El último dios por
quitar
George Davis y Michael Clark
Juan cerró su primera epístola con estas palabras, “Hijitos, guardaos de los ídolos, Amén”
(1ª Juan 5:21).
La Biblia ampliada dice, “Hijitos, guardaos de
los
ídolos (dioses falsos)—[guardaos de cualquier cosa que ocupe el lugar de Dios en vuestro corazón, de cualquier
cosa
que Le sustituya
o que
tome el primer lugar en vuestra
vida] Amén (así sea).
El diccionario del Nuevo Silgo define a un ídolo como “… cualquier persona o cosa que
sea el objeto de un respeto
de adoración ciega
o una
devoción desordenada.” En resumen, un ídolo es cualquier
cosa que
no sea Dios a quién rindamos adoración. La
cristiandad hoy día venera a un icono por encima de todos los demás. Es el ídolo
más engañoso, ilusorio y amado, conocido del hombre religioso. Aunque los otros
ídolos sean más obvios y más fácilmente desechados, este objeto de adoración es con
frecuencia el último dios por quitar. Se habla de él en todas las televisiones y
emisiones radiofónicas “cristianas” y es el tópico de un número indecible de libros “cristianos”. Muchos gastan
sus vidas en una devoción imperecedera, quemándole
incienso desde las tempranas horas de la mañana
a las
horas más tardes de la
noche.
¿Cuál es este ídolo que embruja
a tantos cristianos bien
intencionados?
¿Es la estatua
de un dios fenicio
puesta en un santuario secreto? No. Es más sutil que todo eso. Es el dios del ministerio.
Detrás de este ídolo hay un objeto de adoración aún
más
siniestro y engañoso. Como en la película “El Mago de Oz”, si quitas la cortina que
hay detrás del destello, del fuego
y del humo de tanto “ministerio” hoy día, lo que descubres es un culpable totalmente diferente. Escondido detrás de la
cortina llamada “Mi Ministerio”, lo que
hay es el fraude del interés personal que
se exalta a sí mismo. Mucho de lo que hoy día se hace en nombre del ministerio procede de un desordenado romance con nuestras propias reputaciones, y se parece más a una campaña política de
representación proporcional, completada con una
encuesta mental para determinar
tus
resultados. Al final del día, el éxito lo determina el repaso de una lista invisible
de toda
la gente que puede dañar o ayudar tu causa,
el descubrir que todos
ellos han sido apaciguados. Si, “nada tiene tanto éxito como la
apariencia del éxito” (Christopher
Lasch).
Jesús contrastó esta idolatría a Su propia devoción al Padre. Él dijo a los fariseos,
“Gloria de los hombres no recibo. 42 Más yo os conozco, que no tenéis amor de Dios en vosotros. 43 Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere
en su propio nombre, a ése recibiréis. 44 ¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único? (Juan
5:41‐44).
Meditemos en
estas palabras por un
instante.
Un rasgo de predominante de esta idolatría lo expresan las palabras de
Cristo, “si alguno viene en su nombre, le recibís”. ¿Cuántas veces vemos esto? Grandes
multitudes que se reúnen para escuchar y ver a hombres de renombre que vienen en su propio nombre. Y sin embargo, el que es verdadero, el que busca la honra del Único Dios verdadero y rehúsa aceptar honra de hombres, ése
no es
recibido. Una de las calificaciones no escritas de este viejo club de amiguetes es “Tú me das una palmadita
en la espalda, y yo te la doy a ti”.
¿Cuántas veces vemos a hombres en el ministerio que vienen en su propio nombre? De
este modo tenemos
los Ministerios
de Bobby ... , los Ministerios de Kenneth ... y Asociados,
la Universidad de ..., e Instituto Bíblico de ..., etc., etc. El hombre carnal
adora poner luces de neón a su nombre. Y los seguidores carnales adoran identificarse con personalidades de renombre. ¿Has visto el gran cartel anunciador de
Juan el Bautista en el precipicio junto al Jordán, anunciando
“Ministerios de
Juan el Bautista”, o “Nosotros somos el bautismo...”? No. Juan no vino en su propio nombre. Cuando los
mensajeros de
los líderes religiosos
de Jerusalén
le preguntaron
quién era, simplemente contestó: “Soy la voz de uno que clama en el desierto”. Juan no vino a
exaltarse a si
mismo
sino a preparar el camino del
Único a quien Dios
quería glorificar, el mismo Hijo de
Dios.
