍA
a.1.5- Separación de Aguas de Abajo y Aguas de Arriba (CRUZ)
TERCER DÍA: Resurrección (Vida)
a.1.6- Separación de Tierra y Agua.
a.2- SE GENERA LA VIDA EN EL PLANO VEGETAL (VIDA EN INCONSCIENCIA).
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PARÉNTESIS: Mensaje IV: LAS LUMBRERAS DEL 4º DÍA Y EL CRECIMIENTO EN VIDA
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CUARTO DÍA
a.3- APARECEN LAS LUMINARIAS, REQUISITO PARA PODER PASAR DE LA VIDA
EN EL PLANO VEGETAL A LA VIDA EN EL PLANO ANIMAL
EN EL PLANO VEGETAL A LA VIDA EN EL PLANO ANIMAL
a.3.1- El Sol (Cristo y Santos vencedores).
a.3.2- La Luna (La Iglesia).
a.3.3- Las Estrellas (Cristo y los Santos Vencedores).
QUINTO DÍA: Vida en el Plano Animal
a.4- 1ª ETAPA EN EL CRECIMIENTO DE LA VIDA ANIMAL: SE GENERA LA VIDA ACUÁTICA (PECES) (1:20-22).
a.5- 2ª ETAPA DEL CRECIMIENTO EN LA VIDA ANIMAL: SE GENERA LA VIDA AÉREA (AVES) (1:20-23).
Primera parte del SEXTO DÍA
a.6- 3ª ETAPA DEL CRECIMIENTO EN LA VIDA ANIMAL: SE GENERA LA VIDA TERRESTRE (REPTILES, GANADO, FIERAS)
a.7- ESQUEMAS RESUMEN.
Niveles de vida:
Plano Vegetal 1 - Pasto
2 - Gramíneas
3 - Árboles Frutales
Plano Animal Acuático 4 - Peces
Aéreo 5 - Aves (Águila)
Terrestre 6 - Reptiles
7 - Ganado (Buey, Vaca) (Trabajan)
8 - Fieras (León) (Reinan)
Plano Humano 9 - Hombre
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Luz:
Necesidad de LUZ Primer día (para generar vida) - Luz del Espíritu
- Luz de la Palabra
Cuarto día (para crecer en vida) - Luminarias . Sol (Cristo)
. Luna (Iglesia)
. Estrellas (Vencedores)
a.8- VIDA EN RELACIÓN CON OTRA VIDA INFERIOR:
a.8.1- Analogía con la vida en el matrimonio:Necesidad de LUZ Primer día (para generar vida) - Luz del Espíritu
- Luz de la Palabra
Cuarto día (para crecer en vida) - Luminarias . Sol (Cristo)
. Luna (Iglesia)
. Estrellas (Vencedores)
a.8- VIDA EN RELACIÓN CON OTRA VIDA INFERIOR:
a.8.1.1- Cómo reacciona el "pez"
a.8.1.2- Cómo reacciona el "águila"
a.8.1.3- Cómo reacciona la "vaca"
a.8.2. Analogía en el ajuste matrimonial en la práctica:
a.8.2.1- Si se está en el plano vegetal
a.8.2.2- Si se es un "pez"
a.8.2.3- Si se es un "águila"
a.8.2.4- Si se es una "vaca"
a.8.2.4- Si se es un hombre maduro
a.9. RESUMEN-ORACIÓN
Última parte del SEXTO DÍA
a.10- EL CONCILIO DE LA DEIDAD PARA DISEÑAR AL HOMBRE
a.11- SE GENERA LA VIDA HUMANA COMO CENTRO Y COMO VIDA MADURA QUE
PUEDA EXPRESAR A DIOS Y GOBERNAR POR DIOS.
B)- LOS PUNTOS CENTRALES DE LA RESTAURACIÓN Y CREACIÓN
b.1- RECOBRAR LA TIERRA.
b.2-OBTENER AL HOMBRE Y JUZGAR AL ENEMIGO.
b.3- GENERAR VIDA.
C)- EL PROPÓSITO DE LA RESTAURACIÓN Y CREACIÓN
c.1- OBTENER AL HOMBRE PARA QUE EXPRESE A DIOS
c.1.1- Con la imagen de Dios interiormente
c.1.1.1- La imagen de Dios es Cristo
c.1.1.2- El hombre fue creado a imagen de Dios
c.1.1.3- Adán tipificaba a Cristo
c.1.1.4- Cristo fue hecho a semejanza del hombre
c.1.1.5- El hombre puede ser transformado a la imagen de Cristo
c.1.1.6- Nuestro cuerpo será transfigurado a la semejanza de Su cuerpo glorioso
c.1.2- Con la semejanza de Dios exteriormente
D)- PALABRA ADICIONAL (Mensaje V)
aguas de abajo. El MAR representa la muerte y la TIERRA la Vida (Cristo). En el tercer día Dios
reunió las aguas de abajo para que apareciera la tierra seca, a fin de producir VIDA. Dios trazó
límites al mar (Je. 5:22) . El tercer día Cristo salió de la muerte en resurrección, con el único fin
de generar vida Gradualmente las aguas de muerte que están en nuestro interior serán confinadas,
como lo fue el mar, y luego eliminadas, tal y como el mar desaparecerá en el Cielo Nuevo y la
Nueva Tierra; dentro de nosotros surgirá la tierra seca, la cual es Cristo en resurrección, Cristo
formado en nosotros. Separar la tierra de las aguas significa separar la vida de la muerte, el
espíritu del alma.
B)- LOS PUNTOS CENTRALES DE LA RESTAURACIÓN Y CREACIÓN
b.1- RECOBRAR LA TIERRA.
b.2-OBTENER AL HOMBRE Y JUZGAR AL ENEMIGO.
b.3- GENERAR VIDA.
C)- EL PROPÓSITO DE LA RESTAURACIÓN Y CREACIÓN
c.1- OBTENER AL HOMBRE PARA QUE EXPRESE A DIOS
c.1.1- Con la imagen de Dios interiormente
c.1.1.1- La imagen de Dios es Cristo
c.1.1.2- El hombre fue creado a imagen de Dios
c.1.1.3- Adán tipificaba a Cristo
c.1.1.4- Cristo fue hecho a semejanza del hombre
c.1.1.5- El hombre puede ser transformado a la imagen de Cristo
c.1.1.6- Nuestro cuerpo será transfigurado a la semejanza de Su cuerpo glorioso
c.1.2- Con la semejanza de Dios exteriormente
D)- PALABRA ADICIONAL (Mensaje V)
II - DESARROLLO
A)- EL PROCESO DE RESTAURACIÓN Y CREACIÓN:
a.1- SEIS REQUISITOS PARA GENERAR (INCUBAR) VIDA:
PRIMER DÍA
Tres Venidas
a.1.1- El Espíritu vino (Gé. 1:2b)
Antes de ser salvos estábamos desordenados y vacíos, cubiertos de tinieblas y de muerte. El Espíritu un día comenzó a cernirse sobre nosotros convenciéndonos de pecado, de justicia y de juicio (Jn. 16:8-11):
Pecado Adán Nacimos de Adán e irremediablemente llevamos su naturaleza pecaminosa
Justicia Cristo La verdadera justicia está en Él; si crees en Él puedes recibirlo como justi-
cia, como tu nueva naturaleza justa.
Juicio Satanás Si recibimos a Cristo iremos con Satanás nuestro padre al juicio de Dios.
a.1.2- La Palabra de Dios vino (1:3a)
Primero el Espíritu se cierne sobre nosotros y luego nos habla. Esta Palabra Viva ilumina nuestro
interior.
a.1.3- La luz vino (1:3)
Su palabra produjo una luz en nuestro interior.
En el tercer día, día de la resurrección, emergió la tierra seca que estaba bajo la expansión de lasAntes de ser salvos estábamos desordenados y vacíos, cubiertos de tinieblas y de muerte. El Espíritu un día comenzó a cernirse sobre nosotros convenciéndonos de pecado, de justicia y de juicio (Jn. 16:8-11):
Pecado Adán Nacimos de Adán e irremediablemente llevamos su naturaleza pecaminosa
Justicia Cristo La verdadera justicia está en Él; si crees en Él puedes recibirlo como justi-
cia, como tu nueva naturaleza justa.
Juicio Satanás Si recibimos a Cristo iremos con Satanás nuestro padre al juicio de Dios.
a.1.2- La Palabra de Dios vino (1:3a)
Primero el Espíritu se cierne sobre nosotros y luego nos habla. Esta Palabra Viva ilumina nuestro
interior.
a.1.3- La luz vino (1:3)
Su palabra produjo una luz en nuestro interior.
Después de estas 3 venidas (Espíritu, Palabra, Luz) se producen 3 separaciones
a.1.4- Separación entre la luz y las tinieblas (1:4-5)
La luz trajo la separación con las tinieblas, entre la noche y el día.
Inmediatamente después de ser salvos estábamos cegados como los bebés recién nacidos, no
teníamos ningún discernimiento. Gradualmente empezamos a desechar y a guardar la luz.
Salimos de la noche. Génesis 1:5 no dice "mañana y tarde", sino "tarde y mañana". El día bíblico
comienza en la tarde, se adentra en la noche y luego viene el amanecer.
SEGUNDO DÍA
a.1.5- La separación de las aguas que están sobre la expansión y debajo de ella (1:6-8): CRUZ
Separar lo celestial de lo terrenal. Aunque haya cosas terrenales "buenas" (no oscuras), no son
celestiales. Esta es la obra separadora de la Cruz: discerniendo lo natural de lo espiritual, lo santo
de lo vil, lo celestial de lo terrenal, el espíritu del alma, ...
