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lunes, 9 de enero de 2012

Hungría, objetivo del Nuevo Orden Mundial (NOM)


"No, lo que no puede soportar el NOM es que el primer ministro Orban 

haya aprobado, con el apoyo de los votos libres de los húngaros, una

Constitución que reconoce al cristianismo como esencia del Estado húngaro

 –es decir, reconoce la historia- y, encima, algo intolerable, defiende el 

derecho a la vida y protege al no nacido. Eso es pecado mortal en el decálogo

 NOM y ese es el origen de la campaña".

Hungría, objetivo del Nuevo Orden Mundial

(NOM)

Hispanidad, sábado, 07 de enero de 2012

Esta es la nueva historia del Nuevo Orden Mundial, esa ingeniería social anticristiana que pretende, no controlar el mundo, que ya lo tiene controlado, sino tiranizar al hombre. ¿Y cómo se tiraniza a un ser racional y libre? ¿Encarcelándolo? No, así sólo conseguirían arrojar cadenas sobre su cuerpo, pero no sobre su espíritu, que sufre las peligrosas inclinaciones a pensar y a amar (o a odiar).



No, para tiranizar al hombre el Nuevo Orden necesita crear un consenso del que no se salva nadie, so riesgo de ser condenado al silencio. Si se trata de un poderoso, por ejemplo, de un político, por ejemplo, si se trata del primer ministro húngaro, Viktor Orban (en la imagen), entonces hay que emplear todos los terminales del NOM contra su prestigio, porque nada resulta tan inane como el poderoso ridiculizado. Y en esta batalla pro ridiculizar a Hungría, todo vale. Lo primero, la mentira.
Porque no es que Hungría atraviesa un proceso de involución democrática hacia el fascismo. Eso al NOM le traería sin cuidado, pues propende a un ideario relativista –nada es verdad ni nada es mentira- que se adecúa con la misma facilidad al socialismo, al fascismo o al capitalismo especulativo. No, lo que no puede soportar el NOM es que el primer ministro Orban haya aprobado, con el apoyo de los votos libres de los húngaros, una Constitución que reconoce al cristianismo como esencia del Estado húngaro –es decir, reconoce la historia- y, encima, algo intolerable, defiende el derecho a la vida y protege al no nacido. Eso es pecado mortal en el decálogo NOM y ese es el origen de la campaña.
Pero, naturalmente, la estafa antihúngara no puede plantearse por la directa. Todavía hoy, aunque  extendido en casi todo Occidente, el aborto no puede ser vendido como un derecho –aunque así se haya promulgado, por ejemplo, en España- porque muchos han enterrado su conciencia pero (no) su estómago. No, es preciso acusar a Hungría de otras maldades. En suma, hay que mentir para tumbar al Gobierno húngaro.  
De repente, vemos como todos los tópicos para atacar a Hungría se repiten en la prensa progre mundial. Verbigracia, artículo de Paolo Flores d’Arcais -que no es un mosquetero sino un miembro del consenso NOM-, quien acaba de publicar en El País (sábado 7) un artículo titulado “Hungría se desliza haci el fascismo”. La tesis es la misma que escuchamos por boca de todos los voceros del NOM, dando esa impresión de grito generalizado en pro de la sensatez, táctica habitual del NOM.
Y así, el amigo Flores califica al Gobierno democrático húngaro, curtido en la lucha contra el comunismo, de fascista: ni más ni menos. Le acusa de haber pisoteado los siguientes derechos:
Libertad de prensa. Falso. Lo único que pretende el Gobierno Orban es que los valores que recoge su nueva carta magna no puedan ser impugnados -discutidos sí, no impugnados- desde los medios de comunicación y todo ello como propuesta, sin régimen sancionador. Vamos, que cualquier periodista húngaro puede defender con entusiasmo el aborto en cualquier medio sin temor a ser penalizado. Mucho más lejos, en sentido contrario, ha llegado la Ley de Igualdad española: si a un periodista español se le ocurre discrepar de la Ley contra la violencia de género está cometiendo delito. Las amenazas recibidas en Hispanidad, por ejemplo de la Junta de Andalucía, me otorgan seguridad en lo que digo. Te tienes que tragar todas las mentiras de los políticamente correctos en materia de ‘violencia machista’.
Segunda acusación contra Hungría: ley electoral para permitiría a Orban perpetuarse en el poder. Falso. Mucho menos democrática es la legislación española que consolida el bipartidismo PP-PSOE, al tiempo que impone medidas plutocráticas para evitar cualquier renovación del arco parlamentario. Recordemos que en las últimas elecciones generales del 20 de noviembre se elevaron los requisitos para presentarse a los comicios y nadie dijo ni pío. Es más, los medios NOM, sobre todo los de la derecha política, aplaudieron con ganas para quitarse de en medio a los partidos llamados ‘friquis’. Y así, ni una sola formación defensora de los principios no negociables cristianos (vida, familia, libertad de enseñanza y bien común) pudo comparecer.
Más mentiras: en Hungría, los jueces están a las órdenes el Ejecutivo. No, hombre no: están a las órdenes de algo más peligroso para las libertades individuales: a las órdenes de los partidos políticos, exactamente igual que en España donde el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y el Tribunal Constitucional son nombrado por cuotas parlamentarias, es decir por los partidos.
Y la mentira NOM más cómica de todas: el Banco Central Húngaro ya no es autónomo. Igualito que lo que ocurre con los 17 países de la Eurozona, que no dependen de los gobiernos, ciertamente, sino que simplemente han trasferido todas sus competencias monetarias al Banco Central Europeo, controlado, a su vez, por Berlín y París y cuya política, en diez años de euro, han llevado a que España casi cuadruplique el desempleo existente en Alemania.
Naturalmente, ante esta Hungría fascista, el bueno de Paolo insta a Merkel, Sarkozy y Cameron a castigar a Hungría y a derribar a Orban por procedimientos de lo más democrático, naturalmente, los mismos métodos con los que tumbaron a Berlusconi en Italia y a Papandreou en Grecia. Ni el uno ni el otro me caen simpáticos, pero no son dos fascistas, ¿verdad que no?
¿Cómo tumbar al primer ministro húngaro, elegido por los ciudadanos húngaros? Con la fuerza del dinero naturalmente, pues el NOM, en último extremo, no es más que plutocracia, es decir, el enemigo número uno de la democracia en el siglo XXI. Por pura casualidad, a Hungría se le niega la ayuda –ayuda para ahorcarse, pero esa es otra cuestión- que se facilita a otros países en dificultades económicas, como Irlanda, Portugal, Italia o España.
Y así, el FMI, otro instrumento clave del NOM, se niega a apoyar la deuda húngara mientras las agencias de calificación Fitch, rebaja la calificación del bono húngaro hasta la categoría de bono basura. Si para tumbar a Orban hay que asfixiar las economías de los húngaros, pues se hace y en paz.
¡Todo sea por evitar el fascismo en Hungría!
¡Qué pena no poder votar en Hungría! Lo haría por Orban, sin dudarlo un segundo.
Eulogio López

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