Jesús dijo a esos Fariseos, “gloria de los hombres no recibo… pero os conozco…”
Hay pocas dudas de lo que Cristo está comunicando
con esto. Puesto que estos fariseos no tenían el amor de Dios EN ellos ni buscaban la gloria
de Dios, tampoco adoraban
realmente a Dios. En
lugar
de eso, se
honraban a sí mismos. Buscaban
la gloria de los
hombres, y no la gloria que procede solo de Dios. Su capa religiosa era solo una táctica
para ganar poder sobre los justos.
Pablo lo expresaba
de este modo: “Pero el que se gloríe, gloríese en el Señor, porque
no es aprobado el que se
alaba a sí mismo sino aquel a
quien
el Señor alaba”
(2ª Cor.
10:17‐18). En otra parte escribía: “Porque, ¿busco el favor de los hombres,
o el
de Dios? ¿Lucho por agradar a los hombres?
Porque
si todavía agradara
a los hombres no sería siervo de Cristo” (Gál. 1:10). No puede esta más claro. Si
nuestro enfoque es el favor de los hombres, no podemos ser siervos de Cristo. No somos verdaderos si no buscamos la gloria que procede solo de Dios. Recibir gloria en esta
vida por la obra de Dios es dejar de recibirla de parte
de Él en la próxima. Nos
dirá, en el juicio, “Os digo, ya
habéis tenido vuestra recompensa”.
Cuando nuestro sentido de la responsabilidad es horizontal hacia el hombre en lugar de vertical hacia Dios, no podremos ser fieles a
Cristo. Cuando buscamos la alabanza
de los hombres, los celos y la
incredulidad se introducirán arrastrándose. Jesús dijo,
“¿Cómo podéis creer si recibís gloria los unos de los otros?” La
creencia es más que adherirse a un sistema de doctrina. Es fidelidad a la
dirección de
Dios y obediencia
solo a Él.
Vives lo que crees.
Las redes del viejo club
de amiguetes
A menos que el hombre sea libre de la ambición privada y libre
de la
necesidad de recibir la aprobación de otros hombres, no podrá ser un verdadero siervo al pueblo
de Dios. Pablo escribió, “Porque siendo libre de todos, me he hecho esclavo de
todos, para
poder ganar
a mayor número posible” (1ª Corintios 9:19). Con toda
certeza, no puedes servir a otros y hacer lo mejor para ellos si tienes miedo de
dejar de tener su aprobación.
Este temor es lo que hace que funcione este viejo club
de amiguetes. En asociaciones de éstas, los miembros constantemente tratan
de hacer
que todos
tengan
buen aspecto
y
ganen la
aprobación
de
la camarilla con
la esperanza
de poder ascender por la
escalera.
Un ministro que
tenga buenas incursiones
en la comunidad apostólica/profética
actual, tiene a un solo hombre en la cúspide que instruye a los otros ministros bajo
su mismo lugar de reunión a que corten con cualquiera que
no ceda
a la autoridad de ellos. Él y su cuerpo gobernante también aboga por quitar a los pastores que
no se sometan al poder de sus ministerios. Habiéndome criado en la Iglesia Católica, yo (Michael) veo la misma estructura controladora de arriba abajo en este grupo protestante de mi juventud. Se ha vuelto a probar
el proverbio, “Como la
madre, así también
las hijas”
(lee Ezequiel 16:44‐45)
Este movimiento tiene nombres distintos, como Tercer Día, Tercera Ola, o
Nueva Reforma apostólica, y es el equivalente
religioso del orden
de los gobiernos del
sistema de la Bestia del Nuevo Mundo. Estos ministerios
del Tercer Día
profesan
pensar fuera la vieja caja, aunque un análisis más exacto de su estructura revela la
misma caja vieja
con un nuevo aspecto
externo. Lo que nunca
tocarán
es la
estructura jerárquica que ha estado funcionando a lo largo de
los últimos 1700
años. Si acaso, lo que
viene es una mayor concentración de poder de los pocos que
están
arriba. Estos pocos toman para sí los títulos de apóstoles y profetas.