TERCER DÍA: Resurrección (Vida)
a.1.6- Separación entre la tierra y las aguas (1:9-10)
aguas de abajo. El MAR representa la muerte y la TIERRA la Vida (Cristo). En el tercer día Dios
reunió las aguas de abajo para que apareciera la tierra seca, a fin de producir VIDA. Dios trazó
límites al mar (Je. 5:22) . El tercer día Cristo salió de la muerte en resurrección, con el único fin
de generar vida Gradualmente las aguas de muerte que están en nuestro interior serán confinadas,
como lo fue el mar, y luego eliminadas, tal y como el mar desaparecerá en el Cielo Nuevo y la
Nueva Tierra; dentro de nosotros surgirá la tierra seca, la cual es Cristo en resurrección, Cristo
formado en nosotros. Separar la tierra de las aguas significa separar la vida de la muerte, el
espíritu del alma.
(La VIDA se desarrolla gradualmente en sucesivos niveles o tipos de vida:)
a.2- SE GENERA VIDA EN EL PLANO VEGETAL (INCONSCIENCIA)
La vida más inferior, sin consciencia de si, apareció en el tercer día.
En el momento de ser salvos recibimos vida, una vida muy insignificante, como la vida de la
HIERBA, de las GRAMÍNEAS y la de los ÁRBOLES FRUTALES. Dios le dio al hombre para
su alimentación los granos y los árboles frutales y a los animales el pasto.
Empezamos con una vida ínfima, semejante al pasto y crecemos en vida en esta etapa hasta el
nivel de árbol frutal; sin embargo no debemos conformarnos sólo con ser árboles que dan fruto,
sino que debemos crecer aún más. Esto es sólo es el tercer día.
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La luna es la iglesia. En el sueño de José, su padre fue asemejado al sol, su madre a la luna, y sus hermanos a las estrellas (Gn. 37:9). La iglesia es la novia, la esposa, de Cristo. Por consiguiente, la luna es un figura de la iglesia (cfr. Cnt. 6:10).
En Apocalipsis 1:20 se nos dice que las iglesias locales son candeleros. Las lámparas son necesarias por la noche, no en el día. Apocalipsis 1:20 demuestra claramente que la era de la iglesia no es un día sino una noche. La iglesia como candelero brilla en la noche. Pero el candelero mismo no brilla; lo hace la lámpara. Los siete candeleros se encuentran en el capítulo 1 de Apocalipsis y las siete lámparas en el capítulo 4. Las siete lámparas son los siete Espíritus (Ap. 4:5). La iglesia es el candelero, y el Espíritu es la lámpara sostenida por el soporte. Si a la iglesia le hace falta el Espíritu, será un candelero sin luz. En dicho caso se convertirá en una piedra de tropiezo. Pero el candelero con la lámpara brillante es algo maravilloso. Podemos tener la iglesia como candelero, pero ¿qué podemos decir de la lámpara? Necesitamos la lámpara. Algunos dirán: “Tengo el Espíritu Santo como lámpara. No me preocupa el candelero”. Si usted dice eso, está equivocado. Pues la lámpara está sobre el candelero. Si ahora, en la era de la iglesia, usted desea tener la luz de los siete Espíritus, necesita las iglesias. Las siete lámparas están en los siete candeleros.
Durante la era de la iglesia, está de noche, y durante la noche no tenemos acceso directo al sol, a la luz de Cristo. Necesitamos que nos sea reflejada. Necesitamos que la luna refleje la luz del sol; necesitamos que la iglesia refleje la luz de Cristo. Sin la iglesia sería difícil ver la luz de Cristo. Cuando llegamos a la iglesia y ésta no está menguando, ciertamente recibimos luz.
Al examinar la historia, vemos que hubo un largo período durante el cual la iglesia estaba menguando. Cuando la luna está menguando, es el momento propicio para que brillen las estrellas. Durante la Edad Media o el Oscurantismo las estrellas brillaron. Martín Lutero era una estrella. Antes y después de Lutero, muchas otras estrellas importantes brillaron debido a que la luna estaba menguando. Hace dos siglos, Zinzendorf y los llamados hermanos moravos practicaban la vida de iglesia. Aunque su luna no era una luna llena, por lo menos era una luna creciente, que le recordaba a la gente que la iglesia estaba presente. Un siglo más tarde, surgieron algunos hermanos en Inglaterra y la luna creciente aumentó hasta llegar casi a ser luna llena. Filadelfia, la iglesia, estaba allí. No obstante, no duró mucho tiempo. Existe un proverbio según el cual la luna empieza a menguar cuando está llena. En un período de setenta años, que abarca el fin del siglo diecinueve y el principio del siglo veinte, podemos ver algunas estrellas como Andrew Murray, la señora Penn-Lewis y A. B. Simpson. Durante aquel tiempo, hubo estrellas sin luna; no existía la vida de iglesia. La luna estaba menguando y las estrellas brillaban.
¡Alabado sea el Señor! Hoy en día, si no tenemos una luna llena, por lo menos tenemos una luna creciente. En las iglesias no debemos esperar ver gigantes espirituales. Si hay gigantes, esto significa que la luna está menguando. Cuando la luna aumenta y crece, las estrellas no deberían ser tan visibles. No quiero ser una estrella grande, sino un hermano pequeño. Cuando tenemos la luna, tenemos poca necesidad de estrellas.
Si acudimos al sol pidiéndole que nos alumbre durante la noche, estamos locos. El sol nos dirá: “No acuda a mí. Vaya a mi reflejo. Vaya a la iglesia si desea recibir la luz que procede de mí. La iglesia refleja Mi luz”. Debemos recordar que es de noche; no ha llegado el día. Necesitamos la iglesia. El Espíritu habla a las iglesias. “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (Ap. 3:22). Debemos ir a las iglesias y obtener la luz del sol indirectamente.
Muchos santos queridos dicen: “No me interesan las iglesias, sólo me interesa Cristo”. Puedo garantizar que todo aquel que diga eso no crecerá. Es posible que los que afirman esto tengan la luz del primer día, pero carecen de las lumbreras del cuarto día. Si usted les pregunta a los santos, ellos le dirán que sólo empezaron a crecer cuando entraron en la iglesia. Cuando volvemos sinceramente nuestro corazón a la iglesia, recibimos indirectamente la luz adecuada de Cristo.
Como muchos pueden testificar, cada vez que nos incomodaba la iglesia y que la rechazábamos, estábamos totalmente en tinieblas. Cuando usted le vuelve la espalda a la luna durante la noche, su rostro queda en tinieblas. Pero cuando nos volvemos a la iglesia y somos uno con ella, el resplandor llega inmediatamente.
Algunos dirán que ponemos demasiado énfasis en la iglesia y descuidamos a Cristo. Pero ¿cómo podría brillar la luna sin la luz del sol? Sin Cristo, la iglesia no tiene ninguna luz. El resplandor de la luna durante la noche es simplemente el reflejo de la luz solar. La luz de la iglesia no es más que el reflejo de Cristo. A los que hablan tanto acerca de Cristo sin tener contacto con la iglesia adecuada les resultará difícil obtener la luz verdadera y práctica necesaria para el crecimiento en vida. Para crecer en vida, necesitamos la luz de la luna, la cual constituye una parte principal de los luminares del cuarto día. Cuanta más vida de iglesia tengamos, más Cristo tendremos, más luz recibiremos y más crecimiento en vida experimentaremos.
VI. PARA LAS ESTACIONES: DESIGNADAS POR LA LUNA,
Las señales sirven para trasladarse uno, y las estaciones propician el crecimiento. Las palabras que el Señor Jesús pronunció sobre la cosecha muestran que las estaciones sirven para fomentar el crecimiento (Jn. 4:35). Eclesiastés 3:1-8 nos dice que hay un tiempo para sembrar y un tiempo para cosechar. Esto se refiere a las estaciones. Las estaciones son necesarias para el crecimiento. Si usted es agricultor, debe conocer las estaciones. ¿Sembraría usted la semilla en invierno o descansaría en verano? Las estaciones nos indican cuándo debemos arar, cuándo sembrar, cuándo cosechar y cuándo descansar. En Apocalipsis 22:2 vemos que el árbol de la vida lleva fruto cada mes. Las estaciones se designan por los meses, y los meses son determinados por la luna.
Debemos leer varios versículos en Levítico sobre este punto (Lv. 23:2, 5, 6, 24, 27, 34, 39, 41). Estos versículos indican que en el primer mes del año el pueblo celebraba una fiesta. La fiesta se relacionaba también con las estaciones. En el primer mes se celebraba la fiesta de la Pascua. Después venía la fiesta de los panes sin levadura, luego la fiesta de las primicias, y después la fiesta de las siete semanas, llamada la fiesta de Pentecostés. Estas cuatro fiestas se celebraban durante la primera mitad del año. En el primer día del séptimo mes, tenían la fiesta de las trompetas, y en el décimo día del séptimo mes, la fiesta de la expiación. Se celebraba además la fiesta de los Tabernáculos en el decimoquinto día del séptimo mes. Cada una de estas siete fiestas se celebraba conforme a los meses.
Sin un tiempo de crecimiento, usted nunca podría celebrar una fiesta. Sin crecimiento, ¿qué va a festejar usted? En tiempo de fiesta, el pueblo de Israel traía sus riquezas: vacas, corderos, uvas y todos los productos del crecimiento. La fiesta de los Tabernáculos era particularmente una fiesta en la que se disfrutaba la cosecha. El Señor dijo que debemos reunirnos en Su presencia y disfrutar la cosecha; ésta es una fiesta. La fiesta es el resultado del crecimiento, y este crecimiento está estrechamente relacionado con la luna, la iglesia. Si no tenemos la iglesia, carecemos del elemento de la fiesta. Pocos cristianos celebran la fiesta porque no tienen la luna. No disfrutan plenamente a Cristo como fiesta porque no tienen la iglesia. Necesitamos la iglesia para designar las estaciones que determinarán el crecimiento y las fiestas.
