III. EL ORIGEN DE LA DEGRADACION DE LA IGLESIA
Aunque la iglesia en Efeso tenía tantas virtudes, estaba degradada porque había perdido su primer amor. En el versículo 4 el Señor dijo: “Pero tengo contra ti que has dejado tu primer amor”. La palabra griega traducida primer es la misma que se traduce mejor en Lc. 15:22. Nuestro primer amor hacia el Señor debe ser nuestro mejor amor a El. La iglesia en Efeso había dejado este amor por el Señor.
La iglesia como Cuerpo de Cristo (Ef. 1:23) está relacionada con la vida; como nuevo hombre (Ef. 2:15), está relacionada con la persona de Cristo; y como novia de Cristo (Jn. 3:29) está relacionada con el amor. La Epístola [de Pablo] a los Efesios nos dice que para permanecer en la vida de la iglesia necesitamos ser fortalecidos en nuestro hombre interior para que Cristo haga Su hogar en nuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, podamos conocer el amor de Cristo que sobrepasa a todo entendimiento, para que seamos llenos hasta la medida de todas las riquezas de Dios (Ef. 3:16-19); y el objetivo de lo anterior es la vida de la iglesia a fin de que la gracia sea con todos los que aman al Señor Jesús (Ef. 6:24). Esta epístola dirigida a los efesios [en Apocalipsis 2], revela que la degradación de la iglesia comienza cuando dejamos nuestro primer amor hacia el Señor. Lo único que nos puede mantener en una relación apropiada con el Señor es nuestro amor por El. La iglesia en Efeso tenía buenas obras, trabajaba para el Señor, soportaba los sufrimientos y ponía a prueba a los falsos apóstoles, pero dejó su primer amor hacia el Señor. Dejar el primer amor fue la raíz de toda la degradación que hubo en las siguientes etapas de la iglesia.
Nosotros los que estamos hoy en las iglesias locales debemos estar conscientes de que podemos perder nuestro primer amor por el Señor. Es posible que hagamos obras y trabajemos para el Señor y tal vez seamos puros doctrinalmente y rectos espiritualmente, y aun así no tener el primer amor por el Señor. Es probable que en los años venideros no amemos al Señor tanto como ahora. Debemos estar alerta en cuanto a esto. Es mejor perder algo de nuestras obras que perder nuestro amor por el Señor. Nuestro amor por El debe ser nuestro primer amor. Todos debemos decir: “Señor, te amo. No amo lo que hago por Ti, ni aprecio mi labor. Señor te amo a Ti. Si laborar por Ti estorba mi amor por Ti, cesaré de hacer obras”. No permita que nada le separe del amor del Señor. Debemos cuidar el primer amor y constantemente amar al Señor.
Nunca olvidaré un párrafo corto que alguien escribió con respecto a John Nelson Darby. Dicho párrafo revela que cuando Darby era muy viejo, mientras viajaba, una noche se hospedó en un hotel. Cuando estaba preparándose para acostarse, oró de una manera simple: “Señor Jesús, te sigo amando”. Es admirable que un santo de edad avanzada diga esto. John Nelson Darby empezó a amar al Señor desde su juventud. Después de más de sesenta años, seguía amándolo. Todos debemos decirle diariamente al Señor: “Señor Jesús, te sigo amando. Tal vez yo cambie en todo lo demás, pero nunca dejaré de amarte. Quiero que mi amor por ti crezca siempre”. Leí ese párrafo sobre Darby hace más de veinte años, y no puedo describir la ayuda que me ha sido todo este tiempo.
Debemos decir constantemente: “Señor Jesús, te sigo amando”. Una vez que dejamos nuestro primer amor, nuestra degradación ha comenzado. Tal vez sigamos siendo los mismos en todo lo demás, en nuestras obras y actividades, pero nos hemos degradado porque hemos dejado nuestro primer amor. Con el tiempo, la iglesia en Efeso llegó a tener más obras y menos amor. Hoy nosotros debemos decir que deseamos más amor y menos obras. Cualquier cosa que hagamos, debemos hacerla por amor al Señor. El amor debe ser lo que nos motive a hacer obras para el Señor. Si el amor al Señor nos impide hacer cierta cosa, entonces no debemos hacerla. Debemos actuar así; de lo contrario no vamos a ser preservados en Su presencia.
IV. EL RESULTADO DE
LA DEGRADACION DE LA IGLESIA
En el versículo 5 vemos las consecuencias de la degradación de la iglesia: “Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te has arrepentido”. El resultado de la degradación de la iglesia es que ella pierde su testimonio. Perder el testimonio simplemente significa que el candelero es quitado. Si perdemos nuestro primer amor hacia el Señor y no nos arrepentimos, perderemos el testimonio del Señor y nos será quitado el candelero. Hace años el testimonio que tenían los Hermanos resplandecía, pero ése no es el caso hoy. No hay duda de que el candelero ha sido quitado de la mayoría de las asambleas de los Hermanos. Cuando usted entra en una de sus asambleas, no ve ningún brillo allí. No hay luz ni testimonio. Debemos tener cuidado y estar alerta constantemente para evitar que esto nos suceda. No piense que por el hecho de ser las iglesias locales, los candeleros y el testimonio de Jesús, no podemos perder nuestro testimonio. El día que perdamos nuestro primer amor hacia el Señor, será el día que perderemos el testimonio. En ese día el candelero será quitado.
(Véase estudio vida completo en: http://www.librosdelministerio.org/books.cfm?id=%24%28%25WD%5BP%20%20%0A )
(¿Por dónde andará nuestro candelero?)
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