El pensamiento es como sigue, “Si hilvanamos los nombres y los títulos de las Escrituras de lo que hemos construido en el pasado, entonces Dios lo va a bendecir con
toda seguridad”. Pero en realidad nada ha cambiado. El espíritu controlador sigue siendo el mismo.
Este es el mismo método que David y Uza
usaron para traer de vuelta el arca a Jerusalén. Puesto que los filisteos habían llevado el arca de vuelta a Israel sobre un carro, pensaron que un
nuevo carro sería
ideal para llevar el arca al Monte
Sión. Dios no se impresionó en absoluto entonces y tampoco está impresionado ahora. Cada
carro necesita gente para estabilizarlo. Con toda garantía, el buey—los que están cargados con hacer
que el nuevo sistema funcione—se tambaleará. La gente y los
movimientos siempre mueren y finalmente
lo que queda es otra fría denominación.
Para que la
presencia
de Dios regrese en poder
a Su templo, el cuerpo de Cristo, Dios debe ser veraz y todo hombre mentiroso. Dios no compartirá
SU gloria o poder sobre
la iglesia con los hombres, incluso si estos son sacerdotes. Dios golpeó a Uza porque él y sus hijos
sacerdotes fallaron en el cumplimiento del orden debido. No hablamos de
una casta de sacerdotes que
hace la obra del ministerio. EN el Nuevo Testamento,
todo
hombre y mujer son sacerdotes y ministran al
Señor, estando apartados
completamente
para Seguirle solo a
Él.
Hombres que serían Reyes
Una de las leyes no escritas del viejo club de amiguetes, es que
los miembros que
gobiernan han de hacer que los otros miembros gobernantes siempre tengan un
buen aspecto. Nunca se debe hablar mal de otro líder en frente del “laicado”. Una
apariencia de solidaridad siempre debe mantenerse ante los fieles, porque de
otro modo pueden perder la
fe en tu derecho a gobernarlos.
Yo, Michael, estuve bajo uno de esos ministerios en mi juventud. El ministro principal
que
supervisaba todo con mano de hierro, nos daba instrucciones de alabarlo a
los ojos del público, mencionando su nombre y títulos gloriosos todo el tiempo. Si lo hacíamos, él también hablaría maravillas de nosotros ante los demás y así, TODOS
tendríamos un buen aspecto. Pero, ¿Qué
pasó
con las palabras de
Jesús
cuando dijo, “Si Yo soy levantado, YO ATRAERÉ a todos los hombres”? El hombre carnal
quiere levantar SU propio nombre por encima del nombre de Cristo. Esta es la esencia
misma del anticristo, que no solo significa en contra de Cristo, sino que desplaza a Cristo.
Si somos esclavos del temor de los hombres, no podremos hacer
lo que sea mejor para ellos ni para nosotros. Tendremos demasiado temor de corregir a la
gente cuando el Espíritu nos muestre que están
fuera de todo orden y enseñando
falsas doctrinas. El temor del hombre tiene dos lados. Un lado es amar ser alabados y vistos, el otro el temor del rechazo y el reproche.
Si Cristo hubiera buscado honra del hombre, nadie sería
salvo hoy. El último lugar al que Él hubiera ido habría sido el de la vergonzosa y humillante muerte de la
cruz. Gracias a Dios que se puso la cruz al hombre, salió fuera
del
campamento y sufrió y
murió por nuestros pecados.
El último dios
que quitar
En el reino que Jesús vino a establecer, no hay casta
sacerdotal que gobierne
sobre
los
santos. ¡Pablo plantó creyentes en Cristo. NO PLANTÓ IGLESIAS
ni se convirtió en
cabeza sobre ninguna! Dondequiera que se encuentren dos creyentes o más, esa era
la iglesia en la zona. Dios era autónomo sobre ellos como SUS sacerdotes. La mente de Dios no ha
cambiado. Jesús aún está
construyendo SU iglesia, corazón a corazón, paso a paso. Su Iglesia es construida siguiendo el patrón
de los cielos y no puede ser ayudada
mediante
métodos romanísticos mundanos.