Números 28:11 habla de la luna nueva, y Números 29:6 menciona los meses. Estos versículos están relacionados con los meses.
Jeremías 8:7 habla de la cigüeña que conoce el tiempo señalado para volar. También habla de la tórtola, la grulla y la golondrina, que conocen su tiempo, su estación. El Señor dijo que Su pueblo no conoce las estaciones. Es la situación de hoy. Los cristianos no tienen ni verano ni primavera; no tienen la primera luna, ni la última luna; no tienen ninguna luna. No tienen ninguna estación: ni primavera, ni otoño, ni verano, ni invierno. En cierto sentido, pasa lo mismo cada día. Por consiguiente, no tienen ninguna posibilidad de crecer ni de festejar, porque carecen de las lumbreras del cuarto día.
No obstante, cuando estamos en la vida adecuada de iglesia, la iglesia designará los meses, los meses traerán las estaciones, y las estaciones nos proporcionarán las fiestas. Tendremos todas las fiestas.
VIII. PARA AÑOS:
Las revoluciones anuales de la tierra alrededor del sol producen principios más importantes. Esto es verdaderamente maravilloso. Estamos en Cristo y estamos en la iglesia. Por consiguiente, tenemos el sol y la luna, que nos traen las estaciones, los días y los años.
Cuando el pueblo de Israel salió de Egipto, el Señor le dijo que ése sería el principio de un nuevo año (Ex. 12:2). Cuando fuimos salvos, aquello también fue el comienzo de un nuevo año, el año de nuestro renacimiento, una verdadera revolución en nuestra vida. Mi primera revolución se produjo en 1925, el año en que fui salvo. La segunda fue en 1931, el año en que fui reavivado. Menos de un año después, en julio del año 1932, tuve otra revolución: vi la iglesia. Eso cambió toda mi vida cristiana. En mi vida cristiana he tenido numerosos años nuevos, además de éstos. Año tras año, Cristo como sol verdadero nos da un nuevo comienzo.
Ninguna cosecha puede crecer si no ocurren las estaciones, si no transcurren los días y los años. Todas las cosechas crecen mediante las lumbreras del cuarto día. Por una parte, somos la cosecha de Dios; por otra, somos la labranza de Dios. Necesitamos la luna que designa las estaciones para nosotros y necesitamos el sol que designa los días y los años.
Génesis 8:13 nos dice que Noé volvió a la tierra el primer día del primer mes. El tuvo un nuevo comienzo el primer día del primer mes, otro comienzo en la nueva tierra. Exodo 40:2, 17 revela que el tabernáculo fue erigido el primer día del primer mes, otro comienzo. ¿Por qué Dios no ordenó al pueblo que levantara el tabernáculo en el vigésimo noveno día del cuarto mes, sino en el primer día del primer mes? Para marcar un nuevo comienzo. En 2 Crónicas 29:17 y Ezequiel 45:18 se nos dice que el pueblo purificaba y santificaba el templo en el primer día del primer mes. El regreso de Babilonia empezó el primer día del primer mes, según Esdras 7:9. Todos los cristianos necesitan estos cuatro comienzos: la llegada a la nueva tierra, el levantamiento del tabernáculo de Dios, la purificación del templo de Dios, y el regreso del cautiverio. Todas estas cosas son nuevos comienzos en la vida cristiana, los cuales son necesarios para el crecimiento en Cristo y deben producirse en “el primer día del primer mes”.
a.3- APARECEN LAS LUMINARIAS (requisito para poder pasar de la vida en el plano vegetal a la
vida en el plano animal; es decir, de la inconsciencia a la consciencia). (1:14-17)
En el 4ª DÍA no vemos crecimiento en vida, pero si la aparición de lumbreras firmes y bien cimen-
tadas, primer requisito para el crecimiento de la vida. Esta luz no es como la del primer día.
a.3.1-El Sol
a.8.2- El acomodo matrimonial en la práctica:
Es posible que al casarse su esposa venga a ser para usted agua de muerte que puede salar
y matar:
a.8.2.1- Si está todavía en un plano vegetal (hierba, gramínea o árbol), será muerto y salado.
a.8.2.2- Si ha crecido hasta el plano animal y es un PEZ, ciertamente sobrevivirá; no se preocu-
pará por cuan salada esté el agua y seguirá nadando.
a.8.2.3- Si creció aún más hasta el nivel águila trascenderá las dificultades, no discutirá, sino
que se callará y se alejará.
a.8.2.4- Al fin, habiendo llegado a ser una vaca, comprueba que escaparse no es lo más elevado
y cuando su esposa discuta con usted la llevará sobre sus hombros y la dirá: "Voy a llevarte a
los cielos conmigo y te enseñaré a volar". usted será como el carro que lleva el peso del arca
(1ª Sam. 6) el lugar de huir a los cielos (vida celestial). Desarrollará algo, algún trabajo en
tierra. Descenderá; como Jesús, que siendo Dios descendió del cielo para ser una "vaca" y
cumplir el propósito de Dios. Él vino para ser sacrificado, alimentarnos y llevar nuestras
cargas (Gá. 6.2).
a.8.2.5- Sin embargo, esta todavía no es la vida con la máxima consciencia de si; debemos seguir
hasta la última parte del 6º DÍA, en que se genera la VIDA HUMANA; una vida que expresa
la imagen de Dios y gobierna (tiene dominio) para Dios sobre todas las cosas. Esta es la
VIDA QUE REINA Y ES UNA CON DIOS.
a.9- RESUMEN-ORACIÓN
Ahora podemos ver que todo lo mencionado en el primer capítulo de Génesis está relacionado con la vida. Le pido que lleve todos estos versículos y todos los puntos incluidos en este mensaje al Señor en oración. Dígale:
“Señor, tengo la vida. Pero Señor, Tú sabes que necesito las lumbreras del cuarto día. Ya tengo la luz del primer día, pero necesito las luces del cuarto día. Señor Jesús, te necesito como el sol. Necesito tener contacto directo contigo. Quiero estar en Tu presencia día tras día. Quiero estar bajo Tu resplandor. También necesito la iglesia, la luna. Y además necesito las estrellas. Necesito a los santos vencedores, aquellos que resplandecen, que vuelven muchos a la justicia. Necesito a aquellos que vuelven a la gente de las tinieblas a la luz”.
Si usted tiene contacto con el Señor como el sol, con la iglesia como la luna, y con algunos santos como estrellas resplandecientes, tendrá las luces del cuarto día. Crecerá por medio de esas luces. El plano de vida que usted tiene pasará de la vida vegetal a la vida animal. Usted crecerá día tras día. Luego podrá resistir cualquier situación de muerte y podrá trascender toda oposición, distracción o tentación. Finalmente, usted regresará a la tierra por sí mismo para cumplir la voluntad de Dios. ¡Esto es maravilloso!
En el momento de ser salvos recibimos vida, una vida muy insignificante, como la vida de la
HIERBA, de las GRAMÍNEAS y la de los ÁRBOLES FRUTALES. Dios le dio al hombre para
su alimentación los granos y los árboles frutales y a los animales el pasto.
Empezamos con una vida ínfima, semejante al pasto y crecemos en vida en esta etapa hasta el
nivel de árbol frutal; sin embargo no debemos conformarnos sólo con ser árboles que dan fruto,
sino que debemos crecer aún más. Esto es sólo es el tercer día.
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PARÉNTESIS
Mensaje V
LAS LUMBRERAS DEL 4º DÍA Y EL CRECIMIENTO EN VIDA
(Ver lección 5ª completa en: http://www.librosdelministerio.org/books.cfm?id=%24%22-%3B%2730%20%20%0A)
Antes de estudiar la creación del hombre, debemos considerar, a modo de paréntesis, el asunto de las lumbreras del cuarto día. Génesis 1 relata que en el primer día de la restauración Dios llamó a la luz. El primer día fue un día de luz y esa luz puede ser llamada la luz del primer día. En el cuarto día, Dios hizo algo más en cuanto a la luz. El hizo los portadores de luz: el sol, la luna y las estrellas. La Biblia no dice qué clase de luz había en el primer día, y no necesitamos adivinarlo. La luz del primer día no era muy sólida, ni fuerte ni definida. No se le dio una designación específica; fue llamada simplemente “luz”. No obstante, las luces del cuarto día: el sol, la luna y las estrellas, eran definidas y sólidas, firmes y disponibles.
Si prestamos atención al relato de Génesis 1, veremos que la restauración que Dios efectuó junto con Su creación adicional se cumplió en seis días. El fin de estos seis días no era la creación original. Dios llevó a cabo la creación original en el versículo 1 de Génesis 1. Después de la creación, se produjo un gran cambio que sucedió en alguna parte del versículo 2 del capítulo 1, y Dios juzgó el universo. Después de ese juicio, transcurrió un largo período. Luego Dios vino a restaurar y a crear algo más. Esta restauración, con su creación adicional, fue llevada a cabo en seis días, que podemos dividir en dos secciones: los primeros tres días son la primera sección; y los últimos tres, la segunda. Cada sección empieza con un día de luz. El primer día tuvo su luz, y el cuarto día tuvo las suyas. En el primer día, Dios convocó la luz. En el cuarto día, restauró el sol, la luna y las estrellas. Esto tiene mucho significado.
