ESTUDIO-VIDA DE GENESIS
MENSAJE VEINTIDÓS
LA SEGUNDA CAÍDA DEL HOMBRE
(1)
(Ver completo en: http://www.librosdelministerio.org/books.cfm?id=0FC2D2C1)
2. La causa
b. La arrogancia del hombre al rechazar
el camino de la salvación que Dios le brinda
En Génesis 4 el diablo ya se había inyectado en el hombre, y Dios le había mostrado al hombre el camino de salvación. No obstante, Caín fue arrogante, pues rechazó el camino de la salvación que Dios le brindó. Esto significa que siguió al diablo y desechó la voluntad de Dios. Esta fue otra causa de la segunda caída. A Caín no le interesó la Palabra de Dios, el evangelio, ni escuchó la predicación de sus padres. Una vez más afirmo que creo que sus padres le predicaron el evangelio a él y a su hermano, hablándoles de la necesidad de tener túnicas que los cubrieran y que fueran hechas con las pieles de los corderos del sacrificio. Creo que esto justifica el deseo de Abel de ser un pastor de ovejas. Pero a Caín aquello no le interesaba en lo más mínimo, y por ende, rechazó el camino de Dios con arrogancia e inventó su propio camino.
3. El proceso
a. La arrogancia del hombre
al ofrecerle a Dios “el producto de la tierra”
Caín era arrogante y servía a Dios según su propio concepto. “Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová” (Gn. 4:3). Caín sirvió a Dios según su concepto. El inventó una religión basándose en su concepto humano. En Génesis 3 no se dice nada acerca de ofrecer a Dios el fruto de la tierra. A Dios le interesa un sacrificio en el cual la sangre sea derramada para satisfacer los requisitos de Su justicia y también le interesan las pieles de los corderos del sacrificio con las que se pueden cubrir los seres caídos y desnudos. Cuando Adán y Eva vieron que estaban desnudos, se cubrieron con vestiduras hechas con hojas de higuera, pero a Dios no le agradó esa clase de vestimenta. El mató algunos corderos para el sacrificio por el pecado, y con las pieles de esos corderos hizo túnicas a fin de cubrir al hombre y a la mujer. Ya vimos que Adán y Eva deben de haber contado eso a Caín y Abel y que Abel recibió su palabra y actuó conforme a ella, mientras que Caín se consideró más inteligente y menospreció los intereses de Dios, negándose a seguir Su camino. El no obedeció al evangelio de Dios, sino que inventó su propio método, una religión conforme a sus propios conceptos. ¿Quién le pidió que ofreciera el fruto de la tierra? El mismo se lo propuso, motivado por el enemigo insidioso. Esta práctica se originó en su mente.
Con el transcurso de los siglos y de las generaciones, Caín ha tenido incontables seguidores, personas de todas partes que inventan su propia religión. No incitaron al pueblo a pecar, sino a servir a Dios y a adorarle. En su arrogancia, estas personas creen estar sirviendo a Dios. Dicen: “¿Qué hay de malo en servir a Dios de esta manera? No apostamos ni robamos ni matamos. Servimos a Dios”. No obstante, quiero decirles: “Ustedes sirven a Dios conforme a sus propios conceptos. A la larga, ustedes no sirven a Dios, sino que se sirven a sí mismos. Ustedes sirven sus propios conceptos y no se preocupan por satisfacer a Dios. Dios no es su Dios; sus conceptos y su mentalidad son su dios.
Si usted lee Génesis 4 con prisa, tendrá el mismo problema que tuve yo cuando leí este pasaje en mi juventud. Dije: “Dios no es justo. Ambos hermanos le presentaron una ofrenda. ¿Qué había de malo con la ofrenda de Caín? El no apostaba ni robaba, y era religioso. Si no hubiese sido religioso, no habría presentado una ofrenda. El labró la tierra hasta que ésta produjo fruto, y luego apartó algunas frutas como ofrenda a Dios. ¿Acaso eso no estaba bien? ¿Cómo podría Dios condenarle por hacer eso?” No obstante, la Biblia dice: “Pero no miró a Caín y a la ofrenda suya” (Gn. 4:5, heb.). Dios parecía decirle a Caín: “Caín, hiciste algo religioso, pero ni siquiera lo miraré. Esto no es un servicio para Mí. Tú estás sirviendo a tus propios conceptos. No me interesa tu ofrenda en absoluto”. Cuando yo era joven, no podía entender por qué Dios obró de esa manera, respetando la ofrenda de Abel y rechazando la de Caín. Yo pensaba que Dios era injusto.
Con el paso de los años llegué a comprender que Caín no presentó su ofrenda a Dios conforme al camino de Dios, sino según sus propias ideas. El inventó una manera de adorar a Dios conforme a su propio concepto y deseo. En el cristianismo actual se inventan muchas novedades para adorar a Dios. Todas estas invenciones son arrogancia.