Pablo clamó a
los
Corintios:
“1 ¡Ojalá me toleraseis un poco de locura! Sí, toleradme.
2 Porque os celo con celo de
Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen
pura
a Cristo. 3 Pero temo que como la serpiente con su astucia
engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera
fidelidad a Cristo.
4 Porque si viene alguno predicando a otro Jesús que el que
os hemos predicado, o si recibís otro espíritu que
el que
habéis recibido, u otro evangelio que el que habéis aceptado, bien lo toleráis;” (2ª
Cor.
11:1‐4)
¿Puede alguien leer esto y no sentir el corazón de Pablo? ¿Dónde están
nuestros
corazones? ¿Estamos desposados con UN Marido o nos han desposado nuestros
ministerios consigo mismos? ¿Con quién y de qué estamos enamorados? La palabras de Dios habladas a través
del profeta
Jeremías suenan hoy tan ciertas como entonces:
“Porque mi pueblo me ha olvidado, incensando a lo que es vanidad, y ha tropezado en sus caminos, en las sendas antiguas, para
que camine por sendas y no por camino transitado.”(Jeremías 18:15). ¿Ofrecemos incienso a un engaño o adoramos al
Dios verdadero? ¿Levantamos altares secretos y quemamos incienso a nuestra propia imagen—nuestros propios ministerios?
Pablo escribió que los eventos del Antiguo Testamento “sucedieron como ejemplo, y
han sido escritos para nuestra amonestación…” (1ª Cor. 10:11). Sus tipos y
sombras
son
ejemplos que se aplican con
frecuencia en minucioso detalle, a la
obra
actual de Dios en la Iglesia.
Hoy día mucha gente está cumpliendo la misma visión idólatra que Ezequiel vio en los capítulos ocho y nueve.
“Me dijo: Hijo de hombre, ¿has visto las cosas que
los
ancianos de la
casa
de Israel hacen en tinieblas, cada uno en
sus cámaras pintadas de imágenes? Porque dicen ellos: No nos ve Jehová; Jehová
ha abandonado la tierra. Y me llevó al atrio de adentro de la casa
de Jehová; y he aquí junto a la entrada
del
templo de Jehová, entre la entrada y el altar,
como veinticinco varones,
sus
espaldas vueltas al templo de Jehová y sus rostros hacia
el oriente, y adoraban al sol,
postrándose hacia el oriente” (Ezequiel
8:12,16)
El capítulo comienza con estos ancianos de Jerusalén sentados con
Ezequiel en su
casa,
ofreciendo un buen aspecto por fuera. Pero el profeta es llevado dentro
del círculo interior por un
ángel y se le muestra lo que hacen en las cámaras escondidas
de sus corazones. Es llevado por la visión hasta el
atrio interior del templo y ahí ve a
cada
hombre postrado delante de su propia imagen (Imaginación o vanidad—ver
el significado hebreo de imagen)
en el atrio interior del templo de Dios. Son empujados por el dios de los celos (envidia en
hebreo). Bajo la guisa
de estar ministrando al pueblo, daban la
espalda al templo de Dios construido de
piedras vivas.
Dios entonces ordena a Su ángel vestido de lino blanco, la vestimenta
de los
verdaderos sacerdotes del atrio interior [lee
Ezequiel 44:17‐18] a salir y marcar
las frentes de todos los que lloraban: “y le dijo Jehová:
Pasa por en medio
de la ciudad,
por en medio de Jerusalén, y ponles una señal en la frente a los hombres que gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella”
(Ezequiel
9:4). Entonces cae
el juicio sobre los que no habían
sido
marcados.
Toma nota.
Dios ha vuelto a enviar a sus ángeles para
marcar las frentes de todos
los que
lloran
por
el estado caído de
este interesado liderazgo de
iglesia. Todos los que
no hayan sido marcados, los que hayan obtenido un beneficio de esta apostasía
actual y que avancen con ella, serán
tratados.
El
juicio comienza primero por la casa
del Señor.
¿Hemos sido desposados con Un Marido?