Estos días de luz marcan el comienzo de la creación de vida que Dios llevó a cabo. Toda la Biblia revela que la luz es indispensable para la vida. Una vez más, vemos que la obra creadora de Dios está completamente centrada en la vida. Todo lo que Dios creó e hizo giraba en torno a la vida y tenía como fin la vida. Por consiguiente, la luz es necesaria. La luz y la vida siempre van a la par. Por el lado negativo, las tinieblas y la muerte siempre van juntas. Antes de que Dios hiciera Su obra restauradora, las tinieblas cubrían las aguas de la muerte, lo cual indica que las tinieblas y la muerte eran uno. La muerte es abstracta y nadie puede verla. Por tanto, la Biblia usa el agua para representarla. La profundidad del océano describe la muerte. Antes de que Dios efectuara Su obra de restauración, había solamente dos cosas: las tinieblas y la muerte.
Dios es vida y luz, todo lo opuesto a la muerte y las tinieblas. El Dios de luz no puede tolerar las tinieblas; ésta es la razón por la cual vino a disiparlas. Del mismo modo, el Dios de vida no puede tolerar la muerte; por eso vino a sorberla. Cuando lea la Biblia, no adopte una posición científica; enfóquela desde la perspectiva de Dios. Si leemos la Biblia desde el punto de vista de Dios, cada línea se llenará de luz y de vida porque la Biblia es un relato del Ser divino, quien es luz y vida. El Dios de luz y de vida eliminó las tinieblas y la muerte.
En el primer día, Dios mandó que la luz viniese y la luz vino. Luego Dios separó la luz de las tinieblas. Esa separación puso un límite a las tinieblas. El Dios de luz parecía decir a las tinieblas: “Tinieblas, escuchadme. Vosotras prevalecéis desde hace mucho tiempo y llenáis todo el universo. Ahora Mi luz viene para limitaros. Sólo podréis dominar durante la noche. No queda sitio para vosotras en el día. Os pongo límites. Separo la luz de vosotras. Jamás podréis volver a ocupar todo el universo. Pues el universo me debe pertenecer por lo menos la mitad del tiempo”. ¡Aleluya!
Esto era bueno; sin embargo, era bueno a medias. Todavía queda cierta medida de tinieblas. Dios sigue eliminando esta parte oscura hasta que lleguemos a Apocalipsis 21 y 22, donde leemos la siguiente declaración: “Allí no habrá noche” (21:25b). ¡Aleluya! Vendrá el día cuando no habrá noche.
Dios limitó las tinieblas el primer día y, según ese mismo principio, limitó las aguas de muerte el tercer día. En Jeremías 5:22 leemos que Dios usó la arena, es decir, las partículas de roca más finas para limitar las aguas de muerte. Dios dijo a las aguas de muerte: “Estos son vuestros límites. No podéis ir más allá”. Por lo tanto, apareció la tierra seca, y separó la tierra del mar. Después del primer día de restauración de la creación, la mitad era luz y la otra mitad tinieblas; después del tercer día, la mitad era tierra y la otra mitad agua. Dios sigue obrando para eliminar la segunda mitad de la noche y la segunda mitad de las aguas de muerte. En los nuevos cielos y la nueva tierra, el mar ya no existirá (Ap. 21:1); en la Nueva Jerusalén, ya no habrá noche (Ap. 21:25b; 22:5). Esto significa que tanto las tinieblas como la muerte serán totalmente eliminadas.
Examínese a sí mismo. ¿Qué medida de tinieblas tiene usted? ¿cuánta muerte lleva? Usted debe contestar al Señor. Si usted crece continuamente en la presencia del Señor, un día podrá decirle a Satanás: “Satanás, no tengo ninguna noche. Mi día dura veinticuatro horas. No contengo nada del agua de muerte. En toda mi vida cristiana, en todas partes y en cada rincón, sólo se ve tierra seca. El mar ya no está”. Todos debemos ser así.
Si queremos ser tales, necesitamos las luminarias del cuarto día. La luz del primer día sólo elimina la mitad de nuestras tinieblas y la mitad de nuestra muerte. Las luces del cuarto día nos llevarán a otro mundo donde no hay ni noche ni mar.
Todas las verdades bíblicas fueron sembradas, como las semillas, en el libro de Génesis, particularmente en el primer capítulo. Génesis 1:14-18 es una semilla maravillosa de la luz revelada en toda la Biblia. Según el principio de vida, las luces del cuarto día no sirven para generar la vida, sino para hacerla crecer. En el tercer día, quizás al final de ese día, después de que el Señor llamase a la tierra seca y que la tierra surgiera de las aguas de muerte, se generó la vida. En aquel entonces había luz, aire y tierra, tres elementos necesarios para generar vida. Después de que apareció la tierra seca, se generó la vida vegetal. Aunque Dios no estaba contento al final del segundo día (El no dijo que era bueno), ciertamente se alegró al final del tercer día cuando vio la luz, el aire, la tierra seca y toda la vida vegetal. Dios vio el pasto, las hierbas y los árboles, y dijo que eso era bueno. Antes de ese momento, no se había creado la vida sobre la tierra.
La vida fue generada empezando con la vida vegetal. Pero ésta era una vida inferior, la vida con una consciencia de sí muy rudimentaria, incapaz de caminar, de hablar y de entender a Dios. Dios puede hablar a un lirio mil veces, pero el lirio no puede contestarle porque la vida de un lirio es demasiado rudimentaria. Pese a que la vida estaba presente, necesitaba desarrollarse. Se necesitaban las lumbreras del cuarto día para que la vida creciera. La luz del primer día sirvió para generar vida; las lumbreras del cuarto día sirven para fomentar el crecimiento de la vida. En el cuarto día, las lumbreras sólidas estaban preparadas; no se hizo otro trabajo.
Muchos de los jóvenes aquí presentes han recibido la luz del primer día, pero dudo mucho que ustedes hayan entrado en las lumbreras del cuarto día. Las luces del cuarto día son distintas de la luz del primer día. La luz del primer día era indefinida; las lumbreras del cuarto día son definidas. Ahora debemos ver qué prefiguran el sol, la luna y las estrellas en tipología.
II. LA LUNA: LA IGLESIA
En Apocalipsis 1:20 se nos dice que las iglesias locales son candeleros. Las lámparas son necesarias por la noche, no en el día. Apocalipsis 1:20 demuestra claramente que la era de la iglesia no es un día sino una noche. La iglesia como candelero brilla en la noche. Pero el candelero mismo no brilla; lo hace la lámpara. Los siete candeleros se encuentran en el capítulo 1 de Apocalipsis y las siete lámparas en el capítulo 4. Las siete lámparas son los siete Espíritus (Ap. 4:5). La iglesia es el candelero, y el Espíritu es la lámpara sostenida por el soporte. Si a la iglesia le hace falta el Espíritu, será un candelero sin luz. En dicho caso se convertirá en una piedra de tropiezo. Pero el candelero con la lámpara brillante es algo maravilloso. Podemos tener la iglesia como candelero, pero ¿qué podemos decir de la lámpara? Necesitamos la lámpara. Algunos dirán: “Tengo el Espíritu Santo como lámpara. No me preocupa el candelero”. Si usted dice eso, está equivocado. Pues la lámpara está sobre el candelero. Si ahora, en la era de la iglesia, usted desea tener la luz de los siete Espíritus, necesita las iglesias. Las siete lámparas están en los siete candeleros.
Durante la era de la iglesia, está de noche, y durante la noche no tenemos acceso directo al sol, a la luz de Cristo. Necesitamos que nos sea reflejada. Necesitamos que la luna refleje la luz del sol; necesitamos que la iglesia refleje la luz de Cristo. Sin la iglesia sería difícil ver la luz de Cristo. Cuando llegamos a la iglesia y ésta no está menguando, ciertamente recibimos luz.
Al examinar la historia, vemos que hubo un largo período durante el cual la iglesia estaba menguando. Cuando la luna está menguando, es el momento propicio para que brillen las estrellas. Durante la Edad Media o el Oscurantismo las estrellas brillaron. Martín Lutero era una estrella. Antes y después de Lutero, muchas otras estrellas importantes brillaron debido a que la luna estaba menguando. Hace dos siglos, Zinzendorf y los llamados hermanos moravos practicaban la vida de iglesia. Aunque su luna no era una luna llena, por lo menos era una luna creciente, que le recordaba a la gente que la iglesia estaba presente. Un siglo más tarde, surgieron algunos hermanos en Inglaterra y la luna creciente aumentó hasta llegar casi a ser luna llena. Filadelfia, la iglesia, estaba allí. No obstante, no duró mucho tiempo. Existe un proverbio según el cual la luna empieza a menguar cuando está llena. En un período de setenta años, que abarca el fin del siglo diecinueve y el principio del siglo veinte, podemos ver algunas estrellas como Andrew Murray, la señora Penn-Lewis y A. B. Simpson. Durante aquel tiempo, hubo estrellas sin luna; no existía la vida de iglesia. La luna estaba menguando y las estrellas brillaban.
¡Alabado sea el Señor! Hoy en día, si no tenemos una luna llena, por lo menos tenemos una luna creciente. En las iglesias no debemos esperar ver gigantes espirituales. Si hay gigantes, esto significa que la luna está menguando. Cuando la luna aumenta y crece, las estrellas no deberían ser tan visibles. No quiero ser una estrella grande, sino un hermano pequeño. Cuando tenemos la luna, tenemos poca necesidad de estrellas.
Si acudimos al sol pidiéndole que nos alumbre durante la noche, estamos locos. El sol nos dirá: “No acuda a mí. Vaya a mi reflejo. Vaya a la iglesia si desea recibir la luz que procede de mí. La iglesia refleja Mi luz”. Debemos recordar que es de noche; no ha llegado el día. Necesitamos la iglesia. El Espíritu habla a las iglesias. “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (Ap. 3:22). Debemos ir a las iglesias y obtener la luz del sol indirectamente.