Caín en su ser natural ya no era puro. Adán era puro cuando fue creado por Dios, pero Satanás, el maligno, se inyectó en él como resultado de la caída. Por consiguiente, cada vez que el hombre actúa por su propia cuenta, está en unión con el diablo. Por tanto, el hombre no debería actuar por su propia cuenta, sino que debe rechazarse a sí mismo y depender de Dios. Debo entender siempre que soy una persona caída y que Satanás está dentro de mí, en mi naturaleza, en mis pensamientos, en mis deseos y en mi voluntad. Satanás se hace totalmente uno conmigo. No me atrevo a actuar según mi propia voluntad. Debo decir: “Señor, me desecho a mí mismo y pongo mi confianza en Ti. Señor, ve Tú primero; toma la iniciativa. Señor, quiero seguirte y permanecer en Tu camino”. No somos solamente pecadores, sino que nuestro ego se ha hecho diabólico porque Satanás está en nosotros. Todo lo que planeamos según nuestra naturaleza es en realidad una invención del diablo. Caín, igual que muchos hoy, no estaba consciente de eso. El pensaba que mientras hiciera algo por Dios, sirviéndole y adorándole, todo iría bien. Usted no debe pensar así. Debe entender en qué condición se encuentra usted y qué es. Como personas caídas, somos uno con el diablo. El no está solamente alrededor de nosotros y sobre nosotros, sino también dentro de nosotros, en nuestra naturaleza, en nuestra mente, en nuestra parte emotiva y en nuestra voluntad. Cada vez que usted se enoja, Satanás está allí. Cada vez que usa sus propias emociones, Satanás está activo en usted. No diga que es solamente usted el que se comporta así, pues Satanás está con usted y en usted. Vemos eso no solamente en las cosas malas, sino también en las buenas. Cuando Caín presentó el fruto de la tierra como ofrenda a Dios, Satanás estaba metido en dicha actividad. En Caín, Satanás presentó una ofrenda a Dios. Esta era la razón por la cual Dios no quiso mirarla. Dios parecía decir: “Caín, tu ofrenda es maligna. Es un insulto para Mí. Es una abominación a Mis ojos. Me niego a aceptarla”.
b. La ira del hombre
Cuando Caín vio que Dios no había mirado su ofrenda, “se ensañó ... en gran manera, y decayó su semblante” (Gn. 4:5). Pasa lo mismo con los religiosos hoy en día. Si usted no aprecia las obras que hacen, se enojarán y dirán: “¿Acaso no servimos nosotros a Dios? ¿Por qué no está de acuerdo usted conmigo?” Cuando los religiosos vean que otros sirven a Dios como El manda y obtienen así Su respeto, se enfurecerán más todavía. Caín fue el primero en actuar así. Si usted sirve a Dios de la manera que lo hizo Abel, lo cual significa que sigue el camino de Dios, los religiosos se enojarán con usted y le dirán: “¿No cree usted que nosotros también servimos a Dios? ¿Por qué Dios lo va a aceptar a usted y a nosotros no?” Con frecuencia hemos oído estas palabras. Le sugiero que tenga cuidado. Si bien usted sirve a Dios, ¿cómo lo hace, a su manera o la manera de Dios? ¿Sirve usted a Dios conforme a lo que El ha revelado, o según los conceptos que usted tiene o según sus propias invenciones? Decir simplemente que usted sirve a Dios no es suficiente. Es necesario determinar la manera en que lo hace. ¿Corresponde su servicio a la Palabra de Dios o a sus propias ideas?
No obstante, Dios tuvo mucha misericordia de Caín y siguió hablándole. Caín no oró a Dios ni le preguntó: “Dios, ¿qué hay de malo conmigo?” Aunque Caín no oró, Dios, quien es rico en misericordia, vino a él y le dijo a Caín: “Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante?” (Gn. 4:6). Dios preguntó a Caín por qué se había ensañado y por qué había decaído su semblante. Todos los que siguen el camino de Dios tienen un semblante elevado. Alzan su semblante y dicen: “¡Alabado sea el Señor! Amén, Aleluya. Jesús es Señor!” Según algunas versiones, Dios le dijo a Caín: “Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido?” El hebreo, el idioma original, también puede ser traducido: “Si bien hicieres, no tendrías el rostro en alto?” Si estamos en el camino de Dios, nuestro semblante será alzado. Aunque muchos religiosos sirven a Dios y lo adoran, Dios no los mira. Como resultado se enojan, diciendo: “¿Acaso no sirvo yo a Dios? ¿No estoy haciendo muchas obras para El?” Estas palabras de enojo son indicio de un semblante caído. Cuando Caín se enojó, Dios parecía decirle: “Caín, no debes enojarte. Tú eres un pecador. ¿Acaso no te han enseñado tus padres las buenas nuevas? Tengo un camino. ¿Por qué ha decaído tu semblante? Tú estás así porque has rechazado Mi camino, porque no has escuchado la predicación de tus padres, y porque no has creído el evangelio. Si tomas Mi camino y crees el evangelio, tu rostro se elevará. Caín, todavía no es tarde. Pero ten cuidado. Si sigues en este camino, el pecado te acecha y procura devorarte”.