¡Con qué
rapidez vendemos
al
Hijo
viviente de Dios
por otros
ídolos! ¡Pablo desposaba a los nuevos creyentes al MISMO JESUCRISTO, no a Pablo, no a
una jerarquía! Como el amigo del Esposo, los presentó como vírgenes castas a
Jesús, el único Esposo. No eran de Pablo, de Apolos ni de Cefas. Por ser propiedad únicamente de
Jesús, todas cosas eran
de ellos en Cristo (Lee 1ª Corintios 3).
Los hombres en el ministerio siguen
desposando a
la esposa
a ellos mismos, refiriéndose constantemente a mi
ministerio, mi congregación
o mi iglesia. Actúan como si ellos fueran
el esposo verdadero. Si uno de estos hombres hubiera sido
enviado por Abraham a buscar una esposa para Isaac, Isaac todavía
la estaría esperando en Canaán (lee Génesis 24). Este interés es perverso y enfermo, y sin
embargo, el pueblo de Dios es literalmente tomado por esta sutileza. En
lugar de
seguir a Jesús, siguen a un hombre que les dice que Él tiene el NUEVO camino para
llegar
a Jesús, o las llaves a toda
la verdad.
Pablo advirtió a
la Iglesia
de Éfeso:
“Porque yo sé que después de mi
partida entrarán en medio de vosotros
lobos
rapaces,
que no perdonarán
al rebaño.
30 Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas
para arrastrar tras sí a los
discípulos.
31 Por tanto, velad, acordándoos que por tres años, de noche
y de día,
no he cesado de amonestar
con
lágrimas a cada
uno.” (Hechos 20:29‐31)
Lobos rapaces que devoran el rebaño de Dios nunca podrán producir un nuevo odre para
que el nuevo vino de
Dios pueda
ser derramado en su
interior. Están EN la Caja,
nunca pensarán fuera de la caja ni tampoco dejarán que
otros
bajo su dominio lo
hagan. Jesús habló del espíritu del anticristo (en lugar de
Cristo) cuando dijo a
los líderes judíos:
“¡Mas ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque cerráis el
reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que
están entrando.” (Mateo 23:13). Pueden repintar el sepulcro blanco tantas veces como quieran, pero dentro sigue habiendo un cadáver corrupto que mata a
todo
lo que entre en contacto
con él.
Hoy día los cristianos siguen aguantando a los que son de otro espíritu, a los que
predican otro evangelio, y representan a otro cristo. Cuanto más cambian las cosas, más seguirán siendo los mismos. Pero hay esperanza. Recibimos cartas de amados santos que están encontrando la verdad en AQUEL que dijo, “YO SOY LA VERDAD”. Los últimos movimientos apuntan a si mismos y a sus nombres, posiciones y títulos apostólicos. Quieren
gobernar sobre los creyentes, de forma que rara vez los llevan a
Cristo. Si estos hombres y mujeres fueran
honestos, adoptarían la canción country
cantada por Toby Keith como
su canción lema. “Quiero hablar de MI, hablar de YO…”
La motivación del corazón
El motivo del corazón determina si eres o no verdadero a los ojos de
Dios. La preocupación actual con el asunto de dar cuentas en la iglesia es asegurarse
de que
los
que están en la cúspide permanezcan ahí. Los ambiciosos que suben hacia la
cúspide usan el sometimiento para
conseguir su trozo de pan.
Salomón dijo: “Hacer acepción de personas no es bueno; Hasta
por
un bocado de pan prevaricará el
hombre.” (Proverbios 28:21).
Estas personas pueden ser compradas y de hecho
lo han sido. Se venden
para obtener la promoción a los ojos
de hombres de honra. Tal y
como
Jesús lo expresa: “Nadie puede servir a dos
señores, porque aborrecerá a uno y
amará a otro; o se aferrará a uno y dejará al otro” (Mateo 6:24).
No sorprende que la iglesia
esté llena de apostasía
en estos días.
El hombre no puede mantener una verdadera responsabilidad de dar cuentas a los
hombres, y seguir siendo fiel a Dios. Si el temor de ser llamado al trabajo
por el hombre es lo que
nos motiva, entonces no estamos sirviendo a Dios verdaderamente,
sino
que nos estamos postrando delante de
dioses menores. Una de
las
primeras lecciones que yo (George) aprendí como niño fue “¡Dios lo ve
todo!”