Muchos santos queridos dicen: “No me interesan las iglesias, sólo me interesa Cristo”. Puedo garantizar que todo aquel que diga eso no crecerá. Es posible que los que afirman esto tengan la luz del primer día, pero carecen de las lumbreras del cuarto día. Si usted les pregunta a los santos, ellos le dirán que sólo empezaron a crecer cuando entraron en la iglesia. Cuando volvemos sinceramente nuestro corazón a la iglesia, recibimos indirectamente la luz adecuada de Cristo.
Como muchos pueden testificar, cada vez que nos incomodaba la iglesia y que la rechazábamos, estábamos totalmente en tinieblas. Cuando usted le vuelve la espalda a la luna durante la noche, su rostro queda en tinieblas. Pero cuando nos volvemos a la iglesia y somos uno con ella, el resplandor llega inmediatamente.
Algunos dirán que ponemos demasiado énfasis en la iglesia y descuidamos a Cristo. Pero ¿cómo podría brillar la luna sin la luz del sol? Sin Cristo, la iglesia no tiene ninguna luz. El resplandor de la luna durante la noche es simplemente el reflejo de la luz solar. La luz de la iglesia no es más que el reflejo de Cristo. A los que hablan tanto acerca de Cristo sin tener contacto con la iglesia adecuada les resultará difícil obtener la luz verdadera y práctica necesaria para el crecimiento en vida. Para crecer en vida, necesitamos la luz de la luna, la cual constituye una parte principal de los luminares del cuarto día. Cuanta más vida de iglesia tengamos, más Cristo tendremos, más luz recibiremos y más crecimiento en vida experimentaremos.
VI. PARA LAS ESTACIONES: DESIGNADAS POR LA LUNA,
ESPECIALMENTE PARA EL CRECIMIENTO
Debemos leer varios versículos en Levítico sobre este punto (Lv. 23:2, 5, 6, 24, 27, 34, 39, 41). Estos versículos indican que en el primer mes del año el pueblo celebraba una fiesta. La fiesta se relacionaba también con las estaciones. En el primer mes se celebraba la fiesta de la Pascua. Después venía la fiesta de los panes sin levadura, luego la fiesta de las primicias, y después la fiesta de las siete semanas, llamada la fiesta de Pentecostés. Estas cuatro fiestas se celebraban durante la primera mitad del año. En el primer día del séptimo mes, tenían la fiesta de las trompetas, y en el décimo día del séptimo mes, la fiesta de la expiación. Se celebraba además la fiesta de los Tabernáculos en el decimoquinto día del séptimo mes. Cada una de estas siete fiestas se celebraba conforme a los meses.
Sin un tiempo de crecimiento, usted nunca podría celebrar una fiesta. Sin crecimiento, ¿qué va a festejar usted? En tiempo de fiesta, el pueblo de Israel traía sus riquezas: vacas, corderos, uvas y todos los productos del crecimiento. La fiesta de los Tabernáculos era particularmente una fiesta en la que se disfrutaba la cosecha. El Señor dijo que debemos reunirnos en Su presencia y disfrutar la cosecha; ésta es una fiesta. La fiesta es el resultado del crecimiento, y este crecimiento está estrechamente relacionado con la luna, la iglesia. Si no tenemos la iglesia, carecemos del elemento de la fiesta. Pocos cristianos celebran la fiesta porque no tienen la luna. No disfrutan plenamente a Cristo como fiesta porque no tienen la iglesia. Necesitamos la iglesia para designar las estaciones que determinarán el crecimiento y las fiestas.
Números 28:11 habla de la luna nueva, y Números 29:6 menciona los meses. Estos versículos están relacionados con los meses.
Jeremías 8:7 habla de la cigüeña que conoce el tiempo señalado para volar. También habla de la tórtola, la grulla y la golondrina, que conocen su tiempo, su estación. El Señor dijo que Su pueblo no conoce las estaciones. Es la situación de hoy. Los cristianos no tienen ni verano ni primavera; no tienen la primera luna, ni la última luna; no tienen ninguna luna. No tienen ninguna estación: ni primavera, ni otoño, ni verano, ni invierno. En cierto sentido, pasa lo mismo cada día. Por consiguiente, no tienen ninguna posibilidad de crecer ni de festejar, porque carecen de las lumbreras del cuarto día.
No obstante, cuando estamos en la vida adecuada de iglesia, la iglesia designará los meses, los meses traerán las estaciones, y las estaciones nos proporcionarán las fiestas. Tendremos todas las fiestas.
VIII. PARA AÑOS:
ESTABLECIDOS POR LA TRANSLACIÓN ANUAL
DE LA TIERRA A FIN DE
CREAR COMIENZOS MAS IMPORTANTES
Cuando el pueblo de Israel salió de Egipto, el Señor le dijo que ése sería el principio de un nuevo año (Ex. 12:2). Cuando fuimos salvos, aquello también fue el comienzo de un nuevo año, el año de nuestro renacimiento, una verdadera revolución en nuestra vida. Mi primera revolución se produjo en 1925, el año en que fui salvo. La segunda fue en 1931, el año en que fui reavivado. Menos de un año después, en julio del año 1932, tuve otra revolución: vi la iglesia. Eso cambió toda mi vida cristiana. En mi vida cristiana he tenido numerosos años nuevos, además de éstos. Año tras año, Cristo como sol verdadero nos da un nuevo comienzo.
Ninguna cosecha puede crecer si no ocurren las estaciones, si no transcurren los días y los años. Todas las cosechas crecen mediante las lumbreras del cuarto día. Por una parte, somos la cosecha de Dios; por otra, somos la labranza de Dios. Necesitamos la luna que designa las estaciones para nosotros y necesitamos el sol que designa los días y los años.
Génesis 8:13 nos dice que Noé volvió a la tierra el primer día del primer mes. El tuvo un nuevo comienzo el primer día del primer mes, otro comienzo en la nueva tierra. Exodo 40:2, 17 revela que el tabernáculo fue erigido el primer día del primer mes, otro comienzo. ¿Por qué Dios no ordenó al pueblo que levantara el tabernáculo en el vigésimo noveno día del cuarto mes, sino en el primer día del primer mes? Para marcar un nuevo comienzo. En 2 Crónicas 29:17 y Ezequiel 45:18 se nos dice que el pueblo purificaba y santificaba el templo en el primer día del primer mes. El regreso de Babilonia empezó el primer día del primer mes, según Esdras 7:9. Todos los cristianos necesitan estos cuatro comienzos: la llegada a la nueva tierra, el levantamiento del tabernáculo de Dios, la purificación del templo de Dios, y el regreso del cautiverio. Todas estas cosas son nuevos comienzos en la vida cristiana, los cuales son necesarios para el crecimiento en Cristo y deben producirse en “el primer día del primer mes”.
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CUARTO DÍA
a.3- APARECEN LAS LUMINARIAS (requisito para poder pasar de la vida en el plano vegetal a la
vida en el plano animal; es decir, de la inconsciencia a la consciencia). (1:14-17)
En el 4ª DÍA no vemos crecimiento en vida, pero si la aparición de lumbreras firmes y bien cimen-
tadas, primer requisito para el crecimiento de la vida. Esta luz no es como la del primer día.
TERCER DÍA ---------- VIDA
FINAL DEL CUARTO DÍA ---------- CRECIMIENTO DE LA VIDA
Después de ser salvos necesitamos más luz y andar en la luz (1ª Jn. 1:5-7).
a.3.1-El Sol
Es CRISTO, "sol de justicia" y sus alas traen sanidad. Crecemos bajo el resplandor de Sus alas.
Lu. 1:78-79 dice que Cristo es nuestra AURORA (amanecer).
También es una referencia a los creyentes VENCEDORES (Mt. 13:43).
a.3.2- La Luna
Es la IGLESIA. No tiene luz propia, refleja la luz del sol. La luna solo puede reflejar la luz
durante la noche. Las iglesias locales son los candeleros que resplandecen en esta noche
oscura. La luna, como la iglesia, no es muy estable y pasa por altibajos: llena, media, nueva.
a.3.3-Las Estrellas
¡Cuando no hay luna las estrellas resplandecen! No solo tenemos a Cristo (sol) y la Iglesia
(luna), sino también a los creyentes VENCEDORES ("la luz del mundo"-Mt. 5:14; "lumina-
rias en el mundo"-Fil. 2:15).
Después de los tres niveles inferiores de vida (pasto, granos, árboles) del 3º DÍA, debe-
mos pasar al 4º DÍA, para disfrutar a Cristo como el amanecer, a la Iglesia como luna
resplandeciente y a muchos buenos santos como estrellas brillantes, a fin de crecer en vida.
Cuando hay algún problema con relación a la Iglesia, algunos santos deben brillar como
estrellas que vencen la noche.
Las lumbreras se establecieron para señorear con su resplandor en el día y en la noche. El res-
plandor rige, porque donde hay resplandor hay gobierno. Las tinieblas traen confusión; la luz
orden. Para crecer en vida necesitamos el gobierno, la reglamentación del 4º DÍA. La separación
de luz y tinieblas ya se había producido el 1º día; ahora esta separación se fortalece y consolida.
Lu. 1:78-79 dice que Cristo es nuestra AURORA (amanecer).