En Génesis 4:7 Dios le dio a Caín una advertencia: “Y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta”. La última parte de ese versículo es difícil de traducir. Algunas versiones dicen acertadamente: “A ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él”. Otras versiones dan a entender que el deseo del pecado es para Caín y que éste debe vencerlo. ¿A quién se refiere el pronombre “él” en este versículo? Encontramos la respuesta en Juan 8:44 y 1 Juan 3:12. Con la ayuda de estos versículos podemos ver que en Génesis 4:7 “él” es el diablo. Por consiguiente, Dios le dijo a Caín que el pecado estaba a la puerta y que su deseo, es decir, el deseo de Satanás, se dirigía a él, y que Caín debía vencerle. El pecado y Satanás son uno. ¡Tenga cuidado! Si usted rechaza el camino de salvación de Dios, el pecado acecha a la puerta para apoderarse de usted. El deseo del pecado, es decir, el deseo de Satanás, está dirigido a usted, y usted debe vencerlo. La mejor manera de vencer a Satanás consiste en huir de los conceptos de uno y refugiarse en la obra salvadora de Dios. La salvación de Dios es Jesús como sacrificio. Jesús derramó Su sangre por nuestros pecados y se dio a Sí mismo por nosotros como la justicia que cubre nuestra desnudez. Este es el camino que nos permite huir de Satanás y escapar del pecado que está a nuestro acecho. Si alguno de ustedes lee este mensaje y no toma a Jesús como su Salvador, debo decirle que el pecado acecha a su puerta como una fiera voraz, esperando la oportunidad de apoderarse de usted y devorarle. Este pecado es Satanás, el enemigo insidioso, el mentiroso, aquel que es homicida desde el principio.
c. El hombre asesinó a su hermano
“Y dijo Caín a su hermano Abel: Salgamos al campo. Y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y lo mató” (Gn. 4:8). Cuando comparamos este versículo con Juan 8:44, descubrimos que Caín no fue el único homicida; Satanás también era homicida. En ese pasaje el Señor Jesús se refería al diablo, cuando dijo: “El ha sido homicida desde el principio”. Aunque Abel fue muerto por Caín, Satanás cometió el homicidio al realizar Caín esta acción. Caín, por haber rechazado el camino de Dios y Su advertencia, fue atrapado por Satanás, el homicida, y se convirtió en homicida junto con Satanás. Por consiguiente, dos homicidas cometieron el mismo crimen. Cuando Caín mató a su hermano, vino a ser totalmente poseído por el diablo, pues éste asesinó a Abel con las manos de Caín y con su cooperación. Caín desdeñó la predicación de sus padres y no hizo caso a la advertencia de Dios. Por tanto, motivado por Satanás, sirvió a Dios conforme a su propia invención y finalmente fue totalmente poseído por Satanás y se convirtió en homicida. Esta fue la segunda caída del hombre.
La segunda caída del hombre empezó cuando éste inventó la religión. No empezó con el robo; empezó con la adoración a Dios conforme al concepto humano. Adorar a Dios conforme a la religión fabricada por el hombre no constituyó una salida de la primera caída, sino una continuación de ella. La segunda caída, que empezó con la religión que creó el hombre, se completó con ese homicidio. ¿Cree usted que los religiosos pueden cometer homicidios? Si usted lee la historia, descubrirá que la Iglesia Católica Romana ha dado muerte a más cristianos auténticos que el Imperio Romano. Millares de cristianos fueron inmolados por el Imperio Romano, y la Iglesia Católica Romana continuó esta persecución, matando más creyentes verdaderos. Si usted procura ser un cristiano genuino en Portugal o en España, debe tener cuidado, pues los religiosos de esos países podrían intentar quitarle la vida. La religión humana siempre es así: empieza sirviendo a Dios y acaba matando a la gente. Esto corresponde exactamente a lo dicho por el Señor Jesús en Juan 16:2: “Viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio a Dios”.
¿En qué consistió la primera caída del hombre? La primera caída del hombre consistió en que éste ingirió algo que no era Dios. El hombre no hizo nada malo; simplemente absorbió un elemento ajeno a Dios. ¿Cuál fue la segunda caída del hombre? La segunda caída del hombre fue la invención de la religión, lo cual condujo a un acto de homicidio. La segunda caída ocurrió por la arrogancia del hombre. La arrogancia significa que el hombre no se preocupa por la economía de Dios, por el camino de Dios, sino que sólo se interesa en sus propios deseos y conceptos. Cuando el hombre se negó a seguir el camino de Dios, e inventó su propia religión, se convirtió finalmente en un homicida del pueblo de Dios. Esta fue la segunda caída del hombre.
Resulta muy útil entender la caída, pues nos permite ver más de la obra salvadora de Dios. Espero que entre ustedes nadie se convierta en Caín. Todos deberíamos ser Abeles justos. Seamos todos como Abel, creamos el evangelio, practiquémoslo y vivamos por él.
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