Puedes correr, pero no te puedes esconder. Él está ahí, cuando no hay nadie presente. Es un tipo de “Cristianismo”
de
baja calidad el que exige el escrutinio del hombre para forzar a los
hijos de Dios a la obediencia.
Estos sistemas de la responsabilidad de rendimiento de
cuentas destruyen cualquier sentido en el creyente de
“hacerlo todo para el Señor”.
Las
víctimas de este sistema se
encuentran haciéndolo todo para
los
dictadores de la
iglesia. Pablo hablaba de esto en el contexto de esclavos y señores.
“No sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios; 7 sirviendo de buena voluntad, como al Señor y no a
los
hombres” (Efesios 6:6‐7).
Yo, Michael, recuerdo la
parálisis que sentía cuando
era enviado a hacer alguna clase
de trabajo para mi maestro en el grupo ministerial que ya
he mencionado anteriormente.
Siempre surgía algo que sobrepasaba las instrucciones del líder, y me sentía forzado a tomar una decisión por mi mismo. No importaba lo mucho que lo
intentara, siempre terminaba equivocándome y después venía la consiguiente reprimenda. El temor (del hombre) trae consigo tormento. Desde entonces he
aprendido que éste es el típico comportamiento de secta.
Nuestro Señor se “despojó de Su
propia
reputación”. No vino a ganar amigos o para
influenciar enemigos, o para usar el poder del alma para conseguir un gran grupo de seguidores. Jesús no rindió servicio al ojo y tampoco agradó a los hombres. Sus ojos
estaban entrenados en el Padre, y solo hacía lo que veía hacer
al Padre. ¿A quién
rendía cuentas Jesús? ¿A quién honraba? ¿De quién recibía
honra?
En la Iglesia de
hoy promocionamos “los ministerios como el mundo promociona a las
estrellas del rock”. “Venid y ved al Doctor, Apóstol, Profeta, Evangelista, Pastor,
Maestro, Hermano. ¡Es maravilloso! Se mueve en los nueve dones del espíritu y posee
los
cinco dones ministeriales en su humilde y pequeña alma.
Va a predicar de un granero lleno de un mensaje hirviente y luego seguirán
milagros en el poder del
Espíritu Santo (a demanda)”. Ha
costado mucho tiempo, esfuerzo y publicidad, pero algunos han alcanzado el status de súper estrellas, sin preocuparles a quien hayan usado o pisoteado en el camino.
¡Levántate!
Hoy día hay una mentalidad que dice, “Si yo soy levantado delante de todos los
hombres, entonces podré atraer a todos los hombres a Cristo”. Esta es una
mentira
absoluta del mismo Satanás. Jesús fue constantemente presionado a promocionarse
a Sí
mismo. Un ejemplo de esto lo tenemos en Juan 7. La
fiesta de los Tabernáculos
estaba a la vuelta de la esquina, y Sus hermanos se
burlaban
de Él. “¡Ve donde Tus seguidores puedan ver Tus milagros! ¡No puedes hacerte un personaje público si te escondes de este modo! ¡Si puedes hacer cosas tan maravillosas como
éstas, muéstralo al mundo!” (Juan 7:3‐4). Cristo no estaba
preocupado con convertirse en
un personaje público. Había venido para dar testimonio de Su Padre, no de Él mismo. “El que habla por si
mismo, su propia gloria
busca”.
(Juan 7:18). Los que
hablan sus propias palabras de su propia autoridad buscan su propia
gloria, pero lo que
son enviados por Dios buscan solo la
Suya. Estos son el artículo genuino.
El camino de Cristo
es menguar, no aumentar.
Es el camino del servicio humilde, no el
del gobierno. Es el camino de la Cruz, no el de tronos dorados ni
el de las poses sobre los sacerdotes de
Dios.
Escoge la cruz, amado santo, no el camino que parece recto a los hombres pero
termina en muerte. Jesús, el Hijo Patrón. ¡Seguidle sólo a Él! Entonces, cuando estés
ante
Él, oirás, “Bien hecho, buen siervo fiel”, y no, “Os digo que ya tenéis vuestra recompensa”.
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