También es una referencia a los creyentes VENCEDORES (Mt. 13:43).
a.3.2- La Luna
Es la IGLESIA. No tiene luz propia, refleja la luz del sol. La luna solo puede reflejar la luz
durante la noche. Las iglesias locales son los candeleros que resplandecen en esta noche
oscura. La luna, como la iglesia, no es muy estable y pasa por altibajos: llena, media, nueva.
a.3.3-Las Estrellas
¡Cuando no hay luna las estrellas resplandecen! No solo tenemos a Cristo (sol) y la Iglesia
(luna), sino también a los creyentes VENCEDORES ("la luz del mundo"-Mt. 5:14; "lumina-
rias en el mundo"-Fil. 2:15).
Después de los tres niveles inferiores de vida (pasto, granos, árboles) del 3º DÍA, debe-
mos pasar al 4º DÍA, para disfrutar a Cristo como el amanecer, a la Iglesia como luna
resplandeciente y a muchos buenos santos como estrellas brillantes, a fin de crecer en vida.
Cuando hay algún problema con relación a la Iglesia, algunos santos deben brillar como
estrellas que vencen la noche.
Las lumbreras se establecieron para señorear con su resplandor en el día y en la noche. El res-
plandor rige, porque donde hay resplandor hay gobierno. Las tinieblas traen confusión; la luz
orden. Para crecer en vida necesitamos el gobierno, la reglamentación del 4º DÍA. La separación
de luz y tinieblas ya se había producido el 1º día; ahora esta separación se fortalece y consolida.
CUARTO DÍA: Vida en el plano animal
a.4- [1ª Etapa crecimiento en vida-animal] Se generan los seres vivos del AGUA: PECES (1:20-22)
El 5º DÍA aparece la vida animal inferior; una vida con consciencia propia primitiva.
Los peces viven en el agua salada, pero ellos nunca son salados mientras viven, solamente pueden
estar en salazón si están muertos. La vida repele toda sal procedente del mar; es decir, la vida de re-
a.5- [2ª Etapa del crecimiento en vida-animal] Se generan los seres vivos del AIRE: AVES (1:10-23):
Una vida un poco más elevada que la de los peces dentro de la esfera de consciencia de si mismo
elemental o primitiva.
Los peces pueden vivir en las aguas de la muerte, pero las aves pueden trascenderlas, elevarse
por encima de ellas. Después de ser un pez debemos crecer hasta ser un ave; cuando sus compañe-
ros le digan de ir al cine usted volará, no solo repelerá la sal, sino que la trascenderá. El Señor al de-
cirle a Pedro que pescaría hombres (Mt. 4:19) comparó a los hombres con peces del mar, pero en
Isaías Dios nos compara a las águilas (Is. 40:31). Como águilas no solo sobrevivimos en circuns-
tancias adversas, sino que las trascendemos alejándonos, y nada nos puede afectar.
Los peces pueden vivir en las aguas de la muerte, pero las aves pueden trascenderlas, elevarse
por encima de ellas. Después de ser un pez debemos crecer hasta ser un ave; cuando sus compañe-
ros le digan de ir al cine usted volará, no solo repelerá la sal, sino que la trascenderá. El Señor al de-
cirle a Pedro que pescaría hombres (Mt. 4:19) comparó a los hombres con peces del mar, pero en
Isaías Dios nos compara a las águilas (Is. 40:31). Como águilas no solo sobrevivimos en circuns-
tancias adversas, sino que las trascendemos alejándonos, y nada nos puede afectar.
Primera parte del SEXTO DÍA
a.6- [3ª Etapa del crecimiento en vida animal] Se generan los seres vivos de la tierra: REPTILES,
GANADO Y FIERAS.
En el 6º DÍA aparece la vida más elevada y con consciencia más desarrollada. Esta vida puede realizar
obras sobre la tierra. En 1ª Sam. 6:7,12a se habla de dos vacas tirando de un carro que trasladaba el
Arca de la Alianza. Los animales y el ganado doméstico pueden llevar acabo tareas sobre esta tierra.
a.8- TIPOLOGÍA DE UNA VIDA EN RELACIÓN CON OTRA INFERIOR
a.8.1- Como reaccionamos al ser expuestos en conflictos matrimoniales:
a.8.1.1- El que tiene una vida al nivel de pez, se quedará allí para discutir y alegar.
a.8.1.2- Si tiene vida a nivel de águila y su esposa le causa disgustos, volará, "no entrará al
trapo" de la provocación, permaneciendo en el aire hasta que su esposa diga: "Alabado sea el
Señor", "bendito el que viene en el nombre del Señor". Entonces aterrizará. El águila no
tiene porqué luchar, cuando tiene una dificultad se zafa echando a volar (como José huyen-
do de la esposa de Potifar). esta es una gran victoria, que trasciende las circunstancias.
a.8.1.3- Al nivel de vida de una vaca del ganado usted no volará, sino que se quedará y pro-
ducirá leche para alimentarla y la llevará acuestas como una carga (Ro. 15:1)
a.8.2- El acomodo matrimonial en la práctica:
Es posible que al casarse su esposa venga a ser para usted agua de muerte que puede salar
y matar:
a.8.2.1- Si está todavía en un plano vegetal (hierba, gramínea o árbol), será muerto y salado.
a.8.2.2- Si ha crecido hasta el plano animal y es un PEZ, ciertamente sobrevivirá; no se preocu-
pará por cuan salada esté el agua y seguirá nadando.
a.8.2.3- Si creció aún más hasta el nivel águila trascenderá las dificultades, no discutirá, sino
que se callará y se alejará.
a.8.2.4- Al fin, habiendo llegado a ser una vaca, comprueba que escaparse no es lo más elevado
y cuando su esposa discuta con usted la llevará sobre sus hombros y la dirá: "Voy a llevarte a
los cielos conmigo y te enseñaré a volar". usted será como el carro que lleva el peso del arca
(1ª Sam. 6) el lugar de huir a los cielos (vida celestial). Desarrollará algo, algún trabajo en
tierra. Descenderá; como Jesús, que siendo Dios descendió del cielo para ser una "vaca" y
cumplir el propósito de Dios. Él vino para ser sacrificado, alimentarnos y llevar nuestras
cargas (Gá. 6.2).
a.8.2.5- Sin embargo, esta todavía no es la vida con la máxima consciencia de si; debemos seguir
hasta la última parte del 6º DÍA, en que se genera la VIDA HUMANA; una vida que expresa
la imagen de Dios y gobierna (tiene dominio) para Dios sobre todas las cosas. Esta es la
VIDA QUE REINA Y ES UNA CON DIOS.
a.9- RESUMEN-ORACIÓN
Ahora podemos ver que todo lo mencionado en el primer capítulo de Génesis está relacionado con la vida. Le pido que lleve todos estos versículos y todos los puntos incluidos en este mensaje al Señor en oración. Dígale:
“Señor, tengo la vida. Pero Señor, Tú sabes que necesito las lumbreras del cuarto día. Ya tengo la luz del primer día, pero necesito las luces del cuarto día. Señor Jesús, te necesito como el sol. Necesito tener contacto directo contigo. Quiero estar en Tu presencia día tras día. Quiero estar bajo Tu resplandor. También necesito la iglesia, la luna. Y además necesito las estrellas. Necesito a los santos vencedores, aquellos que resplandecen, que vuelven muchos a la justicia. Necesito a aquellos que vuelven a la gente de las tinieblas a la luz”.
Si usted tiene contacto con el Señor como el sol, con la iglesia como la luna, y con algunos santos como estrellas resplandecientes, tendrá las luces del cuarto día. Crecerá por medio de esas luces. El plano de vida que usted tiene pasará de la vida vegetal a la vida animal. Usted crecerá día tras día. Luego podrá resistir cualquier situación de muerte y podrá trascender toda oposición, distracción o tentación. Finalmente, usted regresará a la tierra por sí mismo para cumplir la voluntad de Dios. ¡Esto es maravilloso!
Última parte del SEXTO DÍA
a.10- EL CONCILIO DE LA DEIDAD PARA DISEÑAR AL HOMBRE
Génesis 1:26 revela que hubo un concilio celebrado por la Deidad y entre la Deidad. Decimos “entre” porque Dios es triuno. En términos humanos, podemos decir que existen tres Personas en la Deidad, un Dios de tres Personas. No puedo explicar esto. Sólo puedo decir que Dios es triuno, que tenemos un solo Dios de tres Personas. Hubo un concilio celebrado por las tres Personas de la Deidad, y se tomó una decisión. Este concilio y la decisión tomada en él inició la madurez de vida. Después de crear el ganado, las bestias y los reptiles en la primera parte del sexto día, Dios no procedió inmediatamente a crear al hombre, sino que tuvo un concilio para hablar del tema. Leamos Génesis 1:26: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre...” Si leemos este versículo detenidamente, veremos que hubo una especie de concilio. Dios dijo: “Hagamos...” Dios es uno; sin embargo, el verbo usado aquí es plural. Esto demuestra que Dios es triuno. No dice: “Voy a hacer...” La palabra “hagamos” significa tengamos comunión. Aunque usted quizá piense que deduzco demasiado, de todos modos tenemos la expresión “hagamos” en la Biblia.
a.11- Se genera la VIDA HUMANA como centro y como vida madura, que pueda expresar a
Dios y gobernar por Dios.
El hombre fue creado como centro. Es la vida más avanzada, la vida madura que tiene la imagen de
Dios y que puede ejercer el gobierno (dominio de Dios); puede REINAR en su pleno crecimiento o
madurez y EXPRESAR a Dios.
Los vegetales no pueden expresar a Dios, porque no tienen rostro. Los peces tampoco, porque
aunque tienen rostro no lo tienen bien diferenciado al carecer de cuello. Los animales tienen rostro y
algunos incluso lo tienen muy similar al humano; no obstante, les falta mucho y son inferiores, no son
la madurez de la vida creada. Solo los seres vivientes de Ezequiel 1:5,10 (león, buey y águila) son se-
mejantes al hombre.
La vida humana es la más consciente de si. Aquí se crea la cumbre de la VIDA: el HOMBRE; esto
fue tan crucial que la Trinidad tuvo que hacer un concilio antes de hacerlo. Después de crear al
hombre Dios descansó, quedó satisfecho.
B- LOS PUNTOS CENTRALES DE LA RESTAURACIÓN Y LA CREACIÓN:
b.1- RECOBRAR LA TIERRA:
Para generar vida y ejercer dominio (Gn. 1:9, 26, 28).
b.2- OBTENER AL HOMBRE Y JUZGAR AL ENEMIGO DE DIOS:
b.3- GENERAR VIDA:
Crear a Dios con el propósito de expresar a Dios y juzgar a Su enemigo.
C- EL PROPÓSITO DE LA RESTAURACIÓN Y CREACIÓN:
c.1- OBTENER AL HOMBRE PARA QUE EXPRESE A DIOS
Dios creó un hombre corporativo, no muchos hombres. Estamos todos incluidos en Adán. Dios
mandó al hombre: "señoreen" (plural en hebreo).
c.1.1- Con la imagen de Dios interiormente
c.1.1.1- La imagen de Dios es Cristo:
El Dios invisible tiene una imagen visible: Cristo (2ª Co. 4:4; Col. 1:15)
c.1.1.2- El hombre fue creado a imagen de Dios:
En Gé 1:26 dice: "Hagamos al hombre a nuestra imagen...", pero en el v. 27 dice: "Creó
Dios al hombre a Su imagen". "Su imagen" aquí significa Cristo.
c.1.1.3- Adán tipificaba a Cristo:
Adán era la imagen, la fotografía, de Cristo. Nosotros estamos vacíos como un guante al
al que le falta la realidad, su contenido, para el que fue diseñado. Somos vasos de barro,
diseñados para contener el tesoro que es Cristo. El vaso es un recipiente diseñado para
contener algo.
c.1.1.4- Cristo fue hecho a semejanza del hombre:
El hombre es a la imagen Cristo y Cristo es la semejanza del hombre, para que al morir y
resucitar el hombre pudiera tener la vida de Dios.
c.1.1.5- El hombre puede ser transformado a la imagen de Cristo:
Nuestro intelecto, emociones y voluntad fueron hechos conforme a Cristo, son la apariencia
de la realidad del intelecto, emociones y voluntad de Cristo y mediante el proceso de trans-
formación interior vienen a ser la realidad de las de Cristo. Somos el envase para contener
todo lo que Cristo es. Nada de lo que tenemos por naturaleza es adecuado, sino vacío y
limitado. La esencia (elemento, sustancia) de Cristo debe llenarnos. Cuando Le miramos
vamos siendo llenados de Él, transformados a Su imagen (2ª Co.3:18).
3.1.1.6- Nuestro cuerpo será transfigurado a la semejanza de Su cuerpo glorioso:
Conformación exterior a Su forma. Somos transformados a Su imagen y conformados a Su
forma. Al fin seremos plenamente lo que Él es (1ª Jn. 3:2b).
c.1.2- Con la semejanza de Dios exteriormente:
Todas las demás cosas de la creación fueron hechas conforme a "su propio género"; sin em-
bargo el hombre no fue creado conforme al "género humano", sino a la semejanza de Dios. I-
gual que una fotografía, la imagen, tiene una forma, el hombre fue creado con la forma de Dios
y a Su imagen; pero no tenía la realidad de Dios ni Su vida. Este hombre fracasó. Entonces el
Señor se vistió de este hombre, para que, mediante Su muerte y resurrección, poder elevar su
imagen y forma, mediante la incorporación en ellas de Su realidad y Su vida. Finalmente seremos
mezclados con Él y llegaremos a ser una unidad, seremos Su apariencia y expresión y Él será
nuestra realidad y contenido; entonces seremos uno y expresaremos a Dios en todo el
universo.
Al ser salvos recibimos la vida divina semejante al pasto. Creció hasta hacerse grano y árbol;
creció más hasta un plano superior, el animal: pez, ave, ganado, fiera. Podemos expresar a
Dios solamente con la vida más elevada, al alcanzar la cima de la vida creada: la VIDA
HUMANA.
Ez. 1:5, 10 y Ap. 4: 6-7 nos revelan que de los nueve niveles de la vida descritos en Gé. 1, solo
cuatro son representados en la presencia de Dios y son todas las demás vidas: águila, buey,
león y hombre.
Todos debemos crecer hasta llegar al plano de vida más elevado del ganado, el águila y el
león y seguir adelante hasta la madurez de vida, representada en la vida humana. Esta vida
humana es lo único que puede expresar a Dios y lo único que puede reinar (tener dominio)
por Dios y para Dios. Esta es la meta que alcanzamos creciendo en vida desde el plano vegetal
al animal y al humano.
C- PALABRA ADICIONAL:
B- LOS PUNTOS CENTRALES DE LA RESTAURACIÓN Y LA CREACIÓN:
b.1- RECOBRAR LA TIERRA:
Para generar vida y ejercer dominio (Gn. 1:9, 26, 28).
b.2- OBTENER AL HOMBRE Y JUZGAR AL ENEMIGO DE DIOS:
b.3- GENERAR VIDA:
Crear a Dios con el propósito de expresar a Dios y juzgar a Su enemigo.
C- EL PROPÓSITO DE LA RESTAURACIÓN Y CREACIÓN:
c.1- OBTENER AL HOMBRE PARA QUE EXPRESE A DIOS
Dios creó un hombre corporativo, no muchos hombres. Estamos todos incluidos en Adán. Dios
mandó al hombre: "señoreen" (plural en hebreo).
c.1.1- Con la imagen de Dios interiormente
c.1.1.1- La imagen de Dios es Cristo:
El Dios invisible tiene una imagen visible: Cristo (2ª Co. 4:4; Col. 1:15)
c.1.1.2- El hombre fue creado a imagen de Dios:
En Gé 1:26 dice: "Hagamos al hombre a nuestra imagen...", pero en el v. 27 dice: "Creó
Dios al hombre a Su imagen". "Su imagen" aquí significa Cristo.
c.1.1.3- Adán tipificaba a Cristo:
Adán era la imagen, la fotografía, de Cristo. Nosotros estamos vacíos como un guante al
al que le falta la realidad, su contenido, para el que fue diseñado. Somos vasos de barro,
diseñados para contener el tesoro que es Cristo. El vaso es un recipiente diseñado para
contener algo.
c.1.1.4- Cristo fue hecho a semejanza del hombre:
El hombre es a la imagen Cristo y Cristo es la semejanza del hombre, para que al morir y
resucitar el hombre pudiera tener la vida de Dios.
c.1.1.5- El hombre puede ser transformado a la imagen de Cristo:
Nuestro intelecto, emociones y voluntad fueron hechos conforme a Cristo, son la apariencia
de la realidad del intelecto, emociones y voluntad de Cristo y mediante el proceso de trans-
formación interior vienen a ser la realidad de las de Cristo. Somos el envase para contener
todo lo que Cristo es. Nada de lo que tenemos por naturaleza es adecuado, sino vacío y
limitado. La esencia (elemento, sustancia) de Cristo debe llenarnos. Cuando Le miramos
vamos siendo llenados de Él, transformados a Su imagen (2ª Co.3:18).
3.1.1.6- Nuestro cuerpo será transfigurado a la semejanza de Su cuerpo glorioso:
Conformación exterior a Su forma. Somos transformados a Su imagen y conformados a Su
forma. Al fin seremos plenamente lo que Él es (1ª Jn. 3:2b).
c.1.2- Con la semejanza de Dios exteriormente:
Todas las demás cosas de la creación fueron hechas conforme a "su propio género"; sin em-
bargo el hombre no fue creado conforme al "género humano", sino a la semejanza de Dios. I-
gual que una fotografía, la imagen, tiene una forma, el hombre fue creado con la forma de Dios
y a Su imagen; pero no tenía la realidad de Dios ni Su vida. Este hombre fracasó. Entonces el
Señor se vistió de este hombre, para que, mediante Su muerte y resurrección, poder elevar su
imagen y forma, mediante la incorporación en ellas de Su realidad y Su vida. Finalmente seremos
mezclados con Él y llegaremos a ser una unidad, seremos Su apariencia y expresión y Él será
nuestra realidad y contenido; entonces seremos uno y expresaremos a Dios en todo el
universo.
Al ser salvos recibimos la vida divina semejante al pasto. Creció hasta hacerse grano y árbol;
creció más hasta un plano superior, el animal: pez, ave, ganado, fiera. Podemos expresar a
Dios solamente con la vida más elevada, al alcanzar la cima de la vida creada: la VIDA
HUMANA.
Ez. 1:5, 10 y Ap. 4: 6-7 nos revelan que de los nueve niveles de la vida descritos en Gé. 1, solo
cuatro son representados en la presencia de Dios y son todas las demás vidas: águila, buey,
león y hombre.
Todos debemos crecer hasta llegar al plano de vida más elevado del ganado, el águila y el
león y seguir adelante hasta la madurez de vida, representada en la vida humana. Esta vida
humana es lo único que puede expresar a Dios y lo único que puede reinar (tener dominio)
por Dios y para Dios. Esta es la meta que alcanzamos creciendo en vida desde el plano vegetal
al animal y al humano.
C- PALABRA ADICIONAL:
PALABRA ADICIONAL
Usted ya ha escuchado que todas las verdades bíblicas fueron sembradas en Génesis, particularmente en el capítulo 1. Como vimos, Génesis 1 habla de la luz, y esta luz se desarrolla en toda la Biblia. Vimos la luz del primer día, las lumbreras del cuarto día, y el desarrollo de éstas hasta el final de la Biblia, donde leemos en los últimos dos capítulos que “no habrá noche”. Finalmente, Dios mismo será la luz para Sus redimidos. Nosotros los redimidos que estaremos en la Nueva Jerusalén no necesitaremos el sol, la luna, ni ninguna otra fuente de luz. Dios mismo será la luz. Por consiguiente, la semilla de luz sembrada en Génesis 1 se desarrolló plenamente en Apocalipsis 22.
Según el mismo principio, tenemos la palabra “imagen”. “Dios hizo al hombre a Su propia imagen”. La imagen de Dios lo expresa a El. Expresar a Dios no es más que manifestar Su gloria. Esta pequeña palabra “imagen” se desarrolla continuamente hasta ser la Nueva Jerusalén al final de la Biblia. La ciudad entera tiene la apariencia del jaspe (Ap. 21:11). Si usted lee Apocalipsis 4:3, verá que el que se sienta en el trono es semejante al jaspe. La apariencia de Dios es como jaspe. Por último, toda la ciudad, la Nueva Jerusalén, estará constituida de jaspe. El muro de la ciudad también estará constituido de jaspe (Ap. 21:18a). Desde todos los ángulos, todas las perspectivas y todos los lados la Nueva Jerusalén tiene la apariencia de Dios. Esta es la expresión de la imagen de Dios.
Esta mañana, mientras orábamos-leíamos, el hermano Al me preguntó acerca de los cuatro seres vivientes de Ezequiel 1:5, 10 y Apocalipsis 4:6-7. En Ezequiel, cada uno de estos seres tiene cuatro rostros; el rostro frontal es humano; el rostro posterior es de águila; el rostro lateral derecho es de león, y el rostro lateral izquierdo es de buey. Sin embargo, si seguimos adelante y pasamos de Ezequiel al capítulo 4 de Apocalipsis, veremos una pequeña diferencia. Allí, cada uno de los cuatro seres tiene un solo rostro. El primero no es de hombre, sino de león. El segundo no es de buey, sino de becerro. Conocemos la diferencia entre un buey y un becerro. Un buey tiene más edad. Esto es extraño. En mi opinión, en Ezequiel el buey debería ser un becerro, y en Apocalipsis el becerro debería ser un buey; primero el más joven, luego el mayor. No obstante, la Biblia menciona primero el mayor y luego el menor; primero el buey, luego el becerro. Les aseguro que nosotros los cristianos no vamos a envejecer, sino a rejuvenecer. Cuanto más crezcamos, más joven seremos.
En Apocalipsis viene primero el león, luego el becerro, en tercer lugar el hombre, y en cuarto lugar el águila. El hermano Al me preguntó por qué había esta diferencia entre Ezequiel y Apocalipsis. Esta es la razón: el orden de los seres vivientes de Apocalipsis concuerda con el orden de los cuatro evangelios. En Mateo tenemos al león, o sea el rey. En Marcos, tenemos el siervo, el esclavo, es decir, el becerro. En Lucas tenemos al hombre. En Juan tenemos a Dios, el águila que se remonta a las alturas. ¿Qué significa esto? En realidad, los cuatro seres vivientes de Ezequiel eran la manifestación de la gloria de Dios. En la conferencia que tuvimos sobre Ezequiel, abarcamos Ezequiel 1 y vimos cómo los cuatro seres vivientes eran la manifestación de la gloria de Dios. ¿Qué es la gloria de Dios? Es Cristo. Cuando la gloria de Dios es expresada, es Cristo. Pero observe la diferencia. En Ezequiel los cuatro seres vivientes eran la manifestación de la gloria de Dios. En Apocalipsis los cuatro seres vivientes son la expresión de Cristo mismo. Se ha producido una mejoría, pues se ha pasado de la gloria de Dios a Cristo mismo. Por lo tanto, en Apocalipsis, la apariencia de los cuatro seres vivientes concuerda exactamente con los cuatro evangelios. Esto significa que los cuatro seres vivientes de Apocalipsis son simplemente la expresión de Cristo. No estoy diciendo que sean Cristo. No, no lo son, pero sí lo expresan a El; expresan lo que Cristo es. Cristo se presenta en cuatro aspectos: como rey, como esclavo, como hombre y como Dios mismo. Cristo lleva estos cuatro aspectos, y este Cristo necesita una expresión en Su creación. Así que en este universo existen cuatro seres vivientes, los cuales representan todas las clases de vida en todos los niveles, para expresar a Cristo.
Todo lo que presenta Génesis 1 es Cristo, con excepción de las tinieblas, las aguas de muerte, y los animales que se arrastran. El Espíritu vino a cernerse. Este es Cristo. Cristo es el Espíritu. Cristo también es la Palabra. Cristo es la luz. Sin lugar a dudas, Cristo es el aire. El Espíritu es Cristo, y la Palabra es Cristo, la luz es Cristo, y el aire es Cristo. La tierra seca es Cristo. El pasto es Cristo porque Cristo es nuestro pasto verde. Las hierbas son Cristo. Cristo es el maíz, el trigo, la flor de alheña, y toda clase de hierbas hermosas. Todos los árboles son Cristo. Cristo es el olivo, la higuera, la vid, el árbol de vida. Y los peces son Cristo. Cristo alimentó a 5000 personas con cinco panes y dos peces. La mayoría de los cristianos sólo prestan atención a los cinco panes y se olvidan de los dos peces. Sin embargo, Cristo no sólo es los cinco panes, sino también los dos peces, algo que procede de las aguas de muerte para alimentarnos. Cristo también es las aves. El es el águila. Éxodo 19:4 revela que Cristo fue la gran águila que llevó a los israelitas sobre Sus hombros. Como la gran águila, El liberó a Su pueblo de Egipto. En cierta ocasión Cristo dijo que El era una gallina. Al final de Mateo 23 (v. 37), Cristo dijo: “Soy una gallina. Quiero reuniros a todos vosotros bajo Mis alas, pero vosotros no queréis venir a Mí”. Cristo es el ganado, el buey, el becerro, la vaca, la oveja y el cordero. Cristo también es un león (Ap. 5:5). Finalmente Cristo es el hombre, el verdadero Adán. Cristo también es el sol, la estrella de la mañana y la verdadera fuente de la luz de la luna. En el capítulo 1 de Génesis, todo es Cristo y Cristo lo es todo.
Si usted sólo disfruta a Cristo como el pasto, no está calificado para expresarlo. Si lo disfruta como las hierbas y como todos los árboles, todavía no está calificado. Aun cuando usted lo disfrute como el pez, no está calificado. Aunque quizás disfrute mucho a Cristo, aún así no está calificado para expresarlo. Usted debe avanzar y pasar de todos esos niveles de vida al nivel de vida de las aves. Entonces empieza a estar calificado para expresar a Cristo.
La vida de las aves constituye una de las cuatro categorías de vida representadas delante del trono de Dios. Como ya lo mencioné, entre las nueve categorías de vida de Génesis 1, sólo cuatro están representadas delante del trono de Dios. Permítanme darles nuevamente las nueve categorías: el pasto, las hierbas, los árboles, los peces, las aves, el ganado, las fieras, los animales que se arrastran y el hombre.
Entre las nueve categorías, sólo cuatro (las aves, el ganado, las fieras y el hombre) están calificadas para expresar a Cristo. El pasto no está calificado; es bueno, pero es una clase de vida inferior. Ni las hierbas, ni los árboles, ni los peces están calificados. Por supuesto, todos los animales rastreros son dejados a su suerte por la eternidad. Van al lago de fuego.
Sólo las aves, el ganado, las fieras y el hombre tienen un rostro distinguible. El rostro de usted es la apariencia exterior de su ser interior. Lo que usted es interiormente se expresa exteriormente en su rostro. Como lo mencionamos antes, ni el pasto ni las hierbas ni los árboles tienen rostro. Los peces tienen rostro, pero su rostro no es distintivo. Y los peces tampoco tienen cuello. Necesitamos un cuello más largo para que nuestro rostro sea más distintivo. Entre estas nueve categorías, sólo cuatro tienen una cara distinguible, y de estas cuatro, el rostro humano es el mejor, el más elevado y el más distinguible. Compare su rostro con el rostro de un águila, de un becerro o de un león. Se dará cuenta de que su rostro es mucho más distinguible. ¿Por qué? Porque la vida humana es muy distinta de la vida de las aves, de los becerros y de las fieras.
En conformidad con la economía de Dios, Cristo tiene cuatro aspectos. El es un hombre, pero sirve a la gente como un becerro. El es un hombre, pero pelea la batalla, ejerce control y tiene dominio como el león. El es un hombre, pero El puede volar lejos y elevarse como un águila. Necesitamos la vida humana para expresar a Cristo, y también necesitamos la vida del becerro, del león y del águila. Cuando tenemos estas cuatro podemos expresar plenamente a Cristo.
Ahora podemos ver que la pequeña palabra “imagen” que aparece en Génesis 1 ha experimentado un gran desarrollo. No sólo vemos los cuatro seres vivientes que expresan a Cristo en cuatro aspectos, sino que finalmente tenemos la Nueva Jerusalén, una ciudad elevada que tiene la imagen de Dios y expresa a Cristo. Dios es semejante al jaspe, y la apariencia de la Nueva Jerusalén también es como jaspe, igual que la apariencia de Dios. Este es el cumplimiento de Génesis 1:26. ¡Aleluya! ¡Aleluya!
FIN
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